Yo...no se mucho de drogas, pero aun así me gusto como quedo. Tal vez este sea el que tenga mas sentimiento de "odio" fue el catarsis de un día muy pesado para mi, aun así me gusta mucho.
Saint seiya no me pertenece.
No es mas que pura tierra y miseria a tu alrededor, las caras alegres que alguna vez en tu joven infancia pudiste disfrutar ya no eran mas que despojos vacíos de vida, vida carente de sentido. Pocos, podían decir que disfrutaban de esa vida, y hacían todo lo que podían para poder sobrevivir, pues vivir no era una opción fácil. Rasgar y jalar, arrancar y pelear por ello. Pobres de todo sentido, famélicos. Trabajaban día y noche para mantener a más de una persona. Esos fueron tus amigos de la infancia, tus vecinos, ahora; eran tus empleados.
En realidad siempre fueron tus empleados, pero tu mente inocente de infante vacía de clasificaciones sociales nunca los vio como tales, fueron niños, niños alegres, tanto como tu, inconscientes de la penas y letanías que sus padres sufrieron, del abuso, del trabajo duro que estos resistieron, ¿Que iba a saber tu pequeña cabecita de todo aquello? Nada. Hasta que cumplieras la edad cruel.
Y borrara de ti todo rasgo de inocencia, y te volvieras aquel ser "maldito" entre los pocos privilegiados, si, eras rico entre los pobres, el Nepal no era un lugar fácil en el cual poder vivir y prosperar del modo en que tu lo hacías. La facilidad con la que obtenías lo que querías, a la hora en la que querías, era todo gracias al esfuerzo de tus ingeniosos padres, astutos, que rompieron sus lomos a costa de trabajo inhumano para estar sentados en sus últimos días en cómodas sillas, abanicados como si fueran monarcas de un mini imperio, establecido casi en la raya de la esclavitud. Pero, tu que ibas a saber ¿Que ibas a saber? No te importaba.
¿Por que? Porque apenas veías a tus padres en la noche para cenar, ni en el desayuno, ni al medio día, y cuando el sol moría detrás de las colina y todo oscurecía; era el único momento en que no podían escapar de su hogar, pero si de su horario "ejecutivo". Te daban igual, te pagaban todo lo que querías y eso era lo que te importaba, ¿Cariño? Esa palabra nunca existo en tu vocabulario, eras un condenado y maldito demonio chupa dinero, mientras ellos continuaran dándote todo el botín de la gallina de los huevos de oro, tu seguirías rindiendo pleitesía a ellos, como un creyente hipócrita que reza a sus santos solamente cuando les necesita, rogando de un asqueroso milagro.
Y siendo tu así entonces, no mas que un pre-puberto de catorce años, que se creía el rey del mundo, cuando apenas lo que tenia de rey, no era nada mas que ese nombre "Aiacos", y una completa imagen de águila, ¿Para que bajar la mirada y ver las serpientes arrastrarse entre tus pies? Perder el tiempo. Tu raza no se desmentía, eras un nepalí de pies a cabezas, piel morena y tostada, y no precisamente por el cruel sol que azotaba los campos de trabajo, mirada oscura y profunda como pozos de brea hirviendo, esperando por nuevas victimas. Cabello negro como la oscura noche, y alto, tan alto que confundías a los que por tu edad se arriesgaban a preguntar, pues tú en tu burbuja de falsa deidad, no te codeabas con todos, no para nada. Según tu; te codeabas con exquisitas aves de vuelo de tu clase, personas de su mismo nivel, TU no te bajarías a su nivel, ellos debían de alcanzarte para poder ganarse por lo mínimo, tu presencia.
Vivías rodeado de muchas personas, todos, absolutamente todos lamían casi literalmente el piso por donde caminabas, crueles víboras disfrazadas de águilas, esa clase de "amigo" te ganabas al ser todo un diablo con mascara de Dios, lo triste, es que no todos pueden jugar a ser Dios. Para jugar a aquello, se debía de pagar caro, y siempre el precio no subía ni bajaba de una sola cosa; Sufrimiento.
Como todo buen "Dios" debías de tener un pequeño vicio, según tus ideas retorcidas de diversión; drogarte era la mejor manera de pasar el rato, claro, como todo chiquillo malcriado debías de hacer cosas que costaran caro, ¿y que mas caro que la droga? Y de buena calidad sobre todo, nada barato, eso era cosa de pobres, y tú, insensible intento de dios malcriado; podrías ser todo, menos pobre.
Cuando el cruel mundo infecto tu mente con sus retorcidas ideas de cambio, de división, y de clasificación, la palabra pobre se había vuelto un veneno para tu sistema, primero muerto antes que pobre, solías decir entre chistes con tus víboras compañías, esas que celaban en secreto tus "triunfos" y se jactaban de tus ventajas. Animales rastreros que sabían bajar de tu árbol todas las manzanas doradas que quisieran porque claro; todo buen dios era caritativo y bondadoso con sus seguidores.
Así que regabas a diestra y siniestra todos los "huevos de oro" de la cosecha que a ti, claramente te sobraban, claro porque en tu ilusa mente, tenias mucho dinero, y el dinero te sobraba tanto, que siempre estabas regalando parte de tu botín. Caro, eso te saldría muy caro.
Con artimañas y palabras dulces, encantadas con mucha miel y un poco de humillación por parte de ellos, cautivaron tu atención, y accediste a dar mas de lo que debías de dar. Encantados por el olor del dinero, decidieron tenderte la peor de tus trampas.
Retarte.
Tu, no retas a un Dios, y menos a ti, que te creías uno, te pavoneabas como uno, y pronto; caerías como uno.
LSD y metanfetamina , eso si era nuevo para ti, desde cocaína y marihuana, pero eso era completamente nuevo para ti, lo peor; es que te dejaste guiar.
"Tomate todo esto" sugirieron, advirtieron que era la dosis común, que era la cosa más normal del mundo tomar tanto, y tu, que aceptabas todos los "retos" que te ponían en frente, accediste como niño pequeño. Te sentaste junto a ellos en tu lujosa habitación, inhalaste por última vez de tu narguile la vaporosa sustancia que exhalaste por tus fosas nasales, y te tragaste el elixir "mágico".
Como un rayo recorriendo por toda tu espina, aquella sensación se te clavo en el cráneo y te mando de boca a una habitación completamente negra, tenebrosa, llena de personas sonrientes, sonrisas perladas llenas de dientes y sangre, como si pudieras ver la verdadera imagen de tus "amigos" y en un parpadear, aquel mundo cambio por completo, dio vueltas sobre si mismo y se quebró en pedazos. Las flores nacieron de tus oídos, los colores brotaron de tu boca, y un paraíso casi irreal se presento ante tus ojos, oh, ¿a eso llamaban el nirvana entonces? La sensación de paz, de tranquilidad, y de repente, la nada, acabo contigo.
Afuera no había pasado mucho, tú te revolvías en tu propia espuma acostado en el mueble, mientras las víboras se llevaban lo último que podrían sacar de ti, tu pequeño cuerpo de pre-puberto no podría resistir tal dosis. Pero tu no sufriste, no, la sonrisa en tu cara boba llena de espuma y tus glóbulos oculares desorbitados reflejaban una tenebrosa y espeluznante paz eterna, que aterraría por siempre en el recuerdo a tus padres, a la hora de encontrarte muerto entre tu propia saliva.
