Draco Malfoy y El Libro Que Entrampa
Capítulo 11 – El Libro Que Entrampa
Entonces
Estaba sentado sobre la balaustrada del balcón de su habitación, su lugar preferido. Delante de él se extendía una amplia área de hierba, de césped primorosamente cortado y más allá los árboles hasta donde alcanzaba la vista. Era un idílico día de verano y sin embargo no lo estaba disfrutando. Su mente divagaba en otras cosas.
O más precisamente, en otra cosa en particular, Harry Potter.
Balanceó el pie hacia delante y hacia atrás. Hubiera debido estar disfrutando de esas vacaciones de verano. Sexto año había concluido. Sólo le restaba un año más de Hogwarts. Y después ya no tendría que ver más a Potter todos los días.
En realidad… ese pensamiento… de por sí era muy deprimente. No le gustaba en absoluto.
Pansy decía que era porque estaba enamorado de Potter, probablemente desde sus once años… y después se echaba a reír a más no poder.
Draco miró a lo lejos con el ceño fruncido. Pansy estaba equivocada. Él no podía tolerar a Potter. ¿Acaso no le había hecho la vida un infierno durante todos esos años? Verdad era que su participación en TORPES, podía despertar suspicacias… pero lo cierto era que necesitaba que Harry estuviese vivo para poder atormentarlo a gusto. Eso no quería decir que le gustara el muy imbécil.
Bueno, sí… tenía que admitirlo… Harry era atractivo… de una forma muy extraña que no parecía resistir ni el menor análisis… era petiso, con anteojos, mal entrazado, compacto y nervudo. Draco encontraba atractivos a muchos de los chicos, porque era gay, no porque abrigara sentimientos románticos por ellos.
Si había algún sentimiento que le inspirara Potter… sólo podía tratarse de aborrecimiento e irritación. Se peleaba con Harry y lo mortificaba siempre que podía. Y lo mismo con los amigos de Harry… que definitivamente y sin lugar a dudas no le resultaban atractivos. Pero de sólo pensar que Harry pudiera sufrir un daño serio o se pudiera morir… se le retorcían las entrañas.
Y atormentar a Harry era… cómodo… seguro… divertido, agarrárselas con otros era aburrido.
Un tordo volaba en círculos en la distancia, en un momento descendió en picada con las garreas extendidas, hubo una breve lucha con la presa y luego el ave volvió a tomar vuelo con su víctima entre las uñas. Draco sonrió.
Se le ocurrió que quizá podía llamar a Vince y Greg por la chimenea para que vinieran a entretenerlo. Volvió a fruncir el ceño, probablemente estarían muy ocupados con sus novias como lo habían estado durante todo sexto año. Por suerte, los dos estaban convencidos de que Pansy y él eran novios. Siempre la usaba como excusa para explicar sus ausencias cuando iba a las reuniones de TORPES.
Se estremeció al pensar que ellos o algún otro se enterara de que era gay; ya era bastante malo que…
—Draco, ¿dónde estás? —la voz de su madre lo sobresaltó y estuvo a punto de caerse. Se bajó inmediatamente de la balaustrada.
—Acá afuera, mamá.
—Ah… —Narcissa salió al balcón— Los Montague vienen a tomar el té, te espero abajo dentro de una hora.
—Sí, mamá.
Narcissa le estudió el atuendo. —Y cambiate antes de unírtenos… ¿te pasa algo? —preguntó al notarle la expresión— Desde que volviste de Hogwarts te pasás todo el tiempo encerrado en tu habitación.
—No me pasa nada, mamá. Estoy bien.
Ella lo miró poco convencida, no insistió sin embargo. —Como digas. Te espero en el salón dentro de una hora entonces.
Draco la observó entrar y se apoyó sobre el balcón. Algo iba a tener que hacer o terminarían dándose cuenta… ella y su padre.
No podía permitir que se le desmoronara la vida por estar enamorado de Potter… Maldijo para sus adentros… contra todo y contra todos… especialmente contra Pansy que era la que le había metido esa noción absurda en la cabeza. No era verdad… no podía ser verdad…
Y si era verdad… no podía hacer nada al respecto… bueno, no… eso no era cierto… no por nada era un Slytherin con infinidad de recursos… si él lo quisiera realmente buscaría y encontraría la forma de que todas sus secretas fantasías se concretaran… pero no era eso lo que él realmente quería… ¿o sí lo era?
He ahí el dilema. Su vida era un martirio y la culpa era de Harry Potter.
oOo
Ahora
Tambaleante, se aferró con todas sus fuerza a lo único sólido que tenía a mano para no caerse. Parpadeó varias veces para acomodar los ojos al nuevo entorno. Toda su visión estaba ocupada por un rostro muy próximo. —¿Potter?
Harry separó la cabeza echándola hacia atrás y le sonrió. Una sonrisa amplia y cálida que lo inundó de regocijo. —Estamos en casa.
—Ciertamente, Harry. —dijo la voz afable del profesor Dumbledore desde el escritorio.
Draco se sacudió, soltó a Harry, retrocedió un par de pasos rápidamente, se cruzó de brazos y miró alrededor con muy mala cara.
Sin embargo, era maravilloso estar en el despacho oval del director. Todos esos libros y artefactos que se apiñaban en los estantes hasta el techo. El diseño colorido de la alfombra. Fawkes, que presentaba un aspecto menos lozano que otras veces, dejó oír desde su percha un gorjeo algo disonante. Los exdirectores en sus cuadros se habían despertado y cuchicheaban entre ellos sobre los seis alumnos que acababan de brotar de golpe en el recinto. El reloj de la pared indicaba que eran casi las seis. Sobre el escritorio estaba El Libro Que Entrampa.
—Profesor Dumbledore, —dijo Ron— es una alegría volver a verlo.
—Yo también me siento muy complacido de tenerlos de vuelta. —dijo Dumbledore— Aunque no tenía dudas de que encontrarían la forma de escapar del libro. —hizo un movimiento con la mano y seis sillas se materializaron frente al escritorio— Por favor, tomen asiento. Estoy seguro de que tendrán mucho que contar. ¿Puedo ofrecerles un caramelo de limón?
—Ah, profesor, fue toda una experiencia. —replicó Hermione muy animada, la caramelera fue pasando de mano en mano y todos se fueron sirviendo… menos Draco, que no consideraba sensato aceptar golosinas de viejos chiflados con vestiduras violeta— Tomé muchísimos apuntes… eh…¿dónde quedó la mochila?
—Quedó sobre el suelo cuando desapareciste. —le informó Pansy.
Hermione se mostró algo decepcionada. —Oh, bueno, en ese caso tendré que hacer un relato de memoria.
Y procedió a contar todo desde el momento en que había abierto el libro en la biblioteca hasta el instante en que había tocado el suelo y desaparecido. Habló sin parar, haciendo alguna que otra pausa breve para tomar aire. Neville, Ron y Harry no le prestaron demasiada atención se dedicaron a mirar la gran cantidad de artefactos raros que poblaban la oficina. Harry parecía estar fastidiado por alguna razón. No hubiera podido decir cuál era la actitud de Pansy porque no se dignó a mirarla.
—Y de repente estábamos de regreso aquí. —concluyó Hermione.
—Una aventura por demás de interesante. —comentó Dumbledore— Y con final feliz.
—¿Ud. nos ayudó a escapar? —preguntó Harry con el rostro serio. Parecía que Harry no quería permanecer mucho más en el despacho del director.
—Me temo que todos mis intentos para brindarles algún tipo de asistencia fueron un fracaso. Y confieso que me sobresalté cuando el libro se abrió de repente y empezaron a brotar.
—Hay otros muchos atrapados en el libro. —dijo Neville— Incluyendo a algunos mortífagos que llevan casi veinte años ahí. Nosotros tuvimos suerte porque a Hermione se le ocurrió una forma de escapar pero… ¿qué va a pasar con toda esa otra gente? Teníamos mapas… pero todo quedó allá.
—No se inquiete, señor Longbottom, ahora que la forma de escapar ha sido descifrada, una escuadra de aurores podrá entrar para liberar a los demás.
—¿Y qué van a hacer con Scribner? —quiso saber Ron.
—Me temo que Philos Scribner es un mago muy trastornado. A pesar de que mi investigadora más destacada no se encontraba presente, —el director le dirigió por encima de los lentes una mirada a Hermione, que se sonrojó complacida— madame Pince y yo pudimos averiguar que Scribner creó El Libro Que Entrampa como una forma de escapar del autoritarismo despótico de sus familiares. Sentía que no tenía ningún control sobre su vida y se forjó un universo de fantasía en el que tiene poder absoluto… o casi. Sus familiares fueron los primeros que quedaron atrapados y desde entonces fueron muchos más los que accidentalmente cayeron en la trampa. Uno de los hermanos, llamado Anthos, pudo escapar después de pasar muchos años atormentado por Philos. Hubo que internarlo en St. Mungo tras una experiencia tan traumática y fue muy poca la información que pudo proporcionar. No pudo precisar el modo mediante el cual había podido escapar.
Sonaron las campanadas del reloj de la pared, Draco se sobresaltó.
—Hora de la cena. —dijo Dumbledore— Los elfos nos han preparado para hoy codornices con salsa de menta. Y tarta de membrillo como postre.
—¡Qué bueno! Estoy muerto de hambre… la panza me hace ruido. —dijo Ron.
—No quiero retenerlos más. —dijo Dumbledore poniéndose de pie.
—¿Cuánto tiempo estuvimos ausentes? —preguntó Harry.
—Hoy es martes. —contestó Dumbledore— Y ustedes habían desaparecido el viernes a la tarde.
—¡Dos días de clase! —exclamó Hermione muy afligida— Vamos a estar tan atrasados… ¡y con los NEWTs tan próximos!... vamos a tener que ponernos a trabajar ya mismo. —agarró a Ron de un brazo y enfiló hacia la puerta llevándoselo prácticamente a la rastra.
—Una cosa que me gustaría saber, señor… —dijo Harry— ¿Cómo fue que el libro llegó a la biblioteca?
—Ah… podrán leerlo con más de detalle en la prensa, pero resumiendo: Delores Umbridge fue detenida por haber abusado de sus atribuciones con Jefa Catalogadora… por "haber tomado prestados" una serie de artefactos del Departamento de los Misterios. —explicó Dumbledore.
Harry bajó la vista y miró el dorso de su mano derecha.
—Al parecer, la señora Umbridge le envió el libro a un sobrino suyo para que te lo diera a vos, Harry. El sobrino, que es alumno de Hogwarts, no estaba al tanto de las intenciones maliciosas de su tía. Sin embargo, el libro desapareció misteriosamente del dormitorio y de alguna forma terminó en la biblioteca… y el señor Longbottom lo encontró allí por casualidad. —agregó Dumbledore intencionado mirando a Neville.
Neville bajó la vista y sonrió tímidamente.
—Y ahora… no quiero demorarlos más… sus amigos deben de estar esperándolos impacientes…
Harry asintió en silencio y salió de la oficina seguido por Neville.
—Señor Malfoy. —dijo Dumbledore cuando Draco y Pansy, a quien Draco seguía ignorando como si no existiera, se disponían también a salir. Draco se dio vuelta inquieto, el director le sonrió— Feliz cumpleaños.
—Gracias, señor. —respondió Draco automáticamente y continuó hacia la puerta seguido por Pansy.
Neville se había quedado esperando abajo. Sonrió ampliamente cuando la vio. —Pansy, ¿me permitís escoltarte al Gran Salón para la cena?
Draco la observó sonrojarse complacida. Se agachó apenas en una breve reverencia. —Sería un honor.
Neville le ofreció el brazo, que ella tomó de inmediato, y miró a Draco. —Reunión de TORPES mañana a la noche. —le comunicó.
—Genial. —replicó Draco sarcástico sin ocultar su fastidio.
—¿No venís a cenar con nosotros? —le preguntó Pansy.
Draco apretó las mandíbulas. —No me junto con traidoras.
Pansy revoleó los ojos y urgió a Neville para que se pusieran en camino.
—¿Y a éste que le pasa? —le preguntó Neville cuando ya se alejaban.
—Nada importante, se comporta así cuando se pone en pelotudo. ¿Te gustaría…? —la voz se perdió cuando doblaron en el siguiente pasillo.
Draco contuvo un bufido de fastidio. Ya se la iba a hacer pagar… Tomó el otro corredor en dirección a los subsuelos. Metió la mano en el bolsillo y sacó el pulóver y la toga que había reducido de tamaño, algo más salió junto con las prendas y cayó al suelo con un repiqueteo.
Draco se agachó para recogerlo. Era la piedra pisapapeles que Pansy le había regalado.
—Malfoy…
Draco se sobresaltó, se dio vuelta como movido por un resorte y lanzó: —¡Petrificus!
Harry contuvo una exclamación e hizo una mueca. El haz del hechizo le había cruzado desviado por encima y fue a impactar en el techo.
—¡Potter, ya te había dicho que no te me acercaras de esa forma, por detrás y sin hacer ruido! —lo increpó Draco guardando la varita enojado.
—Es cierto. —Harry elevó la vista para mirar el lugar del impacto— Pésima puntería.
Draco frunció el ceño enojado. —La mayoría de los magos son más altos que un elfo doméstico. ¿Qué querés?
—¿Qué es eso que tenés en la mano?
Draco abrió el puño y miró la piedra sobre la palma. —En realidad no es asunto tuyo… pero es una piedra pisapapeles.
—¿Ah sí? —Harry avanzó un par de pasos acercándosele, sin pedir permiso agarró la piedra antes de que Draco pudiera retirar la mano. La hizo girar entre sus dedos mochos y expuso la runa grabada sobre la superficie lustrada. —Los aurores están aceptando solicitudes…
—¿De qué diablos estás hablando?
—Hogwarts se termina, pero voy a empezar tres años más de instrucción y estudio. —Harry acarició la runa con la yema del pulgar— Si hay algo que puedo decir que aprendí es que las apariencias pueden ser muy engañosas. —alzó los ojos y miró a Draco por entre las mechas del flequillo— A veces es difícil darse cuenta de si te están acechando para atacarte para atacarte o para protegerte.
Draco se puso tenso —No sé de qué estás hablando, Potter, estás desvariando. Parece que estos cuatro días te reblandecieron más el cerebro. Y me va a costar eliminar el mal olor de mis cabellos después de haber estado tantos días cerca de vos.
—Los cuadros hablan, Draco. —dijo Harry— Y es porque estuvimos juntos estos cuatro días que te estoy haciendo esto.
—¿Haciendo qué? ¿Parloteando sandeces sin parar como la sangresucia?
Harry endureció la expresión. —Vos a veces hacés que las cosas sean tan difíciles… aunque no siempre.
—Me alegro. Todo siempre es muy fácil para El Niño Que Sobrevivió. Por lo menos debe haber alguien que le complique las cosas y lo ponga en su lugar. —dijo Draco. En tanto Harry no resultara lastimado físicamente se merecía cualquier otra cosa que le arruinara la vida.
—Yo sé que vos sos puro ladrido… pero de morder, poco y nada…
Draco le mostró los dientes. —Te equivocás, Potter. Muerdo… y te puedo asegurar que no te conviene enterarte de qué forma.
Harry se rió. ¡Se rió! —Vos formás parte de un grupo que me protege para que no me pase nada malo. Creo que eso se contradice con esos alardes agresivos.
Draco se puso aun más nervioso y miró por encima del hombro hacia el corredor vacío. —Espero que no se lo hayas dicho a nadie.
—No se lo he dicho a nadie. Pero Dumbledore ya lo sabía… ya hace un tiempo que se lo pregunté directamente y me lo confirmó. A Ron y Hermione no les he dicho nada y no creo que me creyeran si se lo dijera.
—¿Que hay gente que trata de protegerte?
—Que vos me estás protegiendo. Lo que me gustaría saber es por qué.
—Tengo mis razones… que no tengo por qué explicarte y que no voy a explicarte.
—Creo que tengo el derecho de saberlo.
—Vos no tenés derecho a nada. No somos amigos, yo no te caigo bien. Lo que yo haga en mi tiempo libre no es asunto tuyo.
—Es asunto mío porque lo que hacés en tu tiempo libre tiene que ver directamente conmigo… yo soy lo que vos hacés en tu tiempo libre. —Harry se sonrojó y bajó la mirada a la piedra— Hasta ahora no me había animado a preguntártelo… pero lo cierto es que siento mucha curiosidad.
Draco sintió también que las mejillas le ardían. —Pues vas a tener que quedarte con las ganas… porque a mí no podrían importarme menos vos y tu curiosidad.
—Ésa es justamente la cuestión… lo cierto es que yo sí te importo.
—¡Pero qué disparate! ¡Para nada!
—Admitilo, estás protegiendo a El Niño Que Sobrevivió… y te importa lo que le pase o lo que le pueda pasar por causa de Voldemort.
Draco no pudo evitar una mueca al oír el nombre. —¿Eso es lo que vos pensás? —preguntó desdeñoso— Es claro que no tenés la menor idea, lo que Ya Sabés Quién pudiera hacerte me tiene muy sin cuidado.
—A todos les preocupa lo que pudiera hacer…
—Es por vos que todos se preocupan…
—¿Vos también? —lo espoleó Harry con mirada intencionada y una comisura en alto.
—¡Sí! —siseó Draco entrecerrando los ojos hasta dejarlos como dos finas ranuras— ¿Es eso lo que querías oír, Potter? ¿Estás conforme ahora que conocés todos y cada uno de mis pequeños oscuros secretos? No sólo soy gay sino además que sos vos más que ninguno el que me la hace parar. ¿Hay alguna otra cosa que te gustaría saber? ¿Si mi padre me pegaba cuando era chico o si mi madre me hacía vestir de nena para tomar el té?
Harry lo miró en shock. —¡¿Eso es cierto?!
—¡No!
Perplejo por lo que acababa de admitir, Draco sólo quería escapar. —Si no tenés más preguntas…
Harry no dijo nada y le tendió la palma sosteniendo la piedra. Draco hubiese querido barrerla y hacerla volar de un golpe… pero era su regalo de cumpleaños… era Harry el que la había elegido… y Pansy —¡sucia traidora!— la que se la había dado. Extendió la mano.
Harry no la dejó caer sobre la palma abierta. Le agarró la mano en cambio. La piedra quedó apretada entre ambas. Inclinó apenas la cabeza y lo miró fijo a los ojos. —Te voy a guardar un lugar.
—¿Cómo dijiste? —la voz de Draco había sonado como muy lejana. El contacto con la mano de Harry le había acelerado el pulso, una voluta placentera parecía serpearle en su interior y fascinado no podía apartar los ojos de los de Harry, el verde detrás de los cristales parecía más intenso, profundo y oscuro que nunca.
Muy lentamente, tan lentamente que parecía que no se moviera, Harry se alzó en puntas de pie. Como impulsado por hilos invisibles, Draco inclinó la cabeza. Contuvo la respiración cuando Harry elevó la barbilla y los labios entraron en directo contacto con los suyos.
Draco quedó como petrificado. Con la boca de Harry firmemente apretada a la suya en un beso seco. Los labios de Harry estaban agrietados, como los suyos. Podía sentir el aire cálido que le brotaba por la nariz. Unos mechones rubios le caían sobre los ojos… que seguían fijos en los de Harry.
Harry perdió el equilibrio y tambaleó hacia atrás al tiempo que le apretaba la mano para estabilizarse. Se humedeció los labios y aflojó la mano dejándole la piedra. Pero antes de separarla le acarició la palma con ternura. Soltó una risa nerviosa y retrocedió hasta quedar apoyado contra la pared. —Yo tampoco se lo había dicho a nadie. —se tapó la boca con las dos manos y sus ojos se abrieron aun más, si cabe, debido al asombro por lo que acababa de admitir. Dejó caer las manos y escapó corriendo por el pasillo.
Draco se quedó inmóvil durante un largo rato mirando el lugar que Harry había dejado vacío. Y poco a poco el pecho se le iba hinchiendo de regocijo. ¡Harry lo había besado!
Y después había dicho algo… algo que parecía no tener sentido…¿sobre no haber dicho nada tampoco?... salvo que…¡Oooh!... que también a él le gustaran los chicos.
Quizá le debiera una disculpa a Pansy después de todo… que esperara sentada, Draco nunca pedía disculpas.
Miró la piedra en su mano, la lanzó al aire y la abarajó de regreso. Comenzó a reírse encantado, se la guardó en el bolsillo y emprendió la marcha hacia los subsuelos pavoneándose más que nunca.
Harry había hecho el primer movimiento.
Entonces… ¿qué iba a hacer Draco al respecto? La risa se le transformó en una sonrisa ladina…
…pero eso es otra historia.
FIN
oOo
Nota del traductor:
Muchas gracias a todos los que llegaron hasta acá. Espero que les haya gustado tanto como a mí. Mi agradecimiento especial a quienes dejaron sus comentarios que siempre es un gusto leer.
Si Dios quiere, nos reencontraremos pronto con otra historia. Chau.
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