Decido mi propio destino

Autor: HuskyWalker

Beta: LatexoHPo

N.A: ANTES DE LEER: Esta es una secuela de El comienzo del comienzo. Si no han leído esa historia les sugiero que la lean o no comprenderán mucho de lo que sucede. Slash.

Capitulo 1

Dolor.

Eso es todo lo que sentía. Desagarraba su cuerpo, hacia que su sangre hirviera y que sus pulmones no pudieran llenarse con el aire suficiente. Quería que terminara; rogaba porque se detuviera para poder descansar al fin.

Quizás estaba en el infierno. No estaba seguro si en el mundo mágico creían en Dios y el diablo. Los Dursley a menudo lo llevaban con ellos a la iglesia antes de entrar a Hogwarts. Quizás habían creído que Dios lo libraría de su anti naturalidad, cuando ellos se veían incapaces de hacerlo.

Hasta ahora eso no había ayudado.

De repente el dolor se desvaneció y Harry una vez más pudo respirar normalmente. No dudó de llenar sus pulmones con varias bocanadas de aire.

Mientras yacía jadeando por aire se dio cuenta de sus alrededores lentamente. Aves cantaban más arriba de él y más allá podía oír voces de niños. Harry sonrió ante la tranquilidad hasta que se dio cuenta de que algo estaba mal.

No se suponía que estuviera tan pacifico. Recién había luchado contra uno de los señores oscuros más importantes de la historia. La última vez que había mirado estaba en Hogsmeade, que se había vuelto un campo de batalla, cuando Grindelwald y sus seguidores decidieron hacer una visita.

Harry había marchado directo a la lucha, sin saber que Tom y los demás estudiantes de Hogwarts estaban allí. Cuando se había enterado, había tratado de llevar a la mayor cantidad posible, incluido Tom, de vuelta tras la seguridad de la protecciones de Hogwarts.

Dándose cuenta que aun no sabía si Tom había llegado bien a Hogwarts, Harry abrió los ojos y se sentó, para volver a caer cuando dolor recorrió su cuerpo.

Esperando que el dolor disminuyera para poder moverse miró el cielo azul sobre él. A su alrededor podía ver árboles y podía escuchar automóviles pasando mas allá. Muchos más automóviles de los que se suponía habían hacía cincuenta años. En realidad, no deberían haber automóviles alrededor, ya que supuestamente se encontraba en un poblado mágico. La tecnología muggle no funcionaba bien con la magia.

Harry se sintió drenado de energía. No sólo por el ataque, ya se había acostumbrado a ellos, si no por la gran cantidad de magia que había usado al lanzar la maldición asesina sin varita.

Se giró de lado y vomitó en la tierra. Cuando ya sólo tenía arcadas rodó nuevamente de espaldas, asegurándose de no yacer en el vómito. Ya se sentía lo suficientemente asqueado.

Sintiéndose ligeramente mejor Harry abrió los ojos una vez más, se sentó y pasó una mano por su cabello. Había matado a más de un puñado de personas pero no sentía lástima por sus acciones. Grindelwald había estado estorbando su vida desde que había sabido de su existencia.

Además, había sido una situación donde uno de los dos tenía que caer. Y Harry no estaba dispuesto a dejar a Tom mientras que el chico lo quisiera a su lado.

Mirando alrededor frunció el ceño. Estaba seguro de que ya no estaba en Hogsmeade. Estaba más bien en una plaza que le pareció extrañamente familiar. Estaba seguro de haber estado allí antes, aunque no sabía cuándo.

Los ojos verde Avada Kedavrade Harry se abrieron cuando recordó que había sido alcanzado por una maldición asesina, otra vez. Supuestamente debería estar muerto, pero ahí estaba, aún respirando aunque en estos momentos era doloroso.

—Supongo que no puedo ser normal, ¿cierto?— murmuró para sí mismo, viendo que no había nadie a su alrededor que pudiera oírle. Frotándose los ojos, suspiró—. Bueno, mejor me levanto, debo ir a asegurarme de que Tom está bien.

Le tomó dos intentos antes de que estuviera de pie. Se balanceó de un lado al otro mientras trataba de mantenerse de pie. Desapareció las orejas de gato de su cabeza. No necesitaba llamar la atención de la gente si alguien lo veía con orejas de gato. Ya había recibido suficiente atención durante toda su vida para querer atraer más.

Respirando profundamente miró alrededor. El aire estaba más cálido de lo que debería para la fecha. El sol lo observaba desde el medio del cielo. Sólo era mediodía y Harry sabía que había sido mucho más tarde cuando Hogsmeade había sido atacado.

—¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?— Se sobó la nunca, suspirando—. Supongo que sólo hay una manera de averiguarlo.

Harry fue a tomar su varita, sólo para que su mano se cerrara en al aire vacio. Sus ojos se abrieron cuando recordó lo que le había sucedido a su varita.

—Ese maldito bastardo rompió mi varita; si no estuviera muerto con gusto lo mataría de nuevo.

La voz de Harry estaba cargada de mal escondida ira. Le dolía haber perdido su varita. Había sido una parte sólida de su vida desde que había entrado al mundo mágico.

Pasando una mano por su cabello, que le llegaba a la mitad de la espalda, Harry suspiró otra vez. Parecía estar haciendo eso mucho últimamente.

—Mejor me pongo en marcha para encontrar a Tom. Apuesto que está preocupado por mí.

Harry sonrió al pensar en el posesivo Slytherin que había sido parte de su vida por casi cinco años. Si alguien alguna vez le hubiera dicho que se enamoraría de Tom Ryddle, también conocido como Lord Voldemort, se habría reído a carcajadas y luego lo habría enviado a San Mungo para que le revisaran la cabeza.

Harry se alejó del lugar en el que había despertado. No le serviría de nada quedarse ahí. No tenía forma de saber quién podía encontrarlo si se quedaba donde estaba. Además, necesitaba encontrar a alguien que le dijera dónde estaba.

Se movió en la dirección desde donde provenían las risas y voces de los niños. Niños significaban que había adultos cerca que podrían responder sus preguntas. No le tomó mucho tiempo llegar a un parque de juegos muggle. Harry se quedó helado en el lugar, inseguro de qué hacer.

No tenía idea de cómo se había movido de Hogsmeade a una plaza muggle. Pero una cosa si sabía, la túnica mágica no lo ayudaría a pasar desapercibido. Ya se sentía como uno de esos sangrepura que no sabían cómo vestirse cuando andaban entre muggles

Un niño pequeño, de no más de dos años, se dirigió hacia él. Harry le sonrió al niño pero no hizo nada más. No tenía experiencia con niños pequeños aparte de saber que tenían buenos pulmones y no tenían miedo de usarlos.

No paso mucho tiempo hasta que una niña con coletas se le uniera. Ella tomo al niño de la mano y lo miró molesta. Harry le sonrió y miró alrededor para ver a los padres o tutores en alguna parte.

Había como veinte niños en el parque de juegos. Tenían variadas edades. Harry se dio cuenta de que los niños eran huérfanos ya que todos vestían el mismo uniforme gris.

—¿Qué cree que está haciéndole a esos niños?

Harry dio un paso atrás de la niña y el niño, cuando una mujer, que le recodo a Molly Weasley sólo que con cabello castaño, se acercó a él. Sabía que la atención de los demás estaba en él y se sonrojó.

—Lo siento, sólo quería saber la fecha.

Harry no sabía por qué había dicho aquello. Quizás era porque tenía la sensación de que si no decía algo la mujer lo arrogaría al piso de un golpe para luego llamar a la policía. Su estructura corporal le indicaba que ella no tendría problemas en hacer eso.

La mujer se paró tras los niños y puso una mano sobre cada uno de sus hombros.

—Es 31 de Julio.

Harry parpadeó sorprendido. Era su cumpleaños.

—Eh… ¿de qué año, si no le molesta que le pregunte?

La mujer lo miro como si estuviera loco.

—1996.

Harry sabía que se había quedado con la boca abierta.

—¿Está segura?—. La mujer levantó una ceja de la misma manera en que el profesor Snape solía hacer y Harry se preguntó si ambos estarían emparentados. Por lo menos ahora tendría la opción de hacerle una pregunta al Maestro de Pociones. —¿Sabe qué? No importa. Algunos de mis amigos me están esperando y no quiero llegar tarde. Gracias por su ayuda.

Se alejo rápidamente antes de que la mujer pudiera hacerle alguna pregunta; sobre todo porque la forma en que estaba vestido a ella le parecería ropa de mujer.

No pasó mucho tiempo antes que se alejara y estuviera seguro de no estar a la vista.

Sus piernas cedieron y Harry cayó al suelo. No trató de levantarse, en su lugar rodó hasta quedar de espalda y miró el cielo azul.

Había regresado.

Estaba de vuelta en su propio tiempo.

No estaba seguro de qué pensar. Por un lado estaba feliz. Jamás había creído que podría regresar a su propio tiempo y había aceptado el hecho de que se quedaría por siempre en el pasado.

Por otro lado se sentía culpable por haber dejado a Tom. ¿Su amante habría creído que murió junto con Grindelwald? Harry se preguntó que le habría dicho Dumbledore a los Aurores. De verdad, dudaba que el profesor hubiera dicho la verdad, lo más probable es que arreglara todo para quedarse con todo el honor.

Poniendo una mano en su frente Harry parpadeó. Había matado a Grindelwald, uno de los señores oscuros más grandes de todos los tiempos. ¿Eso quería decir…? Negó con la cabeza, decidiendo pensar en eso otro día. Ahora tenía otras cosas en qué pensar. Necesitaba encontrar a Tom y decirle al chico que estaba vivo.

Harry rió.

—Bueno, ya no puedo llamarlo chico, ¿no es así? Han pasado más de cincuenta años. Me pregunto si será capaz de reconocerme.

Se levantó de un salto y comenzó a correr. Ahora sabía dónde estaba. Era el mismo lugar donde había despertado cuando Dumbledore lo había enviado de vuelta en el tiempo por accidente. Se preguntó qué diría el viejo cuando se diera cuenta que no estaba muerto como se suponía.

—Me pregunto cómo reaccionaran Hermione y Ron. Sin importar lo que Dumbledore haya dicho ellos sabrán la verdad. Hemos sido amigos por tanto tiempo que no creerán cualquier mentira sobre mí.

Aunque sentía algo de duda en su mente Harry decidió alejarla. Podía confiar en sus amigos. Después de todo lo que habían pasado, algo debería estar seriamente mal si no podían confiar en los demás.

Pensativo, Harry salió de la plaza y comenzó a caminar por Londres. Estaba consciente de que mucha gente lo miraba con los ojos abiertos y que algunos lo esquivaban, tratando de alejarse de él lo más posible. Harry frunció el ceño y se preguntó de qué se trataba, hasta que se miró y comprendió todo.

Aun estaba vestido en la túnica que había usado en el ataque a Hogsmeade. Aunque su túnica era de un verde muy oscuro la sangre y suciedad no podían esconderse. Una ojeada en una ventana donde pudo ver su imagen le dijo a que su cabello estaba tan alborotado como de costumbre.

Antes de dirigirse al Callejón Diagon necesitaba hacer algo sobre sí mismo. Si entraba al Caldero Chorreante luciendo así los Aurores estarían sobre él más rápido de lo que podía decir Saeta de Fuego.

El pensar en su escoba hizo suspirar a Harry. Se preguntó qué le habría sucedido a sus pertenencias que habían quedado en el pasado. Esperaba que Tom se hubiera encargado de ellas. Su baúl aún contenía las únicas cosas que tenia de sus padres y la escoba que le había regalado Sirius.

¿Qué le habría pasado a Tom cuando desapareció? Harry sabía que no había nadie más que pudiera recibir a su amante. Lo único que le habría quedado era volver al orfanato. Harry esperaba que ese no hubiera sido el caso. Ojala que alguno de los seguidores de Tom hubiera recibido al chico. Era mejor quedarse en el mundo mágico que volver a ese horrible lugar.

Dejó de caminar cuando llegó a un puesto de periódicos. Asegurándose de que el dueño no estuviera mirando tomó uno de los periódicos y se alejó con rapidez. Juró que algún día volvería a pagar por el periódico pero ahora no tenía nada de dinero consigo, ni muggle o mágico.

Llegando a una distancia segura del puesto de periódicos Harry se permitió detenerse para echarle una ojeada.

Ataque terrorista en Londres.

Varios lugares habían sido atacados por terroristas durante el verano. La policía no tenía idea de quiénes eran los responsables.

Harry miró las fotografías sobre el artículo y por un breve momento estuvo casi seguro de que su corazón había dejado de latir. Las fotografías mostraban el lugar de los ataques pero eso no fue lo que llamó su atención.

Sobre cada imagen, donde supuestamente estaba el cielo vio una marca oscura. Era la marca que Voldemort usaba para mostrarle a la gente que estaba tras el ataque. Harry sabía que ningún muggle le prestaría atención pero las personas del mundo mágico sabrían lo que significaba.

Sintiendo que se le doblaban las rodillas se dejó caer pesadamente en una banca.

Nada parecía haber cambiado.

Sus manos comenzaron a temblar.

Voldemort estaba aquí.

Pudo sentir que alguien le hablaba pero no pudo comprender lo que le decían.

Tom ya no estaba.

La persona hablo más fuerte, pero Harry aun no escuchaba.

Su Tom no estaba aquí.

Había sido inútil.

Alguien agarró su brazo y Harry salió de su ataque de pánico. Alejó a la persona de él, temiendo que fueran a atacarlo y busco su varita para luego recordar que ya no tenía una. Grindelwald la había roto.

—¿Está bien, señor?

Harry parpadeó, confundido, y vio a un hombre como de su misma edad que lo observaba. El tipo era bien parecido aunque Harry no estaba interesado. Recién se había dado cuenta que Tom ya no estaba.

Cuando notó que el muggle aún estaba esperando una respuesta Harry se sonrojó.

—Sí, lo siento. Perdí el hilo de mis pensamientos y por un momento olvidé dónde estaba.

No se movió cuando el hombre se sentó a su lado en la banca.

—¿Conocía a alguno?

—¿Qué?

Harry ladeó la cabeza, sin comprender de qué hablaba el hombre.

—Estaba mirando las fotografías de los ataque terroristas. ¿Conocía a alguna de las víctimas?

—…Mi pareja.

No era una mentira. Tom era una víctima. Harry se rehusaba a creer que su amante fuera malvado. El Tom que conocía podía hacer algo así pero aun así jamás lo habría hecho. De eso Harry estaba seguro.

—¿Quieres contarme al respecto?

Harry frunció el ceño

—Ni siquiera lo conozco.

—Eso es fácil. Mi nombre es Casper, soy periodista. Por favor dime, ¿sólo recién te enteraste que tu pareja murió? ¿Cómo te sientes? ¿Cómo es que nadie te contó antes lo sucedido? ¿Tuvieron una pelea y no pudieron solucionar el problema antes de que muriera?

Harry se puso de pie y le siseó al hombre.

—¿Cómo se atreve? Odio a los de su tipo. Usted vive del sufrimiento de los demás—. Pensó en el mundo mágico y cómo habían hecho que la gente se volviera en su contra una y otra vez—. Diga una palabra más y le diré exactamente cómo me siento. Y no crea que le gustará lo que tengo que decir.

Ignorando a la gente que lo miraba Harry se marchó. Quería alejarse antes de hacer algo estúpido. En este tiempo el ministerio podía encontrarlo si hacia magia enfrente de muggles. Aunque no estaba seguro de si ese era el caso con magia sin varita. No había sucedido con Tom, y el mundo mágico cambiaba tan lentamente que podían pasar años antes de un cambio de verdad.

Encontró un pequeño callejón vacío donde limpió su túnica con un hechizo. Tuvo que usarlo varias veces antes de estar conforme con el resultado. Cuando por fin se sintió tan limpio como podía dejó el callejón. Tomaría un baño después para sentirse verdaderamente limpio. La magia hacia maravillas pero no era tan bueno como la limpieza de verdad.

Entrando al Caldero Chorreante mantuvo la cabeza agachada y escondió su cicatriz con su flequillo. No tenía idea de que les había dicho Dumbledore a las personas y hasta entonces haría todo lo posible para no ser visto. Quizás podría mantenerse escondido por siempre, sólo el tiempo diría.

Tom estaba tras el mesón y Harry no pudo evitar sonreír. Era divertido pensar que había conocido al hombre cuando era un niño, incluso más gracioso era el hecho de que había conocido a Tom primero como un adulto y después como un niño.

No queriendo que nadie lo notara Harry apuró el paso. No se sorprendió de que hubiera pocos clientes. Después de todo la gente se había enterado que su Tom había vuelto, aunque Harry y Dumbledore lo habían estado diciendo ya por un año. Harry se preguntó qué haría la gente ahora para mantenerse a salvo ya que sabían la verdad.

Él de seguro sabía que no haría nada para ayudar a menos que algo malo sucediera justo enfrente de él. El mundo mágico no había hecho nada para merecer su ayuda y Harry no sentía el deseo de pelear en contra de Tom. Si era posible viviría en paz con él.

Harry se rehusaba a pensar en Tom como Voldemort. Para él eran dos personas diferentes. Una le había quitado su familia mientras que el otro le había dado la oportunidad de tener una. Así que Tom y Voldemort nunca serían el mismo. Tom era su amante mientras que Voldemort era un asesino sin corazón que disfrutaba torturar a las personas.

Sus pasos cesaron cuando llegó al Callejón Diagon. Harry había olvidado que era el día en que los Weasley y Hermione hacían las compras para las cosas de la escuela. Una parte de él quería unírseles mientras que la otra, más poderosa, quería darse la vuelta y salir corriendo antes que lo divisaran.

Harry se decidió por una tercera opción, mantuvo su cabeza agachada y comenzó a caminar por el Callejón Diagon. Si tenía suerte ninguno de ellos le prestaría atención.

La voz de la Sra. Weasley cortó el aire como un cuchillo.

—Bien, es bueno que el Director Dumbledore se haya desecho de ese chico. ¿Se imaginan lo peligroso que habría sido si le hubieran permitido volver a la escuela? Fue algo bueno que el director descubriera que El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado aun estaba dentro del chico. Es una pena que tuviera que matar al chico Potter pero es por el bien mayor, como Dumbledore dijo.

No queriendo creer lo que había oído Harry se quedó helado y miró cómo Hermione, Ron y Ginny seguían a la Sra. Weasley a una tienda.

¿De verdad ellos creían que era malvado?

Bueno, no malvado. ¿Pero aun creían que era algo bueno que Dumbledore lo matara porque había sido poseído por Voldemort? Ginny había sido poseída por el alma de Voldemort por casi un año y nadie había tratado de matarla por eso. Bueno, aparte de Tom Ryddle, pero eso no contaba.

Sintió las lágrimas caer y se limpió el rostro. No lloraría. No le importaba lo que creyeran. Pero le dolía que aquellos que había considerado familia pensaran eso de él.

Harry se preguntó si Remus también había creído lo que dijo Dumbledore. Quizás debería tratar de encontrar al hombre lobo para explicarle lo que había sucedido en realidad. Pero casi todos los merodeadores habían sido leales a Dumbledore y Harry no se arriesgaría a que Remus le contara a Dumbledore que estaba vivo. Entonces tendría que huir y esconderse. Dudaba mucho que Dumbledore o Voldemort lo dejaran en paz.

El único lugar donde estaría en paz seria el mundo muggle donde nadie aparte de sus familiares lo conocían. Allí podría mudarse a una casita y jugar al loco de la cuadra al que todos los niños le temían pero aun así iban a tocar a su puerta para ver quién era el más valiente.

El pensamiento hizo a Harry sonreír cuando entró a Gringotts. Al menos el banco no cambiaba sin importar cuánto tiempo había pasado. Aunque, al mirar más de cerca, vio mas humanos trabajando entre los goblins. Quizás los goblins habían aprendido que no todos los humanos eran tan malos como creían.

Harry bufó ante el pensamiento, llamando la atención de varia gente a su alrededor. Sólo movió la cabeza y espero hasta que se movieran. Estaba agradecido de haber cambiado cuando estuvo en el pasado. Ya que en estos momentos la gente no podía reconocerlo, además que pensaban que Harry Potter estaba muerto. Y aunque no lo creyeran Harry había cambiado bastante. Su cabello estaba largo y le cubría la espalda. Sin sus anteojos ya no se parecía tanto a su padre y la cicatriz ya no estaba a la vista. Y nadie esperaría que Potter usara algo diferente de su uniforme escolar o ropas muggle.

Sabiendo que tenía que hacer aquello después, caminó hacia uno de los mostradores con un goblin detrás. No confiaba en que un humano pudiera mantener la boca cerrada. Al menos los goblins sabían cuando hablar y cuando guardar silencio.

El goblin estaba escribiendo algo y Harry espero que terminara. Sabía que odiaban que los interrumpieran y aunque quería salir de la vista era mejor esperar que el goblin estuviera listo para ayudarlo. Ya que igual sería difícil convencerlo de que lo ayudara.

Harry uso su tiempo para observar al goblin. Era un macho bastante joven. Ahora que Harry lo pensaba no recordaba haber visto hembras goblins. Tendría que hablar con Ragnok al respecto una vez que volviera a ver al goblin. Si tenía suerte sólo sería en unos minutos.

—¿Puedo ayudarlo en algo?

Harry le dio al goblin una cálida sonrisa, ignorando la cara de desprecio, y el goblin casi lució sorprendido pero logró esconderlo.

—Sí, espero que pueda decirme si Ragnok está aquí hoy.

—¿Quién pregunta?

—Un viejo amigo. Puede decirle que Evan James ha regresado.

El goblin frunció el ceño como si hubiera oído el nombre antes, antes de asentir.

—Muy bien, enviaré un mensajero donde él pero no espere nada. Si él lo desea enviará una respuesta.

—En realidad, apuesto que cuando escuche quien lo solicita enviara de inmediato por mí. Solo para estar seguro, por favor dígale que sé que se preocupa por mí, sin importar lo que diga.

Una vez más el goblin se mostró confundido pero Harry ya se había marchado para sentarse mientras esperaba. Habían otras personas sentadas pero se ignoraban mutuamente. Harry se sentó en una de las sillas más alejadas de las personas.

Se sentía cansado hasta los huesos y se preguntó cuánto tiempo tendría que esperar. Sabía que debía haber esperado un par de días antes de buscar a Ragnok pero quería saber qué había sucedido y actualmente Ragnok era el único en quien confiaba lo suficiente como para preguntarle.

Mientras esperaba descansaría los ojos un ratito, no es como si fuera a lastimar a alguien.

Harry al parecer se había quedado dormido porque al momento que abrió los ojos encontró a un nuevo goblin enfrente de él, vestido en un uniforme de Gringotts.

—¿Sr. James?

Harry asintió y se sentó derecho.

—Ese soy yo.

—Por favor sígame: Lord Ragnok está listo para verlo.

Preguntándose cuánto tiempo había estado dormido Harry se puso de pie para seguir al goblin. Mirando alrededor decidió que no debió ser mucho rato. Los demás que estaban esperando lo miraron molesto. Estaba claro que no estaban felices de que lo atendieran tan prontamente cuando ellos llevaban más tiempo esperando.

Incapaz de resistirlo Harry les hizo una reverencia burlona antes de desaparecer de la vista junto con el goblin.

Mientras caminaban ninguno de los dos habló. Harry estaba ocupado mirando alrededor: tratando de ver cuánto había cambiado todo desde su última visita. Como esperaba no hubieron muchos cambios. Claro que una cosa era diferente. Había menos humanos en las partes más profundas de Gringotts. Harry suponía que era debido a la guerra o quizás los humanos y los goblins ya no tenían tan buenas relaciones como antes.

Siguió al joven goblin a través de los pasillos por los que no había caminado en más de cincuenta años. Harry sonrió ante ese pensamiento. Para él sólo había sido ayer que se había encontrado con Fudge y ahora el niño era un hombre y además el Ministro de Magia. Harry se preguntó si la madre del ministro aun estaba viva. Quizás debería darle una visita. Después de todo, ella no había escuchado su advertencia.

Se pararon fuera de una puerta familiar y el goblin tocó. Cuando respondieron se abrió la puerta y Harry entró a la oficina, dejando al goblin en el pasillo.

No mucho había cambiado dentro de la oficina de Ragnok. Habían sido añadidas algunas cosas más pero todo lo demás estaba tal cual lo había estado en su última visita.

Ragnok estaba sentado tras su escritorio, trabajando en algunos papeles. Harry ni se molestó en echarles una ojeada. Aun recordaba esa maldición que Ragnok le había enviado cuando había estado demasiado interesado en el trabajo del goblin.

El goblin se veía mayor pero no mucho. Aparte de algunas cuantas arrugas Harry no podía decir que hubieron muchos cambios en Ragnok y por eso estaba agradecido. Al menos alguien de hacia cincuenta años lucía como lo recordaba.

—Hola Ragnok, creo que necesito un poco de ayuda.