Aclarando: Naruto, Sakura, y todos los personajes en los que se basa esta historia no son de mi propiedad. Mi único fin es el de entretener sin fin de lucro.

¡He Vuelto!

Introducción:

Nuestra historia se realiza en la ciudad imperial y sus alrededores, en lo que podría considerarse un Tokio antiguo entre el país del fuego, la desaparecida aldea de la cascada y la rumorosa aldea del sonido. Aquí el emperador durante la época festiva del verano concede un deseo a futuro, empeñando su palabra. Este deseo puede ser cualquiera que él o los daimios del imperio tengan al alcance.

Los personajes usados son quizás de un Naruto de diecisiete años. De allí en adelante, los puristas de la serie y que saben de los rangos de edades, pueden adivinar las edades de los demás.

Nota: Los personajes usados en este fic son ajenos a otras obras de mi autoría. Este fic es otro mundo, una dimensión distinta a los anteriores. Es solo que me falta un poco de creatividad, y ya.

El guerrero de la eterna esperanza.

Comenzamos esta historia en las calles de Konoha, donde un evento festivo se realiza representando diferentes aldeas, que como cada año durante la mañana del Tanabata los ninjas de las diferentes aldeas se reúnen en la ciudad imperial en un festival con sus mejores hombres, guerreros y acróbatas para brindar un espectáculo digno de leyendas. Muchos son los representantes de las diferentes ideas, aun cuando es libre la participación de cualquier civil, guerrero o incluso un Hokage. El éxito de las aldeas en poder obtener un habitante victorioso remarcaba el éxito de la aldea, siendo los mejores concursantes los provenientes de la aldea escondida entre las nubes.

La ciudad imperial ya se preparaba para recibir a aquellos afortunados que participan este año en la festividad del Tanabata, y esta ocasión los Hokages estarían intentando llegar al premio, esto con diferentes objetivos: algunos por premios, otros por orgullo… y ella por diversión. Tsunade había estado escuchando sobre el festival de verano, encontrando un motivo para celebrar al escuchar que, fuera del festejo principal de la ciudad imperial, había regocijo, Buenaventura y licor para botar por el caño. Así que, pensando primero que nada en los demás, se armó de un equipo medio de escoltas y fue a visitar la ciudad imperial, la misma que no visitaba en bastantes años. Sakura, Shizune y Naruto fueron sus elegidos. Cualquiera en la aldea dijo que este era un honor, pero ellos siempre eran sus elegidos por el mismo motivo de falta de confianza en otras personas para cargar las maletas. Sakura y Naruto en especial, que juntos arriaban la carreta de la Hokage, donde estaban los seis maletines de ella y tres de los demás.

–¡No hay nada mejor que un tiempo para quererse a sí mismo! El Tanabata está aquí, y estamos por presenciar la semana imperial de las estrellas.

–Al menos ella está feliz. –Dijo Sakura empujando la carreta cansada del viaje que ni siquiera tuvo descanso más que para comer y dormir.

–Me alegra que lo haga. Mientras nosotros estamos caminando desde hace días cargando esto por cualquier tipo de terreno.

–Hay una buena razón para obligarlos a hacer esto. –Dijo Tsunade acercándose a un puesto ambulante de recuerdos. –Es un mejor entrenamiento del que nadie de ustedes podrá tener en su vida.

–Si claro. Eso y que no pudo conseguir un par de mulas para tirar de la carreta.

–Lo peor es que creo que si las consiguió. –Sakura ya estaba agotada. Pese a su fuerza sobrenatural originada por el chacra, poco a poco menguaba.

–No los considero mulas. Si los comparara con algún animal sería con una especie de Frisón de raza pura.

–¡Por más fino que sea el animal, sigue siendo una bestia de carga! –Tsunade no objetó esto. Bien dejó de discutir cuando eligió algunos recuerdos.

–Si tanto les molesta cargar el equipaje, ¿Por qué no se adelantan con Shizune a la posada donde nos hospedaremos.

–¿Por qué una posada y no un hotel? –Preguntó la misma Shizune que no sabía de lo que hablaba su maestra.

–El hotel estaba lleno. Conseguí buen hospedaje en la posada más humilde. Tal como debe ser.

–Debió apartar su habitación hace meses, no de improvisto.

–Si, lo sé. Pero tengo años tratando de venir aquí, y todo ese trabajo en la aldea ha sido una pesadilla. No tienes ni idea de las mil peripecias que tuve que hacer para venir aquí para vacacionar por una semana completa.

–¡Usted dijo que era por el bien de la aldea! –Dijo Sakura.

–Lo es. Una Hokage aburrida solo causará más problemas a la aldea.

Prefiriendo no discutir más, Sakura solo siguió jalando la carreta seguida de Naruto.

Shizune tenía la dirección de la posada que les brindaría hospedaje a los cuatro. Encontrarla quizás era el único problema, la ciudad estaba hirviendo en turistas. Desde niños que corrían por las calles jugando con otros niños de diferentes procedencias; ancianos que se reunían en parques y plazas disfrutando de la ciudad imperial; familias que pasaban justas un gran tiempo por la cantidad de actividades recreativas de las que eran testigos y participes; e incluso grupos elite que participarían en el evento final, el día del Tanabata. Pasar con una carreta, pequeña o de cualquier tamaño, se complicaba por el simple hecho de tener que pasar entre la gente. Sin mencionar la cantidad de amantes de lo ajeno que podía existir en este sitio.

Mientras estaban caminando, los tres pudieron observar como una chica algo delante de ellos era abducida de manera veloz y silente. El que pudieran verlo no significaba que nadie más pudiera. Shizune y Sakura estaban alertas, mientras Naruto se adelantaba a saber del paradero de la chica. Por motivos de protección a sus propios bienes, Sakura se quedó a cuidar las pertenencias, ciñéndose los guantes de batalla en caso de necesitarlos. Para cuando Naruto estuvo cerca de la esquina al callejón, un sujeto ya estaba hablándole al oído a esta chica, aunque al parecer no le estaba gustando la situación. Naruto y Shizune estaban listos para actuar en sincronía. Cuanto el sujeto sacó un cuchillo, Shizune se arremangó su traje y usó una aguja senbon para inutilizar la mano del agresivo hombre, que acertó en un nervio que puso al sujeto en problemas. Naruto, quien apenas podía ponerse quieto, desarmó al sujeto y lo derribó al suelo, llamando la atención más de lo que debía.

Las autoridades cercanas acudieron al escándalo producido, derribando a Naruto y esposando a los tres.

–¡Están arrestados en nombre del emperador!

–¡Esperen un momento! –Dijo la joven doncella recién rescatada. –No los arresten a ellos.

–Acaban de alterar el orden público, no irán a otro lado si no a la cárcel.

–¡Ellos me defendían de este hombre! ¡Son inocentes!

–¡Es verdad! –Decía Naruto. –Intentábamos defenderla, tenía un cuchillo y quería hacerle algo! ¡De veras!

–Eso lo veremos en la comisaría. Ustedes no deberían tener armas shinobi en este sitio.

–¡Déjenlos ir! –Dijo Tsunade acercándose a la escena. –Pueden tener armas porque son participantes del evento de la torre de madera.

–¿Es eso cierto, jóvenes?

–Pues…

–Aquí está, su inscripción al evento. –Tsunade le mostró a los oficiales los oficios de inscripción con todo y la cuota de inscripción pagada. –Nos dirigíamos a la posada y al palacio a firmar de conformidad.

–En ese caso, mil perdones. –Los oficiales le removieron las esposas a Shizune y a Naruto, que apenas entendía eso de participar en la torre de madera. –Entonces nos llevaremos a este sujeto detenido. Deben presentarse en la jefatura para presentar cargos, si así lo desean. Tienen 48 horas, de lo contrario nos veremos en la necesidad de soltarlo.

–Sí, señor.

Ante la retirada, la joven doncella inclinó su cabeza agradecida de lo que habían hecho por ella.

–Les agradezco, y pido me perdonen por el problema que le causó mi descuido.

–No es nada. –Dijo Shizune bajando también la cabeza. –Si no nos ayudamos entre nosotros, el mundo no lo hará. ¿Cómo te llamas?

–Mi nombre es Mamori Miyasawa. Soy una humilde ciudadana de la ciudad imperial que intenta vivir día a día entre burócratas y comerciantes.

–Mi nombre es Tsunade, soy la Hokage de la aldea de la hoja, y ellos son mis amados hermanos en estirpe: Shizune y Sakura, mis aprendices y familia. Y él es Naruto, un shinobi cabeza hueca con gran corazón. –Naruto no sabía si aceptar esto como ofensa o halago. –Todos originarios de la aldea oculta entre las hojas.

–Gusto en conocerles.

–¡Basta de formalidades! ¡Quiero saber eso de que estamos inscritos en el evento de la torre de palillos!

–A su tiempo. Por ahora hay que descansar. –Dijo Sakura. –¿Podrías indicarnos donde está la posada "Plumas de paloma"?

–Me parece que hay un error. Plumas de paloma es mi padre. Y según yo, no existe cosa tal como una posada llamada así. –Nota: Los personajes usados en este fic son ajenos a otras obras de mi autoría. Este fic es otro mundo, una dimensión distinta a los anteriores. Es solo que me falta un poco de creatividad, y ya.

–¿No existe una posada así?

–No que yo sepa. –Mamori observaba el documento. Esa dirección era familiar para ella. –Es curioso. Según este documento, la posada está en mi casa.

–¿En tu casa? –Preguntó Sakura.

–Vengan. Quiero saber de qué se trata esto de la posada "Plumas de paloma."

Mamori inició su camino a casa, confundida por la similitud de las direcciones y el nombre de su padre. Detrás de ella estaban los supuestos huéspedes, halando la carreta de pertenencias. Naruto apenas ponía atención al aspecto de la dama Mamori. Ella era una mujer de cabellera larga, suelta en ese momento, de rojizo color. Aparentaba tener unos veinte años, quizás un poco más; su piel era blanca y su ropa humilde más no pobre. Sus ojos no podía verlos, pero según su forma de hablar podía pensar que se trataba de una mujer amable, mucho más de lo que había percibido de otros seres en la ciudad.

–No podremos llegar con la carreta por este camino. ¿Les importaría tomar otro camino? Es un poco accidentado, pero es posible que pasemos con mayor libertad.

–Sí, será lo mejor. –Dijo Tsunade. –De cualquier forma confío en ellos para cuidar mis cosas.

–Claro, confía en el par de frisones raza pura. –Dijo Sakura molesta.

El camino que eligiera Mamori era de terracería, a espaldas de un barrio pobre y peligroso. De tan solo ver el tipo de lugar, Sakura volvió a ceñirse los guantes de batalla.

–Descuiden. Este barrio podrá ser humilde, pero no peligroso. El peligro está en las calles del centro. Allí están los verdaderos peligros.

–Parece que conoces mucho sobre la inseguridad del lugar.

–He vivido aquí veintidós años. Conozco mejor que nadie la forma como se desenvuelve este sitio, sobre todo en las fiestas de Tanabata. Esos días son los peores de todos.

–¿Por qué? –Preguntó Tsunade. –Este sitio se vuelve más colorido, alegre y vistoso.

–Al turista solo se le deja ver el lado bueno del festival. Por detrás de las cortinas, no hay nada bueno en esta pantalla. Resulta ser un nido de serpientes. Este sector, aunque pobre, trabaja para sobrevivir. Es el único sitio honesto, pues allá afuera, durante el tanabata, se desarrollan cientos de actividades ilícitas que los policías dejan de lado por ser competidores.

–Gracias a ello, nosotros estamos libres. –Dijo Shizune.

–Todos los comerciantes, todos los hoteles, todo este lugar no deja ningún beneficio para las zonas pobres de la ciudad.

–Es posible que ese sea el motivo por el que tu padre nos ofreció posada.

–Si, tal vez.

–Si ese es el caso, estaremos felices de contribuir a la economía de este sector.

–No sé si quieran quedarse después de todo.

–Ahora debemos hacerlo.

Mamori les condujo a una humilde casa, quizás más grande que las de los alrededores. La fachada necesitaba pintura, el techo algunos arreglos menores, y el césped estaba algo crecido. En el jardín un anciano estaba removiendo el césped. Sus ropas estaban sucias de tierra, quizás por la falta de herramientas para cortar el césped, su cabello blanco largo hasta media espalda agarrado en una trenza, su barba larga que descendía solo del mentón. A su lado tenía una jaula de una paloma, la que rascaba un poco la tierra bajo la jaula y casaba algunos bichos.

–Papá…

–Mamori, ¿Cómo has…?

–Traje a tus huéspedes.

–¡Oh! Si, claro.

–¿Cuándo pensabas decirme lo de la posada?

–No es momento para eso, cariño. Debemos ser condescendientes con nuestros invitados.

–Sabes que no tenemos habitaciones extra. Comprometiste a estas personas por algo que no podemos darles.

–Está la habitación de Keisuke.

–Esa habitación no está disponible y lo sabes.

–Debes dejar de pensar en él. No volverá pronto, fue a buscar un lugar para trabajar…

–Si nuestra presencia es una molestia…

–No, mi señora. Venga, les mostraré su habitación.

Las damas comenzaron a acompañar al anciano, que juntando su jaula de hierro comenzó a guiarlos al interior de la casa. Mamori solo se quedó de brazos cruzados, mientras que Naruto observaba los alrededores del barrio.

–Les pido mil disculpas por lo de antes. Entenderán que esta parte de la ciudad se puede ver bastante problemática, pero somos gente de bien. No es sino un poco de mal desarrollo urbano.

–¿Por qué se explica tanto?

–Bueno, mucha gente que nos visita en estas épocas del año creen que este sitio no es sino un nido de ladrones y prostitutas. Muy lejos de la realidad. La prostitución y los casinos están en el centro de la ciudad, no tiene nada que ver con este sitio. Espero perdonen mi inseguridad.

–Es de valientes aceptar que hay problemas, pero de cobardes ocultar la verdad.

–Me temo que solo tenemos dos habitaciones disponibles. Son las que ocupaban mi hijo y mi mujer.

–¿Dormía separado de su mujer?

–No, mi señora. Esa siempre fue su habitación. Yo me mudé con ella y ocupamos la habitación de mis suegros. Pero a su muerte no quisimos sino dejar su habitación. Hay comida por las mañanas y en la tarde. La cena se sirve dos horas después de anochecer, lo que podrán ver en un reloj de arena en el recibidor. Aquí solo está permitido que entren mi hija y yo. Si ven a alguien más, me temo que es un intruso. Tienen permiso de capturarlo, pero no lo dañen mucho. Mi hija aún tiene esperanzas que algún día él regresará.

–¿Su hijo?

–No, mi yerno. Historia larga que nadie quiere saber aún. –El anciano abrió una puerta del segundo piso. Dentro había una cama matrimonial y algunos muebles vacíos. –Esta es una habitación. Dos personas pueden acomodarse aquí, sin mucho problema. Enfrente. –El anciano abrió otra habitación justo frente a esa. Aquí había solo una cama individual. –Está la otra habitación. Solo tiene una cama, pero hay un futón en el armario. Espero no sea molestia para ninguno.

–Claro que no es molestia, mi señor. Con tal que podamos dormir la semana del Tanabata, será de gran ayuda.

–Hay un baño al final del pasillo y debajo de las escaleras la primera puerta a la izquierda. Las duchas están en el exterior, la construcción de piedra detrás de la casa. Hay un cambiador y una gran tina de agua, pero solo hay una. Si necesitan salir, pueden hacerlo a cualquier hora, pero me agradaría mucho me avisaran primero que salieron. Y si piensan participar en el evento de la torre de madera, les deseo suerte.

–Muchas gracias por todo. –Tsunade sacó de sus ropas un pago generoso de dinero, entregándoselo al anciano. –Su pago por adelantado, señor. Espero no seamos una molestia para usted o su hija.

–Muchas gracias, señora. Dios la bendiga.

Naruto estaba observando sobre una barda la calle por donde había pasado para llegar a la casa del anciano "Plumas de paloma." Un camino de terracería con hoyos llenos de agua, césped descuidado, casas de fachada desgastada y otros cientos de defectos. Y pese a ello la gente que allí vivía era tan calmada, alegre y amable. No así el otro lado de la calle. La casa del anciano era una especie de frontera entre la buena ciudad y la ciudad desconocida aún, separadas ambas por el cruce de las calles en una cuchilla. Pavimentada con adoquín, casas bien presentadas, comercios desde donde podía perder la vista hasta donde iniciaba la calle, mucha gente de un lado a otro disfrutando de las festividades. Pensar en lo que la señorita Mamori había dicho, que las festividades solo traían consigo nidos de serpientes… ¿Por qué sería así? ¿Y por qué solo estar allí le traía cierta felicidad, si al principio parecía ser tan inseguro siquiera pasar por allí.

–¿Piensas en la vista del lugar? –Preguntó Sakura acercándose a Naruto, y observando lo que él podía ver a lo lejos.

–Al principio creí que estábamos saliendo de la ciudad, pero ahora veo que es extrema la forma como este lugar queda marginado. Es decir, no a menos de veinte metros de este sitio termina el camino de terracería, y comienza una ciudad relativamente moderna. Con caminos, comercios y otros lujos como cualquier otro ciudadano fuera de este barrio. ¿Por qué es esto?

–Quizás el anciano pueda decírnoslo. Escucha, vine para informarte lo que hay en la casa. –Sakura le repitió las mismas indicaciones que les diera el anciano, siendo interrumpido a veces por aclaraciones. No así, la última indicación que ella dio era sobre las habitaciones. Ella, respaldada en la barda de ladrillo, le informó de las habitaciones. –Solo hay dos habitaciones. Una de ellas con cama matrimonial, y la otra con una cama individual, pero con un futón para dormir en el piso.

–¿Qué te preocupa de eso? –Preguntó Naruto.

–¿Solo dirás eso? Es decir, esta sería tu oportunidad de dormir a mi lado y solo te atreves a preguntarme "¿Qué te preocupa de eso?

–No sé si lo has notado, pero aunque yo comience a alegrarme por alguna situación ligeramente soñada de mi parte, solo consigues deprimirme y golpearme. Estoy harto de eso. Si lo que deseas es que me quede a dormir en el suelo, o que duerma en otro espacio lo más lejos de ti, no me importa. Al final, solo consigo hacerme daño a mi mismo.

–Eso… es bastante maduro de tu parte.

–No tengo otro remedio. En fin. –Naruto bajó de la barda, resbalando con la hierba y hundiéndose el coxis al caer de sentón. –¡Duele!

–Aunque sigues siendo el mismo chico torpe y atolondrado que tanto adoramos.

–No soy torpe, es esta maleza que debieron haber regado recientemente. –Naruto se recostó frotándose las posaderas, sin saber que Sakura extraía de un bolsillo una pomada para los golpes.

–Toma, Naruto. Te ayudará con el dolor.

–Gracias.

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Después de casi un año de no publicar nada con tal de terminar cierto proyecto literario, vuelvo para quedarme…un ratito. Al parecer, mi Hamtaro cerebral ha decidido darme ideas para una nueva novela, que sería como la secuela de la primera. Sin embargo, aun ando creando el boceto inicial. Como sea, regreso con esta historia. Tal vez sea un inicio algo confuso, pero ténganme paciencia. En el siguiente capítulo aclararé algunas cosas. Por el momento, les dejo el intro de esta historia.

Por cierto, como es costumbre, dejó abierta la maldición del periquito, que al que no deje comentario irá por las noches a darles besos de piquito. Esto es en serio, ya perdí un amigo que terminó traumado en terapia y hasta le compró una jaula de oro a mi mendigo periquito.

Nos leemos pronto!

Kaito J