Prólogo

1 de septiembre del año 1939.

Alemania invade Polonia, dando inicio a la segunda guerra mundial en Europa.

"¡Tío Eren! ¡Tío Eren! ¿Es cierto lo que dicen?"

El castaño miro cómo su sobrino venia corriendo a toda velocidad, y como tenía su carita llena de preocupación. "¿Qué es lo que dicen?"

"Que Francia le ha declarado la guerra a Alemania"

3 de septiembre del año 1939.

La Gran Bretaña y Francia le declaran la guerra a Alemania.

"Mikasa, ¡Tienen que salir de aquí! La guerra traerá muerte a toda Francia"

¿Tienen? "Eren, TENEMOS que salir de aquí, los tres juntos"

Tal vez, el joven Jeager le debió haber informado antes a su hermana la decisión que había tomado.

"No, tienen…"

El ambiente era tenso en aquella oficina,

A pesar que el sol brillaba como cada mañana,

Ya no podías sentir el calor que brindaba.

El infierno acaba de comenzar, pensaba un hombre de estatura alta.

"¿Erwin?" un joven de cabellera oscura acababa de sacar de sus pensamientos al rubio.

El hombre solamente volteo a dirección del dueño de aquella voz. Pudo ver como su amigo le ofrecía un cigarrillo,

"Gracias" respondió mientras aceptaba la oferta.

Los años de amistad que compartían aquellos hombres, eran los suficientes para que uno pudiera comprender la preocupación del otro. Sin embargo, mientras uno demostraba sus sentimientos ante la situación actual de su país, mediante sus rasgos faciales, otro simplemente tenía su mirada habitual de aburrimiento e indiferencia, aunque ahora, con sus ojos grises y fríos enfocados hacia el olvido.

Una ráfaga de viento había entrado, para hacerles recordar a aquellos hombres, que para bien o para mal, estaban vivos. Esa ráfaga de viento era un recordatorio que todo esto era real, que esta era su realidad.

"Ganaremos" el rubio termino rompiendo el silencio.

Ganaremos, un hombre de estatura baja soltó una diminuta sonrisa, algo demasiado extraño e inusual de él.

"¿Realmente alguien gana?" cuestiono al rubio.

A partir de aquel día, la sangre derramada, era más común tanto en los periódicos, como en tu propia familia.

"¡MAMA!" gritaba a todo pulmón un niño pequeño de ojos y cabellera oscura.

La noche era fría, muy pero muy fría.

"¡SUELTENME POR UN MALDITO CARAJO!" una madre se encontraba con el corazón destrozado, ¿Quién no lloraría al ver como tu razón de vivir se iba alejando de ti?

La luz de la luna iluminaba las enormes lágrimas que salían de una mujer rota.

Las ráfagas de viento hacían bailar los sentimientos de horror y pérdida de una mujer rota.

El humo de los trenes le hacía recordar lo asqueroso que era el mundo a una mujer rota.

"Pórtate bien, se amable con todos, y hazle caso a tus maestros ¿Esta bien?"

Una niña de cabellera clara y ojos grises asentía de forma afirmativa a su madre, "Si mami" respondió creyendo que iría a un tipo de vacaciones o algo parecido.

La mujer de cabellera clara y corta había empezado a abrazar a su hija, "Te amo mi vida" le dijo mientras le daba un beso en la cabellera de su hija, y mientras intentaba no llorar.

La niña realmente no entendía porque su madre estaba llorando.

Sin embargo, en vez de preguntar, decidió dirigirse a su padre, ya que su tren estaba a punto de salir.

La pequeña criatura llamo a su padre al decirle "Papi" mientras levantaba sus brazos en señal del abrazo que le quería dar.

Un hombre se encontraba con el alma rota. Nunca había estado preparado para una situación como esta.

El atardecer de aquel día, reflejaba perfectamente como un padre no quería, no podía dejar ir a su hija querida.

El hombre se agacho para estar a la altura de su hija. En cuanto estuvo a punto de abrazarla, la niña cambio de forma rápida su postura.

Su pequeño brazo izquierdo había quedado al lado de su pierna, mientras el derecho estaba dirigido a su cabeza, en forma de saludo.

"Nos volveremos a ver pronto, sargento" dijo con determinación en su mirada gris e inocente, mas con una sonrisa en los labios.

Esa fue la gota que derramo el vaso, eso termino destruyendo el corazón de un hombre.

De forma rápida, un padre se encontraba abrazando a su hija, abrazándola con las fuerzas de nunca más volverla a dejarla ir.

"Cuídate mi amor" dijo de forma dulce, mientras hacia su mejor esfuerzo por no dejar caer un par de cristales que se habían formado al final de sus ojos grises.

De pronto, la mirada fría e indiferente de un hombre, había cambiado de forma drástica, a la tierna mirada de un padre amoroso.

El mundo es cruel, pero también muy hermoso reflexionaba una mujer, mientras intentaba recordar los bellos ojos oscuros de su amado hijo.

Se pudo escuchar como alguien había tocado la puerta, "Mikasa, ¿Estas lista?" preguntó el amigo rubio de la mujer.

Ella solo asintió.

Antes de salir, Mikasa decidió tomar un vistazo ante la vestimenta que traía puesta.

Sus ojos negros estaban siendo adornados con un delineador negro bastante grueso. Debajo de su mirada se encontraban unas pequeñas decoraciones, las cuales parecían pequeñas estrellas.

Sus labios estaban siendo cubiertos por una ligera capa de rosa carmesí. Este le daba un toque dulce, y tentador a aquellos labios.

En su cuello traía un pequeño collar. Este era muy simple, ya que era únicamente un pedazo de metal atado a una vieja cuerda. Mas lo importante no era ni el metal ni la cuerda, si no lo que el metal guardaba.

Una parte de su traje le cubría solamente la parte de sus pechos, parecía estilo sostén. Esta era verde esmeralda, tenía pequeños pedazos de piedras, que le daban un toque llamativo.

Ese traje dejaba ver su físico por completo. Podías ver lo bien que le habían caído los años a aquella mujer.

Todo el vientre de Mikasa se encontraba completamente expuesto. Sin embargo, su piel blanca estaba siendo adornada con pinturas de serpientes hambrientas. Este toque le daba una imagen algo peligrosa.

Sin embargo, esas serpientes no cubrían solamente su vientre, sino también sus brazos y sus piernas. Al parecer era una regla de aquel lugar, que todas sus bailarinas tenían que salir con esas serpientes pintadas en su cuerpo.

Mikasa tenía una falda que le cubría sus piernas, más al mismo tiempo, las exponía por completo. Un pequeño pedazo de tela cubría su parte más íntima, y el resto de la falda, estaba compuesta de una tela verde esmeralda transparente. Esto hacia que las largas y esbeltas piernas de Mikasa fueran expuestas por completo.

Cualquier hombre habría encontrado a aquella mujer tanto hermosa, como tentadora. Sin embargo, había un pequeño detalle que no dejaba apreciar la belleza de la ojinegra. La mirada de Mikasa era la misma de una bestia, simplemente podías observar como estaba dispuesta a matar a cualquiera en cualquier momento.

"Malditos" dijo en un susurro. A la joven le daba asco pensar que tendría que bailar para una bola de puercos. Sin embargo, tenía que hacerlo, no le quedaba otra opción.

"¿Mikasa?" volvió a llamar Armin, ya que su amiga seguía sin salir.

"Disculpa, ya voy" respondió esta.

Rápidamente Mikasa se iba poniendo el velo que la cubriría aquella noche. Era un velo delicado, de color verde esmeralda como el traje que poseía. Después de esto se acomodó la peluca de rizos rubios que tendría que poseer aquella noche. Entre más distinta este, mejor, reflexiono la ojinegra antes de salir.

Erwin solo miraba la cara da aburrido que traía su amigo, ¡Levi! Pensó antes de darle un codazo.

El hombre respondió con un "Ouch" ya que su amigo le había golpeado algo fuerte.

Tenían que ser lo más amables con aquellos señores, y la expresión de Levi, no era precisamente una muy amable.

"¿Pasa algo señores?"

"No, nada" respondió de forma rápida Levi.

Erwin y Levi se encontraban reunidos con unos coroneles sudamericanos. Estos habían acordado en unir fuerzas con Francia. Sin embargo, hace unos días Levi alcanzo a escuchar una extraña conversación entre uno de aquellos hombres y un alemán. Se creía que estos hombres eran infiltrados de la Alemania nazi.

Después de informar a sus superiores de aquella extraña escena, estos solo respondieron que Levi y Erwin tenían que seguir con el trato acordado. Estos estarían siendo infiltrados también.

Así, que tanto Erwin como Levi tuvieron que ir en barco hasta África del sur para reunirse con aquellos coroneles, que por cierto, eran musulmanes, así que el Erwin y Levi tuvieron que aprender sobre qué hacer para no ofender sus creencias.

Los hombres acababan de llegar a un lugar estilo bar. Se encontraban ellos solos, mas unos soldados sudamericanos, que cuidaban la seguridad del lugar.

"Qué lindo lugar" intento ser amable Erwin al apreciar el bar en el que acababan de entrar.

Pero el lugar no era muy lindo que digamos. Aquel lugar estilo bar, estaba algo sucio y con humo de cigarro en todo el aire. Realmente costaba algo de trabajo respirar.

El rubio empezó a mirar el piso, asesinos, llego a la conclusión al ver toda la sangre que se encontraba en ciertas partes del lugar. Ni siquiera se habían preocupado de limpiar eso.

Pero eso no era todo, había soldados tirados, y no parecían estar respirando.

Botellas de alcohol, vasos rotos, y prendas de mujeres se encontraban también en aquel lugar.

Erwin se empezó a cuestionar, porque los coroneles los había traído a un lugar, tan bajo.

Están tramando algo, llego a la conclusión, mientras se aseguraba tener sus armas a la mano.

Uno de los coroneles ofreció una gran sonrisa al cumplido del rubio, "Y se va a poner mucho mejor" respondió.

Que están tramando, pensó Levi.

El hombre de cabellera oscura volteo a ver a su amigo rubio, pero este se encontraba con un leve sonrojo en sus mejillas.

"¿Eh?" Levi no entendía porque su amigo parecía colegiado.

Sin embargo, no tardo en comprender.

Música de tambores había comenzado, y bailarinas musulmanas habían llegado.

El sargento se sorprendió ante las mujeres que venían. En efecto eran muy bellas, especialmente de cuerpo, ya que era lo único que se podía apreciar de ellas.

Prostitutas, entendió Levi de pronto, ya que sabía que la mujer musulmana promedio solo podía bailar de aquella forma ante su marido.

"¿Les gusta una señores? Porque si quieren, se la podemos regalar. Un pequeño detalle de nuestra parte"

"¿Disculpe?' dijeron los dos hombres al mismo tiempo.

Sin embargo, no tardaron en comprender la oferta de los coroneles. Las mujeres eran bellas, muy bellas, eso nadie lo podía negar.

"Disculpe señor, estoy casado"

"Yo también"

Los coroneles solo rieron de forma burlona ante la respuesta de los franceses.

Imbéciles, ¿Quién rayos quisiera a una mujer tan usada? Pensó Levi, mientras después empezaba a recordar a la hermosa esposa que había dejado en Francia.

"Pues si me disculpan señores, aquella rubiecita me está llamando" anuncio el coronel Mkandla mientras se acercaba a cierta bailarina de traje verde esmeralda.

"Pase" Levi fue el primero en responder al anuncio del coronel.

Mierda, pensó Mikasa al ver como aquel hombre se iba acercando a ella.

"Que mujer tan bella" sonrió de forma lujuriosa el coronel mientras interrumpía el baile de ella.

Mikasa no respondió nada, solamente intentaba librarse del agarre de aquel hombre.

Erwin y Levi habían decidido empezar la conversación sobre la "información" que los coroneles querían intercambiar.

"Oh vamos, podemos hablar de trabajo después" respondió el coronel Swanepoel.

Se están haciendo los difíciles.

"Disculpe coronel Erwin, pero veo a una morena haciéndole ojitos" respondió el mismo Coronel, quería posponer la charla lo más tarde posible.

Erwin volteo a ver a la morena, justo después de que Levi le devolviera el codazo que este le había dado hace un rato.

"Hanji" le dijo en un susurro, cuando Hanji se entere, te arrancara la cabeza Erwin, pensó Levi.

"Señor, por favor" había al fin hablado Mikasa, haría todo lo posible por no irse con aquel hombre.

De pronto, el pequeño choque entre una mano y una mejilla se hizo presente. El labio de una mujer estaba sangrando.

"No seas grosera"

Mikasa sintió como el corazón se le había parado, sentía rabia porque no podía defenderse de aquel hombre, o al menos, todavía no.

El hombre le tomo de la mano mientras la iba llevando a un lugar afuera de aquel lugar.

Mikasa, con todo el miedo que estaba presenciando, se soltó del agarre del coronel con la meta de salir corriendo.

Pero no pudo…

El hombre la volvió a agarrar, solo que ahora de las caderas, mientras la iba jalando contra él.

El movimiento fue tan brusco, que la parte del traje que cubría los pechos de la joven, se había roto, haciendo que tuviera la espalda completamente desnuda.

En vez que el coronel la volviera a golpear, este la beso de forma salvaje. El contacto entre sus dos cuerpos, era lo único que mantenía aquella prenda cubriendo los pechos de la joven.

Aunque obviamente, esta no duro.

Aquel hombre estaba besando de forma posesiva y violenta a Mikasa, mientras esta estaba desnuda de la cintura para arriba.

De pronto, una mirada gris había notado unos rizos en medio de todo este humo, sangre y alcohol.

¿Por qué le habrá llamado la atención?

Levi de pronto puso su mirada gris en aquella escena. Sin embargo, justo cuando pudo ver lo que estaba pasando (ya que el humo no lo dejaba ver) vio como aquella bailarina se apartaba del coronel, mientras le daba un gran golpe.

No una cachetada, sino un bueno golpe.

Rápidamente Mikasa agarro la parte de su traje para cubrirse sus pechos desnudos.

Levi veía como sus ojos negros tenían pequeños cristales de miedo,

Veía como su piel era blanca y tierna,

Veía como esa mujer estaba siendo adornada con telas de color esmeralda.

De pronto, una mirada gris y una oscura se encontraron.

Aunque en realidad,

Fueron unas almas.