Capítulo I. Re-subido- Remasterizado- Recargado.
Disclaimer: One Piece no me pertenece a mí sino a Eiichiro Oda. Sólo soy dueña de mis OC y mi delirio.
CAPÍTULO I [Aka- 赤]
Archipiélago Shabondy- Grobe 1
Casa de subastas humanas
Sayaka estaba realmente aburrida. Se encontraba hacía varias horas en una especie de celda improvisada para futuros esclavos, tenía un collar explosivo en el cuello y las manos encadenadas. El lugar casi no tenía luz o algún tipo de ventilación y las paredes de piedra eran muy gruesas, por lo que no era posible escuchar lo que pasaba por fuera de ellas. Había, como mínimo, otras veinte personas más privadas de su libertad. Nadie decía nada; las miradas permanecían fijas en algún punto, aunque realmente no estén viendo nada. Algunos hombres tenían los ojos vidriosos, pero no por el llanto, ya que habían dejado de hacerlo hacía días, incluso meses o años atrás para los desafortunados que más tiempo llevaban en el lugar. La causa de la opacidad de sus ojos era producto del miedo y la pérdida de esperanza.
Miedo. El lugar apestaba a miedo, desesperación. Sayaka podía entender la raíz de ese sentimiento, pero no dejaba de perturbar su espera.
«¿Qué les pasa? Hay muy pocas formas de salir de este lugar: convertirse en un esclavo o morir… pero no, llorar no está dentro de esas posibilidades» pensó mientras se acomodaba contra los barrotes de la celda para dormir una siesta. Rodeó sus rodillas con sus brazos y apoyó su cabeza en la pared, dispuesta a conciliar el sueño; pero a su pesar, fue interrumpida por la voz de un hombre mayor, que estaba sentado al lado de otro de altura sobrehumana.
—Me cuesta comprender qué hace una persona como usted en un lugar como este —dijo el hombre.
Sayaka levantó la vista para confirmar que era a ella a quien se estaba dirigiendo, efectivamente. A pesar de la escasez de luz, pudo divisar la figura de su compañero de celda: tenía el cabello blanco y largo como la barba que le nacía desde el mentón; llevaba anteojos y tenía una cicatriz en su ojo derecho. Le llamó la atención que ni él ni el hombre-gigante que tenía a su lado tenían las miradas sin vida que caracterizaban al resto de los prisioneros; a decir verdad, parecían relajados.
—Mato el tiempo —se limitó a contestar.
Sayaka volteó su rostro hacia la pared para volver a intentar dormir.
Del otro lado del edificio, las personas se preparaban para presenciar la subasta. Había gente de todo tipo. La población variaba desde personas ricas que no sabían qué hacer con su dinero, hasta curiosos que se asomaban para satisfacer su morbo. El contraste de la presencia de Tenryubitos y piratas en el mismo salón era digno de una comedia, pero también era real. Era un hecho que a los nobles les gustaba disfrutar del sufrimiento humano y hacía tiempo que corría el rumor de que los doce supernovas habían llegado al mismo tiempo al archipiélago para cruzar hacia el Nuevo Mundo.
Al lado de la puerta de entrada, con una sonrisa enorme que adornaba su pálido rostro, se encontraba un hombre grande y bastante fornido. Su pelo era de color rojo y de punta, recordando al fuego. Llevaba unas gafas de ingeniero en la frente, un abrigo negro con picos colgando de sus hombros y también una daga y una pistola en la cintura. En sus muñecas tenía brazaletes de oro y andaba con botas de motociclista. Miraba divertido un anuncio que hablaba sobre los novatos que llegaron a Shabondy.
—¡Ja! ¡Esto era de esperarse! Al parecer soy el que tiene mejor recompensa por su cabeza. Espero que los demás valgan la pena— dijo mirando a uno de sus hombres:
* "Monje misterioso"- Uroge 108.000.000 Berries
* "Cazador de Piratas" Roronoa Zoro 120.000.000 Berries
* Capone "Gang" Bege 138.000.000 Berries
* "Big Eater"- Jewelry Bonney 140.000.000 Berries
* "Saberlight"- Sayaka 150.000.000 Berries
* "Hombre masacre"- Killer 162.000.000 Berries
*"Rugido del mar"- Scratchmen Apoo 198.000.000 Berries
*"El cirujano de la muerte"- Trafalgar Law -200.000.000 Berries
* "Red Flag"- X Drake 222.000.000 Berries
*"El mago"- Basil Hawkins 249.000.000 Berries
"Sombrero de paja" Monkey D. Luffy 300.000.000 Berries
* Eustass "Capitán" Kid 315.000.000 Berries
—Le sigue ese chico que estuvo en Enies Lobby, pero no parece la gran cosa, Jefe —dijo el hombre hacia su capitán, Eustass Kid, que cada vez parecía más entretenido con la situación y hacía una bola con el papel para arrojarlo al suelo.
—¡Capitán!, mire ahí —dijo su primer oficial, Killer.
Killer era un hombre alto de pelo largo y rubio. Llevaba puesta una máscara, pantalones estilo cowboy, una camisa negra con lunares blancos y una faja de color rojo. Kid hizo caso al llamado de atención y su rostro se tornó oscuro con una sonrisa de satisfacción.
—Esa cara me resulta familiar —susurró Kid mientras miraba hacia los asientos que se encontraban delante de él—, ese hombre es Trafalgar Law, de North Blue. 200.000.000 de recompensa. He oído rumores de él y no son nada agradables.
Trafalgar Law era un hombre de constitución alta y delgada, de cabello negro cubierto por un sombrero de piel típico de las tierras del norte. Sus ojos eran de color gris con unas ojeras bastante marcadas. Tenía una camiseta amarilla y negra con la Jolly Roger de su tripulación impresa en el pecho y la usaba arremangada dejando ver los extraños tatuajes que tiene en los antebrazos, el dorso de las manos y las letras en los dedos de la mano izquierda, que forman al leerlas juntas la palabra «D-E-A-T-H». En ese momento, Law miró por detrás de su hombro y dirigió su mirada hacia Kid, adoptando una extraña sonrisa y levantando su mano derecha para hacer un simpático fuck you con el dedo mayor. Luego volvió su atención hacia el frente.
—Su educación tampoco es buena, ja! —Kid Rió.
Mientras tanto, en las celdas estaba por volver a producirse el evento anual que aterrorizaba mucho más a los reclusos que la idea de permanecer allí por el resto de su vida. Era el momento en el que los guardias los llamaban y seleccionaban, uno a uno, para llevarlos hacia el salón donde serían exhibidos como mercancía. Sacos de carne deshumanizados, objetos de colección. En el mejor de los casos, se convertirían en esclavos de algún ricachón que los tendría tan drogados, que olvidarían hasta el nombre de su madre. Nadie era tan optimista.
—¡Ey! ¡Números uno y dos! Prepárense para salir que la subasta va a comenzar —ordenó uno de los guardias y señaló al grupo de reclusos del fondo de la habitación.
—¡No! ¡No quiero ser esclavo! ¡Quiero volver a la celda! —comenzó a quejarse uno de los hombres mientras se retorcía en el suelo.
—Alguien que le dé un tranquilizante. Llamen a los marines, o lo que sea. Así no se puede vender —dijo otro.
Entre tanto barullo, Sayaka abrió lentamente los ojos. Su fugaz momento de sueño, había provocado que olvide donde se encontraba. Poco a poco fue acomodándose mientras estiraba sus brazos, al mismo tiempo que caía en la realidad de la situación. Una voz interrumpió su momento de paz.
—Se despertó la bella durmiente.
Bingo. Era el viejo otra vez. Ella había hecho todo lo posible para demostrar que no quería iniciar, mantener o pensar ningún tipo de conversación pero, al parecer, este hombre no estaba entendiendo el mensaje.
—¿Ya comenzó la fiesta? —preguntó ella mientras se acomodaba para pararse, resignada a que no podría ignorar al anciano.
—Parece que la estaban esperando a usted, señorita.
La sonrisa del hombre de pelo blanco era cálida, como si estuvieran hablando en un parque en medio de un día soleado y no en un oscuro y sucio depósito de personas. Sayaka se incorporó y caminó hacia los barrotes. Miró hacia la puerta de salida dándole la espalda al anciano de forma tal, que él ya no podía ver el cambio en la expresión de su rostro. Ella dirigió su mirada hacia la puerta mientras frunció el ceño y curvó los labios en una media sonrisa. «Y ahora, lo más fácil» pensó.
Casi una hora más tarde, la subasta seguía entregando vidas humanas como si fueran peces que se compran en tiendas de mascotas; pero la emoción de los espectadores no parecía disminuir. Los dos capitanes, cada uno en su lugar, seguían mirando la escena con algo de fastidio. Cualquiera que los viera, sabría que ellos eran piratas, la escoria del mundo, pero comparándose con los nobles hasta parecían buena gente. Law puso sus codos sobre las rodillas y apoyó su cabeza en las manos mientras mantenía la mirada hacia el frente. «Lo más interesante fue el hombre que se mordió la lengua para que no lo compren. Esto es una pérdida de tiempo» Se quejó en su pensamiento.
—¡Damas y caballeros! ¡Ahora pasamos a los últimos artículos! ¡Tenemos muchas sorpresas para ustedes! —dijo el extravagante presentador mientras traían a una joven de cabello largo hasta la cintura y de un color negro tan fuerte, que hacía contraste con el color amarillo-dorado de sus ojos. Tenía una remera negra, sin mangas, con una inscripción blanca en la parte baja de la espalda que decía Monster. Usaba unos pantalones grises muy gastados por el uso, atados con un trapo/pañuelo rojo; y un intento de calzado improvisado que parecía más viejo que el mar mismo.
—Y ahora, tenemos un ítem recién llegado al archipiélago. Oriunda de Grand Line, esta pirata navega sola sin tripulación alguna. Tiene un excelente manejo de la espada, por lo que puede servirles como guardaespaldas, realizar tareas pesadas o entretener a sus invitados. ¡Ella figura como una de los doce novatos con recompensa superior a los cien millones de Berrie! La espada más rápida de Grand Line: ¡Saberlight Sayaka! —concluyó.
—25 millones —se escuchó la primera oferta, desde la fila delantera.
—40 millones.
—45.
«¿Es que no oyeron que valgo más de 100 millones o qué? Mmm… Esto se está poniendo lento y de esta forma no voy a conseguir lo que busco. Plan B» se dijo Sayaka para sus adentros, mientras le quitaba el micrófono al presentador y los guardias se acercaban para detenerla.
—El señor se olvidó de nombrar mi habilidad especial. Puedo mostrar a la gente como es en el interior.
Sayaka le hablaba a la multitud mientras esquivaba los golpes de los guardias como si fueran niños de preescolar. El presentador, mientras tanto, se agarraba la cara al tiempo que intentaba disimular que estaba por morir de un ataque cardíaco. Una sonrisa enorme se dibujó en el rostro de Sayaka mostrando sus dientes e hizo creer al presentador que estaba frente a un demonio. Ella metió su mano en la parte trasera del pantalón y sacó un pequeño cuchillo, que levantó hacia arriba e hizo un par de movimientos tan rápidos, que solamente un par de personas pudieron entender lo que intentaba hacer.
Un fuerte viento circuló por todo el salón y cuando el público se volvió hacia la mujer, vieron que tanto el collar explosivo como las cadenas que ataban sus manos, habían volado hacia atrás, explotando el primero en la parte trasera del escenario. Los cuerpos de los guardias comenzaron a despedazarse salpicando así a los que se encontraban en las primeras filas, los Tenryubitos. Como si nada hubiese sucedido, Sayaka bajó del escenario y comenzó a caminar lentamente hacia la salida ante el horror de la gente. En el fondo, se escuchaba alguien reír como si le hubiesen contado el mejor chiste del mundo; era Kid, que no podía creer la cara que habían puesto esos «dueños del mundo» cuando les cayeron vísceras de supuestos seres inferiores encima.
Cerca de Eustass, en la penúltima fila de asientos, el capitán de los Piratas Heart miraba atentamente la escena, con sus ojos escondidos detrás de la sombra que generaba su sombrero. Llamó la atención de su primer oficial, que casualmente era un oso polar que vestía un mono naranja.
—Bepo, acabo de encontrar al espadachín que estaba buscando —dijo y apoyó la espalda hacia atrás, agarrando con los brazos el respaldo del asiento para ver como terminaba la historia.
—¡Niña! ¡No se olvide sus cosas! —gritó una voz ya familiar para Sayaka.
Era el viejo. Ella se giró para atrapar lo que le había arrojado: sus dos katanas.
—¡Iba a venir por ellas después! ¡No es como si las hubiera olvidado ni nada parecido! —gruñó.
Ella estaba colorada y con razón: no sólo estaba mintiendo sino que moriría antes de reconocer que había olvidado las únicas armas que tenía para defenderse. Luego recordó algo importante y calmó nuevamente su mirada, sin desviarla de los ojos del viejo.
—¿Y los de la fiesta del fondo?
—Se fueron todos, vaya uno a saber por qué —contestó el viejo, cómplice.
Él estaba con el gigante y una sirena de pelo verde, quien no paraba de llorar y agradecerle por haberla liberado
—Parece que usted también puede usar eso. De todas formas, no vuelva a aparecer por estos lugares, señorita.
El viejo volvió a sonreirle a Sayaka. Esa sonrisa provocaba una sensación extraña y molesta en ella.
—¡No me dé órdenes, viejo fósil!
Los rostros de los presentes quedaron doblemente estupefactos y Law empezó a preguntarse si esa chica era ignorante o simplemente una loca suicida. «¿Sabe siquiera con quien está hablando? Él es Silvers Rayleigh, segundo de a bordo de los piratas de Gold Roger; una leyenda viviente» pensó. Ahora no podía quejarse de aburrimiento, eso era seguro.
—¡Imperdonable! —gritó un hombre desde la primer fila de asientos. Todos se volvieron hacia el lugar de donde provenía la voz, incluyendo a Sayaka.
—¡¿Qué creen que hacen ustedes, criaturas inferiores?! ¡Yo pagué 500 millones por esa sirena y me la voy a llevar! —continuó.
Se trataba de un Tenryubito que se levantó sacando una pistola y se paró frente a la chica apuntando a su cabeza. Ella no llegó a reaccionar cuando la puerta principal se rompió en pequeños pedazos y una nube de polvo llenó el lugar.
—¡Caimieee! —gritaba el chico que destruyó la entrada a una velocidad tal, que terminó chocándose con Sayaka terminando así los dos en el suelo. Él quedó en medio entre el Tenryubito y Sayaka.
—¡Insolente! ¡Casi destruyes mi burbuja! Voy a matarte por eso — sentenció el Tenryubito y cambió de objetivo para disparar hacia el chico.
Los ojos del noble se abrieron estupefactos al ver que el joven seguía vivo y que en su lugar se encontraba la mujer molesta que armó todo este lío. Había desviado el trayecto de la bala con un simple movimiento de su recientemente recuperada katana.
—Señor noble, usted no podría matar ni mi aburrimiento —dijo Sayaka dedicándole su más fría mirada.
Envainó su espada y se dirigió hacia la puerta nuevamente, pero una mano la agarró del brazo interrumpiendo su huida, otra vez. Era el chico que acababa de llegar. Tenía un sombrero de paja que tanto ella como Rayleight reconocían de algún lugar, aunque ella no recordaba bien de dónde.
—¡Genial! Gracias… eh…
—Soy Sayaka, y no te confundas, lo hice porque tenía ganas. No tenía intenciones de ayudarte, nos vemos.
—¡Espera Saya-chan! ¿Quieres ser mi nakama? Seguro te vas a llevar bien con Zoro, el también usa espadas —soltó, sin más, el chico del sombrero de paja.
Tenía una sonrisa enorme que dejaba ver sus dientes. Pero, esta no era intimidante como la suya, era una sonrisa sincera, algo que no estaba acostumbrada a ver. Ella lo miró con los ojos llenos de sorpresa sin saber bien que decir. Definitivamente no se esperaba eso. Sobre todo la repentina confianza que había tomado el chico hacia ella a escasos minutos de conocerse. «¿Acaba de decirme CHAN?» pensó.
—¡Claro! ¡No me presenté! Mi nombre es Monkey D. Luffy y soy el hombre que se convertirá en el rey de los piratas —agregó.
Sayaka no sabía si este chico era retrasado o de verdad pensaba sumar un nakama de esa manera. Suspiró con resignación y decidió terminar con esa situación extraña y molesta de una vez.
—Gracias Monkey-san, pero viajo sola. Además, me parece que no has venido a verme a mí después de todo. Este señor quería llevarse a su amiga —dijo, señalando con la vista al Tenryubito que tenían en frente.
No era necesario decirle esto a Luffy. Claramente estaba provocando al chico de goma a que lo golpee y, en realidad, le convenía que lo haga. Seguramente iba a armarse un buen alboroto en el salón y ella podría dejar el lugar al fin. Su plan inicial había sido un desastre y ahora tenía que salir como sea.
La cara Luffy se transformó cuando escuchó esto. Él había irrumpido en la casa de subastas para rescatar a la sirena Caimie y ahora se enteraba de que ya había sido comprada por un noble y que, lo peor, lo tenía en frente. Dio un paso atrás para tomar impulso y acto seguido hundió su puño derecho en la cara del hombre que quedó en el suelo, inconsciente, ante las miradas estupefactas de todos, exceptuando un par de piratas que encontraban divertida la situación. Law cambió ahora su debate interno: ahora la tendencia que ganaba, era la que le decía que esa chica era totalmente inconsciente. Esto era algo que se esperaba de Luffy: conocía la reputación del chico de goma por lo sucedido en Enies Lobby, pero no podía creer que hubiese otra persona casi o tan imprudente como él como para incitarlo a que golpee a un noble o hablarle de esa manera. Cualquier idiota sabe que golpear o siquiera insultar a un Tenryubito implica ser atacado por uno de los tres Almirantes de la Marina con sus buques de guerra.
—¿Cómo ustedes, sucios humanos, se atreven a ponerle una mano encima a mi hijo? ¿Saben lo que les espera por rebelarse contra los descendientes de los creadores de este mundo?
La voz provenía de otro Tenryubito totalmente sacado de sí. La gente empezó a correr para escapar del lugar. Nadie podía imaginarse lo que pasaría si se quedaran allí.
—¡Llamen a un Almirante de la marina y sus barcos! Pongan esta escoria en su sitio —gritó el hombre y se inició el caos.
Luffy y Sayaka empezaron a sacar guardias del camino mientras todo se descontrolaba cada vez más.
«¿Y ahora qué hago? Una cosa son los marines comunes, pero jamás podría hacerle frente a un Almirante. Tengo que ver cómo escapar» pensó y se quedó quieta, a metros de la puerta. Eventualmente esquivó algún balazo pero necesitaba pensar antes de actuar por una vez en la vida. Sus pensamientos se vieron interrumpidos por una voz bastante tranquila que venía desde los asientos.
—Los marines ya están aquí si eso es lo que le preocupa, Saber-ya —dijo Law que seguía en la misma posición al igual que el resto de su tripulación.
—¿Y tú eres?... ¿Qué pasa con ese oso?
—Si es por los marines por lo que está preocupada, estuvieron aquí desde el inicio de la subasta. Después de todo tienen un grupo aquí en el archipiélago. Pero seguramente no se esperaban que alguien golpeara a un Tenryubito —él siguió hablando ignorando su pregunta y el comentario.
—¡Ey! ¡¿A quién le importa?! Tenemos que patearles el trasero y listo —dijo Luffy con su característica despreocupación.
—¡Criminales! ¡Entréguense y liberen a la familia Roswald de inmediato! Un Almirante está por llegar. ¡Ríndanse, malditos novatos! —ordenó un oficial de la Marina a través de un megáfono, para avisar que la casa de subastas estaba totalmente rodeada y ningún pirata iba a poder escapar.
Habían asumido que los cuatro novatos que se encontraban ahí eran responsables del incidente. Esta situación era conveniente para la Marina, ya que ellos eran un problema y cualquier excusa les iba a venir bien para intentar arrestarlos. De todas formas, los novatos iban a tener que salir antes de que llegue el verdadero problema.
Los cuatro supernovas salieron fuera de la casa de subastas y se pararon en la entrada, que estaba rodeada por marines. A pesar de estar bajo la misma acusación, si había algo que caracterizaba a los piratas, era la poca predisposición para la cooperación o el trabajo en equipo —al menos no con uno que no sea propio—.
—Pueden quedarse mirando si quieren, si se cruzan en medio y mueren no va a ser mi culpa —dijo Sayaka, en un tono molesto.
—¡Les dije que se quedaran adentro! —gritó Kid, no con mejor humor que ella.
—Si me vuelve a dar una orden, será el primero con el que acabe, Eustass-ya —dijo Law.
—¡No los necesito! Saya-chan y yo podemos contra ellos —dijo Luffy, asumiendo que la chica ya era parte de los Mugiwara.
Los marines comenzaron a disparar empleando todo lo que tenían. Usaron desde escopetas hasta morteros. No eran piratas normales los cuatro que tenían en frente. Rápidamente Luffy y Kid repelieron los disparos, el primero inflando su cuerpo con su gomu gomu no fusen y el segundo, haciendo que se vuelvan contra los atacantes al decir Riperu. Sayaka estaba impresionada con esas habilidades raras que poseían los dos que tenía al lado. Además llamó mucho su atención su forma extraña, aunque llamativa, de pelear. Law no se quedaba atrás, estaba jugando con los cuerpos de los marines que había despedazado con su Nodachi, rearmándolos de formas extrañas y lo más raro de todo, era que ninguno de los marines que cortaba moría.
De todas formas, ella no se podía quedar mirando.
—Nitoryu- Uindoshia —dijo Sayaka, cruzando las dos katanas hacia el frente, creando una onda que barrió disparos y marines, y le dio una apertura para escapar.
«Están locos si creen que voy a pelear junto a ustedes. Mientras esperan que los venga a buscar el Almirante, necesito aprovechar la confusión para robar uno de sus barcos y escapar hacia la Isla Gyojin. Mi problema inicial quedaría resuelto así. Después de todo, pensaba robarle el dinero al que me compre para conseguir un barco, pero parece que va a ser gratis. ¡Sigan matándose! ¡Yo me voy!» pensó mientras dejaba el lugar y la pelea en manos de los tres usuarios. Se sintió un poco mal con su actitud, pero enseguida se le pasó cuando recordó que eran piratas y seguramente iban a salir de esta. «No es como si me preocuparan, no los conozco de nada y además me van a servir como distracción contra el Almirante, quien quiera que sea.»
Minutos más tarde, y ya en otro Grobe del archipiélago, Sayaka corría para escapar de un Marine que la seguía como si fuese un torpedo teledirigido, de esos que no se detienen hasta destruir a su objetivo. Si tardaba más tiempo, no sólo iba a perder su oportunidad de salir del Shabondy, sino que iba a ser capturada por la Marina. No podía dejar que la siga hasta el puerto pero tampoco quería salir del bosque con el marine tras de ella y llamar demasiado la atención. Se detuvo y permaneció quieta mientras el hombre gritaba que se entregue y apuntaban con su pistola. No era tiempo de escucharlo. «Cuando me acerque va a disparar hacia mi hombro izquierdo. Pero lo importante es que no llegue a gritar, rebelaría mi ubicación. Aunque…de todas formas va a disparar» pensó y suspiró resignada. El pasar desapercibida había sido descartado varias horas atrás, ya debería haberlo asumido.
—¡Saberlight! ¡Ni un paso más o disparo!
La expresión del marine estaba llena de ira. Ella lo miró sin decir nada y amagó a desenfundar una katana. El oficial le transmitió una mirada, que parecía hablar por sí sola y gritaba un contundente «ni se te ocurra» a través de sus pupilas.
—Vaya a dormir, señor marine—dijo ella, con una sonrisa casi amistosa que extrañó a su adversario.
Sayaka aprovechó ese segundo a su favor para sacarse el pañuelo de la cintura y arrojarlo hacia delante, de forma que el hombre no pueda ver su rostro y crear así una distracción. Como un acto-reflejo, él disparó su arma mientras ella se movía de lugar para esquivar el balazo. En ese mismo instante desenfundó una katana y se paró detrás del hombre que ya estaba por gritar al voltearse para verla y sentir esos ojos amarillos que amenazaban con robarle su vida.
«Dulces sueños» fue lo último que el oficial escuchó antes de que su garganta sea cortada y todo su mundo se vuelva negro.
Sayaka se dio vuelta para seguir su camino cuando un temblor la hizo tambalear. «¿Y eso qué fue? ¿Una explosión? No vayas a ver, no vayas a ver, no vayas a ver…» pensaba mientras miraba, inmóvil, hacia la posible dirección desde donde provenía el impacto. Sacudió su cabeza hacia ambos lados y se decidió a seguir su rumbo, pero otro temblor la hizo volver a mirar hacia el mismo lugar. Se mordió el labio inferior como acto reflejo; sabía lo que sucedería si se encontraba nuevamente con la Marina. Retrasarse sería lo de menos, pero quizás algo grande podía estar sucediendo en esa dirección. Su mente se debatía en un conflicto entre su parte lógica y la pulsional, mientras se insultaba mentalmente por no hacerle caso directamente a la primera. En el peor de los casos, si se encontraba con el Almirante, podía incluso acabar muerta; pero aun así, le intrigaba en demasía el tipo de poder que pudiese tener alguien con semejante rango. «Bueno, es cerca así que podría mirar un poco.» Maldijo por un momento esa estúpida curiosidad que nació en su ser y se dirigió hacia la fuente del sonido.
Mientras tanto, en otro lugar de Shabondy, Eustas Kid y Trafalgar Law habían quedado casi atrapados junto a parte de sus respectivas tripulaciones, frente a quien aparentemente era el Ouka Shichibukai, Bartholomew Kuma.
—¡Capitán! —gritó el oso polar al ver que un rayo casi pulveriza a Law.
—¡Trafalgar! ¡Estás en el medio! —gruño Kid, furioso con toda la situación.
—¿Es que quiere morir? Ya le he dicho que no me dé órdenes —contestó el moreno, sin perder la calma.
Mientras ellos discutían, Killer se abrió paso entre los dos y empezó a atacar a Kuma usando dos guadañas. Saltó sobre el Shichibukai para atacar su cabeza, lo cual fue impedido por este, que no tenía ningún problema para bloquear los ataques con sus manos desnudas. Sin perder un segundo, Heat, otro de los hombres de Kid, intentó quemarlo vivo con un extraño aliento de fuego pero también fue inútil ya que de alguna forma logró extinguir las llamas. Le siguieron los tres hombres de Law que se encontraban allí. Tomaron la posta con una posición que se asemeja a la de kung-fu y comenzaron a atacar velozmente al adversario. Kuma no tenía problemas para esquivar los golpes de Bepo y este, intentó hacerlo caer al suelo poniendo toda su fuerza en una patada dirigida a su pantorrilla.
—¡Ah! ¡Duele, duele! —gritó el oso agarrándose la pata.
El hombre seguía parado sin inmutarse viendo como la criatura se retorcía en el suelo y adoptó una posición para terminar con la vida del animal. Otra vez ese rayo.
—Itoryu- Black Wall
Sayaka apareció de la nada entre el oso y Kuma, bloqueando el ataque con una katana. La fuerza de choque fue enorme y logró salvar a Bepo, pero su espada quedó pulverizada junto con su brazo izquierdo que perdió la movilidad al instante.
—¿E-está bien, oso-san? —preguntó mientras comenzaba a marearse por el dolor.
—Lo siento —contestó Bepo con un aura depresiva.
No hubo tiempo para decir nada más, su enorme oponente volvió a tomar una posición de ataque y Sayaka intentó agarrar la última espada que le quedaba.
—¡Imbécil! ¡No lo hagas! ¡Ese hombre no es normal! —gritó Kid desde atrás, ya fastidiado por tantos visitantes inesperados.
—¡No me molestes! ¡Todavía tengo otro brazo y con eso me basta para pelear! —replicó mientras su vista seguía nublándose.
Sayaka tenía que terminar esto rápido o iban a terminar con ella. Se había confiado mucho; había pasado todo el día peleando con marines comunes por lo que bajó su guardia.
—Room —dijo Law levantando una mano.
Creó una esfera azul, que abarcó desde donde se encontraban Sayaka y Bepo hasta donde estaban él y Jean Bart, la nueva adquisición de los Piratas Heart después de ser liberado de la esclavitud. El hombre fue en su momento un capitán pirata, era enorme, muy fuerte y estaba listo para pelear. Con un movimiento de su mano, Law cambió a Sayaka y al oso por Bart que empezó a forcejear con Kuma. Ella no entendía cómo, pero de repente, estaba sentada en el suelo y ya no tenía al Shichibukai en frente, si no al hombre del sombrero manchado que empezó a examinarle el brazo.
—¡Aaaah, duele! ¡Suéltame, psicópata! —gritó con las pocas fuerzas que le quedaban.
El dolor se estaba volviendo insoportable y, para darle un plus, su hombro no dejaba de sangrar.
—Soy médico, y no me dé órdenes. No parece haber fractura, pero si no va a dejarse tratar ese brazo, se lo corto ahora mismo. Si lo deja así ya no le va a servir
Sayaka no sabía si era el dolor, el mareo, el hecho de que Law le esté hablando de forma tan calma o esa mirada fría que estaba dedicándole. Sea lo que sea, hizo que un escalofrío le recorriera la espalda.
—Bepo.
El oso entendió enseguida y asintió. Lo último que Sayaka vio fue la cara del animal que la miraba y parecía estar diciéndole algo que no llegó a entender; ni siquiera pudo escucharlo. Se quedó mirando el traje que llevaba puesto.
«¿Para qué querría un oso usar ropa? ¿Y por qué un mono naranja? ¿No es muy llamativo ya el hecho de que sea un oso?» pensó. Lentamente, todo a su alrededor comenzó a parecer lejano y cada vez más pequeño, hasta que quedó atrapada en la oscuridad.
¡Y eso es todo por el primer capítulo! No puedo creer lo que tardé en terminarlo y las veces que lo re-re-re-re-escribí!
Antes que nada, las aclaraciones:
Como todo el mundo sabe, Kid y Law nunca pelearon con Kuma (no al menos en Shabondy). Con el que en realidad se estaban enfrentando, era con un Pacifista, una de las armas creadas por el doctor Vegapunk que, físicamente, se veían iguales a Kuma. Esa fue su confusión.
Nitoryu : Estilo de dos espadas- Uindoshia: viento cortante
Itoryu: Estilo de una espada- Black Wall-Muro negro
Sugerencias y comentarios, ¡son bienvenidos! :)
-Nami, la reescritora compulsiva de capítulos.
