Hola queridos lectores, buenas noches... esta vez Hammi Yang y Sunako les escriben... es una edición especial nunca antes vista por nadie, verán... demandé a Hammi Yang por no pagar mis honorarios ¬¬ así no podía mantener a mis 5 hijos ok no xD entonces... estamos en el lobby de un lujosísimo hotel arreglando nuestros asuntos monetarios ;) quizás dramaticé con lo de lujosísimo... quizás... el punto es que Hammi Yang y yo ahora... nos conocemos, soy tan feliz :) por cierto... es muy cachetona y mandona, y ahhh me golpea! la próxima demanda será por maltrato a mi persona ¬¬ en fin...*suspiro* la adoro con todo mi pedorro corazón aunque esté disque matando moscos ¬¬ parece estar dando pasos de karateka de cuarta ¬¬ la amodoro es la mejor personita de la vida y ahora... les dedicará unas alentadoras palabras...

Queridos fans de Daryl... estoy muy apenada con ustedes debido al retraso de la continuación de Cielo Perdido... pero he de aclararles que la culpa no fue mía... todo fue culpa de Nakaharo Sunako Chan... y todo por culpa de unos miserables pesos ¬¬

Es real que estoy aventando karatazos por todos lados... pero es que los malditos moscos no dejan de asecharnos.

Espero que puedan perdonar a éste par de desgraciadas desde el fondo de su corazón.

Hammi Yang

Ay Hammi que "alentadora" te pones ¬¬ los amamos niños, un beso atte: Hammi Yang y Sunako :3


Las cosas no estaban bien, lo supo cuando lo observó cruzar el umbral de esa puerta, cuando nuevamente inútilmente intentó no perderse en el cielo de sus ojos azules. Entonces comprendió que no importaba lo muy lejos que él había estado, que no importaba la distancia ni mucho menos el tiempo que lo había dejado de ver, porque sin duda… seguía muy enamorada de él. No sabía si igual o incluso más que la última vez que lo vio. Ahora... había vuelto y por su cabeza no giraba el porqué de su regreso.

No pudo conciliar el sueño más que unos escasos minutos que se le antojaron segundos. Sus ojeras la delataban por completo y sus nervios estaban a flor de piel. Su corazón retumbaba fuerte por la simple idea de pensar que lo tendría que ver a diario por los próximos días. No sabía cómo le haría para controlar tantos sentimientos.

Seguramente, pensó ella, él ya tenía a alguien, digo, había pasado tanto tiempo y él era tan guapo, carismático, rico e idiota que seguramente tenía a algún amor. Se dio de topes en la cabeza por seguir completamente enamorada de él, por pensar en alguna posibilidad.

Se levantó de su cama, ya no era necesario continuar pretender que dormía, se tomó una ducha y salió de ahí. Tanto ruido y ajetreo en su puerta llamaron su atención -¿Ya rentaron el departamento de enfrente?- Cuestionó mientras cerraba con llave su puerta y veía una inmensa mudanza. Suspiró y mejor continuó su camino.

Caminaba nerviosa por los pasillos de la empresa, escuchaba murmullos detrás de sí. Era obvio que las noticias corrían a la velocidad de la luz, todo era un escándalo, una polémica: ¡La separación de las empresas Hyuga y Uchiha! ¡La llegada de Naruto Namikaze: heredero de Namikaze Corporation! Caminó más a prisa mientras sentía su corazón palpitar con fuerza y las manos sudarle, no sabía que cara pondría cuando lo mirara frente a frente, pupila a pupila. Llegó a su oficina intentando encerrarse en ella y no volver a salir en todo el día.

-¡¿Qué pasa aquí!?- Le exclamó a Matsuri mientras veía a varios hombres mover sus muebles. La pobre secretaria tan sólo se encogió de hombros sin poder darle una explicación. -¡¿Qué hacen?!- Exclamó alterada mientras le gritaba a los empleados que movían las cosas de su oficina sin su absoluto consentimiento.

-Son las órdenes que recibimos señorita Hyuga.- Contestó uno de ellos quien apurado acomodaba un pupitre.

-¡¿Órdenes!?- Exclamó acalorada. -¡¿Quién rayos les ordenó meter un escritorio más a mi oficina!?- Exigió una explicación a chillidos. Ella no era de gritar o alterarse pero el cansancio y la inmensa gama de sentimientos le estaban matando los nervios.

-Fui yo.- Escuchó una preciosa voz masculina.

-Con permiso.- Exclamaron ambos hombres que habían ayudado en la labor de meter aquel pupitre y luego… salieron de ahí dejándolos solos.

Ella perdió el aliento unos momentos, había olvidado lo muy intensa y preciosa que era su sonrisa, lo que le provocaba escuchar su voz, lo hermosos que eran sus ojos. -¿¡No te asignaron una oficina!?- Cuestionó irritada mientras intentaba disimular todo eso por lo que estaba pasando su corazón. -¡La de acá alado está libre!- Aseguró mientras la apuntaba con el dedo. -¡Es grande, espaciosa, con ventilación!- Añadió. -¡Puedes ocuparla!- Agregó con desdén.

-No, gracias.- Sonrió con cinismo y luego prosiguió a acercarse a ella. -No me gusta, es demasiado grande y lejana.- Se acercaba más y más como se acerca un depredador a su presa.

-¿Lejana? ¡¿Lejana de qué!?- Gritó sofocada mientras intentaba alejarse de él.

-De ti.- Contestó mirándola a los ojos con una profundidad que… casi cae en su hechizo.

-¡No digas tonterías Naruto, saca tu cochino escritorio de aquí!- Gritó alebrestaba mientras tomaba el pupitre y lo comenzaba a empujar con todas sus fuerzas, mientras intentaba apartar la mirada de su precioso semblante azul. -Maldición.- Pensó en silencio, esa cosa era demasiado pesada para ella.

-Te lastimarás, es roble macizo.- Exclamó con sorna mientras golpeaba el mueble con el puño.

-¡Primero muerta a compartir mi oficina contigo!- Gritó estresada mientras continuaba con su labor de mover aquel escritorio.

-Bien, si quieres que me vaya, sácalo entonces.- Añadió mientras tomaba asiento, se cruzaba de brazos y sonreía mientras la veía hacer corajes.

-¡Por supuesto que lo sacaré!- Le rezongó mientras continuaba forcejeando. Lo hizo hasta que se agotó sólo para percatarse de que aquel maldito escritorio no se había movido nada. -¡Bien!- Exclamó hastiada. -¡Yo me voy!- Declaró mientras tomaba su maletín y caminaba indignada hasta la puerta.

-Tus archivos, documentos y base de datos están en tu computadora la cual no puedes llevarte.- Se burló de ella. Maldición, estúpido rubio, tenía razón. Paró la marcha.

-¡Puedes quedarte pero ni se te ocurra hablarme para cosas innecesarias!- Argumentó. -y… ¿Qué haces?- Preguntó gritando.

-Están muy lejos nuestros pupitres hay que acercarlos lo más posible…- Sonrió encantadoramente -¿O, cómo pretendes que pueda contemplarte mejor si estoy lejos? ¿Cómo pretendes que logre escuchar tu palpitar nervioso o los suspiros que te robe con mi presencia?- Argumentó con la voz ronca mientras le clavaba fijamente sus ojos. Y con mucha facilidad acercó ese pesado mueble uniendo ambos pupitres.

Ella enmudeció, sentía que sus ojos la devoraban con su intensidad -¡¿Cómo…- Se quedó en shock. -Estúpido mueble.- Farfulló entre dientes, ladeó la mirada sonrojada, tan sólo habían pasado diez minutos y sentía que la respiración le hacía inmensa falta. -¡Yo no te quiero cerca! ¡Aleja el mueble!- Agregó mientras intentaba moverlo. Comenzaron a forcejear el uno con el otro.

-¡No lo alejaré!- Gritaba el rubio caprichoso.

-¡Qué lo alejes te digo!- Profería ella alterada.

-¡No lo haré!- Afirmaba él.

-¡Ah! ¡Haz lo que quieras!- Expresó finalmente alterada. El rubio sonrió, su sonrisa de victoria adornó por completo su precioso rostro.

Trabajaban en silencio o eso intentaba ella, pero era imposible… no quería voltear la mirada, tenía miedo de encontrarse con sus hermosos ojos y caer rendida en sus brazos. Trataba de no estar nerviosa pero… ¡Era imposible! Hacía tonterías, tecleaba mal, confundía las cosas y hasta se tropezaba. El rubio sólo sonreía ante todas esas señales que sin duda eran afirmaciones de lo que él provocaba en ella. Igual y no quería voltear la mirada porque… sentía que él la vigilaba, cada movimiento, cada parpadear, cada acción. Era estresante estar así.

El ruido de su teléfono de base irrumpió su "calma" estrepitosamente con su odioso sonido, ella dio un brinco, porque sus nervios estaban a todo lo que daban. -¿Bueno?- Contestó titubeante.

-¡Hinata!- Exclamó una voz muy familiar.

Ella sonrió al instante. -Hola Kiba.- Acababa de recordar que le había dado la extensión de su teléfono para que no tuviera que pasar por el filtro de Matsuri. Sin duda… no pudo evitar sonreír. Cuando estaba sola en su oficina, cuando no tenía que compartirla con nadie sin duda no era la menor molestia tener el teléfono configurado para siempre estar el altavoz pero ahora… aquello era todo un enorme inconveniente. Quiso pensar o realmente no lo pensó, no cruzó por su cabeza ni un instante y por lo mismo no paró a discernir en lo odioso que ese rubio se tornaría.

-¿Cómo estás Hinata?- Cuestionó con una voz tan despierta el castaño que el rubio no pudo evitar enojarse.

-¡No te preocupes, está conmigo así que está de maravilla!- Exclamó enojado el rubio mientras gritaba evidentemente celoso.

-Naruto, ¡cállate!- Le reprendió mientras le hacía una mueca enojada.

-Discúlpame, ¿estás ocupada en este momento? Si quieres mejor salimos más tarde y platicamos.- Aprovechó a decir el Inuzuka.

-¡Me encantaría!- Afirmó ella mientras le tapaba la boca al rubio.

-¿A qué hora pasó por ti?- Cuestionó ilusionado el muchacho.

-A las…- De pronto… ladeó la mirada para encontrarse con que el maldito rubio le había colgado la línea. -¡Naruto! ¡¿Qué haces!?- Exclamó alterada.

- ¡¿Ese idiota qué se cree!?- Vociferó estresado. -¡¿Y tú por qué rayos estas aceptando salir con él en mi presencia!?- Exigió saber.

-¡¿Qué!? ¡Bueno y tú ¿quién rayos crees que eres para venir a decirme lo que tengo y no tengo que hacer!?- Profirió furiosa.

-¡¿Quién es él!? ¡¿Por qué rayos has estado saliendo con él!? ¡¿Qué intenciones tiene contigo!? ¡Contéstame!- Gritó armando una escenita de celos. -¡Y no me mientas Hinata! ¡Esa noche en el restaurant Italiano no se atrevió a besarte el infeliz ¿cierto?!- Agregó gritando aún más estrepitosamente.

-¡¿Besarme!? ¡¿Cómo rayos se te ocurre es…- Guardó silencio un instante mientras carburaba las cosas, de pronto abrió sus párpados aún más y abrió la boca impresionada. -¡¿Cómo sabes de mi salida con él en el restaurante Italiano!?- Interrogó inquisidoramente. -¡¿Me estás espiando!?- Chilló explayada.

El rubio… guardó silencio un momento. -¡Estúpido!- Pensó mientras se daba de topes por ser tan frenético y poco consiente de sus palabras. -Yo… bueno…- Se rascó la nuca. -¡Por supuesto que no te espío!- Afirmó tratando de mentirle, pero… estaba harto, había regresado a Japón no para hacerle escenas estúpidas de celos infantiles, había vuelto no para espiarla y sabotearle las citas, su verdadera razón de volver era para… ¡Recuperarla! -¡Bueno sí, te espío! ¡Y no me da vergüenza admitirlo!- Exclamó el blondo.

Ella abrió la boca. -¡Eres un idiota!- Añadió ella, intentaba evitar sonrojarse así que mejor optó por salir de ahí.

-¡Hey! ¡Aún no he acabado con mi escenita de celos!- Añadió.

-¡Déjame Naruto!- Exigió cuando sintió el tacto de sus varoniles manos sobre las suyas tan frágiles.

-No quiero que vuelvas a verlo.- Le susurró dulcemente intentando quebrar el espacio que los separaba, con un estupendo tono de súplica que se apreciaba visiblemente en la luz de sus ojos azules, ella tragó duro, le preocupaba sentirse tan vulnerable frente a él.

Sacó fuerzas de alguna parte -¡¿Y por qué habría de hacerte caso!? ¡¿A ti qué rayos te importa con quién salga!?- Espetó alejándose de él lo más posible.

-Me importa mucho más de lo que piensas.- Agregó él mientras hábilmente la tomaba de la muñeca y la halaba hacía sí; la sujetó de la cintura mientras acariciaba tiernamente su pálida mejilla.

-¡No caeré en tus juegos!- Añadió ella alejándose bruscamente de él. -¡No me vengas con estos juegos que ya no soy la misma tonta que te amó hace años!- Le expresó, tomó el pomo de la puerta y justo cuando quiso tirar de él con fuerza y huir de ahí…

-¿Estás segura de eso?- Le cuestionó con la voz ronca mientras suspiraba sobre su oído. -¿Y por qué te pongo tan nerviosa Hinata? ¿O es que acaso crees que no he notado cómo te pones cuando me tienes cerca? Sí, exactamente así, así como estás ahorita.- Le presumió mientras la veía suspirar a medias, mientras observaba cómo quedaba en absoluto shock al sentirse embriagada por el timbre de su voz, por la presencia de su aliento. -Sabes Hinata…- Murmuró aprovechando su embelesamiento, aprovechando el hechizo al que hábilmente la había sucumbido. -Yo sigo completamente enamorado de ti.- Le confesó jugando con su ritmo cardiaco.

-¡Cómo si fuera a creerte!- Le gritó, se desprendió de él, jaló la puerta y salió corriendo de esa oficina que tan sólo la obligaba a sucumbir ante él. Corrió y se encerró en el primer baño que encontró a su paso. -Maldición.- Murmuró al apoyarse en la pared y sentir lo muy rápido que cabalgaba su pecho. Bajó la mirada al suelo, sujetó su pecho alterado y cerró los ojos mientras guardaba silencio, casi podía sentir su aliento susurrarle al oído, casi podía escuchar su tibia voz confesarle su amor. -¡Maldición!- Exclamó al abrir los ojos. -Lo amo tanto.- Añadió mientras se apoyaba en el lavamanos. Se lavó la cara y justo cuando creyó estar bien salió de ahí. Miró su reloj: -Dos en punto.- No tenía ni la menor pizca de hambre pero tampoco sabría que decirle a él, ¿con qué cara lo miraría? Si pareciera que tenía escrito en la frente: Estoy enamorada de Naruto Namikaze. Era cierto… ponía una cara de estúpida novata enamorada cuando él estaba cerca que a kilómetros uno se percataba de lo muy mal que ese rubio la tenía. Quería pensar, despejarse un momento, carburar la situación. Así que decidió salir a almorzar para aclarar su mente, sus pensamientos, sus sentimientos.

Caminaba absorta hasta la entrada del edifico donde una vez fuera conseguiría un taxi para ir a comer a alguna parte, o más bien… para intentar aclararse. No se percataba de nada, estaba ensimismada en sus asuntos internos sin resolución. Continúo marcando sus pasos, empujó la puerta y…

-"¡¿Señorita Hyuga, es cierto que usted y Sasuke Uchiha se han divorciado?!" "¡¿Es cierto que él le engañó?!" "¡Cuéntenos acerca de la separación de Industrias Uchiha e Industrias Hyuga!" "¡Señorita, ¿es cierto que su matrimonio siempre fue un contrato!?"-

Eran tantas preguntas a la vez, era tanta gente la que le rodeaba, tantos micrófonos, tantas cámaras, tantas luces de flash, tanto barullo, alboroto que se sintió perdida entre ese mar de cuestionamientos.

-Yo…- Murmuraba intentando escapar de esa prisión de gente que la tenía retenida a su antojo. Comenzó a girar la cabeza por todas partes intentando encontrar un hueco dónde huir.

-"¡Contéstenos, señorita!" "¡Díganos!"-

-Yo…- Murmuraba ella quedando en completo anonadamiento ante tantas voces que hablaban al mismo tiempo.

-¡Hinata, con que aquí estabas!- Añadió una masculina voz, ella tan sólo sintió que alguien la tomaba por la cintura.

-"Señor Namikaze, ¿cuáles son sus motivos para haber vuelto a Japón?" "¿Está usted cerrando tratos con Hiashi Hyuga a favor de Industrias Namikaze?" "¡¿Entre Hinata Hyuga y usted existe algo?!" "¡¿Usted fue la causa del divorcio de la señorita Hyuga con Sasuke Uchiha?!"-

Naruto sólo sonreía sin argumentar nada, tan sólo sujetó con más fuerza a la Hyuga. -Puedo sacarte de aquí ¿Sabes?- Le murmuró al oído para que sólo ella pudiera escucharlo. La Hyuga alzó la mirada confusa. El rubio sonrió. -Pero te costará algo…- Exclamó mientras la tomaba más fuerte de la cintura y la apresaba contra su cuerpo.

-Suéltame.- Murmuró entre dientes.

-Acepta mis condiciones Hinata, o contestaré a todas sus interrogantes…- La amenazó dulcemente. -Sólo quiero que me aceptes una invitación a almorzar ¿sencillo, no?- Le sonrió. Ella estaba enojada, se sintió utilizada pero necesitaba de su ayuda para escapar de ahí y con el ceño fruncido terminó cediendo frente a él. -No te enojes. Si tú y yo dentro de poco estaremos casados.- Le murmuró al oído, la chica… quedó petrificada.

-"¿¡Están saliendo?!"- Interrogaban los reporteros. La pareja se limitaba a contestar.

-Sí, estamos saliendo.- Exclamó el rubio sonriente. Esa declaración… causó una inmensa polémica entre los reporteros que los rodeaban.

-¡Oh por Dios! ¡¿Eso es un ovni!? ¡Si tan sólo tuviera una cámara para grabarlo!- Exclamó un hombre pelirrojo a unos metros de donde estaba ocurriendo el escándalo. -¡Seguro una foto de esto costaría millones de dólares!- Añadió aquel pelirrojo con un tono nada moderado de voz por no decir que gritaba a todo pulmón. Pareciera que hubieran dicho las palabras mágicas, es cierto que la exclusiva de la separación de empresas Hyuga con las empresas Uchiha era el cotilleo en ese momento y por supuesto sería una jugosa exclusiva, pero aquello que esa misteriosa voz anunciaba en definitiva sería aún más jugoso.

-¡Vámonos!- Añadió el rubio mientras la tomaba de la mano y la sacaba de ahí tan de prisa como pudo para huir triunfante de tanta aglomeración de gente que los acosaba. Corrieron tan rápido como pudo, se subieron a un auto y el rubio se dispuso a sacarla de ahí a tanta velocidad como el vehículo se lo permitía.

Respiraban profundamente, el rubio de pronto… reventó en carcajadas. -¡Te luciste Gaara!- Exclamó mientras sujetaba el celular. -¡Te lo agradezco!-

-¡Eres un idiota!- Reclamó el pelirrojo quien también intentaba aguantar la respiración. -¡Luego comenzaron a seguirme a mí! ¡Me reconocieron muy rápido y comenzaron a preguntarme miles de cosas de mi vida personal! ¡Maldición, malditos reporteros, son como una maldita plaga!- Añadió entre suspiros.

-¡Gracias hermano!- Le sonrió el rubio.

-¡No arruines las cosas, Naruto!- Le gritó para luego colgarle el celular.

-No lo haré…- Sonrió, ladeó la mirada y sonrió aún más con un aire de triunfo al sentirse poderoso de tener acorralada a Hinata Hyuga en su automóvil. -Ya no más…- Exclamó al quedar prendido de sus ojos. -Bien, ¡llegamos!- Añadió él al detener el auto. Ella alzó la mirada para con esto averiguar a dónde la había llevado.

-No puede ser…- Masculló estremecida.

-Ven Hinata.- Le pidió dulcemente mientras le abría la puerta del coche. -¿Recuerdas este lugar?- Interrogó sonriente. -¿Recuerdas a Ichiraku´s Ramen?- ¡Por supuesto que lo recordaba! Y él lo supo cuando la vio palidecer de la impresión.

-¡Esta cerrado, genio!- Se burló Hinata de él, dio la vuelta e intentó retomar su camino.

-¡Espera!- Le pidió él con una intensa mirada, con una de esas malditas miradas que le ponía cuando usaba esos ojos tan penetrantes, cuando ponía ese semblante en el que ella no podía negarle nada. -¡Ta tan!- Exclamó al empujar la puerta y ver que esta cedía. Ella se sorprendió. -¡Ven!- La incitó a entrar.

-No deberíamos, está cerrado, ¡Naruto, escúchame!- Reclamó. Él sólo la jaló de la muñeca y la guío hasta la entrada.

-No lo está Hinata, no te preocupes.- Exclamó la chica castaña.

-¿Ves Hinata? No lo está.- Sonrió el rubio mientras le guiñaba el ojo.

-Pero…- Balbuceó ella sin entender.

-Renté Ichiraku´s Ramen por hoy, así que…- Calló un instante mientras la miraba fijamente. -Este baúl de recuerdos… es nuestro por esta noche.- Le sonrió para otorgarle confianza con ese hermoso gesto sobre sus labios. Ella tragó duro, sin duda… estaba metida en un enorme embrollo, sin duda… se había metido en un tremendo lío, no sería fácil salir de ahí. Dio la vuelta y tan rápido como pudo se aproximó a la puerta para intentar escapar. -Lo siento Hinata, le pedí a Ayame que pusiera llave justo después de que cruzáramos la entrada.- Le sonrió lleno de victoria. -Dame una oportunidad Hinata.- Le suplicó. -Déjame explicarte todo, déjame recuperarte, por favor.- La miraba fijamente. -Mejor sin presiones. Sólo quiero comer ramen y que tú me acompañes, por favor.- Murmuró con un tono lleno de exhortación. Terminó cediendo ante las exigencias de él porque no tenía de otra, estaba ahí… encerrada bajo el umbral de sus recuerdos. Por un momento… sintió que él era una ilusión porque no podía negar que… se sentía inmensamente feliz.

Sentados frente a la mesa, cara a cara. Ella observaba su ramen y luego posó el gesto sobre la humeante taza de café, sin duda tenía una estupenda pinta y un suave aroma que la embriagaba pero se mantenía al margen. Sus músculos estaban tensos, no podía ni decir nada ni mover ninguna de sus articulaciones. Finalmente terminó cediendo a darle un muy ligero sorbo a su café, de prisa… lo alejó de ella, lo hizo porque lo observó a él mirarla tan profundamente que se sintió morir.

-¿Qué pasa, está muy amargo?, ¿está muy caliente?- Sonrió. -¿O es sólo quizás que te gustaría que reemplazara el agrio sabor del café con un beso mío?- Le manifestó mientras esbozaba una hermosa sonrisa.

Ella se alarmó inmensamente, tantos recuerdos, tenerlo ahí, beber café, aquella misma mesa de hace años, el ambiente; por un momento sintió que él jamás se había ido, que no se había casado con Sasuke, que no había sufrido noches pensando y llorando por él. Por un momento… eso quiso pensar, pero el vacío de la necesidad que sufrió en su ausencia era sin duda demasiado fuerte. -Deja de jugar así con mis sentimientos, Naruto; por favor, ahora tú y yo sólo tenemos una relación laboral, deja tus coqueteos que incluso hasta quizás ya tienes a alguien más en tu vida.- Le manifestó seriamente.

Él puso una seria mirada, bajó los ojos y tomó una enorme bocanada de aire. -Sabes Hinata…- Decidió abrir su corazón y ser inmensamente sincero con ella. -En estos últimos tres años, no ha habido ni un sólo día que no piense en ti.- Le confesó. -No ha habido ni un sólo día, hora, minuto o segundo que no piense en ti, no ha habido ni un sólo día que yo no pronuncie tu nombre. Al dormir y despertar tu semblante es lo primero que abordaba mis pensamientos. Tus ojos, tu sonrisa; tu voz casi podía escucharla y al cerrar los ojos quería imaginarme recordar de nuevo el dulce sabor de tus labios temblando por mi calor, temblando por mi presencia sobre los tuyos.- La tomó de la mano y dulcemente acercó su tacto sobre la piel de sus pómulos, la obligó dulcemente a acariciar sus mejillas. -No ha habido momento que no piense en lo mucho que te amo.- Le afirmó mientras dulcemente besaba la yemas de sus dedos.

-¡No me vengas con esos cuentos! ¡Si me amaras, jamás te hubieras ido, jamás!- Le reclamó con los ojos cubiertos de una opalina capa. Era inminente, reventaría en llanto.

-¡Déjame explicarte Hinata! ¡¿Crees que para mí fue fácil irme!? ¡No lo fue Hinata! ¡No ha habido ni un sólo instante en el que yo no me reproche el haberte dejado! ¡Ni un sólo instante!- Le gritó alterado.

-¡Tú no tuviste que casarte con una persona que no amas! ¡Tú no tuviste que decir un: Sí… acepto, a una persona que no amas!, mientras te preguntabas: ¿dónde estás Naruto? ¿Dónde estabas para salvarme? Te desapareciste sin decirme nada. No te importó lo que sentí, tan sólo te hiciste a un lado y me dejaste sola.- Le manifestó reventando en lágrimas. -No vuelvas diciéndome que me amas, por favor.- Tomó su bolso e intentó levantarse.

-¡Era lo mejor Hinata!- Le gritó tomándola de la muñeca. -Lo hice por ti…- Le expresó mirando con sinceridad sus ojos llorosos. El rubio suspiró pesadamente.

Apenas tenía veintidós años y ya estaba seguro de que era ella con la que quería pasar el resto de su vida. Aún recordaba el día en el que la había conocido:

Odiaba ir a esas fiestas donde sólo había gente muy importante hablando de negocios, finanzas y leyes. Lo odiada. Odiaba que Minato Namikaze lo obligara a ponerse un smoking, a sujetarse fuertemente la corbata, a lustrarse los zapatos de charol negros, y ponerse gel en el cabello, ¡Lo detestaba! Pero lo terminaba haciendo con la cara llena de muecas de insatisfacción.

Esa fiesta no sería en lo absoluto diferente a las demás que frecuentaba o… eso quiso pensar. Llegó al lugar, por suerte había en exceso demasiada comida pero eso sería lo único con lo que lograría entretenerse.

-Deberías invitar a alguien a bailar.- Aconsejó su apuesto padre.

-No, gracias, yo paso.- Exclamó el rubio mirando a un lugar fijo pero a la vez indefinido.

-¡Oh vamos Naruto! ¡Eres muy joven para estar así de amargado! ¡Eso déjaselo a un hombre mayor como yo!- Intentó bromear. Naruto sólo lo miró desaprobatoriamente, suspiró y dirigió su atención a otra parte. -Los jóvenes son difíciles.- Pensó el Namikaze.

¿Cómo quería que fuera feliz si no le dejaba hacer lo que quería? Él no deseaba estar ahí, en ese lugar tan sobrio y serio, él quería estar bajo las estrellas, él quería correr libre, sin ataduras, sin cadenas. ¡Él odiaba ser el heredero de una empresa de la que no quería hacerse cargo! Y muchas discusiones había tenido con su padre, muchas veces le había gritado que él quería estudiar arte, que quería ser pintor ¡Un artista! ¡No un sobrio empresario que se pone traje y gel en el cabello! Pero su padre se rehusaba rotundamente a los sueños de su hijo, aunque tampoco era del todo tan estricto con él porque le daba cierta libertad, porque no tenía tan tensa la rienda de su alma.

Minato lo había pensado innumerables veces, incontables habían sido las noches en las que no había podido conciliar su sueño por pensar en los de su hijo, ¡incontables! Sabía que… eso le había enamorado de Kushina Uzumaki, ese deseo inapagable por dejar volar su alma hacía donde el viento la llevara mientras que él siempre seguía al margen las reglas. Kushina… cómo había amado a esa mujer, y cuánto la extrañaba. Pensaba en lo mucho que le hacía falta porque… en definitiva era muy difícil educar a Naruto solo, era difícil entenderlo, pero él deseaba comprenderlo y apoyarlo. No se lo había dicho pero… dejaría que siguiera sus alocados sueños de estudiar arte y pintura porque en definitiva el joven… tenía talento.

Y ahí estaba el joven Namikaze, aburriéndose en una fiesta de gente que vivía al margen. -Puuf.- Suspiró aburrido. Había chicas lindas, no lo negaba en lo absoluto pero en esos momentos las mujeres no eran del todo importante para él, él sólo deseaba convencer a su padre de que le dejara seguir el camino que deseaba trazarse y una vez hecho podría encontrar a la persona ideal. Se levantó, había aire acondicionado pero… ¡él quería aire fresco! Caminó enseguida hacia un balcón cercano que vio, un balcón donde podría liberarse de todos esos apáticos de la fiesta.

Tan de prisa como pudo giró de la dorada perilla y salió sigilosamente porque escuchó la voz de su padre llamarlo. -¡Puf, estuvo cerca!- Murmuró para sí mismo, de pronto… algo llamó su atención. -¿Necesitas ayuda?- Le cuestionó a la chica que intentaba bajar del balcón.

-¡Ah!- Gritó ella, por el susto intentó regresar de nuevo al suelo del balcón pero sin querer empujó una copa que estaba en el precioso barandal, copa de vino que fue a parar al traje del rubio. La chica quedó pálida al ver el frasco derramarse sobre el elegante traje de ese joven blondo. -¡Ahhh!- Quedó boquiabierta. -¡Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento!- Gritaba mientras entraba en pánico. Se tapó la boca con ambas manos mientras intentaba pensar. -¡Lo pagaré, te pagaré el traje, lo llevaré a la tintorería y te lo devolveré intacto! ¡Enmendaré mi error!- Gritó avergonzada. -Y si me lo permites puedo conseguirte otro en este momento para que te cambies.- Murmuró avergonzada mientras miraba la inmensa mancha que había dejado en la ropa, en sus finas prendas. Era tímida para hablar con los chicos, demasiado tímida para entablarles una plática, incluso podría tristemente decirse que esa había sido la charla más larga que había tenido con uno y es que… no congeniaba con los jóvenes de su edad, era demasiado tranquila pero a la vez tan libre, tenía su propio albedrío, sus propios pensamientos silenciosos y sus propios sueños. Estaba embelesada, seguramente ese joven rubio le gritaría que era una torpe como siempre lo hacía su padre, así que se preparó para ser reprendida. El rubio quedó petrificado y de pronto se echó a reír como un loco, echó tremendas carcajadas, ella quedó en un tremendo shock. -¿Estaba dramatizando a propósito?- Pensó la joven Hyuga.

-¡Gracias!- Exclamó él. Y ella parpadeó innumerables veces sin entender nada. -¡Ya me quería deshacer de este maldito traje!- Murmuró sacándose la corbata, el saco y el chaleco. -¡Puuf!- Respiró mientras se quedaba con la camisa blanca, que aparentemente no se había manchado ya que el líquido no había sido lo suficiente para traspasar saco y chaleco. -¡Si pregunta mi padre, se me derramó una copa de vino y por eso estoy así!- Exclamó él divertido. -¿Sí?- Le preguntó mientras le sonreía.

-Sí.- Murmuró ella. -Si pregunta el mío… ¡Yo sólo vine a tomar aire al balcón!- Sonrió. -¿Sí?- Le sonrió tímidamente.

-¡Claro, no le diré que estabas intentando escapar de la fiesta!- Exclamó el rubio mientras se echaba a reír, ella lo imitó y también sonrió. -Namikaze Naruto.- Murmuró mientras se presentaba.

-Ehhh… Hyuga Hinata.- Masculló ella nerviosamente.

-Hinata…- Sonrió el rubio mientras murmuraba su nombre. -Gracias, Hinata, en realidad esto ha sido lo más divertido que me ha pasado en toda la noche.- Le sonrió dulcemente. Ella no pudo evitar pensar en lo muy amable que era, en lo muy diferente que ese chico era, en lo bonita que era su sonrisa: tan sincera, tan alegre, tan positiva; no pudo evitar pensar en lo bonitos que eran sus ojos azules.

-Tiene al cielo en su mirada…- Murmuró en una voz no tan queda.

-¿Dijiste algo?- Preguntó el rubio acercándose a ella para oírla mejor.

-No, no, nada.- Se alteró al sentir su cercanía, de pronto… se miraron fijamente a los ojos. Ella tragó duro, sus ojos azules eran como el cielo, como un cielo que hipnotizaba, un cielo que te devora. Y él… no pudo evitar pensar en lo muy bonitos que eran sus ojos, de un color tan excesivamente singular que era inevitable el no poder apartar la mirada de ellos.

-Qué bonitos ojos tienes…- Le murmuró el rubio a la chica mientras se acercaba más para contemplarlos mejor. Ella se alteró al ver que aquel rubio le robaba el espacio con sus seguros pasos.

-Ehhh…- Murmuró mientras retrocedía, entonces sintió que el barandal le cerraba el paso, bajó la miraba tan sólo para observar sus bien lustrados zapatos de charol y sus pantalones negros. El rubio posó la mano bajo su mentón y la obligó a mirarlo.

-¡Qué hermosos ojos!- Exclamó embelesado mientras la veía sonrojarse. -¿Me dejarías retratarte?- Le preguntó sonriente.

-¿Ehhh?- Cuestionó sin entender.

-Soy pintor, bueno, me gustaría serlo, y me gustaría pintarte.- Le sonrió y al ver que ella estaba dudosa. -Dijiste que enmendarías tu error.- Le recordó fijamente. -¡Así que si me dejas plasmarte en un lienzo, yo olvidaré tanto el suceso del vino como el de la huida!- Le guiñó el ojo.

-Está bien.- Sonrió ella aceptando su trato.

Cuando se dio cuenta, ese rubio le había propuesto escapar de ahí, porque él también deseaba irse de ahí y ahora lo deseaba más sabiendo que tendría una acompañante que deseaba lo mismo. La ayudó a bajar ese balcón que no podía trepar sola y corrieron por el jardín del lugar. Pasaron la madrugada entera platicando de innumerables cosas, pero nada de finanzas, ni economía, ni mucho menos de leyes. Era maravilloso hablar con alguien que lograba entender tus sueños porque ella también tenía un sueño, deseaba ser escritora así como él deseaba ser pintor pero ambos se veían frustrados por su apellido que los condenaba. Y ella, en definitiva, era más dócil que él y aceptaba lo que su padre le imponía. Descubrieron que estudiaban en la misma universidad pero que jamás se habían visto. Descubrieron que eran iguales pero a la vez tan diferentes y eso les gustó.

Caminaban de regreso a la fiesta, él tenía la corbata mal hecha y el saco en el hombro, y ella tenía el vestido recogido y caminaba descalza, con los tacones en mano porque le mataban los pies. Habían reído, platicado, se habían entendido y nunca habían sentido que el tiempo pasará tan rápido pero tan placenteramente. Supieron que era momento de volver y que sería difícil despedirse después de esa maravillosa velada donde se habían sincerado con un extraño.

-Listo.- Exclamó el rubio mientras la ayudaba a bajar del barandal después de haber trepado por el balcón. Ella era tímida, pero con él, se había abierto tanto que por un momento olvidó que estaba con un apuesto joven, lo recordó cuando lo miró fijamente a los ojos mientras él la sujetaba de la cintura porque de esa forma la había ayudado a bajar del barandal. Se fueron para huir y habían vuelto llenos de tanta satisfacción y sentimientos que se notaban en sus ojos.

-Debo irme.- Murmuró ella intentando abrirse paso, porque muy seguramente su padre, o su sobrio primo Neji la buscaban. El rubio pareció no escuchar su comentario. -Naruto, tengo que irme.- Le sonrió dulcemente mientras intentaba nuevamente abrirse paso.

-Mi nombre se escucha tan precioso sobre tus labios.- Le murmuró mientras la miraba fijamente, ella tragó duro al sentir sus ojos devorarla. -¿Cómo se sentirán mis labios sobre los tuyos?- Masculló tiernamente mientras sonreía con cierta picardía.

-Bueno Naruto yo…- Murmuró alterada al escuchar esas palabras salir de su boca. Demasiado tarde, lo único que tenía que hacer era terminar de reducir ese pequeño espacio que los separaba, ladeó la cabeza y selló sus labios con los de ella, entonces… sintió algo que jamás en su vida había sentido, un haz de sentimientos que se desataron sobre su cuerpo, sintió tantas cosas que le fue muy difícil separarse de ella. Lo que más le había sorprendido era que le había correspondido de la misma forma, incluso se había puesto de puntillas y le había rodeado el cuello con los brazos. El rubio se mordió los labios una vez que se había desprendido de ella. -Fue mucho mejor de lo que pensé…- Argumento sinceramente, la chica se sonrojó.

-¡Debo irme!- Exclamó cuando vio a su padre a lo lejos buscarla con la mirada.

-¡No olvides nuestra cita Hinata Hyuga!- Recordó el rubio mientras la veía salir corriendo de ahí.

-¡Créeme, no lo haré!- Le sonrió tiernamente. El rubio… sólo suspiró mientras la veía alejarse y ese beso… fue su perdición y lo sigue siendo.

Esa fue la primera vez que se vieron, pero no fue la última. Continuaron frecuentándose, continuaron cultivando ese amor que comenzó en el baile aquella noche. Hizo tantos cuadros de ella como pudo, porque en definitiva no quería olvidar la forma de su rostro.

Su padre le dio la gran noticia, le dijo que le dejaría seguir su sueño, ese día… el rubio saltó de alegría porque ese día Hinata Hyuga había aceptado ser su novia. "¡Nada podía salir mal!" eso pensaba el rubio: "¡Nada podía salir mal!" y aunque se había cambiado a la escuela de arte seguía yendo todos los días a buscarla, luego… acostumbraba a llevarla a esa cafetería donde habían tenido innumerables citas, donde le había robado muchos besos y caricias.

Pero… las cosas comenzaron a salir mal, Hiashi Hyuga no aprobaba ese compromiso en lo absoluto, a su parecer Naruto era un vago sin futuro; cierto que era el heredero de una poderosa empresa, pero su apellido no le servía de nada si no estudiaba lo necesario para hacerse cargo de la empresa. Desaprobó rotundamente la relación de ambos jóvenes, la desaprobaba. Hinata no quería obligar a Naruto estudiar aquello que odiaba sólo por ella, no lo deseaba.

-Pasa Naruto, toma asiento.- Exclamó Hiashi al verlo parado bajo el umbral de su puerta, le hablaba con la voz más seca que encontraba en su garganta.

-¿De qué quiere hablar conmigo?- Murmuró desconfiado el rubio.

-¿Quieres que hablemos sin rodeos?- Le cuestionó al muchacho.

-¡Sin rodeos!- Respondió.

-Bien…- Sonrió, era lo único que le gustaba de Naruto, que era directo. -¡Quiero que te alejes de Hinata para siempre!- Le gritó a la cara.

-¡Suegrito, hemos hablado de esto innumerables veces, sabe que no lo voy a hacer!- Se levantó de su asiento. -Con permiso.- Exclamó acercándose a la puerta.

-Le quitaré todo, Naruto.- Lo amenazó.

-¡¿Qué?!- Ladeó la mirada para ver su cínica sonrisa.

-Si continúan esta estúpida relación le quitaré todo a ella, ¡Todo! ¡Negaré que es mi hija, perderá su apellido, la empresa y su fortuna! ¡Todo perderá, todo, quedará en la calle y en definitiva… será culpa tuya!- Le gritó. -¡Tú no debes estar con ella, sólo la hundirás contigo, tú no eres pretendiente para ella, tú no eres nada, no importa tu apellido Naruto, eres un maldito vago sin futuro, jamás lograrás hacer nada! ¡Ella necesita un hombre de su nivel, no un "Don nadie" como tú! ¡Ni siquiera puedes administrar la empresa de tu propio padre, prefieres hacer garabatos sobre papel!- Masculló con los ojos inyectados en sangre.

-¡Ya dijo suficiente!- Le gritó furioso el rubial.

-¡No tienes opción Naruto, ella está comprometida a matrimonio con Sasuke Uchiha, un hombre que es lo que tú jamás serás! ¡Un joven con talento y con la cabeza en su lugar! ¡Así que, aléjate de ella si no quieres que pierda todo por tú culpa!- El rubio apretó los labios, Hiashi Hyuga lo había acorralado. -No hay nada que puedas hacer, ni que tú padre con todas las influencias que tiene pueda hacer, porque…- Sonrió con una terrible mofa. -Ya he firmado los papeles con Fugaku Uchiha, ya está todo, se casarán en un mes. ¡Sólo quería avisarte para que te alejes de ella porque me estorbas!- Le restregó en la cara.

El rubio se mantuvo en silencio unos segundos que se le tornaron eternos, completamente eternos, sólo escuchó el "crack" que hizo su corazón al romperse en mil pedazos. -¡Eres escoria Hiashi, vender a tu hija al mejor postor! ¡Haré que te arrepientas!- Gritó antes de dar un portazo a la puerta y salir de ahí con el corazón destrozado.

-Al poco tiempo Hinata, me di de baja de la escuela de arte. Mi papá estaba en América, yo sólo seguía en Japón por ti, pero después de esa amenaza decidí irme y olvidar mi sueño de ser pintor para hacerme cargo de la empresa de mi padre porque estábamos pasando por una crisis…- Suspiró. -Tuve que despertar de mi sueño, así que… terminé estudiando esas materias que tanto odiaba porque quería demostrarle a tu padre que yo podía ser digno de ti.- Le contó mientras terminaba lagrimando ligeramente. -Era cierto… yo no te merecía, por eso me hice a un lado, por eso y porque tu padre está demente, cumpliría con sus amenazas de quitarte ¡TODO! Yo no quería hundirte, no quería arrastrarte sólo porque yo estaba idiota.- Le contó a ella quien lloraba y suspiraba alterada.

-No me hubiera importado…- suspiró entre sollozos. -No me hubiera importado dejarlo todo por ti Naruto. Perder mi apellido y mi fortuna hubiera sido un precio muy chiquito que hubiera pagado por ti. Yo me hubiera ido contigo…- Le reclamó. -Tú no me diste a escoger qué era lo que yo quería, lo decidiste por tu cuenta Naruto, y me hundiste cuando te fuiste, me lanzaste a la oscuridad porque tú eras mi luz. ¡Jamás debiste irte!- Dijo al final para continuar lagrimando. -La pasé mal, pensé que habías dejado de quererme. ¡Naruto me casé con Sasuke Uchiha un hombre que no amaba!- Le gritó alterada. -¡¿Y tú te preocupabas por mi apellido!? ¡¿No era acaso más importante nuestra felicidad que un estúpido apellido!? ¡Jamás debiste irte! ¡JAMAS!- Le gritó alterada mientras reventaba en llanto.

-¡Lo sé Hinata, jamás debí irme, fue el error más grande que he cometido!- Balbuceó absorto. -El mayor error que he cometido en toda mi vida.- Murmuró cabizbajo. -Me arrepentí, al poco tiempo me arrepentí, pero era demasiado tarde, sabes… fui a tu boda pero llegué demasiado tarde, tú ya habías firmado los papeles, yo ya nada podía hacer porque los Uchiha podían quitarle la empresa a tu familia. Tú… ya eras la mujer de Uchiha Sasuke y yo me había vuelto "nada" en tu vida. Te me hacías más y más lejana. Ya no podía volver, no podíamos tener ni siquiera un amor de contrabando, ser amantes porque te estaría arriesgando, estaría arriesgando tu honor y tú empresa, así que mejor… me fui.- Concluyó su relato.

La chica suspiró, se limpió las lágrimas. -Bien, gracias por contarme esto.- Tomó valor y se puso de pie para comenzar a irse.

-¡Espera Hinata!- Gritó mientras la sujetaba fuertemente de la mano. -¡Regresé porque quiero recuperarte no para explicarte las cosas sin hacer nada para que regreses a mí!- Manifestó alterado.

-Las cosas no funcionan así Naruto, tú quieres hacer como si nada hubiera pasado y pasaron demasiadas cosas.- Susurró con los ojos empañados en lágrimas. -Tú decidiste esto, no yo.- Le reclamó e intentó zafarse de él. Pero… odiaba amarlo, amarlo tanto.

El rubio se levantó de prisa y la sujetó de los hombros. -¡Golpéame! ¡Me lo merezco! ¡Me merezco muchas cosas Hinata! ¡Sé que no será nada fácil Hinata! ¡¿Pero sabes qué me da fuerza para seguir tus pasos?!- Sonrió. -¡Qué sé que me amas! ¡No puedes ocultarlo, no puedes! ¡Me di cuenta en el primer instante que crucé esa puerta ayer! ¡No voy a rendirme Hinata, enmendaré mi estúpido error y serás mía completamente, porque me amas! ¡Porque yo te amo!-

-Las cosas no serán tan fáciles como piensas Naruto.- Murmuró cediendo un poco.

El rubio esbozó una inmensa sonrisa. -No pretendo que sean fáciles Hinata, sólo que… no sean imposibles.- Murmuró al verla estremecerse, le encantaba saber que le alteraba el corazón y que a pesar de todo lo seguía amando tanto que era inevitable ocultarlo.

Tenía que luchar por ella, tenía que remediar sus errores, pero… estaba dispuesto a hacerlo, ahora más que nunca lo haría.


-No era necesario que me acompañaras hasta la puerta de mi departamento.- Alegó ella con una sonrisa.

-Tenía que hacerlo, ¿qué tal si te secuestraban de camino aquí?- Le sonrió dulcemente. ¡Esta vez lo conseguiría! ¡Le robaría un beso! ¡Había estado esperando toda la noche para esta maravillosa oportunidad! Y verla así… con ese hermoso vestido, con el maquillaje natural que sólo resaltaba más la tonalidad de sus ojos le hacía estar seguro de las acciones que quería poner en marcha. El castaño comenzó a acercarse a la Hyuga.

-¡Hinata, veo que ya llegaste!- Exclamó una conocida voz.

-¡¿Naruto!?- Gritó sorprendida de verlo ahí… parado en la puerta de en frente, con la ropa casual, y el plato de cereal con leche que degustaba, con el cabello alborotado y la sonrisa preciosa que decía: estropearé tu cita. -¡¿Qué rayos haces aquí!?- Exclamó dando un par de pasos al frente y dejando un poco de lado al Inuzuka quien estaba impactado. -¡Vete!- Exclamó alterada.

-¡¿Por qué!? ¡Si aquí vivo!- Exclamó alterado mientras sonreía con cierto cinismo.

-¡¿Qué!?- Se alteró ella al escuchar esa afirmación.

-¿No te había dicho? ¡Qué raro de mí! ¡Aquí vivo, yo renté el departamento de en frente!- Afirmó orgulloso. Ella quedó estupefacta ante su resolución. -¡Mucho gusto!- Dijo ignorando un poco a la Hyuga que quedó en shock total. -¡Soy Namikaze Naruto!- Exclamó estrechándole la mano al apuesto castaño quien igual estaba embelesado.

-Inuzuka Kiba.- Murmuró en modo automático.

-¡Ah… con que tú eres Kiba!- Exclamó con un odioso tono de voz.

-¿Nos conocemos de alguna parte?- Cuestionó el chico de los ojos marrones sin comprender.

-¡Por supuesto! ¡Yo te colgué la llamada en la otra ocasión!- Exclamó cínicamente el rubio. -¿Me recuerdas?- Sonrió con tal mofa que causó la molestia de Kiba.

-¡Naruto!- Gritó la Hyuga alterada por su falta de educación. -¡Entra a tu departamento y mantente ahí todo el resto de la noche!- Solicitó enojada ella mientras lo empujaba hacia la puerta.

Kiba lo fulminó con la mirada. Existía algo así como un lenguaje silencioso entre hombres, ambos sabían lo que pensaba el otro con una sola mirada. -Supongo que son meros compañeros de trabajo.- Quiso burlarse el Inuzuka.

-¡Sí!- Gritó la Hyuga intentando concluir con ese último comentario la plática que se estaba suscitando, porque de repente el aire se había tornado denso y difícil de asimilar.

-¡No! ¡¿Cómo crees!?- Se burló el rubio.

-¡Naruto!- Gritó la Hyuga mientras echaba un zapatazo al suelo frustrada.

-¡¿Qué pasa Hinata, no le has contado de mí a Kiba?!- Sonrió con cinismo. -¡Tan sólo soy uno más de todos los idiotas que están enamorados de ella!- Sonrió dulcemente. -Pero para nada el menos importante…- Exclamó mientras miraba fijamente a Kiba. -Supongo que somos muchos ¿no Kiba?- El castaño se puso nervioso. -Bien, me voy, buenas noches preciosa.- Se acercó rápidamente y le robó un beso en la mejilla, ella sólo alcanzó a escuchar el portazo de su puerta cuando se cerró.

-¡¿Hey que pasa?! ¡Parece que hubieras visto un fantasma!- Cuestionó y luego se burló Gaara, quien también comía un inmenso plato de cereal con leche. Masticaba su cereal mientras veía al rubio alterado apoyarse en la puerta. -¿Acabas de hacerle una escenita de celos, cierto?- Sonrió con mofa. El rubio sólo alzó la mirada con las mejillas sonrojadas.

-¡Lo siento por eso, Kiba!- Estaba apenadísima por la escenita que el rubio había armado.

-¡Je! ¡No te preocupes Hinata!- Exclamó con un ligero tono enojado de voz. Las palabras de ese rubio odioso retumbaban en su cabeza: "¡Tan sólo soy uno más de todos los idiotas que están enamorados de ella!"

-¿Kiba? ¡¿Kiba!?- Replicó la Hyuga intentando romper su embelesamiento.

-Sí.- Exclamó saliendo de su trance.

-Perdóname.- Masculló apenada.

-No hiciste nada malo Hinata.- Sonrió el castaño. -Creo que debería irme.- Exclamó. Ya ni ganas de robarle el beso tenía, porque había muchas cosas que debía pensar. -Buenas noches Hinata.- Exclamó con un poco de sequedad el castaño.

-Buenas noches, ve con cuidado.- Aconsejó la ojiperla.

Él caminó y no volvió a dirigirle la mirada a la chica quien se quedó en medio del pasillo del edificio. Bajó la mirada y entró a su hogar.


Había algo en sus ojos verdes, un hermoso tono verde que le cortaba el aliento cuando lo veía acercarse a su escritorio y preguntar con esa sensual voz: -¿Se encuentra Naruto?- Se sentía desfallecer y se sentía la mujer más torpe del planeta, era inútil, no podía evitar titubear como una verdadera novata.

-E… e… en un momento ¿Señor…?- Murmuró ella intentando ordenar sus pensamientos.

-Gaara…- Sonrió seductoramente. -Sabaku no Gaara.- Murmuró mientras apoyaba el codo en el escritorio de la joven secretaria que quedó embelesada.

Muchas veces había quedado en ridículo frente a esos preciosos ojos esmeraldas que le robaban la razón y el habla con su simple parpadear. En definitiva ese hombre era tan… apuesto, era tan… gallardo que se sentía estúpida por la manera obvia en la que se perdía al verlo. Y al mismo tiempo de ser guapo era tan amable y dulce que era inevitable no dejar escapar un respiro cuando le sonreía con tanto carisma.

-Te gusta Gaara, ¿Verdad Matsuri?- Cuestionó pícara la Hyuga.

-¡¿Ehh!? ¡Señorita! Yo…- Bajó la mirada sonrojada. El pelirrojo acababa de tomar el elevador para irse y ella lo seguía con toda su completa atención.

-Tengo que admitirlo, es muy guapo.- eExclamó Hinata mientras asentía con la cabeza. -¡Deberías acercarte más, Matsuri!- Le incitó mientras le daba una palmadita en la espalda.

-Señorita Hinata yo…- Bajó la cabeza. ¡Ella sólo era una simple secretaria!

-Sabes Matsuri…- Murmuró entendiendo esa mirada cabizbaja y esos ojos melancólicos. -Para el amor no hay pretextos.- Le guiño el ojo. -Eres muy linda y especial, seguro que Gaara se volvería loco por ti.- La incitó mientras le daba su completo apoyo.

-Gracias Señorita.- Masculló avergonzada.

-¡Por cierto! ¡Es soltero! ¡Éste es su número!- Exclamó extendiéndole una tarjeta. -¡Ánimo!- Exclamó la Hyuga mientras le guiñaba el ojo.

-¡¿Qué quieres Gaara!?- Gritó estresado el rubio. -¡Estaba intentando hacer que Hinata admita que me ama!- Gritó el rubio en el elevador. El pelirrojo tan sólo intentaba estirar un poco más el cuello antes de que la puerta metálica del elevador se cerrara por completo. -¡Gaara!- Gritó el rubio estresado.

-¡¿Qué?!- Gritó el pelirrojo alterado porque la voz de su amigo rubio a veces era demasiado odiosa y lo obligaba a salir de sus pensamientos.

-¡Últimamente has estado viniendo diario a buscarme! ¡Diario! ¡¿Qué se te ofrece ahora!?- Exclamó el rubio irritado.

-¿Cómo me veo? ¿Me veo bien?- Cuestionó el pelirrojo alterado mientras se ajustaba el saco.

-¡Sí Gaara, te ves bien! ¡Créeme Matsuri no te quitaba la mirada de encima!- Vociferó con picardía el rubio. Gaara lo miró sorprendido mientras se sonrojaba con inmensa facilidad. -¡¿Qué?! ¿Pensaste que sigo siendo demasiado idiota?- Se burló de él. -Sabes Gaara… te conozco bien, tan bien que cuando ves a Matsuri cambias, ¡te pones como nena! ¡Fue fácil conjeturar que te gusta!- Reventó a carcajadas. El pelirrojo se enrojeció de repente y esa fue la clara afirmación de aquello de lo que era acusado. -Deberías invitarla a salir…- Incitó el rubio con una delicada sonrisa entre sus labios.

El Sabaku no decía nada, sólo escuchaba en silencio las palabras de su rubio amigo. -¿Tú crees?- Cuestionó finalmente.

-¡Estoy absolutamente seguro!- Grito el idiota rubio mientras golpeaba el hombro de su amigo. -¡Vamos Gaara, invítala a salir y ve que pasa!- Le guiño el ojo.

-Gracias…- Sonrió y le revolvió el cabello a su amigo.

Pasaron algunos días después de ese consejo que el Namikaze le había dado a su amigo. El idiota de Gaara estaba tratando de adquirir valor y de pensar bien las cosas que le diría, cómo lo haría, cuándo lo haría, dónde la llevaría y todo lo que diría frente a ella, quizás era demasiado calculador, pero no podría evitar serlo.

Ese día, se había vestido lo mejor posible, se había perfumado y había pasado más de dos horas frente al espejo ensayando su diálogo:

-Matsuri quiero invitarte a salir- Exclamó de pronto… se revolvió el cabello.

-Demasiado categórico.- Se burló el rubio quien entró sin que Gaara se percatara, a veces… parecía todo un ninja.

-¡Vete Naruto!- Gritó sonrojado el pelirrojo.

-¡Oh vamos, sólo quiero echarte una mano!- Sonrió. -¡Vamos, hazlo de nuevo!-

-Hey Matsuri, quiero salir contigo ¿Qué dices? Tú y yo…- Exclamó el pelirrojo.

El rubio reventó de risa. -¡Ese no eres tú mismo!- Y así se la pasaron un buen rato.

-Al diablo el diálogo.- Pensaba el chico en el elevador. Las manos le sudaban y tuvo que mandar al diablo el diálogo que había escrito en su muñeca porque sin duda el sudor de sus nervios se lo había borrado con su humedad. -¡Puff!- Suspiró sintiendo que su pecho le apretaba cuando vio que se aproximaba al piso donde ella trabajaba. Estaba hecho un completo manojo de nervios.

-Entonces Hinata… ¿dices que nos tenemos que quedar hasta muy tarde por culpa de todos estos presupuestos que tenemos que entregar?- Cuestionó el imbécil ojiazul.

-Así es.- Contestó ella echando un bufido. -Es demasiado, lo sé.- Añadió mientras se frotaba la sien.

El rubio estaba sonriente -Oh claro, una gran lata.- Murmuró con sus ojos brillosos.

-¿Qué te pasa?- Cuestionó sin entender.

-Nos quedaremos hasta muy tarde, tú y yo…- Murmuró acercándose a ella.

-¿Y… y… qué… c...on eso?- Interrogó ella intentando no desfallecer frente a sus ojos.

-Cosas podrían ocurrir…- Alegó intentando romper más el espacio que los separaba, pero era difícil porque ella se apartaba a cuan paso él daba. -¿No te da miedo quedarte conmigo hasta tarde, con éste idiota que está enamorado de ti?- Murmuró viendo como ella chocaba contra la pared, sonrió mientras veía que ya no había escapatoria para ella. La chica estaba en efecto estremecida y en completo anonadamiento por su alocada amenaza.

-¿Qué se le ofrece, señorita?- Cuestionó amablemente la dulce Matsuri a la joven de cabello rubio que estaba frente a ella.

-Quisiera hablar con Namikaze Naruto- Sonrió. -¿Podría decirle que estoy aquí?- Interrogó con una hermosa sonrisa la hermosa joven.

La puerta del elevador se abrió, Gaara sin duda estaba aparentemente listo para su cita, pero de pronto… el alma se le vino al suelo. -¡Shion!- gritó alebrestado al ver a la figura femenina que hablaba con Matsuri. Soltó la rosa que tenía en la mano y jaló de la muñeca a la hermosa rubia. -¡¿Qué rayos haces aquí!?- Exclamó alterado el Sabaku intentando no salir de quicio. Matsuri se puso de pie ante la escena.

-¡Quiero hablar con Naruto!- Gritó la joven haciendo un enorme puchero e intentando zafarse del agarre el chico.

-¡Vámonos, no puedes hablar aquí con él!- La haló y a cuestas la metió al elevador. Dos segundos después ambas personas se habían disipado de la vista de Matsuri en un abrir y cerrar de ojos. Parpadeó innumerables veces, estaba en completo shock. El pelirrojo sacó el celular. -¡Naruto, tenemos un enorme problema!-

-¡Maldición Gaara, estaba seduciendo a Hinata!- Exclamó alterado el rubio pero siendo cuidadoso de no ser escuchado por la Hyuga.

-¡Shion está aquí!- Le gritó. Ese nombre fue la clave para robarle el aliento y dejarlo como estatua por unos segundos. -¡Naruto!- Bramó furioso el pelirrojo. -¡Estoy con ella en el estacionamiento, ven rápido!- Añadió sofocado.

-¡Entiendo, voy para allá!- Gritó el rubio fuera de sí, después… colgó. -Hinata, tengo que irme.- Profirió seriamente el blondo a lo que ella quedo sin habla. Si le hablaba con ese rostro tan serio es porque muy seguramente algo grave había sucedido.

-¿Todo está bien?- Interrogó ella un poco preocupada por él.

-No lo estará si no me voy en este momento.- Inquirió.

-Pe…per… o… los presupuestos, ¡Naruto!- Gritó al verlo salir tan rápido como pudo de la oficina. Bufó frustrada mientras tomaba asiento en su silla giratoria. Ladeó la mirada y observó la enorme montaña de papeles que estaba postrada en su escritorio, suspiró cansada, esa sin duda sería una muy larga noche.


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Hammi me explota mientras come papas en nuestro lujoso lobby xD esta bien de lujoso no tiene mucho... pero ya saben lo que dicen por ahí... si les gustó... !Dejen un fantástico y extraordinario review! si no les gustó... pues... igual y deberían de dejar un review y si están indecisos mi recomendación y mi mejor consejo es... ¡Dejar un review! usted... dejen un review... los amamos y esperamos actualizar ya no una vez al año al menos... cada 6 meses xD que quiero recalcar que... !Todo es culpa de Hammi Yang! ¬¬ aunque me pegue! golpea como niña, dice que es niña xD los amamos con nuestro pedorro corazón y ahora unas alentadoras y muy hermosas palabras de Hammi, te cedo la palabra Hammi :)

Hammi Yang: ... ¬¬

ok no xD esa fui yo :)

Esperamos volver pronto... ¡los amamos! ¡Jamás lo olviden!