Comunidad: mision insana livejournal
Tabla de retos: Random 6.
Tema: 03. Querer.


Cuando Hyuuga escucha la puerta cerrarse detrás de él, sabe que algo anda mal. Normalmente, Riko nunca cierra la puerta de su habitación para asegurarle a su padre que no están haciendo nada malo, pues nada sospecha de la petición que Aida Kagetora le ha hecho a su novio. Más sospechoso resulta, cuando es obvio que no hay nadie más en casa, por lo que pueden pasarla en la sala de estar sin que nadie les diga nada. Pero Hyuuga sólo empieza a sudar frío cuando se da la vuelta para preguntarle a su entrenadora qué está sucediendo y la voz muere en su garganta, al ver cómo la chica ha comenzado a desabrocharse el suéter de invierno de Seirin con naturalidad.

—¡Entrenadora, ¿q-qué estás haciendo?!

—Lo que tú no has hecho, Hyuuga-kun —dice ella y se las arregla para parecer amenazante y seductora a la vez, por lo que Hyuuga no está muy seguro de cómo responder—. Debo admitir que te daba menos crédito del que mereces, Hyuuga-kun. Eres todo un caballero. Aunque estoy segura que papá tuvo que ver con ello.

—No, tú no lo entiendes... Tu papá... En realidad me amenazó con hacerme mucho daño si... No lo hacía bien.

—Oh, ¡pues mejor aún! —dice ella y a Hyuuga casi le parece ver estrellitas a su alrededor antes desviar la vista, cuando Riko decide que también su blusa blanca le estorba—. Vamos, Hyuuga-kun. ¿O prefieres hacerlo tú?

—Yo... De hecho preferiría no hacerlo —dice Hyuuga, que se siente acorralado entre la cama a sus espaldas y Riko, frente a él. Ambas salidas lo llevan al mismo lugar.

—¡No seas cobarde, Hyuuga-kun!

—Eso se llama abuso emocional —responde él—. ¿Y qué si no me siento seguro todavía?

—Pero lo estás —dice ella, con un suspiro—. Y yo lo estoy. Debería de ser yo la que tiene miedo, Hyuuga-kun. Pero confío en ti, porque no has tratado de presionarme, pude llegar a esta decisión por mí misma. Pero si no lo estás, entonces, Hyuuga-kun...

Hyuuga detiene su discurso cuando atrapa su mano entre las suyas. Y un movimiento que en esencia es natural para ellos, ya que llevan casi dos años saliendo, se convierte en algo íntimo cuando sus dedos siguen avanzando por el brazo desnudo, hasta llegar al hombro, donde se detiene. Su mirada nunca se aparta de la de Riko, que ya ha dejado de bromear y lo mira entre expectante y un poco asustada. Pero la duda sólo dura un momento, se desvanece cuando Riko se pone de puntillas para besarlo, preguntándose cuándo es que Hyuuga-kun creció tanto y también si debería comenzar a llamarlo "Junpei".

Hyuuga sonríe cuando se separan. Sus manos se deshacen de la blusa de la escuela, dejando a la vista el sujetador blanco, sin ningún adorno, de Riko. Su piel es suave, contrastando con la impresión que tiene de ella: una mujer de acero, sin escrúpulos y antes de amarla, también sin corazón. Pero ella es frágil, como una mariposa que abre sus alas sólo para él. Por lo que, cuando yacen uno al lado del otro, bajo el sol muerto del crepúsculo, Hyuuga no tiene qué preguntarle si lo hizo bien. No tiene que asegurarle nada a su padre tampoco.

Su sonrisa cómplice se lo dice todo.