Los personajes y obra original pertenece a sus respectivos autores; yo solo soy culpable de tomar los personajes y hacer de ellos lo que quiera. Muahahaha
Serie de viñetas en respuesta al Reto 14 días Desastre de San Valentín del foro I'm Sherlocked.
Sherlock/John. Romance/Humor. Idioteces varias.
Prompt día 1: Desayuno en la cama
14 formas de arruinar una cita
Llegar tarde.
—John.
John estaba corriendo de un lado a otro. No dejaba de repetir «Media hora» para sí mismo y «sí, estaré de vuelta para la entrevista de la tarde, Sherlock» cada vez que el detective decía su nombre. A Sherlock no le molestaba escucharlo hablar, pero ya lo tenía algo cansado sus idas y vueltas... y mucho más sus (cada vez más) frecuentes citas.
—John.
—Creo que olvido algo...
—John...
—¡Déjame peinarme, Sherlock!
El detective giró los ojos y volvió la vista al periódico en sus manos. Eran cerca de las once de la mañana y aún estaba acostado en la cama, viendo caminar de un lado a otro a su compañero de piso.
Hacía ya algún tiempo que a Sherlock le comenzaron a molestar las continuas faltas de su amigo por ir con alguna de sus citas, así que se había propuesto como meta del año arruinar cada una de ellas. Y no porque estuviera celoso, simplemente porque necesitaba a John... para sus casos.
Cuando el médico tomó las llaves y se echó una última mirada en el espejo, suspiró. Sherlock volvió a abrir la boca.
—John.
—¿Qué?
John solía contar hasta diez para no perder la paciencia ante cualquier comentario de Sherlock, pero aún así lo irritaba.
—Hazme el desayuno.
Parpadeó, mirándolo seriamente.
—¿Qué?
—Que me hagas el desayuno —respondió, sin apartar la vista del diario. Ante el silencio y la quietud, dirigió la mirada a su compañero—. Quiero un desayuno en la cama.
John se lo quedó mirando alrededor de medio segundo, hasta que finalmente respondió.
—Sherlock... estoy a punto de irme.
—Quedan quince minutos.
John le dio un vistazo a su reloj de pulsera y maldijo por lo bajo. ¡Él no era su criada, joder!
—Es una cita, Sherlock.
—Lo sé.
—No puedo llegar tarde.
Sherlock clavó en él sus ojos claros.
—Prometo no disparar a la pared esta noche —dijo—. A cambio, quiero el desayuno en la cama, ¿puedes hacerme ese favor?
John volvió a echarle una mirada a su reloj. Hacía días que Sherlock se pasaba la noche decorando la pared de la señora Hudson (a pesar de que tenían un caso que lo mantenía entretenido). Parecía que lo ayudaba a concentrarse, y al final el pobre John no dormía para nada.
El doctor se decidió y salió corriendo a la cocina.
—¡Es la única vez, Sherlock!
El detective sonrió, dejó el periódico (sin alguna información interesante, como era usual) a un lado y estiró los brazos. Observó la hora. Trece minutos para las once, hora del encuentro. La chica actual era la que se chocó en la biblioteca la tarde anterior.
El médico prendió la hornilla y puso aceite en la sartén. Se apuró a preparar el agua y luego buscó el sobrecito del té predilecto de Sherlock; lo puso en la taza. Comenzó a revolver los huevos y estiró la mano a un lado para tomar la bolsa del pan lactal. Sacó la sartén del fuego, abrió la bolsa. Tiró a un lado los panes mohosos, a continuación tomó uno en buenas condiciones y lo puso en la tostadora. Volvió la sartén al fuego y siguió preparando los huevos.
Una vez listo los huevos revueltos y el pan tostado, puso uno sobre el otro y luego sobre la bandeja limpia más cercana. Preparó el té y lo dejó también en la bandeja. Echó un vistazo al reloj. Dos minutos para las once.
Antes de que le agarrara un colapso, tomó el desayuno y corrió a la cama de Sherlock, tirando la mitad del té sobre donde estaba apoyado.
—Ahí tienes. Nada de disparos.
Sherlock observó el contenido sobre la bandeja un momento.
—Espero que no llames a esto un desayuno.
John frunció el ceño.
—Tengo que irme, Sherlock.
—Debería demandarte.
John bufó.
—¿Demandarme? —gruñó—, no creo que tengas oportunidad.
Sherlock rió. Habían pasado las once de la mañana. John llegaba oficialmente tarde.
—Tranquilo, John —le sonrió—, igual me gustas, aunque hagas desayunos horribles. —Ante el sonrojo de John, Sherlock siguió.— Como compañeros. —La frase había quedado rara; intentó no inmutarse.— Llegas tarde.
John espabiló.
—Claro —aseguró, nervioso—. Luego vuelvo.
John salió corriendo y Sherlock se quedó mirando la puerta, ya cerrada.
Igual llegarás tarde.
—Yo gané —declaró, y bebió luego de su té—... Daj,... está horrible.
Nota de la autora:
# 720 palabras.
Yo SÉ que tenía que ser ultra fluff pero es que asjfkhjkasd. No me los imagino haciendo cosas fluff -?-, y si bien no es tan cursi, de a poco lograré que... ya, no les voy a develar el gran misterio ahora, pero prometo que ellos *interferencia*. -?-
¿Sí que son buenos conmigo? Me gusta el humor, hacer reír y hacer muchas idioteces. Nos leemos mañana (si me dejan review, yo así: :D)
Besos,
Mor.