Los inugamis y su habitad.

5.- Los humanos y su habitad.

Me acabo de enterar que mi mujer te ha estado contando cosas sobre mí y mi especie, no estoy, para nada, complacido con esta situación, no sé que necesidad tiene de hacerlo. Sin embargo, si ella se ha dado el trabajo de analizarme y de paso a la especie Inugami en general, yo, Lord Sesshomaru de las tierras del oeste, haré lo mismo.

Humanos, seres poco razonables que se dejan llevar con facilidad por sus emociones momentáneas, le dan una excesiva importancia a las palabras amor y odio, como si sus patéticas vidas dependieran de ellas... No estoy diciendo nada nuevo ¿verdad?

Este Sesshomaru reconoce, no optante, que hay algo bastante llamativo de estas criaturas: la curiosidad, he observado que no lo notan en sí mismos, pero son criaturas de naturaleza curiosa, le dan un énfasis al saber el por qué de todo asunto.

Y Rin es el mejor ejemplo.

Estábamos sentados en el jardín privado que da hacia nuestros aposentos, un lugar tranquilo al que mi hembra le encanta pasar varias horas inútilmente. Me encuentro sentado mirándola, ella se encuentra recostada a mi lado concentrada en no sé que cosa que tiene en las manos.

—¿Qué es lo que tienes allí?— pregunto al verla tan ensimismada, algo muy poco común en ella, por lo general ya estaría hablándome toda cosa que le pasa en la cabeza, esa es una particularidad extraña ¿cuál es su necesidad de hablar continuamente? Pero qué importa, mientras sea feliz.

—Es algo que me dio la señora Kagome, ella encontró una bolsa de una tela extraña en la casa de la abuela Kaede, se emocionó mucho cuando lo hizo, allí habían muchas cosas hechas en el extraño mundo del que viene ella, a todos nos dio algo y ella se quedó con el resto como recuerdo, estaba emocionadísima, si la hubiera visto ¡sus ojos brillaban muchos!— comenzó con el parloteo que ya estaba extrañando— Yo le pedí esto ¡lo encontré tan bonito! ¡Mire, brilla con el sol!

Se trataba de un pequeño cuadrado metálico, de un material muy delgado, no creo que sirva para proteger algo, tiene una división que al abrirla se ve una pieza del mismo material que rodea un agujero demasiado pequeño como para guardar algo allí y una rueda pegada al resto.

—¿Y para qué sirve?

—Según la señora Kagome sirve para hacer fuego, pero no sé como, cuando me lo iba a explicar la señora Sango entró en labor de parto de su quinto hijo ¡es un niñito tan bonito! Sus ojitos negros los sacó a la señora Sango pero estoy segura que cuando crezca se parecerá al señor Miroku— algo que no logro comprender es la facilidad de desviar el tema ¿no estábamos hablando de la cosa plateada? la gran mayoría de las veces no puedo seguirle la corriente.

A la función del aparato, según la insufrible sacerdotisa sirve para hacer fuego ¿cómo algo tan pequeño podría lograrlo?

—¡Las gemelas estaban tan contentas! Y el señor Inuyasha dijo que si no se calmaban poblarían todo Japón, la abuela Kaede dice que...

—Rin— si no la detengo me tendrá escuchando por horas sobre qué dijeron todos los habitantes de la aldea sobre la cría recién nacida. Ella hace un puchero, parece una nena de ocho años cuando toma esa actitud, le pongo una mano en la cabeza para calmarla, ella me sonríe sonrojada.

De todos modos siempre me habla de los habitantes de la aldea, que Inuyasha hizo esto, que la sacerdotisa anciana aquello, que la exterminadora esto otro, sabe que no me interesan en lo más mínimo, pero ella se siente unidos a ellos, esa es otra particularidad humana, la necesidad de identificación entre ellos, incluso fuera de ellos, por decirlo de algún modo, por que también trata de encontrar identificación conmigo— además de siempre compararme con un perro doméstico— y los habitantes del palacio aunque yo no la dejo socializar mucho con la servidumbre, sólo Jaken, creo que por eso aún se siente tan apegada a la aldea en la que la dejé por unos cuantos años.

Volvimos a quedarnos en silencio, ella observando su objeto plateado y yo trato de poner mi mente en blanco, el tranquilo momento duró quince minutos aproximadamente.

—¡Kya!— grita lanzando lejos el dichoso objeto, lo mira con miedo, extrañado de su reacción la toco del hombro, ella se voltea mirándome aún espantada— ¡Hizo chic!

¿Chic? ¿Qué diablos es chic?

Supongo que se refiere al sonido que hizo hace un momento. La miro esperando que continúe, sé que continuará.

—¡Hice rodar la ruedita, el costado se hundió e hizo chic!— hay veces que me sorprende su método simplificación.

Tomé el objeto del suelo y observo, veo la esquina que probablemente se hundió para "hacer chic" coloco mi dedo pulgar sobre la rueda y la giro hacia esa esquina.

—¡¿Ve?! ¡Hace chic!— exclama ella cuando aparece efectivamente una pequeña chispa desde el pequeño agujero, resultó ser un objeto bastante interesante, vuelvo a rodar la rueda y mantengo la esquina apretada, una muy pequeña llama aparece y se mantiene, Rin lo mira como si fuera lo más espectacular del mundo, se lo entrego y ella se entretiene con él el resto de la tarde..

La veo colocar "el hacedor de chic"—como lo ha llamado— dentro de un cajón de su ropero, en aquel que guarda las cosas que tienen algún significado para ella, como el lazo con el que amarraba su cabello cuando era niña, varios regalos que le hice mientras vivió en la aldea, unas flores secas, una daga que le dio el estúpido exterminador, unos pergaminos donde anotaba lo que le enseñaba la sacerdotisa anciana y así varias cosas más. Se voltea a mirarme y me sonríe.

Me gusta observarla, no sé a ciencia cierta qué es lo que me hace observarla, es una humana simple con una mentalidad extremadamente simple, con un entusiasmo abrumador y que nos mete en problemas seguido, horriblemente terca, la inseguridad que muestra a veces, habla demasiado al punto de marearme y casi siempre sonríe, tiene sus momentos serios, como cuando debe actuar como la señora de las tierras del oeste que es, pero aún así conserva esa jovialidad que hace cuestionarme si no habrá sido enviada a mí como alguna clase de lección de vida, no lo sé y a esta altura de la vida ya no me importa.

Ya dejé de cuestionarme su presencia hace mucho tiempo.

Se acerca a mí y me besa, de forma suave y apoyando sus manos en mis hombros, después de un rato y cuando el beso se hace más demandante me abraza por el cuello, yo la sostengo de la cintura. Me cuestiono como reaccionará cuando le comunique que nuestra unión ya está dando frutos, lo huelo en su matriz, sólo espero que no le dé un ataque de histeria o algo parecido.

No tengo nada más de qué hablar, la naturaleza humana en general no me importa, sólo la tolero por ella, solamente por ella, no caeré en cursilerías de que ellas única ni nada por el estilo, las similitudes entre nosotros los Inugamis y los humanos puede que a este altura no interese, no puedo visualizar que tan diferentes o parecidos seamos en nuestro comportamiento, que tanto influye nuestra longevidad y poder en comparación a vuestra especie, lo único que tengo claro es que ella es mía y es lo único que me importa.

Ah, Rin me pide que te diga que ha sido un gusto hablar contigo y que no te distraigas tanto, que tienes muchas cosas que hacer por culpa de estar leyendo.

FIN

N/a: Así bien, pero bien FIN, uno bien concluyente, es el más FIN de todos los FIN que han existido en la historia de la humanidad de los FIN, no hay más FIN después de este FIN.

Yuki, un placer escribirte, espero que lo hayas disfrutado leyéndolo tanto como yo escribiéndolo. Un abrazo de oso digital con cariño de tu amiga secreta.

Y a todas las demás, un abrazo y un beso virtuales de agradecimiento por sus reviews, favoritos y follows.