Konichiwaaaaaaaaaa! bueno... decir que soy nueva en la comunidad sería una mentira, he visitado fanfiction toda mi vida otaku pero nunca me había atrevido a escribir nada. Soy amante de los libros romantico-erotico y hay unas historias fascinantes por aqui a las cuales me declaro asidua seguidora, y también tengo a mis escritoras consentidas y unos libros predilectos pero esa no es la cuestion.

Por fin me animé a subir esta historia que me encantó y me recordó mucho a nuestra Orihime, está de más decir que soy amante del IchiHime pero lo gritare: AMO A ESTA PAREJA!, mucho más que al sasusaku (oups no me maten pero dicen que lo que más dificil se da, es lo que mas atesoramos y ellos dos valen la pena). Támbien tengo historias de mi autoría pero a veces creo que no tengo la capacidad y me da penita o/o

La siguiente historia es una adaptación de la gran autora: Amanda Quick, cuyo titulo es el mismo: La Amante

Bleach no me pertenece, sino a Kubo Tite, si lo fuese Ichigo y Orihime ya habrían hecho muuuuuuuuuuuuuuchas cosas :3

sin más, las dejo con el prólogo... enjoy it!

Prólogo

-Su última amante es toda una sensación en Londres, querido Masters. Todos la encuentran terriblemente atractiva -comentó Mizuiro Kojima, que sentado frente al hogar, bebió un sorbo de coñac y miró a su anfitrión con expresión socarrona-. Ya que, por alguna extraña razón, a usted le ha dado por encerrarse como un ermitaño aquí en el campo, justo en plena temporada social, creí que le gustaría saber lo que está sucediendo en la ciudad.

-Es muy considerado por su parte hacer este viaje sólo para informarme de los últimos acontecimientos sociales.

-No es para menos, teniendo en cuenta que su nombre está en boca de todos. Sé cuánto le molesta eso. -Kojima, hombre ya aburrido y disoluto a pesar de sus treinta años, hizo una pausa dejando traslucir un atisbo de emoción.

-Se equivoca, Kojima. Me importa un rábano lo que esa gente hable a la hora del té-. Kojima se sintió molesto, pero siguió su plan de provocación.

-Debo admitir que, como todo el mundo, siento curiosidad por saber la razón por la cual usted deja a su amante comportarse de una manera tan osada. Todo el mundo sabe que usted siempre insiste en que sus amantes mantengan una gran discreción respecto a sus relaciones. Creí que ese requisito era una de sus famosas reglas.

Ichigo Kurosaki, conde de Masters, hizo girar lentamente la copa de coñac entre sus grandes y curtidas manos. Estudió pensativo el brillo de las llamas cuyo reflejo quedaba encerrado en el cristal de la copa profusamente tallada.

Hacía varios meses que estaba interesado en las curiosas propiedades de la luz y el cristal, lo que le había llevado a realizar innumerables experimentos con prismas y espejos, y en consecuencia había nacido su presente pasión por los telescopios. La astronomía le resultaba tan fascinante que decidió abandonar Londres en plena temporada social a fin de proseguir con sus experimentos en una de las remotas propiedades que poseía en el campo. Los cielos nocturnos de Yorkshire eran puros y cristalinos, a diferencia del aire enrarecido de la ciudad que le impedía ver a través de su nuevo telescopio.

Ya desde niño, a la par que crecía en las fincas de su familia en Yorkshire, se había sentido infinitamente atraído por temas de naturaleza mecánica, técnica o científica.

Desde los muelles de un carruaje hasta los relojes, desde las cajas de música hasta las estrellas, sentía pasión por todos los descubrimientos e inventos, además de una necesidad de comprender las reglas y leyes que dictaminan la forma en que funcionan las cosas.

A Ichigo le gustaban las reglas, en especial las suyas propias. Tenía un conjunto personal de preceptos que él había formulado hacía varios años y de los cuales jamás se desviaba. Éstos eran simples y directos:

Jamás volver a casarse.

Jamás hablar del pasado.

Jamás dar explicaciones de sus actos a los demás.

Jamás dejar de lado un objetivo o alterar una decisión.

Jamás involucrarse con solteras vírgenes o con mujeres casadas.

Ichigo levantó la mirada de la copa de coñac. Nunca le había prestado atención ninguna a Kojima. Era un ejemplo más de tantos hombres autocomplacientes y libertinos, cuyas reglas personales les permitían atacar a aquellos que eran inocentes o cuya escala social estaba por debajo de la suya.

-Cuénteme qué ha estado haciendo esa dama para provacar tales comentarios -dijo Ichigo con un tono deliberadamente desinteresado.

La mirada de Kojima se iluminó llena de malicia.

-Los rumores dicen que ella lo ha rechazado y que ahora anda en busca de otro amante. Todo Londres se siente lleno de curiosidad.

-No me diga.

-La señora Inoue hizo su aparición en sociedad hace quince días y la ha asaltado como un vendaval. Nadie puede creer que de verdad usted haya permitido que su amante le abandone. Desde luego, es bastante extraordinario, dada su, digamos, notoria reputación...

Ichigo sonrió levemente, pero no dijo nada. Insatisfecho con esa reacción, Kojima intentó otra estrategia.

-Usted sabe muy bien que está considerado como uno de los hombres más misteriosos y tal vez más peligrosos de todo Londres.

-Tal como ocurre con la belleza, Kojima, el misterio y el peligro están en los ojos de quien losmira.

-Los rumores que corren sobre su pasado hacen de usted una leyenda, Masters. Es evidente que cualquier mujer que tenga la osadía de rechazarlo está destinada a provocar comentarios y especulaciones.

-Naturalmente.

Kojima entrecerró los ojos.

-Debo admitir que la dama es algo excepcional, incluso para un hombre como usted, señor. ¿Dónde, si puede saberse, ha descubierto a una viuda tan encantadora?

-¿La ha visto usted?

-Por supuesto que la he visto -dijo Kojima haciendo una mueca-. A la señora Inoue se la ve en todas partes. No hay baile ni fiesta que sea un éxito sin su presencia. Su querida es sin ninguna duda la criatura más fascinante que haya visto la sociedad en años.

-¿Cree usted que es fascinante, Kojima?

-Desde luego. Tanto es así que la llaman lady Estelar.

-Oh, ¿sí?

Kojima mostró indiferencia.

-No es que sea una gran belleza, usted lo sabría mejor que nadie. Sin embargo, hay algo en ella que atrae todas las miradas, ¿no le parece? Supongo que el apodo proviene de su forma de vestir.

-Ah, sí, claro, sus vestidos.

Kojima sonrió lleno de malicia.

-Imagínese, la actual amante del caballero más notorio entre la clase alta aparece ataviada con el más puro de los blancos, como si se tratara de una virgen. Una total osadía.

Ichigo dejó de hacer girar el coñac en su copa y miró a Kojima.

-¿Aún sigue vistiendo de blanco?

-Jamás usa otro color -le aseguró Kojima-. Verdaderamente original. Por cierto, ese ridículo carruaje blanco y dorado que tiene es la envidia de todas las mujeres de la ciudad. Apuesto a que le costó una fortuna. ¿Le importa si le pregunto cuánto?

-No lo recuerdo en este momento -Masters miró el fuego.

-Creo que usted le ha comprado tantas chucherías y caprichos que el carruaje blanco y los excelentes caballos que tiran de él deben de ser una minucia, ¿no cree?

-No presto mucha atención a esas cuestiones.

Kojima profirió un gemido.

-Debe de ser placentero ser un hombre rico. Bueno, sin ánimo de ofenderle, señor, pero es obvio que ella clavó profundamente en usted sus pequeñas garras antes de decidirse a buscar otro amante.

-Las viudas a menudo heredan enormes sumas de sus maridos.

-Se corre la voz de que el finado señor Inoue era bastante mayor que ella y llevaba una vida muy recluida en algún lugar de Devon. -Kojima miró a Ichigo con ojos mezquinos-. Es posible que heredara algo de dinero, pero todo el mundo sospecha que ha sacado bastante buen provecho de usted, Masters.

-Usted sabe cómo son estas cosas, un hombre debe pagar por los placeres que recibe.

Kojima sonrió levemente, y después con coraje atacó con toda la artillería.

-¿Cómo se siente uno al haber sido seducido por una amante especuladora que ahora está decidida a encontrar a otro hombre para reemplazarle a usted en su cama?

-La sensación que experimento en este momento es difícil de describir, Kojima.

-Apuesto a que casi no existe hombre que no diera una fortuna por sustituirle a usted en su salón privado.

-Desde luego que sí.

-Ciertamente a todos sus conocidos, en especial aquellos que juegan de vez en cuando con usted a las cartas, se los ve rondándola casi todas las noches -continuó Kojima-. Kan'onji, Shiba, Yasutora y Asano suelen agruparse a su alrededor. Y hay varios mequetrefes y caballeretes, tales como Ishida, que se dedican a divertirla, para poder ser vistos en su compañía.

-Algunos hombres harían cualquier cosa para estar a la moda.

-Hablando de moda -agregó Kojima-, el conocimiento que posee esa mujer de antigüedades clásicas ha atraído a una cantidad de señoras a su círculo de admiradores. Usted sabe que en estos días todas las mujeres de la sociedad están ansiosas por redecorar sus casas al estilo clásico. Cada una de ellas desea que su decoración sea más auténtica que la de su vecina.

-Antigüedades -repitió suavemente Ichigo.

-Sí, ahora están en auge y su señora Inoue parece saber mucho sobre el tema. Aparentemente pasó un año buscando antigüedades en Italia. -Kojima meneó la cabeza-. Debo admitir que yo no me siento atraído por las mujeres que están dotadas de esa naturaleza intelectual.

-Es comprensible, dada su propia naturaleza.

Kojima no se dio cuenta de la insinuación.

-¿Significa algo para usted esta osada conducta?

-La encuentro... -Ichigo se detuvo, buscando la palabra justa-, interesante.

-Interesante. ¿Es eso todo lo que se le ocurre? En este preciso instante en que su ex amante lo está sometiendo a una humillación en algunos de los mejores salones de Londres.

-Es posible que no sea todo lo que pueda decir, pero, desde luego, es todo lo que tengo intenciones de decir. ¿Ha terminado con sus noticias, Kojima?

Kojima miró ceñudo.

-Sí. Creo que esto ha sido suficiente.

-Lo es. Sin duda, usted desearía estar ya de regreso. -Ichigo miró la puerta-. Pronto se hará de noche y la posada más cercana queda a cierta distancia de aquí.

La boca de Kojima se tensó. Si había abrigado la esperanza de obtener una invitación para pasar la noche en Cloud Hall, ahora era el momento de sentirse profundamente decepcionado.

Se levantó.

-Buenas noches, Masters. Creo que tendrá en qué pensar esta noche. Me siento complacido de no estar ahora en su lugar. Es terriblemente comprometedor que la amante de uno vaya por ahí haciéndole quedar como un tonto.

Kojima se dio media vuelta y, a grandes pasos, salió de la biblioteca.

Ichigo esperó a que la puerta se cerrase tras su visitante. Luego, se levantó y cruzó la habitación para ir a apoyarse junto a la ventana.

El cielo estaba claro y sin nubes, brillante de naranja y oro, las tonalidades pálidas propias de un día de primavera. Sería una buena noche para observar las estrellas con su telescopio.

Tenía la intención de pasar el resto del mes en Yorkshire. Pero ahora debería hacer algunos arreglos para regresar a Londres más temprano de lo que había creído.

Su curiosidad, fuerza que en él era tan poderosa como su deseo sexual, se vio profundamente excitada.

En realidad, a pesar de lo que los chismosos de Londres creían, él actualmente no tenía ninguna amante.

No se había comprometido con ninguna mujer desde hacía casi cuatro meses. Él y su última amante, una hermosa viuda de casi treinta años, hacía tiempo ya que se habían separado. La ruptura se produjo después de que la dama finalmente aceptara el hecho de que Ichigo no tenía intenciones de violar sus reglas y volver a contraer matrimonio. La adorable viuda decidió jugar otras cartas.

Ichigo no pudo evitar preguntarse quién era la misteriosa señora Inoue. Sin embargo, lo que más lo intrigaba aún era la osadía de esa mujer.

Cualquier mujer que poseyera el sobrecogedor coraje de hacerse pasar por su amante en los niveles más altos de la sociedad prometía ser, desde luego, interesante. Casi tan interesante como las estrellas.

espero les guste la trama y espero que lean, me he pasado por muchos foros y me molesta no encontrar fics o adaptaciones del Ichihime asi que me decidí a a aportar algo a esta linda pareja C=

see you!