Primero quiero disculparme por no subir un cap anteriormente pero es que primero tenía falta de inspiración y después falta de tiempo, luego que se me formateó mi lap, puede respaldar los fics que tenía pero no las imagenes por eso no verán una imagen en la portada alusiba a este cuento. No crean que abandoné la historia, o que se me olvidó, ninguna de las historias que tengo pendientes se me han olvidado y siempre estoy pensando en ellas, incluso en la escuela o cuando hago mi tarea XD

Este es el ultimo cuento, había pensado en hacer 10 pero por falta de tiempo y para no repetir los personajes mejor lo dejo en 6. Tenía la idea de hacer un AxI :3 pero no sabía que cuento hacer, así que buscando cuentos para tener ideas me topé con el Flautista de Hamelin y mi primera idea fue que Alucard se robara a Integra, pero dije nah! como es el ultimo cuento mejor que salgan los personajes como niños y que Alucard se robara a todos los niños, pero después pensé que en vez de Alucard el flautista fuese la maestra de la ilusión: ¡Zorin! después de todo en el cuento de Hansel y Gretel muchos dijeron que les gustaría que fuera ella la villana.

Así que salen todos los personajes que salieron como niños en alguna parte del manga: Integra, Seras, Pip, Enrico, Yumie, Heinkel, Rip con sus trencitas XD, Girlycard, Vlad de niño (Vlady de cariñito:3), Walter y Schödringer. Y Anderson como el responsable del orfanato. Bueno los dejo para que lean.


Gregory estaba mirando por la ventana, contemplando el cielo nocturno, se daba cuenta de que ahora muchas cosas que antes le daban miedo ya no le asustaban desde que se mudó a la mansión Hellsing, o más precisamente desde que Seras le cuenta cuentos. Había visto a sir Integra dispararle a Seras, al capitán salir del brazo de Seras, los muchos disparos de los soldados casi a todas horas, Seras se aparecía de repente y se había acostumbrado a verla beber sangre, por otro lado los cuentos macabros que ella le contaba le habían hecho acostumbrarse a los monstruos que anteriormente le daban miedo como vampiros y malvadas brujas.

Ahora la oscuridad la veía como algo normal, sólo era de noche y punto. Aunque sin duda sir Integra le había dicho que a quien más tenía de temer era a los propios humanos, no sólo a los monstruos que cazaba la organización, porque ellos eran capaces de atrocidades incluso mayores que los propios vampiros.

—Hola Gregory

—Hola señorita Seras

—Creí que estabas asustado y por eso no estabas dormido, pero por lo visto sólo estabas viendo la luna.

—Sí, me quedé pensando en lo que dijo la sir sobre que debía temer a los humanos.

—Es verdad, los humanos son mucho más peligrosos, son la especie más dañina que conozco, pero claro no todos son malos, aunque no por eso debes de confiar mucho. Siempre puedes confiar en nosotros que somos tu familia, pero respecto a los extraños siempre debes de mantener tus dudas. Sabes, eso me recuerde a un cuento, ¿quieres escucharlo?

—¡Sí!. Respondió con entusiasmo, después de todo ya se creía inmune a los cuentos terroríficos de Seras.

—Bueno, si tú insistes, este cuento se llama:

La Flautista de Hamelin

Había una vez, en un pueblito llamado Hamelin, un orfanato muy bonito y grande cercano a una enorme colina en la cual los niños jugaban felizmente en un roble enorme, había mucha comida, dormían en literas de tres niveles y las camas eran suaves y las sábanas calientitas; un amable pero fuerte sacerdote llamado Anderson cuidaba mucho a los niños, los quería mucho aunque eran muy traviesos y juguetones. Eran once niños: Integra, Seras, Pip, Rip, Enrico, Yumie, Heinkel, Walter, Girlycard, Vlady y Schödringer.

Todo era muy alegre hasta que una terrible plaga invadió el orfanato, se trataba de unas ratas enormes, negras, con ojos rojos y colas largas que invadían la comía royendo todo cuanto podían. Los panes recién orneados terminaban roídos por ratones, las frutas y verduras también. La comida que antes era abundante escaseaba y los niños tenían que irse a la cama sin cenar, las ratas hicieron su nido en la colina a la que solían jugar los niños y el sacerdote les prohibió ir allá, los niños sólo miraban como las ratas se paseaban felizmente por la colina desde la ventana de los dormitorios.

—Tenemos que hacer algo para alejar esas ratas—. Propuso Integra.

—Pero el padre Anderson nos prohibió salir—. Comentó Seras, la única que siempre obedecía al padre.

—Pero si no hacemos nada nunca podremos salir a la colina y hasta tendríamos que mudarnos de orfelinato—. Continuó Integra.

—Integra tiene razón—. Afirmó Vlady

—Tú sólo lo dices porque lo dijo Integra—. Protestó Enrico.

—No chicos, está vez Integra tiene razón—. Concordó Pip.

—¿Cómo que esta vez? Yo siempre tengo razón.

—¿Pero qué hacemos entonces?—. Preguntó Walter.

—No lo sé… ¿alguien tiene una idea?—. Preguntó Integra.

—Ja, la que siempre tiene la razón y se las da de líder no tiene ideas—. Se burlo Enrico.

—Cállate y mejor piensa en algo útil porque esto nos conviene a todos… aunque pedirte que pienses es pedir demasiado—. Se defendió.

—Ya basta, si seguimos así no llegaremos a ningún lado—. Dijo Walter.

—Ya sé, vamos a cazar a las ratas, el padre tiene un rifle en su oficina—. Sugirió Rip.

—¿Estás loca? No sabemos disparar, además es muy peligroso alguien podría salir herido.

—Yo sí sé disparar—. Insistió Rip.

—No, mejor otra cosa.

—Ya sé, tomamos leña del cobertizo, encendemos antorchas y le prendemos fuego a su nido en la colina—. Sugirió Girlycard.

—Pero quemaremos el roble donde hacen su nido, el punto es salvar la colina y el árbol.

—Pero necesitamos una solución drástica—. Concordó Schödringer.

—No, mejor tomamos las antorchas y las ahuyentamos al río al otro lado de la colina, así no quemamos ni la colina ni el árbol y nos deshacemos de las ratas. Vamos.

—¿Por qué abríamos de seguirte?—. Protestó Heinkel.

—Bueno que se queden los tres aburridos de Enrico, Heinkel y Yumie, nosotros los valientes vamos a salvar la colina.

—¡Sí!—. Respondieron el resto de los niños.

Así pues los niños salieron de puntillas de sus habitaciones hasta el patio en el cobertizo, Schödringer fue sigilosamente al cuarto del padre y tomó sus llaves para abrir el candando del portón, mientras sus amigos esperaban afuera, él era el más sigiloso de todos, casi tanto como un gato.

Cuando llegó abrieron el cobertizo y tomaron leña cada uno, los otro tres renuentes a seguir el plan de Integra sólo porque era de ella, terminaron por reunirse con los demás para no perderse la diversión.

Corrieron todos con sus antorchas hacia el nido de las ratas que estaba debajo del viejo roble, y azuzaron con ellas alrededor del árbol y algunas de ellas salieron corriendo, entonces los niños fueron persiguiéndolas con las antorchas hasta llevarlas hacia el río. —Esa rata va hacia el orfelinato, deténganla—. Grito Walter y Yumie que estaba más cerca fue tras ella hasta reunirla con las demás.

Ninguna de las ratas escapo ante la persecución de los chicos y todas perecieron en el río. —¡Sí!—. Gritaron los chicos victoriosos, y corrieron a sus camas antes de que el padre se dé cuenta de su ausencia.

—Mañana podremos salir a jugar a la colina—. Comentó Pip.

—Y tendremos comida fresca sin roer—. Secundó Seras.

Orgullosos y felices por su victoria de hoy se fueron a dormir esperando que mañana fuera un mejor día sin la plaga que habían erradicado.

De repente se escucharon risas, las cuales despertaron a los chicos. —Ya cállate Girlycard—. La regaño Walter. —No nos dejas dormir.

—Es que…. —. Se interrumpió por la risa. —Algo me hace cosquillas en el pie.

—Pues quítalo tonta.

Girlycard miró debajo de las sábanas para ver qué era lo que le hacía cosquillas y abrió los ojos desmesuradamente cuando vio dos ojillos rojos que resplandecían en la oscuridad y un hociquito alargado. —Waaaaaaahhh.

—¿Qué?—. gritaron asustados los demás despertándose y viendo sobre sus camas ratas enormes que los miraban con sus ojillos rojos y chillaban.

—¡WAAAAAHHH! RATAS—. Gritaron todos saltando de sus camas, incluso los que dormían en el tercer nivel tenían ratas encima.

Había ratas en el piso, en la ropa, en los libreros y en las mesitas. El padre corrió al dormitorio de los niños pero se topó con una estampida de niños seguida por una estampida numerosa de ratas que superaba a los niños 6 a 1. El padre salió corriendo tras los niños y cuando llegaron al patio dejaron de perseguirlos las ratas rodeando apostándose en las puertas y ventanas como impidiendo que los humanos entraran.

—Es la venganza de las ratas—. Dijo Rip atónita.

—¿Cómo que la venganza de las ratas?

—Fue idea de Integra—. Acusó Enrico y ella tuvo que explicarle el ingenioso plan que habían ejecutado a media noche.

Les dije que no quería que salieran y menos que se acercaran a las ratas… en fin, supongo que tenemos que abandonar el orfanato, y buscar uno nuevo.

—¡No!—. Protestaron los niños.

—Lo siento chicos pero ya no podemos seguir viviendo aquí, podrían enfermarse; tal vez los pongan en orfanatos diferentes.

—¡NO!

—Eso tal vez no sea necesario padre—. Habló una voz a espaldas de los chicos y estos se giraron para ver de quien se trataba. Era una mujer de apariencia ruda con tatuajes en mitad de su cuerpo, tenía una capa roja, un vestido negro y una flauta que colgaba de su cuello.

—¿Quién es usted?

—Soy una experta en plagas, yo podría hacer desaparecer las ratas en un abrir y cerrar de ojos.

—¡¿De verdad?!—. Corearon los niños.

—Por supuesto pequeños.

—¡Sí!

—Bueno está bien, encárguese de las ratas por favor—. Pidió el padre.

—Será un placer—. La mujer empezó a tocar la flauta que tenía en el cuello, las ratas que estaban apostadas en la puerta y en las ventanas bajaron de su sitio y en hileras de tres fueron hacia la mujer. Salieron más ratas del interior de la casa, cientos de ellas, y la mujer fue andando tocando la flauta y las ratas la fueron siguiendo, más ratas del interior del roble se unieron a las demás cuando la flautista pasó cerca de ahí, las ratas salieron de diversas partes para unirse a sus compañeras.

Los niños observaban con curiosidad como las ratas seguían a la flautista y chillaban al ritmo de la melodía, siguieron el desfile de ratas que se dirigía al río, la mujer estaba en la orilla y las ratas avanzaban felices sin detenerse hacia su perdición y murieron todas ahogadas.

Hasta que la última rata saltó al río cesó la canción. —¡Sí!—. Gritaron los niños. —Viva la flautista, sí.

—Gracias chicos, me alagan; bueno padre son 1000 monedas de oro.

Los chicos cesaron su vitoreo pues la cantidad que pidió la flautista hizo que se les atoraran las palabras en la garganta y se miraron unos a otros y luego al padre.

—¿Perdón?, disculpa hija no escuché bien, ¿cuánto?

—Mil monedas de oro padre, ni más ni menos.

—Pues evidentemente no podría darte más, de hecho no podría pagarte la cantidad que pides, es demasiado y ahorita mismo estamos muy pobres pues las ratas acabaron con todo y no tenemos ni siquiera para comer.

—Bueno padre, comprenderá que me merezco ese dinero, la plaga que tenían era demasiada y yo la he erradicado en un abrir y cerrar de ojos.

—Lo sé hija y te lo agradecemos pero no tengo dinero con que pagarte… pero podría quedarte aquí a dormir y comer hasta desquitar las mil monedas de oro que te debemos—. Bajita la mano les hizo a los niños una seña de que entraran a la casa y los chicos muy sigilosamente fueron entrando.

—Lo siento padre pero quiero efectivo.

—Es muy carera esa mujer. Comentó Pip en la mente de Seras y ella por primera vez estuvo de acuerdo.

—Bueno pues siendo así… no me queda más que decirte… que Dios te lo pague hija, ve con Dios.

—¿Con que esa es su última palabra? Bien pero le advierto que volveré y le va a pesar—. Amenazó y se fue del lugar. Los chicos observaron todo desde la ventana, y cuando el padre entró los regañó por no irse a la cama.

Pasaron tres días y no había ni seña de la flautista, el padre les había advertido que si la veían se alejaran de ella de inmediato, pues podría robárselos para desquitar el dinero que le debían. Al anochecer, los niños estaban es su cuarto dormidos y bien arropados con sus sábanas calientitas, cansados de tanto jugar en la colina libre de ratas.

Una melodía empezó a sonar, a lo lejos y los niños se sentaron en sus camas al mismo tiempo, tenían los ojos cerrados, bajaron de sus literas y abrieron la puerta del cuarto. En una fila de uno en uno empezaron a salir de la casa.

Los niños marchaban felices, dando saltos y tarareando la melodía que se oía cada vez más cerca conforme avanzaban. La flautista con su melodía hacia que los niños tuvieran visiones agradables para ellos y fueron tras esas alucinaciones.

Veían una casa de dulce, hecha de galletas y chocolates, veían tres perritos bonitos con los cuales querían jugar; también soñaron que sus pijamas cambiaban y se volvían ropas lujosas, vieron un bosque hermoso y una mesa puesta con un banquete excepcional. Los niños corrían alegrarse para acercarse a ese lugar de ensueño.

El padre Anderson se despertó al escuchar la algarabía de los niños, estaba dispuesto a regañarlos por salir de la casa a tales horas cuando vio en la cima de la colina a la flautista y los niños que marchaban hacia ella.

—Niños no sigan, vuelvan, Integra, Enrico, Seras, Vlady, Walter y Girlycard ¡vuelvan!, Heinkel, Yumie, Pip, Rip, Schödringer, ¿no me escuchan?—. El padre corrió tras ellos pero no pudo detenerlos.

La flautista, con su magia hizo que las raíces del viejo roble salieran de la tierra y se abriera un enorme hueco en la tierra, los niños fueron entrando al hoyo de uno en uno y no fue hasta cuando entró el ultimo niño que llegó el padre Anderson hasta el roble sólo para ver como las raíces volvían a su lugar cerrando el hueco en la tierra.

La flautista con un rápido movimiento de su capa se envolvió por completo y desapareció del lugar, dejando la capa vacía. El padre piso la capa para comprobar que ya no había nada. Fue al cobertizo por una pala y cabo y cabo toda la noche pero sólo había tierra, gusanos y raíces. Jamás volvió a ver a los niños que tanto quería.

—¿Y qué pasó con los niños?—. Preguntó Gregory.

—Quien sabe se los habrá llevado a una dimensión desconocida y tal vez cuando despertaron se dieron cuenta de que sus sueños no era verdad y lloraron desconsoladamente al saberse lejos de casa, o quizás los vendió en el mercado negro, quien sabe. La moraleja es que nunca debes irte con desconocidos aunque te prometan que te darán dulces o cosas geniales. Y colorín colorado este cuento ha terminado. Fin.

Gregory sintió mucho miedo, pero no por la flautista, sino por los rateros que casi diario robaban a los niños. Definitivamente nunca seguiría a ningún extraño.


Bueno este es el ultimo cuento, con este me despido espero que les hayan gustado los cuentos para Gregory, los otros fics no los abandoné, pronto subiré otro capitulo sólo que para esos si necesito más tiempo para pensar en que va a continuar sobre todo para el de mi querida Fraülein, por ahorita sólo tuve unos días de descanso y por eso me puse al corriente, para las vacasiones decembrinas ya subo nuevo cap se los juro.

Muchas gracias a todos por sus reviews me gustaron mucho y en mucas ocasiones me hicieron reír, espero que se hayan reído, y sus comentarios :3, por favor perdonen por no ponerles una mejor imagen, había pensado en subir una donde Integra, Girlycard y Vlady iban desfilando pero como se me formateó mi lap tuve que buscar una nueva imagen y por eso pongo esta :/. En fin, nos seguimos leyendo en los otros fics.

Hasta la próxima :D