Muchísimas gracias a mi beta Sool Onuma, Betas FFAD.

Beta de verano: Leticia Eugenia.

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Los días habían pasado sin saber más nada de Edward, sin verle de nuevo, pero eso no significaba que él se iría de mi cabeza, todo lo contrario, a pesar de lo que Anthony me había dicho mi mente se negaba a olvidarlo. Las clases habían comenzado, las compartía con Angela y Alice, ésta última siempre me invitaba a ir al restaurant de su abuela para reunirnos con los chicos, pero entre excusas me perdía y llegaba al apartamento para encerrarme.

Anthony se había ido, tenía cosas que hacer. Me pareció raro que al preguntar no me dijera exactamente qué era tan importante, tal vez sólo eran imaginaciones mías. Ian ha llamado todos los días para saber de mí, si necesitaba algo o como estaba. Me alegraba que venga a visitarme en unas semanas.

—¿Bells? ¿Has escuchado algo de lo que te dije? —Ángela se encontraba a mi lado mirándome.

—Disculpa Ang, ¿qué has dicho?

—Ben me ha escrito para que nos encontremos en el café, vamos Bells… —Alice que estaba al lado de ella sólo me miraba. Creo que se había cansado de insistirme—. Anda Bells… Si no estás en clase te la pasas encerrada en el apartamento, ya no compartes casi conmigo.

Si iba eso significaría que vería a Edward… Sabía que él estaría allí, pero Ángela tenía razón, tenía que salir de mi encierro o al menos intentarlo, así que al final terminé aceptando. La sonrisa triunfal de las dos hizo acto de presencia.

Las clases terminaron y nos encaminamos juntas hacia "Amanecer". Alice y Angela iban hablando animadamente mientras yo sólo podía pensar en qué haría si él estaba allí. Rose ya había llegado, según ella los chicos venían en un momento. No pude evitar tensarme cuando lo dijo, decidí dejar de pensar en ello, no tenía caso preocuparme por algo que tal vez no suceda.

Conversamos de todo un poco mientras esperábamos a los demás para comer. Ninguna había almorzado, ya que todas estudiamos en el turno de la mañana.

—¡Mira quién llego, Alice! — Rosalie le hacía señas para que mirara a una mesa que estaba un poco alejada de la nuestra.

—Zorras —escupió furiosa Alice al ver. Mi curiosidad pudo más que yo y me giré. ¿Qué demonios hace ella aquí? Estaba sentada junto con dos chicas más, igual de rubias que ella.

—Bells, ¿sabías que estaría aquí? —Angela me preguntó preocupada. Negué con la cabeza manteniendo todavía mi vista en mi "hermana".

—¿Las conoces Bella? —Rosalie sonaba curiosa, volteé a verla y hablé.

—Sólo a la de blanco —dije refiriéndome a Tanya—. Las otras dos no sé quiénes son.

Alice iba a hablar, pero Angela se adelantó.

—Es su hermana…

—Ella no se puede llamar así, no después de todo lo que me ha hecho —mi pecho dolió al recodarlo, todavía la herida estaba allí. El tiempo no podría curarla, nada lo haría.

—Llegaron —anunció Alice sacándome de mis pensamientos. Mi corazón saltó y mi pulso se aceleró, él estaba aquí, lo sabía.

No quise voltear.

¿Por qué siempre tenía que encontrármelo?

¿Acaso a dónde sea que yo esté, él siempre aparecerá?

—Hola preciosa —la voz de Emmet se escuchó detrás, Rosalie sonreía como una tonta enamorada y qué decir de Alice.

Todos nos saludaron, Edward incluido. Tomaron asiento y ¿qué casualidad no? Edward quedó frente a mí, del otro lado de la mesa.

—Bella Bells —sonrió Emmet mientras hablaba, dándome un nuevo apodo—. Cuéntanos ¿qué tal te va en clases? —Todos centraron su atención en mí, lo cual odiaba.

—Eh… ha estado bien, mi clase favorita es cálculo con el Sr. Branner.

—Oh… —parecía sorprendido—.Te gustan los números. Sabes… Si necesitas ayuda Edi puede con ello, él está con la misma carrera. —Edward sonrió dándole un codazo tal vez por el sobrenombre.

—Es verdad Isabella, si necesitas algo no dudes en pedírmelo. —Me guiñó el ojo haciéndome sonrojar.

Estúpida eres tan débil.

Lo sé, no podía evitarlo. No sé qué tenía él que cada vez que estaba cerca me ponía nerviosa. Conversamos un rato de todo un poco, pedimos pizza la cual tardaría algo para estar lista.

—¿Qué harán este fin de semana? —Alice sonrió, tenía esa cara que veía cada vez que se le ocurría una idea.

—Bueno yo nada —dijo Emmet—, estaba pensando en compartir con mi cosita.

Rodé los ojos.

—Que cursi eres. ¿Quién diría que tal mastodonte le llama cosita a su novia? —dijo Edward haciéndonos reír a todos.

—Hey… Tú eres un envidioso Cullen — se defendió.

—Sí, cómo no.

—Ya, ya chicos. No estábamos hablando de eso —dijo Alice para que pararan y le prestáramos atención—. Ya que nadie tiene planes mis padres nos han invitado a pasar el fin de semana en la casa de las afueras de la ciudad, mi abuela también ira y les he preguntado si pueden ir ustedes. Han dicho que sí… —¿Un fin de semana cerca de Edward?

Todos comenzaron a hablar sobre el tema feliz y entusiasmados, pero yo no podía dejar de pensar en qué pasaría estando todo un fin de semana con él. Tal vez si me inventaba alguna excusa podría salvarme de todo esto.

—Isabella —alcé mi vista para encontrarme con la mirada de Edward. Un sensación extraña recorrió todo mi cuerpo, sentí mis mejillas arder. Él sonrió y yo estaba perdida.

—Tierra llamando a Bella —me di cuenta de que toda la mesa nos miraba, seguro ya estaba sonrojada… Demonios, ¿por qué me tiene que pasar esto siempre?

—Mira a quien tenemos aquí —escuche esa voz familiar y levanté mi vista para ver a Tanya con las otras dos chicas paradas al lado de nuestra mesa, la mirada de ella iba de Edward a mí—. No sabía que te encontraría aquí, hermanita… —Su mirada estaba llena de odio… Me asustaba. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y yo quedé enmudecida. No sabía que decir.

—Rosalie, ¿escuchaste algo? —habló Alice con acidez.

—No Al… Ah… Ya decía yo por qué olía a perra en celo. —Rosalie miró desafiante a las tres chicas oxigenadas.

—¿Quién demonios hablo contigo Rosalie? — gritó Tanya.

—Sí, ¿Quién habló contigo? —repitió la otra chica, tenía un cuerpo de infarto, pero su voz era chillona y hasta fastidiosa.

—Nunca puedes tener preguntas originales Kate —dijo Rose, haciendo que todos en la mesa menos Edward y yo riéramos.

Esperen…

¿Dijo Kate?

—Deberían largarse, su olor está haciendo apestar la cafetería —arremetió Alice y volteándose para ignorarlas.

La tensión en el ambiente era cortante, Jasper tomó de la mano a Alice como haciéndole saber su apoyo. Emmet miraba con odio y repugnancia a las tres, al igual que Ángela y Ben. Edward volteó a verme, su cara dibujaba una disculpa. ¿Por qué?

—Edward, cariño ¿podríamos hablar un minuto? —Tanya hablaba sólo a Edward, moviendo sus pestañas.

—No tengo nada que hablar contigo Tanya. —Un extraño sentimiento de ¿felicidad? Se alojó en mí cuando escuche su respuesta a ella.

—Pero…

—Yo creo que ya Edward te dejó bastante claro las cosas Tanya, así que ¿por qué no te ahorras la humillación y te largas de una buena vez? —Rosalie era fuerte. A simple vista parecía una cabeza hueca, sólo físico y nada de intelecto, pero la realidad es que era muy inteligente, nada pretenciosa y muy humilde.

—¿Está todo bien aquí? —Elena, la abuela de los chicos nos miraba interrogantes y fulminó con la mirada a las plásticas.

—Si abue, ya se iban. ¿No es cierto, chicas? —Alice las miró desafiante.

—Esto no quedara así. —Terminó Tanya, para salir con Kate y la otra detrás de ella.

—Espero que no les hayan hecho pasar un mal rato, chicos. —Se disculpó.

—No abue, no te preocupes estamos bien —Edward la tranquilizó dándole una sonrisa.

Emmett retomó el tema del fin de semana. No necesitábamos llevar nada, más que ropa. Todavía dudaba en si ir o no, tenía que decirle a Anthony… o tal vez no…

¿Le mentirás?

No puedo…

No iré… era lo mejor. Diría ahora que sí, pero me excusaría luego, tal vez finja estar enferma. Algo se me ocurrirá.

La tres pizzas tamaño familiar llegaron. Quedé boca abierta cuando Emmett se devoró casi por completo una sola, con razón era tan grande. Todos rieron y comenzaron a hacerle bromas por ello. Más Edward… al cual no podía dejar de ver.

Me sentía idiotizada cada vez que él estaba cerca, era una estúpida sensación. Me tenía harta…

Terminamos de comer, pasamos toda la tarde conversando y riendo, bueno yo a menos lo intentaba. Quería fingir que estaba bien, que no estaba destrozada por dentro, tal vez si lo hacía, eventualmente se haría realidad.

Todos nos levantamos y nos despedimos de Elena para salir del café. Ellos iban en la dirección contraria a Ángela y yo, así que nos despedimos, caminé unos cuantos pasos cuando sentí unas manos tomarme del brazo con cuidado.

—Isabella— sentí mi cuerpo tensarse, volteé para encontrarme con la hermosa mirada de Edward.

—Eh… dime.

—Quisiera hablar contigo, por favor. ¿Por qué huyes tanto de mí? —Por un momento me sentí mal. No tenía por qué ser tan cruel con él… De pronto las palabras de Anthony volvieron a mi mente.

Él no tiene nada en serio con nadie…

—No quiero estar cerca de ti. ¿Qué pasó con Tanya? —No debí decir eso—. No me interesa hablar contigo Edward.

—Pero, ¿por qué Isabella? —Pasó una mano por su cabello cobrizo—. ¿Qué hice para que seas así conmigo?

No podía decirle lo que Anthony me había contado ¿o sí?

—Sólo déjame en paz —dije en un susurro más para mí que para él. De alguna manera algo en mí luchaba por querer estar cerca de él, pero me dolía y en realidad no sabía qué era. Si el hecho de hacerle tanto daño a Anthony o que yo… quiero estar cerca de él y no puedo, no debo.

De pronto como si el cielo hubiese actuado a mi favor Ángela llegó para salvarme, lo agradecía. Tal vez si hubiese durado más tiempo con él, me hubiese rendido, derrumbaría los muros… y no podía hacerlo. No puedo permitir que me hieran de nuevo y sabía que él lo haría.

Me fui con Ángela al departamento, todo el transcurso hasta allí lo pasamos en silencio, uno muy incómodo. Sabía que ella quería preguntar por lo de Tanya, pero me conocía muy bien, en estos momentos yo sólo quiero estar sola.

¿Por qué el destino siempre me hace una mala jugada? ¿Acaso es así como debe ser siempre?

Llegamos al apartamento e inmediatamente me fui a mi cuarto, cerré la puerta y me acosté en mi cama.

Sin más las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, me sentía asustada, tenía miedo de lo que podría pasar si ella está cerca. Estaba sola, aun así con Anthony, los chicos o Ian… me sentía sola. Destrozada y rota por dentro.

Los extrañaba todavía, ¿Cómo podía olvidarlos? El dolor no cesa, no es menor, tiene la misma intensidad que aquel día... aquel en el que me enteré que habían muerto. Me acosté de lado abrazando mis piernas, dejando salir todo o al menos desahogándome por ahora. Me dolía mucho… demasiado como para soportarlo. ¿Cómo podré? ¿Por qué tengo que ser tan débil?

Admiro a Alice y Rose, la manera en que se enfrentaron a Tanya. Yo… yo no podría hacer algo así. No podía olvidar todo lo que nosotras habíamos vivido, yo no soy como ella.

Sentí el celular vibrar en el bolsillo de mis pantalones. Lo saqué sin ver quién era y lo coloqué sobre el colchón, no quería responder. No quiero hablar con nadie.

Quería desaparecer…

El celular no de dejaba de vibrar, maldije por lo bajo y decidí atender.

—¿Bueno? —pregunté cabreada sin ver siquiera quién era.

—Princesa —esa voz…

—Lo siento Ian, eh… yo… — No sabía que decirle, estaba apenada.

—¿Estabas llorando? —Sonó preocupado.

—Eh… No, estoy bien —mentí tratando de ignorar el nudo en mi garganta.

—Isabella —reprochó–. No tienes por qué mentirme.

—No lo hago —escuché un sonoro suspiro de su parte. No le diría, sólo… no quiero preocuparle.

—Está bien. Princesa… —Lo noté nervioso, ¿qué pasaba?—. Yo… Pues… —tartamudeó.

—¿Qué sucede? —pregunté asustada.

—Las cosas no están bien acá pequeña, no quiero preocuparte.

—¿Qué pasa exactamente Ian? —Ya me estaba cansando tanto misterio.

—Aro, eso pasa. Según él, tus padres le dejaron un poder, algo que les da el derecho de tener la mitad de las acciones de la empresa —¿qué demonios?—. No es nada seguro, no ha traído ningún documento por lo tanto no pude verificar si su historia es cierta.

—¡Claro que no es cierta! —dije exaltada—. Mis padres… mi padre, nunca le dejaría la empresa a él. Si hubiese elegido a alguien serias tú, Ian.

—Lo sé pequeña. Aro y su esposa son muy codiciosos. Vino a mi oficina esta mañana, estaré al pendiente de él. No es de confianza.

—No lo es Ian, mejor cuídate. Ese hombre nunca me ha dado buena espina.

—Lo haré pequeña y discúlpame por preocuparte con esto. Cambiando el tema… ¿Cómo te ha ido?

No sabía si decirle que había visto a Tanya, en realidad ¿para qué hacerlo? Tal vez preguntaría si hay algún problema y no quería contarle, no quería que él supiera.

—Todo bien, las clases empezaron, tengo muy buenos compañeros. También me quieren arrastrar a un fin de semana con ellos —pero no lo lograrán.

—Deberías acompañarlos.

—Ian —le pare—. No quiero salir, no puedo aparentar estar bien todo el tiempo. En realidad me cansa.

—Entonces no estás bien, me mentiste. —¡Demonios!

—Lo siento —dije apenada—. Yo… Sólo no quiero ir.

—Está bien princesa —hubo un corto silencio—, ¿Isabella?, no te cierres. Sabes que te amo pequeña, quiero que cuentes conmigo, pero más que nada que puedas hacerlo con los demás, con tus amigos. No todas las personas son malas.

—No lo sé, tal vez la mayoría lo son —pensé.

—¿Cómo piensas descubrirlo? Hacerte una coraza no es buena idea, te destruirás princesa y no quiero que algo malo te pase. Isabella, los golpes de la vida duelen, pero no son para ocultarnos en nosotros mismos. Siempre habrá alguien que querrá hacerte daño, querer lo que tú quieres, pero con eso no debes rendirte debes luchar. Las tinieblas nos pueden dejar ciegos, pero nunca es tarde para buscar la luz.

Las palabras de Ian eran ciertas, pero yo no encontraba la luz, no sabía dónde estaba.

—Ian yo… —No sabía que decir, no después de todo eso.

—Tranquila princesa, sólo prométeme que no te encerrarás, prométeme que intentarás ser feliz. — ¿Prometérselo? ¿Podría ser feliz?

—Lo intentaré —dije por fin.

—Este bien, pequeña. Me tengo que ir, pero te llamo en la semana. Te amo Isabella. —Mi corazón se derritió ante eso último.

—Yo también te amo tío. —Nunca le decía así, pero esta vez había algo diferente. Él era la única familia que me quedaba, me alegraba que estuviera para mí cuando más le necesito.

Cortó la llamada, me sentía un poco mejor. Sólo un poco…

La semana fue pasando, teníamos varios proyectos los cuales me tuvieron ocupada con Ángela y Alice, la última se quedaba con nosotras en el apartamento para reunirnos y estudiar ya que uno de ellos teníamos que presentarlo mañana. Era fuerte, mandaban las cosas para la misma semana y no era algo fácil, por lo tanto la pasamos estudiando e investigando sobre todo lo que tuviese que ver con la "Administración en la actualidad".

Hoy era viernes, lo que significaba la presentación del proyecto y la salida a la casa Cullen. No he sabido nada de Anthony en lo de que va de semana, un mensaje o llamada, nada. Decidí no molestarle, tal vez tenía cosas que hacer y yo estoy demasiado ocupada con la universidad para atenderle.

Terminé de vestirme. Una camisa negra semi trasparente, unos jeans grises oscuros, una chaqueta que amo de "Balenciaga", las lentes, mis convers negras, cabello suelto y nada de maquillaje.

El celular comenzó a sonar, sonreí al ver la pantalla.

—Hola preciosa, ¿cómo estás?

—Bien grandote, saliendo para la universidad.

—¿Me harías el honor de acompañarte? —Reí por sus locuras.

—Está bien, te espero.

—Ya estoy afuera. —Pero que rápido, sonreí alegre.

Salí junto a Anthony para la universidad, no iba tarde así que no tenía apuros. Caminamos unas cinco cuadras hasta llegar, no estaba lejos.

—Entonces, ¿qué harás el fin de semana? —preguntó parándose frente a mí ya afuera de WSU.

¿Qué le digo? ¿Qué iré con sus primos? ¿Miento?

—Cariño tanto tiempo sin verte —Kate estaba detrás de Anthony. Su rostro cambió por completo al escuchar su voz. No había sido una buena idea que me acompañara hoy a la universidad.

¿Qué hago?

Anthony volteó, esa cara… nunca lo había visto así.

—Venga, estás mucho mejor que antes cariño. Mejor que tu primo podría decir. — Maldita zorra.

—Me das tanta lástima Kate, sigues siendo la misma puta de siempre.

—Y tú el mismo idiota. No me digas —me miró con desprecio. Oh… Lo que me faltaba—, ¿andas con ésta? —espetó.

—Si fuera así déjame decirte que sería mucho mejor que estar contigo, no le llegas ni a los talones a Isabella. —Me defendió.

—¿A esa zorra?

—Yo que tú, me tragaba esas palabras Kate —dijo alguien de forma amenazante a mis espaldas. Anthony volteó para verle e inmediatamente confirmé quién era. Edward…


Holis :3 Por favor no me maten xD sé que tarde un mucho con la actu pero por fin aquí lo tenemos. Isabella está sintiendo cositas por Edward pero para ella él no es bueno todo lo contrario a Anthony, ¿le dará una oportunidad a este último o Edward lograra ganarse de alguna manera su confianza? La ex de Anthony ha vuelto y va a la misma universidad que todos, Tanya está en la ciudad y un fin de semana a Edward&Bella les espera. ¿Qué sucederá? ¿Qué onda con Aro?

Muchas preguntas que pronto tendrán respuestas.

Muchas gracias por sus hermosos Review los cuales leo, por agregar la historia a sus favoritos y por las alertas.

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Besos y nos leemos pronto :* Las quiere, Yexsi.