Disclaimer: Happy Tree Friends no me pertenece, es de Ken Navarro y del Equipo Mondo.
"—Hace unos minutos, al sur de la ciudad Happy Tree, se ha hallado el cadáver de un joven que no sobrepasa los diecisiete años de edad, fue mutilado desde la cintura hacia abajo y su rostro es irreconocible, se ha comprobado que ademas de las agresiones anteriormente mencionadas, la victima recibió veintisiete puñaladas en el tórax. La razón de este atroz asesinato es aún desconocida. Aún no hay indicios que puedan esclarecer quien es el culpable, pero se les recomienda a los habitantes de Happy Tree que estén alerta y hagan saber a la policía local de cualquier avistamiento de alguien sospechoso ya que se cree que el culpable de el asesinato pudo huir hacia esta ciudad. Sin más, aquí Lammy, su fiel reportera. —había dicho la mujer, que a pesar de que sabia que debía ser imparcial al momento de trabajar, no pudo evitar demostrar la tristeza que sentía por el chico en sus palabras."
"—¿Qué opinas sobre esto, Sniffles? —preguntó Lammy después de un rato. Trató de tranquilizarse reacomodando su cabello que le tapaba el rostro.
"—Lo único que digo... Es que espero que estas muertes ya terminen. Solo deseo eso, Lammy. A pesar de que sabemos muy bien lo que sucede aquí pero...—su voz fue apagándose más y más.— Simplemente, ya no lo soporto. Muchas víctimas como estas han de sufrir lo mismo cada día y es horrible decir esto, pero algún día nos tocará a nosotros."
Sniffles estaba en lo correcto. Lo sabía muy bien, ¡Aún así, aún así...! Golpeó el árbol y la cámara fue haciendo zoom a su rostro angustiado. Cuánto odiaba esto, muertes cada día, ¿Para qué? ¿Para revivir de nuevo y volver a repetir lo mismo pero de diferentes formas? Observó aún el cuerpo inerte y vio más detenidamente las heridas. Los ojos ya no existían, ya no estaban en sus cuencas. Se podía apreciar aún la sangre que teñía el uniforme de secundaria de color azul marino manchado. El rostro, como antes dicho, irreconocible, ni siquiera se podía saber como era su rostro antes del incidente, pero lo único que sabían, era su nombre. Un nombre, que estaba manchado con una muerte que tal vez, en un futuro volvería a repetirse."
Lumpy apagó el televisor cansado y masajeó sus sienes. Ver noticias así le asustaba mucho, más por la seguridad de los que conocía, y más aún por estos niños que se encontraban ahora en su casa en una reunión. Miró el reloj de manecilla 'seis y media' "¿Por qué te demoras tanto, Flippy?" pensó muy preocupado por el menor. Lumpy era el tutor de Flippy pero a pesar de eso, no vivían juntos. El de cabellos verdes vivía en una casita no muy lejos de la suya, un tanto pequeña, pero acogedora. Suspiró agotado y desordenó su cabello celeste un poco desesperado.
Splendid lo miró preocupado, no le gustaba ver al mayor así cada vez que miraba las noticias, siempre había una muerte trágica. Flaky estaba sentada en el sofá junto con Petunia y Giggles quienes estaban algo tristes por la atmósfera pesada. ¿Y quién no? Viviendo en un lugar así, sabiendo que a cualquiera le tocaría vivir eso. Aún así... Agradecían que de momento ni a ellas ni a ninguno de sus amigo les hubiera pasado nada. Cuddles también se sentía mal pero trató de esbozar su mejor sonrisa para todos, llevándose así la responsabilidad de tener que levantar el ánimo, todo el tiempo.
—Señorita Giggles, ¿Me permitiría usted un pequeño espacio para sentarme a su lado? —había pedido con una leve reverencia con el fin de hacerla enojar.
—Cuddles... —articuló después de un rato y su rostro triste paso a uno enojado al instante. ¿Por qué era el único que le hacia enojar? No lo entendía.— Si me sigues llamando de esa forma, vas a tener un problema muy serio...
—¿Y cuál es, señorita Giggles? —movió un poco sus caderas e hizo lo que un niñato de cinco años haría para molestar a su peor enemigo:— Oh, cierto, la señorita Giggles es la señorita gallinita-no-me-toques-o-me-pongo-a-llorar ¿No? —dijo lo último a posta para que la de cabello rosado hirviera en color rojo por tal provocación. Cuddles rió internamente. Movió sus brazos simulando a una gallina y cacareo divertido.
—¡Ven aquí que yo te mato, cabrón! —farfulló levantándose del sillón como un resorte y le quitó el sartén a Lumpy quien iba a ponerse a cocinar un par de tocinos.
La escena era tan predecible que todos estallaron a risas. Giggles persiguiendo a Cuddles y éste corriendo como si su vida dependiera de ello mientras sonreía ampliamente. El rubio no era tan malo para hacer reír cuando todos tenían un ánimo por el suelo. Flaky fue la que más rió junto con Petunia, hasta el punto de sujetarse el estómago con ambas manos y un par lagrimitas caían por sus ojos cerrados. Al final de todo, la del listón logró alcanzar al rubio y terminó por darle un buen sartenazo en la cabeza para que esté se quejará como si su vida dependiera de ello.
Giggles se rió con una estruendosa risa desconcertando a Cuddles. Nunca en su vida la había visto reírse de una forma tan... ¿Peculiar? La risa era un tanto extraña y era más grave en comparación a la aguda y aún de niña voz de Giggles. Por un par de segundos, Cuddles también se unió hasta que Giggles le extendió la mano y lo levantó del suelo con una sonrisa.
Después de todo, reírse no era tan malo y más cuando tienes a un pequeño amigo a tu lado. Hacia tanto tiempo que ya no hacían este tipo de escenas tan locas. Tanto tiempo que ya no pasaban por la casa de Lumpy debido a su pesado trabajo. Casi ni se acordaban de como era la decoración y que cosas habían cambiado. Lumpy tenia un plasma y las paredes eran de un color celeste las estanterías llenas de libros, el living era más grande que antes y el sofá era tan suavecito... En comparación con el de antes, que ya estaba demasiado viejo hasta el punto en que los resortes de este sobresalían causando unos dolores de espalda de los mil demonios. ¿Cuántas veces no se había quejado Splendid por ello? ¡Demasiadas!
—¿Cuando va a llegar, Lumpy? —preguntó Splendid cruzándose de brazos sentado al lado de Flaky mientras ésta conversaba con Petunia.— Sí no llego pronto a casa, mis padres me matarán.
—No lo sé, Splendid. Lo mismo me pregunto yo.
Splendid bufó cansado y miro de reojo a Flaky. Para Giggles era molesto que fuese tan sobre protector con ella, ¿Pero quién lo culpaba? No podía evitarlo. Para él, Flaky era como la hermana menor que nunca tuvo y siempre deseó. La hermana menor que quiere proteger con sus propias manos y hacerla sonreír, porque le gustaba su sonrisa. Lo tímida, lo inocente, lo preocupada que era hasta para las cosas pequeñas. Todos podrían decir que era un amor de esos de cuando te gusta alguien, pero no. Para Splendid no era así, era amor de "hermanos". No culpaba a sus padres de que fuesen estériles y no poder darles un hermano. No, al contrarío, él se sentía feliz por cuidar de Flaky y a la vez, le dieran la oportunidad de conocer a gente tan maravillosa a pesar de no tener los mismo genes que sus padres. Porque él era adoptado. Era un hijo adoptado que sentía que el cariño de sus padres era real.
Acarició la cabeza de Flaky, ésta se desconcertó por la muestra tan repentina de cariño que le daba el héroe.
No por nada su deseo de ser un héroe se le ocurrió cuando era un niño y aún seguía. Quería proteger a la gente que amaba y también a las personas de esta ciudad. A pesar de no tener poderes, podría ser como Batman. Pero tras esto, también existía una razón oculta. Era una forma para buscar un consuelo a su solitario corazón. Sólo quería proteger a la gente que le importaba.
—¿Qué sucede, Splendid? —había preguntado Flaky preocupada.— Te vez melancólico.
—Nada, Flaky. Sólo recordé un par de cosas.
Flaky asintió con la cabeza para dejar de preocuparse. Ya sabía de que se trataba y no volvería a preguntar. Abrazó a Splendid y éste acarició su cabeza gustoso por el abrazo. Era tan egoísta lo que quería hacer pero... ¿Sería tan malo seguir protegiéndola un poco más? A los ojos de los demás puede que sí, pero él lo seguiría haciendo.
Flaky terminó por levantarse del sillón y le pidió a Lumpy que dejara de cocinar porque lo haría ella. Petunia se ofreció amablemente a ayudar y las dos empezaron con su labor. Lumpy era realmente malo para la cocina, malísimo. Estaba todo el tiempo cortándose los dedos y tenía muchas heridas en las manos por lo mismo. Una vez casi quema la casa por haberse quedado pegado mirando la televisión y en otra ocasión se le quemó el guisado que preparó con tanto esmero. Tuvo que optar a llamar por teléfono y pedir una pizza. Nunca comía en casa debido a los pésimos dotes que tenia para la cocina.
Por otro lado, la pelirroja tenia con que distraerse y dejar de pensar en ese sueño tan extraño que no entendía. No miró ninguna película por días. Giggles era fan del terror y Petunia... Petunia no tanto, pero las miraba para entretenerse. Al contrarío de las dos, Flaky las odiaba. Eran realmente un martirio para su pobre cabeza.
El sonido del aceite al calentarse invadía el cuarto, sumandose al sonido de la televisión en donde daban un par de caricaturas -por cortesía de Cuddles quien quería mirar Hora de Aventura.- de pronto la puerta emitió el sonido característico de cuando alguien la golpea. Splendid se levantó del sofá y dio un par de pasos hasta llegar a la puerta para tomar el pomo y abrirla.
—¿Está Lumpy?
—¡Lumpy, te buscan! —exclamó Splendid dejando pasar al desconocido y volvió a sentarse en el sofá al lado de Cuddles y veía como mostraban a Finn junto a la Princesa Flama.
El hombre salió de la cocina y corrió para ir a abrazar al joven quien se lo quería quitar de encima. Una vez que Lumpy te abraza, nunca te suelta.
—Esto... —dijo Giggles confundida por la escena.— No sabía que tenías esos gustos, Lumpy.
Deshizo el abrazo rápidamente y miro feo a la chiquilla por decir tal cosa. No, a él no le gustaban los hombres, ni los que eran menores de edad. Será un hombre soltero, pero nunca tomes a Lumpy de esa forma.
Flippy rió sonoramente y Splendid le observó analizando su apariencia.
—¿Quién eres tú? —preguntó sin más.
—¡O-oigan, la cena ya está lista! —se escuchó gritar desde la cocina la voz de Flaky. Una voz que Flippy reconocía muy rápido y miró hacia la cocina con las cejas alzadas. La de estatura media salió con un delantal que tenía unos dibujitos de pollito.— ¿Podrían poner la mesa por favor...?
El joven saludó con la mano y a Splendid no le gustó nada.
—¡F-Flippy! —tartamudeó un poco al verlo parado allí, en la casa de Lumpy.—¿Q-qué haces aquí...?
—Exacto, ¿Qué hace ÉL aquí? —remarcó elevando la voz el héroe azulado lanzandole una mirada de desconfianza a Flippy. Giggles rodó los ojos fastidiada. El héroe esta teniendo otro ataque de celos enfermizos de hermano mayor.
—Eh, Splendid, calmate —le pidió el mayor haciendo el signo de paz y sonrió para decir:— Él es quien quería presentarles. Flaky ya lo dijo, pero él es Flippy. Yo soy su tutor.
—Espera, ¿Qué? —Cuddles no se lo podía creer. Lumpy, ¿Cuidando a un chico de catorce años sin saber cocinar siquiera un huevo frito sin que literalmente explotara la cocina?— ¿Esto es una clase de broma o qué?
—Pues no, no es ninguna broma.
—Lumpy, por favor —insistió Cuddles.— Tú y yo sabemos que no puedes cocinar nada, ni un mísero huevo revuelto ¿Cómo vas a cuidar de alguien entonces?
—Cuddles... Hablas demasiado, ¿Sabías? —el hombre bufó molestó por la enorme bocota del rubio y éste rió nerviosamente.— Flippy vive en otra casa, sólo.
El de ojos amarillos solo rió por lo bajo al ver a Lumpy tan avergonzado y no era la primera ni la última vez que hacia eso. Al contrarío, lo molestaba siempre que se reunían en su casa a conversar sobre cosas triviales. Cuddles se llevó las manos a los bolsillos y observó como Flaky se había quedado hablando con Flippy. "Me pregunto si desde aquí las cosas irán cambiando más..." pensó el rubio rascándose la mejilla.
Unos segundos después, todos se hallaban en la mesa conversando amenamente como si fuesen amigos de toda la vida -y eso incluía a Flippy que respondía amablemente cada pregunta de Giggles, aunque sonase estúpida.— Lumpy estiró su mano y tomó el azucarero para verter el azúcar en su café cargado. Sin duda, esta noche iba a ser una muy larga y llena de trabajo que no quería hacer. Suspiró bajamente y miró a los niños que comían y conversaban. Añoraba aquellos días en donde aún era un niño y no debía preocuparse por el futuro.
Cuddles le dio una mirada de perrito mojado a Flaky para que esta se levantara de su asiento y le diera un poco más del estofado que había hecho conjunto a Petunia. El rubio no lo podía evitar, pero con solo ver una combinación de cocina de Flaky y Petunia su estómago solo rogaba por más comida. "Como que estas dos deberían de dedicarse a la gastronomía, eh..."
El rubio solo se rió y se llevó un trozo de zanahoria hacia su boca.
"—Disculpa, Flaky ¿Me harías un favor?—pidió Pop a través de la línea telefónica con una voz gruesa pero suave.—
"—Lo que quiera, siempre estaré disponible por usted —contestó la pelirroja esbozando una sonrisa en su rostro y el hombre rió.
"—Me gustaría que vinieses en la tarde para cuidar al pequeño Cub, un trabajo pesado se me fue encargado el día de hoy y...—suspiró un poco y prosiguió:— Ya sabes, siempre has sido de confianza para mí y siempre te has hecho cargo de Cub cuando sucede esto.
"—Entiendo, iré después de la escuela".
Y allí estaba, como dijo cuando habló con Pop a través del celular. Estaba enfrente de la casita simple de un colo rojizo, sus puertas eran de un color blanco junto con un garaje en donde guardaba el auto que se compró con sudor y esfuerzo, el hombre trabajaba en una empresa en donde le daban un trabajo después de otro, y como necesitaba el dinero para mantener la casa y a su pequeño hijo, no podía darse el lujo de rechazarlos.
Golpeó levemente la puerta y el hombre de unos veintitrés años salió a recivirla.
—¡Oh, Flaky! —abrazó a la chiquilla levemente, feliz de verla y la invitó a pasar.
La casa era acogedora y muy bien cuidada por parte de Pop. A pesar de que el mayor era hijo de unos multimillonarios rechazó ser el heredero de la familia, siendo echado de la lujosa mansión en la cual había vivido sus largos años de estudio por parte de tutores privados y amigos que poseía en aquel tiempo de su mismo estatus. La mujer a la cual amo y quiso, la que dio a luz a su amado Cub les había abandonado. Pop estuvo bastante triste y su hijo aún al saber esto, seguía siendo el niño de siempre: sonriente y cariñoso. El hombre de cabellos anaranjados se dio cuenta que al final de todo, solo quería el bienestar de su hijo aunque eso significara que tenia que criarlo por si mismo y sin la ayuda de una madre.
No por nada no se arrepentía de no seguir siendo el hijo de unos multimillonarios, no quería vivir a costa de cosas que ganaría fácilmente por las influencias de su padre, tampoco quería volverse en un ambicioso como él. Pop era un hombre esforzado y odiaba ganar las cosas con facilidad.
—¡Al fin llegaste! —el pequeño Cub saltó a los brazos de la chiquilla y ésta acarició la cabeza del niño con ternura.
Flaky rió un poco al recibir constantes besos en la mejilla de parte del infante y las cosas sobre las que le hablaba: De los amigos de su vecindario y lo feliz que se encontraba por verla en su casa luego de un largo tiempo sin verle. Para ella, Cub era un niño bastante maduro a su edad aún teniendo apenas unos cuatro años. Él había aceptado como si nada el abandono de su madre por la avaricia, por querer tener una vida de lujos y dinero en sus manos sin esforzarse por forjar su propia vida.
Los padres de la muchacha eran muy buenos amigos con Pop. Se podría decir que se conocían de hace mucho tiempo pero aún no hallaba una explicación lógica del como. Pero decidió omitir ese detalle y prefirió apaciguar su curiosidad.
Flaky preparó un jugo de naranja en la cocina para dárselo al padre de Cub un poco antes de que se marchara al trabajo.
—¡Hermana! —llamó incansablemente el niño desde el living para enseñarle uno de los numerosos dibujos que hacia él siempre incluyéndola a ella y a su padre.
Al quinto llamado se fue hacia donde estaba el niño y estuvo un rato con él hasta que finalmente se quedó tranquilo jugando con su set de carritos y bloques de lego mientras miraba la televisión.
Volvió hacia la cocina y revolvió un poco más con la cuchara el jugo para luego vertirlo en tres vasos. Los colocó en una bandeja y se fue al salón para entregarles amablemente el jugo a los dos y bebió el suyo para ser imitada al instante.
Se sintió confundida al notar que su vista se fue nublando lentamente y miro hacia todos lados notando que a Pop y a Cub le pasaba lo mismo que a ella. Iba a abrir la boca pero la sentía tan pesada como su cuerpo que se desplomo en el suelo para cuando ya se dio cuenta todo se había vuelto de color negro.
Solo el sonido del vidrio al romperse fue lo último que escucho antes de que su conciencia desapareciera por completo.
Flaky sentía que le dolía la cabeza horriblemente y sin importar cuantas veces abriera sus ojos seguía viendo todo de color negro hasta que finalmente cayo en cuenta que traía unas vendas en sus ojos impidiéndole ver. Trató de levantarse y sus pies y manos estaban amarrados a una silla. Podía oír los leves sollozos del asustado Cub, pero no oía absolutamente nada más.
Su respiración se volvía agitada por el miedo y su corazón se aceleraba al compás de esta cuando abría su boca para tratar de respirar. Le estaba dando un ataque de nervios. Sintió unos pasos acercarse y de pronto la venda que cubría sus ojos se soltó dandole una visión que deseaba borrar de su mente y creer que sólo se trataba de una pesadilla.
Esta muerto, Pop esta muerto. Empezó a temblar amarrada en la silla y mordió ligeramente su labio. El hombre que tomó por su segundo padre yacía en el suelo ensangrentado con una mueca de horror en su rostro. Existían incontables cortadas en varias partes de la blanca piel tornándose en un espectáculo de un color rojizo y podía observarse la carne de un color rosado. Se notaba como el cuello había sido dislocado violentamente y las piernas rotas para ver perfectamente bien como el fémur sobresalía de estas gracias a los incontables golpes que recibió el pobre hombre.
Tras esto, el llanto de Cub se hacía cada vez más fuerte.
El asesino se posó enfrente de Flaky. Esté llevaba una mascara de payaso con una sonrisa que se le hacía espantosa y más al ver como blandía un pesado martillo, vio como el alto hombre no articulaba ninguna palabra ante el incesante llanto. El extraño caminó lentamente hacia Cub y Flaky fue moviéndose frenéticamente en la silla para tratar de proteger al pequeño niño que tanto quería y amaba, pero el llanto había parado cuando sintió el ruido del martillo al caer sobre la cabeza del niño unas cinco veces apagando el llanto lentamente.
Sus lágrimas fueron cayendo lentamente por su rostro y por sus labios fueron escapando balbuceos que ni ella misma podía entender, siendo presa del miedo y al ver como mataban a dos personas que consideraba una parte vital de su vida.
Una y otra vez impactó el martillo en la cabeza del infante, manchándose cada vez más el suelo y la máscara de aquel sujeto también. Flaky lloró y lloró rindiéndose finalmente para esperar su fin ante tan horrible escena que ya no quería ni podía soportar ver.
Pero el hombre seguía golpeando el destrozado cuerpo de Cub sin parar, descargando su rabia en él luego de haberlo hecho en Pop. ¿Por qué ellos debían de sufrir y no ella? ¿Por qué tenia que seguir observando como seguía golpeando el cuerpo inerte de Cub?
El enmascarado se detuvo y miro sus manos teñidas de sangre. Jugueteo con el cuchillo que traía escondido en una parte de su cuerpo y empezó a acuchillar de nuevo el cuerpo de Pop abriendo una que otra herida en el estómago. Un tajo enorme se abrió y las vísceras fueron cayendo lentamente al piso. Un par de patadas fue lo suficiente para que explotarán en el suelo y los zapatos negros se mancharan de sangre.
Flaky ya no lo soportaba más. Cerró sus ojos en un intento de concentrarse y despertar de esa horrible pesadilla que le perseguía. Sintió una leve caricia en su mejilla para luego sentir el frío cuchillo cortándola lentamente. Abrió sus ojos asustada viendo la mascara de cerca, nunca en su vida le había tenido miedo a los payasos, pero ahora esta empezando a temerle a este.
—Te ves tan hermosa asustada —escuchó una voz a la lejanía que retumbaba en sus oídos como un disco rayado. Una voz que parece conocer de alguna parte pero no conseguía saber de donde.
Y un olor invadió su nariz adormeciéndola lentamente. Todo se volvió de color negro una vez más.
Hola, otra vez, aqui estoy yo~. Agradezco sus comentarios, ¡Muchas gracias! Nunca espere recibir tantos *A*! -sup, para mi cinco son muchos~-
Y pues, me disculpo por la chafosidad de capítulo, porque la verdad, me distraígo demasiado rápido cuando escribo y termino haciendo otras cosas xDD.
Agradezco a mi sis que me tiene paciencia y me betea mis capítulos, no se que haria sin ti ;A;.
Espero no arruinar el fic y decepcionales, aunque es cierto que tengo ya las cosas más o menos planeadas, pero igual, tengo miedo de meter la pata y terminar enfadandoles. También agradezco a Sawa Kinomoto por advertirme de mis errores (La verdad de tildes, se me olvida a veces donde van y donde no van, porque yo no uso word, solo escribo usando un openoffice que no corrige nada, pero no puedo depender de ello). Te extorsiono a que subas tu fic, que yo quiero leerlo :3 NYAHAHAHA~ no tengas miedo de subirlo, a todos nos pasa cuando queremos subir un nuevo fic. (Estuve tentada a no subir esté por miedo de cometer un error pero... Ahora ya no).
Bueno, mejor dejo de dar la lata, ¡Les agradezco mucho a quienes se toman la molestia de leer el fic! Acepto críticas constructivas, tengo ansias de mejorar y traer algo mejor!.