EPÍLOGO

Diez años después…

Konoha hacía mucho había dejado de ser ese rural poblado donde los shinobis más poderosos del país del fuego habían crecido. Gracias a la excelente administración de Tsunade, Kakashi y Naruto, los últimos Quinto, Sexto y Séptimo Hokage, respectivamente, la tecnología había crecido de la mano con los habitantes, rodeándolos de excelentes medios de comunicación entre naciones, lo cual se manifestaba en mayor protección para los ciudadanos. El mundo parecía necesitar cada vez menos shinobis, y quienes decidían seguir ese camino, lo hacían por una profunda vocación y un auténtico deseo de servir.

Kakashi fue Hokage nueve de esos diez años. Su labor no fue sencilla, muchas de las veces deseaba mandar al diablo a los demás Kages y a los Consejeros de Konoha; todos eran impertinentes y querían imponer su voluntad. Más de uno pensaba que, al ser Kakashi un hombre de pocas palabras y aparentemente apático, sería manipulable. El peliplata sonreía internamente cada vez que la ira y frustración de esas personas se hacía evidente ante una negativa por parte de él. Aún así, se fastidiaba durante esas juntas que parecían no tener fin. Lo terrible ocurría cuando éstas eran en otro país y su Hinata no podía viajar con él.

Ella, de entre todo el mundo, tenía la extraña habilidad de infundirle paz. ¿Y cómo no sentirse así, si tenía todo cuanto jamás creyó merecer en su vida? Sin importar lo difícil de la situación, en cuanto llegaba a su hogar y las cálidas y pequeñas manos de su esposa se posaban sobre las suyas, acompañadas con una de esas hermosas sonrisas que eran sólo para él, mientras con su dulce voz le decía "Bienvenido a casa", todo volvía a serenarse.

El tiempo junto a su apacible mujer fueron maravillosos, esos días donde sólo estuvieron ambos, apartados del mundo, Kakashi los atesoraba de particular forma… Pero la Luna de miel terminó y tan pronto como estuvieron instalados en Konoha, ambos acudieron a realizar los trámites para adoptar legalmente al pequeño Daisuke.

En cuanto los documentos estuvieron debidamente sellados y firmados, el niño fue llamado. El pequeño acudió de la mano de una de las cuidadoras, pero sólo le bastó ver a Hinata en cuclillas, lista para recibirlo, para que él corriera y le echara los brazos al cuello a su madre, mientras copiosas lágrimas escapaban de sus ojos.

Hinata casi perdió el equilibrio, pero su esposo, colocándose en similar posición, la sostuvo y, como pocas veces en su vida, siguió un infantil impulso y estrechó a ambos con fervor. Kakashi comprendió que desde ese momento su mundo ahora giraría en torno a su pequeña y hermosa familia.

Tal y como correspondía a su nuevo rango, los Hatake ocuparon la casa que estaba destinada al Hokage. El equipo de limpieza la había dejado íntegra, pero era una casa fría, totalmente impersonal. Al paso de los días, su amada fue poniendo su toque en cada rincón, volviendo ese sitio su verdadero hogar.

Kakashi inició también, durante su escaso tiempo libre, el entrenamiento de Daisuke, quien lo había solicitado ya que, ahora que era hijo del Hokage y de una ex Hyuuga, debía esforzarse por ser igual de talentoso que sus padres. Hinata trató de explicarle que eso no era necesario, pero Daisuke, incluso en eso, les recordaba al terco Sasuke.

Durante el entrenamiento, Kakashi se sintió verdaderamente sorprendido al ver las habilidades shinobis de su hijo. A su corta edad, en dos meses fue capaz de manipular el Katon no Jutsu con una maestría apabullante… Debido a la guerra, era imposible investigar la procedencia del niño, pero a menos que se equivocara, el Copy ninja casi podría jurar que había sangre Uchiha corriendo por sus venas… Esas impresiones las compartió con su esposa, quien llegaba a las mismas conclusiones que él. Si estaban en lo correcto, el Sharingan aparecería en algún momento, aunque de todo corazón ambos esperaban estar en un error.

Durante el primer año de su mandato, Kakashi debió solucionar muchos problemas en Konoha y sus relaciones con el exterior. Todos exigían algo del Rokudaime Hokage, y si bien Tsunade había hecho una labor titánica, parecía que esos temas pendientes jamás se acabarían.

El estrés que podía acumular en su oficina, se evaporaba entre los brazos de su esposa… Hacerle el amor cada noche era el mejor modo de liberar tensiones. Pero con su hermosa Hinata siempre era más, siempre había más y por supuesto, siempre quería más. Simplemente la saciedad no existía con ella. De hecho, se sorprendía a sí mismo con pensamientos posesivos respecto a su mujer.

No es que fuera un celópata y la acosara ante cada movimiento, no se trataba de que quisiera controlarla o mantenerla encerrada donde nadie la pudiera ver. No era nada de eso. Pero sí deseaba, con absoluta y total terquedad, que esas sonrisas fuesen sólo de él, que el brillo de sus preciosas perlas liláceas sólo resplandecieran por él. Deseaba que el mundo de su hermosa esposa girara alrededor de él y de nadie más… Bueno, claro que la compartía con Daisuke, pero nadie más. En algún momento incluso la cercana compañía de Shino y Kiba llegó a incomodarlo. Fue una batalla completamente personal serenar esas ideas irracionales, y lo consiguió.

Pasando un año de su precipitado matrimonio, Hinata lo sorprendió al comunicarle que tenía un retraso en su periodo… En cuanto la noticia fue confirmada, Kakashi supo que en ningún otro momento de su vida podría sentir una dicha superior. Para su entera felicidad, el destino se encargaría de darle más instantes en los que todo y cada una de las terribles experiencias que vivió desde su infancia cobrarían sentido.

¡Su hermosa mujer estaba embarazada y pronto otro Hatake llegaría a sus vidas! Por un momento temieron la reacción de Daisuke, pero el pequeño mostró una felicidad completa al saber que ahora tendría un pequeño hermano al cual proteger. Durante el periodo de gestación, Daisuke se volvió especialmente apegado y protector hacia su mamá. Kakashi se sentía totalmente dichoso al ver a su familia.

Al cabo de ocho meses, fueron dos pequeñas Hatake las que nacieron. Eran un par de hermosas niñas, con cabellos en un bello tono grisáceo y la nívea piel de su madre y, para sorpresa de todos los Hyuuga, ambas eran portadoras del Byakugan. Kakashi comprendió que su vida, su verdadera vida, estaba a punto de comenzar, pues sabía que ahora él debía ser el mejor hombre que hubiera pisado el mundo shinobi para poder proteger a los suyos y que sus hijos estuvieran siempre orgullosos de él.

Toda tentativa del antiguo clan de su esposa por monopolizar o controlar el entrenamiento de las pequeñas Hitomi y Hiromi fue frenada de golpe por el Hokage. Nadie que quisiera conservar su vida pondría un solo dedo sobre alguno de sus hijos.

El que lo intentó, tres años después del nacimiento de las niñas, fue un shinobi renegado, transformado en una verdadera bestia deseoso de sangre y destrucción; uno de los pocos experimentos sobrevivientes de Orochimaru. Él no vivió lo suficiente para contarlo.

Daisuke tenía en ese momento nueve años y ya era un genin; se había graduado de la academia hacía un par de meses. En su tercera misión, la primera fuera de los muros de Konoha, él y su escuadrón fueron emboscados por aquella bestia, quien recientemente había escapado de un laboratorio clandestino. Él joven Hatake, al ver heridos a sus compañeros, activó la segunda aspa del Sharingan, con lo cual quedaba perfectamente claro que él era un verdadero Uchiha.

Cuando Kakashi llegó halló a su hijo ensangrentado, pero de pie frente a los cuerpos inconscientes de sus camaradas. Daisuke había peleado con todas sus fuerzas y logró mantener con vida a sus compañeros a la par que mermaba la fuerza de su enemigo, pero aún así era un genin contra un monstruo que bien podría tener el rango jonin.

Kakashi y Naruto acudieron al sitio del combate y ambos se sorprendieron al ver el Sharingan de Daisuke, quien respiraba con dificultad pero mantenía una posición defensiva, con su equipo a espaldas de él.

La sorpresa pronto cedió en Kakashi ante la ira abrasadora que lo consumía. Su amado hijo mostraba serias heridas, de las cuales manaba abundante sangre. Aún así Daisuke sonrió al ver a su papá e intentó mantenerse en pie, honrando su apellido Hatake. Kakashi no pudo sentirse más orgulloso como padre. Pero mientras Naruto mantenía a raya al enemigo, él corrió a prestarle auxilio a su hijo y se ofreció para que él se sostuviera. Las piernas de Daisuke no pudieron sostenerlo más, y el Hokage detuvo su caída.

-Papá, hice todo lo que pude…

-Lo sé, Dai-kun. Y al proteger a tus camaradas te has convertido en el mejor shinobi. Estoy orgulloso de que seas mi hijo.

Daisuke perdió el Sharingan y sus ojos se anegaron. Las heridas eran serias y había derramado bastante sangre, por lo que caer en la inconsciencia resultó inevitable. Su padre lo sostuvo evitando que se golpeara contra el piso. A pesar del dolor que seguramente debía experimentar, en los labios de Daisuke había una sonrisa ante las palabras de su padre.

Lo único que evitó que Kakashi asesinara a ese asqueroso ser que se había atrevido a tocar a su hijo, fue la intervención de Naruto, recordándole que lo mejor era que lo dejaran vivo para que pudieran interrogarlo y saber si había más sujetos como él esperando el momento oportuno para atacar. Kakashi suspiró e hizo caso a la sugerencia de su más impetuoso alumno; era irónico que fuese justamente él quien le aconsejara serenidad. A pesar de eso, gracias a los terribles y legendarios interrogatorios de Morino Ibiki, no fue mucho lo que duró con vida ese ser. El talento de los Yamanaka les reveló que una pequeña fracción de shinobis se había agrupado y planeaba un ataque a Konoha.

Hinata estaba consternada cuando recibió a su hijo en el hospital, afortunadamente, Maito Gai y Rock Lee habían accedido sin ningún reparo a cuidar de las gemelas, siempre vigilados por la prudente Tenten. Sus ojos se colmaron de lágrimas cuando vio las heridas de su pequeño hijo, pero aunque era madre, también era una kunoichi. Sabía que ése era el modo de vida que Dai-kun había elegido. Además, Kakashi le había informado que las heridas fueron causadas por proteger a sus compañeros.

Kakashi también le informó que lo que tanto temían había sucedido: el Sharingan se había activado. Hinata decidió en ese mismo instante que retomaría a la brevedad, con la debida seriedad, sus entrenamientos. La responsabilidad de cuidar y proteger a su familia no sólo correspondía a Kakashi.

Mientras acariciaba los negros cabellos de su pequeño, pensaba en que sus hijas portaban el Byakugan y ahora su Dai-chan mostraba el afamado Dojutsu de los Uchiha. Aunque ahora la noticia sólo la supiera ella, Kakashi y Naruto, en algún punto se volvería imposible mantener el secreto. Además, era injusto que su hijo tuviera que ocultar ese preciado don… Pero no podía dejar de pensar que, ahora que quedaba claro que Daisuke era un Uchiha, él quizá deseara seguir el camino de sus ancestros… Ese camino que sólo los llevó a la extinción.

No lo pudo evitar, en ese momento, a solas con su hijo, las lágrimas brotaron sin control y por primera vez desde que había unido su vida a la de su esposo, tuvo miedo del porvenir.

De pronto, su mano se vio atrapada por otra.

-Mamá… Por favor, no llores…

-Dai-chan…

-Estaré bien en unos días. Esto no es nada. Estoy seguro que tú pasaste por cosas peores en la cuarta guerra. -Ella sonrió un poco. Sabía que las heridas de su hijo sanarían, pero…- No… no es por eso que llorabas, ¿verdad? Papá siempre dice que eres casi transparente, y ya entiendo de qué habla… ¿Es… por el Sharingan?

Hinata abrió los ojos con sorpresa. Si su hijo había despertado el dojutsu en medio de un combate, era imposible que supiera de qué se trataba…

-¿C-cómo?

-Mamá, no es la primera vez que pasa… Hace un mes, entrenando, el Sharingan apareció y yo… entendí todo.

-¿Por qué no nos lo dijiste?

-Yo… no quería preocuparlos. Primero pensé que se trataba de un error, pero… No es así, ¿verdad? He visto el Sharingan de mi papá durante los entrenamientos, así que concluir que en mí hay sangre Uchiha, no fue difícil…

-Tú…

-Pero mamá, aunque esa sangre fluya por mis venas, yo soy Hatake Daisuke. Eso nada lo cambiará… Yo no quiero dejar de ser tu hijo… ¿Tú… me quieres aunque… aunque sea un Uchiha?

Hinata abrazó el maltrecho cuerpo de su niño… Sintió como su pequeño ninja se tensó ante la muestra de afecto de su madre, pero de inmediato se amoldó en los cálidos brazos de ella y varias lágrimas salieron de sus ojos. Sí, era un shinobis en toda regla, pero antes que cualquier título Daisuke era el hijo de Hatake Kakashi y Hinata.

-Eres más que eso, cariño. Tú me elegiste como tu madre y ése ha sido el más grande honor en mi vida. Hay una estirpe poderosa en tu interior y debes sentirte orgulloso de ello, pero sin importar cuál haya sido tu pasado, tú serás por siempre mi pequeño hijo. No me importa que estés apunto de rebasar cualquier grado shinobi, yo soy tu madre y lucharé y te protegeré de cualquier mal… ¿Entendido?

El niño, invadido por las emociones, sólo atinó a estrechar con más fuerza a su mamá mientras continuaba llorando. Kakashi observó todo desde la puerta, sin atreverse a inmiscuirse en el intercambio. Pero las palabras de su esposa eran completamente ciertas. Su hijo no compartiría el fatal destino de los Uchiha.

Él mismo sería todo lo poderoso que pudiera; era consciente que los años pasaban y su fuerza pronto comenzaría a mermar, por lo que entrenaría a su hijo y lo volvería un hombre fuerte en todo sentido. Hinata, con todo el amor que era capaz de prodigar, le enseñaría a amar, no con la pasión desbordada que caracterizaba al casi extinto clan Uchiha, sino con la paciencia y ternura que sólo la antigua princesa del Byakugan podía brindar.

Tras diez años de constante aprendizaje y crecimiento llevando sobre sus hombros la protección de Konoha, Kakashi se retiró como Hokage abdicando en favor de Naruto, quien gustoso y con un elevado sentido de responsabilidad, tomó el puesto.

Los amigos de Hinata habían hallado su camino poco a poco. Ino y Choji eran padres de tres saludables niños. Shikamaru y Temari tenían una pequeña de un año de edad. Naruto y Sakura tenían un niño sumamente parecido a su padre, exceptuando por sus bellos ojos esmeraldas. Tenten y Rock Lee no perdieron el tiempo, y gracias a la llama de la juventud eran cinco pequeños los que tenían. Su padrino, Maito Gay, era un abuelo sumamente complaciente, quien hacía las labores de Tenten más sencillas. Kiba, Shino y Sai eran los solteros del grupo. Shino daba clases en la academia, Sai formaba parte de las fuerzas ANBU, siendo él directamente quien entrenó al hijo mayor de los Hatake. Kiba por lo general estaba fuera de la aldea. Él tomaba muchas misiones y casi siempre viajaba por el mundo.

La amistad con Hinata permanecía intacta y cada que se reencontraban él, Shino y la señora Hatake, el ambiente festivo se dejaba ver y se divertían como los excelentes amigos que eran. Parecía que no quedaba ni sombra de aquél intenso amor juvenil que Kiba alguna vez le profesó a su amiga, pero él no se volvió a enamorar y jamás pasó por su cabeza formar una familia con alguien...

El matrimonio Hatake estaba orgulloso de sus tres hijos, pues Daisuke, shinobi jonin desde hacía tres años, teniendo sólo 12 años, ascendió al grupo ANBU al servicio directo del Séptimo Hokage, Uzumaki Naruto. Sus hijas, a su tierna edad, eran ya perfectamente capaces de manejar el Byakugan a su antojo, mejorando el alcance de visión que Hinata había logrado tras años de arduos entrenamientos. No era de sorprenderse semejantes logros, pues la actual líder de los Hyuuga, Hanabi, las había entrenado personalmente. Hinata supervisó todas y cada una de las sesiones; no quería que sus hijas recibieran el mismo trato que ella cuando fue pequeña, por lo que las pequeñas gozaban de una saludable autoconfianza y habilidades sorprendentes.

También fue sólo cuestión de tiempo para que el abrumador poder del Sharingan en todo su esplendor quedase en manifiesto. Con sólo quince años, el mundo shinobi ya conocía el poderío del hijo mayor del Rokudaime Hokage.

Cuando la información de Daisuke fue presentada en la reunión anual de los Kages, el antiguo Tsuchikage, Onoki, de inmediato cuestionó si La Hoja debía deshacerse de esa amenaza. La Mizukage, Mei, defendía apasionadamente a los Hatake, argumentando que en todo el mundo no encontrarían otros shinobis más leales que Kakashi y Hinata. Gaara fue menos efusivo en su discurso, pero él también apostaba su vida por el Rokudaime Hokage y por Konoha.

El Raikage, por sorprendente que fuese, se mantuvo neutral. Él ya había hablado con Tsunade al respecto, pues ella fue de las primeras personas en enterarse de las supremas habilidades del último Uchiha sobre la tierra. Había decidido concederle el beneficio de la duda al hijo mayor de Hatake. Después de todo, al paso de los años, entre él y Tsunade los lazos de amistad se habían afianzado. En más de una ocasión él había intentado que la relación entre ellos avanzara de nivel, pero la dama rubia no parecía querer ceder. De cualquier forma, A sabía que disponía de tiempo para convencer a la Quinta Hokage…

Onoki tuvo que ceder ante la presión de los otros Kages, pero mantuvo un ojo vigilante en el joven Hatake…

OOOOOoooooOOOOO

Eran las once de la noche, el sonido de las olas del mar acariciando la arena de la playa le resultaba de los más estimulante a Hinata, pues junto a esos sonidos estaba la voz de su esposo, repitiéndole al oído cuánto la amaba y realizando eróticos sonidos cada vez que ella tocaba alguna zona sensible en la anatomía de él.

Luego de varias poderosas embestidas, Hinata sintió que tocaba el cielo y su cuerpo respondió ante la energía que se liberaba. Kakashi sonrió con presunción. Jamás se cansaría de observar a su hermosa esposa en medio de un orgasmo… Cuando muriera, deseaba que esa imagen se quedara grabada en su memoria y fuese lo último que viera… Sintió las contracciones en su zona más sensible y eso disparó su propio clímax, acompañando la liberación con un ronco gemido...

Pasó poco más de un minuto antes de que Kakashi pudiera moverse. Hinata respiraba con dificultad mientras trataba de recuperar el aliento... Su amado, junto a ella, hacía lo propio, dejándose caer de espaldas en el cómodo colchón.

En cuanto estuvo confortable, jaló a su esposa para envolverla entre sus brazos, mientras veía con absoluta adoración las coloreadas mejillas del amor de su vida y el brillo que centelleaba en sus pupilas...

-Kakashi… Fue… maravilloso…

-Lo sé, Hime… ¿Cuántas llevamos?

-¿Cinco? ¿Siete? Ya no estoy segura.

-Hacía mucho que no estábamos solos.

-Fue una grata coincidencia que las niñas tengan vacaciones y Dai-kun esté en una misión…

-Estoy en deuda con tu padre por haber accedido a cuidar a las niñas…

-Él lo hace con gusto. Me resulta difícil reconocer al hombre estricto que me educó en el abuelo consentidor en el que se ha convertido.

Kakashi asintió. Daisuke estaba fuera de la aldea. Lideraba un grupo de shinobis bajo la solicitud del Raikage, quien necesitaba ninjas de su entera confianza para llevar a cabo una misión de desmantelamiento de un grupo criminal. Naruto de inmediato había enviado a uno de sus ANBU de mayor confianza, quien por cierto era líder de su escuadrón personal.

Las gemelas se habían quedado en la casa de su abuelo. Hiashi adoraba a sus nietas. Eran unas pequeñas sumamente lindas y bien educadas. Todos en el complejo Hyuuga las querían y las trataban con cariño. De no ser por el cabello, que era puramente Hatake, las gemelas hubieran pasado por una réplica exacta de Hinata a esa edad. En lo único en lo que no se parecían era en que las pequeñas en lo absoluto eran tan tímidas como lo fue su madre e incluso eran cómplices en más de una travesura, las cuales jamás eran descubiertas, pues nadie sospecharía de esas hermosas y dulces niñas.

-Lo sé. A mí también me sorprende. ¿Sabes? Sospecho que nunca fui de su total agrado por ser mayor que tú y peor aún con todo aquello de nuestra boda secreta, aún así es un excelente y orgulloso abuelo. Él le ha enseñado grandes katas a Dai-kun, creo que con la firme intención de que mi hijo me derribe en las practicas, tal y como lo hizo la última vez.

Hinata rió al recordar ese momento. El joven de quince años venció limpiamente a su padre, quien se vio orgulloso y sorprendido en igual medida.

-Sí. Pienso que Dai-kun es su preferido. Y a ti te estima, aunque jamás lo dirá en voz alta…

-Como sea… Lo que importa es que usted y yo, mi amada señora Hatake, celebraremos nuestro décimo aniversario.

-El tiempo ha pasado muy rápido…

-Y que lo digas. Nuestro Dai ya casi no está en casa… Las niñas tomarán su propio rumbo. Nos quedaremos muy solos, preciosa.

Hinata no respondió, sino que fijó su mirada en él y sonrió. Kakashi comprendió. Podía leer a su mujer como si fuese un libro abierto…

-¿De verdad? –interrogó él enderezándose de pronto, y al tenerla entre sus brazos, ella también se levantó.

-Sí. He sentido el chakra y el Byakugan lo ha confirmado…

-¿Cuánto?

-Sólo tiene dos semanas…

-Oh, mi vida… No tienes idea de lo feliz que me haces… -murmuró mientras la abrazaba con fuerza, repartiendo besos por su cuello.

-¿Sabes? Temía un poco tu reacción. Yo… no lo habíamos planeado…

-Hime, estaba a punto de pedirte que intentáramos tener otro bebé. Me has sorprendido, pero definitivamente deseaba que sucediera. Después de todo, hemos hecho el amor el último mes como si fuéramos un par de adolescentes…

-Y en cuanto cruzamos la puerta de esta casa que nos prestaron… Creo que ha sido grosero de nuestra parte no ir a saludar a los vecinos. Ellos fueron muy amables con nosotros en cuanto nos vieron llegar.

-El mundo entero se siente en deuda con Konoha, creo que hasta el último día de nuestras vidas seremos tratados con deferencia debido a lo que sucedió en el campo de batalla durante la guerra… Pero si alguien supiera que el combate más intenso que he librado es en los brazos de mi preciosa esposa, quien no me da tregua cuando hacemos el amor…

Kakashi ya no creía que el rojo en las mejillas de Hinata podía ser más intenso. Sonrió con presunción. Al cabo de los años había aprendido que la única forma de evitar que Hinata se desmayara cuando llegaba a esos niveles de bochorno, era distrayendo su mente. Un buen beso por lo general funcionaba, pero en ese momento, él tenía otros planes para llevar la atención de su adorada esposa a otros lugares…

FIN

Misión cumplida mis adorados lectores.

Cierro este fanfic con una enorme sonrisa en mis labios, porque me ha encantado escribir sobre esta pareja. Dejando a un lado mis problemas para detallar combates, escribir sobre ellos dos se me ha hecho muy sencillo. Sus personalidades compatibilizan muchísimo. Y siendo honestos, nuestra querida Hinata, con su carácter dulce y deseo de proteger lo que ama, podría quedar emparejada con todo el mundo shinobi, pero a mí me parece que hay un encanto especial cuando sucede con Kakashi. Él es tan sexy y despreocupado, pero igual, cuando debe dar todo de sí, lo entrega. No sé, simplemente esos dos juntos son adorables.

Espero que este epílogo haya llenado sus expectativas. Como siempre, será un verdadero honor leer sus comentarios, pero me siento sumamente satisfecha cuando incluyen el fic en su lista de favoritos.

Sociedad del Sharingan Plateado, nuestra misión de subir más KakaHina está en camino. Sé que somos criticados por escribir sobre esta pareja Crack, pero no perjudicamos a nadie compartiendo nuestras ideas. No atacamos y deseamos la misma cortesía. ¡Así que a seguir escribiendo!

Sin más, me despido deseándoles una hermosa vida.

Pily-chan.