Se presenta Boogie-chan con una nueva historia: Engel.

Espero que sea de vuestro agrado, si no, sólo tenéis que decírmelo. Planeo un fic largo, aún no sé cuántos capítulos, pero largo.

Y ahora, os dejo leer en paz. :)


Capítulo primero.

En la parada del autobús de la universidad, Lucy se colocó los enormes auriculares para acallar los comentarios que surgían siempre y de manera inevitable a sus espaldas. Ya casi le daban igual.

-Pobrecita, tiene que aguantar tanto…

-No sabría qué hacer en su lugar. Quizá me volaría la cabeza.

-¡Tanto en tan poco tiempo!

Le dio al botón de play en su reproductor, ahogando los cuchicheos a su alrededor bajo los gritos de Axl Rose en Welcome to the jungle.

Suspiró asqueada de la gente. No entendía qué les importaba a ellos su vida, qué les importaba a ellos si el coche de sus padres se había estrellado. En qué repercutía en sus vidas el hecho de que ahora ella fuese la gran heredera de una casa pequeña en la que no le esperaba nadie con un plato de comida caliente y una sonrisa. Bah, ellos no tenían ni idea de lo que Lucy sentía.

Alguien le tocó el hombro, señal de que quería entablar conversación con ella. Sonrió amargamente en su interior mientras se quitaba los auriculares de las orejas y giraba la cabeza para ver al sujeto que la molestaba.

Rogue Cheney. El chico moreno y fraternal que se sentaba siempre a su lado en clase de Derecho. El chaval le sonreía como si fuera su maldito hermano mayor.

-¿Quieres venir a casa a comer hoy, Lucy? –Decía sin soltar el agarre del hombro.– Mi madre siempre prepara estofado para 10 personas.

Lucy sabía que las intenciones de Rogue no iban más allá de la oferta de una familia cálida para alguien que acababa de perder a la suya. El moreno estaba coladito por otra chica de su clase de Psicología, a menudo le hablaba a Lucy de ella; Yukino, si no se equivocaba.

Sonrió, amablemente esta vez, y denegó la invitación de Rogue. El moreno la observó fijamente por unos segundos sin decir nada, sabía que ella se encontraría más a gusto en la soledad de su casa, aunque no creía que aquel fuera el mejor remedio para superar la muerte de sus padres. No obstante, no dijo nada más y le dio un beso en la mejilla a modo de despedida.

-Nos vemos mañana, rubia, procura no comenzar un incendio con los ojos. –Lucy asintió levemente y se despidió con la mano y una sonrisa.– Adiós.

"Rubia". No recordaba cuándo había sido la primera vez que la llamó de esa manera. Sólo recordaba que no le gustaba que lo hiciera. Quizá por eso Rogue estaba a punto de cambiarle su nombre por ese.

Volvió a colocarse los audífonos y se dio cuenta de que la canción que estaba escuchando había terminado y que en su lugar sonaba una mucho más deprimente. Pasó a la lista de reproducción y puso la que más la distrajera de sus pensamientos: People=shit, de Slipknot.

Ya, ya, ya. ¿Desde cuándo Lucy, la alegre florecilla del campo, escuchaba canciones tan ruidosas? ¿Por qué ya no escuchaba esas canciones de pop ligero que antaño la hacían sonreír? Fácil: había encontrado en el heavy metal la anestesia por la que sus sentidos rugían de necesidad. La música, mucho más pesada que la del pop, sugería sentimientos que la música de la radio no alcanzaba a vislumbrar siquiera. Además, las letras y las melodías eran, en líneas generales, mucho mejores.

Subió al autobús dispuesta a encontrar un lugar en el que sentarse y reanudar la lectura de la Divina Comedia de Dante, pero parecía ser que la suerte no la acompañaba últimamente. De modo que se colocó de pie junto a un chico de pelo rosa que le sonaba vagamente por haberlo visto pasear por la universidad. Lucy miró por la ventana y subió a tope el volumen de la música para ni siquiera caer en la tentación de otear las conversaciones ajenas. Hacía tanto que no reía como las personas que estaban ahí.

Alguien metió la mano por el bolsillo trasero de sus pantalones vaqueros.

-¡Eh! ¿Qué crees que estás haciendo? –Vociferó.

Siguiendo el recorrido desde la mano hasta el brazo y del brazo a la cara, pudo ver que la persona que le había manoseado el culo no era otra que el tocapelotas oficial de la universidad: Sting Eucliffe. Soltó un bufido demasiado audible y volvió a retirar los auriculares de sus orejas. El idiota de Eucliffe sonreía como un mono.

-¿Cuántas veces tengo que decirte que ese culito es mío, Heartfilia?

Estaba a punto de contestarle cuando el autobús frenó en un semáforo, provocando que cayera sobre el pecho del rubio pervertido, que se aseguró bien de poner las manos en las caderas de Lucy para cuando ella tropezase sobre él. Una vez estabilizada, se soltó del agarre que Sting le proporcionaba y lo miró con cara de mala leche.

-Eres un gilipollas, Eucliffe, más te vale dejar de acosarme o llamaré a la policía.

Una risotada retumbó por el autobús lleno de viajeros:

-No me hagas reír, Lucy. ¿Qué piensas decirles? –Entonces, imitó la voz de Heartfilia; o al menos lo intentó.– "¡Oh, jefe de policía Eucliffe! Su hijo Sting me ha tocado el culo en el autobús, deténgalo y hágalo pasar una noche en el calabozo". –Luego, regresó a su voz normal.– No me hagas reír. ¿O acaso vas a llamar a tus papis? Oh, espera... Están pudriéndose en el fondo del lago.

Eso bastó para que a Lucy no le importase que el autobús estuviera lleno, que ella estuviese de pie y que el chaval del pelo rosa a su lado no se hubiera perdido detalle de la amistosa conversación. Levantó la rodilla derecha lo más rápido que pudo y la dirigió a la entrepierna de Sting, causando un gran alboroto en todo el autobús y una apertura extremadamente grande de los ojos del rubio.

-Tienes razón, capullo, no puedo llamar a tus padres o a los míos, así que mejor me defiendo yo sola.

Bajó del transporte en la siguiente parada a pesar de que quedaba muy lejos de su casa, pero necesitaba caminar sola, respirar el nocivo aire de la ciudad y sumergirse de nuevo en su morfina particular: la música. Iba a ponerse los audífonos de nuevo cuando sintió que alguien atrapaba su mano y detenía el movimiento.

Comenzó a hablar incluso antes de darse la vuelta:

-Joder, Eucliffe, ¿no es suficientemente directo un rodillazo en las pelotas? Voy a tener que…

Se detuvo a mitad de la frase al darse cuenta de que no era Sting el que la seguía, sino el chico de pelo rosa del autobús. Sonreía como si le fuera la vida en ello, provocando en Lucy una extraña mueca en sus labios que podía identificarse difícilmente con una sonrisa.

-Nunca había visto a nadie ser tan dura con un tipo como ese, y menos a alguien como tú.

-¿Alguien como yo? ¿Qué pasa, soy especial?

Aquello hizo que el chico riera de forma extraña. Lucy se preguntó si aquel sería uno de esos tipos sobre los que su padre le advirtió antes de entrar a la universidad. Se entristeció al recordar a su padre de nuevo.

-Eh, no pretendía ofenderte, lo siento. –Era raro que alguien se disculpase con ella. Más bien era raro que alguien hablase con ella.– Me llamo Natsu Dragneel, nunca te había visto bajar en esta parada.

Lucy estaba segura de que su cara era un poema. ¿Acaso él no sabía quién era ella? ¿No sabía que ella era Lucy Heartfilia, la chica huérfana de la que todo el mundo rumoreaba a sus espaldas que tenía la culpa de la muerte de sus padres? Se dio cuenta de que, mientras caminaban, Natsu le estaba tendiendo la mano.

-Encantada, Natsu. –Sonrió.– La verdad es que mi casa queda un poco lejos, sólo he bajado porque ese cerdo de Sting me estaba tocando demasiado los huevos.

Natsu volvió a reír, haciendo que Lucy se preguntase de nuevo qué mosca le había picado.

-Perdona que me ría, pero es tu culpa. –Lo miró con extrañeza.– Nunca había conocido a nadie tan malhablada como tú.

-Vaya, no sé si tomarme eso como un cumplido o como un insulto. –Aseguró ella.

-Bah, no me hagas caso, sólo soy un pirado que estudia Medicina. Tantos libros me hacen daño en las neuronas. –Lucy soltó un risita.– ¿Y tú? –Ella le miró a la cara, sin saber qué le estaba preguntando exactamente.– ¿Qué estudias?

-Ah, eso. –Suspiró tranquila.– Estudio Criminología, aunque ser escritora es mi sueño frustrado. Quizá esta estúpida carrera me ayude a escribir buenos libros sobre asesinatos.

-Si no triunfas con los asesinatos, siempre puedes protagonizar películas de acción con Bruce Willis, ¿no crees?

Hubo un momento de silencio, y luego ambos estallaron en carcajadas.

Siguieron caminando sin rumbo fijo hasta que acabaron frente a la casa vacía de Lucy, que había vuelto a su estado normal en cuanto visualizó la fachada.

-¿Ocurre algo?

-No, nada, sólo que hemos llegado a mi casa. –De pronto, se dio cuenta de algo.– Oye, Natsu, ¿tu casa no está cerca de la parada dónde bajas?

Y él, como un tonto, se golpeó la frente con la palma de la mano y sonrió, haciendo saber a la chica que se había olvidado por completo de su casa. Ambos miraron el reloj y abrieron los ojos, sorprendidos, al saber que habían pasado dos horas desde que salieron de la universidad. ¿Cómo podía haberse pasado tan rápido el tiempo? Ni siquiera el idiota molesto de Rogue conseguía que el tiempo volase tan rápido.

-Creo que voy a correr hasta mi casa –afirmó Natsu–, a no ser que a tus padres no les importe tener un invitado a la mesa.

A Lucy se le llenaron los ojos de lágrimas, pero se obligó a ser fuerte y realizar una frase coherente.

-No creo que les importe mucho, Natsu. –Miró a los ojos verdes del chico, con los suyos aguados.– De hecho, creo que no suelen recibir visitas, sea donde sea que estén.

-¿Tus padres han…?

-Sí.

Fue lo único que atinó a decir antes de que el llanto se apoderara por completo de ella mientras Natsu la envolvía entre sus brazos.

Ninguno de los dos entendía la situación: Lucy, que no había mostrado sentimiento alguno delante de otra persona desde que sus padres murieron, estaba ahora llorando en el pecho de un chico al que había conocido ese mismo día, el chico con el cual había reído como nunca; y Natsu, que sentía que una fuerza ajena a él le empujaba a abrazar a aquella chica de la que no sabía ni su nombre y a protegerla de cualquier cosa.

-Lucy –susurró ella entre sollozos–, me llamo Lucy Heartfilia.

Esperaba algún tipo de rechazo por parte de Natsu al decirle su nombre, pero lo único que recibió fue un abrazo aún mayor rodeándola y una voz calmada y varonil que le suplicaba que dejase de llorar y le prometía que todo iba a salir bien.


¿Y bien? ¿Merezco reviews o mejor lo dejo estar?

¡Vosotros decidís! :3

¡Nos vemos!

Boogie.