hola chicas aquí con esta nueva historia, es completamente original, los nombre son de la maravillosa S. Meyer.

espero que les guste.


capitulo beteado por: Aleja Rodriguez.


De mi sabes sólo el nombre.

Muchos creen conocer todo de una persona, ¿pero lo sabrán todo? Me he hecho esta pregunta desde mucho tiempo atrás y, hoy digo que no es cierto, así que SHH... DE MI... SABES...SÓLO EL NOMBRE.

Isabella Swan es la chica que todo mundo cree conocer, pero lo que nadie sabe, es que el oscuro pasado de Isabella es muy perturbador para los oídos de la ciudad de Nueva York.

Sus padres creen tener a la chica tímida, dedicada hasta los huesos a sus estudios; la hija devota a la tranquilidad y al amor de su prometido Anthony Masen.

Pero será el destino que traerá a Edward Cullen para recordarle su escandaloso pasado en París.


Capitulo 1

Bella pov.

Maldita sea la hora en la que me había llevado a Edward Cullen a la cama.

Ahora que todo se había calmado, en especial la dominante Isabella que llevaba dentro de mí, aparecía para recordar cada uno esos momentos.

Pero no se lo permitiría, estaba a punto de casarme con Anthony, aunque no lo Amara como demostraba; simplemente lo hacía para que su familia no se fuera a la ruina por su padre, un jugador obsesivo.

Hoy retumbaban esos látigos en el fondo de mi interior, el sonido del dolor y el placer que le producía a su cuerpo. Una y mil veces lo maldigo por ser el sumiso más complaciente y excitante que la Isabella Swan tuvo en París.

…. + _+ …

Pasaba mis dedos por mi sedoso cabello de color chocolate, con rastros rojizos a la luz del sol; estaba desesperada, sabía que era Edward el que estaba observándome en la tienda de vestidos de novia.

Necesitaba preguntarle qué estaba haciendo aquí, sé que es un país libre, pero no creo que esto sea mera casualidad; tiene gran poder para hundirme.

Tomé mi celular y, entré al directorio, aún guardaba su número: tenía que deshacerme de él, cuanto antes.

Estaba a punto de llamarlo cuando entró una llamada de un número privado.

Contesté.

—Hola ¿Quién habla? — absoluto silencio.

—Bueno ¿Quién habla? — volví a repetir.

Ni el más mínimo sonido.

— ¡Maldita sea! Contesta — y en seguida la llamada terminó.

¡Dios mío! — Apreté el aparato en mi pecho — ¿era él? — sentía el corazón latir a un ritmo sobrenatural.

Me quedé mirando a través de la ventana de mi departamento: estando en la máxima altura de este edificio, que escondía a la más cruel persona que uno puede conocer.

La noche empezaba atrapar al sol y ponía en su lugar a una luna muy plateada.

Dejé de torturar mi mente, y decidí a trabajar en el nuevo proyecto para la empresa.

Alcé la tapa del laptop y la encendí. Aparecía el motivo de mi lucha por cambiar.

Era la única persona pura que quedo de mi pasado: del amor que una vez dañe; era tan parecido que con sólo ver sus ojos identificabas quien era su progenitor. Añoraba tenerlo junto a mí, pero no, aún faltaba tiempo para que lo pudiera tener.

Abrí el programa de Excel para empezar a colocar los costos del nuevo diseño.

La noche se volvía más oscura, las nubes tapaban la hermosa luna.

Mi cansancio era inmenso, luchaba por no cerrar los ojos. No sin antes terminar los asuntos de hoy.

Faltaba poco, animé a mi cuerpo a terminar con los asuntos del trabajo.

Ya había pasado siete horas en la misma postura tecleando, leyendo, calculando y diseñando nuevas estrategias, ya no daba más.

Busqué mi chequera, arrancando ese papel que ayudaba al crecimiento de aquel ángel puro en la vida, rellene en donde iban las cifras, abrí el cajón derecho de mi escritorio y saque un sobré amarillo. Mañana por unas horas recuperaría la sonrisa verdadera.

... +_+ ...

Me perturbaban los recuerdos en mi mente. El sueño no era tan fuerte para deshacerte de aquella escena:

Me veía con el látigo en la mano, azotándolo en el aire, diciéndole que me debía respecto.

Era un chico tierno: seguí observándolo con ojo crítico, di vuelta hacia su trasero.

Tomé fuerte el látigo y lo azoté en su trasero: haciendo que gimiera a través de la mordaza, saltando por el sobresalto de mi acción.

Acariciando donde la marca, de un rojo vivo quedaba en su piel blanca.

Edward — volví a pasar el látigo, sin darle ningún azote — tienes que aprender muchas cosas en poco tiempo para poder complacer a tu Ama — tenía una sonrisa, y los ojos me brillaban por la excitación.

Tendrás que ser mi esclavo — recorrí su columna vertebral con mi dedo índice, sintiendo una electricidad indescriptible en mi torrente sanguíneo — dejarás que haga con tu cuerpo lo que yo quiera, cariño — solté una risilla sexy.

Tendré piedad de ti y te soltaré — flexioné mis piernas para desamarrar sus tobillos y sus muñecas.

Sentía el sudor por mi cuerpo, peleaba por abrir los ojos, alejar aquellos recuerdos de mí. Sus ojos me llagaban de nuevo el corazón.

Al fin pude abrir los ojos, mi respiración estaba muy agitada, mi pecho subía y bajaba rápidamente, puse la mano en mi pecho para tranquilizarme.

Miré el reloj del buró que estaba junto de la cama y, la luz roja indicaba que eran las tres treinta de la madrugada.

Me recosté en la cama sin conciliar el sueño; sólo podía escuchar las cadenas tratándose de soltar, los gemidos a medias, impedidos en cierto modo para que no se quejara.

— ¡Para de una maldita vez Isabella! — grité en mi interior, sólo escuche su risa descontrolada, haciendo que me estremeciera.

Edward Pov.

El verla tan cambiada me hacía desearla más, pero no había venido a Nueva York para eso.

La sed de venganza corría por mi torrente sanguíneo, quería devolverle lo que ella había hecho conmigo.

Destruiría su estabilidad, de eso estaba cien por ciento seguro.

….. + _ + …..

Me encontraba acostado en la cama del departamento que había rentado hace dos meses, mucho tiempo antes de mi llegada.

Nunca le había perdido la pista a Isabella Swan: supe cada uno de sus movimientos hasta su llegada a Londres, donde fue, lo último que investigue de ella; hace cinco años.

Hoy veía en cada uno de los puestos de periódico, su cara con un gran título: LA MULTIMILLONARA ISABELLA SWAN, AL FIN A FIJADO FECHA PARA SU BODA, CON EL EMPRESARIO ANTHONY MASEN.

Me llenaba de furia verlo; me había enamorado de ella, desde el instante que la conocí.

Fue una noche de invierno en París, acudí a un bar karaoke junto a mis amigos.

Era el chico que le daba lástima a todo mundo, en especial a las mujeres, que salían conmigo porque mis amigos le decían, o sabían que yo les podía comprar las cosas que ellas quisieran.

Esa noche tenía unos jeans de un azul oscuro y una camisa de manga larga color rojo quemado, llevando encima un abrigo largo negro.

Me di cuenta de que ellos ya estaban con sus chicas, así que me aleje y busqué un sillón donde quedarme hasta que ellos decidieran irse.

Pedí una copa de vino — realmente me gustaba — pasé un rato admirando a la gente que estaba en este establecimiento, cuando una voz me volvió a la realidad.

Hola, ¿me puedo sentar? — era una guapa chica de cabellos chocolate.

Adelante — le señale para que tomara el asiento.

Gracias — susurró con voz tierna.

Me volví a distraer, de un momento a otro la estaba observando de reojo.

Era demasiado hermosa: tenía la piel blanca, una boca sensual que era cubierta por un color rojo, sus ojos, unos hechizantes y cálido, de color café claro; su cuerpo era como si la viese esculpido un dios griego.

Llevaba jeans oscuros y un jersey, con cuello en v de color mostaza y zapatos rojos.

No era incomodo tenerla cerca de mí, al contrario, me sentía tranquilo.

Fue el momento en que tomaba mi copa entre los dedos, cuando nuestra conversación se dio.

Fue una plática banal: cosas sin mucho detalle, le decía chistes, para escuchar su melodiosa risa, pasamos un rato conociéndonos cuando…

Edward, ¿te gustaría salir a caminar? —me debatía en no hacerlo, pero esta era una gran oportunidad para mí.

Claro Isabella — le tomé la mano para que pudiera levantarse.

Al salir de lo cálido del bar nos azotó una brisa helada.

Caminamos, sin ningún rumbo para mí, hablando de todo un poco, de las cosas que observábamos en los demás establecimientos.

Edward — me miró— he llegado a mi edificio. — Señaló la construcción. — ¿Quieres subir por un café? — Que más daba.

Será un placer — un leve oscurecimiento en sus ojos.

Al abrir su puerta y encender la luz, me percaté de lo limpio y escorado que estaba.

Te tienes que quitar los zapatos — me ordenó, y miré lo que ella hacía .Recordé la tradición asiática.

Dejé los zapatos a un lado y me indicó que pantuflas podía utilizar.

Tomé asiento en el sillón que ella me indicó, mientras ella iba por el café, y yo observaba todo los cuadros en las paredes.

¿Te gustan las pinturas? — me sobresalté al oír su voz.

Sí, tienes excelente gusto — la alabé, me dedicó una sonrisa.

Nos quedamos en silencio, pero uno nada desagradable.

No entendí cuando pronuncio aquellas palabras.

Hace mucho que buscaba a alguien como tú, creo que es cosa del destino haberte encontrado; y quiero que sepas — me miró profundamente mientras tomaba un poco de café — que no te dejare ir — la miré confundido.

¿A qué te refieres? — me aventuré a preguntar.

Nunca debiste aceptar mi invitación —pronunció en un susurro, más para ella que para mí.

No te entiendo Isabella — me acomodé en el sillón.

Te propondré algo Edward y no quiero que me interrumpas — sólo pude asentir — hoy tú fuiste mi presa: yo buscaba un sumiso, sí, ¿sabes qué es? — Volví a asentir — y tú, te cruzaste en mi camino.

¿Y qué quieres de mí? — sonrió perversamente.

Que aceptes ser mi sumiso — ¡Dios! Susurré internamente — te explicaré como lo manejaríamos, no me interrumpas.

Dio un largó respiro cuando empezó hablar.

Éste es el protocolo que establezco con mis esclavos:

*En el primer encuentro le explico al postulante cómo va a desarrollarse la relación entre ambos y, le doy la oportunidad de que me haga todas las preguntas que quiera. Es más, hasta le doy las respuestas que yo creo que él no me hace aunque tal vez debería hacerme.

*Una vez explicitado todo invito al esclavo a retirarse y pensar sobre lo conversado durante un par de días, para luego encontrarnos ya a sesionar. Si es que el acepta las condiciones que le he planteado en este primer encuentro.

*Entre las cosas que digo están: El cómo debemos relacionarnos durante y fuera de la sesión, una vez aceptado por él el vínculo. Y algunas de estas condiciones protocolares son:

El esclavo se debe dirigir al Amo llamándolo siempre Señor.

El esclavo no debe dirigir la palabra al Amo, salvo que este se lo ordene.

El esclavo no debe mirar al Amo a los ojos, salvo que este se lo ordene.

El esclavo debe agradecer al Amo los castigos recibidos, luego de cada sesión de castigo.

El esclavo no debe jamás cuestionar un castigo ni preguntar la razón del mismo al Amo. Si el Amo lo castiga, puede ser por una falta cometida o porque al Amo le entretiene castigarlo. En ambos casos, debe estar agradecido de ser usado para ello.

El esclavo debe pensar y razonar como un esclavo fiel en todo momento.

Durante las sesiones, salvo indicación contraria, el esclavo debe desnudarse en forma inmediata al iniciarse, sin necesidad de que el Amo se lo ordene. Aún cuando la sesión se desarrolle delante de terceros.

El esclavo debe acatar absolutamente todas las indicaciones del Amo con la actitud servil e inmediata que su condición implica.

El esclavo debe ubicarse siempre en un lugar donde su Amo lo pueda requerir, a la vista del Amo y ocupando el menor espacio posible, pasando desapercibido.

El esclavo debe agradecer que el Amo se ocupe de él. Ya sea castigándolo (porque lo educa para ser un mejor esclavo) o usándolo para placer del Amo (porque debe sentirse feliz de que el Amo lo use para su diversión).

El esclavo, si se cruza circunstancialmente con su Amo, fuera de una sesión, no debe dirigir la palabra al Amo y debe actuar como si no lo conociera, salvo que el Amo le dirija la palabra.

El esclavo debe aceptar con felicidad que el Amo lo preste, o ceda en uso a otros Amos.

El esclavo jamás debe cuestionar absolutamente nada que haga el Amo con él.

El esclavo dispone de una palabra de seguridad para interrumpir un castigo.

El esclavo puede usar la palabra de seguridad para interrumpir un castigo y si la repite dos veces seguidas, la relación con su Amo se termina instantáneamente.

El esclavo no debe cuestionar jamás las decisiones de su Amo, incluso si su Amo decide terminar la relación con él.

El esclavo jamás debe pedir al Amo una justificación por cualquier decisión. Sólo debe acatarlas. Incluso, si esa decisión es terminar la relación.

El esclavo no debe requerir al Amo cosa alguna. Ni gestos, ni objetos, ni actitudes, ni nada.

El esclavo debe aceptar todo lo que el Amo le dé, sin cuestionar nada.

El esclavo no hace nada que el Amo no le autorice a hacer. No come, no toma, no va al baño, no se rasca, ni nada, si el Amo no lo autoriza.

El esclavo no modifica nada que el Amo le dé o cualquier condición que el Amo establezca. Esto implica que no modifica comidas, temperaturas, ropas, ni nada más.

El esclavo no habla con nadie si el Amo no lo autoriza. Ni siquiera con un animal u otro esclavo.

El esclavo es solo por y para su Amo.

El esclavo solo tiene como prioridad a su Amo. Antes que a sí mismo.

El esclavo solo tiene derecho a que el Amo garantice su salud durante toda la relación y a que respete absolutamente todo aquello que el Amo le informó que eran los límites que no iban a traspasar en las sesiones.

Terminó de decirme todas esas condiciones.

Me sentía mareado, mi cuerpo estaba alerta de lo que hiciera.

¿Entonces Edward? — volvió a tomar su taza y beber el café.

Aclaré mi garganta — no sé — respiré. —Tengo que pensarlo — dejó la taza en la mesa de centro y, se acercó a mí

No pienses nada Edward, nunca te arrepentirás — su voz estaba cargada de seducción.

En una de tus cláusulas decía que me deberías dar tiempo — sólo quería hacerle pensar que aceptaría.

Ajá — me miró buscando algo en mis ojos.

Dame tiempo para pensarlo — se volvió a sentar bien.

Un día Edward, un día — susurró apuntándome con su dedo.

La noche pasó como un rayo, hoy tendría que tomar mi decisión.

Me levanté de mi cama y tomé el celular.

Busque su número, y toqué la pantalla para que llamara.

Al segundo timbrazo, contestó.

Entonces, ¿cuál es tu respuesta Edward?


hola de nuevo chicas, como dije espero que les guste este fic, pueden encontrar adelantos y fotos en el grupo de facebook, que esta con el nombre de DE MI SABES SOLO EL NOMBRE.

les agradecería mucho que me dejaran su opinión.

¿que contestara edward? pronto lo sabremos.

nos leemos pronto.

besos y saludos Lili

VOIR.