Daré las indicaciones de siempre.

Aclaraciones:

Narración.

— Diálogo —

"Pensamientos".

Advertencias:

Posible OoC en los personajes.

No apto para fans SasuSaku, NaruHina y NejiTen.

Género: Romance | Drama | Angst.

Clasificación: T | M.

Disclaimer: La serie y sus personajes no me pertenece a mí, sino a ®Masashi Kishimoto.

Nota de Autor:

Tercer capítulo re-escrito, que lo disfruten.


Capítulo 3.

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"Una desilusión no es más que una situación que te ayuda a salir del lugar incorrecto".

Anónimo.


Sentía como si alguien le retorciera el estómago intensamente… La sensación de vértigo la acompañó todo el camino hasta llegar al hospital, amenazando con un ataque de pánico en el auto.

Sakura no entendía, apenas lograba procesar lo que Naruto le había dicho por teléfono. Las únicas palabras que rebotaban dentro de su cabeza eran: "Sasuke" y "suicidio". Trataba de mantener en control de sus emociones, pero no conseguía imaginar cómo podía haber llegado tan lejos, ¿todo para qué? ¿Para que ella volviera? ¿Cuál era el propósito?

De alguna manera estúpida, deseaba que todo eso fuera una broma, una buena broma montada por un par de idiotas a los cuales ella podría golpear por angustiarla de esa manera. Pero, en el fondo, sabía que Naruto no jugaría con algo tan serio.

Apretó las manos en su regazo arrugando la tela de su falda beige, la misma que se había quitado hace unas horas y la única que fue capaz de vestir con facilidad. Ya que, si se atrevía a intentar ponerse un vaquero, probablemente terminaría en el suelo con una fractura en la pierna. Su ataque de pánico la había vuelto lo suficientemente torpe como para que fuese incapaz de coordinar una articulación con otra. De no haber sido por Yuri, probablemente ni siquiera habría sido capaz de arreglarse la camisa.

Sakura les dio un vistazo mientras Kakashi cambiaba de carril y giraba el volante en una intersección. No había que ser muy sabio para saber que ninguno de los dos le permitiría salir sola del departamento, mucho menos en un estado tan alterado.

Allá, en el fondo, muy en el fondo, la culpa acompañaba a su angustia y preocupación volviéndola insoportable. Se consoló con la idea de que la familia Hatake y la Uchiha tenían una relación de amistad que traspasaba su conocimiento, que por eso se tomaba la molestia de conducir a altas horas de la madrugada para llevarla hasta el hospital.

Decir que quiso correr hacia al hospital en cuanto se estacionaron sería un chiste, sus piernas eran goma y su corazón un latir desbocado que no lograba parar su preocupación. Ver a Naruto caminando como un león enjaulado tampoco ayudó, ni Shisui e Ino consiguieron mantenerlo quieto.

— ¡Sakura-chan! — exclamó corriendo a abrazarla, para ella fue un alivio no escuchar reproche en su voz.

Ella le dio la bienvenida al abrazo porque sentía que desfallecía, cerró los ojos un momento antes de corresponderlo.

— Naruto — murmuró, sintiendo por lo menos un poco de consuelo — ¿Qué fue lo que pasó? — cuestionó separándose de él, evitando ver más allá de su mejor amigo.

Se sentía lo suficientemente avergonzada y culpable como para atreverse a ver a su suegra y su cuñado, que se encontraban un poco más lejos de donde estaba Naruto. Además, estaba claro que ella no estaba en casa, de haber sido así eso no hubiera sucedido y ninguno especularía lo que sucedió entre ellos.

— No lo sé exactamente — respondió el rubio frunciendo el ceño —, los vecinos escucharon ruidos fuertes y gritos, así que se alarmaron y llamaron a la policía. Cuando llegaron encontraron a Sasuke tirado en el piso con las muñecas ensangrentadas… — pausó unos minutos —. Me tiene como contacto de emergencia — musitó dándole una mirada de disculpa, debía admitir que le dolía, pero no tenía tiempo para pensar en ello en ese momento —. Yo… no entiendo que pasó, ¿por qué no estabas con Sasuke? ¿Dónde estabas?

Sakura desvió la mirada, consciente de que debía muchas explicaciones, sobre todo a la familia de su marido. Se sentía mareada y con nauseas, no se imaginaba diciéndoles que abandonó a Sasuke porque lo encontró retozando con su secretaria en la oficina el día de su aniversario. No solo sería humillante, sino también un enorme problema, considerando la sociedad que tenían los Uchiha y los Hyūga. El escándalo sería terrible, probablemente devastador para ambas familias. Ya que no se trataba solo de lazos empresariales, sino de una amistad tan antigua como la arena en el mar.

No podía decirlo… no en ese instante por lo menos. Se tambaleó.

— Es mejor que te sientes — dijo Ino, previniendo lo que podía pasar y lo que leyó en la expresión angustiada de su amiga.

La peli-rosa casi se desplomó en la silla, apenas lograba sostenerse, caminaba con dificultad. Con la mirada perdida en el piso, seguía preguntándose: ¿cómo habían llegado hasta ahí?

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Pasó alrededor de una hora en la sala de espera.

Una hora en la que recibía miradas furtivas de parte de Ino, una hora en la que la angustia empezaba a asfixiarla, una hora en la que ni su suegra ni su cuñado se habían acercado, pero no hacía falta, sus miradas lo decían todo. Ellos "sabían".

De la misma manera en que lo sabía Ino, que si bien no había dicho nada no lo necesitaba, su silencio marcado por sus miradas preocupadas eran más que suficiente. Aunque Sakura apostaba que no sabía quién era la mujer con la que Sasuke la engañaba, seguro le daría un ataque en cuanto lo supiera.

Luchó contra las ganas que tenía de reírse, no quería que la tomaran como una maniática, pero todo eso era una ironía o un castigo por desafiar a su marido. Dudó unos segundos en limpiar las lágrimas que habían comenzado a correr por sus mejillas.

Demasiado estrés, demasiada preocupación, demasiado dolor… Ni siquiera estaba segura de ser capaz de ver a Sasuke. Su mente corría a mil por hora, tanto que no fue consciente del momento en que Yuri se fue para obtener noticias.

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Después de un rato, Yuri volvió diciendo unas cuantas palabras acerca del estado de Sasuke y luego se dirigió a ella, diciéndole en voz baja que su marido había despertado y solicitaba verla.

Sakura se enderezó, terriblemente sacudida por un sentimiento de culpa. Asintió dócilmente y se levantó para seguirla. Sus piernas todavía temblaban, a medida que avanzaban Yuri le explicó que los cortes que se había autoinfligido su marido eran superficiales, jamás llegó a tocar la vena. Ella suspiró de alivio, un alivio fantasma que le planteaba más preguntas que respuestas.

Su amiga no había querido decir nada, pero en sus ojos había un reconocimiento de algo que no se atrevió a preguntar y que le rondaba la cabeza. Entraron en la habitación privada apenas iluminada, Sasuke dormía o fingía, ya que después de que Yuri se despidiera abrió los ojos, los tenía rojos y un poco dispersos; como si estuviera drogado.

— Te dije que algo malo pasaría — graznó con una voz tan ronca que le hizo dar un respingo del susto.

Sakura apretó los puños a sus costados, lo conocía lo suficiente como para saber que eso había sido premeditado. Sasuke se amaba demasiado a sí mismo como para cometer semejante tontería, que los cortes fueran superficiales daban fe de cuán grande era su "deseo de morir". Sus acciones no eran más que para manipularla, sin embargo, ella sentía miedo de que la próxima vez se le pasara la mano y lo hiciera en serio.

— ¿Me dejarás ahora?

Ella no dijo nada, no hacía falta, él sabía que no lo haría. No después de ese día.

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— ¿Por qué no fuiste a ver a tu hermano?

La pregunta era normal, aunque había un borde de reproche al fondo de su voz que decidió ignorar. Continúo tecleando en el ordenador, verificando cifras y reportes del último mes.

— Sasuke no está en peligro, madre, nunca lo estuvo — respondió —. Es solo otro de sus berrinches.

— Itachi… — murmuró Mikoto, pero no dijo nada más.

Ambos sabían que era verdad. Sasuke jamás pensaría realmente en quitarse la vida, su amor y su orgullo eran demasiado grandes para tal estupidez. Sin embargo, era un manipulador sin vergüenza e Itachi estaba seguro que todo ese teatro tenía nombre y apellido: Sakura Haruno.

No había que ser un genio para darse cuenta que algo pasó entre ellos esa noche, ella no estaba con él y Naruto se desvivió en localizarla después de que ingresaran a su hermano en el hospital. Había llegado con Kakashi y Yuri, probablemente se encontraban juntos cuando recibió la llamada. Eso significaba que su cuñada por fin había abierto los ojos y lo había dejado, algo que claramente a su hermano le cayó como cubo de agua fría. Ya que no estaba acostumbrado a perder, menos cuando creía que lo podía manejar con un dedo, como hacía con Sakura.

— Yo no me trago sus teatros, si ustedes quieren seguir alimentando sus malos hábitos es su problema; pero no me incluyan. Tengo cosas más importantes por las qué preocuparme — zanjó.

Cosas que le beneficiaban más a su hermano y su vida de derroche y opulencia. Se ahorró el detalle, pero su madre sabía a qué se refería, también que su padre no le permitiría estar ni un minuto de ocioso.

Mikoto se quedó parada en el marco de la puerta, observando a su hijo teclear rápidamente en su ordenador, checar su celular y acomodar sus gafas cuando algo no cuadraba. No se detuvo a mirarla ni un segundo, eso le dolía… Parecía que vivía por y para su trabajo, no, su trabajo no; para la empresa.

Itachi era su más grande orgullo. Inteligente, noble y bueno. Así era… Hasta que Fugaku encontró que la bondad y la nobleza no eran más que cualidades inútiles en el mundo de los negocios. Por lo tanto, se dedicó a "educarlo" e "inculcarle" otro tipo de valores, donde el dinero y el poder eran de importancia vital, más que el amor y la empatía.

Su marido se pasó de la raya en cuanto a disciplina se refería, había sido tan riguroso que la amabilidad y la bondad desaparecieron de su hijo, dejando solo un cascarón vacío. Itachi se convirtió en un hombre frío y distante, pero no indiferente. Ya que, de vez en cuando, en sus ojos había una chispa de calor, una que otra sonrisa libre de tensión.

Esos pequeños gestos le daban esperanzas, aunque su mirada impasible se la arrebatara de nuevo.

Itachi les guardaba rencor… Mikoto lo sabía. A su padre por explotarlo y a ella por no ayudarlo. No podía reprochárselo, después de todo como su madre debió poner un alto. Con Sasuke no lo permitió y precisamente por ello, Itachi les guardaba más rencor.

— Nunca dejarás ese resentimiento contra nosotros, ¿verdad?

Itachi se quitó las gafas y se frotó el puente de la nariz, incómodo. No pretendía fingir que su madre no seguía ahí, pero tampoco tenía intenciones de continuar con esa conversación. Menos si sabía hacia donde se dirigía.

— Déjalo, madre — su voz sonó más dura de lo que pretendía.

No le gustaba lastimar a Mikoto, a pesar de todo era su madre y, aunque nunca obtuvo lo que necesitaba. Comprensión, apoyo y respaldo. No le guardaba ningún rencor, después de todo estaba ciega de amor por su padre y también muerta de miedo porque hiciera cualquier estupidez, como separarla de sus hijos, por ejemplo. Itachi imaginaba lo extremista que podía ser su padre si alguien se atrevía a desobedecerlo, claro, en aquellos tiempos…

— Ahora por favor, déjame trabajar, necesito entregar el informe mensual a padre mañana temprano — dijo colocándose los lentes de nuevo sin siquiera mirarla.

Mikoto se quedó unos minutos más ahí, sin saber que decir y sin esperar nada más. Ahogó un sollozo, su único hijo bueno se había convertido en una piedra con corazón de hielo. No se conmovía con nada, o eso era lo que ella creía por lo menos.

— Por supuesto — murmuró y luego salió, con el corazón agrietado y la angustia zumbando.

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¿Estás feliz?

Feliz no sería la palabra que ella utilizaría para su situación actual. La palabra que se adecuaba más a su estado era "sumisión", ya que lo único que había hecho era ceder a los caprichos de su marido. Un marido que, según él, se redimía con cenas en restaurantes caros, salidas al cine, flores y joyas. Además de una que otra escapada a un hotel para "avivar la pasión", como solía decir.

A Sakura más bien le parecía el último recurso para mantenerla contenta y en su sitio. Con tristeza se dio cuenta que, la única razón de su pantomima en el hospital era para manipularla. Porque sabía que los demás la culparían, que todo recaería sobre sus hombros… Y, ella en su afán por no dar más de que hablar, cedió. Se autoengañó pensando que, a lo mejor sí, Sasuke estaba arrepentido y quería arreglar las cosas. Que en verdad quería redimirse. Y al principio así fue.

Todo era maravilloso. Amor, cariños, detalles, gestos e incluso sonrisas. En lo único que tenía renuencia era en el sexo. De solo pensar que había estado con Tenten en quien sabía cuántas ocasiones, le daba asco y siempre encontraba una excusa para prolongarlo.

— Deberías dejarlo de una buena vez — escuchó la voz áspera y ligeramente grave de su prima Sayuri.

Sakura parpadeó y la miró. Su prima había decidido visitarla de improviso, después de enterarse de todo lo que había sucedido y que no la llamara para informarle, resolvió regañarla en persona. Yuri se había unido a la causa y por eso también le hacía compañía.

— No puedo — murmuró casi con pesar.

Sayuri resopló con hastío y Yuri rodó los ojos, cansada por su terquedad. No las culpaba, de hecho, Sakura a menudo se preguntaba cómo era que seguían fielmente a su lado. Otras en su lugar se hubieran retirado y dejado a su suerte.

— No creerás en realidad que va a suicidarse, ¿o sí?

Esa era la pregunta del millón, ¿lo intentaría de nuevo? Sakura sabía que para la manipulación de Sasuke no había límites y que, posiblemente, volvería a armar otro teatro para hacerse la víctima. La única víctima era ella, pero nadie lo sabía aparte de Yuri y su prima. Ni siquiera había tenido el valor para decírselo a Ino… ¡Valiente mujer!

— No lo sé… — murmuró, Sayuri bufó de nuevo.

Su prima, a pesar de que sabía que su marido la engañaba no tenía idea de con quien… Sakura estaba segura que si se enteraba del nombre de la mujer habría una hecatombe. Neji era una persona a la que estimaba muchísimo, no le perdonaría a Tenten el engaño y seguramente se lo haría saber por los medios necesarios para que pensara mejor la próxima vez que se le ocurriera lastimar a alguien a quien quería.

Que Yuri se quedara callada no le resultó fácil. Tuvo que suplicarle y de paso explicarle lo que sucedería si su prima se daba cuenta. Por fortuna, su amiga no era amante de los escándalos, su marido tampoco y no quería que todo estallara de una manera que los terminaran señalando. Aunque estaba claro que lo último en lo que la gente pensaría sería en el emisario.

— Creo que hablo por todas al decir que Sasuke no es tan estúpido, solo un maldito manipulador — espetó Sayuri —. Le fascina llamar la atención, lo ha hecho desde el jardín de niños. No puedo creer que tú sigas cayendo en su juego, Sakura, abre los ojos. Tú eres la única que lo permite.

La aludida desvió la mirada con las mejillas enrojecidas de vergüenza. Su prima no tenía pelos en la lengua para decirle las cosas, solía agradecérselo, pero en ese momento, hubiera deseado que se lo guardara…

— Sayuri… — la mujer chasqueó la lengua y rodó sus ojos violetas.

— Sí, sí, ya sé — admitió —. Pero no digas que no te lo advertí.

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Amaba la compañía de su prima, también le encantaba conversar con Yuri que era un poco más comprensiva y menos directa. Sin embargo, esa visita se había convertido en una forma de reprocharle su terquedad por seguir al lado de alguien que no solo no la quería, sino que seguía engañándola.

Porque sí, Sasuke seguía engañándola. Su marido la creía tan ingenua que imaginaba que la excusa patética de los papeles olvidados en la oficina había sido lo suficientemente convincente como para no cuestionarle más. Ella no le creyó en lo más mínimo, solo decidió no preguntar porque no tenía caso. Sabía que sería mentira tras mentira… Ya conocía el hilo de su marido.

Sakura esbozó una sonrisa sin humor. ¿A dónde había quedado su dignidad y su orgullo? ¿Dónde estaba su amor propio?

Probablemente en el fondo del tacho de la basura, junto a mis esperanzas y sueños.

El agua que había puesto para el espagueti rompió a hervir, cogió la caja de pasta y la vertió en el agua. Miró al reloj en la pared y contó siete minutos, antes de coger el tarro con salsa casera y algunas hortalizas de la mesa. Cocinaría ligero, después de todo solo sería ella.

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La cena le había caído pesada, más de lo que tenía previsto. Se echaba la cobija encima cuando escuchó el suave ruido del motor del auto de su marido, el tintineo de las llaves le molestó, pero no hizo más que arrebujarse contra las cobijas y fingir que dormía. Acababa de echar por el desagüe lo último que le quedaba de la cena que había ingerido y no quería discutir, menos quería que Sasuke le preguntara por su estado. No deseaba decírselo, no todavía por lo menos.

¿Cuándo se lo dirás, Sakura? El tiempo pasa y las cosas no mejoran, guardártelo no te servirá.

La voz dentro de su cabeza le recordaba que su tiempo se agotaba, que nada mejoraba y, en el fondo, decir lo que guardaba tan recelosamente no iba a solucionarlo. A lo mejor si se esforzaba más, si era más atenta, más cariñosa, habría una posibilidad de poner las cosas a su favor en la balanza. Pero… ¿Era garantía?

No, definitivamente no.

Sakura se quedó inmóvil cuando el colchón al otro lado de la cama se hundió, incluso contuvo la respiración, no quería que nada la delatara.

Y así fue, solo que no pudo pegar el ojo en toda la noche.