DESCUIDOS FATALES


¡Una nueva historia! (el título aún no me convence mucho, si a alguien se le ocurre una idea para él, bienvenida sea).

Quizás no debería comenzar a escribir una nueva sin antes terminar las que ya tengo; perdón por la tardanza, pero creo que la musa inspirativa se tomó unas vacaciones(¬¬) por lo cual tardaré un poco en actualizar las demás (para quienes las están leyendo, no me reten u.u) Pero las actualizaré! Lo prometo, aunque demore más de lo esperado :B

Respecto a ésta, espero que no me pase lo mismo XD (bueno, tengo los 3 primeros capítulos listos, con los demás me tardare porque debo entrar a estudiar pff)

Diálogos "entre comillas y cursivas" corresponden a pensamientos.

Algunas aclaraciones: No es un AU...no creo. Pero si deberían tener en cuenta lo siguiente: no nombraré a Millenium. Pondré a una Integra de 24 años en vez de 22. Las relaciones conflictivas se dan entre Hellsing/Iscariote. (Aunque posteriormente la historia se centre solo en el tema principal).

Advertencia: Tendrá lemon . Si, ya lo dije, así que si no os gusta el tema, simplemente no sigas leyendo por favor. Fácil ;) Pero si no te complica, ¡Bienvenido/a seas n.n! (No sé si deba subir la clasificación por ello, ahí tendrán que orientarme ustedes porfis)

Disclaimer: Ni Hellsing ni sus personajes me pertenecen. Si yo fuese Hirano, pondría a Integra en situaciones un poco más "peligrosas" con su vampiro de vez en cuando (^^)

*La imagen la obtuve de devianart, de una artista llamada Dekejis...es hermosa y me encanta! Lamentablemente no tengo una cuenta en la página para pedirle permiso por utilizarla, lo siento u.u Pero dejo la constancia de a quién pertenece :D *


Capítulo 1

El aire olía a sangre y a pólvora.

La líder de Hellsing se miró a sí misma: el traje verde caqui manchado de sangre por todas partes, los puños de su blusa rotos, los pantalones deshilachados. A ella no le importaba en lo más mínimo esos detalles insignificantes, las batallas nunca causaron miedo en su persona; pero ahora estaba cansada, realmente cansada. Y no es que la lucha contra los demonios la cansaran, menos a su cortos 24 años y a su entereza de carácter, sino más bien la lucha entre "dos demonios". Suspiró resignada y frunció el ceño, esto amenazaba ser una guerra de nunca acabar. Su vampiro se había enfrascado –para variar- en otra pelea con el arma secreta de la Sección XIII Iscariote, el paladín Alexander Anderson.

El edificio había sido completamente destruido por los dos idiotas. Iscariote no solo había roto el acuerdo tácito de no interrumpir en territorio protestante, sino que además se daba el lujo de enviar a uno de sus asesinos a enfrentar a sus tropas…una vez más. Esto no podía continuar por más tiempo, tenía que acabar antes de que ella misma se incriminara y matara de una vez por todas a ese idiota de Enrico Maxwell, antes que le sacaran canas verdes a su hermosa cabellera dorada.

Escuchó algo como un gemido lejano, levantó la vista del piso y recorrió lo que quedaba de la habitación. En una esquina diviso el uniforme amarillo de la joven draculina. Se dirigió hacia ella, la joven estaba de rodillas en el piso con una enorme bayoneta cruzándole la garganta de un lado a otro, manchas de sangre salían por sus ojos.

Integra dio un suspiro, casi de pena, mientras se agachó a su lado para ayudarla.

—Esto va a doler, Seras. Pero solo será un momento. Quieta.

La rubia la miró asintiendo con la cabeza, lo que le trajo nuevos gemidos de dolor. Integra tomó la bayoneta firmemente con su mano derecha mientras con la izquierda trataba de sostener la cabeza de la joven evitando que se moviera en demasía. No es que fuera a causarle un daño mayor, ya que a fin de cuentas la chica era un vampiro, pero por alguna razón le acongojaba verla así, por lo tanto trataría de hacer la situación lo menos traumática posible.

—Ggghhh— Victoria soltó un quejido ahogado cuando la hoja bendita fue saliendo de su garganta, ¡Mierda cómo dolía! Integra tiró un poco más, hasta que el cuchillo se despegó de la carne con un ¡tzup! Y quedó en sus manos. Pero el tirón había sido tan fuerte que sin darse cuenta terminó tomando la bayoneta por su filo y no por el puño. La hoja cortó superficialmente su palma dejando una línea roja en el guante, que fastidio.

Dejó a la joven reponerse, y ella avanzó decidida hasta el final del pasillo, donde aún podía verse a las dos figuras altas de los hombres insultarse entre sí. En el camino se encontró con una hoja de papel clavada en la pared por otra bayoneta ensangrentada: una "carta" de la Sección XIII. La miró con furia mientras la arrancaba con fuerza, apretando la cuchilla fuertemente entre sus manos mientras miraba al rubio con odio, recordando el dolor de Seras y sus propios problemas a causa de su fanatismo extremo.

—Usted, católico loco. -dijo con los dientes apretados- Te marcharás inmediatamente de Londres y de Inglaterra. Ustedes NO tienen jurisdicción sobre nuestro territorio protestante, mucho menos puedes llegar acá y atacar a mis tropas. El Vaticano tendrá que dar las debidas explicaciones a su Majestad por los sucesos. Ahora -terminó lanzándole las dos bayonetas que llevaba en la mano- Vete de aquí y no te molestes en regresar.

La risa insana del sacerdote resonó por todo el edificio como él echo mano de sus oraciones y desapareció en un torbellino de papeles voladores. La joven Hellsing se tomó la cabeza con las manos antes de dirigirse a su subordinado vampiro:

—Y tú… -dijo mordiendo las palabras- más te vale no dar otro espectáculo como este. La próxima vez que vea a Enrico Maxwell por acá, juro por dios que lo empalaré.

Alucard se rió con gracia:

—Master, veo que se te están contagiando ciertas costumbres— dijo mirándola por sobre sus lentes.

Integra hizo caso omiso al comentario, algo le molestaba en la mano, esta comenzaba a arder.

Se quitó el guante para mirar el rasguño que le había dejado la hoja de la bayoneta del paladín, a decir verdad fue más que un simple rasguño, la herida tenía cierta profundidad por la cantidad de sangre que había en su palma. Chasqueó la lengua en desaprobación, estar cubierta de sangre junto a dos vampiros, sobre todo tratándose de Alucard, no era una idea demasiado anhelada. Optó por deshacerse de su guante desechándolo en el piso luego de usarlo como un limpiador improvisado. Y acto seguido se dio la vuelta para irse.

—Nos vamos— dijo echando a caminar, seguida por el nosferatus y más tarde la draculina que aún cojeaba.

"Maldita sea, como va a arder tanto". Dijo maldiciendo su pequeña herida. Sin darse cuenta, se llevó la mano a la boca y lamió la llaga buscando consuelo. El sabor metálico de las gotas de sangre que se disolvieron en la punta de su lengua no le produjo ningún síntoma de aversión. Era común llevarse un dedo a la boca cuando te hacías una herida pequeña. "Que va, a fin de cuentas es mi propia sangre. Y prefiero esto a dársela a ese maldito vampiro de cuarta". Terminó de pensar mientras sentía que el ardor disminuía agradablemente.


—Sir Integra ¿Se encuentra bien? preguntó con preocupación el mayordomo cuando la vio más pálida y ojerosa de lo normal luego de una jornada extenuante de trabajo.

Ella levantó la cabeza de su escritorio y miró al hombre del monóculo que le llevaba la bandeja de té. Lo veía borroso, y le dolía la cabeza terriblemente.

—Walter, tráeme unos analgésicos— pidió mientras volvía a meter la cabeza entre sus brazos. Ésta ya comenzaba a palpitar.

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—¡Solo es un maldito dolor de cabeza! protestó ella con impaciencia.

—Pues ese maldito dolor de cabeza esta causándole más problemas de lo esperado. Usted debe tomar un descanso ahora— dijo su mayordomo enfatizando las palabras.

Integra lo miró seria por unos momentos, pero luego asintió resignada. Ella era la líder, y ni aún así podía negarse a la "lógica walteriana", como la llamaba. Dejó que él le llevara el té y los analgésicos hasta su habitación, y se fue a recostar. De pronto se sentía demasiado cansada, y el dolor no se iba con nada. "Malditos vampiros" pensó mientras trataba de conciliar el sueño.

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—Seras ¿Qué haces despierta a estas horas?— Preguntó Pip mirando a la draculina pasearse por los pasillos de la mansión.

—Yo…uhh no lo sé, sentí como algo raro que me hizo levantarme. Es…es como si algo le había pasado a la señorita Integra y vine a ver como está.

—Según lo que sé está en cama con un dolor de cabeza. Al parecer Walter la convenció de tomar un descanso, cosa bastante heroica por su parte debo decir -dijo el mercenario dejando dibujarse una sonrisa por su cara- Pero no te preocupes mignonette, es solo que está cansada.

Seras no parecía muy convencida, pero luego accedió a pensar que quizás ella también estaba cansada y eso explicaba sus reacciones. Desde que Integra le había dado a beber de su sangre luego de encontrarla tratando de consumir alimentos normales, su conexión con ella se había vuelto más intensa. En un principio ella era la incipiente de Alucard e Integra era la maestra de su maestro, pero ahora había un lazo mayor que las unía, ahora sí que podía llamarla con toda razón su maestra también. Es por eso que podía sentir con mayor intensidad las cosas que a la jefa le pasaban, aunque aún no podía leer mentes, intuía cuando ella estaba en peligro o cuando le pasaban cosas extrañas, y esta era una de esas situaciones.

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—¡Buajj!— Integra se desplomó sobre el inodoro vomitando todo el contenido de su estómago sobre la taza. Le dolía terriblemente la cabeza, y ahora su estómago parecía jugarle una mala pasada, pues no la estaba dejando ingerir nada. Se despertó a las 6 de la mañana solo para ir corriendo a su baño y vomitar. Se levantó cansada y se miró en el espejo. La imagen que le devolvió la mirada dejaba bastante que desear: envuelta en un camisón verde, con el pelo totalmente desaliñado y pegado al rostro, su piel se veía demasiado pálida y se le notaban ojeras azules bajo los párpados. Santo dios, si parecía una mujer de unos 40 años, y apenas tenía 24. Realmente esa había sido una pésima noche.

Se sentó en el piso de mármol del baño esperando que el dolor de estómago se fuera, pero éste volvió con mayor intensidad que antes provocándole contracciones. Se retorció de dolor haciéndose un ovillo en el suelo, el piso frío parecía no causarle nada a su piel, estaba ardiendo. Cerró los ojos con fuerza al momento en que apretaba su estómago con ambas manos, tratando de frenar los espasmos, no funcionó. Le dolía todo, sobre todo la herida de su mano que parecía haber infectado.

—¡Sir Integra!

La chica se despertó sobresaltada dentro de su ataúd donde recién acababa de dormir y corrió a la habitación de la líder. Abrió la puerta de golpe y la sintió en el baño:

¡Maestra! gritó desde el otro lado antes de escuchar un gemido desde el interior. Abrió la puerta y la vio allí tirada abrazándose a sí misma en el piso, los ojos azules de la chica se abrieron con asombro y preocupación mientras ella corrió a levantar a su jefa:

—Walter, Walter— llamó a gritos al mayordomo —Sir integra ¿Qué le sucede? Sir…Sir, dígame algo— trataba de hablarle mientras llegaba el mayordomo, pero la líder no podía articular las palabras mientras entraba en un cuadro más profundo de fiebre.

Dornez llegó en menos de 1 minuto al lado de las jóvenes y casi le da un ataque al ver a su protegida desmayada en los brazos de la draculina:

¡Integra! dijo yéndose hacia ellas y tomando a la Hellsing entre sus brazos para cerciorase de sus signos vitales. Seras, llama inmediatamente al doctor Trevilian. Y dile que venga ahora mismo ordenó mientras llevaba a su señora hasta la cama y la recostaba debajo de las mantas. El maldito dolor de cabeza se estaba saliendo de control.

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—Seras, ¡¿Qué ocurre!?— esta vez Pip se veía preocupado.

—No lo sé -gimió la chica- Pero la señora no se encuentra bien. Yo no sé explicar lo que siento, pero algo me dice que a ella le pasa algo…y mi Maestro aún no llega de la misión— Gimoteó haciendo un puchero.

El mercenario le pasó un brazo por los hombros antes de darle un abrazo de consuelo:

—Tranquila reseda, todo va a estar bien. De seguro solo se trata de un cuadro de fiebre alto, pero ya sabes lo fuerte que es nuestra jefa ¿Verdad? Un simple resfriado no es nada para ella.

—Pero no es un simple resfriado Pip, yo lo sé, yo…siento que es algo más…

Él no supo cómo responderle y solo siguió abrazándola. Adentro de la habitación de Integra el doctor Trevilian se movía haciéndole exámenes junto a un Walter visiblemente preocupado.

Pip miró a las doncellas de la casa ir y venir desde los pasillos, la mansión estaba poco a poco poniéndose patas arriba con la enfermedad de la jefa, que mas sería cuando llegase el vampiro y se enterara de la situación de su maestro, con lo sobreprotector que de por sí era…no quería ni imaginarse su reacción.

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—A ver Integra, abre la boca— dijo el doctor mientras le revisaba las amígdalas ayudándose con una tablita. Integra sintió arcadas.

—Muy bien, un poco más…ya está…ahora sostén esto allí, así…perfecto— dijo mientras dejaba un termómetro entre los labios de la chica.

Ella lo aceptó con cansancio. Usando una linternilla le reviso las pupilas, los oídos, las amígdalas, otra vez las pupilas, le tomó la temperatura y el ritmo cardíaco, y algunas muestras de sangre para hacer exámenes.

—Y entonces doctor ¿Qué es lo que tiene la Sir?

—No sabría decirlo con precisión, parece ser solo un resfriado fuerte por lo síntomas. Sin embargo estos son un tanto extraños. Tengo que revisar estas muestras de sangre antes de poder dar un veredicto final a su situación— dijo el hombre mayor dirigiéndose por sus cosas. El mayordomo lo acompañó a la puerta:

—Dele estas pastillas para que logre dormir tranquila por las noches, y si la fiebre sube le da estas otras -Dijo entregándole unos paquetes de medicamentos- Y si empeora, no dude en llamarme, no importa la hora. Mañana vendré con los resultados de los análisis Dicho eso saludó y se marchó.


La misión le había llevado más tiempo del normal, o quizás solo fue que él se entretuvo en jugar con su presa antes de eliminarlo completamente. Vampiros inútiles estos recién aparecidos. Salían de la nada como los gusanos debajo de las piedras y ya comenzaban con sus ansias de poder y de vida eterna. Como si la vida eterna estuviera destinada para todos. "Solo unos pocos se ganan el derecho a caminar por la senda de la vida".

Volvió a la mansión caminando, a fin de cuentas era una agradable noche para disfrutar.

Una empleada venía bajando las escalas con cara de cansada, llevaba entre sus manos algunas cosas del servicio; al ver al vampiro se retiró prudentemente hasta la cocina. Alucard sonrió, le encantaba el temor que producía entre el personal doméstico. Recorrió con la vista la sala de entrada, al parecer todos se habían levantado temprano y habían tenido mucho trabajo, a juzgar por la apariencia de la mucama. "Integra ya debe estar en pie, quizás sería prudente hacerle una visita matutina" pensó dejando salir otra sonrisa de su boca. Se concentró un poco: si, estaba en su habitación todavía. Y aún no se levantaba, mejor. Sus colmillos brillaron con malicia por entre sus labios cuando los curvó en una sonrisa maníaca, sería la oportunidad perfecta para verla en camisón. Pero…espera, había algo diferente. Integra… ¿Estaba enferma?

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—Te ves mal— dijo mientras sonreía al entrar a la habitación de su ama.

Ella estaba semi recostada sobre sus almohadas y claramente no tenia buen aspecto. Le dirigió una mirada fría.

—¿A que se debe tu odiosa visita? Dijo mordazmente

La respuesta solo hizo reír al nosferatus:

—Me halaga su buen humor de siempre Ama, pero como yo soy su sirviente fiel, pues tenía que venir a verla— dijo cínicamente mientras se acercaba a ella.

Pero de pronto la sonrisa de su rostro desapareció por completo, Integra se dio cuenta y pregunto el porqué de la situación:

—¿Y ahora qué te pasó, viste al diablo?— preguntó riéndose por lo bajo.

Alucard no se movió, pero inhaló con más fuerza:

—Su olor…está cambiando— fue lo único que dijo.

Ella rodó los ojos:

—Será porque estoy enferma.

—No -dijo él rotundamente, mientras acortaba definitivamente la distancia entre ambos y se sentaba a su lado en la cama. Ella reprimió una mueca de disgusto- Es diferente. Cuando estas enferma, hueles a enferma. Ésta vez es…distinto. Es como si tu esencia misma estuviese cambiando desde adentro.

Tomó un mechón de sus cabellos y se los llevó a la cara aspirando con delicadeza: —Algo está cambiando en ti maestro, pero aún no sé qué es.

Ella soltó un bufido:

—Será que me estoy poniendo más vieja. A fin de cuentas tú no sirves sino para hacerme pasar malos ratos con esas peleas estúpidas junto al idiota de Anderson. Voy a terminar con canas y arrugas antes de los 30— dijo frunciendo el ceño.

Alucard se rió, a pesar de ser la Doncella de Hierro, Integra tenía cosas que eran muy propias de su género, entre esas las relacionadas a la edad. Y él no lo entendía, ella estaba perfecta así como era. Estaba en la flor de su juventud, el momento ideal.

—No es eso— dijo rozando apenas con una mano enguantada la mejilla nívea de su maestra —Todo en ti es perfecto tal como es. Esto…es algo interno…

Integra optó por no mirar esos ojos rojizos y apartó la cara suspirando con enfado. Realmente no estaba de humor ni tenía el ánimo suficiente para jugar a las especulaciones con su vampiro mascota. Ella tenía un puto resfriado y listo. El doctor Trevilian ayudaría a confirmar su teoría y así ni Walter, ni Seras, o el capitán, o ese estúpido de Alucard podrán decirle que su enfermedad distaba mucho de lo normal.


—¿Doctor Trevilian?— Dijo Walter contestando el teléfono…luego se quedo callado escuchando lo que el hombre decía al otro lado de la línea:

—Acabo de descubrir algo, es necesario que valla inmediatamente a la mansión— Se escuchó decir al doctor con una voz algo preocupada. Walter asintió y luego colgó. Esto no se veía nada de bien.

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—¿Y bien?— Integra preguntó mirando directamente al especialista a los ojos en cuanto llegó hasta su alcoba.

El doctor parecía demasiado preocupado para su gusto.

—Verán…mediante los análisis de sangre descubrí algo muy extraño— Comenzó a recitar el médico.

—¿A qué se refiere con extraño? Explíquese doctor— demandó el mayordomo interesado por la salud de su señora, a la que consideraba prácticamente como a su hija.

—Pues verán…la sangre que me lleve ayer para examinar, ya no es la misma que revise hoy.

Ni el mayordomo ni la joven comprendieron el punto y lo miraron con cara de duda, Trevilian suspiró antes de dar la información final.

—Quiero decir…que su sangre está mutando Sir Integra.

...Continuará...(claro, si es que les gusta :B ...si no, la dejaré abandonada en un rinconcito)


Definitivamente agradecería sus comentarios y PM dejándome sus opiniones. :)