Gui: Y último pero no menos importante, esperando que sea un cúmulo de buenas vivabraciones y no un desastroso final de los que son incontrolables y que ocurren en las mejores familias, ¡tercer capítulo! Gracias a Miky, adry, samfj y Veela por los reviews :).

Disclaimer: Antes de escribir el best-seller del que os hablé me voy a ajenciar aire acondicionado. Seguro que Rowling me lo paga.


A la de tres


Cera de oído

—Las protestas de los centauros de Baviera y la Selva Negra llevaron a los magos alemanes a tomar medidas desesperadas. La cortina de hierro que dividía Alemania en dos durante la Guerra Fría les había dividido los territorios y los magos no sabían cómo reunir a los centauros y demás criaturas enfadadas sin que los muggles lo supieran porque ahí estaba la frontera de choque entre los dos bloques y como sabéis, no era fácil. Fue en 1967 cuando...

—Ese es el año en el que Bertie Bott lanzó las grageas — le susurró Scorpius al oído lanzando una mirada vigilante al profesor Binns.

—Calla y atiende, Scorp.

Pero Scorpius no pensaba callarse y menos aún atender. Seguía susurrando cosas al oído de Rose, comentarios sobre el profesor y lo que decía, que si esto estaba mal, que si ese fue el año en que su ancestro no sé cómo ganó no sé qué... Y Rose estaba encantada. Se reía sinceramente e intentaba no hacer ruido. Al cabo de media hora, Binns los mandó fuera. La gente solía dormirse en su clase, no hablar y menos aún ligar. Acabaron en el despacho de McGonagall porque al salir seguían riéndose y comentando una cantidad de cosas impresionante y molestaron no a una sino a dos clases.

La directora, imponente en su despacho, los miraba a los dos ligeramente decepcionada... O eso intentaba, porque sólo le inspiraban ternura y cariño. Los pobres estaban encandilados el uno con el otro y hasta en su despacho que inspiraba respeto, no podían evitar reírse cuando se miraban. Agarró una caja y les dijo:

—Cojan una gragea los dos. Después de comerla podrán salir al patio y callarse.

—Sí, directora McGonagall — dijo Scorpius, avergonzado.

Rose en cambio le frenó y susurró:

—No, Scorp, son las famosas grageas terribles, seguro que hay de espinaca y coles... ¡No cojas!

—No se preocupe, señorita Weasley, están seleccionadas. Todas son de cera de oído. He oído que es el que menos gusta. Cómanse una y váyanse. Señorita Weasley...

Aún con el espantoso sabor en la boca, salieron del despacho.

—¡Qué horrible sabor! Necesito quitármelo ya... — se quejó Rose.

—Hay una manera de soportar cualquier sabor, ¿sabes Rose? Me lo enseñó una amiga una vez hace unos meses y acepté sin problemas el sabor de las espinacas.

La miraba de forma divertida, intentando burlarse de ella. Ella captó el juego. Le parecía bien. Le parecía genial. Le parecía increíble que por fin los dos estuviesen de acuerdo en eso, así que se acercó a Scorpius y Scorpius se acercó a Rose y ya ni siquiera pensaban en el sabor de la gragea, sino en lo pegados que estaban y en la ilusión que les llenaba. Se acercaron un poco más y se besaron.

-¡Señorita Weasley! ¡Señor Malfoy! Vuelvan a mi despacho, por favor, creo haberles dicho que fuesen al patio. Las demostraciones de cariño público también tienen castigo.

No pasaba nada. Otra gragea de mal sabor prometía el remedio que habían encontrado.


¡Fin!

Gui
SdlN