Saludos a todos mis queridos lectores xD aquí Mariel Kaioh con un nuevo emprendimiento. Bien, ésta historia nació hace un tiempo, no quería subir historias nuevas hasta acabar con algunas de las que ya tengo pero, al ver que hay poco movimiento por acá decidí subirlas. Así que espero que la disfruten y que les entretenga un poco.


Capitulo 1

El destino me llama

La sencilla residencia de la familia Kaioh se encontraba envuelta en la melodía de un apacible violín. La hija mayor practicaba como todos los días en su cuarto. La madre de la joven interprete golpeó a la puerta pero no obtuvo respuesta.

- Hija – dice al otro lado golpeando los nudillos contra el tablón de madera con suavidad – ya es suficiente por hoy. - la chica ignora la petición de su madre y ésta continúa. - Si tu padre llega y sigues con eso, sabes que se molestará mucho. - Michiru suspiró y cesó la música con molestia. - Gracias. - dijo la mujer al otro lado. Ella se quedó de pie con el arco y el violín en la misma mano hasta que los pasos de su madre se volvieron inaudibles. Bajó la mirada y guardo su preciado instrumento en el estuche para luego ponerlo debajo de su cama, se sentó en el confortable colchón y se dejó caer hacia atrás. Observaba las estrellas que su hermana menor le había obligado a pegar en el techo para que la iluminaran en la noche y sonrió.

- Sé que un día las estrellas brillarán para mi. Sólo para mi. - susurró con una leve sonrisa dibujada en sus labios. Cerró los ojos, comenzó a envolverse en aquella misma fantasía: Verse a si misma en un gigantesco auditorio, vestida de gala en el centro del escenario, la gente ovacionandola de pie. Un caballero se acerca, le entrega un ramo de rosas. Ella agradece y le dedica una reverencia al publico. - Algún día. - Volvió a decirse abriendo lentamente los ojos. Suspiró y comenzó a prepararse, como siempre ordenó sus cosas para la mañana siguiente, todos sus cuadernos en su maletín, su ropa de cama y el uniforme que, a pesar de las quejas de su madre aún llevaba puesto.

- ¡Michiru! - la llamó su hermanita del otro lado – llegó papá ya vamos a cenar. -

- En seguida voy - respondió sin mucho entusiasmo. Lanzó nuevamente un profundo suspiro como esperando que el aire que se renovaría en su interior le diera las fuerzas para soportar la monotonía de su hogar. Bajó hacia la sala, saludó al jefe de familia con un beso en la mejilla. Su padre era muy anticuado y todos acataban lo que él decía. La cena se servía cuando el llegaba de trabajar, su mujer se sentaba a su derecha, su hija mayor a su izquierda y la pequeña a la derecha de su madre. Siempre igual, todos los días las mismas preguntas, las mismas conversaciones sobre la oficina, los mismos reclamos, pero lo peor de todo, las mismas comparaciones.

- Los hijos de todos mis compañeros han elegido que carrera seguirán – comenzó a decir. Michiru no se inmutó acerca de aquel comentario, sabía que llegaría la peor parte en poco tiempo. - Por eso no comprendo como mi hija aún no se decide por ninguna. - ella guardo silencio. - Con el promedio que tiene sé que puede optar a las mejores carreras ya sea ingeniería, administración o tal vez medicina...

- Cariño – lo interrumpió la madre al notar que su primogénita estaba comenzando a perder la paciencia. - Dejemos que ella decida lo que más le gusta, sabrá optar por lo que más le convenga. -

- Siempre y cuando no sea nada que tenga que ver con la música por mi no hay problemas. - coincidió el. -

- Pues, lamento decepcionarte padre, pero seguiré precisamente ésa carrera. - dijo ella con convicción plantando los cubiertos en el plato con suavidad. Los músculos de la cara de aquel hombre se tensaron, la mandíbula se le puso rígida y le dirigió una letal mirada.

- Hemos hablado muchas veces de ésto, sabes que ésa tontería jamás te llevará a ningún lado, que algo así no te dará de comer ni te podrá sustentar, no apoyaré una ridiculez como ésa. - dijo firmemente el caballero intentando volver a tomar una postura neutral. Michiru no pretendía discutir con él por aquella noche, después de todo, siempre era lo mismo. Se limitó a levantarse luego de darle las buenas noches para luego dirigirse a su cuarto. Se puso su pijama y se acostó. Apagó las luces, se quedó observando las estrellitas pegadas en el techo.

- Te demostraré padre, que puedo dar mucho más de lo que tu crees. - se acostó de lado para poder ver a través de la ventana las luces que alumbraban la calle. No siempre sería lo mismo. Las cosas cambiarían. Aquel resplandor, todo el de la ciudad le pertenecería, aquella que no le ha dado oportunidades un día dirá con orgullo que Michiru Kaioh ha crecido bajo su resguardo.

A la mañana siguiente el segundo timbre del receso acababa de sonar, ella se levantó de su pupitre y salió hacia el pasillo, debía revisar la cartelera para conocer las calificaciones que había sacado en el último examen regular del curso. Buscó su nombre desde el último hacia el primero se alegró al encontrarse en el segundo lugar. Satisfecha sonrió y se quedó unos momentos mirando aquel papel que tenía escrito su nombre.

- ¡Michiru! - la llamó una voz a sus espaldas. - ¡Michiru esto es grande! - su mejor amiga Makoto se tiro encima suyo sosteniendo un pequeño folleto en su mano. Recuperando la respiración se lo entrega haciendole una señal con la mano para que lo lea. Ella la miró sorprendida, extendió el papel para leer. Sus ojos se abrieron de par en par.

Audición única patrocinada
por la fundación japonesa de música

Si tienes entre 17 y 21 años y te apasiona la música
te invitamos a que participes de la audición abierta que se realizará
el día jueves 23 en las instalaciones de la fundación.

A quienes queden seleccionados se les otorgará una beca completa que incluye:
- Alojamiento
- Alimentación
- Movilizacion
- Trabajo de medio tiempo.

No pierdas la oportunidad de asistir a una de las selecciones más importantes del país.
Los esperamos en Seien 7608, Tokio. A las 07.30 hs

Michiru observó a Makoto. Incrédula volvió a leer, sabía que ésa oportunidad se daba cada una cierta cantidad de años. Era increíble.

- Michiru – intentó hacerla reaccionar al verla completamente anonadada, su amiga no quitaba aquel semblante de sorpresa y aún mantenía la boca abierta. - Debes ir amiga. ¡Óyeme! - la sacudió por los hombros. - Es ahora o nunca. Se que podrás. - Ella le sonrió. Su rostró se iluminó. Se detuvo a pensar unos instantes para luego bajar la mirada.

- Makoto, las audiciones son mañana - la enorme emoción que por segundos la había embargado le causaba de repente una profunda sensación de malestar. Arrugó aquel papel en sus manos. - Si tan solo lo hubiera sabido antes. -

- ¡Oye! No, ¡estás a tiempo! Debes preparar todo e irte. - exclamó la chica de cabellos castaños sacudiéndola por los hombros. - Es la oportunidad de buscar tu camino. Es lo que siempre esperaste. - intentó convencerla al notar el semblante derrotado de su mejor amiga.

- Ya es muy tarde. - dijo soltándose de sus brazos. - Ya no se puede hacer nada. - Concluyó. Makoto se quedó en silencio sin saber que decir mientras su amiga dio media vuelta y se alejó del lugar corriendo. Necesitaba descargar lo que tenía sentía en su pecho, correr quizás la distraería o por lo menos la cansaría. Al llegar al limite del colegio se escapó saltando por encima de las vallas. Corrió por la avenida hasta llegar agitada y casi sin aire al parque central que estaba cerca de la estación de trenes. Caminó intentando regular su respiración y se acercó al sector de los andenes. Se fundió entre el tumulto de personas hasta el hall de entrada donde se colgaban los horarios. Volteó para ver a su alrededor, todo parecía normal. Suspiró sin saber muy bien que hacer, volvió a levantar la vista, dio unos pasos más hacia la zona de arribos donde encontró un asiento libre cerca de una maquina expendedora y se quedó sentada en la estación. Volvió a ver aquel papel que aún mantenía arrugado en sus manos. No podía ni siquiera mencionar la opción o el deseo de asistir a sus padres. No tenía de donde agarrarse. Se sentía impotente de tener aquella gran oportunidad y no poder hacer nada. El sonido de la llegada de un tren la hizo virar la vista a él. Aquel sonido hizo que su corazón comenzara a latir con fuerza. "Algún día" pensó. Aquella sensación de libertad la impulsó para dar aquel pequeño gran paso. Se puso de pie y caminó hacia la boletería. Se formó en la fila. Movía las piernas nerviosa mientras esperaba a ser atendida. Al llegar a la ventanilla le consultó al caballero el valor del boleto a Tokio. Agradeció y se hizo a un lado para que la persona que siguiera pasara. Se quedó unos instantes pensando. Comenzó a buscar en todos los bolsillos de su maletín lo que quedaba de dinero. Puso el total sobre su mano y sonrió al notar que sería suficiente. Volvió a hacer la fila.

- Deme un boleto a Tokio para hoy a la noche, por favor - pidió alcanzándole los billetes y las monedas a través de la ventanilla.

- ¿Ida y vuelta? -

- Sólo ida – El hombre asintió, ella tomó el boleto y volvió a sentarse en una de las bancas. Observaba el anuncio y el boleto dudando aún si sería capaz - Si, Puedo hacerlo. - Se dijo. Y emprendió camino hacia su casa.

Al llegar su madre la saludo como siempre, se acercó a ella, le dio un fuerte abrazo. Le dedicó una sonrisa y corrió a su cuarto. Se sentó en su escritorio, escribió una nota para cada miembro de la familia. Busco un bolso relativamente pequeño en su armario, guardo sus prendas favoritas en el. Lo escondió debajo de la cama a un lado del violín y se sentó. Aquel día transcurrió mucho más rápido de lo que hubiera querido. Ayudó a su hermana con sus tareas, conversó un poco con su madre, cenó tranquilamente con su padre. Cuando se fueron a acostar se quitó el uniforme del colegio, lo dobló y acomodó sobre la cama y encima de éste las tres cartas correspondientes. Observó el papel y lo leyó reiteradas veces intentando reconfortarse.

- Si no lo hago ahora siento que jamás podré. - dijo para sus adentros. - ésto es lo que quiero y es lo que elegí. Si consigo pasar ésta audición, cumpliré mi sueño. - guardo el dinero que tenía ahorrado dentro de su ropa, tomó su violín y se colgó el bolso a la espalda. Observó su cuarto quizás por última vez en mucho tiempo. Volvió a ver las estrellitas en el techo, sonrió y luego de apagar la luz salió cuidadosamente por la ventana. Al llegar a la vereda, nuevamente volteó a ver su casa. " Cuando vuelva seré una persona completamente nueva" se despidió con una melancólica sonrisa de lo que había sido su hogar, el lugar donde había crecido.

Caminó con tranquilidad a la estación. Al llegar puso unas monedas en el teléfono público para llamar a Makoto.

- ¿Qué haces a éstas horas Michiru? No me dirás que... - susurró al otro lado.

- Es gracias a ti amiga, intentaré escribirte. -

- No, momento, piénsalo bien, hoy estaba demasiado emocionada, pero luego lo pensé y creí que no lo harías, aún tienes que terminar el colegio, no puedes dejar todo así. - intentó convencerla gritando en voz baja.

- Tu me lo has dicho, es ahora o nunca. Mis estudios puedo terminarlos después y si no quedo, no me quedará más que volver si es que lo hago. De lo contrario si me aceptan mi vida cambiará. -

- Pero... - intentó decir

- Es lo que siempre deseé, se que me irá pierdo nada con intentarlo - respondió ella con convicción para tranquilizarla. -

- Ten mucho cuidado, cuéntame cuando puedas como te fue. - se resignó la voz al otro lado del teléfono. Ella asintió, se despidió animadamente y colgó. Quedaban veinticinco minutos para que saliera el tren.

Allí estaba, de pie en el anden, a plena noche. Con un boleto de ida hacia su gran oportunidad. No podía dejar de preguntarse que le esperaría allí, jamás había ido sola a Tokio menos a aquellas horas. Lo que estaba haciendo era una verdadera locura. Aún estaba a tiempo de dar media vuelta y volverse a su casa. Volvió a ver el boleto. Se mordía los labios nerviosa, volviendo la vista a los lados en busca de algun conocido que pudiera impedirselo, intentó calmarse, los minutos parecían acortarse cada vez más.

- Este es el camino a mi sueño – se dijo observando las vías que se perdían en la oscuridad a lo lejos – Sólo tengo una oportunidad. Si no lo hago será el fin de todo. - Unas luces de gran potencia se acercaron del lado contrario al que observaba. Volteó achicando los ojos para ver al tren que comenzaba a frenar en el anden. El altoparlante anunció la próxima partida. Aquel anunció hizo que su corazón se enloqueciera nuevamente, golpeaba su pecho fuertemente casi a punto de ahogarla. La indecisión la invadió. Su mente se nubló y por unos instantes se quedó en blanco. Intentó dar un paso hacia atrás pero algo la detuvo.

"Ve" le decía una voz en su interior. "Atrévete y ve" sus piernas comenzaron a moverse temblorosamente hacia el vagón. "sin riesgo no hay gloria" entregó el boleto al hombre que custodiaba el embarque, él le entregó la otra mitad y ella caminó para quedarse de pie a un costado de la puerta "anda" "¡sube!"
Imágenes de su madre cubrieron su mente, su hermanita, su padre.
- La música no te llevará a ningún lado. Esas son tonterías. Nadie vive de eso, nadie vive de lo que desea hacer – Frunció el ceño al recordar aquellas palabras. "tu corazón es fuerte, ten el valor de hacerle caso." le decía la voz. Apretó los puños con fuerza, tomó aire y abordó el tren.

El silbato sonó anunciando la partida. Aún su corazón no se tranquilizaba. Su cuerpo aún tiritaba, no podía respirar adecuadamente. Sus ojos se empañaron cuando miró por la ventanilla y notó que comenzaba a moverse. Las luces de la estación comenzaron a alejarse, recorrió la mitad de las calles de su preciada villa y se encontró despidiéndose de ella con un saludo de su mano como quien despide a un amigo. Continuó observando como su ciudad natal se volvía titilantes lucecitas en la oscuridad de la noche. Allí a lo lejos quedaba todo lo que había sido. Levantó la vista al cielo para verlo plagado de estrellas.

- ¿Brillaran para mi con más fuerza? - Por alguna extraña razón las notaba más opacas que de costumbre. Aún no podía creer lo que estaba haciendo. Ya no había marcha atrás. No sabía de donde había sacado la valentía para hacerlo. Su mente simplemente la llevó como si fuera alguna fuerza superior a su razón. Se llevó las manos a su pecho. - Les demostraré que puedo. - se lo repitió varias veces intentando convencerse – sé que puedo.


Taraaan bueno, tomenlo como una introducción.

Ésta historia tiene mucho de mi y mucho de las personas que me rodean, personas que han dejado todo atrás por seguir a su corazón, personas que sabiendo que hacían algo mal, estaban haciendo lo correcto. La sensación de ir a un lugar extraño sin saber lo que te espera, asumiendo todos los riesgos que eso te trae. Es difícil y emocionante a la vez. Ésta historia trata de eso y de como el destino les tiene maravillosas cosas preparadas a los que se animan a dar ese pequeño gran paso. A escuchar esa voz que te dice "Anímate"

Bien. Espero les haya gustado. Nos estaremos leyendo en mis otras historias.

Gracias por dedicar sus valiosos minutos a éstas letras locas.

pd: ando de vacaciones es por eso que he andado tan perdida, mis disculpas, pero volveré prontito con actu de todas mis historias.