Hola amigos, compañeros y lectores de esta maravillosa página de historias creadas por fans. Este fic hará un giro a varias cosas vistas en Fanfiction (tal ves ya las hayan visto en alguna ocasión XD). Espero que le den una oportunidad al fic y les guste.

Casi no pongo esto pero... los personajes no me pertenecen, le pertenecen a SEGA, como todo mundo sabrá -3-.

¡Que comience el capítulo!


Capítulo 1: El Team Rose

Se oyó una explosión. Una de esas fuertes, que provoca que la tierra se estremezca y se erice la piel desde los pies hasta la cabeza. Menudo susto se llevó una eriza de pelaje rosado mientras acomodaba, tranquilamente, unas cosas en su casa. Bajó las escaleras con rapidez, con el corazón que amenazaba con salírsele de su pecho en cualquier momento.

Entre nervios, tomó su martillo, al mismo tiempo que su semblante parecía preocupado. Por su ventana vio a una infinidad de pequeñas criaturas que parecían correr en sentido contrario de la explosión. Ella cerró los puños con fuerza, enfadada por la escena. Sabía quién era el condenado causante. ¡Lo juraba por su martillo que tantas veces la había auxiliado!

Amy Rose maldijo el nombre de aquél imberbe científico cuyo fin era construir quién sabe qué locura en su planeta. Pero ella iba a impedírselo, como en tantas otras ocasiones. Agarrando con fuerza su inseparable martillo, salió corriendo en dirección a la humareda que divisaba a lo lejos. Corría lo más rápido que sus pies llegaban. Una voz aniñada llegó a sus oídos.

—¡Amy, Amy! ¡Es ése otra vez!

—¡Lo sé, Cream! —respondió la eriza—. ¡No tiene nada mejor que hacer! ¡Vamos!

Una coneja bastante pequeña volaba, gracias a sus largas orejas, justo por encima de Amy. La acompañaba su inseparable amigo Cheese, un pequeño chao celeste con un moño rojo colocado en su cuello.

—¿Dónde está Cherry? —le preguntó en medio de la corrida, la de ojos verdes.

—Está cerca de la explosión —contestó la coneja de vestido anaranjado—. Se encontraba recolectando unas cosas que mamá le encargó.

Cherry era un increíble robot, en forma de conejo, de color rosado oscuro. Se trataba de una invención de la pequeña Cream, su mejor creación hasta la fecha. Y su por supuesto su más grande orgullo.

Una estela oscura pasó volando en medio de ellas dos. Se oían batir unas alas de murciélago a mucha velocidad. Amy y Cream sonrieron: era su compañera de batallas, Rouge, una murciélago excepcional: lista, inteligente, veloz y astuta. Aunque a veces pecaba de ladrona de joyas, era la última pieza de lo que ellas denominaban "Team Rose".

Aceleraron el paso. ¡No irían a dejar que el Dr. Eggman venciera! Cuando llegaron al epicentro de la explosión, vieron un enorme grupo de árboles prendidos en un fuego que amenazaba con seguir avanzando. Se separaron: Rouge por los aires, Cream entre los árboles y Amy en el suelo. Cherry, la robot, se escondía, escaneando la zona y rastreando al responsable de tamaña fechoría.

Una risa gutural las alertó: estaba cerca.

—¡Enemigo localizado! —La voz metálica de Cherry resonó en el lugar—. ¡Está al final de aquél grupo de árboles sanos! —Amy agradeció la información y fue corriendo, esquivando el fuego y las ramas que caían hasta el lugar donde la robot indicaba. Cream la seguía por detrás y Rouge afinaba los ojos para localizarlo: quería caer en picada para provocar un ataque sorpresa.

—¡Eggman! —vociferó la eriza cuando lo distinguió en su aparato móvil con el que volaba a sus anchas teniendo una sonrisa de oreja a oreja.

—Han tardado —dijo, despreocupadamente—. ¿Qué pasa? ¿No te gusta el nuevo decorado? —bromeó, haciendo rabiar a la eriza—. Destruyendo estas cosas, habrá más lugar para construir un imperio más hermoso. ¿Qué opinas, Amy?

La respuesta de ella fue abalanzarse para profanarle un golpe con su martillo, pero él la esquivó con suma agilidad, riéndose a lo último. Cream le hizo una seña a su robot y éste apareció de golpe, haciendo sobresaltar al científico humano y elevarse hacia arriba: grave error, Rouge lo esperaba para una emboscada sorpresa. Se escapó por un pelo, infiltrándose en el bosque.

—¡No huyas, Eggman! —gritaba Amy, mientras lo perseguía al trote.

—Yo que tú, no haría nada más, maldita eriza —dijo deteniéndose de golpe. La nombrada se detuvo, detrás de ella se encontraban Cream y Rouge, preparadas para luchar.

El tipo volvió a reír como maniático y chasqueó los dedos: en un árbol estaba amarrado un pobre muchachito, un joven zorrito de color amarillo, con cara de pánico. Estaba envuelto en sogas y, un robot de Eggman, sostenía una especie de antorcha, con una mano, y con la otra, tenía a Cherry.

—¡Cherry! —gritó la pequeña, espantada.

—Tu patético robot no pudo resistir el golpe de mi gran invención —dijo él, recalcando su genialidad—. Y como no me dan lo que busco, quemaré al chico y lo poco que queda del bosque.

—¡Las esmeraldas no son para un tipo como tú! —gritó Cream y voló directo hacia el robot que tenía la antorcha.

—¡Cream, no! —exclamó Amy y el robot le dio tal golpe a la coneja que cayó de bruces al suelo. Aquélla masa metálica controlada por el científico se aproximaba más hacia la cara de aquél zorro, que parecía en cualquier momento se desmayaría.

¡Había que hacer algo!

—¡Si quieres las esmeraldas, pelea! —gritó Amy y, de un gran salto, se posicionó encima de él. Y lo llenó de golpes. No le dio tiempo a Eggman para esquivar, se estaba quejando de los golpes.

—¡Bien hecho, chica! —Rouge voló hacia donde estaba el robot, pero vio que empezaba a quemar las cuerdas que envolvían al niño, las cuales comenzaron a rodearlo—. ¡Maldito seas! —se quejó y, cuando parecía salvarlo, el robot la golpeó en el aire.

—¡Rouge! —Amy dejó de atosigar a golpes a Eggman y vio que el zorro estaba ya empezando a prenderse en llamas. Presa del pánico corrió a salvarlo, lo tomó entre sus brazos. Casi recibía un golpe del robot cuando Cherry despertó y lo empujó a varios metros de distancia, en unos instantes Cream despertó del tremendo golpe.

—¡Cream, llévate al chico! —pidió Amy y le dio al muchacho que, yacía desmayado, en brazos de la eriza—. ¡Hay que extinguir el fuego! —dijo, preocupada. Cream asintió y empezó a volar.

—¡Cherry, ayuda a Amy! —en ése instante Rouge emergió de entre unos arbustos. Se limpió la sangre que le caía por el rostro: se había hecho un tajo con una rama.

—¡Rouge, hay que parar el fuego!

—¿Dónde está el loco?

—¡Qué me importa! ¡El bosque se quema! —ni rastros había del científico: para variar, empezaba los problemas y jamás los resolvía.

¡El fuego, el fuego! ¿Qué harían esas tres ahora? ¡No había manera de parar las llamas!


¿Qué les pareció el capítulo? ¿Nos regalan algún Reviews? X3, gracias por leer :D

Nos despedimos de ustedes :3

¡Hasta luego!

*w*