Hola, hola! esta es una idea que se me ocurrió hace poco, espero les guste y me dejen sus comentarios!

Jun

- No lo entiendo entrenador – casi le grito – ¡es nuestro mejor jugador! Debería jugar todo el partido

- No tienes que entenderlo Yayoi – me respondió sin siquiera mirarme

Así fue como descubrí la enfermedad de Misugi. El entrenador del colegio me había permitido ingresar como gerente del equipo, algo que anhelaba desde mi llegada a Tokio y al colegio. Tsubasa me había hecho apasionarme por el futbol y consideraba una gran oportunidad para hacer algo más dentro del colegio, el ingresar al equipo de futbol. El entrenador alabó mis conocimientos y mi dedicación para todos los miembros del equipo.

No pudieron ocultarme por mucho tiempo la situación, pues no dejaba de decir lo que Jun Misugi podía hacer y lo que ayudaba en el equipo.

- Sé que lo entiende, pues lo ha nombrado capitán, pero debería jugar los partidos completos – insistía a diario y en cada oportunidad.

Recuerdo el partido final para pasar al campeonato interescolar donde jugaríamos contra el Nankatsu, el Toho y varios colegios más. Jun deseaba tanto ir, se notaba en como animaba al resto del equipo. Escucharlo hablar con sus compañeros era algo sorprendente. Tenía una sed de jugar que contagiaba al resto del equipo. Siempre tenía las palabras correctas para cada uno de ellos, sabía cómo animarlos y aleccionarlos para que jugaran mejor.

Me encontraba parada observando la banca donde Jun se sentaba durante todos los partidos. Llevaba observándolo durante varios partidos, notando su ansiedad por jugar. No podía evitarlo, por cada poro de su piel emanaba su deseo por pisar el terreno de juego, por tocar el balón y apoyar a su equipo. Pero el entrenador nunca lo ponía desde el principio. Nunca lo dejaba en el partido más de treinta minutos. Los mejores treinta minutos de partido, los treinta minutos suficientes para que el Musashi anotara y tomara la ventaja que nos llevara al triunfo.

- Pide que te dejen entrar – me acerco sentándome a su lado. No recibo respuesta.

Vamos perdiendo y sé que lo mejor para el equipo es que Jun entre a jugar. Me levanto de la banca y me aproximo al entrenador para decirle que es momento de que Jun entre a jugar.

- Todavía no – me responde secamente sin dejar de ver el partido

- Están desmoralizados – le digo señalando hacia el campo de juego – quedan 15 minutos del primer tiempo. Meta a Jun, podrá meter un gol y nos iremos al medio tiempo con el marcador empatado. Creo que el entrenador analiza mi propuesta por unos momentos antes de decirme que no.

- ¡Jun! – le digo tratando de que apoye mi idea pero solo observo como baja la mirada y noto una profunda tristeza en su ser.

Yo tenía razón, el equipo esta desmoralizado y en los últimos minutos del primer tiempo nos anotan otro gol. Durante el medio tiempo Jun y el entrenador tratan de levantar el espíritu pero solo lo logran cuando les dice que Jun entrará a jugar en el segundo tiempo.

Verlo jugar es un privilegio, es un genio con el balón, sus pies se mueven con fuerza y precisión envidiables. Su velocidad es impresionante y siempre sabe como quitarse a un rival. En poco tiempo logra marcar un gol que pone al equipo en igualdad. Jun sigue jugando y el equipo le responde con fuerza y determinación. Están dominando el partido y solo por la habilidad del portero contrario no hemos remontado el marcador. Pero el entrenador hace un cambio absurdo que nadie discute más que yo.

- ¡¿Qué?! – le grito desesperada – no puede hacer eso. ¡No saque a Jun!

- ¡Cállate Aoba! – me grita dejándome callada.

Observo como Jun sale del partido y por un momento observo una gran frustración en su mirada. Estoy segura que le reclamará al entrenador, pero no lo hace. Sale del terreno sentándose nuevamente en la banca.

- Perderemos – digo furiosa sentándome en la banca junto a él.

- Espero que no – me dice y noto una profunda tristeza en su voz

- No debieron sacarte

- El equipo puede hacerlo sin mí.

Guardo silencio sintiéndome sumamente frustrada. Jun se levanta al poco tiempo alejándose de la banca. En ese momento recuerdo que soy la gerente y que debo cuidar a mis jugadores. Tomo una toalla y una botella de agua para llevársela, pero él no me ve y se aleja un poco del lugar. Le noto cansancio en el cuerpo.

- Toma – le digo colocando la toalla en su cuello y se sorprende por un momento. – también te traje agua

- Gracias – responde tomando la botella. Bebe casi la botella completa sumamente cansado

- ¿Estás bien?

- Si Yayoi – me dice pero lo noto aún peor – puedes regresar a la banca, en un rato más estoy allá

Doy media vuelta para volver a la banca, pero a medio camino decido voltear a verlo. Está hincado con su cabeza entre las piernas y observo cómo le cuesta trabajo respirar. Corro a su lado hincándome frente a él

- ¿Qué tienes? – le digo a punto de gritar pidiendo ayudar

- Tranquila Yayoi – me dice en medio de fuertes jadeos – en un momento se me pasa

- Pero…

- Ayúdame – me dice extendiendo su brazo para que le ayude a levantar – llévame a la banca

- Capitán – exclamo mientras caminamos y noto lo mucho que se apoya en mí

- Tranquila Yayoi – me dice y noto que hasta hablar le cuesta trabajo.

Llegamos a la banca, me pongo frente a él

- ¿Qué sucede Jun?

- En mi maleta hay un frasco blanco – me dice señalando la maleta a su lado – dame una de las pastillas.

...

- ¿Estás bien Yayoi? – me pregunta la mamá de Jun sacándome de mis pensamientos

- Estoy bien señora, gracias – respondo mirando a mi alrededor.

Estamos en una sala de espera del hospital, estamos esperando a que Jun salga de cirugía. En un extremo se encuentra todo el equipo del Musashi, en el otro su familia; sus padres y algunos tíos y parientes. Todos esperando que la operación sea un éxito.

Hace un par de semanas se realizó el encuentro entre el Musashi y el Nankatsu, de donde tuvimos que traer directamente al hospital, a Jun. Por primera vez jugó un partido completo si es que se puede decir, pues jugo todo el primer tiempo y parte del segundo, pero su corazón le empezó a fallar, logrando apenas mantenerse en pie recargado en un poste de la portería.

- Hice todo por evitar esto – le digo al señor Misugi quien trata de consolarme

- Lo sé – responde y supongo que recuerda las fuertes palabras que su hijo me dijo cuando supo que había sido yo quien hablará con Tsubasa para decirle de su enfermedad y le dejara ganar el partido. – pero no podíamos hacer nada. Es su vida y él decidió seguir jugando

- Pero… - digo sin entender cómo puede decir eso, si es su padre.

- Lo he visto sufrir durante toda su vida – me dice leyéndome el pensamiento – y me duele en el alma que esté enfermo, pero no puede limitar su vida por eso, el tiene que decidir qué hacer y cómo hacerlo. Tiene apenas 12 años, pero su enfermedad lo ha hecho madurar. Está consciente de las consecuencias de sus actos. Él sabía lo que podía suceder si jugaba más del tiempo permitido.

- Señor…

- ¿Por qué crees que su madre y yo no intervenimos al verlo seguir en el campo?

Es cierto, ellos estaban ahí, en las gradas viendo como su hijo se jugaba la vida en un estúpido partido de futbol.

- Pero ahora lo están operando… podría morir

El señor respira profundamente antes de contestar.

- Esperemos que no suceda, pero aún así él no se arrepiente de lo que hizo.

- ¿De verdad? – pregunto pues esta operación es consecuencia del gran esfuerzo que hizo, pero de nada le ayudará a mejorar su condición o siquiera a poder jugar un poco más.

- Lo sabrías si hubieras venido a visitarlo – me dice alejándose.

En cuanto Jun pudo recibir visitas después del partido contra el Nankatsu, tuvimos una fuerte discusión por haberle dicho a Tsubasa sobre su enfermedad. Misugi me grito y se alteró mucho cuando me reclamaba nuevamente, así que salí de la habitación para que no le hiciera daño y desde entonces no lo había visto. Diario pasaba por el hospital para preguntar por él, pero me negaba a verlo. Sus padres me habían pedido que entrara a verlo, pero seguía sin quererlo hacer. No podía enfrentarme a él, no quería discutir con él, le podía hacer daño. Además de que no había nada que discutir, yo estaba segura de haber hecho lo correcto, tan segura que lo volvería a hacer, si así podía evitar que Jun estuviera como está ahora, en el hospital, teniendo una fuerte cirugía, con su vida en peligro.