¿Inesperado? Realmente pensé y pensé y pensé si escribir esta parte en el capítulo final o no, y al final me arrepentí de no haberlo hecho así que he querido escribir este epílogo de una de las cosas que salieron en el manga, nunca se resolvieron y tanto me crisparon.

Pues bien, después de escribir toda la historia, esto sería lo que pasaría en esa escena según mi visión y acorde con los hechos acaecidos en este fic.

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Mojó suavemente la punta de la pluma en el líquido negro viscoso. Limpió con suavidad los restos del mismo para no manchar el papel. Sus dedos hacían pequeñas ondas mientras comenzaba a pensar en que escribir. Resopló con resignación y comenzó su ardua tarea.

Querido papá;

¿Qué tal estás? Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que pude ir a verte. Últimamente las cosas en el escuadrón han sido difíciles. Se que solo habrán llegado rumores hasta el distrito, pero no debes preocuparte. Estaré bien. Dentro de poco tendremos un nuevo miembro, alguien especial, por lo que nos han contado. Tal vez vayamos dentro de poco en misión con él.

Con respecto a tu última carta, no debes preocuparte de aquella cicatriz, solo fue un golpe en la espalda y apenas se nota. E, incluso, no me importa llevarla, los mejores soldados llevan las cicatrices como medallas. No debería afectarme a mi manejo en el campo de batalla.

Además, aunque parezca que me la hicieron por mi imprudencia (como tú crees a pesar que te dije que no era así), para mí supone una auténtica motivación el llevarla. Y, aún así, tengo buenos compañeros que cuidan de mí. Para mí es un honor pertenecer al escuadrón que pertenezco.

El sargento Rivaille es considerado el mejor soldado de todo el ejército, haber sido seleccionada por él para combatir a su lado es todo un honor. Deberías de presumir más de tu hija en ese aspecto en vez de decirle continuamente a los vecinos que temes que mi vida corra peligro.

Los abuelos de Gunther Schulz siempre narran con alegría que su hijo, al pertenecer a nuestro escuadrón es uno de los mejores soldados y todo un orgullo. Deberías tomar nota de ellos. La prometida de Erd Gin siempre va a verlo cuando vuelve de misión. Tú nunca has venido a verme. Deberías acercarte la próxima vez para ver a tu hija salir airosa de otra complicada misión. A veces siento que las familias de mis compañeros se sienten más orgullosos de ellos de lo que mi propio padre se siente.

Tan solo para que lo sepas, debo informarte que recientemente mejoré mi ranking.

He conseguido alcanzar un gran número de asistencias en equipo, las asistencias en solitario siguen siendo un poco bajas aún... Pero porque el idiota de Auruo siempre se interpone en mi camino cuando intento atacar a algún titán en solitario. Ese chico es un auténtico idiota, siempre está pululando a mi alrededor cuando salimos afuera, y derrota a los titanes antes incluso de que me acerque a ellos. Robandome mi protagonismo. Siempre tan petulante e idiota. Un día de estos le clavaré la espada en el trasero para que demostrarle que se defenderme mejor que él.

Hace unos días, fuimos a por suministros por orden del sargento y se obstinó en cargar todas las bolsas. Decía que las niñas mimadas y delicadas como yo no debían cargar con peso. ¡Yo no soy una niña mimada y delicada! ¿Qué se habrá creído? Ojalá se tragase toda su fanfarronería y se atragantase con ella al igual que hace cuando se muerde la lengua. Aunque, claro, tampoco es tan idiota... La capitana Zoe me explicó después, cuando hizo el reconocimiento, que al no tener la espalda al 100% de mis posibilidades había sido bueno que no la forzase con peso inútilmente. Pero, podría haber dicho claramente que era para ayudarme en vez de meterse conmigo...

A veces es tan idiota... que solo tengo ganas de golpearle y golpearle hasta que pierda el conocimiento y se caiga abajo esa fachada absurda que pone. No quiero decir que sea siempre un idiota, a veces, cuando los chicos del escuadrón desaparecen, se comporta de manera más callada y menos idiota. Más amable, y tierno. Me gusta más cuando es así...

Releyó los últimos párrafos y comenzó a tachar avergonzada todo lo escrito por él. Sentía que le estaba escribiendo a su padre sobre su novio. Seguramente encolerizaría si leía aquella carta en la que no sabía porqué le hablaba tanto de un chico de su escuadrón. ¿Y por qué lo hacía? ¿Acaso porque después de tantas batallas vividas codo con codo comenzaba a tenerle un cariño más profundo de lo habitual?

No. Ni hablar, eso era absurdo. Solo era un idiota que pululaba a su alrededor con su aire petulante y engreído. Cuidándola, siempre a su lado...

Su rostro se sonrojó mientras pensaba en aquellos momentos vividos a solas, cuando el peligro por sus propias vidas le hizo tomar desiciones inesperadas. El tacto de sus labios, tan distinto de lo que pensaba, e inesperadamente dulce. Agitó su cabeza intentando desvanecer esa imagen de su mente, sin éxito.

La fragancia de la tinta parecía estar intóxicandola, forzandola a recordar cosas que pensaba que nunca marcarían su día a día. Pero no era eso lo que debía escribir. Tenía que trasladar a su padre los pensamientos referentes a su escuadrón, tranquilizarlo. Comentarle sus motivaciones comunes.

Creo que no te he hablado mucho sobre los capitanes. Son increíbles. Cuando los ves desde la lejanía cabalgando sobre sus caballos para dirigirse a la guerra no son ni por asomo tan grandes como cuando los ves en persona, combatiendo. Incluso, cuando trabajan en equipo también son impresionantes. La capitana Zoe y el capitán Rivaille, cuando están juntos parece como si se entendiesen perfectamente. En sincronía, supongo que debido al tiempo que han trabajado juntos.

O quizás debido a aquella relación que todo el mundo parecía fingir que no existía. En ocasiones, cuando el ocaso amenazaba con desaparecer, creía ver a su capitán merodeando por la habitación de ella. Cuando preguntaba, siempre recibía la misma explicación: reunión de campo. Pero, ¿tantas reuniones?

Debía reconocer que en más de una ocasión la curiosidad le había vencido y se había visto a si mísma junto a aquel insoportable y arrogante de Auruo con la oreja agazapada a la puerta. Nunca oían nada, meros murmullos que indicaban que estaban hablando. Ningún grito pasional ni nada similar que indicasen que estaban teniendo una relación.

Tal vez eran solo imaginaciones suyas y realmente estaban reunidos intercambiando datos. Hasta bien entrada la noche. Y, a veces, hasta la madrugada siguiente. Siempre en voz baja, sin dejar a los posibles oyentes discernir ni uno solo de los puntos de sus conversaciones.

En una ocasión, recordaba haberse quedado dormida en la puerta junto a aquel idiota. Obviamente habían sido cazados por sus superiores al día siguiente. El castigo consistió en limpiar cada una de las tejas que componían el techado del edificio principal.

- Aunque fue bastante divertido... - susurró en voz baja, recordando como aquel chico solía hacer idioteces para distraerles de su castigo – En sincronía... - repitió para sí misma.

Últimamente he comenzado a trabajar bastante en cooperativo con Auruo. Creo que podríamos a llegar a estar tan compenetrados como la capitana Zoe y el capitán Rivaille. Quizás, dentro de un tiempo ambos seamos capitanes y debamos colaborar con nuestros escuadrones, igual que hacen ellos. Por esa razón nos hacen trabajar tanto en equipo.

Y, debo reconocer que, no es tan malo pasar tiempo con él. No es por lo que tu piensas, simplemente creo que es un buen compañero y cuando no se comporta como un completo idiota es hasta agradable pasar tiempo con él. Compartimos muchos puntos de vista y no es tan mal chico.

Hace poco tuvimos una misión de exploración. Tuvimos que acompañar y asistir a un grupo de refugiados. Recuerdo haber visto a un pequeño niño que no encontraba a su madre. Y él lo ayudo.

Fue muy amable de su parte, se separó de nosotros unos instantes para acompañar al pequeño. Cuando le pregunté que porqué había hecho aquello me dijo que porque le recordaba a sus hermanos pequeños. Supongo que tiene madera de padre al haberse críado rodeado de niños, ¿no lo crees tú también?

Cuando yo era pequeña me insistías en que debía casarme y encontrar un buen marido y darte nietos. Hasta ahora solamente había pensado en alistarme en el ejército y combatir. Nunca me había planteado que sería de mí cuando la batalla acabase. Pero,últimamente he pensado mucho en ello. Algunos de nuestros superiores se han casado y tienen hijos y siguen combatiendo.

He pensado que tal vez, dentro de poco, no me importaría tener una relación estable. Ya sabes, alguien que coma con nosotros dos cuando vaya a visitarte a casa. Quizás, ahora que este nuevo chico va a unirse a nuestro escuadrón, la gran esperanza lo llaman, quizás con su ayuda, todo mejore. Y haya un auténtico cambio. Y entonces, la próxima vez que vaya a verte, vaya cogida del brazo del padre de tus futuros nietos.

Antes lo veía muy lejano, pero ahora, creo que podría encontrar a alguien especial.

Siempre te querré,

Petra.

Se tumbó hacia atrás mientras pensaba en sus últimas palabras. Lo había escrito a la ligera, pero no era un futuro que le molestase tanto. De hecho, el hecho de tener un objetivo por el que luchar le alicientaba. Un sitio donde sus futuros hijos pudiesen vivir.

Se inclinó sobre el escritorio y recorrió las trazas del papel con la yema de sus dedos. Un pequeño objeto que colgaba de su cuello acarició su camisa. Aquel anillo que encontraron. Nunca le cupo duda de quién era el propietario y a quién iba destinado.

Matrimonio. Un futuro en común. Estaba tan oxidado y harapiento que no le resultaba extraño que ambos hubiesen renunciado a su relación en pos de otro futuro. ¿Debería renunciar ella también como hicieron ellos?

No, quizás habría otra alternativa. No pensaba en desistir de esa manera tan trágica. Relegar su felicidad a pequeños encuentros por la noche con fútiles excusas. Miradas en aquellas reuniones de comandancia. Aquellos tropiezos cuando andaban en misión. Los silencios largos cuando debían tomar desiciones que los mantenían separados por un largo tiempo.

Y las noticias de aquellos que morían a su alrededor y que los hacían alejarse cada vez más y más. El clima parecía estar cambiando en el cuartel, a pesar de que la noticia de los poderes de aquel joven eran un apremio para luchar, ambos parecían cada vez más tensos. Tal vez algo que escapase de su escaso conocimiento.

Una verdad oculta tras aquella aparente faz inexpresiva de su capitán y la constante sonrisa despreocupada de ella. Algo que no sabía. Y nunca sabría.

Arañó la página llena de tinta garabateada con nostalgia. La libertad, algo tan irreal que no se le antojaba posible. El brillo apagado de aquel anillo parecía un cruel burla de su destino irrevocable. Quizás tan solo por el hecho de que ese anillo significaba un futuro en su vida, algo a lo que aferrarse, pero deseaba infinitamente que ese anillo fuese algo más que un mero gesto de un amigo intentando consolarla en un momento avergonzante.

No necesitaba una pequeña copia de si misma gestandose en su interior. Tampoco necesitaba un vestido ostentoso blanco que consumiese más del doble de su sueldo mensual. Solo necesitaba que aquel anillo significase un futuro en su vida, igual que lo había sido para ellos dos alguna vez.

O quizás, todas aquellas reuniones nocturnas significaban que aún no habían abandonado. Que aún deseaban aferrarse a ese futuro, por muy lejano que fuese.

- Yo también quiero eso... - susurró.

- ¿El qué? - interrumpió una voz a su espalda sacándola de su trance.

- A-Auruo, ¿qué haces en mi habitación? Fuera de aquí.

- El capitán lleva más de media hora llamándote y no te has presentado. Le he dicho que te habrías quedado dormida y veo que no iba mal encaminado... - señaló las marcas de sus mejillas sonrosadas.

- ¡No me he quedado dormida! E-estaba escribiendole una carta a mi padre...

- Dile que en la última expedición conseguía matar a dos titantes seguidos. El capitán me felicitó. "No está mal", dijo.

- No pienso contarle esa idiotez a mi padre – le esquivó mientras buscaba con ahínco un sobre para guardar aquel papel.

- Ya puedo imaginarme como le escribirás a tu padre sobre mí: querido papá, hay un chico en mi escuadrón del que estoy enamorada secretamente pero lo oculto con borderías y- sus palabras fueron interrumpidas con un gran codazo por parte de su compañera.

- Eres un idiota Auruo, eso es lo que le he dicho. Que eres un completo idiota – farfulló mientras sus pies se apresuraban a salir de aquella habitación.

No deseaba encararlo, menos en aquel momento en el que un sentimiento de pareja y matrimonio acosaba su mente. Solo se burlaría de sus sentimientos y probablemente pasaría el resto de su vida recordándole que no debía tener esas ilusiones si aspiraba a ser un soldado honorable como lo era su capitán.

Cuando sus pies tocaron la arena árida del exterior había dejado de oír sus pasos detrás suyo. Probablemente había dejado de seguirla y se había reunido con el resto de su escuadrón. Prefirió no pensar en aquell mientras colocaba su carta en el montón de las que se mandarían aquella tarde. Tal vez algunas de ellas fuesen recibidas por sus familiares junto a buenas noticias. Otras tal vez no. muchas de ellas eran meras fotocopias del ejército indicándo la muerte de soldados de manera heroica. Solo varíaban el nombre del difunto que contaban.

Observó unos instantes aquel montón de papeles arrugados y polvorientos. Manchados de sudor y escritos con prisa. Sin tiempo, sin esperanzas, ¿qué quedaba allí? Tal vez la próxima carta que le escribiese debería contar algo bueno.

No solamente quejas y más quejas. Tal vez con la ayuda de aquel chico de 15 años su próxima carta llegase cargada de buenas noticias. De ella misma frente a su padre con una esperanza de futuro. Con una sonrisa real, no aquella fingida que comenzaba a poner y cada vez reconocía menos en su rostro como real.

Porque aquello no era la realidad. Se negaba a creerlo. Había algo allí afuera que los sacaría de aquel infierno en el que vivían sumidos. La auténtica realidad.

Sus huellas trazaron un ligero camino hasta el punto de reunión. Un pequeño hombre de cabello azabache hablaba con su igual en rango señalando varios puntos en una carpeta abierta cuyo contenido no le era accesible. Tal vez fueran imaginaciones suyas, pero tenía la sensación de que su dedo meñique acariciaba el de ella al coincidir sobre aquel papel delineado.

La carpeta se cerró cuando terminó de montar en su caballo. El pequeño hombre dirigió una mirada silenciosa a la chica y ella sonrió. Hizo un gesto de asentimiento y la mujer se alejó hacia el grupo de subordinados que la aguardaban.

Sin dirigirse a su propio escuadrón, el capitán Levi subió a lomos de su montura y se encaminó hacia el lugar designado para recoger a la esperanza del mundo. Petra no apartó los ojos de su triste figura esperando el momento en que miraría hacia atrás buscando la figura rezagada de aquella mujer con enigmática sonrisa. Pero su rostro no se tornó ni una vez.

Resignada, agachó la cabeza y se concentró en cabalgar. Ya podía oír los habituales trotes de aquel animal de color grisáceo a su lado. No le hizo falta girar su cabeza para reconocer a su eterno escolta. Siempre cabalgando a su lado.

- Dime Auruo... - comenzó a decir manteniendo la vista al frente - ¿Crees que será cierto? ¿Que un chico tan joven será el responsable de que haya un futuro para nosotros?

- Eso espero.

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Y con esto me quedo satisfecha con esta historia. Me ha costado mucho muchísimo relatar estos episodios del pasado. Sobretodo porque era complicados enlazarlos con la historia presente.

Aprovechando este escrito que comencé hace tiempo pero me costó terminar porque me costaba sacar tiempo para escribir respondo a algo que mucha gente me ha preguntado: una tercera parte.

A ver, la tercera parte trasnscurriría a la par que todo lo que ha pasado en el manga en el presente momento, por lo que solo sería una relectura del manga enfocada en Hanji y Rivaille. No estoy muy segura de que fuese interesante de escribir o de si sería capaz de hacerlo y que resultase interesante porque la intriga ya está resuelta en el manga.

Lo dejaré a votación y si veo que mucha gente quiere leer la perspectiva actual del manga en mi punto de vista quizás, con tiempo, lo haga.

Un saludo a todos y gracias por leer este capítulo especial.