CAPÍTULO 10 IMPACTO

Chicago, Mayo 2012

Los siguientes años no fueron nada fáciles para Esme, aunque sí muy constructivos en muchos aspectos.

La búsqueda de su hijo arrebatado no resultó ser tan fácil como había predicho en un primer momento Carlisle; el desahogo económico del padre de sus hijos trajo la posibilidad de consultar con los mejores abogados de la ciudad el caso pero ese despliegue de letrados reconocidos siempre tuvo los mismos resultados. Se interpusieron dos demandas contra el Hospital Católico de La Cruz por falsificación de documentos e informes médicos y desaparición de un menor aunque, obviamente, fueron desestimadas por falta de pruebas.

Fue más de un año de apelaciones, nervios y llantos que les llevó de nuevo al punto de partida

Para colmo, a la rabia de sentirse en un callejón sin salida, había que sumar la gran ausencia que Esme tuvo que sufrir con la partida de su amiga Linda a otra ciudad. A pesar de contar con la ayuda de Carlisle, Esme sentía que se había quedado completamente sola en la búsqueda de la verdad; prácticamente habían comenzado este camino juntas y ahora las circunstancias de la vida les había hecho separarse. En cierto modo envidiaba a su amiga. Lo hacía porque ella tuvo un precioso bebé al que llamó Tayler y pudo restablecer con él y con su marido un nuevo comienzo en su vida.; a pesar de no olvidar ni un solo día a su Alice finalmente tuvo que darle la razón a su marido. No podían estar siempre viviendo en el pasado porque su bebé no se lo merecía. Ese pequeño se merecía unos padres felices y sonrientes por ser los destinatarios del precioso regalo de su presencia. Esme en cambio no podía hacer nada de eso, no podía seguir con su vida, porque cada vez que miraba a Daniel veía a su lado una copia exacta de él…

Hablando de Daniel, su hijo cumplió a rajatabla la promesa de cuidar por su bienestar.

Cuidó de ella como si se hubieran cambiado los roles y él fuera el padre en vez del hijo durante la marcha de su amiga Linda e intentó mantener una relación cordial con su padre. No fue para nada sencillo. Daniel por aquel entonces era un adolescente con las ideas muy claras para su edad, el hecho de reencontrarse con su padre ya con ideas preconcebidas hacia él solo le hizo recelar del hombre en todo momento. Estaba reacio a abrirse a él y no era para menos; Esme no se sentía cómoda del todo delante de su primer amor, no concebía que después de haberla abandonado estando embarazada él se hubiera casado con otra mujer con la clara expectativa de crear una familia juntos.

Esa incomodidad se la transmitía a su hijo casi sin darse cuenta.

Pero Carlisle era un hombre obstinado como pocos y con una gran paciencia. A pesar de la dureza de sentimientos de su hijo nunca cesó por hacerse un hueco en su corazón. Esme fue testigo de cómo su protector más acérrimo sucumbía con lentitud a los encantos naturales de su padre. Carlisle empezó a pasar más y más tiempo en su casa. Todos los días, cuando salía del trabajo, iba a casa de Esme a esperar a su hijo. Merendaban juntos y luego Carlisle le ayudaba con la tarea. Empezaron a salir juntos, la relación padre e hijo iba creciendo cada día más. Un día iban al cine, otro día iban a algún partido de fútbol…

Todo cambió el día que incluyeron a Esme en esas salidas.

La ciudad y el país entero estaba en fiestas celebrando el Cuatro de Julio. A unas manzanas de la casa de Esme habían montado una enorme feria con pequeñas atracciones, tómbolas y puestos de juegos. Daniel quería ir a toda costa a ver los fuegos artificiales; tenía ya quince años y Esme sospechaba que no eran los petardos precisamente los que alimentaban el afán de su hijo por acudir a la feria… una tal Charlotte de su clase era la razón por la que quería ir hasta allí. Esme no supo cómo pasó todo, pero acabó aceptando esa invitación de Carlisle para celebrar con su hijo la fiesta de la Independencia.

No supo muy bien cómo pasó.

En cierto modo se quiso convencer de que todo esto era normal; sólo eran dos padres con mucho a sus espaldas que, después de dos años de cordial relación tras su reencuentro, quedaban para celebrar junto a su hijo el Cuatro de Julio. Aunque no podía evitar ponerse nerviosa ante la cercanía de ese hombre. Desde que volvieron a encontrarse siempre se habían visto en su casa, siempre en la seguridad del terreno de Esme. Ahora de repente, las calles festivas se la antojaban muy peligrosas para su seguridad emocional.

Y así fue.

Para cuando llegaron a la feria Esme ya estaba más que intoxicada por el perfume de Carlisle y por su amabilidad. Y por su sonrisa… la lista era larga. La gente pasaba por su lado sonriendo, los niños comían algodón de azúcar mientras los gritos procedentes de las atracciones ponían música de fondo festiva. Carlisle jugó con Daniel en las casetas de las escopetas aunque ninguno de los dos consiguió un triste muñeco debido a su pésima puntería.

Esme empezó a relajarse y a pasárselo verdaderamente bien… hasta que su hijo vio a su grupo de amigos en el cual se encontraba la ya famosa Charlotte. Antes de que pudiera darse cuenta Esme se quedó a solas con Carlisle; después de mucho tiempo se volvió a sentir como aquella adolescente tímida de antaño. En cambio Carlisle parecía más que cómodo. Compró un helado que compartieron sentados en un la hierba del Grant Park, rodeados de gente. Era como si no hubiera pasado el tiempo… hablaron de todo y de nada y, por primera vez en mucho tiempo, Esme volvió a sonreír con sinceridad.

¿Te acuerdas aquella vez que subimos al tío vivo? — preguntó Carlisle cuando estuvieron en el punto más alto de la noria. Esme sonrió.

Por supuesto, cómo olvidarlo. Casi te vomitas en los pantalones — Carlisle puso cara de falso enfado.

Gracias por recordarme ese momento vergonzoso — se puso serio —, me refería a ese día en general. Aquella noche, cuando recuperé mi color normal de cara te dije que te quería — Esme dejó de sonreír —. Fui completamente sincero en mis palabras, Esme.

Mejor no vayas por ese camino, Carlisle. Nuestra relación me provocó mucho dolor — él tomó las manos de Esme entre las suyas.

Me arrepiento todos los malditos días de las palabras que te dije la última vez que nos vimos — negó con la cabeza —. Fui un completo egoísta. Conocer a nuestro hijo ha sido lo más maravilloso del mundo… seguido de volver a encontrarte — para entonces el corazón de Esme era una batidora sin control a la máxima potencia.

Carlisle…

Eres una mujer que mereces ser amada de manera incondicional todos y cada uno de los días — susurró —, déjame ganarme tu corazón de nuevo, por favor. Antes me muero que volver a perderos…

De ese Cuatro de Julio hacía ya quince años. Y, por supuesto, Esme le dio una oportunidad a Carlisle. A pesar de que fue tan testaruda como su hijo, su corazón con Carlisle se fue ablandando; con el paso de los meses era segunda oportunidad se convirtió en promesa de matrimonio. Al fin, Esme tenía la boda que tanto merecía con el hombre de su vida. De una vez por todas eran la familia que debieron ser desde un principio… desde entonces y hasta ahora esa felicidad sólo era interrumpida de vez en cuando con la búsqueda infructuosa de su hijo…

Hasta que Esme, a principios de año, leyó una noticia de pie de página de un periódico local en la que una paciente del hospital de La Cruz narraba cómo había sido testigo del intento de secuestro de un bebé en la planta de maternidad. Una enfermera a la que no llegó a ver la cara intentó llevarse a uno de los bebés del nido, pero el angustiado padre hizo acto de presencia en el momento oportuno…

A partir de entonces las denuncias sólo aumentaron; las irregularidades en el área de maternidad de ese hospital habían sido muchas pero la gente no se había atrevido a denunciar bien por miedo o bien por querer olvidar un episodio nefasto de su vida. Con cada noticia difundida sólo crecía el número de posibles afectados. No se trataba de casos aislados. No. Se trataba de una cantidad enorme de víctimas, el mismo modus operandi… era una mafia. La presión mediática y las víctimas señalaron a varios trabajadores del hospital; tan evidente era todo que finalmente uno de los doctores tuvo de denunciar los hechos y servir su propia cabeza en bandeja de plata…

Así, una vida entera después, se encontraba con su hijo y con su marido en la puerta de ese maldito hospital para celebrar la imputación de los principales responsables de los robos.

Quizás, finalmente este era el día que su vida cambiaría para siempre…

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Forks, Mayo 2012

Me acerqué aún más a la televisión.

Era como si estuviera viendo un fantasma o algo parecido porque el hombre que estaba en la pantalla era igual a Edward, pero no era él. Este hombre tenía el pelo más largo, demasiado para que le hubiera crecido en tan sólo dos semanas. Además, sus ojos eran distintos, eran tan dorados como el sol. Dios Santo… el chico de la tele tampoco tenía ese lugar que adornaba su cuello de manera única.

—Bella... —murmuró Rosalie —. ¿Qué demonios es esto? Ese chico es igual a Edward.

Alcé la mano para que Rosalie se callara. Subí el volumen de la televisión hasta que mis oídos se quejaron, pero necesitaba saber qué mierdas estaba pasando. Hubiera pensado que mi mente me había jugado una mala pasada por mi obsesión casi insana por Edward, pero Rose también lo estaba viendo. No era yo, no estaba loca… era malditamente real. La reportera de las noticias comenzó a hablar.

"—Conectamos en directo desde la puerta principal del Hospital de la Cruz con algunos miembros de la Asociación de Adopciones Irregulares que denuncia la desaparición masivas de bebés de los años cincuenta hasta la década de los ochenta, Decenas de víctimas de esas desapariciones han convocado esta reunión delante del lugar donde sucedieron la mayoría de robos de bebés en un intento por presionar a los presuntos responsables de dichas desapariciones. El juez que lleva el caso ya ha imputado a tres enfermeras y a dos médicos desde que el ginecólogo Eleazar Sinclair denunciara los hechos de los que fue partícipe. Las víctimas esperan la imputación de la enfermera Carmen Sinclair, esposa de Eleazar y supuesta cabecilla de la trama de los bebés robados — la imagen se amplió de nuevo, dejándonos ver a esa mujer acompañando al doble de Edward — Tenemos con nosotros a Esme Cullen y a su hijo, Daniel Cullen — Daniel… — ¿Nos pueden decir cómo se han tomado las últimas imputaciones? ¿Están satisfechos con la evolución del proceso? — la tal Esme sonrió amablemente a la periodista antes de contestar.

Estamos muy contentos de que finalmente se haya admitido a trámite todas nuestras denuncias. Fue una grata sorpresa que el doctor Sinclair declarara y diera a conocer el horror que muchos padres vivimos en este edificio. Debo decir que estaremos realmente satisfechos el día que veamos a Carmen entrando a un juzgado en calidad de detenida — suspiró y tomó aire — Ella fue la que se llevó a mi bebé… El parentesco que une a Carmen y Eleazar impide que obliguen al doctor a testificar en contra de su esposa… aunque no perdemos la esperanza de que finalmente lo haga.

Con cada nueva noticia hemos visto cómo paso a paso la asociación crecía cada vez más, ¿cómo es la organización? ¿Han visto una crecida en el número de gente que busca información? —Esme sonrió de nuevo.

Realmente, sí. Por desgracia son muchas las personas afectadas por esta mafia, muchas más de las que puede parecer. Nuestro próximo paso en cuanto el juez nos dé permiso es crear una base de datos de ADN de los padres de los bebés robados para facilitar una posible búsqueda. Ahora que la noticia es conocida por todos, si hay alguien que es adoptado o sospecha que puede ser uno de estos niños y quiere buscar a su familia biológica es tan sencillo como ponerse en contacto con nosotros, hacer la prueba y comparar los resultados con dicho archivo. En todo momento nuestro cometido es potenciar el posible reencuentro entre padres e hijos. Gracias a Dios ya son cincuenta y ocho las familias que se han conocido.

Usted dio a luz a gemelos en este mismo hospital, ¿cierto? —la mujer sonrió con tristeza.

Así es. Hace treinta años di a luz a dos bebés — se abrazó a su hijo —. Este es Daniel, es la primera vez que ha podido acompañarnos a una reunión de este tipo — mi boca no podía estar más abierta. Me había quedado sin aire, paralizada y…

¿Es usted consciente de que puede que justo ahora su otro hijo puede estar viendo la televisión? Ahora mismo puede estar viendo por primera vez a su hermano gemelo y a su madre biológica y….

— ¡Madre de Dios! — exclamó Rosalie.

Era consciente de que ella me estaba hablando, estaba oyendo su voz a mi lado, pero no escuchaba sus palabras. ¿Cuántas posibilidades había de que ese chico que estaba viendo a través de la pantalla fuera un simple doble de Edward? Alguien me dijo que a lo largo y ancho del mundo todos y cada uno de los habitantes del planeta tenemos un doble al que no nos une ningún tipo de relación familiar. ¿Probabilidad de que fuera ese caso? Evidentemente muchísimo menor a que ese hombre fuera el hermano gemelo de Edward.

La misma edad, la misma cara… Santo Dios, incluso los mismos gestos…

Me tapé la cara con las manos en un intento inútil por separarme del mundo real y evadirme a mi maldito mundo para pensar. ¿En realidad estaba pasando esto? ¿Era cierto lo que había visto y oído? Porque si yo no me había vuelto loca y en verdad esto estaba sucediendo quería decir que la vida de Edward y de los que estábamos a su alrededor había sido un completo engaño. Los cimientos sobre los que se habían construido todas y cada una de sus relaciones, incluida la nuestra fallida, habían sido una maldita falacia. Justo ahora entendía el por qué de muchas preguntas sin respuesta a lo largo de todos estos años. No podía creer que aquellas noticias que llevábamos días viendo en la televisión había afectado a alguien de mi familia. A mi Edward…

Ni Sulpicia ni Aro eran los padres de Edward, eso era ya un hecho. ¿En qué circunstancias habían adoptado a Edward? ¿Habían pagado por el bebé como decían en muchos de esos casos? ¿Ellos sabían que era una adopción ilegal? ¿Sabían que estaban arrebatándole de manera cruel el bebé a una madre?

Esas preguntas se alzaron ante mí como un muro invisible haciéndome incapaz el razonar con coherencia.

— ¿Te puedes creer esto que hemos vis…? — Rosalie dejó la frase a medias al ver que me estaba poniendo la chaqueta — ¿A dónde demonios vas?

—Tengo que ir a ver a Aro.

— ¿Cómo? ¿Ahora?

—Tengo que verlo — espeté —, ahora mismo tiene que dar como diez mil explicaciones.

Dejé a Rosalie sola en mi casa y tan confundida como yo o más. Mientras montaba en mi Toyota me dije a mí misma que Aro en realidad no me tenía que dar explicaciones a mí; se las debía todas a Edward, al niño que había criado dejando de lado en una infinidad de ocasiones. Ahora entendía todo, entendía el por qué de todos los desplantes a Edward, porqué Aro defendía lo indefendible si se trataba de Emmett. Santo cielo, ¿y mi tía? ¿Cómo Sulpicia había accedido a ir a un hospital y tomar a un bebé en esas circunstancias? No me lo explicaba de ninguna manera. Me negaba por completo a creer que ella supiera las condiciones en las que se cerró esa adopción.

Esa era la razón principal por la que necesitaba ver a ese hombre. Necesitaba que Aro me asegurara que mi tía no estaba metida en nada de lo que se decía en la televisión…

Tan centrada estaba en mis pensamientos que cuando me quise dar cuenta estaba entrando en el camino de tierra que me llevaba a la gran casa. Aparqué mi coche sin mirar muy bien donde lo hacía y prácticamente me lancé hasta la puerta. Enseguida me abrió la mujer que ayudaba a Aro con la casa desde que mi tía falleció. El gesto de su cara me indicaba que Aro había visto y oído la famosa noticia.

—El señor…él no se encuentra muy bien — me avisó la mujer mientras se apartaba para dejarme pasar.

—Creo que tiene motivos para no estar bien — murmuré.

Cuando llegué al enorme salón me encontré a mi tío sentado en uno de los sofás con la cara entre las manos. A pesar de que todo estaba en silencio, por el movimiento de sus hombros supe que estaba llorando. Sin decir nada, me senté frente a él y esperé pacientemente a que se calmara.

—Si has venido a mortificarme has hecho el viaje en vano. No puedo estar peor — susurró sin mirarme aún.

—No he venido a mortificarte… aunque te lo mereces — levantó la cabeza y me miró —. He venido a saber.

—Si has visto las noticias se puede decir que ya conoces la historia — fruncí el ceño.

—Por lo que he visto en las noticias lo único que sé es que una mujer tuvo gemelos y le robaron a uno de ellos. ¿Cómo pudiste hacerlo, Aro? ¿Cómo conseguiste convivir con tu conciencia a lo largo de todos estos años? — el hombre apretó con fuerza el bastón que sostenía entre sus manos.

— ¡Lo hice por ella! ¡Lo hice por mi mujer! — gritó —. Sulpicia quería un bebé… tantos años intentando quedarse embarazada, tantos abortos… —cuando me miró a los ojos vi que los suyos estaban enrojecidos —. Le propuse adoptar y aceptó, pero si lo hacíamos por el procedimiento legal el proceso se alargaría mucho. Tu tía tenía depresión y yo no quería que empeorara… así que un conocido me dio el contacto de una enfermera en Chicago. Ella nos daría un bebé a cambio de…

— ¿A cambio de qué?

—Dinero. Yo… compré a Edward — me levanté de golpe haciendo que Aro se sobresaltara.

—Por todo lo sagrado… ¡lo compraste! — me pasé la mano por el pelo —. ¿Mi tía sabía todo esto? — asintió lentamente.

—Supo que pagamos por la adopción, pero pensó que todo era legal. Ella se creyó lo que esa enfermera nos dijo. Nos explicó que se trataba de una madre soltera que no quería al bebé. Mierda, pensé que le estaba haciendo un favor.

— ¿Cómo? ¿Me estás diciendo que piensas que hiciste tu buena acción del día quitándole un bebé a su madre? —Aro se encogió en el sitio —. Le quitaste la oportunidad de criarlo y amarlo junto a su hermano — sonreí sin ganas —. Con lo que no contabas es que todo esto saliera a la luz… y mucho menos que Edward tuviera un gemelo que ahora lo está buscando. Tampoco contabas con que luego mi tía se quedara embarazada de Emmett, en ese momento es cuando le diste la patada a tu adoptado, ¿no? Dime, ¿por cuánto lo compraste?

—Bella, ya es suficiente… yo…

— ¿Cuánto? — desvió la mirada.

—Ocho mil dólares — no pude evitar la cara de asco.

—Felicidades, Aro. Destrozaste la vida de dos familias por ese montón de billetes. No mereces que te llamen padre.

Me giré y sin decir nada más caminé hasta la salida oyendo los sollozos lastimeros de Aro cada vez más lejos. Sólo me sentí relativamente segura en el momento que cerré la puerta de mi pequeño coche. Apoyé la frente en el volante y esperé un poco para relajarme antes de volver a conducir.

Demasiada información.

¿Cómo podía cambiar la vida de una persona en apenas unos minutos? Todo en lo que una vez creíste, tus raíces… tus orígenes. ¿Cómo asumir que todo eso te lo habían robado? ¿Cómo iba Edward a aceptar todo esto? Sin duda iba a ser un shock si precedentes en su vida. Él tenía unos padres y un hermano que lo estaban buscando, que siempre lo habían amado… sin darme cuenta me puse a llorar como una niña pequeña cuando fui consciente de lo diferentes que podrían haber sido nuestras vidas si desde un principio hubiéramos sabido que Edward era adoptado. Quizás nada de esto hubiera pasado, quizás no nos habríamos separado antes de empezar nuestra efímera historia. Aunque quizás, si la historia hubiera llevado su curso normal, no nos habríamos conocido.

Estaba divagando apoyada en el volante, sí, pero no lo podía evitar. Miles de posibles escenarios se me venían a la mente. Los pensamientos se acumulaban en mi cabeza antes de que pudiera procesarlos.

El teléfono interrumpió mi locura momentánea.

— ¿Sí?

—Bella, soy Rose… Emmett está conmigo, en tu casa — suspiré.

—Se ha enterado ya, ¿no?

—Sí. Lo ha visto todo. Ha salido un poco antes del trabajo. Está… está alucinando, pero no te llamaba para eso. Es Edward — me enderecé en el asiento.

—Oh, Dios… ¿cómo está?

— Edward está en el aeropuerto, está a punto de coger un avión para acá… pero no sabe nada, Bella. Emmett no ah querido decírselo por teléfono…

Santo Cielo…


¿Qué os ha parecido el capítulo? ¿Y la conversación de Bella con Aro?

Muchísimas gracias por todos vuestros comentarios

Ashleyswan, Manligrez, Gretchen CullenMasen, PequeeCullen20, Gaby Rivera, Yasmin cullen, Naara Selene, Maze2531, ALEXANDRACAST, Sarai GN, Troian, Elizabeth Lecter, Evetwilight11, Lory24, Kikaly, Karen's Lullaby Cullen Swan, BeaGiil, Liduvina, Anamart05, Ludgardita, Chusrobissocute, Nyx 88, Elaine Haruno de Uchiha, Janalez, Yyamile, BABYBOO37, Rafaela monterroso, Iku cSwan, Ettena, LauCullenBlackSwan, Leona St, Bella Nympha, Maripo Cullen, Masilobe, Anisa Eliana, Amanda Cullen Salvatore, Jacke94, Lydia Zs Carlton, Kimjim, Yuliette06, Clary, Butterfly of Violet Wings, Betza MB, Guest, Maru Li Tsukiyomi, NardaMar y a todos los lectores anónimos.

Muchas gracias por seguir esta historia! Este fic no será tan extenso como mis otras historias, ya le queda poquito =) Nos leemos en un par de semanas más o menos, un besote!