La guerra había terminado. Muchos habían muerto y muchos habían sobrevivido. Entre su grupo solo hubo heridos, aunque faltó poco para que esto no fuera verdad: Hiyori, presa de su intempestivo carácter se había arrojado contra Aizen sin cuidar su espalda y trayendo como consecuencia un ataque semi mortal de Gin. La vio caer y sintió como el tiempo se hacía máslento; corrió en su auxilio mas no mucho podía hacer por sí mismo ¿Dónde carajos estaba Hachi? Pronto la sangre manchó su ropa mientras la respiración de la chica se hacía más y más pausada. Mil segundos pasaron frente a él y ella sólo lo miraba con la expresión del "perdóname" tan poco común en su rostro. La ira se apoderó de su persona, las cosas no se quedarían así, un grito desgarrador salió de su garganta antes de lanzarse a la lucha.

Tras una larga y dolorosa batalla lograron derrotar al enemigo, en gran parte gracias a Ichigo. Al fin ellos podrían regresar a la Sociedad de Almas sin huir tal criminales de pueblo. "Será como volver a respirar" se dijo a sí mismo. Sus compañeros y él habían gozado lo suficiente de el mundo real como para regresar a su amado Seireitei.

Llevaban 2 semanas desde la derrota de Aizen cuando al fin decidieron qué día llegarían triunfantes a su origen. Desde ese entonces sentía algo rara a Hiyori: ella decía estar curada pero su rostro tenía una extraña mueca todo el tiempo, entre frustrada y triste. La conocía demasiado como para saber que algo no andaba bien.

La noche antes de su regreso decidieron hacer una pequeña despedida en la bodega abandonada que había sido su hogar durante una centuria, en compañía de los amigos hechos en esa ciudad. Esa noche, era una noche para celebrar. Para alegrarse. Para demostrar la alegría al verse rescatados del exilio en el que fueron puestos. Entrada la noche todo mundo estaba bebiendo, inclusive ella que nunca lo hacía. Al cabo de una hora la moral se relajó así como las bocas de muchos; Kensei admitiendo que en realidad apreciaba a Mashiro aunque no lo pareciera (provocando que ésta le echara los brazos encima y no lo soltara en toda la noche), Lisa diciéndole a Ichigo que le prestaría sus revistas eróticas por si alguna vez necesitaba "ayuda en las artes amatorias" (el pelinaranja se sonrojó hasta el cielo cuando Rukia aceptó por él la oferta de Lisa), inclusive el recto y misterioso Ishida terminó besando apasionadamente a Orihime de manera que sus gafas cayeron al suelo y fueron pisadas por un Kisuke al borde de la inconsciencia.

Shinji realmente se divertía al ver a sus amigos bebiendo hasta la locura; sólo lo habían hecho una vez hacía 50 años, con el desastroso resultado de una Mashiro inconsciente en la cama de Kensei, Lisa desquiciada liberando su espada ante cualquier pobre diablo que la mirara por accidente y una resaca épica que todo mundo acordó nunca repetirlo y no comentarlo "ni aunque el mismísmo rey de la sociedad de almas llegara con su escuadrón cero a obligarlos a hablar" según las palabras de Hachi.

Pero esta vez era diferente, ya no bebían para distraer sus mentes del sufrimiento o de la tristeza que los embargaba, no, esta vez bebían para celebrar. Soltó una risita tonta y se levantó dando traspiés y a punto de caer sobre Love. No veía a Hiyori por ningún lado y le preocupaba que hubiera bebido demasiado. Después de todo, era una niña, no? La trato como una niña a pesar de su horroroso carácter y la fuerza sobrehumana que poseía en cuanto se trataba de maltratarlo físicamente. La vio como una niña, aunque el resto de los vizard le dijeran lo contrario. Hiyori aparentaba la edad de una niña de 14 años (a lo mucho) mientras que en realidad su edad cronológica llegaba a los 150 años aproximadamente. Pero para él, el ex capitán de 200 años siempre sería una "tonta adolescente"

Dio un par de pasos y tropezó con el brazo de una Matsumoto dormida. Rió de nuevo y gateó fuera de la habitación para dar al suelo de tierra del exterior. Se levantó con dificultad y volteó a ambos lados. Hiyori se encontraba recargada en la pared a mano derecha mirando hacia arriba, sin darse cuenta de su presencia.

-Hiyori…¿Qué haces aquí afuera?-Dijo con dificultad de enfocar la mirada.

-No es tu asunto.- Dice la chica en su natural tono despreciativo.

-¿Con que mirando las estrellas, eh? ¿Deseando ser una de ellas?-

-No digas tonterías.- Baja la mirada al suelo y se aleja un paso de él.

-¿Qué pasa? ¿La gran Hiyori Sarugaki me tiene miedo a mí, un inocente borracho?- Shinji da un paso hacia ella en tono de víctima mientras saca la lengua.

-No seas estúpido, Shinji. Sabes que me das asco cuando bebes.- Dicho eso camina hacia la entrada (aunque algo tambaleante por el sake) sin voltearlo a ver. Tropieza con el desnivel en la puerta y cae de rodillas soltando una sarta de palabrotas que ruborizarían a cualquier persona. Él ríe mientras la ve ahí y se acerca a ayudarla, la levanta como si fuera una muñeca de trapo mientras aún carcajea.

-Sabes que tú también bebiste, ¿Verdad?- Acto seguido una mano suelta una bofetada contra Shinji desconcertándolo.

-Eres un imbécil, no pedí tu ayuda. ¡Seguramente era un plan tuyo para tocarme por que eres un parásito asqueroso pervertido que goza de abusar de las indefensas chicas como yo!-

-Joder, Hiyori ¡Uno ya no sabe cómo tratarte! Me estás hartando niñata malcriada. Regresa a la fiesta cuando cambies de actitud.- Acto seguido se retira dejando a una Hiyori medio ebria a medio pasillo.

¡Ese imbécil se había pasado con sus palabras! Y ni siquiera había escuchado lo que ella tenía que decirle. Había salido de la casa por que sabía que si alguien se daba cuenta de que no estaba, era él, y que si alguien la buscaba, obviamente sería él. ¿Cómo se atrevía? Eso era todo. Sería la única oportunidad que tendría de despedirse de ella pero al parecer nada había salido según lo planeado.

Tomó una decisión: Se iría esa misma noche. No tenía caso esperar a la mañana, con la posibilidad de que la descubrieran y la convencieran de irse con ellos. No. La decisión ya estaba tomada; quería empezar sola por su cuenta, sabía que la sociedad de almas ya no era lugar para ella y probablemente sería aún más infeliz. Sólo se quería despedir de él y de nadie más, pues sabría que si se despedía del resto de sus amigos lloraría y haría un berrinche y se quedaría.

Subió sigilosamente a su habitación y buscó en el closet la mochila que había preparado. Dejó una nota en su cama (con una pulcra caligrafía tan propia de ella) con el nombre de "Shinji". Abrió la ventana y salió por esta. Dio un último vistazo a lo que había sido su hogar los últimos cien años y

hecho a correr hacía la oscuridad. Esa sería la última noche que verían a Hiyori, o al menos eso creían.