Es un placer saludarlos nuevamente, aquí traigo uno de los últimos capítulos de éste Fan Fic. Ésta vez no he tardado en actualizar, a pesar de que aparte, he subido algunos nuevos dibujos y he regresado a la rutina de ser un adulto responsable xD, así que se siente bien poder venir y escribirles con la conciencia tranquila... O algo así. Espero éste capítulo sea de su agrado y que lo disfruten tanto como yo.


Kuinz- Hola nena, jajaja aún no sé si volveré a hacer un livestream con un FanFic, pero no te miento, sí tengo ganas. Me alegra que varias de las dudas fueran aclaradas, y que el lemon fuera de tu agrado, esa vez me costó trabajo por alguna razón. Espero este capítulo también sea de tu agrado hermosa ¡Saludos!

ZimVader0017- Sí, pobre Skoodge, esos traumas que no se olvidan, y gracias por leer "Novio Irken", me alegra que también te guste ese otro Fic. En fin, te dejo éste capítulo.

Koyuki- Jajaja, me alegra que mis FanFics causen adicción, es bueno saberlo. Gracias por tu comentario me has hecho feliz. Que bien que a pesar de las interrupciones pudieras terminar de leerlo, yo a veces también trato de leer en la escuela, pero los compañeros no dan tregua xD. Ahhh es verdad, no había notado que ya había alcanzado los 102 reviews, gracias por tu paciencia, aquí está tu dosis de "Odias todo de mí" para evitar los síntomas de abstinencia jeje.


ADVERTENCIAS: Cursilerías, muerte de varios personajes, violencia explícita.


This is like a flashback…

This is like a dream…

Capítulo 13. Colapso Inminente

—¿Podrías decirme nuevamente cómo es que llegaste aquí Dib? —preguntó una vez más—. Y procura ser breve, pero sin ahorrarte muchos detalles.

Dib terminó de acomodar sus ropas y observó con detenimiento a Zim que hacía lo mismo, no podía creer lo tranquilo que el irken se veía, él todavía sentía arder sus mejillas por el incidente frente a Skoodge. Aclaró su garganta una vez que terminó de ordenar sus pensamientos y se dispuso a hablar.

—Bien, pues las cosas estuvieron más o menos así —expresó más calmado—, básicamente chantajeé a Skoodge para que me trajera hasta aquí, ya que tú te encargaste de dejarme varado en la Tierra; habríamos llegado antes de no ser porque tomamos el agujero de gusano equivocado… Luego nos quedamos sin gasolina, por lo que tuvimos que aterrizar en una estación de servicio vortian, ahí fuimos capturados por miembros de la resistencia y conocimos a Lord Lard Nar.

—¡Capturados! —dijo Zim con una expresión de sorpresa, pero Dib no supo si se trataba de una pregunta o una exclamación. Zim ahora sabía la probable causa de los moretones que había observado en las muñecas y otras partes del cuerpo de Dib.

—Ehmm sí, capturados —rió nervioso, pues había omitido por completo la parte donde se había reencontrado con Dwicky—. Mientras llegábamos a un trato con Lard Nar, un Destroyer mandado por los Más Altos, aterrizó para una inspección; así que Skoodge lo asesinó y tomamos su nave, creímos que nos costaría más tiempo llegar aquí, pero parece que La Inmensa cambió de curso… Fue extraño, pero conveniente.

—No tuvo nada de extraño ni de conveniente… La Inmensa cambió de rumbo porque se dirige a la Tierra para destruirla —explicó Zim aparentemente molesto, pero aún bastante aliviado al tener a Dib cerca de sí.

—¿Qué? —preguntó Dib, su rostro se ensombreció al instante —. P-Pero, pero ¿por qué? —estaba claramente afectado, aquello no tenía ningún sentido.

—Por el capricho idiota del Más Alto Rojo —respondió Zim mientras sobaba sus adoloridas muñecas—, pero eso no tiene importancia realmente.

—¿Cómo dices que no tiene importancia? Tiene toda la importancia del mundo Zim, mi hermana y mi padre están en ese planeta… ¡Gir está ahí!, aunque sea eso debería importarte—exclamó alterado sin poder creer lo que escuchaba.

—Deja de gritar Dib-gusano… No tiene importancia porque nada le va a pasar a tu estúpido planeta ¿de acuerdo?

Los ojos de Dib se abrieron grandes de sorpresa al escuchar la seguridad que había en aquellas palabras, no pudo evitar sonreír ante eso, sintiendo que la tensión se desvanecía un poco.

—Más Alto Zim, ¿puedo pasar? —preguntó Skoodge desde la entrada, aliviado al encontrarlos ya vestidos.

—Adelante Skoodge —habló Zim con voz casi inaudible.

Dib se concentró con detenimiento en su alíen, ahora que prestaba más atención, Zim parecía débil y cansado. Desde que le había liberado sus manos no lo había visto intentar ponerse de pie siquiera, y su voz se mantenía en el mismo tono bajo y tranquilo. Cuando Skoodge pasó a su lado no pudo evitar que el carmín volviera a su rostro, pero volvió a relajarse cuando éste pasó de largo para llegar a Zim.

Skoodge hizo un saludo militar una vez que estuvo frente a él, su espalda completamente erguida, lo mismo que sus antenas; luego de que Zim le sonriera descansó nuevamente y miró con preocupación a su futuro líder.

—Podrías… —pidió Zim señalando con uno de sus dedos hacia su PAK.

Skoodge sonrió cuando cayó en cuenta de lo que pasaba. Subió a la cama y se posó detrás de Zim, observó el PAK detenidamente y luego de pasar los dedos al costado del mismo, éste se abrió. Dib se acercó otro poco para observar lo que pasaba, Skoodge metió su mano dentro del delicado artefacto, y luego de algunos extraños zumbidos y clicks, sacó un pequeño aparato de unos 10 centímetros de largo y 5 de ancho que entregó a Zim.

El PAK volvió a cerrarse y soltó una pequeña descarga que sacudió el cuerpo del irken, Dib miró atónito lo que sucedía y trató de sujetarlo, pero en un rápido movimiento Skoodge lo apartó poniéndose entre ambos y tomándolo por los hombros.

—Tranquilo no pasa nada, eso es normal aunque no lo parezca.

—¿Qué le está sucediendo? —preguntó aun alterado, mirando por sobre el hombro de Skoodge como el cuerpo de Zim seguía sacudiéndose levemente, sus ojos rubí estaban completamente abiertos y poseían un brillo anti-natural.

—Su PAK se reinició —dijo el irken con calma, sin soltar su agarre del chico—. En su PAK había un restrictor que delimitaba las funciones sobre su organismo, los restrictores se usan como castigo en la milicia, y en el caso del que le quité a Zim, su uso es exclusivo para prisioneros de alta peligrosidad; ya que envía señales al PAK que no sólo le impide usar los aditamentos especiales, sino que debilitan por completo al individuo.

—Ya veo —dijo Dib más calmado ahora que comprendía lo que pasaba, también ayudaba ver que los espasmos comenzaban a detenerse—. Entonces… esas descargas son para reanimarlo, supongo.

—Supones bien —respondió.

Skoodge se viró para poder observar al irken que parpadeaba repetidamente, una vez más eso era una buena señal. Finalmente, Zim se puso de pie, y contempló con detenimiento el restrictor en su mano.

—Guardaré esto… ya sé donde lo pondré —dijo con sonrisa maliciosa ante la cautivadora imagen que se formó en mente.

Dib suspiró aliviado al ver la repentina recuperación de Zim, estaba a punto de acercarse para tomarlo entre sus brazos, cuando se escuchó un fuerte golpe, acto seguido todo se sacudió con violencia, los irken lograron guardar el equilibrio.

El joven no lo logró cuando un segundo impacto los tomó por sorpresa, y al no encontrar nada cercano para agarrarse, cayó al piso de espaldas con brusquedad, pero se levantó rápidamente con daños menores en cuanto tuvo la oportunidad, afortunadamente no hubo más turbulencia.

—¿Acaso La Inmensa está bajo ataque?... Skoodge quiero tu reporte ¡ahora! —ordenó Zim a su subordinado que nuevamente tomó una posición firme ante él.

—¡Como ordene señor! –dijo—. Los Resisty son nuestros aliados temporales, siempre y cuando se respeten los acuerdos realizados entre Lord Lard Nar y el joven Dib Membrana, señor. En estos momentos las tropas de la resistencia combaten a los Destroyers y a la Armada, de momento la nave insignia se encuentra vulnerable debido al programa que Dib y yo instalamos en el sistema en cuanto llegamos aquí.

—¿El programa? ¿De qué programa estás hablando y en qué consiste? —preguntó Zim más que atento a toda la información, Dib sólo miraba en silencio la conversación.

—El programa MASSIVE-00, desarrollado por Lord Lard Nar y Tirak, al que conoce usted mejor como el prisionero 777. El programa se carga directamente en el disco duro de la computadora central, pero también es posible hacerlo por medio de tres puertos especiales que fueron instalados por ellos, en otras áreas de La Inmensa. Por seguridad para los vortians claro está, es un dato que los actuales Más Altos desconocen, y que nosotros estamos usando a nuestro favor. El programa permite que Lord Lard Nar controle ciertas funciones de La Inmensa desde su propia nave, pero no le da el control total.

—Ya veo —respondió Zim no realmente sorprendido; ya que Tirak le había mandado los planos para construir un control remoto para controlar la nave insignia hace tiempo—. Cuando la nave se detuvo… ¿ustedes tuvieron que ver con eso? —agregó tratando de amarrar los cabos sueltos.

—Así es, en cuanto Dib y yo instalamos el programa, Lord Lard Nar metió un comando de respaldo que desactivó el sistema de navegación y defensa de La Inmensa, la única ventaja de Los Altos en éste momento es la Armada, los Destroyers y los guardias a bordo de la nave, los cuales por cierto, deben estar buscándonos en éste momento. Al menos tenemos como ventaja… que no saben a quién o quiénes están buscando.

—Pero Los Resisty se están haciendo cargo de los Destroyers y la Armada ¿cierto?

—No estoy seguro Zim —respondió Skoodge usando un tono más casual—, se supone que iban a cesar el ataque.

—Entonces tendremos que actuar rápido y con cautela, antes de que esos idiotas destruyan a mi armada… Agh… —gruñó algo molesto por lo que se veía en esos momentos obligado a preguntar—. ¿En qué consiste el acuerdo entre tú y Lard Nar? —preguntó esta vez dirigiéndose al joven de ojos amatistas que tragó saliva nervioso en cuanto la mirada inquietante y acusadora de Zim se posó sobre él.

En ese momento el intercomunicador de Skoodge comenzó a sonar, por lo que para fortuna de Dib, la atención de Zim cayó sobre su compañero irken.

—¡Aquí el Invasor Skoodge!... Aja… ¿Qué? —su relajada expresión cambió por una perturbada, por lo que al instante sus acompañantes supieron que se trataba de malas noticias —. Sí… entendido.

Finalmente, Skoodge volvió a guardar su intercomunicador en su PAK y los miró, la aflicción claramente grabada en sus pupilas, sus temblorosos labios se separaron pero no emitieron ningún sonido. Tragó saliva pesadamente, y se obligó a hablar ante los inquietantes ojos que lo miraban con detenimiento y duda.

—Era Dwicky… para informarme que Lord Lard Nar nos da un máximo de 2 horas para que Zim tome La Inmensa … o ... o él…

—¿O el qué? —presionó Dib, sacudiéndolo levemente de los hombros.

—Espera un segundo, ¿dijiste Dwicky? —interrumpió Zim—. ¿Pero cómo? ¿Qué demonios tiene que ver ese imbécil en esto?

—¡Maldita sea Zim! ¿Eso qué importa en éste momento? —replicó el chico— ¿Quieres concentrarte en lo importante?... ¿O qué Skoodge?

—Hará que La Inmensa se auto destruya, con o sin nosotros abordo —habló, logrando que el tema de Dwicky pasara a segundo plano de momento.

—Eso es una tontería, si hacen eso… según lo que me contaste, de cualquier forma los Cerebros de Control escogerían al siguiente Más Alto, y lo único que conseguirían Los Resisty, sería echarse al imperio encima definitivamente.

—No es verdad —interrumpió Zim pensativo—, en caso de que los actuales líderes mueran, los Cerebros de Control no escogerán a otro líder.

—¿De qué hablas Zim? —preguntó Skoodge preocupado.

—Ya no podemos contar con los Cerebros de Control… no si no hago algo al respecto.

—De acuerdo, me estás asustando —dijo Dib—, y creo que a Skoodge también —finalizó al observar el claro horror que se reflejaba en el rostro del pequeño Invasor.

—No puede ser, no tenemos mucho tiempo, necesito moverme ahora.

—¿Qué pasa Zim? Será mejor que nos digas lo que sabes —habló Dib con firmeza, consciente del poco tiempo con el que contaban.

—Red introdujo un virus a los Cerebros de Control, de alguna forma logró infiltrarse en SU sistema y dañar su inteligencia artificial, el daño podría ser irreparable.

—Es imposible… ¿Enserio se puede hacer eso?... ¿Qué pasará entonces Zim? —preguntó Skoodge asustado, sintiendo que estaban a punto de entrar a una batalla que ya habían perdido.

—Pues dejar caer ruina sobre nuestros arruinados enemigos claro —habló Zim con seguridad—. He tenido mucho tiempo para pensar en lo que haría cuando lograra salir de aquí, ya tenía un plan de escape, pero ustedes me ahorraron la parte difícil, así que… antes de cualquier cosa… dime Skoodge… ¿Cuál fue el trato entre mi humano y ese tal Lord Lard Nar?

—El trato fue, que en caso de que siguieras con vida y te volvieras el Más Alto —habló el chico respondiendo a la pregunta, aunque no fuera dirigida hacia él esta vez —, liberarías a su gente, reconstruirías su planeta casa… y restaurarías la vieja unión que existía entre los Imperios.

—Vaya, ¿enserio haré todo eso? —respondió Zim con sorna ante lo que escuchaba—. ¿Por qué debería de ser tan amable?, cuando ellos cínicamente me imponen un lapso de tiempo para actuar, yo creo que no habrá trato.

—Yo creo que sí Zim —contratacó el joven al instante, no conforme con la respuesta del Invasor—. Me lo debes. No abandoné mi casa… mi planeta… para viajar por dos semanas en una nave… para que todo se vaya al carajo por tú estúpido ego, no pasé horas de preocupación y alto estrés emocional para perderlo todo, no arriesgué mi vida para al final obtener sólo las migajas de tu aprecio… porque para tu información, si tú no cumples lo acordado, Lard Nar me tomará como su esclavo… ¡Ese fue el trato! ¿Te gusta?

—¿Qué?... ¿Cómo se atreve ese maldito?... ¿Cómo pudiste aceptar una estupidez como esa? ¡No lo acepto! ¿Me escuchaste? ¡No lo acepto!—gritó Zim colérico, impactando su puño contra uno de los monitores que había en la pared, éste cedió al instante rompiéndose en pedazos, el puño del irken habría sangrado de no ser porque sus guantes lo protegían.

—¡Cállate Zim!, no me importa si lo aceptas o no. ¡Por Mercurio!, no puedes ser tan estúpido y arrogante. Tú no tienes que aceptar nada, yo lo hice y estoy en mi derecho… ¡No soy de tu propiedad!

—¡Claro que lo eres! —respondió Zim más que furioso, acercándose a Dib y tomándolo por el cuello de la camisa, arrastrándolo con fuerza hasta una pared donde lo azotó de espaldas—. Tú eres mío me escuchaste, sólo mío.

—¡Basta ya! ¡Tenemos que darnos prisa!—gritó Skoodge asustado por lo que veía, no esperaba que el evento se tornara de esa forma—… Se acaba el tiempo.

—Déjalo Skoodge… —habló con dificultad—, no hay mucho que hacer… si las cosas van a seguir así, será mejor que todos nos muramos aquí.

—Cállate estúpido humano, no digas tonterías —dijo Zim mirándolo desde abajo, su voz llena de rabia, pero su expresión denotaba otra cosa muy diferente, emociones… muchas emociones que se hacían lio en su ser—. Y-yo me convertiré en el nuevo líder del Imperio y… tú, tú estarás conmigo.

—No Zim —respondió con voz quebrada, y las lágrimas a punto de derramarse de sus ojos miel—, si eso sucede, yo estaré con Lard Nar cumpliendo el trato que ¡yo! hice… Será mi castigo por haber creído en ti, pasaré mis días odiándote constantemente, aborreciendo cada parte de ti, aborreciendo el momento en que decidí amarte…

—¡Cállate Dib, te lo advierto! —gritó colérico, sosteniéndolo ésta vez por el cuello, apretándolo con fuerza, lesionándolo, sus garras rasgando la suave y pálida piel, dejando en lugar de blancura marcas rojizas.

—Zim por favor… —suplicó Skoodge con un hilo de voz apenas audible, ésta vez completamente aterrado por lo que podría estar a punto de suceder.

El nombrado soltó finalmente su agarre de aquél lastimado cuello, y retrocedió unos pasos mirando con horror al humano que había caído al suelo de rodillas, tosiendo estruendosamente; y gimoteando en un intento desesperado por llenar sus pulmones con todo el aire que le fuera posible.

—¡Dib! —en un instante Skoodge ya estaba a su lado, revisando las heridas de su cuello, y obligándole a levantar la cara para que le fuera más fácil llenarse de oxígeno—. ¿Te encuentras bien Dib?

—¡Jódete Zim! —escupió con ira, y una vez recobrada su fuerza; se puso de pie con ayuda de su amigo que lo sostenía tan tiernamente, ese increíble irken al que lamentaba haber traído de vuelta al infierno.

Mientras tanto Zim lo veía de la misma manera, con esa expresión desencajada que mostraba todo lo que sentía y que no podía expresar, que no sabía expresar. Sus ojos chocaron con los hermosos caramelos de miel que tanto amaba, esta vez ensombrecidos por las lágrimas y el… ¿odio?, sí, era odio, conocía muy bien esa mirada, la había visto tantas veces antes, en sus viejos encuentros que tenían como desenlace violentas batallas.

¡No! ¡Que horrible mirada!, esos no eran los ojos de miel que él tanto amaba, no podía reconocerlos en ese instante, no quería hacerlo. ¿Dónde estaba la mirada triste?, ojos que lo miraban con preocupación y duda. ¿Dónde estaba la mirada avergonzada?, ojos esquivos que lo evadían cada vez que los había sorprendido mirándolo. ¿Dónde estaba la mirada intensa?, ojos que lo miraban con lujuria y deseo… Y finalmente ¿Dónde estaba esa miraba brillante?, orbes doradas que expresaban afecto, que se iluminaban de alegría y denotaban sentimiento, sólo tenía que mirar esos ojos para leer te amo en ellos.

—Y-yo… haré… haré lo que quieras —dijo balbuceante, haciendo el mejor de sus esfuerzos para poder construir oraciones coherentes—. Cumpliré con todo lo que hayas acordado, y más.

Los ojos amatistas se abrieron de sorpresa, el odio antes reflejado se convirtió en duda, nuevamente una mirada que Zim podía reconocer. Caminó lentamente hacia Dib temiendo un rechazo, pero eso afortunadamente no sucedió.

—No te entiendo Zim —musitó confundido, dejando que la mano enguantada del alienígena acariciara su rostro tiernamente.

—¿Qué es lo que no entiendes? ¿De qué te sirve esa cabezota entonces? —cuestionó con una sonrisa mientras continuaba con sus tiernas administraciones en ese pálido rostro.

—Es que no…

—Shhhh… no trates de entenderme entonces —le dijo suavemente mientras juntaba sus labios con los de él brevemente—. Lo único que debes entender es que yo te necesito, que eres mío… así como yo soy tuyo. No quiero que nadie más vuelva a tocarte o lastimarte, no quiero volver a ver ese odio en tu mirada, y menos si está dirigido hacia mí, y si tengo que darle la mano a cada vortiano… por ti lo haré.

Dib trató de responder algo, pero las palabras no salieron, en lugar de, lágrimas resbalaron por sus mejillas. El irken tomó el rostro de su humano entre sus manos y lo observó con preocupación, intentando descifrar qué es lo que había hecho mal ésta vez para que el chico se pusiera así.

—Tranquilo yo… yo estoy bien, estoy feliz… es que tú me haces feliz —dijo imitando el gesto, tomando así la cara del irken entre sus manos, acariciando la suave piel de sus mejillas con sus pulgares—. Pero es que a veces eres un idiota y me asustas.

—Tú eres un cabezón —respondió Zim ofendido, pero sin poder evitar una gran sonrisa que se formó en su rostro.

—¡Hey!... No estoy cabezón —reclamó mientras besaba los suaves labios del Invasor.

Skoodge miraba toda la escena con curiosidad, aquello a sus ojos era extraño, muy extraño. Los irkens no se comportaban de esa forma, los irkens solían tener sexo, sí, pero después de realizar el acto se apartaban, no volvían a tocar el tema, y cada quién seguía su camino. Ver a Zim actuar de esa forma era anormal, pero Dib tenía razón… Si el defecto en su PAK permitía que Zim experimentara todas esas emociones y sentimientos, entonces era un defecto hermoso. Al terminar su línea de pensamientos, revisó el reloj interno de su PAK y se alarmó de sobremanera.

—¡Chicos! Tenemos que darnos prisa, tenemos 1 hora 40 minutos para hacer algo, o volaremos con La Inmensa —interrumpió asustado, le alegraba que Zim y el chico estuvieran en buenos términos de nuevo, pero para eso habían perdido 20 minutos valiosos.

Los dos amantes se separaron con brusquedad, y Zim se aproximó a la computadora que había sido manipulada por Red en algunas ocasiones, Skoodge y Dib miraron con curiosidad e intriga en espera de alguna orden.

—¿Contraseña? —dijo Zim sorprendido cuando la computadora solicitó una para darle acceso—. Una contraseña no va a detener al grandioso Zim.

—¿Podemos ayudarle en algo señor? —preguntó Skoodge con mirada seria, estaba listo para la acción.

—Me alegra que preguntes Skoodge —decía Zim mientras tecleaba constantemente algunos comandos que le permitieran acceder a lo que necesitaba—. No podemos iniciar la Operación Colapso Inminente si no tengo mi ingeniosa arma conmigo.

—Es verdad… esa arma es muy poderosa contra un irken, señor. ¿Tiene alguna idea de qué pasó con ella?

—Claro Skoodge. Necesito que vayan al almacén de snacks en el puerto de carga S-NACK23, ahí está escondida mi nave entre los contenedores, lejos de los accesos, sé que no tendrás problemas para encontrarla.

—¿El arma sigue en la nave? —preguntó Din incrédulo, cómo era posible que tuvieran a Zim como reo y que el arma siguiera en la nave como si nada.

—Bueno, Red se arriesgó mucho para ocultarme, se supone que estoy muerto ¿sabes?... así que de momento no quiso arriesgarse, y tuvo que admitir que mi escondite era favorecedor. Eso siempre y cuando no se terminen los bocadillos de frun… y esos pastelillos saben horrible, sólo a Pur le gustan así que no se acabaran pronto, nadie irá a esa parte del almacén en un buen rato.

—Oh entiendo… —respondió Dib satisfecho con el razonamiento—. Incluso a Red le favorecía como escondite temporal… ¡Espera! ¿Red es el que te tenía aquí? ¿Te estaba escondiendo?... ¿Por qué Zim?... Él te…

—¡Dib no hay tiempo para eso! —lo detuvo Zim en seco, sabía a donde quería llegar el chico con es plática—. Luego… hablaremos de lo que quieras, hay mucho que contar ¿no es cierto?, tendremos tiempo después, ahora necesito que vayan a buscar mi arma y la traigan aquí, mientras tanto yo tengo que hacerme cargo de otros pequeños detalles.

Dib apretó los puños y mordió su labio inferior, había notado la esquiva de Zim, obviamente no quería hablar de lo que había pasado con…Red. La forma en que lo había encontrado, el lugar donde lo tenía encerrado… oculto. Todo eso sólo corroboraba uno de sus miedos, Red había tocado a su Zim.

—Pero señor… ¿Y si vienen los guardias? —preguntó Skoodge temiendo dejarle solo.

—No vendrán guardias Skoodge —respondió Dib cabizbajo—, si Red tenía aquí a Zim oculto, lo que menos querrá ese bastardo será mandar guardias a esta zona, no permitirá que su secreto se descubra… de verdad tenemos mucho que hablar Zim.

—Lo sé… —respondió el irken vagamente sin despegar su mirada del monitor—. Dib tiene razón Skoodge, yo estaré bien… Ahora dense prisa con lo que pedí, yo intentaré resolver un gran problema del Imperio.

—Claro señor —respondió Skoodge, y se despidió con un respetuoso saludo militar.

Dib siguió a su amigo que se dirigía hacia la salida de la habitación. ¿Un gran problema del Imperio? ¿A qué se refería Zim con eso? aunque la duda lo invadía, no quedaba mucho tiempo así que, se limitó a seguir órdenes.

—Skoodge —llamó Zim antes de que desaparecieran en la oscuridad del pasillo—, no olvides traer muchas sodas, harán falta.

—¡Sí señor! —respondió con una sonrisa, sabía perfectamente a qué se refería.

—Skoodge… ¿Cómo llegaremos sin ser detectados por los guardias?, esa zona debe de estar bien vigilada.

—Lo dudo mucho, la vigilancia debe estar concentrada principalmente a las afueras de la cámara de los Más Altos en éste momento, aun así nosotros iremos nuevamente por los conductos de ventilación, además así será más fácil llegar.

Skoodge ayudó al chico a alcanzar el conducto y retomaron el camino por el que habían llegado. El irken había sacado de nuevo el aparato con el que habían rastreado a Zim, y observaba en la pantalla el plano tridimensional de la nave insignia a modo de mapa; después de un largo recorrido por los conductos, Skoodge se detuvo y se dio la vuelta en el pequeño espacio como pudo para mostrarle a Dib lo que él veía.

—Mira esto, estamos cerca —le dijo mientras señalaba en la pantalla una amplia zona que parecía estar llena de cajas—. Ahora sólo debemos llegar a éste ascensor.

—¿Estás seguro de que es ahí?, parece haber dos zonas más que son parecidas.

—Estoy seguro Dib, el nombre del almacén es una coordenada cifrada… Es esa —aseguró Skoodge retomando su posición para seguir avanzando.

Al llegar al ascensor que debían abordar, desde su posición privilegiada observaron a algunos guardias custodiando la zona, Skoodge los ubicó rápidamente y le habló a Dib en voz muy baja.

—Bien, tendremos que matarlos… Yo me encargo de los dos de la derecha y tú de los dos de la izquierda, tendremos que ser muy rápidos si queremos evitar que avisen de nuestra presencia.

—Ehmm Skoodge —habló en voz aún más baja, avergonzado—, jamás he matado a alguien.

—Bien, la primera vez siempre es divertido —respondió el irken sin darle mucha importancia.

—Me refiero a que… no creo poder matar a alguien.

Los dos se vieron rodeados de un repentino e incómodo silencio, Skoodge giró para verlo de forma incrédula, estaba juzgándolo severamente en ese momento.

—Eres la… pareja del futuro líder del Imperio Irken, no me vengas con tonterías, no puedes ser tan… débil —regañó Skoodge en el tono más bajo que le fue posible —. Hablo enserio.

—Es que yo… —trató de defenderse, de verdad no podía hacerlo.

—Será mejor que aprendas a matar.

—¿Escucharon eso? —preguntó uno de los guardias alertando a los otros tres.

—Sí, creo que viene de ahí —secundó su compañero señalando hacia arriba, justamente donde Skoodge y Dib se encontraban.

Los chicos no se habían dado cuenta de que habían sido descubiertos, hasta que un rayo plasmático pasó por en medio de ambos, perforando la metálica superficie sobre y debajo de ellos.

Skoodge decidió que no esperaría un segundo disparo y dando un golpe certero a la rejilla a un costado, cayó del techo sobre uno de los guardias; mientras ambos caían al piso utilizó una de sus extremidades biónicas para atravesar su cabeza de lado a lado, el irken perdió la vida al instante.

Otro de los guardias trató de atacarlo por la espalda, pero fue recibido por una segunda pata biónica que se enterró en su abdomen en la parte de su squeedly-spooch que fungía como corazón. Otro guardia menos, faltaban dos.

—¡Es un Invasor! —gritó uno de ellos al observar el uniforme que portaba aquel irken de baja estatura.

—No es un Invasor, es Skoodge… un exiliado, lo reconocería en cualquier parte, su estatura da lástima.

—Entonces que te de lastima esto —respondió Skoodge el comentario dándole un fuerte golpe en la quijada.

—Será mejor que informe a los Altos de esto —dijo el otro guardia que seguía en pie.

Antes de que este pudiera sacar el intercomunicador de su PAK para dar aviso, Dib decidió dejar de ser espectador, y cayó del techo cerca de uno de los cadáveres, rápidamente se armó con el Shock Spear de uno de ellos, y propició una fuerte descarga al irken dejándolo inconsciente.

—Excelente Dib —felicitó Skoodge dándole un fuerte cabezazo al irken que lo atacaba. En el momento que éste trastabilló, aprovechó para clavar sus dos extremidades en su abdomen.

—Creo que terminamos aquí… —decía Dib satisfecho cuando la mano enguantada del guardia que había electrocutado, lo sujetó del tobillo.

Skoodge se disponía a disparar su láser cuando en un rápido movimiento Dib clavó con fuerza la punta del Shock Spear en la cabeza del guardia. La sangre de color rosado salpicó sus botas al igual que algunas chispas.

Dib miró con horror lo que había hecho, pero no duró mucho; el horror cambió rápidamente a fascinación al ver como los ojos verdes cambiaban a un verde más opaco, como la sangre comenzaba a formar un charco debajo de la cabeza, y finalmente posó su pie en la nuca para poder desclavar su nueva arma, tener tecnología alienígena entre sus manos se sentía tan bien.

—Excelente, tu primer muerte… Y ahora tienes un arma, eso está muy bien —aprobó Skoodge satisfecho al ver el resultado—. Ahora tienes mi entero respeto, serás un buen consejero para Zim.

—¿Consejero? —preguntó Dib confundido.

—El Más Alto no puede tener una pareja como tal… bueno, sí podría en caso de que tú también fueras un irken… así como Red y Pur, pero no lo eres, entonces no puede ser así. Pero podrías acompañar a Zim como consejero, eso si los Cerebros de Control lo aprueban —respondió Skoodge mientras ambos se encaminaban hacia el ascensor—. Porque… los Cerebros de Control se encargan de todo eso sabes, ellos se encargan de que el orden no se rompa.

Una vez dentro, ambos volvieron a guardar silencio, mientras el ascensor avanzaba cada uno iba en sus pensamientos, pensamientos que básicamente iban encaminados a lo mismo. Al final fue Dib quien rompió el silencio, necesitaba escuchar la tranquilizadora voz de Skoodge.

—Dime algo, ¿tú sabes a qué se refería Zim cuando dijo que se encargaría de resolver un gran problema del imperio?, eso me tiene intranquilo.

—No lo sé, la verdad no tengo idea, pero debe ser algo muy importante o Zim nos habría acompañado.

Dib sólo asintió. Las puertas se abrieron y se encontraron inmediatamente con grandes cajas que tenían estampadas las figuras de lo que contenían, frente a ellos había una gran caja de donas, podía saberse porque tenía una dona rosa con chispas como estampa en cada una de sus caras.

—Son realmente golosos —dijo divertido al ver la infinidad de contenedores que se apreciaban a la distancia, era un almacén enorme.

—No tienes idea —respondió Skoodge sin dejar de observar a su alrededor—. ¡Mira!, de aquél lado están los accesos, Zim dijo que el Crucero Voot se encontraba en la parte más alejada de ellos, así que deberíamos ir a la izquierda, entre esas cajas.

—De acuerdo —respondió Dib algo ansioso. No tenía idea de cómo le harían para encontrar la nave de Zim en el enorme laberinto de cajas que veía al frente.

+++++0+++++0+++++0+++++

—El mensaje se ha guardado y está listo para enviarse, al igual que el programa con las modificaciones que hice —decía Zim satisfecho ante su trabajo—. Ahora, sólo me hace falta mandar una muestra, una gran muestra que sirva para corroborar… que no estoy muerto.

Zim se recargó en la silla que ocupaba y estiró sus brazos frente a él. Retiró uno de sus guantes y miró su mano, finalmente acarició su pulgar y forzó una sonrisa.

—De cualquier forma… no te necesitaré —le dijo a su dedo mientras lo llevaba a su boca.

Respiró profundamente, y cerró sus mandíbulas provistas de afilados dientes en la parte media de su pulgar. Apretó sus ojos y contuvo un grito que quería salir de su boca cuando los dientes se enterraron en la suave piel, rompiendo cartílago y hueso en el proceso. La sangre inundó su boca y sintió como la mitad de su pulgar se desprendía. Lo escupió en el tablero y respiró agitadamente, las lágrimas resbalaban por sus mejillas, contenía los sollozos que se formaban en su garganta y que negaba dejar salir, era un Invasor, podía aguantar un dolor tan insignificante como ese.

Arrancó un pedazo de tela de las ropas de Red que había tomado del clóset, e hizo un pequeño torniquete, luego envolvió su mano en un pedazo de tela más grande. Si salía con vida, no tenía mucho caso tratar la herida adecuadamente, de cualquier forma tendría que remover el resto de su pulgar.

Una vez que el dolor se calmó, metió su dedo en una pequeña capsula que introdujo en un hoyo en la pared donde estaba empotrada la computadora. Arrastró sus archivos hacia una misma carpeta y le dio enviar.

+++++0+++++0+++++0+++++

—¡Red! ¿Qué está pasando? —preguntó Pur entre bocado y bocado de dona.

Red lo miró y rodó los ojos, Pur siempre se atragantaba de donas cuando estaba asustado o nervioso. Algunos técnicos y navegantes también lo miraban en busca de respuestas, ellos no habían encontrado el problema, no sabían por qué los controles estaban trabados, Red tecleaba con velocidad intentando restaurar el sistema de navegación.

—¡Aquí está el problema! —gritó victorioso en cuanto observó el extraño comando que obstruía el acceso a los programas de restauración de navegación—. Esto está en vortian, debe ser obra de Lard Nar.

—No puede ser —dijo Pur tragando todo lo que tenía en la boca. Se acercó a Red para observar la pantalla—. ¿Y puedes hacer algo al respecto?

—Por supuesto que sí Pur, sólo dame unos minutos, y tendremos control de nuestra nave de nuevo; luego sólo tendré que preocuparme por volver a activar las defensas de La Inmensa, e iremos tras esos imbéciles, ésta vez no van a escaparse, acabaremos con Los Resisty definitivamente.

Truuuuuuuuuuuun, truuuuuuuuuuuuuun, se escuchó una alarma, en la habitación comenzó a parpadear una luz rojiza que lo inundaba todo. Los técnicos en la parte superior comenzaron a buscar el problema.

—¡Mis Altos!, un mensaje no autorizado, que contenía un paquete adjunto ha sido enviado.

—¿Qué? Esos debieron ser los intrusos, localicen de inmediato la computadora que envió el mensaje —ordenó Red sin perder detalle de lo que hacía, ahora más que nada necesitaba restaurar la navegación y la seguridad. Ya habrían podido localizar a los intrusos, y hacer que el sistema de defensa de la nave se hiciera cargo de ellos si éste estuviera operando.

—Ya lo localizamos mi señor, el mensaje fue enviado de una computadora que se encuentra en la sección E.

—"Eso no es posible" —pensó aterrado al recordar que Zim se encontraba en esa zona, ¿acaso había escapado?, o peor aún, ¿los intrusos habrían dado con él?, la segunda opción parecía más razonable.

—Pero ese lugar está vacío —replicó el alto púrpura—. ¡Rápido!, localicen a los guardias que estén cerca de la zona y envíenlos de inmediato, no pueden salir con vida, no quiero con vida a ninguno de esos despreciables Resisty —ordenó.

—Ya lo hicimos señor —respondió uno de los técnicos.

Red palideció ante la orden, pero sabía que era lo mejor, los guardias acabarían con los intrusos y en cuanto vieran a Zim, lo reportarían de inmediato, entonces se las arreglaría para explicarle a Pur todo.

—También quiero que investiguen el destinatario de ese mensaje y lo que contenía —agregó Red a la anterior orden.

+++++0+++++0+++++0+++++

En cuanto Zim envió el mensaje supo que vendrían por él, apagó la computadora y salió corriendo del lugar, ayudándose con las extremidades biónicas de su PAK para ir más a prisa.

Tomó uno de los elevadores y cuando las puertas se abrieron en el nivel que buscaba, se encontró con unos guardias que enseguida fueron a su encuentro, sorprendidos al ver que se trataba de un irken alto que portaba un informe de Invasor, detuvieron el ataque, para su desgracia Zim no hizo lo mismo.

Disparó cuatro láseres, los cuales dieron en el blanco, impactando entre los ojos a 4 guardias. Dos irkens más que venían hacia él no dudaron en atacar, pero Zim con ágiles movimientos clavó a uno de ellos en la garganta con una de las patas biónicas, y al segundo lo partió a la mitad usando ésta vez sus extremidades como tijeras.

—¿Cómo pretenden enfrentar en combate a un Invasor? —alardeó al ver los cadáveres que habían quedado atrás, él seguía avanzando a gran velocidad sobre sus extremidades al encuentro de su humano y su fiel amigo. Sacó el intercomunicador de su PAK para comunicarse con Skoodge, debían cambiar el lugar de su encuentro por uno que les quedara más a disposición, por así decirlo.

+++++0+++++0+++++0+++++

Dib y Skoodge llevaban ya aproximadamente media hora corriendo entre cajas de alimentos buscando el Crucero Voot, el aliento ya le hacía falta a Dib, era un humano y debía admitir que no tenía tanta resistencia como los irken. Skoodge no se veía realmente cansado, más bien parecía enojado al no encontrar la nave.

Al dar la vuelta entre dos cajas se detuvo, incapaz de seguir el paso del irken, realmente no podía correr más, el aliento le faltaba, tenía náuseas, y sentía que su cabeza bombeaba fuertemente como si su cerebro estuviera tratando de perforar su cráneo y salir corriendo. Justo cuando creyó que se desmayaría, y cuando pudo volver a enfocar su visión, frente a sus ojos pudo ver el buscado tesoro.

—¡Skoodge! —gritó emocionado—. ¡Skoodge!

El nombrado se detuvo en seco y volvió en sus pasos siguiendo la voz del humano, estaba tan concentrado en su búsqueda que ni siquiera había notado cuando dejó de seguirlo.

—¿Qué pasa Dib? No tenemos tiempo para descansar.

—¡Ahí está Skoodge! —dijo casi sin aliento, señalando hacia donde estaba el Crucero Voot.

—¡Excelente! —dijo emocionado. Y sin perder más tiempo corrió hasta donde estaba la nave.

Dib lo siguió esta vez, pero caminando. Al llegar a la nave Skoodge sintió que su squeedly-spooch se encogía al ver que estaba abierta, pero una vez que se asomó dentro y observó al fondo aquél aparato que Zim había construido, pudo volver a calmarse.

Cuando Dib llegó a su lado, el alíen ya había sacado el artefacto, el cual no le era de utilidad a él ya que estaba específicamente diseñado para adaptarse al PAK de Zim.

—Eso es… —señaló no muy seguro. La primera vez que lo había visto estaba montado en la espalda de Zim, y las luces tenues del laboratorio no le habían permitido una buena apreciación.

—Sí Dib, esto es Colapso Inminente… Aunque no estoy seguro de si es el nombre que Zim le dio a su arma… o si es el nombre del plan en general, tú sabes, acabar con los actuales líderes y tomar su lugar… Hmmm, habría que preguntarle.

—Claro —dijo no muy convencido—, creo.

—Bien, debemos regresar con Zim, cerca del tercer acceso me pareció ver las cajas de sodas, debemos llevar algunas para que funcione el arma —señaló Skoodge rodeando al humano, y antes de que Dib pudiera decir algo…—. ¡Arriba!

Skoodge le entregó a Dib el arma y en cuanto la tomó, desplegó sus extremidades biónicas y cargó al chico en sus brazos como si se tratase de una novia.

—¡Woaaa! ¿Qué haces Skoodge? —gritó Dib asustado en cuanto sintió que sus pies dejaban de tocar el suelo.

—No creo que puedas correr de regreso, te ves cansado… Así llegaremos más rápido hasta esas sodas, y posteriormente con Zim.

Skoodge usó sus extremidades biónicas para desplazarse fácilmente sobre las grandes cajas hasta el otro lado del almacén donde estaban los accesos, ahí descendieron, y con sus láseres abrió un hueco en una de las cajas para poder sacar varios six pack de sodas que entregó a Dib, Skoodge guardó 5 latas más en su PAK y volvió a cargar al chico en sus brazos para volver a desplazarse de igual forma de vuelta al ascensor. Ésta vez fue más complicado, pues todo lo que cargaba el humano obstruía gran parte de su visión.

—¿Qué es ese sonido? —preguntó el chico ante un extraño zumbido que rebotaba en las paredes y llegaba a sus oídos.

—¿Eh? —preguntó Skoodge que venía distraído con el humano en sus brazos, y sus antenas se alzaron sobre su cabeza con sorpresa—. ¡Es una llamada! ¡Debe ser Zim!

—¿Qué esperas Skoodge?, responde.

—¿Está todo bien señor? —preguntó al instante que su intercomunicador salió de su PAK.

—Sí, eso parece… Pero hay un cambio de planes, nos veremos en el pasillo D-9, es muy cerca de la cámara principal, así que es posible que haya guardias, tengan cuidado.

—Entendido señor —respondió y cortó la comunicación.

Skoodge corría por los corredores hacia el pasillo D-9 lo más rápido que podía, suplicando a los espíritus de los antiguos Más Altos que no encontraran guardias en su camino. Mientras tanto Dib venía pensativo, tratando de no concentrarse en lo pesado de la carga que llevaba en brazos.

—Skoodge —habló finalmente—, escuché la conversación y me preguntaba, la cámara principal es… ¿Dónde se encuentran los Más Altos?

—Así es Dib, eso quiere decir que Zim atacará directamente… Lo que es bueno porque tenemos aproximadamente media hora para terminar con todo esto.

—¿Crees que lo logremos? —preguntó Dib algo nervioso, hace unas semanas sufría por la indiferencia de Zim en su cotidiana y aburrida vida humana, y ahora… estaba en una batalla contra los líderes del imperio más poderoso del universo, y a millones de kilómetros de su amada Tierra.

—Pues más vale que sí…no hemos pasado por tanto para nada, además Zim no dará su brazo a torcer tan fácilmente, tiene mucho que decirle a esos dos —dijo Skoodge con una sonrisa maliciosa en su cara, una vez más esto logró tranquilizar al joven amante de lo paranormal.

En cuanto Zim los vio doblar en la vuelta, levantó una de sus manos a modo de saludo, suponiendo que Skoodge y su Dib estaban detrás de su mortífera arma, ese Shock Spear manchado con sangre rosa y varios six pack de su soda favorita.

Sumergidos en su plática no se habían dado cuenta que estaban llegando al pasillo donde quedaron de verse con Zim, cuando al fin se percataron de éste hecho, ya era muy tarde. Impactaron de lleno con el irken que tarde comprendió que no se detendrían. Los tres cayeron al suelo, Skoodge y Dib sobre Zim que sólo soltó un pequeño quejido al ser aplastado por los dos cuerpos. Su arma quedó recargada en la pared a un costado, y algunas latas de un six que se rompió al impacto con el piso, rodaron por el suelo. El choque de metal contra metal y más metal produjo un ruido realmente estruendoso.

—Skoodge… ¿Podrías quitarte de encima? —pidió el humano adolorido.

—¡Quítense ustedes de encima! —ordenó Zim furioso, asustando a los dos seres sobre él que se movieron inmediatamente.

—Lo lamento mucho Zim —se disculpó Skoodge haciendo una reverencia ante su futuro líder, completamente avergonzado por lo sucedido.

—¿Te encuentras bien Zim? —preguntó el humano tomando al invasor por sus delgados hombros, sus ojos lo barrieron de arriba abajo revisando que todo estuviera bien—. ¿Qué te pasó? —gritó asustado cuando su mirada se posó en su mano envuelta, la boca se le secó en cuanto vio la sangre fresca que manchaba la tela que le cubría.

—Yo estoy bien, no es nada —respondió aun con cara de fastidio, apartándose de Dib para poder tomar su arma—. Es mucho pedir que guarden silencio ¿verdad?, después de semejante escándalo no tardaremos en estar rodeados de guardias, ayúdenme a vaciar la soda.

La respuesta no convenció a Dib, pero por más que quería saber qué le había pasado, y por qué el cambio de planes, decidió que los guardias de momento eran la prioridad, así que entre él y Skoodge comenzaron a verter todo el líquido por el conducto que Zim les había indicado, acto seguido Zim montó su mortal arma en su espalda, la cual se amoldó perfectamente a su PAK, desprendió una especie de rifle que se conectaba a la caja metálica y apretó unos botones, produjo un ruido chirriante y el arma en su mano comenzó a resplandecer en azul.

—Ahí vienen —alertó Skoodge al escuchar el sonido de botas de combate contra el piso metálico. Desplegó sus extremidades biónicas dispuesto a atacar.

—Guarda eso Skoodge, no será necesario —dijo Zim con calma apuntando hacia la esquina del corredor por donde sabía llegarían los guardias. Skoodge obedeció, y se quedó detrás de Zim junto con Dib que sostenía firmemente en sus manos el arma tomada de aquel guardia, estaba listo para volver a quitar una vida si era necesario.

—Entonces finalmente veré tu invento en acción —respondió Skoodge con una gran sonrisa, ansiando que esos guardias aparecieran pronto.

En cuanto hicieron acto de presencia Zim soltó una fuerte carcajada, esperó a que se acercaran lo suficiente y disparó su arma, rociándolos con un líquido que parecía agua. Los guardias se detuvieron en seco en cuanto el líquido que los había rociado comenzó a arder en la piel de su cara. Segundos después miraron con horror como sus armaduras comenzaban a deshacerse, la piel de sus caras a desprenderse, lo mismo con la piel debajo de sus armaduras. En instantes el corredor se llenó de gritos de terror mientras los guardias comenzaban a caer a pedazos en el suelo.

—Impresionante… —musitó Skoodge horrorizado y fascinado con lo que veía. Dib también miraba atónito la escena, cubriendo su nariz ante el penetrante olor a putrefacción que impregnaba el ambiente.

La risa de Zim era estruendosa, miraba divertido como más guardias se unían al espectáculo de horror, la destrucción era hermosa, simplemente hermosa. Todos tenían la misma suerte, ni siquiera tenían tiempo de reaccionar.

En cuanto nuevos guardias llegaban, miraban horrorizados a sus compañeros hechos pedazos en el suelo, a otros más gritando en agonía con pedazos de piel colgando de sus caras y extremidades sanguinolentas, esa grotesca escena, más el penetrante olor eran suficiente para que la idea de huir se hiciera presente, pero era demasiado tarde, en ese momento ya habían sido rociados por la mortífera arma. Así se fueron abriendo camino.

—¡Mis Altos! ¡Mis Altos! —gritaba a través de su intercomunicador uno de los guardias que había conseguido escapar de la masacre para reunirse con los restantes.

Observaba con horror las 3 figuras que se acercaban. De todos los guardias que había en la zona, sólo quedaban 5 custodiando la gran puerta que daba a la cámara de los líderes donde se encontraban los Altos y los navegantes.

—¿Qué sucede? —preguntó Red al escuchar en el alta voz la aterrada voz del irken.

—E-Ellos están… están aquí señor… son d-dos irkens y otra criatura… desconozco… desconozco su especie señor —decía entrecortadamente, sin poder despegar sus aterrados ojos del alto irken que portaba el arma que había acabo con sus demás compañeros.

—No puede ser… —susurró Red imaginado lo peor.

—¡Ahhhhhh!... A-Ahhh… ¡AHHHH!... mi cara… ¡Mi caraaaa!… ¡Quema!… ¡Ahhh!... —se escucharon los desesperados gritos de los que custodiaban afuera, al final la comunicación se cortó y todo quedó en silencio.

—Red, tenemos control de la nave de nuevo… pero de nada nos sirve si no podemos atacar o detener a esos sujetos, sugiero que trabajes en la activación del sistema de seguridad enseguida —ordenó Pur aterrado en cuanto todo quedó en silencio.

Los navegantes y técnicos también miraban con horror a sus líderes, algo así jamás había pasado, La Inmensa jamás había sido atacada desde adentro, y los irken no estaban preparados para actuar, no sabían cómo proceder.

Afuera todo estaba en silencio. Skoodge sostenía entre sus brazos al guardia que había avisado de su presencia, tapando la boca de este con su mano enguantada, pero esto no evitaba que las garras laceraran la piel por la presión que ejercía para contenerlo. Aunque en realidad no era necesario, estaba casi en shock desde que vio a sus compañeros deshacerse en pedazos frente a sus ojos.

—¿Tenemos tiempo Skoodge? —preguntó Zim con calma, vertiendo en su arma las últimas latas de soda que había guardado Skoodge en su PAK.

—20 minutos Zim —respondió el irken.

—Más que suficiente —dijo. Antes de volver a montar el arma en su espalda, de su PAK sacó un dispositivo ovalado que pegó en la puerta de metal, y un control con el que jugó en su mano no lesionada.

—Eso dejará un lindo agujero en la puerta —señaló Skoodge.

Dib miró el desastre alrededor, los restos de los cuerpos que aun hacían sonidos de ebullición, el aterrado guardia que tenía Skoodge de rehén y finalmente, se concentró en su irken.

La euforia había pasado, en la hermosa cara de su Zim sólo podía ver fatiga, su expresión era seria, pero su mirada ahora parecía perdida en la puerta a la que había adherido la bomba. Ese era el último nivel del juego, y el más complicado de todos. Dib era consciente de toda la admiración, respeto y… amor, que Zim había sentido alguna vez por sus líderes, y él había visto como ellos lo habían humillado, como lo habían despreciado, como se habían burlado, y lo peor de todo… como lo habían destrozado, y como aun lo hacían.

Recordó la imagen de su Zim atado a esa cama semidesnudo, la escena que en ese momento le había causado morbo, ahora sólo le causaba rabia ¿Qué le habían hecho a Zim? ¿Qué le había hecho Red a su Zim?... con solo mirarlo podía ver toda la confusión que llevaba dentro, estar ahí parado frente a esa puerta debía ser realmente difícil, doloroso, complicado.

Zim en ese momento infló su pecho y puso la mirada en alto, nuevamente llena de ira y sed de venganza, sus ojos se veían obscuros como la sangre en ese momento, había algo aterrador en su mirada, la manera en que fatiga y confusión se habían tornado en ira y odio era algo escalofriante, pero aun así Dib no dijo nada, ese era el momento del Invasor y él lo apoyaría sin importar lo que pasara.

—Dib tenía una duda Zim —habló Skoodge queriendo suavizar la tensión—. Colapso Inminente… ¿Es el nombre del arma o…

—Colapso Inminente involucra ésta arma… La caída de los Altos y finalmente, ¡Mi ascenso como líder supremo del Imperio Irken y los Imperios conquistados en su nombre!

Skoodge y D ib miraron sorprendidos la forma tan majestuosa en la que Zim había dejado en claro sus intenciones. Acto seguido retrocedieron en cuanto vieron que Zim lo hacía con la mano en alto, sosteniendo el detonador en su mano.

Adentro, Red trabajaba arduamente para poder activar las defensas, sólo unos minutos, sólo necesitaba unos minutos.

—¡Listo! —gritó victorioso cuando logró desbloquear las defensas, pero en ese momento una fuerte explosión los obligó a apartarse del computador para cubrirse pecho a tierra. Lentamente se reincorporaron para mirar hacia el lugar de la explosión, encontrando mucho polvo y un gran hueco en la gruesa puerta de metal.

—¡Toc Toc! —se escuchó la voz burlona de Skoodge que fue el primero en entrar al lugar con el rehén, Dib entró después de ellos.

—¡Skoodge!— dijeron Los Altos al unísono al observar al bajito irken que les sonreía con hipocresía.

—Tú eres Dib… pero ¿cómo? —susurró Red incrédulo al ver al asqueroso humano con el que Zim se había apareado, esos extraños ojos amarillos, su extraña piel blanca, esa antena en forma de guadaña sobre su cabeza, no podía ser un error, ese era Dib.

—¿Lo conoces? —preguntó Pur, pero antes de que el alto rojo pudiera responder, otro irken que portaba el uniforme de los Invasores entró a la habitación.

—¿Quién eres tú? ¡Identifícate Invasor! —ordenó Pur algo intimidado al no reconocer al irken.

—Saludos… ¡Mis Altos! —habló el irken con voz fuerte y firme, haciendo un saludo militar—. Es un placer volver a estar frente a ustedes.

Finalizó su entrada volviendo a una pose casual con una cínica sonrisa ladeada.

—¿Z-Zim? —preguntó Pur aterrado al ver al irken que tanto odiaba, y que supuestamente estaba muerto.

CONTINUARÁ…


Próximo Capítulo – El Todopoderoso Más Alto Z

Bueno, hasta aquí queda éste capítulo. Hago algunas aclaraciones rápidas.

-Skoodge de repente se refiere a Zim con respeto y de repente no, porque a pesar de todo, lo sigue viendo como un amigo. (No es una incongruencia de mi parte).

-Tirak, no es el nombre real del prisionero 777, yo sólo le inventé un nombre porque me pareció que le hacía falta, en especial porque en estos últimos capítulos se le menciona bastante.

-El Shock Spear, es la lanza que portan los guardias irken. Un buen ejemplo de ello y su uso es en el episodio "Megadoomer" (Mega-Arruinador en español).

Muchas gracias a los que siguen al pendiente de esta historia y se toman unos minutos de su tiempo para dejar sus comentarios. No olviden dejar sus reviews

¡Saludos!