Aclaración: nada de esto me pertenece, los personajes y la historia en sí, son todos de JK, mi ídolo.

Disfruten la lectura

Capítulo uno

Bellatrix Lestrange respiró con fuerza y se obligó a permanecer quieta en el mismo lugar, necesitaba tranquilizarse, aclarar sus ideas y posteriormente decidir qué haría.

Sin embargo, simplemente le resultaba imposible y cual demente volvió a observar su antebrazo, un escalofrió le recorrió toda la vértebra espinal y no pudo hacer otra cosa más que rechinar los dientes y lanzar un hechizo al primer mueble que su ira captó.

Estaba nerviosa, casi desesperada, con la respiración agitada y las manos temblorosas, nada propio de una mortifaga de su nivel, pero si totalmente justificado por la situación en la encontraba.

A Bella se le hacía que habían pasado horas, pero el reloj que colgaba de la pared apenas marcaba unos cuantos minutos desde que lo había sentido; en realidad no sabía cómo explicarlo, o qué había sido eso, sólo estaba segura de que algo estaba mal.

Que su marca mortifaga se había eclipsado ligeramente y que algo en su alma no se sentía bien, llámese un grandioso instinto o un mal augurio, pero estaba segura que algo había sucedido y aquello la aterraba.

Su maestro debería haber vuelto ya con la victoria tras de sí y un problema menos que cargar, pero aquello aún no había sucedido y Bellatrix apenas podía soportar observar los cambios ligeros que su marca estaba teniendo.

Necesitaba urgente hacer algo, aunque ese algo significara desobedecer una orden explicita de no meterse. Prefería mil veces un castigo por su imprudencia a aquel sentimiento que la dejaba sin aliento.

Suspiró con fuerza, estaba segura que no era la única que lo había sentido, pero también sabía que muchos no harían nada ya que si en el peor de los casos algo había ocurrido con su señor, era mejor mantener el perfil bajo y actuar astutamente, velando por su propia supervivencia.

Meditó la idea de buscar a Rodolphus que probablemente se encontraba en una de sus reuniones con su hermano y amigos en donde no hacían más que apostar y beber, festejando tal vez una acelerada victoria. Sin embargo, se dio cuenta que en el mejor de los casos sólo crearía histeria, si bien justificada, no necesaria.

Estaba sola en esto, tal vez siendo la primera en enterarse de que algo estaba mal.

Necesitaba actuar.

Fue entonces cuando lo decidió, para ella bajar la cabeza jamás sería el camino a seguir, debía todo al señor oscuro y le sería fiel hasta la muerte. Por tanto, salió de la habitación dando un ligero portazo y se encaminó casi corriendo hasta el ala en donde se encontraban las habitaciones de invitados, necesitaba saber en dónde estaba su señor y eso sólo se lo podía decir una persona.

Sin embargo, no abrió la puerta de la habitación de aquel ser, más bien hizo lo contrario y se acercó hasta que su oreja pegó con la puerta, entonces se concentró en escuchar lo que fuese que el pequeño hombrecillo traidor estuviese haciendo.

Lo que oyó no le gustó nada, las cosas se movían de lugar y un abrir y cerrar de cajones estaba sucediendo. Ella llegó a las peores conclusiones: Pettigrew planeaba escapar.

Y actuó abriendo la puerta con un grito de furia, no se equivocó, el parasito patético la observó con los ojos llenos de miedo y la ropa sostenida en una mano, dispuesta a ser aventada sin ningún reparo en una maleta que mantenía arriba de la desordenada cama.

Bella no le dio tiempo a escapar, se lanzó sobre él con un chillido de fuerza y sus manos se incrustaron en el grasiento cuello apretándolo y asfixiándolo, Peter apenas y alcanzo a gritar antes de que sus propias manos buscaran hacerle daño a su agresora, quien pese a los rasguños y los golpes no pareció inmutarse, tenía hambre, estaba sedienta de sangre y si su cuota sería aquella excusa de hombre estaría bien para ella.

—¡Bellatrix!—vociferó cuando encontró su voz, que salió ronca y agrietada, la mortifaga apretó más a su agarre con una mueca parecida a una sonrisa.

Sentía como la vida se acababa en sus manos, lo deseaba y sería tan fácil, él pagaría su castigo por…

Paró en seco y al instante trató de alejarse con la varita en alto y la mirada mortífera, Peter cual gusano cayó sobre la alfombrilla y se retorció por unos lastimosos segundos, chillando para sí mismo.

—¡Cállate!—vociferó la mujer—¡cállate, parasito estúpido o te juro que te mato!—ante aquella amenaza Peter paró en seco y con temblores en todo su cuerpo, se levantó.

—¡Yo no he hecho nada Bellatrix!

—¡Tratabas de escapar parasito! ¡Tú sabes tan bien como yo que algo ha pasado!—vociferó y sin esperar a que Peter contestara, lanzó un "Crucio" que él no pudo evitar y que lo hizo retorcerse en el piso con gritos de dolor que desgarraron sus tímpanos.

Cuando la maldición por fin terminó Bellatrix escupió a la excusa de hombre, después caminó hacia él y con una mueca de asco lo tomó por la solapa, acción que hizo que el hombrecillo temblara como gelatina.

—tienes cinco segundo para decirme la dirección de los Potter, después de eso no respondo… 1, 2, 3…

—¡Alto!—vociferó desesperado—su casa está a las afueras de valle de Godric… la casa, la casa está cerca del bosque—Bella lo soltó en el acto, claramente asqueada, después le dio una patada y con la varita en alto apretó los labios.

Sería tan fácil matarlo justo en ese momento que no pudo evitar sentir regocijo, sin embargo, tomó en cuenta el incierto destino de su señor. Y es que si algo había sucedió con el señor oscuro, Pettigrew no merecía una muerte tan benevolente, tenía que sufrir y arrastrarse, ese sería un mejor futuro para aquella escusa de hombre.

Así que calculando que ya había perdido suficiente tiempo, decidió que aquel trabajo lo terminaría más tarde, le faltaba tiempo y no lo desperdiciaría en el hombrecillo, así que lo único que hizo fue amarrarlo mágicamente y cerrar la puerta con fuertes hechizos mágicos.

Dejaría que Rodolphus se encargara de la basura, ahora ella tenía otro asunto más importante que tratar.

Calculó pues, que había perdido ya demasiado tiempo valioso y corrió hacia fuera de su casa y con el aire impactando en su cara convocó su escoba, que montó con maestría antes de perderse en la nada de la noche.

Sabía dónde estaba aquel valle, era un lugar en donde mucha gente mágica vivía, entre ellos grandes celebridades que al mismo tiempo convertía al Valle en un lugar donde esconderse sería fácil porque nadie los buscaría en un lugar tan conocido.

Los Potter sin duda alguna habían tratado de ser inteligentes y astutos, sin embargo, habían fallado en algo en donde las serpientes jamás se equivocarían, habían confiado ciegamente en otras personas su entera seguridad.

Llegó en tiempo record, y barrió desde las alturas al pueblo. No le costó mucho saber cuál era la casa, el encanto Fidelius ya estaba roto y desde las alturas parecía que una parte de la estructura había colapsado.

Aquello la aterró, eso significaba que el señor oscuro había cumplido su prometido y había podido entrar a la casa.

Bajó en picada sin perder tiempo, con el corazón acelerada y la varita en alto. Ni siquiera esperó a escanear el terreno en busca de amenazas (léase orden del Fenix), había dejado de importarle su propia seguridad desde que había entrado a los límites de la casa y lo había sentido.

No era magia negra, era algo más, algo fuerte y repulsivo que se sentía en el aire, algo bueno. Magia blanca y poderosa.

Tenía miedo, sabía que lo que la esperaba dentro de la casa cuya puerta principal rechinaba por el frio en un seco vaivén, no sería nada bueno, lo presentía, estaba segura.

Sin embargo se obligó a guardar su escoba dentro de uno de sus bolsillos y correr hacia el interior, hacía el presente oscuro y desalentador.

La primera impresión que tuvo fue bastante mala, la recibió un pasillo con fotos y adornos colgados a su alrededor que sin duda alguna trataban de dar comodidad a la casita.

Sin embargo, no se detuvo, se adentró tanto que tuvo el primer plano del cuerpo inerte y muerto de James Potter. En otro momento, tal vez hubiese sonreído y se hubiese reído tanto que las costillas le terminaran doliendo, pero no está vez. Aquello sólo significaba que su señor había logrado eliminar a uno de los dos Potter y había continuado, probablemente a la segunda planta en donde se sentía la fuente mágica más fuerte.

Sin embargo, curiosa se acercó al cuerpo masculino y lo observó sin ninguna delicadeza, no tenía rastros de tortura, parecía haber muerto sin dolor alguno y aquello le sentó terriblemente mal, incluso buscó su varita en el piso, pero no la encontró. ¿Acaso James Potter había desafiado a su maestro sin nada más que su cuerpo como barrera?

Una risa temblorosa abandonó sus labios, aquello era tan estúpido y Gryffindor que sintió repugnancia por aquel intento del mago traidor a la sangre. Sin embargo, se obligó a desviar la escena y escanear más a fondo el lugar. Su investigación dio frutos cuando observó sobre un sillón, una varita alargada y abandonada.

No se lo pensó dos veces, caminó hacia ella y la tomó entre sus manos para después guardarla en su bolsillo derecho, una varita de más podría ser la diferencia si un duelo se desataba.

Sintiéndose más segura, respiró con fuerza y se obligó a mantener la mente fría, después caminó hacia James y pasó sobre él sin ningún tipo de remordimiento, porque realmente no le importaba nadie más que el señor tenebroso.

La segunda planta no era muy diferente a la primera, habían adornos por todas partes que trataban de hacer a aquella casa un verdadero hogar. Varias puertas se alineaban a ambos lados de un pasillo largo, pero no les prestó atención, sabía que ninguna la llevaría a su destino.

Ese estaba de hecho, en la última habitación que tenía la puerta totalmente abierta y parecía ser en donde había ocurrido el colapso. No lo pensó dos veces, caminó a paso presuroso hasta quedar a un palmo de la puerta, después respiró con fuerza y como toda Black se preparó para lo peor cuando caminó hasta quedar debajo del marco.

Sus labios se secaron en el acto y por primera vez sintió unas ganas terribles de llorar, que controlo en el acto. Por sí sola, la escena que se le presentaba era horrible, sin embargo aquello no le importo.

No hizo caso a la pelirroja muerta a un lado de la cuna, tampoco al atónito bebé que se agarraba con fuerza de los barrotes y lloraba apenas emitiendo sonido alguno. Nada de eso le importo, porque al instante lo supo.

Lord Voldemort había sido vencido. Su aura mágica fuerte y poderosa apenas podía sentirse antes de desaparecer de la nada en una fea mancha sobre el piso.

No pudo decir nada ni pudo hacer nada por lo que parecieron horas, en su mente sólo podía observarlo y tratar de llamarlo o en el peor de los casos, tratar de ir hacia él.

Hacia el hombre que no sólo representaba todo lo que ella era y todo lo que ansiaba llegar a ser, sino también el único hombre por el que daba todo. Era pues, la única persona en el mundo que Bellatrix estaba plenamente segura de querer, no de una forma sana, no de una forma de pura.

Era algo retorcido y avasallante que llenaba su alma de oscuridad y la hacía odiar a su esposo. No era buena, pero era suya, eran sus sentimientos.

Muchas cosas pudieron suceder en ese momento: Bellatrix pudo escapar presa de la locura y cobrar su infortunio con cualquier idiota, pudo haberse quedado en estado catatónico hasta que fuese descubierta, pudo haber cobrado su venganza con su propia alma, pudo haber reído cual desquiciada.

Pudo haber hecho muchas otras cosas, pero el destino a veces es caprichoso y las vueltas que la vida nos interpone, ser totalmente extrañas.

Y a veces al destino le gusta jugar con los quizá y probar que hubiese pasado sí… solo para divertirse.

Aquella noche, las cosas sucedieron completamente diferentes. En primer lugar Colagusano debió haber escapado antes, en segundo lugar Bella jamás debió haber descubierto la verdad tampoco y mucho menos tomar cartas en el asunto y por último, ella jamás debió haber posado su atención en Harry Potter.

Su garganta quemó con fuego y sus ojos ardieron a causa del llanto contenido pero su varita fija al objetivo en seguida. Quería venganza y la venganza seria la muerte de aquel niño.

No le importaba ya nada, porque ya nada tenía sentido.

Sin embargo, aun a pesar de todo su dolor, algo la detuvo de aquel primer instinto asesino.

Fue la inocencia que destilaban los ojos verdes, fue la certeza verdad de que aquel ser no parecía más peligroso que un cachorro de lobo, y sin embargo, dentro de él había una fuerza ardiente y poderosa que crecería hasta volverse letal.

Y entonces imaginó la escena, pudo ver a su señor parado en el mismo lugar en donde ella estaba con la varita en alto amenazando a la sangre sucia para después matarla sin ningún remordimiento, imagino su sonrisa sardónica cuando pensó que aquello había sido muy fácil y ahora sólo tenía que deshacerse de Harry Potter.

Lo vio levantar su varita y fijar su nuevo objetivo, sintió la felicidad cuando la maldición asesina fue realizada y cayó sobre un charco de barro cuando ese algo que no conocía, falló.

El señor tenebroso había perdido y Harry Potter había ganado.

Fue así como se dio cuenta que probablemente lanzarle alguna maldición al niño sólo la llevaría hacia el mismo camino que Lord Voldemort. Necesitaba pensar con la cabeza fría, necesitaba depositar todos sus autodestructivos sentimientos y encerrarlos en una caja bajo siete llaves.

Algo le decía que si bien el señor oscuro había terminado terriblemente herido, no estaba muerto. No había cuerpo alguno y la marca en su antebrazo sólo había perdido algo de su color.

Se obligó a creer que él estaba vivo y que regresaría cuando se recuperara.

Tenía que hacerlo y lo haría, confiaría en su poder y en las endebles pruebas que poseía. Y se aferraría a su regreso, estaría preparada cuando aquello sucediera y de nuevo vertería toda su alma en él.

Sin embargo, Harry Potter seguía siendo una amenaza que probablemente no pudiese ser destruida con magia, necesitaba buscar otra salida.

Lo primero que se le ocurrió fue cortarle la garganta con el cuchillo de plata que siempre cargaba, sin embargo aun así parecía una idea totalmente apresurada y absurda, el niño era un ser que no debía ser subestimado. Tenía alguna clase de magia que lo había protegido de la maldición asesina y podría suceder lo mismo con cualquier intento de daño físico.

Se mordió con fuerza el labio, no existía otra salida, debería tratar de matarlo aun a riesgo de morir con el secreto del que ahora era parte; las posibilidades eran reducidas y la amenaza demasiado fuerte como para olvidarse.

Era eso o…

Una sonrisa sardónica se formó en sus labios y una risa perturbadora la inundo. Una cruel y repulsiva idea se había formado en su mente, una idea que parecía totalmente demente, pero que era brillante.

Brillante y terriblemente inaceptable.

Tomaría a Harry Potter bajo sus alas, lo llevaría consigo y lo escondería. Mancillaría todos sus sueños, se encargaría de destruir todas sus esperanzanas y darle la vida más cruel que pudiese imaginar.

Lo criaría como cerdo para un matadero.

Lo destruiría física y mentalmente para entregarlo en bandeja de plata a Lord Voldemort. Se encargaría de que no conociera magia alguna, lo observaría, lo convertiría en su conejillo de indias, vería qué tan poderoso era y lo daría al señor oscuro totalmente indefenso.

Y si incluso, aquella magia que lo había salvado de su señor seguía activada para cuando su regreso, el niño estaría tan roto que no representaría amenaza alguna.

—¡James!—aquel gritó heló su sangre y la regresó brutalmente a la realidad, por inercia se apresuró a pegarse a la pared y con la boca de repente seca escuchó los sollozos bruscos y nada contenidos de su primo, el traídor Sirius Black.

Había llegado ya, y estaba llorando a su amigo muerto en la parte de abajo. Eso le daba a Bella suficiente tiempo como para tomar a Harry Potter y escapar por el gran agujero que había dejado el colapso de una parte del techo.

No lo pensó dos veces, se acercó hasta quedar a un lado del muerto cuerpo de la sangre sucia y sus ojos negros y astutos observaron a Harry Potter. El niño aun parecía sorprendido y su boca aun emitía suaves lloriqueos, que estaba segura, no tardarían un convertirse en verdaderos sollozos.

Así que alargó sus manos y lo tomó con los ojos cerrados, tal vez esperando que fuese lanzada hacia atrás, pero nada de eso sucedió, Harry Potter soltó los barrotes por pura inercia y observó con las mejillas repletas de lágrimas a la que seguramente creyó que era su salvadora y no su verdugo.

En la planta de abajo el patético de su primo aún lloraba, y ella se apresuró a acomodar al bebé en su costado derecho con una mueca de asco, después buscó entre sus ropas la escoba que mágicamente adquirió su tamaño natural.

No se molestó en tomar una cobija para tapar al niño, ni siquiera en asegurarlo con magia, se subió a la escoba y voló hacia el hoyo en el techo, después se inclinó un poco y con el niño balanceándose peligrosamente a una considerable altura, salió volando.

Aquella noche sería conocida como la más agridulce por la mayoría de los magos. En parte porque Lord Voldemort por fin había desaparecido, seguramente ya muerto; y es parte también porque el que presuntamente se consideraba como el salvador del mundo mágico, había desaparecido.

Mucho se especuló acerca de su paradero, mucho se buscó un culpable, pero nunca se halló una respuesta y la gente dejo de buscar, en parte porque ya habían agotado cualquier posible pista y es parte porque habían otros asuntos que tratar, entre ellos la tortura de los aurores Longbotton que posteriormente los conduciría a la locura.

Hubo encarcelamientos, se repartieron culpas y se hicieron costosas donaciones al ministerio por parte de algunos magos sangre pura.

La gente pronto volvió a una apacible paz.

Sirius Black se convirtió en uno de los magos más odiados, no sólo por entregar a sus dos amigos a Lord Voldemort, sino también por matar a un inocente mago que antaño había sido su mejor amigo, haciendo explotar una calle.

Lucius Mlafoy fue absuelto de todos los cargos y los hermanos Lestrange más Crunch, fueron sentenciados a cadena perpetua en Azkaban.

Severus Snape se convirtió en el nuevo profesor de pociones en Hogwarts Dumbledore se repuso a la vista de todos, o al menos eso hizo ver, porque aun después de que el ministerio dejara la búsqueda, él mantuvo esperanzas, sabía que Harry Potter era necesario, soñaba con que estaba bien y que regresaría en el momento indicado.

Lord Voldemort vagó como una sombra oscura en los rincones más helados de los bosques tomando de vez en cuando, los cuerpos de animales que al final no podían soportar tal maldad y morían.

Y Bellatrix Lestrange dejó de volar cuando lo creyó oportuno para después aparecer en una de las casas solariegas de su esposo en alguna parte de Australia, su plan acaba de comenzar.

*""""*

Esta es una historia que tengo casi completamente acabada, son aproximadamente 120 hojas en Word, tal vez un poco más, así que no es tan corta, pero tampoco larga.

Es una idea que se creó simplemente de la nada, si has llegado hasta aquí muchas gracias y debo advertirte si deseas continuar leer: Bellatrix no será igual a como la conocemos en los libros, está no pasara por todos aquellos en la cárcel y su belleza seguirá intacta, pero tampoco cambiara radicalmente su forma de ser, después de todo, creo que siempre ha estado muy loca.

Es una historia que me gusta mucho, la forma en la que quedó y la forma en la que Bellatrix luchara con sus propios sentimientos, así que espero sus opciones.

Actualizo el tercer capítulo en una semana, en fin: Pueden continuar leyendo.