Jack se inclina y se presiona contra el costado de su mejor amigo cuando van juntos de camino a casa, aquella noche fría del mes de Enero.

El pelirrojo tiembla ligeramente, y ambos son capaces de ver como la nieve empieza a caer en lo alto, a través de las nubes vaporosas que son sus alientos. Jack entrecruza su brazo con el de su amigo, buscando compartir calor corporal, más por la forma en que la mandíbula de Hiccup castañea, que por su propia percepción del clima.

Hiccup sonríe y es encantador, a pesar de que una de las comisuras se sube más que la otra, como tiene la costumbre, en su eterna sonrisa torcida y sus dientes están lejos de ser perfectos.

La mano fría de Jack sostiene la otra, que tiembla bajo las enormes mangas de su jersey.

Es un momento largo, extraño y delicado, en el que ambos se observan a los ojos hasta que ya no lo notan, en el que su mente divaga, considerando, preguntándose si siguen en algún punto vagamente parecido a la amistad o si su relación por fin ha mutado lo suficiente para ser llamada por otro nombre.

Al final, Jack abre la boca, y un montón de cháchara sin pies ni cabeza empieza a brotar de su garganta, como es su hábito. Hiccup siente como un suspiro aliviado se escapa de sus labios.

"¿Tú qué crees?" Jack solicita su opinión tras lo que parecen tres siglos en los que Hiccup mantenía sus conflictos internos con la voz de su mejor amigo como música de fondo.

Hiccup boquea como un pez, buscando desesperadamente algo que decir, intentando recordar aunque sea un resquicio del ultimo tema que Jack ha tocado en su monólogo inconsciente.

Es durante ese instante lleno de humillación e incertidumbre, el que Jack escoge para plantar un beso en su boca abierta. Es extraño, cálido y húmedo, lleno de inexplicables sentimientos encontrados, infinitamente distinto a aquel beso dado años atrás en el octavo grado, durante la fiesta de Jamie Bennet.

Aquel primer beso había sido tentativo y pavoroso, cubierto con aquel semi-escondido sentimiento de asco que hacia equilibrio en la punta de sus labios, ocultando algo mucho más profundo.

Este nuevo contacto es mas profundo e inherente, en el que ninguno desea separarse, como si sus labios se hubiesen visto fusionados debido al clima helado.

Cuando por fin se separan, tras una diminuta fracción de eternidad, Hiccup se ve a si mismo aun intentando responder la pregunta, mientras que Jack no separa en ningún momento los labios de la piel pecosa, besando alrededor de su mandíbula, haciéndole cosquillas.

La calzada está desierta, por la tormenta de nieve que han anunciado en las noticias.

Se vuelven a besar cuando el primer rayo cae y la nieve se convierte en granizo. A su alrededor el frio se arremolina, les congela las puntas de los dedos y les muerde en la nariz.

Hiccup sabe que debería tener miedo, ya que su casa esta aún a mas de tres calles de su locación. Pero nota que no le importa, no lo hace cuando Jack mete la mano bajo su ropa y acaricia todo lo que sus dedos son capaces de tocar, no lo hace cuando pasan la noche encerrados muy juntos en el interior de un cobertizo abandonado, compartiendo el calor que existe en su piel.

Y, ni mucho menos, no lo hace cuando la policía les consigue ahí, tres días después. Porque en ningún momento Jack soltó su mano.

Ni siquiera cuando sus dedos se tiñeron de azul y las lágrimas se congelaron sobre sus mejillas.