Holis! volví jajajajaja!

Acá les traigo otra adaptación espero les guste.

Como todos sabemos los personajes les pertenecen tanto a S. Meyer como a la autora original (L.M.R) al final les diré el titulo original y el nombre de la autora, bueno no las aburro mas para que empiecen a leer...


SUMARY:

Bella Swan ama su vida. Tiene un trabajo fabuloso, amigos maravillosos, un apartamento magnífico justo entonces Bella tiene la mala suerte de ser testigo de un asesinato de la mafia y su vida se va directa al inodoro. Bajo el Programa de Protección de Testigos, Bella es trasladada al quinto pino, donde la única comida rápida es el ciervo y la única diversión es tener sexo con un lacónico ranchero local. Afortunadamente, la conversación no es lo que mejor se le da a Edward Cullen... El antiguo SEAL Edward Cullen no puede creer su suerte cuando la misteriosa Mary Dwyer (Bella Swan) aparece en el pueblo. Simpson, Idaho, no puede ofrecer una taza decente de café sin hablar de la atractiva nueva profesora de la escuela. En el instante en el que Edward ve a Mary, la marca como suya. De acuerdo, no se le da muy bien eso de hablar, pero él se esforzará al máximo para hacerla feliz. Cuando descubre que su vida está en peligro, Edward no se detendrá ante nada con tal de mantenerla segura y a su lado. Él no está solo. El pueblo entero quiere conservarla.


Prólogo

30 de septiembre, Boston.

—Su nuevo nombre es Mary Dwyer —dijo el jefe de policía.

—Eso es absurdo —soltó Bella Swan, exasperada—. ¿Tengo cara de Mary?

—Hombre, a decir verdad... —El jefe de policía la observó de arriba a abajo, con compasión—. Ahora mismo tiene una cara desastrosa.

—Muchas gracias. —Bella tiró de la mugrienta y desgastada manta de hotel para cubrirse más los hombros, convencida de que generación tras generación de comerciantes ambulantes se habrían corrido sobre ella. Pero era calentita. Hacía tres días que no conseguía quitarse el frío de los huesos. Claro que hacía tres días también que un tipo la perseguía para matarla, hecho más que suficiente para que cualquiera se quedara helado.

El hombre se sentó junto a ella en la apestosa cama del apestoso hotel y le tomó de la mano. Mike Newton no era ningún Gary Cooper, algo habitual entre los jefes de policía. No era mucho más alto que ella, y tenía más pinta de censor que de jefe de policía.

Si Bella hubiera trabajado en la Administración, habría elegido a alguien distinto para que desempeñara el papel de Jefe de policía y, si alguien le hubiera preguntado el porqué, habría alegado que Mike Newton sencillamente no daba la talla. Los jefes de policía deberían ser altos y atléticos, debían tener ojos acerados y un revólver a la cadera; no bajos y rechonchos, y con un teléfono móvil enfundado en la pistolera. Pero nadie le había pedido su opinión y tendría que conformarse con lo que tenía.

—Escuche, Mary...

— ¿Mary?

—De ahora en adelante se llama Mary Dwyer. —Mike Newton sacó unos cuantos papeles de su arrugada chaqueta de traje—. Su nombre completo es Mary Dwyer. Nació el 27 de Junio de 1977 en Bend, Oregón, y es hija de Carmen y Phil Dwyer, librero y ama de casa, respectivamente. Ha vivido toda su vida en la costa noroeste del Pacífico y nunca ha viajado al extranjero, ni siquiera a Canadá. Se graduó como profesora en 1999 y llevaba impartiendo clases y viviendo en su casa de Bend desde entonces. Quería alejarse de sus padres, así que acaba de aceptar un empleo en Simpson, Idaho, como profesora de alumnos de segundo de primaria.

¿Una profesora de primaria? Ajjjjjjjj.

—Ni de broma —dijo Bella con firmeza, poniéndose en pie. La minúscula alfombra color mugre con manchas de café y quemaduras de cigarrillo que había sobre el suelo era demasiado pequeña como para caminar sobre ella, así que se conformó con echarse a temblar—. Esto no va a funcionar. Nunca he estado en Oregón, ni en Idaho. De hecho, lo más lejos que he llegado nunca hacia el oeste es Chicago. Dudo mucho que pueda hacer de profesora de primaria; soy hija única, nunca he estado con niños, no me interesan los niños y no sé nada de ellos. Soy editora —y buena, por cierto—, no profesora. Tanto mi padre como mi madre están muertos y, decididamente, no eran un... Phil y una Carmen cualquiera. Nací en el extranjero y jamás en mi vida he ido a ningún lado sin mi pasaporte. Y le aseguro que no puedo llamarme... Mary. —Se detuvo para tamborilear los dedos sobre la estantería de plástico sobre la que estaban los pocos efectos personales que Newton le había traído de la farmacia, y después volvió a sentarse sobre la cama, abrazándose con la rasposa manta—. Así que, como puede ver, será mejor que se invente algo mejor.

Mike Newton había estado escuchando sus quejas con la cabeza ladeada, mirándola con seriedad y dejando que se desahogara.

—Bueno —dijo, frotándose las manos en las rodillas y frunciendo los labios—, supongo que todo esto no es tan necesario.

Bella pestañeó. ¿Ah, no?

Newton suspiró.

—Siempre puede decidir no testificar contra Vulturi y nosotros seguiremos adelante con las pruebas que tenemos. De acuerdo con la ley, podríamos retenerla como testigo material, pero preferimos no aplicarla así. Nadie puede obligarla a que cumpla con su deber de ciudadana para poner a la escoria de la sociedad entre rejas. Si de verdad quisiera, podría salir ahora mismo de esta habitación, volver a casa y retomar su vida desde donde estaba antes de que viera cómo Aro Vulturi le pegaba un tiro en la cabeza a James Witherdale, el sábado pasado.

Recobró la esperanza de golpe. ¡Síííí! Todo aquello no era más que una pesadilla y parecía que por fin acababa. Bella empezaba a sentirse bien por primera vez en tres días, y el dolor que le oprimía el corazón desde hacía tres días empezaba a remitir.

No se le había ocurrido que pudiera haber una salida. Por supuesto que, como ciudadana, su deber era que se hiciera justicia. Durante unos dos segundos, Bella sopesó su deber como buena ciudadana con recuperar su vida.

La pelea ni siquiera fue justa: su vida ganaba por mayoría absoluta.

Tiró la apestosa manta sobre la cama.

—Bueno, si ese es el caso, creo que...

—Claro que —murmuró Newton, quitando pelusas imaginarias de la manta—, no duraría más de cinco minutos ahí fuera. De acuerdo con lo que cuentan por ahí, Vulturi le ha puesto precio a su cabeza... y no estoy siendo poético, querida, quiere su cabeza, literalmente. Ofrece un millón, Mary...

—Bella —susurró mientras se dejaba caer de nuevo sobre la mugrienta cama. Podía sentir cómo la sangre se le agarrotaba en la cabeza.

—Mary —dijo Newton con firmeza—. Como le iba diciendo, el primero que la pesque, recibirá un millón de dólares. En efectivo. Más de uno de esos haría cosas mucho peores que matar y decapitar por mucha menos pasta. Acaba de empezar la temporada de caza, Mary... ¡y usted es la pieza a cobrar!

Su garganta emitió un sonido y Newton asintió.

—De acuerdo. —Newton volvió a consultar su cuaderno de notas—. Déjeme hablarle de usted. Nació en Londres, el 6 de marzo de 1977, hija única de padres ya mayores. Su padre era un directivo de IBM y usted se crió por todo el mundo, asistiendo a colegios americanos. Sus padres están muertos y no tiene ningún otro familiar vivo. Tras graduarse, volvió a los Estados Unidos para continuar sus estudios y se licenció en filología* inglesa por la universidad de Columbia. Desde 2001 ha estado trabajando como editora de una prestigiosa editorial de Boston. Gana $38.000 al año más beneficios. Se compró un apartamentito en Boston con lo que sus padres le dejaron, donde vive sola, con su gato, Federico Fellini. Le encantan las películas, cuanto más antiguas, mejor. Le apasionan los libros y pasa la mayoría de su tiempo libre en las librerías de segunda mano. Su mejor amiga se llama Dora. Le apasiona la comida picante y de vez en cuando sale con un tipo llamado Tyler Crowly. —Alzó la vista y la miró con expresión suave—. ¿Hasta ahí qué tal?

Bella le miró boquiabierta, incapaz de decir palabra.

—Todo lo que acabo de contarle está en los archivos públicos; sus vecinos y colegas estuvieron más que encantados de contarnos sus costumbres. Créame, cualquiera podría hacerse con esta información. Un millón de dólares es un incentivo más que razonable. Así que, tenemos aquí el retrato de una joven muy sofisticada y que ha viajado mucho, a la que le encantan las ciudades, los libros y las películas de arte, y que ha vivido siempre en la Costa Este. ¿Ve por qué tenemos que enviarla a la zona oeste, a un pueblo tan pequeño que no tiene ni librería, y convertirla en una profesora de primaria sin pasaporte?

Newton se puso su chaqueta de tweed pasada de moda y se dirigió hacia la puerta.

—Por favor —susurró Bella—. No puedo hacerlo. —Su voz no era más que un susurro tembloroso.

Newton la miró con gesto sombrío, con sus ojos de perro viejo.

—Bienvenida a la cadena alimenticia, Mary —dijo quedamente, giró el deslustrado y grasiento pomo de la puerta y salió.

Un millón de dólares.

El profesional se quedó mirando la pantalla del ordenador. No habían pasado tantos años desde que el profesional fuera uno de los mejores piratas informáticos de Stanford. Seguía teniendo ese poder. Y la información era poder.

La mayoría de la gente piensa que los asesinos a sueldo son descerebrados mentales, apenas suficientemente inteligentes como para empuñar un arma. Pero estaban equivocados. Se trataba de una profesión maravillosa para una persona ambiciosa y con ansias de llegar lejos. Estableces tus propios horarios, hay dinero más que de sobra y, sobre todo, se cobra en negro. El último acto, apretar el gatillo, es el más fácil de todos. Bastaban unas cuantas horas en el campo de prácticas para que así fuera.

No, lo difícil era encontrar a la víctima, la caza en sí. Eso era lo que diferenciaba al profesional del medio millón de dólares del matón de los cien dólares. Este tipo, sonrió el profesional, o mejor dicho esta «tipa» era el objetivo perfecto. En cuanto la encontrara, un solo tiro sería más que suficiente.

Qué coño, probablemente una cápsula de cianuro disuelta en una taza de café bastara. No podía ser muy difícil convencerla para que se tomara una taza de café. Todo el mundo coincidía en que Isabella Swan era una persona agradable. Simpática, trabajadora, ratón de biblioteca, video aficionada... Se educó en el extranjero, habla tres idiomas, licenciada en filología, trabaja editando libros, le encantan los gatos, odia a los perros. Su gato se llama Federico Fellini.

No le había costado mucho reunir toda aquella información. Era sorprendente todo lo que la gente estaba dispuesta a contarle a un tipo trajeado y con una placa del FBI comprada en los chinos.

Un millón de dólares. No estaba nada mal. Junto con la suma de los trabajos que ya había completado, era más que suficiente para retirarse en aquella casa en primera línea de playa de St. Lucía; francos suizos llegándole todos los meses, dinero fijo y seguro, y la Agencia Tributaria a miles de kilómetros de distancia. La jubilación a los treinta en una casa de lujo al sol. Qué trabajo tan maravilloso.

Isabella Swan debía morir.

Un poco de lástima sí que le daba. Todo el mundo hablaba tan bien de ella, y parecía guapa, a juzgar por la única foto que pudo encontrar el profesional: una copia emborronada del boletín mensual de la empresa. Aun así... un millón de dólares eran un millón de dólares.

Los idiotas de Vulturi estarían dando vueltas ahora mismo, buscando detrás de los arbustos, volviéndose locos y dejando huellas que hasta un ciego podría seguir.

«No», pensó el profesional tecleando a ritmo constante en el teclado. Había otras formas mucho más inteligentes de encontrar a Isabella Swan.


*Filología:se ocupa del estudio de los textos escritos, a través de los cuales intenta reconstruir, lo más fielmente posible, el sentido original de los mismos con el respaldo de la cultura que en ellos subyace. El filólogo se sirve, por tanto, del estudio del lenguaje, la literatura y demás manifestaciones escritas, en cuanto constituyen la expresión de una comunidad cultural determinada. También comprende el estudio de las lenguas y la cultura de sus hablantes.

Espero que les vaya gustando, si esta historia ya esta adaptada por favor comuníquenmelo porfis!.

Espero sus comentarios.

Besos

Indi