Disclaimer: Ni Inazuma Eleven Go Chrono Stone, ni ninguno de sus personajes me pertenece, esta es solo una falsa realidad que me he dedicado a escribir desde mi mente.


Adaptabilidad

Por Blue-Salamon


Estatus de la Situación I: En proceso...


Nuevamente lo logró. Se había escapado por unos cuantos minutos, aunque sólo fueran eso, segundos incluso... pero, aún cuando se tratara de un tiempo muy limitado, eso era mejor que nada. Tal vez fuera por el innegable hecho de que sintiera inquieto, algo invadido de amargura y muy por demás preocupado, por eso no le importaba que fueran un par de minutos (un par de segundos...), con eso se conformaba de momento; con observarle aunque fuera ese pequeño lapso de tiempo...

¿Vigilarlo? Pues, ¿a quién quería engañar mintiendo respecto eso y a sus sentimientos? No... no le agradaba la idea de quedarse sentado fingiendo indiferencia...

No esa vez.

Así que sí. Lo vigilaba. Lo cuidaba con la mirada. Eso era lo que le hacia escaparse y que todo lo demás le diera igual.

Además...

Ese día tenía planeado hacer un poco más que solo observarlo...

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Suspiró pesadamente.

¿Qué debería hacer?

¿Por qué cada dos por tres tenía la extraña sensación de que olvidaba algo?

Pasó una de sus manos por su cabeza, dejando que las hebras verdes, claras y brillantes, de su cabello se deslizaran por entre sus dedos.

Miró una vez más los arboles que adornaban los jardines del Instituto Raimon y se dirigió a uno en especifico, donde creyó haber vislumbrado un destello por entre las ramas.

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"Eso es… acércate."

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Siguió con su mirada investigando, esperando encontrar algo. Tal vez un objeto que pudiera haber perdido algún estudiante descuidado. ¿Sobre una rama...?

Pero no halló más que un pequeño nidillo de pájaros, al que llegaba en ese momento preciso un ave cantarina de bello plumaje azulado y pico negro. De inmediato, tres pequeñas cabezas de pajarillos saltaron a la búsqueda de su madre (o padre, él no sabía...), esperando recibir su ración de alimento del día.

Apartó su mirada con una pequeña sonrisa, sus orbes aguamarina delataron por un segundo cierta tristeza…

Rodeó el tronco de aquel árbol.

Nuevamente sentía ese vacío en su pecho y su lento andar lo delataba. Se trataba del mismo que le hizo sentir empatía por el pequeño dinosaurio de la era que recientemente habían visitado.

Ahora que lo pensaba…

¿Cómo estaría arreglándoselas Big en su era?

Una sonrisa sincera, que portaba algo de orgullo casi paternal, surcó sus labios pues… seguro que le iba mejor que un simple "bien".

Después, su mente comenzó a desvariar en situaciones cómicas de lo que podría estar haciendo el dinosaurio, provocándole el escape de risillas divertidas y…

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"Hermoso. Lindo."

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... De pronto paró de reír.

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"¿Qué pasa?"

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Otra vez, tuvo el presentimiento de que algo lo observaba. Se dio media vuelta rápido, con intensiones de atrapar a quien fuera que estuviera espiándole.

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"¿Tan rápido has notado mi presencia?"

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Y entonces, encontró a quien se le había quedado mirando fijamente...

Un gato.

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"Gato…"

Y una pequeña risa fue bien camuflada por el sonido de las ramas de los árboles siendo movidas por una ráfaga fugaz, del aire que había por ahí.

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El chico, conocido como Fey Rune, dio un pequeño brinco en su lugar.

—Gato… —su voz sonó queda. Inquietantemente silbante.

Dio un paso atrás y su espalda tuvo un encuentro cercano con el tronco de otro de los cerezos cercanos, ahora con más hojas verdes que flores rosadas, de ahí.

—Ga… gato…

Tragó saliva de forma algo ruidosa.

Los felinos ojos parduscos de aquel animal, no parecían perder ningún detalle en él (cosa que no hacía más que ponerlo nervioso...).

Sudó frío.

Si había una cosa a la que el de cabellera verde le tuviera miedo… sin duda alguna esa serían los gatos.

El minino se le quedó mirando unos segundos más, volvió su vista al frente y continuó caminando con elegancia, importándole poco la reacción de aquel humano. Su cola se tambaleó un poco junto a su andar felino, antes de perderse de vista.

Fey entonces se dio cuenta de que había estado conteniendo la respiración.

Soltó el aire mientras se apoyaba mejor en el árbol y cerraba los ojos sintiéndose aliviado de la ausencia del gato.

Una nueva brisa de aire pasó, acariciando su piel y balanceando sus suaves cabellos al compás del sonido que hacían las ramas de los arboles.

Escuchó una suave risa y, de la nada, sintió algo cálido muy cerca de sí.

Abrió los ojos de inmediato, topándose de frente con unos curiosos ojos… a los cuales por un segundo confundió con los de su mejor amigo de ese tiempo: Tenma. Sin embargo, había algo un poco diferente en ellos, empezando por el color violeta oscuro y no azul metálico de estos.

Y eso era sólo empezando, porque estaba seguro de que Tenma no tenia cejas blancas…ni tampoco cabello blanco… y mucho menos tenia una mirada tan penetrante como la de aquel sujeto que no le perdía de vista ni en un pequeño y escaso segundo.

—Ah…

No supo muy bien por qué... pero de pronto sintió un pequeño calorcillo subirle a las mejillas.

Se quedaron unos momentos en un total e incómodo silencio, durante el cuál, Fey notó que el otro chico era ligeramente más alto que él, lo suficiente como para sentirse en la necesidad de mirar un poco hacia arriba.

También se dio cuenta de los curiosos gogles que llevaba en su cabeza, acomodados entre las hebras blanquecinas que constituían su cabellera. Y de que, técnicamente, le había acorralado contra el árbol pues, tenia ambas manos enguantadas del chico a cada uno de sus costados.

—Esto… ¿Quién…? —pidió nervioso Fey, ya que, con aquella escena, sintió como el calor en sus mejillas aumentaba.

—Fey.

Y de alguna forma el oír su voz gruesa y de tono inesperadamente sugerente le provocó cierto sentimiento de nostalgia y… que su corazón se alborotara como pocas veces le llegaba a suceder.

Los labios de Fey temblaron al intentar hablar… sin embargo, las palabras simplemente no quisieron salir...

Ese sentimiento de nostalgia le hacia intuir que conocía a aquel chico de algún lado. El que este supiera su nombre sólo aumentaba las posibilidades de que fueran conocidos. El que no usara honorífico podría significar que se trataba de un amigo cercano... Y, por último, estaba su acelerado corazón, que no parecía más que emocionado desde la repentina aparición de aquel muchacho.

Sentía vergüenza desde el pequeño instante en que pensó que podrían ser cercanos y que... él no recordara absolutamente nada del otro.

El chico volvió a reír suavemente, sin ningún sentido aparente.

Se atrevió a invadir algo más el espacio personal del muchacho, acercando más sus rostros.

Fey se encogió un poco en su lugar, dejando que sus pies se deslizaran suavemente por el piso.

Excelente. Ahora tenia que mirar más hacia arriba.

—Pequeño conejito, ¿aún le tienes miedo a los gatos? —preguntó con un tono algo meloso. Llevó una de sus manos a la mejilla de Fey, haciendo apenas un pequeño contacto con la piel de esa zona, un leve roce, para de inmediato cambiar de objetivo y acariciar unos mechones de su cabello.

"¿Pequeño conejito?" Las mejillas de Fey se pusieron rojas mientras algo en su estomago se retorcía.

El albino sonrió de medio lado, perdiéndose mientras enredaba las hebras verdes entre sus dedos enguantados y, después de meditarlo, se sacó los guantes.

—No te preocupes, no me molesta que no me recuerdes… —había mucha tranquilidad en su forma de hablar... Tanta, que a Fey le dio la sensación de haber estado escuchando algo falso.

La mano del albino se acercó para poder sentir el suave tacto de la piel del conejito. Y una pequeña sonrisa apareció en los labios del recién aparecido.

Fey sintió algo de vértigo mientras su corazón se agitaba más.

—Pero yo sí te recuerdo… —las palabras habían salido solas de su boca en un pequeño impulso por no querer quedar mal.

Y entonces fue cuando sintió la mirada todavía más penetrante del otro, clavada en sus ojos aguamarina.

Tembló inconscientemente.

El albino, de nombre Saryuu Evan, mejor conocido como Saru, se quedó observando sus ojos por más segundos de los que Fey podría soportar...

—No mientas. Tienes el presentimiento de conocerme, pero no me recuerdas… —un suspiro se escapó de los labios del muchacho. —No realmente… —agregó en un último susurro con la mirada perdida en algún punto distante a ellos. Sus ojos se entrecerraron en una mezcla de sentimientos: entre enfado y resentimiento.

—Saru…

Abriendo los ojos un poco más de lo normal, el nombrado demostró su sorpresa; pero aquello no duró más que unos cuantos segundos. De inmediato reaccionó ante su llamado y dirigió su mirada nuevamente al rostro del chico.

Fey tenia una mirada preocupada.

¿Por qué? Se preguntaba Saru.

Si ni lo recordaba...

Al final, sólo pudo sonreír de medio lado.

—Es una alegría que recuerdes mi nombre —Saru soltó un pequeña risita irónica —aún así, estoy seguro que no recordaras más que eso de mí… ni como nos conocimos, ni sobre nuestra relación, lo que hemos convivido hasta ahora... —habló desviando la mirada a otra parte, casi como si estuviera recordando cada cosa que mencionaba mientras hablaba.

Y entonces, cabos sueltos se ataron por sí solos en el cerebro del albino: Tenía una idea.

Se le había ocurrido una maravillosa idea para por fin hacer algo que tanto tiempo llevaba queriendo hacer y eso se reflejó en la sonrisa maliciosa que torció sus labios.

Pues, al final... estaba en todo su derecho de aprovecharse de la situación.

—Ni mucho menos aún recordaras cómo fue que te robé tu primer beso... —su expresión, llena de picardía, provocó un efecto inmediato en el Rune.

Fey, quien se había olvidado del sonrojo que tenia en su rostro al mirar preocupado las anteriores acciones de Saru, al escuchar tal afirmación, se volvió a sonrojar. Incluso más que antes.

—¡¿Q-qué?!

Saru rió divertido. Tan adorable que se veía sonrojado su "amigo".

—Pero de eso no te preocupes… —sonrió malicioso, acortando la distancia entre ambos. —Si bien, no puedo devolverte ese recuerdo, aún queda la opción de crear uno... equivalente.

Fey se encontraba paralizado, su cuerpo se había tensado poco antes de que su rostro adquiriera una coloración rojiza. Nuevamente, sentía como su corazón saltaba alterado. Emocionado cada vez más y más.

—¿No lo crees, Fey? —susurró Saru con sus labios casi rozando los del muchacho. Este último sintió un cosquilleo provocado por la caricia del aliento del albino al hablar tan cerca de sí y no pudo hacer más que estremecerse.

Sus labios temblaron, intentando articular palabra alguna… pero, al igual que la vez anterior, no tenía nada claro que decir.

Saru lo miró un instante, frunciendo levemente el ceño antes de alejarse un poco y suspirar.

—Bueno, bien dicen que el que calla otorga...

Y entonces se dio impulso a si mismo para, en un instante, unir las bocas de ambos en un beso improvisado.

Fey atinó a cerrar los ojos con fuerza al momento en que vio como el otro se le acercaba más rápido, como esperando el impacto. Y, tras hacerlo, pudo sentir algo suave y cálido sobre sus labios...

Miles de descargas eléctricas recorrieron su cuerpo, dejándolo lo suficientemente aturdido como para que, cuando quiso reaccionar al final para suavizar su gesto, Saru ya había roto el beso.

Abrió los ojos casi tan rápido como los había cerrado.

Saru tenia las mejillas levemente sonrosadas, con una media sonrisa en su rostro.

—Parece que querías algo más largo —dijo con tono sugerente, provocando que el ya de por si avergonzado de Fey sintiera todavía más vergüenza. —Lamento que no haya podido ser así… —le sonrió esta vez con cierta dulzura, mientras daba un paso atrás dejando caer sus manos a los costados de su cuerpo —luego será, pero ahora tengo que irme.

Y tan repentino como había aparecido, desapareció.

Fey parpadeó rápidamente, aturdido por la ida tan espontanea del otro.

De pronto sintió más que nunca que olvidaba algo importante. Una extraña inquietud le invadió antes de dejarse caer con la espalda aun apoyada en el tronco hasta quedar sentado en el suelo.

Una nueva brisa volvió a soplar y un único pensamiento en forma de cuestión apareció en su mente hasta ahora en blanco:

¿Qué acababa de suceder?


Estatus de la Situación I: Prueba de adaptabilidad superada con éxito.


Y es aquí donde yo acabo, tengo que confesar, que al final me quedo aún más raro y sin sentido de lo que originalmente iba a ser...

No es mucho, en realidad, y tengo planeado un segundo capítulo... Pero, eso, ¡ya luego se verá! Depende de si me llega la inspiración o no... ademas, el que viene sí sería cursi. Esto no me lo pareció tanto.

Confieso que me siento perdidamente enamorada de ambos, ¡tanto de Fey como de Saru! Es que son tan lindos~

En fin, yo ya me retiro: agradezco que se hayan tomado el tiempo para leer esto. Se aceptan cualquier tipo de comentarios y, si opinan que esto no tiene ningún sentido, pues créanme: ¡yo también pienso lo mismo! xD

Nos estamos leyendo.

~Blue~