N/A: Holaaa, ¿alguien recuerda este fic? Bueno ¡Regresó en forma de fichas! (?) sí, como dice Milhouse jajajajaj Estaba un poco enfadada por algo y por eso no quería actualizar, pero para no empezar mal con el cap, abajo hay una nota explicativa al respecto. (Si es que a alguien le importa)
Capítulo dedicado a Emma Valentine Redfield De Sparda, aunque no me deja reviews aquí, siempre me da su opinión por Facebook. Un beso Emmita ojalá te guste.
Sé que algún día tendrás una hermosa vida
Sé que serás una estrella en el cielo de alguien más
Pero ¿Por qué?
¿Por qué no puedes serlo en el mío?
Black – Pearl Jam
Capítulo diecisiete: La Mansión Spencer II
Barry y Jill regresaron lo más rápido posible al enorme salón por el cual habían ingresado a la mansión. Luego de ver con sus propios ojos el cuerpo sin vida de Kenneth Sullivan, no titubearon en dirigirse hacia su capitán para informarle lo ocurrido, además, no querían arriesgarse a tener que enfrentarse a más de esos seres podridos. No obstante y cuando se suponía que Wesker estaría allí custodiando la entrada, no había rastro alguno del hombre de cabellera rubia. Gritaron su nombre, pero no hubo respuesta, no existían indicios de que él estuviese cerca. Barry ideó un improvisado plan para buscarlo, la castaña aceptó y se dirigió a la segunda planta con esperanzas de encontrarle allí, mientras que el de apellido Burton hacía lo propio en el primer piso. Era cierto que Jill no se fiaba del todo de Wesker, pero tampoco deseaba que terminase como Joseph o Sullivan, y el hecho de que poco a poco fuesen desapareciendo miembros de su equipo, comenzaba a desesperarla, especialmente el no saber nada de Chris por una cantidad de minutos considerables.
Resultaba desconcertante que Albert hubiese desaparecido así como así, no oyeron disparos ni ningún ruido o exclamación que indicase que él se encontrara en peligro o algo por el estilo. ¿Dónde demonios se había metido?
La joven dio unas cuantas vueltas por la segunda planta de la enorme vivienda, no quiso adentrarse por los pasillos, pues no le sobraba munición y sinceramente no le agradaría batallar por sí misma con aquellos monstruos, aunque sabía que tarde o temprano tendría que armarse de valor y hacerlo. No vio nada que se relacionase directamente con que Wesker hubiera estado en ese sitio, así que descendió por las escaleras y regresó con Barry.
—¿Has tenido suerte? —inquirió su compañero, al verla aproximarse.
—No —negó ella, el miembro S.T.A.R.S. suspiró cansado —. ¿Qué está pasando aquí, Barry? No entiendo nada.
—Yo tampoco.
Jill captó que su amigo fue incapaz de mirarle a la cara al momento de responder. Había notado ciertas actitudes extrañas en Barry durante los últimos meses, ella y Chris estaban muy preocupados por ello, no sabía qué diablos estaba mal con él, pero no le agradaba en lo absoluto.
—Primero Chris, y ahora Wesker… no sabemos nada de ellos —añadió, intentando no pensar en el inusual comportamiento de su colega.
—Lo sé, yo también estoy preocupado, pero no podemos hacer demasiado. Será mejor buscarles por separado. Regresaré al comedor, quizás encuentre algo.
—Está bien, yo intentaré por la otra puerta.
No estaba segura de que separarse fuese la mejor alternativa, ni qué tan eficiente iba a resultar eso, pero aparentaba ser lo más apropiado de realizar si querían tener prontas noticias del Redfield y Wesker.
Antes de que Jill tomase su rumbo y comenzara la exploración correspondiente, Barry le entregó una ganzúa, la chica claramente sería mucho más hábil con aquel objeto, no por nada era reconocida en la unidad debido a su perfecto manejo con dicha herramienta. Valentine lo agradeció sinceramente y también acordaron encontrarse en el vestíbulo en caso de que algo saliera mal.
Sin más preámbulos, Jill se dirigió a lo suyo, no tenía idea de cómo terminaría todo eso, un mal presentimiento se apoderó de su pecho desde que abordó el helicóptero que la condujo hasta ese infierno, sin embargo, quedarse cruzada de brazos o ponerse en posición fetal y llorar en el suelo, no eran opciones factibles para salir con vida de ese horrendo lugar.
Previo a adentrarse por la puerta que iba a inspeccionar, recordó que había tomado la pistola de Kenneth hace un rato, ella ya tenía la suya, no contaba con munición suficiente tampoco, pero sabía que Chris apenas tenía menos de cinco balas en su arma y probablemente a estas alturas ya las había gastado. Miró la beretta que cargaba entre sus manos enguantadas, la dejó en el suelo esperanzada de que el castaño fuese quien la encontrase y no algún enemigo… claro, si es que realmente existía alguno aparte de esos engendros sin raciocinio.
Esa pistola contaba con nueve balas, no era demasiado, pero estaba segura que el Redfield las sabría utilizar y que reconocería al instante que la pistola pertenecía a ella, así de paso le dejaba una señal de que aún continuaba con vida. Mientras tanto se equiparía con el arma que había pertenecido a su fallecido compañero.
….
Debía admitir que últimamente estaba más tiempo presente en el departamento de Chris que en el suyo, no se quedaba a dormir ahí aún, pues consideraba que no era apropiado en su relación informal y sin compromisos, fuera como fuese la situación, casi todos los sábados terminaba en el departamento de su compañero, exceptuando los días en que Claire iba de visita y se quedaba con él. Era consciente de que debía comenzar a preocuparse de su dependencia a estar con Chris cada jodido día, no era normal que prácticamente tuviera parte de su ropa en un armario que no fuese el de su habitación, pero ya era tarde, pues un par de jeans, algunas blusas y otras prendas estaban en el cuarto del Redfield hace varios meses.
Y pese a que le costase reconocerlo, disfrutaba con creces la compañía de ese hombre, tanto que ya temía acostumbrarse a estar con él en todo momento y aspecto.
Aunque esa tarde era diferente, Forest Speyer estaba con ellos; argumentó que no tenía deseos de llegar a su casa, aparentemente una discusión con Erin lo traía muy afectado, y Chris… como buen amigo que era, rápidamente lo invitó a que se fuese con ellos hasta su apartamento. De forma evidente, él y Jill tenían serios deseos de estar a solas ese día, pues hace un par de horas, sus caricias casi llegan a tercera fase en pleno horario de almuerzo, definitivamente procurarían no quedarse a solas en aquel periodo de tiempo. Era peligroso.
Así que solamente se dedicaron a conversar sobre trivialidades, comer pizza y a ver algunas series de televisión, la idea era hacer sentir a Forest un poco mejor. Pero al cabo de un par de horas, el miembro del equipo Bravo les informó que los dejaría a solas, ellos le dijeron que no era necesario, pero Forest ya había tomado la decisión, además les confesó que tenía asuntos por resolver.
Mientras él arreglaba sus cosas antes de partir, Jill y Chris bebían un poco de café sentados en la cama de éste último, la chica echó un vistazo a las dos berettas apoyadas sobre la mesita de noche de su amigo, una era la que él siempre utilizaba y la otra, sin lugar a dudas, se trataba de una nueva.
—¿Por qué cambiaste la vieja beretta? —Curioseó.
—No lo hice. Robert Kendo, el amigo de Barry, me dio una nueva, creo que tiene más candencia de fuego según me explicó.
—¿Y eso? —Chris se encogió de hombros.
—Supongo que le caí bien.
Era comprensible, los Redfield tenían una especie de don para agradarle a medio mundo, pensó Jill, al tiempo en que tomaba la vieja pistola entre sus manos.
—A mí me agrada ésta —confesó, esbozando una sonrisa pequeña—, sé que es estúpido, porque es un objeto, pero tengo una manía por cogerle cariño a las cosas materiales. No sé, supongo que me acostumbré a verla contigo.
—Estaba pensando en dársela a alguien —musitó, quitándosela de las manos.
La de los orbes azules alzó ambas cejas mirándolo con interés. Parecía que esa beretta era valiosa para Chris, después de todo, la estaba viendo con nostalgia mientras la sostenía.
—¿En serio, y a quién? —Preguntó intrigada. Él no dijo nada, sólo se la regresó, Jill sonrió con amplitud en tanto la recibía, era un gesto lindo de parte de su compañero al obsequiársela y definitivamente estaba feliz por el detalle —: La voy a cuidar muy bien. Te lo prometo.
Era increíble cómo esa chica iluminaba su rostro al sonreír, pues el gesto se le hizo contagioso, Chris ni siquiera advirtió que se encontraba igual de risueño que ella. Repentinamente se asomó la figura de Forest a través del umbral de la puerta.
—Gracias por todo, chicos. Ya me voy.
—¿En verdad no quieres quedarte? —Indagó el Redfield, Speyer negó con la cabeza —. En serio no nos molesta.
Jill sería una mentirosa si dijera que opinaba lo mismo, pero tampoco deseaba que su compañero de labores se sintiera solo, más cuando los problemas que lo aquejaban se relacionaban con cierta rubia de cabello rizado que tenía por mejor amiga.
—Tranquilos, no voy a suicidarme o algo por el estilo —ironizó. Con un gesto se despidió y como acto seguido, ambos jóvenes escucharon la puerta cerrarse.
Chris se quedó con expresión pensativa en el rostro, mirando con preocupación hacia la puerta; no le agradaba ver así de deprimido a su amigo. Se hallaba tan sumergido en su mente que no reparó en la significativa mirada que la fémina sentada a su lado le estaba dedicando.
—Estamos… solos —profirió, sin dejar de mirarle.
Él tardó en comprender el trasfondo de esa oración, pero en cuanto lo procesó en su cerebro, posó sus pupilas en la joven mujer que no se molestaba en ocultar sus verdaderas intenciones.
Se aseguró de que realmente estuviesen a solas dando una fugaz mirada hacia la puerta del cuarto; sonrió de medio lado al corroborarlo. Jill se hincó sobre el colchón atrayéndolo con sus brazos hacia su cuerpo, rápidamente comenzó a desabotonar su camisa mientras sus labios no demoraron en unirse de manera demandante y vehemente, la castaña terminó de quitarle la prenda de vestir a jalones, mientras él hizo algo similar con su falda.
Entre besos y caricias, se tumbaron torpemente sobre la cama, sus respiraciones ya se habían transformado en bocanadas de aire, las manos de Jill buscaron con desesperación la cremallera del pantalón masculino, en cuanto hallaron su objetivo no titubearon en bajar el cierre y liberar el botón. Chris estaba dispuesto a tomar a la chica por la cintura para dejarla bajo su cuerpo, no obstante, unos pasos adentrándose al cuarto hizo que la pareja automática y abruptamente se separara de un brinco.
Forest se introdujo en la habitación bajo la perpleja y avergonzada mirada de sus amigos.
—¡Oh lo siento! —Exclamó. Por modo reflejo el par tomó algunos almohadones para cubrir sus cuerpos semidesnudos —. Hagan como si nada, yo no estoy aquí… sigan en lo suyo.
Se aproximó a uno de los muebles y tomó un llavero, objeto que de seguro era el responsable de que se apareciera de manera tan impertinente. En verdad parecía que no le importaba en lo más mínimo haber descubierto a sus amigos en esa comprometedora escena.
—No se preocupen, ya no volveré a interrumpir. Sigan, sigan…
Sin preocupación alguna, Forest salió de allí tan apresurado como había entrado. Jill se quedó con la vista fija en una de las paredes de la estancia formando una perfecta o en sus labios, su mano se negaba a soltar aquel cojín que tapaba parte de sus desprotegidos muslos. Chris por su parte, no sabía qué rayos decir al respecto, sólo estaba seguro de que no debió permitir que su amigo tuviera una copia de las llaves de su domicilio. Miró de reojo a la muchacha, ésta denotaba a todas luces que su libido había quedado en nivel cero.
—Yo…
—No importa —articuló la de apellido Valentine. Se acomodó el cabello y parte de su blusa —. ¿Por qué mejor no… no vemos algo en la televisión?
Chris no contestó, con eso asumió por completo que Forest arruinó su noche. Frustrado y visiblemente cabreado, se encaminó a la cocina en busca de un poco de cerveza. Jill lo vio alejarse y maldijo mentalmente la impertinencia de Speyer.
….
Luego de que su beretta se quedase sin munición, Chris no tuvo más alternativa que equiparse con su cuchillo, ya no sabía con certeza a cuántos de esos seres repulsivos se había enfrentado, sólo estaba seguro de que al menos, para su suerte, esas cosas no eran veloces, por lo que no se le presentaron mayores dificultades al momento de esquivarlos y alejarse de ellos.
Diablos…
La situación empeoraba a cada maldito segundo que marcaba ese estridente reloj ubicado en el comedor, las agujas de éste hacían eco en todo el sector, violentando el silencio tétrico bajo el cual se inundaba la mansión.
Y realmente no sabía qué era más aterrador, si escuchar ese constante sonido que parecía recordarle que cada minuto podía ser el último, o no oír nada más que sus pasos al caminar sin un destino en concreto.
No tenía miedo de morir, pero habían tantos aspectos inconclusos en su vida que, realmente la muerte no era algo que le apeteciera vivir a sus veinticinco años de edad. Estaba seguro de que aún existían miembros del Bravo team con vida, y no se iba a rendir hasta hallar aunque fuese a alguno de sus compañeros, tan sólo debía dirigirse hacia donde se encontraban Jill y los demás e idear un plan para buscar sobrevivientes y huir con prontitud de ahí…
Atravesó la puerta por la cual había sido visto por última vez ante el resto del equipo Alpha. El salón que daba la entrada interna de la mansión, estaba completamente vacío, sintió que una especie de agujero se formó en su estómago, ¿dónde estaban? No quiso pensar en que algo malo les hubiese ocurrido, no se inundaría la cabeza con pesimismos, aquello no lo guiaría a nada bueno. Caminó con pasos ligeros hasta posarse en medio de la enorme estancia, justo en frente de las escaleras.
—¿¡Wesker!? —Gritó, frunció el ceño preocupado al no obtener respuesta — ¿¡Jill, Barry!?
Giró sobre su propio eje en tanto analizaba con la vista cada centímetro de ese lugar, quería convencerse a sí mismo de que se hallaba totalmente a solas allí. Bajó la vista al reconocer un objeto en el suelo.
Mierda, esa era la beretta de… Jill.
La reconocería en cualquier parte, él mismo se la había dado. Se agachó y rápidamente la cogió entre sus manos, ¿qué podría haber sucedido para que ella dejase su arma tirada en esas baldosas? Nada bueno de seguro. Si algo malo le ocurría a la castaña, Chris jamás se lo perdonaría, había sido tan frío con ella en las últimas horas, y aunque esta vez su comportamiento tenía bases sólidas, eso no justificaba que la hubiese dejado… sola y confundida, sabiendo que únicamente tenía deseos de ir con él y arreglar las cosas.
Negó con la cabeza, ella no estaba sola, Barry y Wesker le hacían compañía, quería creer que era así y que la muchacha había perdido esa pistola por torpeza o por cualquier otro motivo que no fuese algo fatídico; quizás se estaba preocupando por nada, Jill era astuta, demasiado como para perder su arma o dejarla caer sin reparar en ello.
Comprobó que la beretta estaba cargada. Suspiró con agobio, como si dejando escapar aire de sus pulmones fuera el mejor remedio para disminuir la angustia que sentía. Que la pistola tuviese munición, no era para nada una buena señal.
Sin más vacilaciones, Chris se equipó con el arma de su compañera, por ahora continuaría con la investigación.
…
A pesar de la interrupción de Forest, Jill no se había ido del apartamento de Chris y a él tampoco parecía interesarle mucho ese detalle. La muchacha estaba acostada boca abajo sobre la cama, observando un aburrido programa en la televisión, mientras que el de apellido Redfield intentaba organizar unos informes que tenía pendientes.
El castaño suspiró con agobio dejando a un lado varios papeles, la chica le miró de soslayo captando de inmediato que su amigo se sentía extenuado. Se sentó en tanto apagaba el televisor con ayuda del control remoto.
—¿Cómo vas? —Indagó. Enfocó sus ojos azulados en el rostro estresado de su compañero.
—Esto apesta.
—¿Cuál de todas las cosas? ¿Que Forest nos haya interrumpido o te refieres a los informes?
Jill sabía que obviamente él se refería a lo último, pero quiso bromear un poco… Chris necesitaba relajarse, y era notorio que algo lo estaba aquejando. El mayor de los Redfield negó con la cabeza sonriendo levemente.
—No es la primera vez que nos interrumpen, así que, ya comienzo a acostumbrarme a eso. Por supuesto que hablo de los informes.
—Mírate, Chris —puso su mano derecha encima del hombro masculino —. Tienes muchas presiones, tu hermana, los S.T.A.R.S, un jefe como Irons, un poco más abajo nos encontramos con Wesker, una acosadora sexual como Amy, un amigo insoportable como Forest… y aunque no me guste aceptarlo, pues también debo incluirme en ese paquete de personas que te estresan. Lo que necesitas es relajarte y creo que una buena opción sería… partir por asistir a las clases de yoga de las que te hablé hace un tiempo.
Chris simplemente arqueó una de sus cejas. Esperaba que le dijera algo más serio.
—Eso no va a suceder —aseveró. Guió su vista hacia los documentos mientras Jill fruncía el entrecejo —. Y aunque mi respuesta fuese afirmativa, ni siquiera tendría tiempo.
¿Por qué estaba tan pesimista? ¿Tan negativo? Valentine no tenía idea cuál pudiera ser la respuesta, por lo general sus comentarios poco coherentes siempre conseguían animar a su compañero, y en esta ocasión, no habían funcionado en lo absoluto. No le agradaba para nada verle así… pero más le desagradaba que él no le confesara justamente qué era lo que realmente lo mantenía en constante mal humor. Se suponía que las mujeres eran las complejas en una relación, claro que, se debía considerar de que la relación que sostenía con su colega no era tan normal después de todo.
Sin importar lo que Chris dijera al respecto, Jill envolvió ambos brazos alrededor de su cuello y con el peso de su cuerpo lo obligó a caer de espaldas hacia los almohadones de la cama. Resignado a quedarse en esa postura, cerró los ojos llevándose los dedos índice y pulgar directamente al tabique.
—Es que… no sé, creo que los S.T.A.R.S no son lo que realmente quiero —la chica le acarició el cabello escuchándolo atentamente —. Siento que nunca voy a crecer ahí… y no es que no esté agradecido por la oportunidad que Barry me dio, es sólo que… a veces extraño la fuerza aérea.
—Entiendo, allí fue en donde te proyectaste y naturalmente existían más oportunidades para ti, pero siempre está la mínima posibilidad de que puedas regresar. Eres genial y ellos lo saben, todos lo sabemos.
—Después de la manera en que salí, dudo que continúen pensando igual.
Chris formó una pequeña sonrisa en los labios al recordar el suceso que lo llevó a ser destituido de sus funciones, había valido la pena y no se arrepentía. A pesar de las consecuencias, sería capaz de hacerlo una y mil veces más.
—Salvaste a una persona —musitó con seriedad —, y eso es suficiente como para que te den una nueva oportunidad. Y si no lo hacen, ¡serán unos soberanos idiotas!
—Me esforcé tanto por estar dentro… una de las pocas cosas que pudo motivarme, además de mi hermana, fue el hecho de formar una carrera militar dentro de la fuerza aérea, pero debería comenzar a asumir que en esta vida no todo resulta como lo vamos planeando.
La castaña asintió mirándolo a los ojos.
—Sé lo que sientes y lo importante que es para ti. Pero no permitas que esto te desmotive, con fuerza aérea o sin ella, eres un hombre maravilloso de todos modos. Y a mí me encanta que estés en los S.T.A.R.S.
….
Después de varias vueltas explorando esa extraña residencia, Chris tan sólo podía concluir lo equivocado que estuvo todo el tiempo al pensar que lo sucedido en las montañas Arklay era producto de alguna secta con costumbres sádicas. Desgraciadamente la situación no era tan sencilla, pues según algunos archivos con los cuales se encontró en las habitaciones que había inspeccionado, que los muertos caminasen luego de que su corazón se detuviera era producto de experimentación biológica… él no entendía muy bien de qué trataba todo ese embrollo, nunca había sido bueno con la ciencia y sus derivados, pero no era tonto como para no percatarse que algo grande y verdaderamente alarmante estaba tras eso, en dichos documentos se hablaba de un virus, cosa que evidentemente no los arrastraría a nada esperanzador.
Además de descubrir que se estaba conspirando con armas biológicas, Chris llegó a ser testigo y participe de las insólitas travesías que se debían llevar a cabo para acceder a una nueva habitación dentro de la mansión, o en el peor de los casos, sólo para conseguir alguna llave que abriera una puerta, en la que evidentemente no recibirías un abrazo.
Agradecía al menos haberse topado con más munición y una escopeta en el camino, o de lo contrario, ya habría pasado a mejor vida de hace bastante tiempo. Sin embargo, aún no obtenía noticias de ninguno de sus compañeros, lo cual era bastante desalentador, podría jurar que de hace una hora no tenía contacto con algún ser humano, hace sesenta minutos aproximadamente que lo único que hacía era dar vueltas por esa gigantesca construcción estilo colonial, simplemente sobreviviendo… luchando contra perros bestiales, sacados del mismo infierno, y por supuesto que topándose a cada instante con alguno de esos malditos zombis. Percibía la repugnante pestilencia de esas aberraciones antes de verlas, maldición, si es que conseguía salir vivo de ese sitio, olvidarse de ese olor sería todo un desafío.
Chris introdujo aquella llave que sostenía entre sus dedos en la cerradura de una puerta color caoba, la había conseguido hace unos momentos en otra de las habitaciones. Tragó saliva antes de adentrarse; introducirse a cualquier sitio de esa mansión era arriesgarse en demasía.
Una débil brisa de viento agitó la piel de sus brazos descubiertos, de pronto sintió los bellos de éstos erizarse poco a poco, había llegado al cobertizo de la segunda planta, no era un lugar muy diferente al resto, estaba sombrío, frío y viejo… los barandales metálicos se habían oxidado por completo, no obstante, a Chris le daba la impresión de que alguien se encargaba de mantener la fachada de la mansión en condiciones relativamente decentes, porque pese a toda la mierda que vio adentro, en aquel cobertizo no existían indicios de criaturas desconocidas. Bajó por unas pequeñas escaleras de asfalto y advirtió un puñal ensangrentado tirado en el piso, lo asió en su mano derecha mientras juntaba el entrecejo, al parecer, el sitio no era tan tranquilo después de todo.
Limpió sobre la tela de su pantalón los restos de sangre de aquel objeto filoso, estaba dispuesto a guardarlo, pero sus orbes atisbaron algo que lo dejó helado y con la mente en blanco. El puñal resbaló de sus dedos cayendo estrepitosamente al suelo. Sentado y con la espalda apoyada sobre un muro se encontraba Forest Speyer… muerto.
Forest. Muerto.
Esas dos palabras no dejaban de repetirse en la mente de Chris, quien parecía inmóvil e incapaz de reaccionar. Su mejor amigo, compañero y confidente se encontraba ahí, con el cuerpo totalmente destrozado, inerte, sin vida y él no pudo hacer absolutamente nada por impedir que sucediera.
Se aproximó al cadáver con pasos titubeantes, dejándose caer tristemente sobre sus rodillas, el golpe tronó sobre sus articulaciones, pero el dolor no tenía punto de comparación con lo que estaba sintiendo por dentro.
Miró con horror cómo la piel del joven ahora estaba teñida por un opaco y pálido color gris, habían heridas profundas en sus brazos, pectorales y rostro, pero lo peor era presenciar el enorme orificio que tenía sobre sus costillas, tan profundo que podía verse con facilidad parte de sus órganos internos. Era extraño, porque por las características de sus lesiones, no parecía haber sido mordido como el resto de los compañeros caídos que él había visto.
—No… — fue el inaudible murmullo que salió de sus labios, negó con la cabeza descendiendo su mirada. Eso no podía ser cierto.
No recordaba la última vez que había derramado una lagrima ¡pero Dios! ya no podía soportarlo más, aquel nudo formado en su garganta explotó. Cerró los ojos con brusquedad, arrugando su nariz en el proceso, quiso reprimir con todas sus fuerzas esas malditas ganas de llorar que sentía, pero no pudo, sus ojos se cristalizaron y lentamente percibió cómo una gota se desplazaba por su mejilla.
Apretó los puños llenos de impotencia, maldiciéndose por no haber podido ayudarlo, por no haber estado presente en todas esas ocasiones en que él lo necesitó. Había sido demasiado egoísta con Forest, tanto que ni siquiera notó cuándo la vida de éste se tornó tan compleja e insostenible.
Chris se encontraba a escasos segundos de incorporarse, pero la cabeza de su amigo se movió, Forest levantó sus parpados, el Redfield por simple instinto se puso de pie retrocediendo un paso, cuando los ojos sin iris y totalmente inexpresivos se posaron en su figura, Chris percibió una de las peores sensaciones de su vida.
Forest no solamente se había ido, sino que también regresó como una de esas criaturas infectadas.
Sus latidos se aceleraron, comprendía a la perfección lo que venía a continuación y sinceramente no creía ser capaz de poder con ello.
El cuerpo irracional de Forest se puso de pie, estiró sus brazos como garras al tiempo en que reducía considerablemente la distancia que lo separaba del miembro de los S.T.A.R.S. Chris sabía bien que ese ya no era su amigo, pero verlo aproximarse de aquel modo tan lastimero era realmente doloroso de presenciar. Forest jamás hubiese deseado terminar así, y si él fuera quien estuviese en su situación, sabría que el tirador del equipo Bravo habría hecho exactamente lo mismo.
Sacó su cuchillo en tanto el zombi intentaba atacarle. Chris lo detuvo a tiempo, lo empujó con su otro brazo haciendo que el cadáver "vivo" de Speyer se desestabilizara lo suficiente como para ser atacado, el castaño tenía todo a su favor para terminar con el sufrimiento de ambos en ese preciso instante, pero no podía hacerlo… tan sólo no podía.
Se quedó absolutamente perplejo por su propia reacción que, no se percató de que el infectado estaba a escasos centímetros de morderlo, esta vez quien había sido su amigo, se abalanzó sin contemplación sobre su cuerpo dejándole a Chris como única alternativa empuñar su cuchillo y clavarlo con todas sus fuerzas sobre su cráneo.
El cuerpo de Forest se desplomó poco a poco hasta que llegó a esparcirse en el suelo en su totalidad y, quedando inmóvil de manera definitiva. Las manos temblorosas del miembro del equipo Alpha se encontraban cubiertas de sangre, Redfield contempló sus palmas bañadas en el líquido rojo y no pudo evitar sentirse como una basura consigo mismo. Su ritmo cardiaco lentamente se comenzó a regularizar y con la misma intensidad fue descendiendo su estado de shock.
—Lo siento —murmuró, observando con infinita tristeza el cadáver del tirador —, lo siento tanto, amigo.
Sintió un enorme alivio al encontrar aquella escopeta sostenida en la pared de una de las tantas estancias que había estado inspeccionando, Jill no titubeó ni un segundo en tomarla entre sus manos, sin duda que dicha arma le sería de bastante utilidad puesto que la pistola no parecía ser tan letal al momento de enfrentar a los infectados.
Sin saber que Chris ya manejaba la misma información, la chica había logrado comprender un poco sobre qué era lo que realmente ocurría con esas extrañas criaturas; eran víctimas de un virus que, según explicaba el informe que ella leyó, provocaba ciertas mutaciones abominables en los seres humanos, así como también afectaba su comportamiento, al menos así fue en las primeras personas en las cuales lo aplicaron. La castaña no recordaba a ciencia cierta si se mencionaban los nombres de los responsables de esa desquiciada experimentación con armas biológicas, estaba tan preocupada de encontrar a sus compañeros que siendo honesta, no había puesto demasiada atención a esos detalles, sin embargo, cogió algunos documentos y si conseguía hallar un instante de tranquilidad dentro de esa jodida mansión, intentaría analizar la información con más profundidad.
Salió de la habitación con intenciones de seguir su camino, iba un tanto distraída observando su nueva adquisición, cuando de repente, una considerable cantidad de polvo cayó sobre una de sus hombreras. Jill llevó su mano a la zona ensuciada, claramente había caído desde el techo, guió sus ojos hacia ahí sólo para comprobar que estaba en medio de una trampa, pues el techo estaba bajando con una velocidad realmente angustiante y si seguía a ese ritmo probablemente moriría aplastada por él.
La joven dio unos pasos sin saber a dónde ir, mientras que sus pupilas se mantenían fijas en lo alto de su cabeza. Mierda, debía salir lo antes posible de ese maldito lugar, corrió hacia la puerta, pero ésta se hallaba cerrada. Sus manos comenzaron a sudar frío y su corazón nuevamente empezó a latir con fuerza, qué ironía, en medio de una mansión repleta de monstruos ella terminaría literalmente hecha puré. Jill no perdió más tiempo e intentó regresar por la misma puerta por la que había salido hace unos instantes, en cuanto puso su mano en la manija supo que el objeto de madera no cedería, y así fue, la condenada puerta de pronto parecía estar más sellada que un tesoro.
Apegó su espalda en una de las paredes, estaba jodida, moriría ahí de la manera más humillante que pudo haber imaginado.
—¿Qué hago? —musitó con desesperación.
De nueva cuenta se aproximó a la puerta, la golpeó con ambos puños manteniendo la pequeña esperanza de que alguno de sus compañeros la escuchara y por consiguiente ayudara.
—¡Barry! ¡Wesker! ¡Socorro! ¡Chris! ¡Por favor que alguien me ayude!
El techo estaba prácticamente rozando la coronilla de su cabeza, Jill se vio obligada a hincarse para no ser pisoteada por la techumbre. Demonios, no quería morir, no ahí, ni así… no sin ver a Chris una vez más, no sin disculparse con él, no sin…
—¡Jill! ¿Estás ahí?
Oh gracias a Dios, pensó.
La aludida de inmediato se irguió en tanto enfocaba su mirada en la puerta.
—¡Barry, sácame de aquí! La puerta está cerrada —vociferó.
El pelirrojo percibió un miedo que nunca antes había experimentado. Jill estaba en peligro y… en cierto modo eso era su culpa. Frunció el ceño, no permitiría que ella muriese, por nada del mundo dejaría que aquello sucediera.
—¡Apártate! —le advirtió, al tiempo en que apuntaba con su magnum hacia la cerradura.
No esperó más de quince segundos para oprimir el gatillo, una vez fue expulsada la bala y ésta impactó contra el pomo, Burton procedió a abrir la puerta. Su compañera estaba técnicamente acostada boca abajo sobre el suelo, la tomó por su mano y la arrastró con todas sus fuerzas hacia afuera, justo cuando los botines de Jill cruzaron el marco de la entrada, el techo consiguió llegar al suelo haciendo un estridente sonido. Ambos quedaron tendidos en el piso mirando con perplejidad lo cerca que la agente S.T.A.R.S. había estado de morir.
Jill liberó el aire contenido en sus pulmones y enfocó sus orbes azules en la figura de Barry, quien la salvó de una muerte más que segura.
—¡Barry! —Expresó agradecida. El hombre le devolvió la mirada.
—Por poco y no lo cuentas… un segundo más y hubiéramos tenido un sándwich de Jill.
Y tenía toda la razón del mundo, bastaba con un segundo más y ella ya no estaría respirando. Vaya… cómo agradecía que Barry hubiese estado cerca.
—Ni que lo digas —los dos se reincorporaron —. Gracias, infinitas gracias.
—No me lo agradezcas, tú también lo habrías hecho. Además, Chris me asesinaría si se entera de que no te cuidé como debía —Jill descendió su mirada con melancolía —, ¿lo extrañas, verdad?
—Con todo el corazón… no quiero creer que algo malo le sucedió, pero después de esto ya no sé qué pensar.
—Estará bien, ya verás —la esperanzó. Esbozó una pequeña sonrisa en tanto le daba unas leves palmadas reconfortantes en la espalda.
—Oye… ¿no me dijiste que ibas a volver al comedor?
La interrogante de Jill hizo que Barry cambiase se expresión de inmediato.
—No es que no me alegre de verte, sobre todo después de salvarme, pero… ¿qué estás haciendo aquí? —prosiguió.
Y se sintió estúpido, demasiado a decir verdad. Mentir no era lo suyo, mucho menos cuando se trataba de personas que apreciaba y quería. ¿Cómo explicarle a Jill que conocía las verdaderas intenciones de Wesker? ¿Cómo decirle que él había sido quien se deshizo de los informes de la investigación? ¿Cómo plantearle que el capitán lo tenía entre sus manos amenazándole con asesinar a toda su familia si no hacía lo que le pedía?
Se distanció de ella un poco, lo suficiente como para que no advirtiera su avergonzado rostro, porque si había algo que Barry sentía en esos momentos, además de impotencia era vergüenza.
—Sólo… sólo quería comprobar una cosa —improvisó.
Y como ya era costumbre, la joven se percató de que no la estaba viendo a los ojos al hablar.
—Bueno, de cualquier forma deberíamos seguir investigando y buscando a Chris con… Wesker.
Tragó saliva sintiéndose como una basura con ella y con sí mismo. Sin decir nada más, Barry comenzó a caminar dándole la espalda.
—Gracias, Barry —agradeció una vez más la fémina. Él se volteó a mirarla —, te debo una.
—No ha sido nada.
Vio cómo el encargado de las armas dentro de la unidad se alejaba para seguir con la misión, y no tuvo un buen presentimiento en lo absoluto. Barry estaba ocultando algo y no quería pensar en que "ese algo" se relacionase con lo que había leído sobre ese virus.
Aún no conseguía recomponerse del fatídico episodio con su amigo Forest. Sin embargo, Chris decidió continuar adelante, pero sus esperanzas se redujeron de manera abrupta, ya no tenía la misma certeza de que hubiese más supervivientes o de que inclusive Jill estuviera con vida. Lo único que realmente lo mantenía vivo, era el deber de regresar con su hermana menor. Nunca había tomado el verdadero peso a la labor que ejercía, y ahora lo comprendía perfectamente bien, su vida pendía de un hilo cada vez que decidía salir a trabajar… no importaban todas esas capacidades que muchas veces lo posicionaron como uno de los mejores miembros de la fuerza aérea, o en los mismos S.T.A.R.S. pese a todo eso, él no era inmortal y en cualquier momento podría perder la vida y dejar a Claire completamente sola.
Si consiguiera salir con vida de allí, estaba seguro de que cualquier persona se alejaría de los problemas y buscaría desprenderse por todos los medios de aquellos sucesos. Pero Chris sentía demasiada rabia y deseos de venganza, y por mucho amor que sintiera hacia su hermana, no iba descansar hasta hacer justicia con sus propias manos por todo lo que él y el resto de sus amigos tuvieron que aguantar.
Y como si sus problemas fueran pocos, en esa maldita mansión prácticamente todo nuevo acceso a algún pasillo o habitación, debía ser desbloqueado con infinitas pruebas de ingenio o códigos raros que los antiguos habitantes de ese lugar mantenían como mecanismo de seguridad, en realidad no sabía bien por qué todo era tan misterioso y sacado de película de terror dentro de ese casi palacio. Para colmo de sí mismo, ahora se encontraba concentradísimo descubriendo cuál era la función de esos interruptores que iluminaban unos cuadros con diversas imágenes.
Se acercó al marco más grande, allí aparecía una mujer de cabellera negra y larga. Y bajo la imagen estaba escrito lo siguiente: "Lisa, protegida por los tres espíritus" se fijó bien en cada detalle de la especie de mosaico, la dama de la imagen sostenía un brazalete anaranjado, un collar violeta y una corona de color verde.
No estaba seguro de que funcionara, pero de alguna manera debía conseguir adentrarse a los demás sitios de la mansión.
En la primera vidriera aparecía la figura de un guerrero con un brazalete, cuando el chico apretó el botón que estaba debajo del objeto, éste se tornó anaranjado, en el siguiente recuadro no hizo nada, puesto que ya era de un color diferente a los demás y no tenía ninguna joya como la tipa del cuadro grande. En la otra imagen se vislumbraba una especie de santo con una corona, al presionar el interruptor, una luz verde iluminó desde atrás el reflejo del peculiar cuadrado. En el del lado adyacente, aparecía la imagen de un sabio cargando un collar, Chris apretó el interruptor y una luz violeta se manifestó.
Esperaba que su razonamiento no estuviera tan errado después de todo.
Volvió hacia el cuadro de la mujer y ejerció presión sobre el interruptor, de pronto el muro que sostenía la imagen comenzó a subir dándole acceso hacia otro sector de la mansión. Redfield caminó hacia allí asegurándose de que no hubiera nada fuera de lugar, no habían rastros de zombis así que, de forma instantánea, se introdujo en el perímetro captando un objeto en el suelo; rápidamente lo cogió. Era una máscara, la llevó consigo a pesar de que ya había recogido una de esas antes, pues no estaba muy seguro de para qué le iban a servir.
Regresó hacia el pasillo y caminó a las escaleras más cercanas, posiblemente en la segunda planta encontraría una función más lógica para esas máscaras, tan sólo quería creer que al hacer tanto esfuerzo por resolver todas esas pruebas y acertijos, al menos que algo bueno saliera de eso.
Abrió una puerta que, si su memoria no fallaba, no había revisado. Un golpe en su espalda fue lo primero que recibió, y aunque el golpe fue fuerte, no bastó para dejarlo noqueado, Chris consiguió mantenerse en pie, velozmente se volteó a observar quién había sido su agresor, pero cuando lo hizo, una considerable cantidad de spray cayó sobre sus ojos.
Y ardía como los mil demonios.
—Aghhh maldición —farfulló, llevándose las manos hacia el lugar afectado.
Sin ver absolutamente nada, escuchó cómo una chica ahogaba un grito diciendo que lo sentía.
Rebecca Chambers dejó caer de golpe aquel spray cuando se percató de que ese supuesto zombi no estaba precisamente muerto, y que obviamente no se trataba de un infectado, sino que muy por el contrario, acababa de echarle esa porquería encima a uno de sus compañeros de los S.T.A.R.S.
—¡No soy uno de ellos! ¡Diablos! —Expresó, aún sin quitar las manos de sus ojos.
—Lo sé, lo sé… per−perdón.
Chris comenzó a toser y la joven bioquímica se sintió como el ser más idiota del planeta tierra; ¿cómo había sido capaz de cometer semejante torpeza? Lo golpeó con una lámpara sobre la espalda y como si fuera poco, casi lo deja ciego e intoxicado. Sin perder más tiempo, tomó de su botiquín un paño y la única botella con agua que había conseguido. Echó un poco del líquido sobre el género y se acercó un tanto temerosa hacia su compañero.
—Tranquilo… solucionaremos esto —quiso tocar los brazos del joven, puesto que los mantenía cubriendo su cabeza. La intención de Rebecca era poder examinar y limpiar sus ojos, pero éste la rechazó retrocediendo un paso —. Escucha, no te haré daño…
—¿En serio? —La interrumpió con sarcasmo —, después de todo esto ¿esperas que me lo crea?
—Tampoco es como que estés en posición de ponerte a la defensiva. Estás en desventaja…
—¿Quién eres? —Inquirió un poco más calmado.
Y la pregunta le ofendió un poco.
—Rebecca Chambers, de la unidad Bravo —Chris dejó caer ambos brazos al escucharla y la castaña pudo ver lo irritados que estaban sus ojos —. Lo siento mucho, pero, pensé que… que se trataba de un infectado… no quise ocupar mi pistola porque el sonido los atrae y... y no tengo munición como para enfrentarme a diez de ellos y…
Cerró su boca al tiempo en que por fin lograba asimilar a quién acaba de atacar. Era Christopher Redfield, el mejor tirador del equipo Alpha, probablemente de todos los S.T.A.R.S. y quizás también de todo RPD… un tipo lleno de elogios, lo sabía porque leyó sus antecedentes y el expediente que guardaba el capitán Wesker sobre él, conocía varios aspectos de su vida, como que tenía veinticinco años, que sus padres murieron cuando era un adolescente y que se hacía cargo de su hermana menor, pero se había enterado a través de Richard de la mayoría de esos datos, porque si era sincera, nunca tuvo el valor suficiente como para hablarle por su propia cuenta, tampoco es como que hubiese tenido la oportunidad, ya que no llevaba mucho tiempo en el departamento de policías de Raccoon y por lo que captó, Chris pasaba la mayor parte del tiempo en compañía de Jill Valentine, no sabía qué había entre ellos, aunque era bastante notorio que se trataba de un vínculo muy fuerte e íntimo.
El punto es que, la presencia de Chris la intimidaba. Se sentía como la típica chica nerd hablando con el más popular de la escuela o algo similar. Y… sabía que era estúpido, pero lo que experimentaba en esos instantes, era en todas sus letras: nerviosismo.
—Soy Chris Redfield, del equipo Alpha y… creo que acabas de dejarme ciego.
Rayos, ahora sus mejillas se encendieron ante el comentario. Si ya se sentía apenada por su torpeza, ahora estaba diez veces más avergonzada.
—Sé quién eres, en verdad, lo siento —Rebecca se acercó a él una vez más y esta vez Chris aceptó su cercanía —. Revisaré esto.
Inspeccionó qué tan enrojecidos estaban los ojos del castaño y se sintió aliviada de saber que la situación podría haber sido mucho peor. Con el paño que sostenía en sus manos, limpió la zona de los parpados y debajo de éstos con sumo cuidado.
—Lamento también lo de tu espalda —añadió.
La muchacha echó un poco más de agua sobre la tela y Chris aprovechó eso para abrir sus ojos. Le sorprendía ver a Rebecca Chambers con vida, al ser una novata era la que menos opciones tenía de salir con vida de ese lugar, pero había demostrado que tenía agallas y muchas, no obstante y por su aspecto demacrado, Chris suponía que al igual que él, ella la había pasado bastante mal, tal vez peor.
—Vaya manera de hablar por primera vez, ¿no?
Rebecca asintió esbozando una pequeña sonrisa. Comenzaba a sentirse más cómoda. Terminó de limpiar los orbes irritados del joven y comenzó a guardar sus utensilios.
—Te seguirá ardiendo por unos minutos, pero ya comenzará a disminuir, no te preocupes, no quedarás ciego. Y perdón de nuevo, me siento muy culpable, verás esto…
—Tranquila, sólo te estabas protegiendo —respondió interrumpiéndola.
Vio que la chica se esforzaba por guardar varias medicinas en su pequeño botiquín. Alzó una ceja intrigado.
—¿Alguien herido?
—Richard. Él… digamos que, no está bien —desvió su mirada —, lo dejé afuera en el pasillo, se suponía que regresaría rápido —explicó.
—Llévame con él.
La joven Chambers asintió son su cabeza y procedió a salir de la habitación seguida por Chris.
Luego de su casi encuentro con la muerte y de ser rescatada por su compañero y amigo personal, Barry. Jill estaba convencida de que de ahora en adelante, sorprenderla sería toda una hazaña de superhéroes, jamás hubiese supuesto que tendría coraje para batallar por sí sola con aquellos perros infernales, pero se vio en obligación de hacerlo, y no una, sino que varias veces. Debía seguir adelante y salir con vida de ahí costase lo que costase.
Ahora tenía un poco más de esperanzas de que las cosas resultaran mejores, puesto que hace unos cuantos minutos atrás había logrado conseguir un mapa de la mansión y ubicarse allí, dentro de todo, ya no sería una tarea tan compleja.
Se adentró por una de las tantas puertas que daban acceso a las plantas superiores de la mansión y para su sorpresa, encontró la presencia de su camarada pelirrojo en el lugar.
—Barry —lo llamó.
El hombre se encontraba de espaldas a ella, se giró sobre sus talones alarmado y la apuntó con su magnum visiblemente exaltado. La castaña por modo reflejo se llevó una mano al pecho. Barry suspiró aliviado al ver que se trataba de Valentine y al instante descendió su arma.
—Jill, lo siento… —se acercó hacia la joven —, ¿alguna noticia?
—Aparte de que sigo viva en esta casa de locos, pues no.
—Este sitio no es seguro, ya no sé si sea conveniente seguir buscando a los demás, quizás sólo deberíamos hallar alguna manera de salir de aquí —movió su cuello de lado a lado procurando relajarse un poco —. Debe existir una puerta trasera o algo…
—Sé que tienes razón, pero no me iré de aquí sin él y lo sabes —Burton comprendió que ella hablaba de Chris —. Continuemos separados buscando alguna manera de escapar, pero… no nos rindamos, no todavía. Sé que no somos los únicos con vida, lo presiento.
La chica sonrió con nostalgia previo a proseguir con su travesía, y Barry esbozó una risa ladina, orgulloso de contar con una compañera tan valiente a su lado.
—Espera —el pelirrojo la detuvo —. Mira lo que encontré.
—¿Qué cosa?
—Una bomba de ácido sulfúrico —respondió enseñándosela. Los grandes ojos azules de la chica observaron el objeto —, de seguro que a esos monstruos no les gustará en lo más mínimo.
Tomó la pequeña mano de la muchacha y colocó la bomba en su palma.
—Es para ti, espero que no tengas que usarla.
—Pero, ¿qué hay de ti? —Refutó, en tanto recibía el artefacto.
—Ah, no te preocupes —levantó su magnum y la alzó al tiempo en que la meneaba de lado a lado —, ella no me ha fallado hasta ahora.
Rebecca Chambers y Chris, llegaron lo más pronto posible hacia el lugar en donde se encontraba su compañero, Richard Aiken. Lamentablemente éste estaba en pésimas condiciones, a duras penas respiraba y mantenía abiertos sus ojos. Redfield miró horrorizado cómo un charco de sangre muy oscura se expandía por debajo del cuerpo de su camarada.
La muchacha se sentó en el suelo, flexionó sus rodillas y tomó con extrema delicadeza la cabeza rubia de su amigo para posarla sobre sus extremidades. Chris se acuclilló al lado de ambos viendo con tristeza al encargado de las comunicaciones dentro de los S.T.A.R.S.
—Richard, ¿qué demonios te ha pasado? —Averiguó.
Captó que el joven intentaba levantar su diestra y rápidamente estrechó su mano con la de él, quería impedir que Aiken continuara esforzándose.
—Chris… —tosió un poco, en tanto su cuerpo daba pequeñas sacudidas —. Este lugar… sólo, sólo sácalos de aquí, saca al equipo de acá.
El miembro del Bravo team calló de pronto, como si la simple acción de hablar le costara demasiado, palpó con sus dedos una de las profundas heridas que tenía en el lado izquierdo del tórax. El orificio de entrada a penas conseguía sangrar, pero el de salida, el que se alojaba en su espalda, parecía un grifo, haciendo que la cantidad de líquido rojizo bajo su cuerpo creciera minuto a minuto. Intentó mover su brazo derecho, pero resultó ser una tarea imposible…
—Hay, hay demonios en todas partes… —prosiguió, al tiempo en que sus parpados se comenzaban a caer y su vista a nublar.
—No hables —intervino Rebecca. La fémina enfocó sus pupilas en Chris —; le ha mordido una serpiente venenosa, esa cosa iba a matarme, pero Richard me empujó y ese monstruo le atacó bestialmente.
—No era… no era una serpiente corriente.
Un espasmo remeció el débil talle de Richard, ya no podía más. Liberó un quejido intentando no caer rendido a causa del dolor. Sentía que mil agujas se clavaban en toda su espalda, que estaba completamente hecho trizas…
—Hazme caso, no hables… —susurró la de orbes verdes —. Chris, Richard necesita suero, con éste que traje no es suficiente, ¿puedes traer más? En la habitación, en donde nos encontramos… allí hallarás.
Chris asintió instantáneamente, no permitiría por nada que Richard corriera con la misma suerte de Forest. No podía continuar viendo caer a sus amigos de esa manera.
—Iré por él, no te preocupes.
—Date prisa —solicitó la novata.
Podía verse la desesperación en los ojos de Rebecca y Chris la comprendía perfectamente bien.
—Aguanten, volveré lo más rápido que pueda.
El tirador del equipo Alpha corrió velozmente en dirección hacia el lugar indicado por su pequeña compañera. La castaña suspiró, aguantando con todas sus fuerzas no derramar una lagrima, meneó su cabeza sacando los pensamientos pesimistas de ella. Richard se pondría bien.
Las pupilas inquietas de Jill no dejaban de observar los restos de aquella ave negra, el cuervo que, evidentemente, había sido sometido a experimentación biológica. Salió de la nada misma mientras corría a través de uno de los pasillos de la segunda planta, el ovíparo arremetió brutalmente en contra de una ventana, los cristales saltaron en diversas direcciones dándole uno de los peores sustos de toda su vida. Pero la situación empeoró cuando más de esos seres voladores entraron al lugar agitando sus oscuras alas.
La chica se echó a correr pasillo abajo sin pensárselo dos veces, cada uno de sus pasos retumbaban en lo profundo de su cabeza, por fortuna advirtió una puerta al final de la angosta y larga pasarela rodeada por opacas y viejas paredes.
Rezó de forma mental para que esa estúpida puerta no estuviera cerrada, gracias a todos los cielos, ésta cedió y Jill se adentró, aunque para su mala suerte, uno de los cuervos consiguió entrar antes de que ella pudiera cerrar la puerta.
El molesto pájaro la comenzó a atacar, intentando por todas las vías posibles incrustar su pico en parte de su rostro, la castaña liberó un grito frustrada al tiempo en que agitaba sus brazos con intención de alejar al ave. Diablos, tenía que hacer algo, o de lo contrario, ese jodido cuervo iba a terminar por dañarla en serio. Jill tanteó con su mano derecha si es que obtenía algún objeto que le permitiera deshacerse del ave, tomó algo de contextura lisa, pero no se fijó en qué era exactamente, sólo supo que gracias a ese elemento pudo golpear con todas sus fuerzas a esa molesta cosa voladora.
El alado quedó en el suelo y antes de que volviera a levantarse, Jill no titubeó ni un segundo en incrustarle una de las dagas que consiguió a lo largo de su travesía. El plumífero padeció un leve espasmo y al poco tiempo dejó de existir.
¿Con cuántas aberraciones más tendría que enfrentarse dentro de esa maldita mansión?
Posiblemente a varias más. Se dio tiempo para recuperar el aire que perdió al escapar de esos cuervos, suspiró maldiciendo por dentro. Tal vez Barry tenía razón y lo que deberían hacer era simplemente escapar y no continuar buscando a los demás, pues comenzaba a tener muchas dudas a esas alturas del partido, pero sus deseos por encontrar a Chris eran más grandes que el hecho de intentar salvar su propia vida.
Se percató de que estaba en medio de una habitación con diversas hierbas medicinales, tomó un poco de ellas, vaya que le venían bien ahora que las circunstancias eran tan críticas, esas pequeñas señales le indicaban que debía continuar adelante, no tenía que rendirse… no todavía.
Salió por la otra puerta, de cualquier modo, no tenía más alternativas, no si quería evitar encontrarse con más de esos espeluznantes cuervos.
Percibió que algo le faltaba, no sabía qué… Jill palpó sus bolsillos, y todo parecía estar en su lugar, tocó su melena y comprendió que su boina ya no estaba sobre su cabeza.
Maldita sea, debí perderla escapando de esas aves, pensó.
Un trueno retumbó en lo alto del cielo y Chris se percató de que la lluvia volvería a manifestarse en breve, tomó el suero que Rebecca le indicó y antes de que decidiera salir de ahí, un objeto llamó particularmente su atención, regresó en sus pasos y se acercó al baúl sobre el cual se encontraba apoyado, se trataba de un diario de vida, Redfield lo abrió y comenzó a leer rápidamente algunas hojas, la persona que escribía, en un principio relataba situaciones de la vida cotidiana de cualquier tipo, pero conforme Chris avanzó algunas páginas, el narrador de dicho escrito describía situaciones verdaderamente chocantes, hablaba de una investigación acerca de un virus y detallaba cada efecto que éste tenía sobre el sujeto de experimentación, de forma obvia, el dueño de ese diario era un científico, habían anotaciones matemáticas y químicas que el agente S.T.A.R.S. no comprendía, como si se tratase de otro idioma. Prefirió no seguir perdiendo más tiempo, y salió de esa estancia con prontitud, aunque llevando lo que había encontrado consigo.
Por fin conseguía entender un poco mejor algunas cosas, y los cabos sueltos comenzaban a atarse, se estaba llevando a cabo una investigación privada y de carácter discreto en medio de una mansión ubicada en las profundidades de un bosque… obviamente las personas que conocían la existencia de dicha residencia eran muy pocas, los muy malditos planearon cada detalle de ese retorcido plan, aunque ciertos aspectos no debieron salir como ellos esperaban, habían cometido errores, y el tipo del diario era la mejor prueba de eso. Él escribió sobre un accidente relacionado con el proyecto, suceso que ocurrió días antes a que se hallara a la primera víctima en las montañas Arklay. Pero más allá de que los detalles fuesen tomando forma, lo que más impactó a Chris fue el encontrarse con informes de Umbrella; ¿qué tenía que ver en todo eso exactamente? ¿Por qué esa compañía farmacéutica participaba en una investigación de tal nivel?
Tenía que enseñarle ese diario a Rebecca, tenía entendido que la joven había estudiado bioquímica, de seguro ella lograría explicarle de mejor manera varios aspectos que aún no comprendía.
Holaaa
¡Regresé! (a nadie le importa) jajajajaj bueno, si es que a alguien le importa y de verdad esperaba una actualización, se lo agradezco de todo corazón, pero antes le pido perdón por tardarme tanto, primero ustedes saben que estudio y me cuesta encontrar tiempo para escribir, peeero estoy de vacaciones ahora y me encantaría aunque sea poder terminar con esto de la mansión. Que por cierto, es muy difícil de narrar.
Ahora… el motivo de mi enfado, resulta queridos lectores, que una tipa (no sé quién es) publicó mi fic en un foro de internet, sin pedirme autorización, y como si eso fuera poco, se daba el lujo de criticarme. Les juro que me gustan las críticas, siempre y cuando sean constructivas y no destructivas, pero ella me criticaba el abuso de lemon, ¿en serio? Es cosa de leer el nombre del fic para saber que hay escenitas de esa clase, si no le gustan váyase, hágase monja y no las lea, punto. Y además no es para tanto, en total son 3 lemons que he narrado ¡Sólo 3! Pero para ella mi fic era poco menos como las Cincuenta sombras de Grey. Y… siéndoles sincera eso… me ofendió, porque se pasó literalmente por el trasero todo lo demás que he hecho, como narrar lo de la mansión por ejemplo.
Y eso me enfadó, así que les quería pedir un favor muy grande. Si ven "Compañeros con Derechos" publicado en otro sitio que no sea FanFiction les pido por favor que me lo hagan saber y que denuncien a la página en donde lo encuentren.
Respuesta a los Reviews que no están registrados en FanFiction
Felix Ramos: Gracias por comentar siempre, lamento no poder actualizar rápido.
Guest: Gracias por esperarme. Me fascina que te encante, un saludo.
Rosangela: Bienvenida, qué linda eres, me emocionaste, gracias por leer 10 Cosas Que Odio De Ti, pero ese fic no es solamente mío, lo escribí junto a Vidian, mi hermanita linda es una excelente autora de fics también. Te recomiendo varias de sus historias, son geniales. Gracias por las bellas palabras y lamento decepcionarte, pero no me gusta nada el aeon, y no sé si publiqué más fics en este fandom, terminaré los que tengo y pretendo explorar otras cosas. Un besote.
Martina: Bellísimo review, gracias, muchas gracias, y no seas tímida que además de tardarme en actualizar no hago nada más jajajajaj si conocía esa canción, el ritmo pega muy bien, tienes razón. Un abrazo.
LocaxValenfield: ¡Ámame! Ya actualicé, jajajajaj perdóname por tardarme y gracias por dejarme tu opinión y por leer. Un abrazote.
Andreaa: Costó, pero lo saqué jajajajaj gracias por dejar review, me gusta que te agrade la historia. Awww gracias yo amo el valenfield y que me digas eso, pues me deja en las nubes. Nunca me olvido de mis lectores, porque son los que me motivan a seguir con esto. Un besote.
Y sin ustedes esto tampoco sería lo mismo: Vidian, la más amodorada y mi persona favorita en FanFiction, a Emili – MadeInHeaven, a anamariaeugenia, Stacy Adler, Mire querida y talentosa, te quiero harto, a Yuna – Tidus – Love, que a siempre comenta, muchas caritas alegres para ti XD, Dainself, ajOtta, me encantan tus reviews, a la hermosa Jill Filth, te extraño mucho por aquí, a ChrisRedfieldArgentina, bienvenido, a Project Revolution, a Junih, y a M Bidden.
Me hice un instagram por si alguien quiere ver mi feo rostro en las fotos jajajajaj me pueden encontrar como Ary_lee95
Abrazotes de oso.