INTRODUCCION

Ok, amantes de Inuyasha. Les traigo un fan fic, algo diferente. Es el año 2013, todo transcurre en algunas de las ciudades mas grandes del mundo, universidades, negocios, empresas, dinero... un drama/romance que es contado por la protagonista: kikyo, su pasado, su presente y adivinando que le depara el futuro, esta historia los llevara por un laberinto de informacion que tendran que seguir para poder descifrar porque es que hace e hizo con su vida. Kikyo, se vera obligada a considerar muchas cosas propuestas por nada mas y nada menos que Sesshoumaru. Tanto Inuyasha como Kagome se veran involucrados en este embrollo y no se sabe en que terminara. Espero que les guste, dejen sus reviews y muchas gracias por entrar a leer este fic! :)


ONLY BUSINESS [Son solo Negocios]

Capitulo 1

- ¿Qué demonios estás haciendo aquí? – pregunto asombrado. No podía creer que me estaba haciendo esa pregunta. Esperaba que me tomara en medio de sus brazos, que me besara con firmeza y me dijera lo mucho que me había extrañado.

- Vine a verte. – fue lo único que pude sacar de mi boca.

- Desapareces por cuatro años, sin decirle nada a nadie de donde te vas, y ¿regresas como si nada? Por el amor de Dios Kikyo. – exclamo mientras me daba la espalda y frotaba su sien con la mano.

- Tuve… mis razones. Por favor déjame explicarte, Inuyasha. – replique con lagrimas en los ojos. Había viajado de tan lejos y lo único que encontraba era el rechazo.

- No quiero escucharte. Simplemente no quiero. Sufrí por tu culpa, te llore por más de dos años y ya te supere. No quiero saber nada de ti, así de simple. Toma tus maletas y lárgate. – exclamo mientras caminaba con paso firme hacia la puerta, la abrió con brusquedad y se paro junto al lado de ella, para que yo pudiera salir como perro con la cola entre las patas.

Me trague lo poco de dignidad que me quedaba, estaba muy enojado. Lo entendía. Supe que no podía hablar con él en ese momento. Tome mi maleta, y la jale junto a mí, sentía que pesaba toneladas, o eran mis pies los que les costaba ponerse uno frente al otro para poder salir de ahí.

Antes de salir, me detuve al lado de él. Estaba rabioso, lo extrañaba, lo amaba, estaba a punto de tirarme a llorar sobre ese perfecto torso cubierto con un traje de marca. Pero sabía que si lo intentaba, iba a ser rechazada y no podría soportarlo.

- Tratare de hablar contigo cuando estés más calmado. Te veré luego. – dije antes de salir de su penthouse.

Sentí como la puerta se cerró con fuerza detrás mío. No quise ver hacia atrás. Me apresure a tomar el elevador lo más rápido posible. Las puertas se abrieron, entre a él, apreté el botón del lobby y las puertas se cerraron. Las lágrimas junto a un chillido ahogado salieron de mi garganta. No podía controlarlas, las mangas de mi camisa estaban totalmente mojadas de tanto limpiar mi rostro. Tenía que superarlo antes de que llegara al Lobby, sino iba a encontrarme con muchas miradas curiosas de porque una mujer salió del elevador hecha un mar de llantos.

Logre sostenerlas, mientras las puertas se abrían. ¿Y ahora qué? No tenia donde quedarme. Lo que me quedaba de familia se había quedado en Los Estados Unidos. Traía conmigo un poco de dinero, tal vez me ajustaría para un par de días en algún hotel barato mientras trataba de figurar que seguía en mi vida.
Le pregunte a la recepcionista, si sabía de algún hotel cerca que fuera barato pero cómodo, "Uno a un par de cuadras al Norte", me respondió con un tono de amabilidad en su voz. Creo que vio mis ojos desesperación y tristeza.

Llegue al hotel, después de una larga y pesada caminata, el tramo era corto pero lo sentí eterno. Una habitación sencilla, sin mucho lujo, pero muy cómoda. Tire la maleta en una esquina, mientras mi maletilla de mano quedo sobre la cama. Abrí las cortinas de la ventana… la ciudad se apareció por detrás de ellas. Soberbia, elegante, brillante. Me senté en el sillón que se encontraba justo de frente. Y mis pensamientos de ahogaron en una triste melancolía. Comencé a recordar todo… el día en que lo conocí a él, al chico de mis sueños.

Estaba estudiando el tercer año de medicina, la biblioteca de la universidad estaba atestada de gente por los exámenes parciales, así que en una sola mesa se encontraban desde libros de medicina hasta de leyes. Todos se concentraban en sus propios estudios y dejaban a sus vecinos hacer lo mismo. Pero eso no fue lo que paso con él. Ese chico, con cabellos blancos largos, de porte muy masculino, unos ojos serios y ropa de muy buena marca. Unos jeans al cuerpo, camisa blanca y un suéter rojo sobre ella. Tiro sus libros enormes en la mesa, donde yo me encontraba. Haciéndola retumbar, y obligando a todo el que se encontraba sentado frente a ella, le tirara una mirada de odio por el ruido. Uno de ellos logro caer sobre mis apuntes, haciendo que mi mirada fuera una de ellas.

- ¿Qué? – pregunto mientras nos observaba a todos.

- Como que no conoces el significado de silencio. – replique, mientras movía con displicencia su libro de leyes y daba espacio a mis libros de medicina.

Era un testarudo. Se le notaba en el tono de voz. Le valía mucho lo que la demás gente pensara de él.

- Solo son libros. – contesto, jalando la silla al lado mío y sentándose bruscamente.

- Si sigues haciendo ruido, te pediré que te retires de la mesa. – dije algo enojada. No me estaba gustando para nada su tono hacia mí.

- ¿Eres la dueña de la mesa? ¿O de la biblioteca? – pregunto algo sarcástico.

- ¿Disculpa? – pregunte algo enojada. Ese tipo estaba jugando con mis nervios.

- Si la quieres para ti misma, lamento bajarte de tu nubecita, pero es del pueblo. – replico, mientras acercaba mas la silla a la mesa.

Me encabrite. ¡Ese quien se creía! Me levante de un solo tirón, recogí mis cosas y lo observe con los ojos llenos de furia. Esto no se iba a quedar así. Tome su cuaderno de apuntes, frente a él, empuje su silla obligándolo a encontrar un ángulo para no caerse, pero era muy tarde, el golpe que le hice cayó de espaldas haciendo un gran estruendo en la biblioteca.

- Espero que te vaya bien en tu examen sin tus apuntes, idiota. – exclame, mientras lo veía asombrado en el piso y yo salía de ahí hecha un trombo.

Los edificios de medicina y derecho eran diferentes, pero ambos estaban uno frente al otro. Camine largo rato por los senderos de la universidad hacia los dormitorios, cuando entre a mi habitación, tire los libros a mi casa, incluyendo el libro del idiota.

Estaba con los nervios de punta. Pero pude calmarme, tome el cuaderno de espiral y hojeé la primera hoja. Inuyasha Taisho, leyes segundo año, si encuentra este libro por favor llamar a este número…

Con que así se llamaba el idiota, Inuyasha. Demonios, era una de las clases más horribles de la carrera, lo sabía muy bien ya que tenia amigas que estudiaban Derecho y pasaban quejándose con materias relacionadas. Igual, se lo merecía por desgraciado. Ese apellido me sonaba, pero aun no lograba ubicarlo… me sentí mal por un momento, pero ya estaba ahí, ya había hecho la justicia y no quería volverlo a ver en mi vida. Tipos así son malas noticias.

El día transcurrió normal, tuve mis exámenes de biología y las horas pasaron. Al día siguiente, tendría mi último examen, antes de salir de vacaciones. Ya estaba emocionada, quería regresar a casa, pasar las vacaciones con mi familia y olvidarme de la universidad por dos meses. Me había quedado leyendo en una de las muchas bancas debajo de un gran árbol, hermoso y frondoso. Una grata brisa pasaba por ahí, haciendo que la temperatura fuera agradable. Una silueta se posiciono frente a mí, pensé que era alguna de mis amigas y levante la mirada para toparme con el idiota de la biblioteca, Inuyasha.

- ¡Tu! Por culpa tuya tuve que estudiar todo el maldito libro. – exclamo mientras me fulminaba con la mirada.

- La culpa la tienes tú, por ser tan antipático y grosero. Si no hubieras entrado como el amo y señor de todo, tal vez estuvieras frente a mí con otra cara. – respondí, volviendo a la lectura de mi libro.

- ¡Demonios!- grito mientras jaloneaba el libro de mis manos y me obligaba a levantarme.

- ¡Dame ese libro! – grite enojada, mientras trataba de alcanzarlo pero no podía. Lo elevaba más y más, mientras yo brincaba en vano.

- Mmm, eres una chica bonita. Hagamos un trato, dame un beso y te doy tu libro. ¿Qué te parece? – pregunto con una mirada picara.

Me sonroje de pena. Qué diablos estaba pensando ese tipo. Estaba enojada, levante mi mano para abofetearlo, pero él me adivino el movimiento y la tomo, obligándome a ceder y ponerme cerca de su cuerpo.

- ¡Suéltame! – grite con enojo, pero no fue lo suficiente. Jalo mi cuerpo junto al suyo y poso sus labios contra los míos, sin mi aprobación. Esos carnosos, rojos labios estaban en contra de los míos, con fuerza. Lo empuje como pude, mientras respiraba de nuevo.

- Que rico besas. – replico, devolviéndome el libro de nuevo a mis manos.

- Eres un idiota, Inuyasha. – grite con furia, me había besado a la fuerza.

- Estamos en desventaja, te sabes mi nombre, pero yo no. No se vale. – objeto con una sonrisa.

- Que te importa. – respondí, dando media vuelta y dándole la espalda para irme corriendo a mi recamara, pero no pude, el me sostuvo del brazo con fuerza, posicionándose detrás mío.

- Si no me lo dices, te volveré a besar. ¿Quieres que te vuelva a besar? – pregunto en un susurro.

No lo quería ni sentir cerca de mí, me sentía ultrajada.

- Kikyo. – dije a secas, quitando mi brazo de su mano y comenzar a caminar lo más rápido que pude.

Mi corazón me golpeaba con fuerza el pecho. Que era lo que había sentido, estaba sonrojada, apenada, mis labios aun sabían a su boca, mi nariz aun respiraba el aroma de su colonia, mi cintura aun sentía el apretujón de sus manos. Llegue a mi habitación casi en seguida, me tire con desgano en mi cama y me halle con su cuaderno de apuntes al lado mío, lo tome y lo observe… era un idiota, pero aun así, no sabía porque no podía terminarlo de odiar… acerque el libro a mi pecho y no podía creer que quería que sus labios volvieran a acercarse a los míos.

El teléfono de la habitación sonó con fuerza, sacándome de mi trance. Me levante sin fuerza para poderlo contestar. Se me hacia raro, que alguien me llamase, nadie sabía que estaba en ese hotel barato. Levante el auricular, y lo puse en mi oreja para escuchar al que me llamaba.

- ¿Bueno? – pregunte.

- No podía creerlo, cuando me lo dijeron. Que estuviste en mi casa, y que Inuyasha te echo casi a patadas. Vaya, vaya, vaya. Quiero hablar contigo, en persona. – dijo, con una voz sarcástica. Sabía muy bien de quien pertenecía esa voz llena de seriedad y soberanía.

- Sesshoumaru. – pude responder, tragando con dificultad.

Continuará...