¡Hola!

Antes de que venga la última parte del fic quiero decir que hoy, 28 de noviembre, a las 10:20 de la mañana en México (centro) nació una personita que hoy en día es muy especial para mí. Nada más ni nada menos que mi pequeño medio limón.

Bueno, ahorita mismo hay un pastel imaginario de chocolate con dieciocho velitas (sopla, sopla) y yo tratando de cantar las mañanitas.

Solo: ¡Feliz cumpleaños! Recuerda que eres una de mis mejores amigas del mundo y espero que te guste.


Disclaimer: Todo lo que se reconozca es propiedad de Disney, yo solamente escribo esto porque es un regalo.

Dedicado a mi blimón, porque ya es adulta. Y a ustedes, que leyeron, comentaron, dieron favorito o follow. Gracias.


Tercera y última parte

A los ojos de Shang

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28 de noviembre

10:20 a.m. (para mí)

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Ping era una mujer.

Era imposible.

Shang se enderezó y miró de reojo al trío problemático que era el que protegía a Ping, sus expresiones de preocupación eran tan sinceras que tuvo que desechar la posibilidad de que fuera una broma.

Entonces el médico era el que estaba mintiendo, era viejo. De seguro su vista era mala y estaba confundido. Ping no podía ser una chica.

Entró precipitadamente a la tienda y vio a su soldado recostado, estudió su rostro unos segundos antes de que este se enderezara. Era fino y delicado, pero había encontrado a muchos hombres que tenían el rostro de esa forma y no eran mujeres.

De pronto, Ping abrió los ojos y le sonrió. La misma sonrisa de siempre que lograba incomodarlo un poco. Pero hasta entonces todo era normal. Era Ping. No una chica. Pero entonces se enderezó.

Y la manta resbaló de su cuerpo para dejar su torso vendado al descubierto.

Abrió la boca, mirándolo con incredulidad.

"Mirándola" se corrigió mentalmente.

Ella pareció notar el porqué de su reacción tratando de taparse de nuevo, pero era inútil. La había visto.

–Puedo explicarlo –murmuró ella.

Shang no contestó. Ni siquiera la miró. Estaba anonado. Ping era una mujer.

Era demasiado, lo habían engañado, se habían burlado de él.

–Es cierto –la voz incrédula del consejero traspasó sus pensamientos, éste se hallaba en la entrada de la tienda, se cruzó de brazos y salió. No quería escuchar lo que haría ese hombre a continuación, no estaba de ánimo.

Un aire gélido lo recibió cuando salió apresuradamente del lugar, quería irse a cualquier lado lejos de ahí, para estar a solas, para meditar. Para tratar de comprender por qué esa mujer había llegado tan lejos en una mentira, ¿había sido para darle una lección? ¿Para demostrar algo? ¿Qué ganaba con ello? Todos sabían que el precio por ello era la muerte.

Las exclamaciones de los soldados y las palabras furiosas del consejero parecían llegar de un lugar muy lejano mientras batallaba consigo mismo, ¿podría matarla?

–Lo hice para salvar a mi padre –su voz era suave y firme a pesar de todo.

La miró de reojo, sus ojos mostraban sinceridad. Así que era por eso.

Su padre.

–Era la única forma. Deben creerme.

Shang apartó la mirada. Le creía, había escuchado a su padre decir que Fa Zhou había quedado lesionado en la última guerra al demostrar gran valor y que, en dado caso de que llegara a luchar en otra, sus probabilidades de morir y dejar sola a su esposa e hija eran muy elevadas. Si su padre lo sabía era obvio que su familia también y probablemente, la chica, al saber del futuro de su padre había decidido tomar su lugar para salvar su vida con la certeza de que si descubrían su verdadera identidad moriría. Esa era una gran muestra de valor y amor. Pero, ¿quién no haría eso por un padre? Aparte de creerle, extrañamente, la comprendía. Él habría hecho lo mismo o más por su progenitor.

–Capitán –Shang evitó dar un respingo al notar al consejero a su lado.

Se dio la vuelta y vio acurrucada a la chica.

Mulan.

Miró de reojo al consejero y supo que ese era su momento. Debía matarla.

Se acercó a la montura de la chica para desenvainar la espada que era de Fa Zhou. El animal, obviamente, se encabritó, pero el consejero ordenó a algunos soldados detenerle, al igual que encargarse de los que eran los amigos de la chica, que estaba completamente quieta mientras se acercaba con lentitud hacia donde se encontraba.

Mulan solo lo miró, sin lágrimas o sollozos descontrolados, parecía aceptar su destino, inclinó la cabeza cuando estuvo delante de ella y eso le provocó un escalofrío.

No iba a matarla, no después de todo lo que había hecho por él, por su tropa. Sabía que lo único que cambiaba era el nombre y en que la viera ahora como una mujer. Pero seguía teniendo la misma valentía, lealtad, honestidad que antes. Igual que su deuda de vida.

Arrojó la espada cerca de donde se encontraba. Ella alzó la mirada, sorprendida.

–Te doy vida por vida, he pagado mi deuda –Shang se dio la vuelta, estaba ligeramente molesto y no sabía exactamente por qué–. ¡Vámonos!

–Pero… usted tiene… tiene… que… –el consejero se acercó a él, anonado. Eso fue suficiente para él, lo agarró con brusquedad para acercarlo más a su rostro.

–He dicho: vámonos –repitió mientras montaba su caballo, iniciando la marcha hacia el palacio del emperador.

Los demás se apresuraron a obedecer y muy pronto dejaron atrás el lugar donde se había quedado sola Mulan. Shang no miró atrás, sabía que si lo hacía regresaría. Pero no entendía si para pedirle perdón porque iban para llevarse el crédito de algo hecho por ella o una explicación.


–Esa serpiente traidora le ha llevado el deshonor a su familia…

Shang trató de ignorar los comentarios desdeñosos del consejero mientras se acercaban a la ciudad, había pasado cierto tiempo desde aquella revelación pero los soldados parecían estar aceptándolo ahora, después de su estado de aturdimiento y él lo agradecía, si tenía que seguir escuchando las palabras del consejero se colocaría a su altura para dejarle un recuerdo de su puño. Apretó las riendas de su caballo con más fuerza. Por lo general controlaba muy bien su temperamento, pero los acontecimientos recientes no ayudaban mucho para mantenerlo aplacado.

Respiró hondo y dejó que su caballo redujera el paso para colocarse más cerca de sus soldados. Uno de ellos reía, le bastaron unos segundos para reconocer a Ling.

–Ahora entiendo porque se puso así ese día en el lago –Ling soltó otra carcajada estruendosa.

–Fue una suerte que la serpiente roja te mordiera –Chien-Po interrumpió a su amigo con serenidad–. De haberla descubierto antes las cosas serían diferentes.

Shang se tensó un poco, en eso tenía razón, en ese momento solamente le debía una mejora en la tropa y eso no era un buen motivo para dejarla viva. Agradeció internamente a la serpiente roja, aunque nunca había visto una de ese color.

–No estoy seguro de que fuera roja –objetó Ling–. Estaba demasiado oscuro.

–Pues yo estoy orgulloso –interrumpió Yao–. Admito que al principio le hacíamos la vida imposible, pero le enseñé a escupir como todo un hombre.

Ling rió de nuevo y varios soldados lo imitaron.

–Su padre estará orgulloso de ella cuando vuelva a casa y le diga: "mientras estaba en el ejército aprendí a escupir, padre". Cuando los hombres que vivan cerca de ese lugar la escuchen, desearán desesperadamente que sea su esposa.

Al terminar eso, las carcajadas fueron más que la vez anterior, pero Shang no se rió. Curiosamente ese comentario le hacía ruborizar. Pero era algo absurdo. Solamente porque había descubierto que Ping era en realidad Mulan no iba a comenzar a interesarse en ella. ¿Qué era diferente? Solamente que era una chica. Una chica que podría comprenderlo cuando hablara de estrategias o entrenamientos, alguien que no pondría objeciones si decidía volver a participar en una guerra si no que haría lo posible por ayudarlo.

–Yo le enseñé a armar una tienda de verdad –otro comentario se abrió paso en sus pensamientos.

Sacudió la cabeza para despejar su mente con los ojos de Mulan.

– ¡No importa eso! ¡No importa que sepa luchar, escupir, armar una tienda, patear bien y esas cosas! –el consejero se volvió hacia ellos con una expresión de enojo–. ¡Dejen de hablar de esa mujer como si lo que hubiera hecho fuese lo correcto! ¡Es una absoluta deshonra y ustedes no parecen comprenderlo! ¡Quienquiera que sea el desdichado que se atreva a casar con semejante chica llevará desgracia a su familia y a su buen nombre!

Shang cerró los ojos, sabía que el consejero tenía un poco de razón, pero eso no le quitaba las ganas de contestarle como se lo merecía. Si él se descontrolaba los demás seguirían su ejemplo.

–Si vuelvo a escuchar otra palabra más sobre Ping o Mulan se las verán conmigo –dijo en voz alta, mirando con furia al consejero, que pareció aplacarse un poco mientras se daba la vuelta para continuar con su camino.

–Somos los héroes de China –le escuchó murmurar–. Me conformo con eso.

Shang se concentró con fuerza en algo que lo calmara o las cosas terminarían muy mal.


Sentía la mirada de todos los presentes, pero eso no evitaba que mirara alrededor con todos sus sentidos despiertos. Estaba esperando que los hunos aparecieran. A pesar de haberse mostrado indiferente con Mulan unos momentos antes le había creído, pero no podía permitir que le hablara de esa forma enfrente de toda esa gente, eso solamente aumentaría las deshonras que llevaba encima. Ignoró los sentimientos de culpa cuando el emperador les dio todo el mérito de la derrota de los hunos, miró la espada que sostenía para inspeccionar el techo, pero solamente había unas estatuas.

–Presento ante usted la espada de Shan-Yu –dijo en voz alta, extendiéndosela al emperador. El dragón que estaba detrás de él lo ponía tenso. Había algo raro en él.

–Su padre hubiera estado muy orgulloso.

Eso hizo que dejara de pensar en el dragón, en los hunos, en Shan-Yu, en Mulan, en todo. Miró los ojos del emperador, llenos de comprensión y supo que no estaba mintiendo. Lo creía.

Abrió la boca para responder cuando un halcón le arrancó de las manos la espada con tanta fuerza que le cortó un poco, evitó hacer una mueca, pero no por el dolor, sino porque el ave había llevado la espada hacia el techo que miraba momentos antes, donde se escondía Shan-Yu. Mulan no mentía. Eso confirmaba el hecho de que podía confiar en ella.

Desenvainó la espada con lentitud cuando oyó un ruido violento a su espalda, no pudo darse la vuelta pues sintió que los hunos lo rodeaban y uno le daba un golpe demoledor, tirándolo al suelo. Todo le daba vueltas pero pudo enderezarse lo suficiente como para ver cómo se llevaban al emperador al palacio.

– ¡No! –gritó, corriendo hacia la enorme puerta que se cerraba con rapidez. Justo cuando llegó ésta terminó de cerrarse. La aporreó con fuerza mientras escuchaba la carcajada del líder de los hunos.

Miró con impotencia la puerta.

Se sentía mal. Esa era lo que merecía por haberle negado a Mulan el derecho de ser reconocida como heroína de China. Ahora sí que le había fallado a su padre y al emperador, estaba seguro de que si éste viviera se sentiría profundamente decepcionado de su persona. Golpeó la puerta de nuevo, con un grito desgarrador.

No iba a permitir que nada le pasara al emperador. No se podía dar el lujo de quedarse sin hacer nada. Después de todo era el capitán Li Shang.


Si estuvieran en un momento diferente Shang hubiera reído como no lo hacía desde que era pequeño. Una parte sería por el aspecto que tenían los tres soldados amigos de Mulan, que no habían dudado cuando ella había ido a pedir su ayuda, él también fue porque confiaba en la chica, sabía que sus ideas a veces eran mejores que las de él. Y, por otro lado, sus ganas de reír eran debido al nerviosismo que le causaba el casi haber sido descubiertos, cuando a Ling se le había caído la manzana, además de la cara de entusiasmo que se le había puesto a un guerrero huno.

Definitivamente los hunos habían pasado mucho tiempo alejados de las mujeres para sentirse atraídos por sus guerreros, él no les veía mucho parecido con las chicas o quizá era solamente porque Mulan estaba a su lado y lograba distraerlo un poco. Sacudió la cabeza cuando empezaron a atacar a los hunos, debía de concentrarse, su objetivo era el más difícil y peligroso: él iría a por Shan-Yu y pensar en la chica no le iba a ser de mucha utilidad.

– ¡Shang, corre! –ella le hizo una seña con la cabeza y él obedeció, se dirigió con rapidez al lugar en donde el líder huno estaba con el emperador.

Llegó justo a tiempo para detener el ataque, los golpes del líder eran precisos y dolorosos, pero logró dominarlo después de unos dolorosos minutos, jadeó un poco cuando escuchó la voz de Chien-Po al hablar con el emperador, sabía que no iba a resistir mucho más. Justo después de pensar en ello sintió como el huno golpeaba su cabeza contra la suya. Eso hizo que viera todo negro y se desplomó contra el piso. Oyó gritos de júbilo, lo que le hicieron saber que solamente quedaban él y Shan-Yu en el palacio. Lo que significaba que, probablemente, moriría. Cosa que no sería muy mala, había hecho todo lo posible por salvar al emperador. Pero una voz lo sacó de su error.

–Shang –era ella mientras le daba un leve jalón.

Se enderezó a toda prisa, debía de salvar a la chica, no podía permitir que Shan-Yu la lastimara. Alzó la vista para encontrarse con el rostro del líder, sacó una pequeña daga que siempre escondía en el cinto, aunque estaba demasiado débil para volver a dominarlo, pero sería una buena distracción para que Mulan huyera y salvara su vida. Con ese pensamiento cerró los ojos al notar que el huno lo mataría.

– ¡No! –gritó ella.

Abrió los ojos y la miró, ella se recogió el pelo para volver a ser Ping.

Shang evitó maldecir en voz alta cuando el huno lo soltó para salir corriendo tras Mulan.

–Maldita mujer –jadeó Shang, tratando de sentarse –. ¿No podía escapar y dejar que me mataran?

Pero sabía que eso era imposible, escuchó los gritos de la multitud, un "en el techo" y supo que ella necesitaba de su ayuda. Se levantó con dificultad y echó a correr.


–Nos has salvado a todos –el emperador sonrió y le dedicó una reverencia a la chica que estaba frente a él.

Shang compartió una mirada asombrada con Ling, que estaba a su lado, esa frase era lo último que esperaba por parte del emperador después de que enumerara todos los crímenes o "deshonras" de Mulan. Miró divertido la reverencia exagerada del consejero y, cuando ella se volvió para mirarlos, imitó al emperador. Era lo menos que merecía esa chica después de lo que había logrado. Prácticamente sola había logrado derrotar a los hunos.

Escuchó su jadeo de sorpresa por lo que adivinó que todos los presentes le estaban rindiendo homenaje, tal y como se lo merecía, no importaba que fuera una mujer, había demostrado ser más valiente que un hombre.

Se levantó cuando escuchó como el emperador le ordenaba a su insufrible consejero conseguirle a Mulan un puesto importante, pero no prestaba mucha atención, se limitó a mirarla. Estaba sonrojada y sorprendida, tal vez ella no esperaba eso después del regaño que había recibido. Sonrió un poco por el desmayo del consejero, ese hombre necesitaba seriamente encontrar a una mujer que lograra hacer de él algo mejor.

Estaba absorto mirando el cuerpo inerte cuando la chica se lanzó a los brazos del emperador para darle un abrazo.

Esa escena le hizo sonreír de una forma inexplicable. Mulan era verdaderamente asombrosa.

– ¿Está permitido hacer eso? –la voz de Yao sonaba sorprendida, se encogió de hombros cuando ella se dio la vuelta y abrazó a sus amigos, que todavía estaban usando los disfraces de mujeres para después dirigirse a él con una sonrisa nerviosa.

Y él, por primera vez en su vida, no supo que hacer, que decir o como moverse.

¿Estaría bien abrazarla, como sus amigos? ¿Estrecharle la mano? ¿Sonreírle?

Ella se detuvo frente a él y Shang extendió los brazos, pero no la abrazó. No tenían ese grado de confianza, no era lo mismo que cuando se había quitado la parte superior de su ropa porque pensaba que estaba frente a un grupo de hombres. ¿Por qué se sentía tan tímido?

–Eh… –ella lo miró, esperanzada–. Eres valiente –y unas palmaditas. Eso fue algo malo, la sonrisa de Mulan decayó. Sus ojos miraron en otra dirección y él se sintió terrible.

–Oh… gracias –caminó a su lado para ir hacia su caballo y montarlo, le dio unas palmaditas para después salir del lugar, rodeada con las aclamaciones de la gente.

Shang no dejó de ver en su dirección ni cuando la chica se perdió de vista. Escuchó un carraspeo a su lado. Era el emperador, se giró para mirarlo bien.

–La flor que florece en la adversidad es la más rara y hermosa de todas –la sonrisa que le dedicó era amable.

Shang lo miró sin comprender.

– ¿Señor? –preguntó.

Él le dirigió una mirada de reproche.

–No en todas las dinastías conoces a una chica como esa –señaló con la cabeza el lugar por donde había desaparecido Mulan momentos antes, después se retiró.

Shang estuvo dándole vueltas a las palabras del emperador antes de entender que era lo que tenía que hacer. Corrió para buscar su montura antes de que fuera demasiado tarde.


Su mirada sorprendida bastó para entorpecerlo. Le extendió el casco que había ido a recuperar en las montañas antes de ir a su hogar con un pretexto.

–Olvidaste tu casco –trató de decir con voz normal. Sacudió la cabeza y lo acercó para mirarlo bien–. Bueno, en realidad es su casco –se lo extendió a Fa Zhou, un hombre que imponía respeto con su sola presencia, le recordaba un poco a su padre–. Ya que… –Mulan y su padre intercambiaron una mirada, que solamente sirvió para ponerlo más nervioso, ¿qué le pasaba? –. Es decir…

– ¿Te gustaría quedarte a cenar? –lo interrumpió ella, acercándose un paso y agarrando con firmeza el casco.

– ¿Quieres quedarte para siempre? –gritó una voz a lo lejos, él miró hacia su origen, para mirar a la señora mayor, la abuela de la chica, sonreírle con calidez. Miró de reojo a Mulan, que sonreía divertida aunque estaba ligeramente ruborizada.

Sonrió, se sentía bien en ese lugar.

– ¿A cenar? –repitió, saboreando las palabras–. Será un placer.

Y cuando su familia se acercó para preguntarle sobre su persona supo que estaba aceptando algo más que una invitación a cenar. Algo que haría que nunca más se sintiera solo. Miró a Mulan y le sonrió con sinceridad.

Sus vidas ahora estarían enlazadas, había comprendido que ella era la mujer indicada para alguien como él. Y no la dejaría marchar.


Tarán...

Eso ha sido todo.

Muchas gracias por leer, comentar, dar en follow o fav.

Espero les haya gustado y a ti en especial, Dulce.

No creo que tenga nada más que escribir y como detesto eso de PM...

Severla Masen Pattinson Cullen: Gracias por leer. Y espero que te haya gustado. Oh, llegó después de que se enteró que Ping era una mujer.

PichonSalvaje: Tengo una noticia. Es 28. Sorpresa. Yo también odié al consejero, cuando yo era pequeña, cada vez que salía en la tele le enseñaba mi lengua. Bueno, no, me daba miedo. Espero leerte pronto. Oh, y gracias.

okashira janet: Morí con lo de "lagartijo favorito", de ahora en adelante diré eso. Esta película, junto con su continuación es una de mis preferidas, espero que te haya gustado. Gracias.

Aid4: No, no salió el lagartijo favorito bien bien porque Shang lo conoce hasta el final de la segunda parte. Aunque le mordió el trasero a Ling. Pero al capitán no. Nos leemos luego. Gracias por leer.

Dulce Murtagh: Feliz cumpleaños. Espero que te haya gustado. Te quiero muchote y te veo luego.

Espero leerlos pronto...

Un beso

Arya Bromsson