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La chica de un merodeador

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Eran populares. Gamberros. Bromistas. Geniales. Magníficos. Todos lo querían. Todos querían estar con ellos. Ser sus amigos. Pero no todos tenían ese privilegio.

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Cuatro chicos

(En principio. Sólo un par de conocidos que querían ser amigos. Chicos nerviosos que no sabían que les deparaba el futuro).

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Él era atractivo. Sexy. Un dios del sexo, según las chicas. Preocupado por su apariencia (puede pasar cerca de trece horas en arreglarse su cabello, según James). Preocupado por hacer bromas cada dos por tres (bromas que, según Remus, hay que pulir porque si no hace rato que hubiéramos sido expulsados). Un perro de malas costumbres y modales de marinero (palabras de Peter).

Sirius.

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Su nombre esa Sirene Williams. Todos la conocían simplemente como Sire, pues odiaba su nombre. Era rubia, curvilínea, la chica más atractiva de Hogwarts, según Sirius.

Sire y Sirius eran muy parecidos. Por eso estaban juntos. Ella era un año mayor que él. Se perdían por las noches. Y también por las tardes. Se buscaban, se tocaban en la oscuridad, y gemían en el oído del otro. Se habían prometido estar juntos por siempre.

Más allá de eso, eran incorregibles. No se habían prometido fidelidad, pero siempre volvían. Y dejaban una multitud de corazones rotos a su paso. El único corazón que se prometieron no romper fue el del otro, pero ese también lo rompieron.

Y se olvidaron en las brumas de la inconsciencia: él en Azkaban y ella inválida en una silla de ruedas.

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Cuatro bromistas

(Cuatro chicos especiales que sólo querían divertirse. Hicieron su primera gran broma a las cinco semanas de clase, y McGonagall previó que no sería la última. Cuatro chicos que habían encontrado el grupo perfecto)

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Él también era atractivo, aunque no tanto como Sirius (palabras del propio Sirius). Tenía éxito con las chicas, pero lo perdía cuando se acercaba Lily (palabras de Peter). Él era la pesadilla de Severus Snape, el alumno favorito de McGonagall, y el capitán más loco que Gryffindor tuvo alguna vez (palabras de un divertido Remus).

James.

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Nadie hubiera dado un sickle por su relación. Nadie. Y sin embargo… Sin embargo, James seguía insistiendo, importunando, sacando de sus casillas a Lily con la cantaleta de "Sal conmigo, Evans". Y Lily seguía replicando: "Antes preferiría tener una cita con el Calamar Gigante, Potter".

Lo de ellos era un ciclo sin fin: James preguntaba, Lily denegaba; y James volvía a preguntar, seguro que algún día… algún día Lily diría que sí. "Porque tienes que decir sí, Lily, ¿sino cómo tendremos a los doce hijos que queremos? Lily gruñía y le contestaba: "En tus sueños, Potter, sólo en tus sueños seré tu esposa y la madre de tus hijos".

Cuando por fin se casaron, James decidió que sus sueños se habían quedado muy cortos, y que él era feliz, realmente feliz con la mujer de su vida.

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Cuatro amigos

(Más tarde. Porque tras las bromas, los Merodeadores se reconocían como amigos, como uno solo. Porque tras las bromas latía un solo corazón).

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El mayor atractivo de él eran sus ojos. Pero su mayor gancho eran sus palabras (sus palabras o sus sermones, no estoy seguro, decía Sirius). Tenía un gran corazón, un corazón que cualquier chica quisiera tener, (si no fuera porque Remus se cierra en banda, se lamentaba James). Y además tenía un pequeño problema peludo (motivo por el cual algunos creían que él tenía un conejo travieso, rumor que empezó Peter para ayudar a su amigo).

Remus.

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Nymphadora Tonks no fue la única mujer en la vida de Remus Lupin, pero fue la primera que lo enfrentó. La que le tambaleó por completo sus bases. La que lo convenció de estar con ella pase lo que pase.

Estaban en guerra. Cualquier día podían morir. Debían ser felices el tiempo que les duraba. Al menos ese era el pensamiento de Tonks. ¿Por qué Remus no podía entenderlo?

Ella con sus maneras. Ella con sus colores. Ella con la vida brillando en sus pupilas, consiguió lo que muchas no pudieron. Y a cambio él le dio su corazón, su gran corazón, y Tonks jamás se lo devolvió.

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Cuatro animagos

(Por fin. Después de mucho averiguar. Después de muchos intentos. Después de muchas discusiones, empezadas casi siempre por un más que frustrado Sirius. Después de todo, lo lograron. Eran animagos. Tomaban la forma de unos animales. Había logrado la mejor hazaña de sus vidas).

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Nadie en su sano juicio hubiera dicho que él era atractivo. Ni siquiera su madre lo decía. Pero a él no le importa. Él es bajo, gordito (eso es por lo mucho que come, dice Sirius), le gustan las ratas (aparta a tu mascota de mí, gruñía James, pues no soportaba que Sinclair, la rata de Peter, se coma sus sábanas), y siempre tiene miedo, mucho miedo (pero sigues acompañándonos, eso es valentía, decía Remus).

Peter.

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Peter nunca tuvo éxito con las chicas. Las chicas nunca se acercaban a él. Siempre era a Sirius. O a James. O a Remus. Nunca a él. Pero hubo una, una sola chica que alguna vez lo miró como algo más que el amigo de los otros. Hubo una vez en que Peter fue el centro del mundo para alguien, pero eso nunca lo supieron sus amigos.

Kathryn Kavanaugh era una mortífaga. Muchas veces vieron la marca tenebrosa en el brazo desnudo del otro. Trataban de no verla. Trataban de no pensar que allá afuera había fuerzas que los podías separar. Trataban de no pensar en las decisiones que tarde o temprano debían tomar.

Esa noche, cuando Peter se despidió, Kat supo que era la última vez que lo vería. Se despidió de él con una sonrisa triste y se prometieron volver a verse. Ella fue la única que supo que Peter no estuvo muerto. Pero decidió callar.

Dos años después llegó la noticia: "Kathryn Kavanaugh, la peligrosa mortífaga acaba de morir en Azkaban". Esa fue la primera vez que los Weasley vieron a Scabbers retorcerse de pena.

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Cuatro almas

Ahora son sólo almas. Abrazadas una a la otra. Los Merodeadores otra vez juntos. Perdonados. Y sus chicas con ellos.

- ¿Gusta la esposa de Cornamenta retirarse a sus aposentos? - preguntó James. Lily ríe y asiente.

- La esposa de Cologusano cree que los señores Cornamenta deberían bajarle dos a sus actividades nocturnas - dijo Kathryn. Algunos se ríen de acuerdo con ella. Lily los fulmina con la mirada.

- La esposa de Cornamenta se está planteado hechizar a los presentes - replica.

- El señor Canuto se siente incómodo ante la mirada enojada de la pelirroja y piensa que es mejor dejarlos en paz - dijo Sirius mientras fingía una expresión de terror.

- La esposa de Lunático se pregunta si el señor Canuto ha dejado todo su valor en la tierra - rió Tonks. Sirius iba a replicar, pero su chica se le adelantó:

- La señora del señor Canuto (qué raro se sigue oyendo eso por cierto), le pide a la señora de Lunático que recuerde que ella es la menor de todos aquí - replicó Sirene fingiendo enojo.

- Eso ya me lo ha dicho miles de veces, señora del señor Canuto - contestó Tonks - aunque debo decirle que usted es la mayor de todos aquí, ¿no le parece eso un poco de asaltacunas?

Sire iba a decir algo, pero Peter se le adelantó con una carcajada:

- El señor Cologusano quiere hacer notar que el señor Lunático es mayor que la señora de Lunático. ¿Así que quien es exactamente el asaltacunas?

Algunos se rieron.

- El señor Cornamenta les pide dejar el tema por la paz y retirarnos.

- La señora de Cornamenta quiere recordarles que el amor no tiene edad, y que no importe cuando comience.

- Al señor Lunático le gustan las palabras de la señora Cornamenta, pues siempre hacen sentir bien.

Todos asintieron de acuerdo a sus palabras. La vida era buena, de verdad que sí.


Nota de autora: Bueno, una especie de delirio. Una forma de presentar a los Merodeadores. O a las chicas de ellos. La verdad es que intento no absolver a nadie. Ni hacer bashing a Peter, ni ensalzar al resto. Y claro, explotar el drama, que es algo que me gusta mucho.

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