¡Hola otra vez! Long time no see! (esquiva los tomates)

SORRYMASEN la universidad no me deja vivir : ni escribir :

Este capítulo está dedicado a Asakura Luxe como regalo de cumpleaños atrasado... muy atrasado... ¡Un beso enorme, guapa!

¡Espero que os guste el capítulo!

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Cuando me informaron que navegábamos rumbo a el Archipiélago Sabaody tuve que contener las ganas de ponerme a saltar en el sitio de la alegría. Era un lugar tan bonito que me moría de las ganas por llegar y verlo con mis propios ojos. Rayleigh me dijo que habían visitado aquel lugar dos veces ya, pero que ahora la meta era sumergirnos hasta la Isla Gyojin para poder atravesar el Red Line y llegar al Nuevo Mundo.

-¡Podríamos pedir permiso para atravesar Mariejois!- bromeó uno de los tripulantes, y los demás rieron.

Yo me estremecí al pensar en los Tenryuubito.

Agh.

Me pregunté si alguna vez en su vida Roger se había enzarzado en alguna pelea con uno de los nobles, pues tenía pinta de darle igual incluso la norma de no tocar nunca a un Tenryuubito. Solo esperaba que si nos encontrábamos con alguno, Roger les diera su merecido. O de poder hacerlo yo. Un buen puñetazo al estilo Luffy. Seguro que funcionaría como método anti-estrés.

-Y ya que estamos podríamos prenderla fuego- musité para mí, pero acabó sonando demasiado alto y todos se me quedaron mirando. Fruncí el ceño-. ¿Qué?

Ryota me dio una fuerte palmada en la espalda que me dejó sin aliento.

-¡Cada vez me gusta más esta chica!-. Confesó-. La verdad es que no les vendría nada mal una buena tunda a esos nobles- escupió-. Basura.

El resto asintió con la cabeza y murmuraron maldiciones contra los Tenryuubito.

Fueron unos días animados, los previos a nuestro desembarco en el Archipiélago. Todo el mundo estaba animado y nervioso por lo que encontrarían en la Isla Gyojin. Y más allá de la Isla Gyojin. El capitán se pasaba buena parte del tiempo observando el horizonte, escrutando el borde entre el cielo y el mar como intentando que la isla apareciera por arte de magia. Aunque también había un brillo melancólico en su mirada.

-La echa de menos- me confesó Rayleigh-san un día al ver que me había detenido a mirar a Roger quien, como casi siempre hacía, se había acercado a la proa del barco y simplemente contemplaba.

"La echa de menos" pensé. Rouge.

-Yo también- confesé con una triste sonrisa.

Hacía ya poco más de un mes que Rouge había dejado la embarcación y había vuelto a su hogar. La extrañaba mucho.

Rayleigh me apretó el hombro con suavidad.

-Volveremos a verla- me dijo.

-Lo sé.

Y de verdad esperaba que fuese así.


Fue un viaje muy ajetreado, el que más hasta aquel momento. Parábamos en todas las islas que podíamos para recolectar víveres y comprar cosas útiles para el viaje, todo lo que fuese extravagante y sonase apropiado para un viaje submarino hasta los 10.000 por debajo de la superficie lo comprábamos. El almacén del barco estaba repleto de objetos extraños.

Acabábamos de desembarcar en una de las islas cuando me acordé de algo importante.

-¡Log Pose!- grité deteniéndome en seco.

Shanks y Buggy, que iban detrás mío, por poco tropezaron conmigo.

-¿Qué?- preguntó Buggy.

-Necesitamos un Log Pose de tres agujas, uno normal no funcionará en el Nuevo Mundo... por los campos magnéticos.

Los dos me miraron con una ceja alzada.

-Confiad en mi- insistí.

-¿Y dónde encontramos un Log Pose así?- preguntó Shanks.

-Sabaody. Tal vez- me encogí de hombros.

-¿Tal vez?- inquirió Buggy algo preocupado.

-No son fáciles de conseguir- le expliqué-, al fin y al cabo no es como un Log Pose de los que se utilizan para navegar por Paradise.

Nos quedamos unos minutos en silencio, reflexionando sobre cómo íbamos a encontrar un Log Pose así. De pronto Shanks sonrió maliciosamente y dijo:

-Entonces deberíamos ir a preguntar donde la información circula siempre. A un bar.

Tuve que contenerme para no poner los ojos en blanco.

Así fue como acabamos en uno de los locales más transitados de la isla. Era un bar abarrotado que olía a cerveza, tabaco y sudor; las mesas estaban raídas y se tambaleaban, al igual que las sillas, en las que se sentaban personas de todo tipo para beber y apostar. Hacía un calor sofocante ahí dentro y quise marcharme inmediatamente.

-Puaj- musité cuando un hombre grande como un armario restregó su brazo sudoroso por mi espalda.

Shanks, por otro lado, parecía estar en su ambiente natural. Se acercó a pedir tres cervezas mientras Buggy y yo nos acomodamos en una de las mesas pegadas a la pared. Unos hombres de una mesa cercana a la nuestra silbaron cuando me vieron y gritaron un par de groserías; tuve que contener a Buggy para que no se lanzara sobre ellos.

-Venimos a por información, no deberíamos meternos en problemas- le senté a mi lado dándole un fuerte tirón.

-¿No puedes hacer un haki de esos- movió las manos delante de su cara expresivamente- y dejarles K.O. o algo?

Le di una patada suave en la espinilla justo cuando llegó Shanks con las bebidas, manteniéndolas en equilibrio como podía. Probé mi cerveza e hice una mueca. Demasiado amarga.

-¡Muy bien!- exclamó el pelirrojo después de darle un buen trago a su bebida-. ¿Cuál es el plan?

-¿Preguntar si alguien conoce dónde venden Log Pose?- aventuró Buggy.

Los dos me miraron.

-Eh. Yo doy la idea, vosotros la ponéis en marcha. Además seguro que habéis hecho esto antes.

-¿Nos mandas hacer el trabajo sucio?- sonrió Shanks.

-Por supuesto.

-Hm... ¿Y para qué sirve exactamente un Log Pose así? ¿Por qué no podemos utilizar uno normal?- me preguntó Buggy.

Yo intenté recordar más o menos lo que sabía.

-En el Nuevo Mundo la mayoría de la islas pueden cambiar u ocultar su campo magnético, los modifican, y los Log Pose funcionan con estos campos magnéticos. Los Log Pose de tres agujas apuntan cada una a una isla diferente, y te indica cuál de todas ellas es la más apropiada y la más peligrosa. Es como una especie de radar de estos campos magnéticos.

-Dime cosas intelectuales- dijo Shanks guiñándome un ojo de forma ridícula.

Buggy puso tal cara de asco y estupefacción que evitar reírme.

-Si cruzásemos la Isla Gyojin y utilizásemos un Log Pose normal en el Nuevo Mundo, seguramente acabaríamos perdidos en medio del océano o en una isla fantasma o vete tú a saber dónde, por eso necesitamos un Log Pose de tres agujas. No sé vosotros, pero yo pretendo seguir viva unos años más.

-¿Y cómo sabes todas esas cosas Anne-chan?- Buggy parecía curioso y asustado, y había empalidecido un poco al escuchar las palabras "perdidos en medio el océano" e "isla fantasma".

-¿Predijo que Shiki perdería una batalla y a ti te parece raro que sepa cosas del Nuevo Mundo?- le preguntó Shanks de vuelta.

-¿Acaso tú no sientes curiosidad?- contraatacó Buggy.

-Yo ya me he acostumbrado a todo lo que sabe y hace- me miró por encima del borde del vaso y yo me sonrojé al notar el orgullo en su voz.

Bebí un trago de (asquerosa) cerveza para disimular las mariposas que me revolotearon en el estómago.

-Um... Bueno, a lo que íbamos- cambié de tema-, tenemos que hacernos con un Log Pose de tres agujas o tendremos problemas.

-¿Y si no encontramos ninguno?- Buggy me miró aferrando su vaso con las dos manos. Le temblaba un poco la voz.

-Acabaremos en el estómago de un monstruo marino en el mejor de los casos- bromeó Shanks.

Buggy le dio un fuerte golpe en el brazo.

-¡No bromees con esas cosas, idiota!- me miró con ojos desesperados-. Anne-chan, ¿qué es lo que le ves? En serio que no lo entiendo, te iría mejor con un mono que con... este.

Me encogí de hombros, divertida.

-Lo elegí por descarte- suspiré dramáticamente-, Rayleigh-san no me correspondió así que tuve que ir a por mi décima opción.

-¡Eh, eh!- exclamó Shanks cruzándose de brazos, enfurruñado mientras Buggy y yo reíamos.

Estuvimos planeando un buen rato cómo podríamos buscar información sobre los Log Pose (Shanks bebía su cerveza refunfuñando por lo de antes) sin saber muy bien por dónde empezar, así que acabamos sumiéndonos en el silencio, cada uno bebiendo de su vaso. Me ofrecí a pagar la siguiente ronda cuando terminamos las cervezas. Había tanta gente aglomerada frente a la barra que tardé lo que parecieron años en encontrar un sitio para que el camarero me atendiera.

-¿Estás sola, encanto?- cerré los ojos e inspiré con calma, sintiendo la exasperación apoderarse de mí, al escuchar aquello. ¿Incluso en este mundo nos hombres eran así de clichés?

Me giré y esbozando mi mejor sonrisa, le respondí:

-Piérdete, encanto.

Se quedó cortado, seguramente porque no esperaba que le respondiera.

-Vamos, bonita, deja que te invite a algo- se acercó a mi e intentó cogerme la mano que tenía sobre la barra. La retiré rápidamente.

Ignoré su propuesta y le pedí tres cervezas al camarero.

-¿Estás acompañada?- casi podía palpar el alcohol en su aliento. Contuve una arcada-. Deja que te invite a una copa, vamos. Seguro que no les importa si te vienes conmigo un rato- me pasó la mano por el brazo y se la agarré antes de que llegara a la muñeca.

-Vuelve a tocarme y te rompo los dedos uno a uno, ¿me has oído?

Él sonrió. Tenía los dientes descoloridos y le apestaba el aliento a tabaco y sake.

-Tienes carácter... me gusta eso en una mujer- y haciendo caso omiso a mi advertencia, me rodeó la cintura con una mano y acercó mi cuerpo al suyo-. Veamos si también eres así de arisca en la cama.

Por el rabillo del ojo me pareció ver una cabellera pelirroja bajo un sombrero de paja abriéndose paso entre la multitud en mi dirección. Pero yo no era ninguna dama en apuros. No necesitaba nadie que me rescatase.

Le agarré la mano con la que sujetaba mi cintura y le apreté los nudillos, a lo que el hombre soltó un gemido de dolor y aflojó su agarre. Le empujé lejos de mi con el otro brazo, aún apretando sus dedos con mi mano izquierda, lo suficiente como para que hubiese espacio entre nosotros pero no demasiado; le retorcí la muñeca con la mano con la que le sujetaba y escuché varios "¡crack!" al apretar de nuevo sus nudillos. El hombre chilló y la gente se giró para mirarnos. Por último, le pegué un puñetazo en la boca. Sentí sus dientes chocar entre sí y un crujido.

Le solté la mano y cayó al suelo aullando de dolor.

Me dolía la mano en la parte con la que le había golpeado, pero lo ignoré, victoriosa, al verle escupir un diente al suelo.

-¡¿Qué haces?! ¡¿Estás loca?!- gritó con los ojos muy abiertos.

-Te dije que no volvieses a tocarme.

Abrió la boca para decir algo, pero prefirió callarse, asustado por si volvía a atacarle.

La multitud gritaba y golpeaban sus jarras contra las mesas. Unos reían ante lo patético de que un hombre perdiese contra una mujer (por poco me lancé sobre ellos también) pero la mayoría me aplaudían y ridiculizaban al hombre en el suelo, quien tardó poco en recoger lo que quedaba de su dignidad y salir a paso rápido de la taberna.

Me giré y vi a Shanks en la primera fila del círculo que se había formado en torno a nosotros. Tenía las cejas alzadas.

-Siempre tan sorprendido- dije.

Él negó con la cabeza, aunque había una sonrisa en su cara.

-Siempre tan violenta.- Se acercó a mí y me tomó la mano-. ¿Te duele? Ha sido un buen golpe.

Siseé cuando me pasó el pulgar por la zona adolorida.

-Un poco. Pero ha merecido la pena

El camarero se acercó, dando brazadas entre la multitud y con la cara roja, casi morada. Gritaba algo, pero no podía escucharle por el barullo de alrededor.

-¡Fuera! ¡Fuera!- me gritó, agarrándome del brazo.

-¡Eh!- exclamamos Shanks y yo a la vez.

-¡Nada de peleas en mi bar!- me arrastraba hacia la puerta a pesar de mis intentos por soltarme, ¿pero qué podía hacer yo contra un hombre que parecía un gorila? Me sacaba tres cabezas por lo menos.

-¡Suéltela!- Buggy se acercó a nosotros e intentó liberarme, tirando del brazo del camarero.

-¡Aquí no admitimos peleas!- seguía diciendo él.

Buggy y Shanks seguían quejándose.

-¡Pero si no ha sido su culpa!

- ¡Ha empezado ese... ese cerdo!

-¡He dicho que se va! Las peleas no son buenas para el negocio- el camarero abrió la puerta y me empujó fuera- ¡No vuelvas por aquí, chiquilla!

¡¿Chiquilla?!

Estuve a punto de contestarle, pero me cerró la puerta en las narices. Me tragué mis ganas de echarla abajo y saltarle al cuello.

-Menudo imbécil- escupió Shanks.

Rechiné los dientes.

-Anne-chan- me dijo Buggy con los ojos muy abiertos-, recuérdame que jamás en la vida te haga enfadar. Eres terrorífica.

En cualquier otra situación me lo hubiese tomado como un cumplido, pero estaba sorprendentemente -o tal vez no tanto- molesta.

-Pero... ¡pero si yo no he hecho nada!- grité a nadie en particular-, ¡solo me he defendido!

Golpeé con la punta de mi zapato una pequeña roca del suelo, la cual fue a estrellarse contra uno de los cristales del establecimiento. Já. Por idiota.

-Eh, eh- Shanks me agarró de los codos-, cálmate. No queremos que nos echen de la ciudad por destrozos, al menos no antes de encontrar el Log Pose.

Era verdad. El Log Pose. Aún teníamos que encontrarlo.

Tomé aire varias veces para calmarme. Teníamos trabajo que hacer. Una vez lo acabase podría volver y reventar todas las ventanas del bar. Todo bien, todo ok.

-Muy bien. Vale- me aparté el pelo de la cara-, esto es lo que vamos a hacer: vosotros dos volved dentro del bar, después de lo que acaba de pasar seguramente se os acerque alguien y podéis preguntar sobre cómo conseguir un Log Pose para el Nuevo Mundo. Yo buscaré por otros sitios.

Shanks frunció el ceño.

-¿Tú sola?

Arqueé una ceja, pero Buggy contestó por mí:

-¿En serio te preocupas después de ver lo que acaba de pasar? A mí me preocuparía más lo que le pase a quien se cruce en su camino.

-Exacto- sonreí-. Gracias.

Buggy me guiñó un ojo. Shanks puso los ojos en blanco.

-Vale, vale. Procura no romper muchas manos en nuestra ausencia.

-No prometo nada- dije. Shanks me dio una palmada en una nalga al pasar a mi lado. Di un pequeño de brinco del susto y me giré a mirarle, con las mejillas rojas-. ¡Tú! A ver si voy a retorcerte a ti la mano, pelirrojo.

Shanks entró riendo al bar.

Yo me quedé ahí plantada en medio de la calle, reflexionando sobre a dónde sería mejor que fuera. Acabé decidiéndome por ir a dar una vuelta por todo el pueblo a ver si encontraba alguna tienda que vendiera material de navegación, y si no, ya me las arreglaría para preguntar discretamente dónde podía encontrar un Log Pose. Miré el reloj de la alta torre a mi derecha, marcaba las seis de la tarde; vi que en el porche del edificio que mantenía el reloj tenía un mapa del pueblo sobre una tabla de madera, así que me acerqué para ojearlo y así orientarme. Me fijé en que ese edificio parecía una vieja fábrica de algo.

Comprobé que el pueblo no era muy grande, tal como supuse, pero tenía muchas callejuelas y recovecos, así que me quedé unos minutos para memorizar todo lo que pude. Me di media vuelta para dirigirme a la plaza que debería estar hacia la izquierda, calle abajo... pero me choqué con algo.

Solté un chillido (del que no estaba muy orgullosa) y tropecé con mis propios pies al intentar dar un paso atrás, pero unas manos me sujetaron de los brazos para evitar que me cayese y -probablemente- me abriese la cabeza contra el tablón de madera.

-Gra... Gracias- tartamudeé, y giré la cabeza para ver contra quién me había chocado.

Se me atragantó el aire.

Estaba segura de que debía tener una expresión estúpida en la cara, pues sentía que tenía la boca abierta, pero no me veía capaz de cerrarla.

Fisher Tiger estaba delante de mis propios ojos.

Me soltó al cabo de medio segundo, pero a mí me parecieron minutos el tiempo que había estado mirándole como una boba.

No podía ser.

Me debía de haber dado un golpe en la cabeza mientras peleaba con ese hombre.

-Cuidado- me dijo secamente.

Era él. En verdad era él.

Sentí mis labios moverse antes de darme cuenta de las palabras saliendo de mi boca.

-Lo... ¡Lo siento!- exclamé más alto de lo que pretendía-, no estaba mirando por dónde iba. Ha sido culpa mía.

Una breve expresión de sorpresa cruzó el rostro del gyojin, y recordé que ellos no son criaturas con las que los humanos suelen disculparse, pero después frunció el ceño e hizo una breve mueca con la boca. Pasó a mi lado para echarle un vistazo al mapa.

Yo seguía sin poder moverme del sitio. No sentía las piernas.

¿Sería muy raro pedirle un autógrafo? Aunque ahora que lo pensaba no tenía ni boli ni papel. Qué pena.

Fisher Tiger, diosmioeraéldeverdad, me lanzó una mirada al ver que no me había movido. Alzó una ceja. Yo me di cuenta de lo patética que tenía que parecer, ahí de pie, mirando como si este hombre acabase de bajar la luna a la tierra.

-Señorita- dijo una voz a mis espaldas. Era un hombre más o menos mayor, con una expresión asqueaba en la mirada-, ¿le está causando problemas?

No hizo falta que dijese que se refería a Fisher Tiger.

Sentí cómo este se tensaba, los brazos rígidos donde los había apoyado en el tablón.

Me di prisa en reaccionar.

-Eh... No. No.- Moví las manos delante de mi-. En realidad este, um, caballero me ha salvado de abrirme la cabeza contra el suelo.- El hombre me miró con desconfianza, así que añadí- Ha sido muy amable al ayudarme, señor- miré a Fisher Tiger-, muchas gracias otra vez.

Ahora el gyojin sí que parecía sorprendido.

-¿Está segura?- dijo el recién llegado.

Arrugué el ceño.

-Sí. Muy segura, gracias.

El hombre asintió un par de veces y se dio media vuelta, pero se giró para mirarnos un par de veces. Cuando hubo desaparecido calle arriba, me giré a mirar al gyojin. Era mucho más alto de lo que me esperaba, y eso que estaba inclinado para ver el mapa.

-Muchas gracias otra vez- repetí, esta vez sin tartamudear, y le sonreí agradecida-, soy un poco torpe cuando estoy distraída. Buenas tardes- me incliné a modo de despedida-. Y gracias, aunque eso ya lo he dicho. Más de una vez, eh... A-adiós.

Realmente necesitaba aprender a morderme la lengua cuando estaba nerviosa. Había dado solo un par de pasos cuando Fisher Tiger dijo detrás de mí:

-He visto lo del bar. La pelea- tenía los brazos cruzados y una expresión inescrutable-. Es la primera vez que veo una humana hacer llorar a un hombre el doble de su tamaño, y sin usar armas.

Me sonrojé hasta la punta de las orejas. ¿No se suponía que Fisher Tiger no apreciaba a los humanos? ¿Por qué me decía aquello?

-Guh... Gracias, creo.

Me miró de arriba a abajo.

-¿Por qué has hecho eso?- me preguntó, algo brusco.

-¿Eso...?- miré por donde se había ido el hombre que había tratado de socorrerme al creer que estaba en apuros. Me encogí de hombros-. Porque... No sé. A mí tampoco me gustaría que me tomasen por un delincuente o algo peor cuando acabo de evitar que una humana torpe se dé el golpe de su vida.

Me escrutó con esos ojos oscuros y pequeños, que brillaban con un resplandor negro bajo la luz del día. A mí los nervios me estaban matando por dentro. ¿Qué quería de mí?

-Sabes quién soy- dijo finalmente. No era una pregunta.

Me empezó a martillear el corazón contra el pecho.

-Sí- admití, porque no valía la pena mentir-. Sí, lo sé.

-¿Y si sabes quién soy por qué me has defendido, humana?

-Ya te lo he dicho. Cómo te ha tratado... Cómo os tratan- un brillo peligroso apareció en sus ojos al escuchar eso- no está bien.

Silencio de nuevo. Me sentía como una presa, una presa sobre la que el cazador estaba a punto de saltar y, aunque en el fondo sabía que no me haría nada, tenía todos mis sentidos alerta.

-Eres honesta- dijo finalmente.

-¿P-por qué te iba a mentir?

-La mayoría de los humanos no se molestan en decirles la verdad a criaturas inferiores como nosotros.

Apreté los labios.

-Soy una mentirosa terrible y te darías cuenta de que lo que te estoy diciendo no es verdad, por eso te he dicho la verdad. Es más fácil.

Su rostro seguía impenetrable.

-Estás buscando un Log Pose de tres esferas, tú y tus dos amigos.

Intenté que no se me notara la sorpresa en la cara, ¿cómo sabía aquello?

-Sí- dije de nuevo. Tal como había dicho antes, no valía la pena mentir.

-¿Por qué? ¿Para qué queréis bajar a la Isla?

La Isla. Su hogar. Donde vivían gyojins, y sirenas, y muchas criaturas más con las que los humanos comerciaban. Me avergoncé de mi misma.

-No estamos interesados en lo que hay en la Isla- y era verdad, la Isla Gyojin simplemente era la conexión entre este mundo mundano y el mundo desconocido que Roger ansiaba conocer-, te lo juro. Solo necesitamos cruzar a...

-... Al otro lado del Red Line.

Asentí.

-Y no es que podamos ir por arriba; ya sabes, porque vamos en barco y están los Tenryuubito y todo eso.

Fisher Tiger abrió mucho los ojos y miró a su izquierda y derecha, alarmado. Se acercó a mí y me agarró del brazo, atrayéndome hacia la pared de la fábrica, ajenos a las miradas curiosas.

-No puedes ir diciendo esas cosas tan a la ligera, humana boba- siseó entre sus dientes afilados-. Sobre todo no aquí, no en estas islas tan cercanas a Sabaody.

En estas islas llenas de ojos y oídos y de marines.

-Lo siento. Pero de donde vengo no te hacen esclava por decir lo que piensas en alto. Aún no me he acostumbrado a cómo se hacen las cosas aquí- no sé muy bien por qué dije aquello, pero pareció ser acertado porque Fisher Tiger me miró, esta vez de verdad.

-Eres valiente- me dijo-, pero también tonta e imprudente. No sabes lo que te pueden costar tus palabras.

-Quienes encarcelan o esclavizan a personas por sus palabras son los mismos que tienen miedo a que esas palabras sean escuchadas y cambien las cosas. No importa el coste si las palabras encienden una chispa; el fuego se crea a partir de las chispas.

Fuego. El mismo que devastaría Mariejois gracias a el hombre que tenía delante.

Palabras. Las mismas que utilizó Otohime para intentar cambiar a toda una isla.

Palabras. Chispa. Fuego. Revolución.

Fisher Tiger dio unos pasos hacia atrás.

-¿Quién eres realmente, humana?

Sonreí.

-Soy simplemente una pirata.

Y Fisher Tiger sonrió. Fue una media sonrisa más bien de satisfacción, como si su tiempo hablando con una simple humana no hubiese sido malgastado. Asintió un par de veces y metió una de sus enormes y rojas manos en el saco que llevaba a la espalda. Del mismo sacó un Log Pose de tres agujas.

Me hizo un gesto para que lo cogiera, y yo lo sostuve en mis manos como si fuese el más preciado tesoro de cristal. Le miré perpleja.

-¿Por qué?

Volvió a mostrar esa extraña sonrisa, esta vez enseñando los dientes.

-Eres una humana interesante, pero si me entero de que le habéis hecho algo ruin a mi hogar pienso perseguirte por todos los mares, humana.

No era una promesa vacía y yo lo sabía. Acepté el regalo con un gesto de respeto, profundamente agradecida.

-Yo también quiero darte algo, Fisher Tiger- fue la primera vez que pronuncié su nombre, y sonaba extraño en mi boca. Rebusqué en los bolsillos de mis vaqueros hasta dar con el mechero de plástico que me había traído desde mi mundo. Mary me lo regaló porque tenía el estampado de Star Wars y sabía que yo era una fanática, pero nunca lo había usado. Se lo entregué-. Es pequeño, perfecto para que nadie se dé cuenta de que lo llevas encima- supe que mis palaras ahora no tenían sentido, pero, en un futuro, cuando él se colase en Mariejois podría llevarlo consigo sin que sonasen las alarmas detectoras de metal-. Una pequeña chispa puede crear el mayor de los fuegos. Una revolución.

Por un momento pensé que lo tiraría, porque comparado con los lujosos mecheros de metal que existían en este mundo, el mío parecía de juguete, pero se lo guardó en un bolsillo del pantalón.

Y con una leve inclinación de cabeza, Fisher Tiger se dio media vuelta y desapareció entre el gentío, casi tan mágicamente como había llegado.

La cara que se les quedó a Shanks y Buggy cuando les enseñé desde la ventana que había conseguido un Log Pose no fue de las que se olvidan.


Nada más regresar al barco y hablar con Rayleigh y Roger y enseñarles que habíamos logrado hacernos con la brújula, levamos anclas y dejamos la isla atrás. Tardaríamos poco más de dos días en llegar a Sabaody, y yo apenas podía esperar a llegar.

Estaba sentada en uno de los muchos cojines de la torre de vigilancia, mirando por el enorme ventanal, como si de un momento a otro la isla fuese a aparecer en el horizonte. Las estrellas brillaban en el cielo y podía ver cómo se reflejaban en el mar. Le daba vueltas a mi encuentro con Fisher Tiger (no me había fijado antes, pero Fisher Tiger (a pesar de su altura) no podría haber tenido más años que yo, tal vez uno o dos, pero tenía ese aura que te hacía sentirte como una hormiga) y a todo el asunto de los Gyojins; pero como la Gran Era Pirata aún no había comenzado me consolaba pensar que los gyojin y sirenas vivían medianamente en paz, al menos hasta que dentro de unos años Roger diera comienzo a esa Era y los piratas comenzaran a raptar a criaturas del mar.

Tan sumida estaba en mis pensamientos que no escuché cómo alguien subía las escaleras y me sobresalté al escuchar la trampilla del suelo abrirse.

-No has venido a cenar- dijo Shanks, saltando ágilmente de las escaleras hacia arriba.

¿Me había perdido la cena? Había estado tan distraída allí arriba que se me había olvidado completamente de la hora que era.

Me encogí de hombros.

-Se me pasó la hora. Tampoco tengo mucha hambre.

Shanks se sentó frente a mí, al lado de la ventana, y se sacó una naranja del bolsillo. Aún tenía el pelo mojado por la ducha que seguramente acabase de tomar y olía a jabón y a mar. Últimamente me había descubierto a mi misma amando esos dos olores juntos. Peló la naranja y me dio la mitad.

-¿Qué es lo que te tiene tan distraída?- me preguntó. Su pelo parecía rojo carmín a la luz de la luna.

Volví a encogerme de hombros.

-Supongo que todo un poco- me metí un gajo a la boca y agradecí el sabor dulce de la naranja.

-Sueles pensar demasiado en las cosas.

Le di una suave patada en el muslo.

-Y tú demasiado poco.- No aparté el pie.

Shanks me hizo un gesto burlón y siguió comiendo la fruta, mirando por la ventana. Me sorprendí cuando con la mano que tenía libre empezó a trazar círculos con el pulgar sobre la piel de mi tobillo. Me concentré en terminarme la naranja para evitar pensar en la sensación de sus dedos cálidos sobre mi piel. También fui consciente de que era la primera vez en mucho tiempo que estábamos los dos a solas.

Y había algo... algo dentro de mi que llevaba molestándome durante mucho, mucho tiempo, algo que si no decía ahora seguramente iba a acabar agobiándome por la culpa.

-Tengo que decirte algo- solté rápidamente-, y si no te lo digo ya voy a acabar explotando un día de estos pero por otra parte no quiero decírtelo porque sé que te vas a enfadar y por una vez las cosas entre nosotros van bien de verdad y no quiero-

-Anne, estás desvariando- me sonrió él, divertido. Se acercó más a mi, y puso mis piernas sobre las suyas-. ¿Qué es?

Me mordí el labio y evité mirarle.

-Te acuerdas... Aquel día, en el que Mary y los piratas de Shirohige de fueron... Dios mío- me tapé la cara con las manos-, ¿el día que me emborraché?- separé mis dedos y le lancé una mirada, él me observaba con el ceño fruncido. Asintió un par de veces y yo me volví a ocultar tras mis manos-. Pu-pues, ¿no fui del todo honesta contigo? Lo que quiero decir es que al día siguiente sí que me acordaba de lo que pasó... de lo que hice.

Shanks se reclinó hacia atrás y yo al final le miré a la cara y quise morirme ahí mismo; tenía los brazos cruzados y me miraba... ¿cómo me miraba? No parecía enfadado, pero tampoco contento.

-¿Y por qué me mentiste?- aquellas palabras me hicieron sentir la peor persona del mundo.

-No... no lo sé- suspiré-, creo que tenía miedo. O no quería admitir lo que hice...

-Me besaste.

Sentí mi cara ponerse roja.

-Lo sé. Lo sé y... cuando dije que no me acordaba me sentí fatal, parecías tan... dolido- fue a hablar pero me adelanté-. ¡Y quería decírtelo! Te lo juro, Shanks. Te lo juro. Pero después estabas tan enfadado conmigo... tan resentido.

-¿Y me culpas?

Dios mío, había metido la pata. Había metido la pata hasta el fondo.

-¡No! No. Claro que no.- Me mordí la mejilla y empecé a juguetear con la manga de mi jersey-. Lo siento mucho. Fui una tonta, y una cobarde.

Me sentía como si fuese a ponerme a llorar en cualquier momento. Y si Shanks me gritaba -estaba en todo su derecho- o se enfadaba de verdad conmigo, seguramente acabaría llorando como una niña pequeña.

El silencio que se creó en la pequeña sala fue la peor de las torturas.

-Me preguntaste si no me gustaban tus ojos- dijo él de pronto. Se retiró el pelo de la frente con una sonrisa de frustración-, y yo lo único que pensaba era... -me miró, con una intensidad que me cortó el aliento-. Dios mío, Anne. Y cuando me besaste... te deseaba tanto que por un momento pensé que me iba a morir.

"Yo también" pensé "Yo también, Shanks."

-No tienes ni idea, ni idea- se acercó tanto a mí que pude oler la naranja en su boca. Me sujetó la cara con las manos, sin apartar en ningún momento sus ojos de los míos- del poder que tienes sobre mí. No sabes lo mucho que... Anne-susurró, casi como si le doliera.

Le sujeté del cuello de la camisa y le besé. Le besé con toda la intensidad, culpa y remordimiento que me llevaban carcomiendo por dentro, separando sus labios y mordiendo. Le oí gruñir, antes de que colara su lengua en mi boca y me dejase mareada por la falta de aire. Era un beso completamente distinto a los que hasta ese momento habíamos compartido, no había nada dulce ni delicado.

Nos separamos cuando la falta de aire fue demasiado insoportable.

Shanks me miró la boca y yo estuve a punto de lanzarme sobre él.

-Lo siento- repetí. Tenía la voz ronca.

Él se obligó a serenarse, tomando aire varias veces. Asintió.

-Entiendo por qué lo hiciste. No hay nada que perdonar- me dijo, y yo me desinflé por el alivio que sentí al escuchar esas palabras-. Aunque lo que me molesta de verdad es que podríamos haber hecho esto- nos señaló a ambos- mucho antes si no hubieses sido tan gallina.

Yo estaba tan contenta que pasé por alto el insulto, pero mi sonrisa se desvaneció cuando sentí los labios de Shanks recorriéndome el hueso de la clavícula.

-Podría haber hecho esto- volvió a besarme donde acababa de hacerlo- hace mucho, mucho tiempo.

Enredé mis dedos en su pelo y tiré suavemente.

-¿Y qué era eso que estabas diciendo de mis ojos, eh?- dije para picarle, pero mi voz no salió como yo esperaba. Casi parecía desesperada, y tal vez lo estuviese un poco.

Ahogué una exclamación cuando me agarró de los muslos y me sentó sobre sus piernas, me sujetó de la cadera y yo le rodeé los hombros.

-¿Hm? ¿Tus ojos?- me pasó la punta de la lengua por lo largo del cuello, y yo me iba a morir ahí mismo-. Me parece más interesante hablar sobre otra pregunta que me hiciste- se me aceleró el corazón al comprender el significado de sus palabras cuando me recorrió el borde de un seno por encima del jersey- sobre estos dos.

-Shanks.- Dije. Supliqué.

Él me miró, mi corazón se expandió dentro de mi ante todo el cariño, todo el amor, que sentía por aquel chico que a veces era demasiado imprudente, demasiado impulsivo, incluso un poco temerario.

-Anne- amé cómo sonaba mi nombre saliendo de su boca-, ¿quieres...?, ¿puedo...?

Sí. Sí. Sí.

Le quité la camiseta con manos impacientes como respuesta, y le besé con todo lo que tenía. Hasta que mis labios estaban hinchados y rojos y mordisqueados; le pasé las manos por el pelo, el pecho desnudo y la espalda, por el borde del pantalón hasta que me apartó la mano.

-Déjame verte- me pidió. Me besó detrás de la oreja, en la comisura de la boca, y yo quería más, más, más. Me quitó el pantalón y el jersey, bajo el cual no llevaba nada y me acarició con delicadeza-. Eres preciosa.

Me latía el corazón como si jamás fuese a parar, y nunca, ni siquiera cuando había usado haki, me había sentido tan viva.

-N... Nunca he hecho esto antes- le confesé, y me miró con los ojos muy abiertos. Me sonrojé-. Q-quiero decir... he hecho cosas, pero nunca he... Ya sabes.

Shanks me acarició la mejilla.

-Si en algún momento quieres parar, cuando sea, tienes que decírmelo, ¿sí? Pararé inmediatamente.

Yo asentí, y Shanks me dedicó una sonrisa dulce.

-Y ahora- dijo, con una sonrisa que hizo que mil mariposas me aletearan en el estómago- quiero que me compenses por todo el tiempo perdido.

-¿C-cómo?

Entonces Shanks me tumbó en los cojines y mantas del suelo, me abrió las piernas y se deshizo de la última prenda que quedaba en mi. Comenzó besándome las rodillas, primero una pierna y luego otra, y fue dirigiéndose con besos descendentes hacia donde yo más lo necesitaba.

-Shanks...- enredé los dedos en su pelo, tirando con insistencia.

Y cuando por fin se detuvo en medio de mis piernas yo me olvidé de respirar.


Horas más tarde ambos yacíamos tumbados y con la piel brillante por el sudor. Yo notaba una incomodidad en las ingles, y solté un involuntario quejido de dolor cuando Shanks maniobró para apoyar mi cabeza sobre su pecho.

-Perdona- me dijo, acariciándome la parte baja de la espalda.

-Stábien- murmuré medio adormilada. Me pesaban las extremidades y me sentía como medio drogada-. ¿Es siempre así de... wow?

Él rió. Una risa grave y que hizo que yo me riera también.

-Podemos hacerlo otra vez, cuando quieras, para que puedas comprobarlo.

Levante un poco la cabeza para poder mirarle a los ojos. Estábamos en una burbuja, y yo no quería salir de ella. Me perfiló los labios con el dedo índice, yo le agarré la muñeca y le besé la palma.

-Te daré unos minutos para recuperarte- le dije, sonriendo como una idiota.

-Qué considerada.

Nos dormimos así, desnudos, abrazados el uno al otro. Y yo creí que esa felicidad me duraría para siempre.

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OYE

OYE

OS HE COMPENSADO EL ATRASO CON UN LIME FUERTECILLO :D

¿Qué os ha parecido? A mi sinceramente me ha encantado escribir ese lime heheheheheh

¡Un besazo a todes! (Y FELIZ AÑO *CONFETI*)

Natsuki-chan.