Para mi defensa, este capítulo lo tenía 80% listo desde hace como 6 meses, jaja (mi problema es que no sé cuando dejar de reescribir).

¡Disfrútenlo! Y en verdad, muchísimas gracias a todos por seguir esperando actualizaciones en esta historia (como compensación por la larga espera procuré hacer un update más extenso, aunque después de todo, a mí también me encanta escribir para «El verano en el candybar" y ya tengo muchas ganas de llegar al desenlace). Aprovecho para agradecer todos sus comentarios, son muy valiosos, y aprecio mucho mucho mucho que se tomen la molestia de escribirlos. ¡Mil gracias!

Y ahora, sin más preámbulos…


Capítulo 8: Un Té Verde

Intensos rayos de luz comenzaron a filtrarse por las cortinas de la amplia alcoba. En un estado somnoliento y haciendo mucho esfuerzo, Cindy rodó sobre sí misma hacia el lado opuesto de la cama para huir de la intensa luminosidad de aquella mañana. Agarró su sábana y se cubrió la cabeza con ella, no sin antes fijarse en un abrir y cerrar de ojos en la hora que indicaba su reloj de sobremesa. Eran las once con diez.

¡¿Once con diez?!

En un chasquido reaccionó; primero todo su interior se sobresalto al saber lo tarde que era. Seguidamente, y ya consciente, no perdió más tiempo, ejecutó de manera casi inmediata una habilidosa voltereta para salir de la cama. Sin embargo, no fue sino hasta estar por completo de pie que sus neuronas también despertaron del letargo en el que se habían encontrado. Lo siguiente que le vino a la mente fue lo sucedido en la noche anterior en la dulcería y las varias horas extras que había trabajado antes de regresar a casa.

¡Sí! benditas horas extras, pensó ella.

Así que no tenía razón para preocuparse por llegar tarde ese día. Se dio no una, sino varias bofetadas mentales por desaprovechar esa primera oportunidad del verano para despertarse más tarde. Roló los ojos, y refunfuñó un poco por el gasto de energía innecesario. Ahora que había salido de la cama no tenía más remedio que comenzar su día. Salió de su habitación para bajar con gran tranquilidad las escaleras y dirigirse hacia la cocina, donde se puso a buscar algo en particular en la alacena, teniendo el cuidado de mantener el mismo orden con el que su madre deja las cosas.

"Mamá ¿tenemos té verde?", preguntó con una aspereza en su garganta mientras hablaba. No escuchó respuesta alguna y repitió. "¿Má? ¿Estás en casa?". Se asomó hacia la sala y en vista de que estaba desierta, regresó a la cocina donde el refrigerador parecía tener la respuesta a su pregunta. Se acercó al electrodoméstico que tenía tapizada su superficie con varios post-its de colores perfectamente alineados en una cuadrícula. Fue despegando uno por uno, mientras iba leyendo los textos que contenían.

"Salí, te veo en la noche," decía uno. "Hay sopa, caliéntala para desayunar», se leía en otro. «¿Has visto mis aretes de perlas?», «No olvides llamar a tu papá.» yfinalmenteotro más que decía «Te amo, hija. Bonito día.»

Cindy roló sus ojos y respiró profundamente. Bueno, casa sola… otra vez, pensó.

Miró hacia su alrededor, pensando qué aún tenía un rato más antes de ir al Candybar, y una vez estando allí tendría que lidiar con muchas cosas. Se aproximó a una de las ventanas de su sala y echó un vistazo hacia el lado opuesto de la calle; una interrogante emergió entre sus pensamientos;¿será que Jimmy se encontraba ya en la dulcería?, pensó para sí. Al percatarse de ello, sacudió su cabeza. Le gustaba la idea de ver al genio pagar por sus destrozos de vez en vez, pero, la noche anterior casi cruzaba la raya. Con el desastre ocurrido durante el show, Jimmy fácilmente habría podido terminar pasando el verano en algún horrible lugar por algo que por primera vez no había sido su error. Y Sam no se lo hubiese pensado dos veces de no haber sido por ella. Sip, si había algo que Cindy Vortex sabía hacer era negociar, y vaya que tenía habilidad para ello. Persuadir en secreto a su malhumorado y tacaño jefe de no levantar cargos contra el genio de la ciudad no fue muy complicado en verdad, aunque su intervención en el asunto implicaba que ahora Jimmy sería su compañero de trabajo por el resto del verano.

Y a pesar de ello, de haberle ayudado, de haber sido la maravillosa salvación del muchacho (como a ella le gustaba pensar), no podía evitar sentirse mal con la forma en que le habló más tarde. Tantos años de meditación, tanta paciencia, tantos esfuerzos invertidos, y ella perdió la cabeza al final, se enojó porque las cosas salieron mal, y de que no fueron de acuerdo a lo planeado, pero eso no era todo. Eran más cosas, las que la pusieron al tope en ese momento, pero Jimmy no podía haber predicho el curso de acción de las cosas, eso lo sabía, y lo reconocía ahora… pero por otro lado, ella sí que podría haberse mostrado menos inestable, por lo menos con él, pero ¿qué podía haber hecho? En aquel momento simplemente no podía haber ignorado sus sentimientos. Él se las había arreglado para sacarla de su estado zen poco a poco, hasta haber llegado a ello. Si tan solo…

Nuevamente agitó su cabeza, y cerró las persianas de la sala inmediatamente. Podía pasar días pensando en ello y con solo eso no llegaría a nada concreto. Así pues, tomó la decisión de mejor disfrutar el poco tiempo que tenía disponible para dedicárselo a sí misma. Después de todo, ¿cuántas veces en el verano podría llegar «tarde» al trabajo?

Desayunó su sopa y después de una larga búsqueda dió con el té que tanto le encantaba. Calentó una taza, tomó uno de los libros de su estante, se acomodó en el sofá y se puso a leer. Se demoró un poco, pero tras algunas páginas por fin consiguió sumergirse en la lectura. Avanzó varias hojas antes de que un indeseable dolor de cabeza le impidiera continuar. Su cuerpo todavía lo sentía con cierta pesadez, como si no hubiese descansado en absoluto, pero en lugar de darle importancia a eso decidió que lo mejor sería refrescarse. Subió a su habitación y se dio un largo y relajante baño. El verano en Retroville siempre ha sido demasiado caluroso, y ese día no era la excepción. Deseaba no tener que salir de la ducha, pero eventualmente así tuvo que ser. Posteriormente, se vistió con ropa ligera; un minishort verde y una playera de tirantes negra, y su cabello en un chongo para variar, decidió que sería una buena idea mirar un poco el televisor. Bajó las escaleras y justamente en su trayecto hacia la sala, escuchó que alguien tocó la puerta de entrada.

"¿Sí?" preguntó ella al abrir.

"¡Hola, Cindy! Imaginé que te encontraría aquí," exclamó su morena amiga. "¿Te molesto?"

"¡Aquí vivo, Libs!", le saludó sarcástica. "No, claro que no. No hacía nada realmente. ¿Qué pasa?".

"¡Excelente!" se alegró la morena. "Necesito algo. ¿Aún tendrás esos discos que te dejé hace tiempo? ¡Dime que sí!" le rogó a su amiga.

"¿Tus discos? Seguro que sí. Hace meses te dije que podías llevártelos. Están en mi habitación," contestó la rubia apuntando con su pulgar hacia arriba de las escaleras. Y con un movimiento de cabeza la invitó a pasar, "Vamos, mi casa es tu casa, Libs."

"Gracias, amiga." Libby sonrió ampliamente, entrando a la casa de los Vortex, "¿Está tu mamá de casualidad?" preguntó con curiosidad.

"No, mamá salió." dijo cerrando la puerta detrás de su amiga.

Libby soltó un suspiro de alivio y Cindy se mostró confundida por aquella reacción. Libby notó esto.

"¡Es que pensé que encontraría a tu mamá, y ya sabes que me pone de nervios estar cerca de ella!" se rió un poco la morena, mientras comenzaban a subir las escaleras hacia el cuarto de Cindy.

"Ah, sí. Así es mi madre." Se encogió de hombros Cindy, mientras una sonrisa se esbozaba en su rostro al recordar esos detalles característicos en su madre. "Liberty, ¿cómo van tus calificaciones? Liberty, tu falda es demasiado corta. Liberty, son las once de la noche, Cinthya tiene una audición mañana y tiene que dormir." dijo Cindy, fingiendo la voz de su progenitora.

"Ugh. ¡Sí!" exclamó Libby. "¡Para ya! Suenas como ella," ordenó, y luego se rio por escuchar lo bien que resultaba la imitación de su amiga.

"Lo llevo en eladn." dijo bromeando un poco. "Pues desperté y gracias a que no estaba, he podido disfrutar mejor de mi amado turno libre sin sufrir regaño alguno," añadió aliviada.

"Me imagino que sí… pero entonces si irás a trabajar más tarde, ¿eh? Teníamos esa duda." dijo la morena.

El pecho de Cindy se sobresaltó un poco tras ese comentario. Al llegar a la puerta de su habitación se giró hacia su amiga y se cruzo de brazos, no quería sonar a que le daba mucha importancia, pero quería saber más al respecto, tosió un poco con sutileza "¿Ah sí? ¿Y con «teníamos»… a quiénes te refieres?"

"Amiga, tú sabés quiénes." contestó Libby rolando sus ojos . Cindy abrió la puerta y con un ademán señaló la entrada para que su amiga pasara. "Más bien, «quién»" corrigió la morena con una divertida sonrisa, mientras entraba a la habitación que estaba decorada con papel tapiz rosa.

Libby conocía esa alcoba de piez a cabeza. Durante los últimos años había pasado tantas noches en aquella habitación rosa, que al entrar ahí realmente se sentía como entrar a su propia recámara, así que no sintió pena al inmediatamente apresurarse y sentarse de un brinco sobre la cama de su amiga, mientras intentaba aguantar cierta sonrisa.

"Sí, de hecho, es en parte una de las razones por la que estoy aquí. Te tengo un chismesón, uno de los grandes." añadió, columpiando sus piernas al borde de la cama y exhibiendo su amplia sonrisa.

Cindy se sorprendió un poco al escuchar las palabras de su amiga. Sí, ya se imaginaba quién podría haber preguntado por ella, y también podía asegurar de quién quería hablar su amiga. No, no tenía que ser una genio para deducirlo. Pero, nuevamente, no quiso evidenciar su curiosidad por saber exactamente lo que sabía su amiga, por lo que fue un poco más sutil y permitió que su amiga se dejara de misterios y soltara la información por su cuenta. Después de todo, ella era la que se emocionaba con esta clase de cosas, pero no se lo pondría tan fácil.

Cindy se dirigió con lentitud hacia su librero y comenzó a buscar en un compartimiento. "Pensé que venías solo por tus discos," comentó la rubia. "creo que los tengo por aquí, déjame ver".

Libby solo la miraba y soltaba unas risitas. "Anda, Cindy. ¿No me vas a preguntar nada? ¡Tienes que hacerlo! Pregúntame…" suplicó la chica.

Cindy seguía sacando discos viejos uno tras otro. "Mira, estos son de mi papá, había olvidado que los tenía aquí." comentó ella, haciendo caso omiso a sus súplicas.

Libby se estaba desesperando y agarró la almohada de Cindy para abrazarla y así, contener sus ganas de soltar el chisme. "Cindy, ¡por favor, tienes que preguntar!"

La rubia comenzaba a divertirse un poco con esto. "¿Y si no quiero saberlo?"

"Tú quieres saberlo. Es más, tienes que saberlo." afirmó Libby con tanta seguridad que Cindy en verdad comenzó a sentirse tentada. Pero no, fue firme.

"¡Mira, ya los encontré! Justo aquí," dijo sacudiendo varios estuches de discos en sus manos. "Por un momento pensé que los habría perdido. Imagino que me hubieses matado de haber ocurrido eso," se rió ella.

"Es verdad… pero yo sé de algo más que sí te mataría saber." añadió la morena. Esta vez, sus palabras fueron muy persuasivas y despertaron la curiosidad de Cindy.

Exhaló. "Esta bien, Libby. Me tienes," se rindió la rubia. "¿Qué es lo que sabes?" la interrogó, cruzándose de brazos.

Inmediatamente su amiga dejó soltar un chillido de emoción y Cindy, sabiendo qué significaba eso, se apresuró –renuentemente– hacia la cama donde estaba ella, dejó los discos de música sobre unos papeles en su escritorio, y tomó asiento a su lado. "Ya, cuenta. No lo diré otra vez," se quejó Cindy, exasperada.

"Bien." asintió su amiga. "Yo estaba en mi recámara relajándome mientras escuchaba el nuevo disco de los Graystars «Gray Matters», cuando entonces entró una llamada, ya te imaginarás de quién, ¿verdad?"

"¿De Sheen?… ¿Qué quería?"

"Exacto. Era Sheen, quería un favor. Bueno, realmente él no era quien pedía el favor. Era Jimmy. ¿Recuerdas el desastre de ayer por la noche?", Cindy roló sus ojos. "Sí, claro que lo recuerdas. Y seguro habrás escuchado que Sam «Don Cascarrabias» le cobrará su chistesito de anoche con trabajo durante todo el verano, ¿no?" Cindy asintió, riéndose un poco en sus adentros y asintió. "Pues Sam no ha perdido tiempo, no-oh. ¡Lo ha puesto como esclavo a arreglar los desperfectos que tenía el local!" ante esa comparación Libby no pudo evitar reírse para sí. "¿Recuerdas la rockola? ¿recuerdas que estaba harta de su vieja música y de cómo se tragaba las monedas y repetía la misma música una y otra vez?"

"Sí, esa bendita rockola,… me ha enloquecido todo el verano," Cindy sentía el odio corroyéndola.

"Pues Jimmy ya la arregló." añadió Libby. "¡Y solo le tomó esta mañana!". exclamó.

Cindy no se sorprendió, incluso roló los ojos para evidenciarlo. "Cielos, Libby. Moría por saberlo. En verdad, ¿eso era todo?."

"¡Ja! ¡El chisme apenas comienza, Cindy!" replicó Libby, conteniendo su risa. Eso sí, sorprendió a Cindy.

Entonces Libby comenzó a soltarlo todo; "¡Resulta que Jimmy no solo arregló la vieja rockola, sino que también la mejoró! Ahora tiene muchas cosas interesantes, pero claro, aquí es donde entra Sheen. Jimmy le pidió el favor de conseguir un nuevo acervo musical para incluirla a la vieja rockola. Así tendremos el mejor ambiente en la dulcería. Y vamos, sabemos que Sheen no sabe nada de música, pero sabiendo cómo es Jimmy seguramente premeditó que el mismo Sheen me pediría auxilio en esto. Tú sabes cómo es esto. Así que entre él y yo hemos convocado a varios voluntarios para que donen sus mejores discos a la dulcería. No te imaginas la cantidad de gente que ha comenzado a llevar sus discos. Todos están colaborando. Después de todo, es el único lugar de todo Retroville donde la gente puede pasarla bien, ¿no? Nos conviene que tenga mejor música. Y Sam obviamente no se ha opuesto en lo más mínimo a la idea. Digo, son discos gratis, es como navidad para él.", ambas rieron ante este último comentario. "Entonces, Sheen y yo llevamos varios de mis discos a la dulcería y allí vimos a Jimmy trabajando. En cuanto llegamos pareció buscar con la mirada algo, bueno, mas bien, a ver si alguien más venía con nosotros. Podría decir que cuando vio que solo se trataba de Sheen y de mí se notó algo desilusionado. Y lo reafirmé luego de que me saludó, no dudo en preguntar por ti, pero ya que desde anoche no hablaba contigo no pude confirmarle si irías o no a trabajar," concluyó Libby.

"Oh," fue lo único que comentó la rubia.

"¿Oh?" repitió escéptica Libby. "¿Solo eso? Vamos, Cindy. ¡Pensé que te gustaría escuchar eso! Si preguntó por tí, es porque esperaba verte, ¿no? Además, ¿fue mi idea? Podría jurar que la pelea que tuvo con Butch era por ti."

Cindy se encogió de hombros, y desvió su mirada para ocultar sus mejillas colorándose tras ese comentario. "Pues yo no estoy aún de humor para verlo."

Libby se sorprendió por la reacción de su amiga. Un tono de escepticismo sarcástico se filtró en su voz. "Ajá. Y yo no quiero conocer a Oprah." comentó con las manos sobre sus caderas. "Ya, en serio Cindy. ¿Qué te ocurre? Te derrites por Jimmy desde que estabamos en quinto de primaria, ¿ahora resulta que de un día a otro eso ya cambió? " interrogó la morena.

Cindy suspiró. Dejó caer su cuerpo sobre la cama, rendida por el peso emocional que cargaba sobre sí.

"Cin, amiga, cuéntame." añadió Libby, dejando caer su cuerpo a lado del de la rubia mientras se apoyaba sobre su brazo. "¿Me perdí de algo anoche?"

Cindy se cubrió los ojos con su antebrazo. "Exploté," admitió. "Si es que así lo puedo definir."

Libby arqueó las cejas en sorpresa. "¡¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Qué le dijiste?!"

"Después del show. Y pues… por lo de siempre, Libs " se encogió de hombros. "Ya sabes, por un momento pensé que Jimmy entendía mis sentimientos por él, y que los dos estábamos bien, en sintonía, que le interesaba yo por quien soy y por lo que me gusta hacer, pero de pronto puff, consiguió arruinar… la ilusión. Eso es, es una ilusión, porque entre él y yo jamás hemos sido algo. No sé si sólo me usa, o si en verdad siente algo por mí. Algo real. Pero tú bien me lo has dicho, han pasado ya varios años y jamás me lo ha hecho saber. Creí que yo se lo había hecho saber. Siempre estoy ahí para él. A cuántos chicos no he ignorado, golpeado y rechazado para que no se metan en nuestro camino. A mí me gusta Jimmy. En verdad me gusta. Y no sé… a veces incluso pienso y temo que él no sea capaz de sentir lo mismo. Quizás no puede amar… quizás esas sean solo «trivialidades» o tonterías y pérdida de tiempo para su mente científica. ¡Qué se yo!"

Los ojos de Cindy se cristalizaron por un momento. Libby acarició la cabeza de la rubia mientras la contemplaba con gran atención. Entonces, prosiguió: "Anoche estaba muy muy molesta y no estaba pensando muy bien. Las palabras de Butch seguían sonando en mi mente. No soy su novia. Esa era la verdad. Y no podía dejar de pensar en ello, pero ¿por qué no? ¿qué está esperando de mí? no lo entiendo. Más tarde cuando Jimmy quiso decirme algo después de todo eso, no lo dejé, más bien el coraje no me dejó…", hizo una breve pausa, y continuó, "aquí es cuando agradezco mis conocimientos en Tai Chi; después de llegar a casa medité un rato, escribí en mi diario hasta que ya no pude y ya sabes, eso me calma… y sí, ahora tengo más claras las cosas," añadió ella soltando un suspiro, e irguiéndose nuevamente, su rostro se adornaba con una melancólica sonrisa. "Ahora mismo, lo que más me enoja no es lo que haya hecho él, sino lo que he hecho yo. Me enojé y no me gusta enojarme, menos con él, siento que es sacar lo peor de mí… y que eso nos distancia de alguna manera y no me gusta esa sensación, es como un remordimiento. Pero así fue, me enojé le grité, y estuvo mal. Aún no he pensado en qué puedo hacer para enmendarlo."

Libby se levantó tambien, sonriéndole a su amiga. A lo largo de esos años, ella había sido testigo de esta evolución en Cindy. Sí, como ella dice, ocasionalmente tenía sus momentos, y seguía explotando cuando alguna situación la sobrepasaba, pero muchas veces conseguía mostrar ese dominio de sí misma, no se dejaba guiar por el desenfreno, se tomaba una pausa para respirar, usar su raciocinio y actuar. Eso era algo digno de admiración, especialmente conociendo su verdadera naturaleza.

"Es irónico, ¿no? Es un genio para las ciencias más complejas del universo, pero un gran tonto ante los sentimientos de una chica, ¿eh?" bromeó Libby, y ambas soltaron una risita que rompía con el dramático ambiente. Y añadió. "Bien, entiendo, Cindy. Pues, regresando al tema inicial: como la rockola casi queda lista, sólo le he pedido a Jimmy que me esperara unos momentos más para llevarle los últimos discos que hacían falta. Por eso he venido hasta aquí." continuó diciendo, "¿Estarías de acuerdo en acompañarme a llevarlos? Sirve que antes de que entres a trabajar, intentes resolver aquello y de paso… disfrutes un poco de la vista."

Cindy hizo una mueca de confusión, mientras Libby intentaba contener una risita maliciosa.

"Es que Neutrón está usando un uniforme… ¡rosa!." añadió soltando una carcajada.

Cindy no pudo evitar imaginárselo y enseguida fue contagiada por la risa de su amiga. "Sí, definitivamente quiero ver algo de eso", dijo después de meditarlo unos segundos y aceptó. "Muy bien, vamos. De todos modos tenía que ir para allá en algún momento. Me cepillaré los dientes y el cabello, y estaré lista, espérame."

Y entonces, Cindy se puso de pie y fue a la habitación anexa, hacia el baño familiar. Mientras tanto, Libby se acercó al escritorio de Cindy donde estaban los discos que su amiga finalmente habia encontrado. Los agarró sin cuidado, dejando caer las hojas de papel que estaban debajo. Inmediatamente, las recogió. Eran un par de hojas color rosa decoradas con estrellas, casi todas estaban sin usar pero una en especial capturó la atención de Libby. Una que tenía la característica caligrafía curvilínea de su amiga. Con un rápido vistazo examinó el texto que tenía escrito. Solo le dio tiempo de leer unas pocas líneas antes de que Cindy saliera de cepillarse los dientes.

"Bien, ya casi estoy, solo me peinaré rápido. Hoy me haré una coleta alta," dijo la rubia sin prestar mucha atención en su compañera de la infancia.

Pero Libby no podía ocultar ahora su necesidad de saber acerca de aquel documento. "Cindy, uh ¿esto…?" dijo ondeando la hoja en su mano.

Enseguida la ojiverde paró en seco al ver lo que tenía su amiga en manos, abrió los ojos como platos, su rostro se enrojeció por completo y sin perder tiempo, se apresuró a quitárselo. "¡Nada! ¡No es nada!" declaró la chica. Hizo bolas el papel y lo lanzó al cesto de basura. "Libby, debes asegurarme que jamás, jamás hablarás de lo que hayas leído ahí con nadie. ¿Entendido? Nadie." le ordenó, aún ruborizada.

La morena esbozó una despreocupada sonrisa. "Mis labios están sellados, amiga.", replicó.

Cindy le lanzó una mirada amenazante a Libby y luego, después de asegurarse que la había intimidado lo suficiente, se dirigió hacia su tocador. Se cepilló el cabello y se lo sujetó como siempre. Agarró su fijador para darle los últimos toques a su peinado, pero justo al presionar la boquilla del spray, se percató que este ya estaba vacío. "Lo que me faltaba," roló los ojos. "Bueno usaré el fijador de mamá." dijo antes de salir de la habitación. "¿Te parece si te veo abajo? No tardaré." añadió asomándose por la puerta.

"No hay problema, bajaré enseguida." dijo Libby encogiéndose de hombros. Para cuando Cindy se alejó de la habitación, sintió cómo le invadió la tentación por saber más acerca de aquella hoja. No era realmente traicionar la confianza de su amiga, al contrario, era reafirmar su preocupación por ella. Tenía que saber qué más decía allí. Así que, se asomó rápidamente por la puerta de la habitación y cuando verificó que no hubiesen moros en la costa, agarró rápidamente el papel del cesto de basura, lo desenvolvió, para posteriormente doblarlo mejor y ocultarlo en el bolsillo trasero de su pantalón. Más tarde, en cuanto tuviese la oportunidad lo examinaría con detenimiento. Tomó otro papel del escritorio de Cindy y lo arrugó de la misma forma que estaba el anterior, y lo depositó en el cesto para que no levantara sospecha alguna. Con toda naturalidad, salió de la habitación y bajó las escaleras para esperar a su amiga en la entrada de su casa.

Un rato después llegaron a la dulcería. No habían ni bien puesto un pie dentro, y ya podían escuchar el barullo de la gente en su interior. El sitio se veía lleno como había contado Libby, varios de los que habían traído sus discos se habían quedado en la dulcería en espera de que se armara alguna fiesta para celebrar. Sam estaba trabajando en la barra en varios pedidos, a lo lejos vio a Cindy que entraba con su amiga de la infancia, y enseguida no hizo esperar sus comentarios sarcásticos.

"Miren, pero si es Vortex. ¿Te aburriste en casa niña? Pides un turno libre y aún así vienes al trabajo, ¡por favor! Consíguete una vida," Se quejó mientras añadía crema batida a varias malteadas como un master.

Cindy se aproximó a la barra con una sonrisa, y se sentó sobre la silla giratoria mientras Libby iba hacia donde se encontraban Sheen y Jimmy cerca de la rockola. "Si, ya veo que me estás extrañando, Sam. Solo pídemelo, se ve que necesitas de mi ayuda para sostener este lugar." dijo Cindy mofándose un poco de su jefe.

"Niña, he sostenido este sitio por más de 40 años. Puedo encargarme yo solo si quisiera hacerlo, sí." añadió, ahora colocando las cerezas.

"Hmph. En todo caso, podrías agradecerme por la idea que te dí anoche, no podrás negar que es la mejor idea que ha tenido este puestucho," dijo con atrevimiento, sonriendo maliciosamente. Le encantaba llevar las de ganar.

Sam miró de reojo hacia su nuevo empleado que seguía minuciosamente trabajando en el equipo de su local. Hizo los pedidos a un lado y se inclino hacia la rubia. Ese sería un hecho inaudito. Él, Don Cascarrabias, odiaba admitir la derrota, pero había algo en aquella niña rubia que siempre le conseguía disuadir en algo. Quizá y solo quizá, a él le agradaba ella… un poco. "Está bien, lo admito." susurró entre ellos. "Tú ganas. Ha sido una muy buena idea, Vortex,".

"Vamos, Sam… no hay que ser modestos. Es la mejor", insistió ella, aprovechándose con demasiada obviedad de la debilidad mostrada por su jefe. "Mira cuantos clientes está atrayendo en solo su primer día aquí, me la debes~…" le guiñó el ojo.

Esta vez su jefe regresó a su actitud de cascarrabia, "Niña, no abuses de tu suerte. Con un error que cometa y sobre tí recaerá la responsabilidad también, sí sí." sonrió ahora con malicia el regordete.

Cindy se cruzó de brazos. Jamás podía tenerle la delantera a Sam, pero aquel momento ya había sido suficientemente satisfactorio, por ahora.

Sacó unas monedas del bolsillo de su minishort para luego tomar una de las malteadas que tenía Sam. Se puso a admirar la vista, como había sugerido su amiga, mientras bebía esa refrescante bebida. Giró un poco el asiento para ver hacia sus amigos y allí estaba el genio, usando gafas protectoras, y un viejo uniforme blanco con líneas rosas que le quedaba algo más grande de lo debido (otra muestra de la tacañería de su jefe). El castaño se encontraba sentado detrás del equipo eléctrico, y su amigo mexicano le pasaba las herramientas de uno en uno mientras platicaba con su amiga Libby. Por lo que podía ver, Jimmy acababa de terminar de conectar algunos fusibles porque se había puesto de pie y quitado las gafas. Con una de sus mangas se secó el sudor que resbalaba de su frente.

"Bien, parece que ya quedaron las luces." lo escuchó decir sin quitarle la mirada de encima al aparato musical. "Enciende otra vez la máquina, Sheen", y este procedió a enchufarla y seguidamente unos rítmicos destellos fueron proyectados de la máquina hacia todas partes, inundando de colores a la dulcería.

"¡Sí! ¡Está vivo!!" exageró el mexicano en celebración.

"¿Libby has traído los discos faltantes?" interrumpió el castaño, mientras con un trapo se removía la grasa que había quedado en sus manos.

"Los tengo justo aquí, Jimmy. Estos son todos los discos que cuentan con mi sello de aprobación. Ya podemos incluirlos en la rockola," exclamó colocando la torre de cds sobre la máquina. "Deben ser por lo menos cien discos nuevos, desde blues, funk, metal, kpop, indie, hasta lo más nuevo en dubstep."

Jimmy estaba complacido. "¡Excelente trabajo, Libby! Sabes que de haber tenido mis verdaderas herramientas de trabajo no les hubiese pedido que donaran sus discos, pero agradezco que todos contribuyeran a la causa." comentó el genio. "Iré a lavarme las manos, ¿podrian mientras tanto comenzar a insertar los discos en la rockola?"

"Si, no hay problema. Todo lo que sea por mejorar este lugar," dijo Libby encogiendose de hombros, miró de reojo a su amiga antes de añadir un comentario más que tomaría desprevenido al muchacho. "Por cierto, Jimmy… creo que Cindy te espera en la barra." y soltó una risita .

Al escuchar esto, Cindy quien les había seguido espiando desde aquella distancia, casí se le salió la malteada por la nariz. Rápidamente se giró nuevamente hacia Sam para ocultarse.

Jimmy se puso también nervioso. Efectivamente, ¡allí estaba ella! De espaldas, en la barra. ¿Por qué no se acercó cuando vino con Libby? ¿En verdad seguiría molesta con él? Dudó un poco en cuál debía ser su siguiente movimiento. ¿Saludar casualmente como si nada? ¿Intentar disculparse? ¿Fingir que no la había visto? ¿O lavarse las manos?… sí, probablemente debería hacer eso último antes. Se dirigió al baño para caballeros, cerró la puerta detrás de sí y tomó un respiro. Avanzó hacia el lavamanos y se miró al espejo. Admiró su rostro con los golpes aun visibles, y se pasó la mano por el cabello, peinándolo de lado. Se veía terrible, pero era lo mejor que podía hacer. Sus manos comenzaban a sudarle. Abrió el grifó y se las lavó. Las secó con delicadeza y posteriormente se dirigó hacia la salida del baño. Esta vez cuando salió, el asiento donde había estado Cindy hace unos instantes estaba ahora vacío, incluso su malteada había quedado a medias. Se rascó por detrás del cuello, pensativo y algo desilusionado y luego regresó hacia la rockola.

En ese momento se escuchó la campana de la nueva puerta recién instalada. Era el ex-director Willoughby quien hacia su entrada en la dulcería, traía en sus manos una pila de papeles que le impedían ver correctamente hacia el frente. Con dificultad se balanceó hasta llegar a la barra donde seguía Sam trabajando, dejó caer la pila de papeles sobre un asiento y él tomó otro.

"¡Sam, muchísimas felicidades por tu compromiso, amigo!" celebró el ex-director con alegría. "¡Ya lo sé todo! La Srita. Ave me lo ha contado esta mañana." comentó arqueando las cejas en juego, "¿O debería decir, la futura Sra. Melvick?", y soltó unas risitas.

Sam sonrió mientras seguía preparando malteadas para los jóvenes que seguían llegando. "Gracias, Will. Todavía no me lo creo, pero ya es un hecho. ¡Habrá boda! Sí, sí. Y tú eres invitado de honor, ¿eh?"

El profesor aplaudió con delicadeza y emoción. "¡Sí! ¡No me lo perdería por nada! Será fantástico…," y se pausó, para aclarar su garganta. Tomó el frasco de cerezas de la barra y comenzó a saborear una con delicadeza, "Sin embargo hoy estoy aquí por otra razón, espero no te hayas olvidado de nuestra feria anual de Retroville, en este momento traigo conmigo los volantes publicitarios con todo el programa del evento.", agarró uno de los papeles, y se acomodó las gafas para ver uno y entregárselo luego a su compañero, "tendremos desde el típico juego de pesca de manzanas con la boca hasta una película proyectada al aire libre. ¡Será muy divertido! Te necesito para hacerte cargo de algunos detallitos minúsculos… ¿dirás que sí?"

"Uh", articuló Sam, mientras le daba un vistazo al papel.

"¡Sí! ¡Ese es el espíritu! Mira aquí tienes tu porción de volantes para que los difundas. ¿Verdad que quedaron chulísimos? ¡Lo sé! ¡Ja ja! Por cierto, te estoy incluyendo como uno de los jueces en el concurso de repostería, los demás detalles te los tendré que dar mañana, justo ahora me tengo que ir a invitar al otro juez, hablamos después ¡hasta lueguito!" y con esto, se puso de pie, tomó el resto de los papeles, una cereza más para el camino, y se dirigió a la salida.

Sam se restregó una de sus manos por la cara. Ese William cada año le hacía lo mismo, y esta vez lo pilló más desprevenido que nunca. Se había olvidado por completo de la feria. Ahora tenía más pendientes que atender. Miró hacia el grupo de gente que se encontraba en la dulcería y luego volteó hacia Cindy que salía de los vestidores ya con su uniforme y patines puestos.

"¿Y a tí que mosco te picó? Todavía falta otro rato para que inicie tu turno." interrogó Sam.

Cindy miró hacia Jimmy que seguía distraído con la rockola y regresó su mirada hacia su jefe. Se encogió de hombros y entre risitas contestó, "Bueno, con tanta gente aquí, pensé que sería mejor echarte una mano para variar." se excusó ella y sonrió inocentemente.

Sam hizo una mueca en sospecha, pero aceptó la ayuda gratuita y voluntaria. "Bien, entonces ponte a repartir estas órdenes, Vortex. Mesa 03, 05, 09 y 10." y tocó el timbre de la barra indicando que estaban listas para ser despachadas. "Y también, llévate estas cosas… y dáselas a los clientes."

Cindy se aproximó, rodando sobre los patines para ver más de cerca.

"¿Ya tan pronto es la feria anual de Retroville?" sonrió, y le dio un vistazo al programa de actividades. Una de esas le había llamado especialmente la atención, desvió la mirada del papel para ver nuevamente al genio a lo lejos, y luego, otra vez al papel. Sintió como su corazón comenzaba a agitarse de la emoción. No era nada descabellada la idea, podía hacerlo, y además, el premio era demasiado jugoso como para dejarlo pasar.

"Un concurso del mejor pay de Retroville, ¿eh?, no suena mal… " se dijo para sí misma. Ahora ya sabía qué hacer para enmendarse. Tomó la bandeja con las órdenes listas y esta vez al darse vuelta sus ojos conectaron con los de Jimmy, quien la había volteado a ver desde su sitio. Apenada, solo desvió su mirada y se alejó a repartir el servicio, mientras la rockola por fin comenzaba a sonar en toda la dulcería y el nuevo show de luces se hizo ver por todas partes.

"Sí, ahora las fiestas se van a poner aún más ultra-buenas," añadió Sheen, subiéndose a una mesa para hacer bulla. Rápidamente, Libby lo bajó de su sitio. Sam solo los miraba con fiereza desde lejos.


Jeh, me encanta escribir escenas entre Cindy y Sam. (¡En un extraño sentido paternal, claro!) LOL.
¡Feliz San Valentín a todos! No olviden darse una vueltita por el aún vigente . proyectoneutron. c o m ¡Hasta el prox. update!