¡ANTES! de que empiecen a echar tierra y pestes, las advertencias: Este fic fue realizado por RutLance -CrystalFairy, Hetalia y otros detalles no son míos ni me interesan, solamente publico con la aprobación y consentimiento de la autora. No gano nada excepto pasar un rato más en la pc haciendo esto (en lugar de escribir xD) ¿Dudas? Las haré llegar a la autora. El crédito de esta historia no es en absoluto mío.
RutLance-CrystalFairy, presente: Pues, no podía dormir, lo que provocó que pensara de nueva cuenta en esta idea que se me ocurrió hace mucho oyendo la canción del mismo nombre del Tri, mientras lavaba los trastes. xD
Sé que les dije en "Experimento", así que aprovecho para agradecerles a todos por leerlo ya que fue un poco difícil hacer un UKxMéx (Aunque mi hermana dice que era un UKEMéx, xD), que iba a actualizar "Cuando muere el día" pero no se apuren, esta es una nueva publicación, por lo que el otro está en proceso. :3
Así que, disfruten del capítulo. n.n
Triste canción de amor.
Capítulo 1: Existió sólo en un sueño.
Iba montando a caballo, recorriendo las extensas y verdes praderas. El viento corría a su lado y le acariciaba el rostro alegre, jugueteando con sus cabellos. De pronto, sintió que la temperatura bajaba y los campos se empezaban a blanquear conforme avanzaba...
- ¡Brr!- Detuvo al caballo para frotarse ambos brazos.- ¡Qué frío!-
Bajó del equino, y caminó un par de pasos, fijando su vista al horizonte. A donde quiera que mirara, todo estaba fielmente abrigado con nieve, cosa que lo hizo fruncir el ceño. ¿En qué momento todo se había cubierto de nieve? Se dio media vuelta para montarse en el caballo e irse, pero la sorpresa lo hizo abrir los ojos...
- ¿Y mi caballo?- Volteó a todas partes, confundido.- ¿En donde está?-
El aire helado lo hizo desistir de buscar al animal, sólo para abrazarse a sí mismo y cerró los ojos en lo que trataba de calentarse un poco. No entendía lo que estaba pasando, ni tampoco le gustaba. Pero al estar tan distraído tratando de encontrar una respuesta lógica a lo que ocurría, no logró oír los pasos que se acercaban a él, hasta que sintió que algo que detuvo enfrente de él...
- ¿Ah?- Alzó la mirada, pero la luz del sol no le permitía ver con claridad, por lo que se cubrió los ojos.
- ¿Qué haces aquí?- Oyó que le preguntaban.- ¿Acaso no tienes frío?-
Se alzó con un poco de dificultad, ya que la baja temperatura le estaba entumiendo el cuerpo. Dio un par de saltitos en su mismo sitio temblando...
- N-No lo sé, s-sé.- Le respondió tartamudeando, con los dientes castañeándole.- H-Hace un, un mo-momento es-estaba en mi ca-caballo, y, y, y se, s-se desa-sapareci-ció.-
No supo si lo estaba escuchando o no, pero el frío no le permitía tampoco pensar con claridad. Más de pronto, sintió que le ponían encima algo grande y pesado, y sin querer se aferró a lo que parecía ser un abrigo...
- Con esto no tendrás más frío.- La persona le respondió.- ¿Te gustan los caballos?-
- Sí.- Le contestó esbozando una pequeña sonrisa.- Cuando era pequeño me gustaba mucho ir a montar al rancho de mi abuelo.- De pronto, se le borró la sonrisa y su semblante se puso triste.- Pero, ya no lo hago.-
- ¿Porqué?- Preguntó con curiosidad el extraño que era más alto que él.
- Murió cuando aún era un niño.- Clavó la mirada al suelo.- Siempre que iba a verlo, montábamos todo el tiempo, recorriendo los campos y me platicaba muchas historias de cuando era joven.- Una lágrima resbaló de sus ojos y se la secó.- Lo extraño todo el tiempo, era bueno y amable conmigo, además de ser sabio, alegre y responsable. A veces, quisiera volver a verlo.-
Se cubrió los ojos con una mano, sintiendo que el dolor lo desgarraba por dentro, siempre era así cuando se acordaba de su abuelito, y no podía evitar la tristeza...
- Daría lo que fuera por volverlo a ver una vez más.-
Temblaba nuevamente, pero no a causa del frío. Los sollozos eran los únicos que rompían el silencio, y el extraño no hizo nada al respecto. Tras un instante, se limpió las lágrimas con la mano y sonrió tristemente...
- Lo lamento.- Miró a la persona que estaba frente a él.- Soy todo un caso perdido, pero cada vez que me acuerdo de mi abuelo, no puedo evitarlo.-
El extraño no le respondió, sólo lo miró un momento, por lo que tomó con una mano su barbilla para que lo viera cara a cara, aunque era un decir, ya que el rostro del extraño parecía estar entre penumbras...
- Yo te puedo enseñar cómo.-
- ¿Qué?-
- Qué veas nuevamente a tu abuelo.- Lo soltó y un par de pasos hacía atrás.- Yo te muestro la manera.-
No quiso responderle por no querer ser grosero con él, ni mucho menos ofenderlo, ¿de qué otra manera podría ver a su abuelo que no fuera por medio de un video o una fotografía? Pero el extraño siguió hablando...
- Cierra los ojos y piensa en él.- Se alejó un par de pasos más.- Así podrás verlo.-
- No servirá.- Contestó desilusionado.- Eso siempre lo hago, sólo me estás pidiendo qué lo vea dentro de mi mente.-El extraño dio un paso al frente y extendió sus brazos, señalando todo lo que estaba alrededor...
- Lo que ves, es porqué quise que alguien lo viera. Si no crees, nada ocurrirá.-
Se oía tan convincente, y por un momento deseó que fuera real, cerró sus ojos, buscó dentro de su mente y su corazón, y pidió en silencio en volver a ver a esa persona que desde pequeño amaba...
Pasaron unos instantes, y finalmente abrió los ojos...
- No pasó nada.- Se dijo tratando de luchar contra la frustración.- Ya lo sabía.-
Más una voz que tenía grabada dentro de su memoria resonó...
- ¿José María Itzae?-
Se dio la vuelta por completo, una extraña sensación se apoderaba de él, sintiendo que el tiempo se detenía y que las rodillas le flaqueaban...
- ¿A-Abuelito?-
- Muchacho.- El anciano le sonrió.- ¡Mira nomás qué grandote estás!-
Avanzó un paso. Luego, otro. Y otro, y otro, y otro más, hasta que corrió a abrazarlo buscando consuelo en sus brazos...
- ¡Abuelito!- Hundió la cabeza en su pecho, llorando.- ¡Abuelito, te extrañé mucho! ¿Porqué me dejaste?-
El anciano acarició sus cabellos y lo apretujó más...
- Lo lamento, Chema.- Se disculpó.- Pero Dios dispuso que dejara este mundo, y tú sabes que nada se puede hacer.-
- No, no importa.- Siguió llorando sin soltarlo.- Ahora estás aquí, conmigo.-
Quiso contarle tantas cosas al mismo tiempo, qué no sabía por cuál empezar. Tras un momento, se sentaron entre la nieve y José María le platicaba todo como si volviera a ser un niño pequeño, haciendo ademanes y exagerando las cosas. Su abuelo le sonreía y reía con todas las ocurrencias del muchacho. Hasta que de pronto, se puso totalmente serio...
- ¿Qué ocurre, abuelito?- Le preguntó preocupado el moreno.
- Ya tengo qué irme, José María.- Le respondió con tristeza.- No puedo quedarme.-
- Pe-Pero, fue muy poco tiempo y aún no te he contado nada.-
- Lo sé, m'ijito, pero sí tú queres, podemos volver a vernos.-
- ¿En serio?- Y la esperanza floreció ante la posibilidad.
- Claro, Chema, pero sólo si tú queres.- Se echó a reír, y una luz lo cubrió.- Adiós, José María Itzae.-
- Adiós, abuelito.- Y antes de que pudiera agregar algo más, se desvaneció en la luz.- ¡Abuelo!-
Volvió a llorar, pero esta vez de felicidad. Extrañaba tanto a ese anciano lleno de arrugas, manos grandes y qué olía a plantas y tierra mojada. Y la sensación de volver a sentirlo era extraordinaria...
- Ya tienes qué irte.- El extraño volvió a aparecerse frente al moreno.- O sino, tendrás problemas si te quedas aquí.-
- De acuerdo.- Se secó nuevamente las lágrimas.- ¿Cómo me regreso?-
- Te lo diré sólo si me prometes algo.-
- Gracias a ti, volví a ver a mi abuelo.- Y le sonrió.- Es lo menos que puedo hacer. ¿Qué quieres?-
El extraño alzó su mano y la posó sobre la mejilla de Chema, acariciándosela con el pulgar, y éste se fijó que tenía el cabello rubio, creyendo por un momento que ya lo conocía...
- Qué vuelvas nuevamente aquí.-
- Está bien.- Le contestó sin pensarlo siquiera.- Lo prometo, ahora, ¿cómo me regreso?-
El rubio cerró los ojos y por un momento no hizo nada, luego abrió la boca...
- Despierta.-
- ¿Qué?- Alzó una ceja confundido.
- Despierta, despierta.-
Sin embargo, Chema notó que el extraño se desvanecía, así como la voz empezaba a sonar a una muy conocida...
~.~.~.~.~
- Despierta, José María, aru.-
Lentamente, el moreno abrió los ojos con pesadez, al tiempo qué sentía que lo estaba moviendo...
- ¿Yao?- Entrecerró los ojos, ya que su visión era algo borrosa.
- ¿Quién más?- Le contestó el chino.- Anda, despierta.- Y le plantó un beso en los labios, susurrándole.- Ya preparé el desayuno.-
- Por supuesto.- Se estiró en la cama como si fuera un gato.- Jamás me perdería un banquete tuyo.-
- Ya déjate de tonterías, qué vas a hacer que se nos haga tarde.- Le regañó.
Más Chema lo tomó del brazo y le dio un beso gentil...
- Lo siento, pero es que tuve un sueño maravilloso.- Le sonrió el moreno.
- ¿Así?- Preguntó curioso Yao.- ¿Sobre qué?-
- Ví a mi abuelo.-
Continuará...
