El final del fic llegoooo. (penita) Espero que os guste.

SQ forever (L)

Se agradecen RWs

Capítulo 30

"En el principio y en el fin de todo, donde se separa lo real de lo irreal. Sobre el agua en la que comenzó el amor verdadero, encontrarás lo guardado con celo"

Se repitió las palabras una y otra vez mientras conducía. ¿Qué demonios significaba eso? Es que seguro que tenía algo que ver con el Bosque Encantado y ella no tenía ni idea sobre lo que allí había acontecido. Pero sabía de alguien que era un experto…

Le mandó un mensaje a Regina excusándose porque no podría ir a visitarla esa noche.

Abrió la puerta de su casa y subió con sigilo, no quería despertar a sus padres.

-Chico-empujó a Henry levemente, el niño abrió los ojos un poco confuso.

-¿Qué pasa?- el pequeño parpadeó varias veces.

-Tengo una misión para ti. Necesito que me ayudes con algo.

-¿Ahora?- ella asintió-¡Genial! Las aventuras nocturnas son las que más me gustan.- Espero pacientemente a que su hijo se vistiese y salieron en el más absoluto silencio.-¿En qué consiste la misión?- preguntó Henry una vez en el coche.

-Tenemos que encontrar algo y yo no sé ni por dónde empezar . Pero creo que tú sí que puedes saberlo…- Le contó las indicaciones que Cora le había dado, sin decirle que había sido ella y lo que en realidad iban a buscar. No tenía muy clara cuál iba a ser su reacción de saberlo.

-Veamos…esto tiene que ver con el mundo de los cuentos- ella asintió mientras observaba como el niño se quedaba pensativo- El amor verdadero siempre ha estado representado por Snow White y el Príncipe. Ellos son el máximo exponente del sentimiento.

-Sí y yo su fruto- dijo con sarcasmo.

-Claro, por eso eres la salvadora.

-Bueno, chico ¿qué crees que significa lo del agua y todo lo demás? Porque estoy bastante segura que lo que "separa lo real de lo irreal" es la línea divisora en la entrada de Storybrooke.

-¡Eso es! Los abuelos se dieron su primer beso encima del puente de los Trolls, por lo tanto lo que buscamos tiene que estar sobre el río que pasa por debajo justo en el límite del pueblo- ¡Dios! Su hijo era un genio. Se sintió muy orgullosa.

-Pero…-frunció el ceño al caer en la cuenta de algo- eso será en mitad del bosque.

-¿Tienes linternas?- asintió.-¿Pues a qué estamos esperando?

Condujo hasta el cartel que señalaba la entrada de Storybrooke. Allí se abrocharon bien las chaquetas y a duras penas se fueron abriendo camino entre la maleza, intentando no desviarse de la línea recta que debían seguir.

La tarea parecía más sencilla desde fuera, porque había zonas que eran totalmente inhóspitas y que no debían de haber sido pisadas nunca.

Caminaron durante una hora hacia el interior del bosque hasta que escucharon el sonido del agua.

-¡Al fin!- exclamó Henry que salió corriendo hacia delante. Cuando lo alcanzó estaba al lado de un riachuelo de no más de un metro de ancho.

-¿Esto es el río?- preguntó incrédula.

-Creo que abajo se ensancha, pero es que este debe ser el lugar. Y ahora, ¿me vas a decir qué estamos buscando?- la posición de Henry le recordó tanto a Regina que no pudo evitar sonreír con ternura. Y es que hay gestos heredados que no provienen sólo de la genética.

-No sé si te va a gustar…

-Vamos, mamá. Por favor.

-Está bien,- suspiró- es el corazón de Cora.

-¿Cómo?¿Para qué quieres el corazón de Cora?

-Para devolvérselo.

-Pero si es malvada, ¿no sabes el daño que le ha causado a mi madre?

-Por eso mismo quiero hacerlo, porque tu madre ha sufrido y está sufriendo mucho por su causa y quiero evitarle ese dolor.

-¿La quieres?- Se quedó blanca al escuchar la pregunta y sólo se quedó mirando al niño con cara de pavor-¿Quieres a mi madre?

- Claro, es tu otra madre- dijo dubitativa, es que para nada en el mundo se esperaba que Henry fuese tan directo con un tema que podría resultar espinoso, así decidió darle un rodeo al tema.

-No me refiero a eso…- En esos momentos odiaba que su hijo fuese tan perspicaz- No me trates como si fuese estúpido.

Se pasó las manos por el pelo y se sentó encima de una gran piedra que asomaba entre los árboles.

-Ven aquí- golpeó la roca a su lado para que el niño tomase asiento. Cuando éste lo hizo, suspiró antes de comenzar a hablar-Te refieres a si estoy enamorada de Regina, ¿verdad?-el chico asintió.-Henry, es que no sé si me corresponde a mí sola contarte esto. Creo que deberíamos estar presentes las dos.

-Te he visto varias veces saliendo de casa de madrugada y a casa de los abuelos llegas la mayoría de noches a las tantas. Así que …sólo puedo pensar en que estáis enamoradas.- Se mordió el labio, no sabía cómo seguir con aquella conversación.-Aparte que me he fijado en cómo os miráis.

-¿Te…te parece mal?

-Sois las personas que más quiero en el mundo, ¿cómo me puede parecer mal que entre vosotras también os queráis? Somos una familia.- el niño sonrió ampliamente y ella le abrazó. Regina había hecho un buen trabajo educando al chico.- Bueno…-dijo Henry cuando se separaron- ¿buscamos?

Ella asintió.


Se había dicho mil y una veces que no iría, que sólo sería una manera de aumentar su sufrimiento. Pero no podía quedarse en casa toda la mañana, esperando a tener noticias acerca de cuál iba a ser la condena de su madre. Además, Emma tenía el móvil apagado y no podía pedirle que fuese a hacerle compañía.

Así que se vistió y se dirigió hacia el ayuntamiento haciendo acopio de toda la serenidad posible. Pasó al salón de actos, intentado pasar desapercibida y se sentó en uno de los últimos bancos.

El juicio ya había comenzado, podía ver la espalda de su madre. Que durante unos instantes se volvió como si hubiese percibido su presencia. Se escondió detrás de quien tenía delante. No quería que sus miradas se cruzasen, porque no sabía si podría mantenerse entera. Era una arpía, pero la quería y no podía evitarlo.

Estuvo casi ausente, recordando una y otra vez las vivencias con Cora. De las cuales pocas eran buenos. En uno de los momentos en lo que salió de sus pensamientos, buscó a Emma con la mirada, pero ésta no estaba. Frunció el ceño extrañada, ¿dónde estaría?

Cuando llegó el momento en el que se iba a anunciar la sentencia, el corazón se le encogió y el alma se le cayó a los pies. Nova fue la encargada de dar el veredicto.

-Cora Mills, tras varios días de deliberación, el jurado te declara culpable de todos los cargos.- se le escapó una lágrima sin poder evitarlo- Y te condena al destierro total. Serás enviada por un portal a un mundo en el cuál no volverás a tener contacto con cualquier ser humano o mágico y del que no podrás escapar.-Se quedó sin aliento. ¿La iban a enviar en vida a una especie de purgatorio? ¿Y ellos eran los buenos?- Rumpelstinsky, procede por favor- ¿Lo iban a hacer ahora? ¿Delante de todos? Ella desde luego no se quedaría a presenciarlo, así que a la misma vez que Gold, se puso en pie. Dispuesta a escapar de aquel lugar que sólo encerraba a personas que eran tan vengativas como una vez lo fue ella.

Ya en la puerta se dio de frente con Emma, que venía corriendo, con Henry pisándole los talones. La rubia le sonrió levemente y corrió hacia el fondo de la sala, dónde Gold acababa de comenzar a hacer magia.

-Nooooo- gritó Emma-¡ Detente!- ¿Qué estaba pasando? Caminó vacilante por el pasillo, siguiendo a su hijo que se había quedado rezagado. Y todo pasó muy rápido; la rubia se abalanzó sobre Cora y la golpeó en el pecho. Le pareció que introducía algo…No podía ser…Pero al ver la expresión de su madre tuvo claro lo que había pasado. Emma acababa de ponerle el corazón a Cora, ese que hacía años que no tenía.

Se hizo paso a empujones entre aquellos que se habían arremolinado alrededor para observar mejor la escena, y se colocó frente a frente con su progenitora. De fondo escuchaba la voz de Emma explicándole a todos lo que acaba de hacer y lo que significaba. Pero ella sólo se podía centrar en los ojos de su madre, en aquellos que la miraban como nunca lo habían hecho.

-¿Mamá?- dijo con una lágrima cayéndole por la mejilla.

-Regina…-la mujer le respondió también con lágrimas en los ojos. A pesar de que Nova intentó impedírselo se echó a los brazos de su madre y la abrazó-Perdóname por todo, lo siento. –le decía Cora entre sollozos.

- No importa, porque ahora eres tú.

-Te quiero- se aferró más a su progenitora tras aquellas palabras. No iba vestida como solía, ni tenía un aspecto tan majestuoso, pero le pareció más preciosa que nunca. Porque por primera vez sintió que ella la quería. Así que perdió la noción del tiempo de cuánto permaneció sumida en el reconfortante abrazo de la mujer.

Cuando se separaron todos los allí presentes las miraban. Emma se acercó a ella.

-Van a deliberar de nuevo, porque no sabían que no tenía corazón de verdad, creían que era algo que se decía en el sentido figurado. Y como son unos cursis ahora creen que eso lo cambia todo- comenzó a decir la rubia- Siento no haber ido anoche- susurró, mientras se metía las manos en los bolsillos traseros de los vaqueros. Los cuales estaban llenos de barro.

-¿Cómo lo encontraste?

-Ella me dio una pista y aunque estaba bajo un hechizo, conseguí dar con él. Supuse que eso ayudaría…no sé no quería que tuvieses que pasar por el sufrimiento que te ocasionaría el perderla- se conmovió al ver esa mirada amable, dulce y ligeramente tímida, así que no se contuvo y le dio igual que todo Storybrooke estuviese presente. Agarró a Emma por las solapas de su chaqueta de cuero rojo y la besó. La chica pareció quedarse estática sólo unos segundos pero luego siguió el gesto. Cuando rompió el contacto se miraron a los ojos.

-Te quiero, Emma Swan.

-Pero…¡Pero….!- se giró sonriente al escuchar la voz alarmada de David. Snow a su lado sonreía.

-No me digas que no lo sabías- le dijo Mary Margaret a su marido, que estaba blanco como la pared.

-Creo …creo que necesito sentarme…

Un abrazo en su cintura le hizo cambiar la vista de sus "suegros". Qué extraña le parecía la palabra. Henry las miraba sonriente, mientras las rodeaba con los brazos.

-Estoy muy contento de que seamos una familia- dijo su hijo. Ella se agachó y le dio un beso en la frente.

-Y yo, y yo…- Volvió a mirar a Emma a los ojos – Gracias.

-¿Por qué?

-Por ser mi arma más poderosa- después la volvió a besar.

Epílogo.

10 años después

Soltó las llaves en el recibidor de la entrada. Estaba agotada y eso que ser sheriff de Storybrooke no era un trabajo estresante. Pero es que Belle era una alcaldesa muy exigente, pero no le disgustaba la chica. A pesar de que su marido no fuese santo de su devoción.

Se extrañó de que las luces estuviesen apagadas, creía que estarían en casa todos para cenar, puesto que era el día de su cumpleaños.

38 años ya, se estaba haciendo mayor.

Cuando le dio al interruptor del salón de encontró a medio pueblo allí presente.

¡Felicidades!- gritaron todos al unísono.

Sonrió ampliamente mientras Regina se acercaba a ella. Su mujer le dio un beso en los labios.

-¿Y esto?- preguntó mirando a todos los invitados.

-Felicidades cariño- le dijeron sus padres abrazándola muy fuerte. David no soltó al pequeño Leo mientras lo hacían. Le resultaba extraño tener un hermano de 5 años. Pero adoraba a ese chiquitín de pelo rubio y ojos azules, el cual se parecía muchísimo a ella.

-Gracias.- le pellizcó la mejilla al pequeño.-Hola, pequeñín.

-Regina, ¿te ayudo a sacar la comida?- le preguntó Mary Margaret a la morena. No dejaba de sorprenderle lo bien que se habían llegado a llevar con el tiempo las dos mujeres. Muchas veces cuando llegaba a casa se las encontraba tomando café mientras cotilleaban de lo que acontecía en el pueblo. Y es que ambas se habían retirado de sus puestos con la maternidad y ahora se reía de ellas porque parecían dos marujas. Y hablando de maternidad. ¿Dónde estaba su hija?

-¿Has visto a Lana?- le preguntó a su padre mientras iba recibiendo las felicitaciones de los invitados.

-Creo que está pegada a la tele, por lo visto Cora va a dar un discurso y quiere verla.- Anduvo hasta la salita y, efectivamente, sentada en el sofá estaba la pequeña. Se acomodó a su lado.

-¿Qué haces?- Los enormes ojos oscuros, iguales a los de Regina la miraron sonrientes.

-Va a salir la abuela.- señaló el televisor. Por alguna razón, Lana sentía auténtica pasión por Cora.

-¿Y por eso no vienes a felicitar a tu madre?- pasó la mano por el pelo moreno. La niña era un clon de Regina.

-Mami, esta mañana ya lo he hecho. Además siempre dices que cada año te gusta menos porque eres más vieja… Cosa que no entiendo.

-Es que tienes 8 años, ya lo entenderás…

-Cshttt, calla. Ya sale- Permaneció en silencio viendo como Cora daba un discurso a favor de los derechos humanos. No dejaba de ser curioso que la peor persona que jamás había conocido, había acabado convirtiéndose en toda una defensora de los demás y todo por la segunda oportunidad que le habían dado. Aunque no podía volver a poner un pie en Storybrooke por todo el daño causado a los habitantes del Bosque Encantado, estaba haciendo un gran trabajo colaborando a mejorar el mundo en el que vivían actualmente.

-Oye, señoritas- Regina apareció por la puerta – salid a comer algo.

-Es que tu madre está en la tele.

-Sale todos los días, así que vamos- cogió el mando y apagó el aparato.

-Joooo, mamá…- la pequeña se quejó. Sonrió porque ese gesto era suyo y es que a pesar de no ser su hija biológica, Lana tenía muchas cosas suyas.

-Vamos, fuera- la niña salió delante arrastrando los pies. Ella se detuvo frente a su esposa. Esposa porque hacía 7 años que habían formalizado su unión.

-Gracias por la fiesta- le dijo dejándose envolver por los ojos negros que tanto le gustaban.

-No hay de qué…-agarró por la cintura a la morena y la besó. El gesto comenzó a ser más profundo, hasta que Regina la detuvo.-Espera a esta noche.

-Será mi mejor regalo- le guiñó el ojo y la arrastró de la mano hasta donde estaban todos los invitados.

Mientras charlaba animadamente con Ruby y con Graham, le sonó el móvil. Contestó pensando en que esa pareja no dejaba de sorprenderle, más que nada porque llevaban saliendo relativamente poco tiempo y había sido todo muy rápido.

Graham, después de haberse marchado unos años del pueblo había regresado muy cambiado y a las pocas semanas ya proclamaba su amor por la camarera. Bueno, se alegraba por ellos, después de todos los líos que el hombre había tenido con lo de Cora. Aunque, sinceramente, él seguía sin caerle demasiado bien

-Hola, chico-contestó al teléfono. Era Henry.

-Felicidades mamá- dijo el joven al otro lado de la línea.

-Muchas gracias.

-Siento no haberte llamado antes, pero he estado muy liado en la universidad.- Estaba muy orgullosa de él, porque era un estudiante ejemplar. Aunque le daba pena que pasase en Boston tanto tiempo y que apenas las visitase. Pero entendía que sus estudios eran lo primero.

-No pasa nada- caminó hasta la cocina y se apoyó en la encimera.

-¿Te ha hecho ilusión la fiesta?

-¿Lo sabías?

-Pues claro, mamá lleva loca varias semanas organizando.

-Me ha encantado. ¿Quieres hablar con ella?- preguntó al ver que Regina venía hacia ella.

-Te tengo que dejar ya, porque quiero ir al gimnasio. Dale un beso de mi parte ¡y a Lana otro!.

-Ok. Un beso, hombrecito. Era tu hijo- dijo ante la cara de interrogación de la morena.

-¿Te das cuenta que mayor es ya?- preguntó mientras sacaba unos vasos del mueble.

-Sí, en nada nos trae novia y nos hace abuelas.

-No me digas eso, Emma. Que me entran escalofríos. De momento que se centre en su carrera, en llegar a ser un buen informático y luego ya se verá…

[…]

Después de acostar a Lana, fue a su habitación. Cuando abrió se encontró con la visión más grandiosa que nadie podría darle. Regina estaba sobre la cama, vestida sólo con ropa interior de un color rojo oscuro. Se le secó la garganta.

-Feliz cumpleaños, señora Swan-Mills- mientras no le quitaba ojo al espléndido cuerpo de su mujer, fue desnudándose. Después sin mediar palabra, se colocó sobre ella y la besó ávidamente. Regina comenzó a reírse.

-¿Qué pasa?- preguntó extrañada.

-Que creo que esto te gusta más que la chaqueta que te he regalado.- le dijo la mujer apartándole de la cara el pelo que caía en una cascada rubia.

-Tú siempre me gustarás más que cualquier otra cosa que pueda tener, porque contigo he encontrado todo lo que podría desear en el mundo y es gracias a ti que estoy aquí. Por ti tengo la mejor familia que podría existir. Así que dime ¿cómo es posible que no me gustes más?

-Anda, déjate de cursilerías y bésame, tonta.

No podía concebir mejor forma de celebrar su cumpleaños que sumergiéndose en la mujer que le había dado todo lo que siempre había deseado. Aquella que un día hizo que la mandaran a un lugar extraño, en el que la reclamaría 28 años después.

Porque sí, lo suyo había sido cosa del destino. Y es que la historia de amor de la Reina y su Salvadora, en algún astro debía estar escrita. Escrita para que siempre fuese eterna.


¿Opiniones?

Pd. Gracias por todo el apoyo recibido durante la duración de este fic. Graciassssss!