Bueeeeeeeeeeeeeenas, gente~ Les he traído un nuevo proyecto. Dejé de lado el de una amiga y el otro que tenía planeado, pero ya saben.. cuando la inspiración ataca, ataca ;3; Creo que... just that. Quiero hacer crecer el Fandom que está re pequeñito :C Ah. Soy asquerosamente mala para los títulos, pero hago lo que puedo w

Disclaimer: Ed, Edd 'n Eddy no me pertenece. Los personajes son, originalmente, de Danny Antonucci. Solo los uso para dejar volar mi imaginación (o algo así) para fines NO-lucrativos de fans para fans.

¡Que disfruten de la lectura!


Secreto.

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Doble D estaba apoyado en los casilleros de la escuela, la mirada baja y pensativo. Ya habían pasado un par de años desde que iba a una secundaria distinta. Se preguntaba por qué no podía estar en las mismas que Eddy y Ed. Sin ellos, le era muy difícil hablar con los demás. No tenía a nadie ahí, salvo una única amiga... pero ella no siempre podía estar con Eddward, debido a que no iban al mismo salón.

Había otro a quien el de gorra negra conocía en la secundaria: Kevin. Ese chico que había atormentado a él y a sus amigos cuando eran un poco más jóvenes. Aquel que había robado su corazón por completo.

Era muy estúpido, lo sabía. Es que ambos eran hombres y él, además, era el más popular de la escuela... ¿cómo podría alguien como el pelirrojo fijarse en ese chico tan... callado y tímido? Era imposible.

Todos los días iba a la cancha de futbol y se quedaba en las gradas viendo lo bien que jugaba. Edd, como buen estudiante que era, se había leído todos los libros de futbol americano que había encontrado en la biblioteca. Sabía la técnica de cada movimiento y, por supuesto, evaluaba el desempeño del pelirrojo mientras jugaba. No dejaba de seguirlo con la mirada a cada segundo hasta que el entrenamiento terminaba. Kevin... El mariscal de campo. Siendo toda su corta vida un atleta. Claro, no se podía esperar menos de él.

Ese día, sin embargo, el entrenador le regañó excesivamente, y es que el de gorra roja era excelente jugando, salvo que le era un tanto complicado prestar atención a todas las cosas que pasaban en el campo. No podía pensar en más de una cosa a la vez, porque se distraía. Si intentaba adelantar la jugada del otro equipo, le era difícil recibir bien el balón y lanzarlo de inmediato. O a veces tenía planeado lanzar el balón, sin darse cuenta de quién venía adelante. Eso no podía pasar en un mariscal de campo, y él lo sabía bien.

— Maldita sea, Kevin. El partido es en una semana —Habló el entrenador, deteniendo toda la práctica—. Si no te pones enserio y juegas como se debe, usaré al mariscal reemplazante.

El pelirrojo bajó la mirada con el ceño fruncido y asintió.

—Sí, entrenador.

— Bien, la práctica terminó por hoy. A las duchas.

— ¡Muy bien, Kevin!

— ¡Muchas gracias, capitán!

Se escuchaban felicitaciones irónicas por parte de su equipo. Rodó los ojos y suspiró, viendo en dirección a las gradas, como el de pelo negro cogía su bolso escolar y se levantaba para retirarse.

— ¡Oye, Doble tonto! —Exclamó con una sonrisa, corriendo hacia aquel lugar y acercándose. Eddward poniéndose muy nervioso, comenzando a sudar y jugando con la correa de su bolso que atravesaba su cuerpo en diagonal.

— Sa-saludos, Kevin... ¿qué se te ofrece? —Preguntó amablemente, a lo que el otro rió por la forma en que le trataba.

— Tanto tiempo sin hablar ¿no crees?

— Y s-sin vernos... —Murmuró, desviando su mirada con un sonrojo en sus pómulos.

— De eso nada —Sonrió de forma divertida—. Tú siempre vienes aquí a ver el entrenamiento, y yo te he visto... así que técnicamente nos hemos visto.

— A-ah... —Se mordió el labio, intentando pensar en alguna forma de cambiar el tema. En cuanto se le ocurrió, lo miró con una sonrisa—. Hoy fue un buen entrenamiento.

— ¿Lo fue? —El pelirrojo frunció el ceño y bajó la mirada, viendo luego el campo—. Estuve horrible, y el entrenador está por echarme del equipo... o al menos de ser el mariscal.

— Sí... oí eso. Es lamentable, Kevin...

— Como sea. Hasta luego, tonto. —El de gorra roja se dio la vuelta para retirarse. Eddward se armó de valor, inflando el pecho y siguiéndole por detrás.

— Si quieres puedo ayudarte con tu problema... —Kevin se detuvo, mirándole incrédulo y con una ceja alzada.

— ¿Tú? ¿Acaso ahora te volviste atleta? Si hace un par de años apenas y podías correr una cuadra y te cansabas... ¿qué puedes saber tú de deportes? —El de gorra negra se sonrojó y bajó la mirada, jugando con sus manos.

— He estudiado mucho sobre el futbol —Primero, el más alto quedó un poco confundido y pensativo, pero antes de responder algo, el de ojos cyan habló otra vez—. A-además, lo que necesitas no es saber de eso —Comentó—. Es, más bien, aprender a concentrarte y poder hacer muchas cosas a la vez.

» Po-porque tu problema no es no saber jugar, que sí sabes... e-es poder hacer todo eso ¿Me equivoco? —Lo miró tímido.

— Bueno, supongo que en eso tienes razón —El pelirrojo miró hacia arriba y sonrió de lado—. Está bien. Iré a tomar una ducha. Nos vemos en los estacionamientos, junto a mi motocicleta. Espérame ahí.

En cuanto el de gorra roja se retiró, los ojos de Eddward brillaron y sonrió ampliamente. No podía creerlo. Había logrado indirectamente que el otro le invitara a su casa. Iban... ¡iban a estar solos en casa de Kevin! ¡Y todo había sido gracias a el valor que tuvo para ofrecerle su ayuda! Su corazón latía rápidamente. No se lo podía creer. Eso debía ser un sueño, seguro.

Sin embargo, ¿por qué aquello le importaba? era él quien estaba interesado en el de ojos verdes, pero... ¿qué pensaría éste de Edd? Siempre le llamaba tonto, y en la escuela tenía fama de conquistador... ¿por qué entre tantas chicas lo elegiría a él? No. Era imposible que sintiera algo por él ¿por qué? Ambos eran hombres. Kevin simplemente había aceptado porque... bueno, porque si no aprendía cómo manejarse sería sustituido y seguramente él no quería eso.

Suspiró. Su ánimo había disminuido considerablemente desde que comenzó a pensar en esas cosas. Sacudió su cabeza para quitar cualquier idea, fuera buena o mala, de su mente. Sobre todo de alejar la imagen de Kevin de ahí.

Comenzó a caminar hacia los estacionamientos como el otro le había ordenado, buscando con la mirada su moto al llegar. La conocía bien. Una Triumph Bonneville T100 negra con unas cuantas flamas en sus costados. También había estudiado mucho de ella. Desde que vio a Kevin llegar con ésta en vez de su típica bicicleta, que ya era un juego de niños. Se golpeó interiormente por hacer todo ello. Su amiga siempre le recordaba que no era sano que estuviese así de embobado por alguien a tal punto de llegar a estudiar las cosas que él hacía para, quizás, si entablaban alguna vez conversación, tener por lo menos un gusto en común... o un tema del cuál hablar, pero la respuesta de Doble D a esto siempre era "Yo estudio para obtener conocimiento y para nada más", sin embargo la chica siempre supo que no era así. Debía dejar de comportarse como un idiota. Ya casi parecía psicópata.

Se quedó de pie junto a la moto, observándola, cada detalle. De todas formas le parecía hermosa, fuera o no de Kevin. La tenía bien cuidada. Con mantención, y seguramente todo lo hacía él al igual como lo hacía con su bicicleta, aunque claro, esto era algo más complejo.

— ¡Hey, Doble tonto! —Un grito le sacó de sus pensamientos, haciéndole sobresaltarse. Miró hacia donde venía el mismo, sabiendo ya de quien se trataba. Cuando el pelirrojo llegó a su lado y sonrió ladino—. No creí que encontraras mi motocicleta, y había olvidado decirte cómo ubicarla. Estaba preocupado porque te hubieses perdido o algo así. —Una leve carcajada escapó de sus labios. Los pómulos de Doble D se habían coloreado ¿Kevin se había preocupado por él?

— Que amable de tu parte, Kevin, pero usando un poco de lógica y conociéndote como lo hago yo, es sencillo-

— ¿Qué tanto me conoces? —Interrumpió el más alto, viéndole de forma seria. El otro se sonrojó aún más. No se había percatado de ese detalle.

— ¡Ah! L-lo... lo suficiente... —Comentó, jugando con sus manos sobre su propio pecho y bajando la mirada—. Recuerda que vivíamos en el mismo sitio... hasta que tus padres decidieron mudarse. —La expresión del otro se relajó y rió ligeramente.

— Es cierto. Casi lo había olvidado —Cogió el casco que colgaba de la moto y lo puso en la cabeza de su acompañante, a quien le quedaba un tanto grande. Se lo afirmó como pudo con las correas que tenía—. Ten, esto te protegerá si tenemos un accidente fatal o algo así. —Sonrió divertido. Eddward frunció el ceño.

— E-eso no es divertido, Kevin —Se quejó y miró hacia todos lados—. Y por cierto... ¿uno para ti?

— No los necesito. Soy lo suficientemente bueno para controlar a este bebe, que no habrá problema si esta vez es otro quien se protege la cabeza.

El pelirrojo pasó su pierna por arriba de la moto para subirse a ésta, esperando luego que el otro lo hiciera tras él, sin embargo a Edd le invadió una terrible timidez y bajó su mirada, negando.

— N-No puedo hacerlo... me ... da miedo —Dijo como excusa. Tal vez sí sentía algo de miedo al ser la primera vez que montaba en uno de esos 'ataúdes con ruedas', pero no era nada comparado con la vergüenza que le daba tener que estar atrás del otro y tan, tan cerca. El de ojos verdes soltó una risa.

— Oye, no te pasará nada. Llegaremos pronto, y apenas sentirás el viaje.

Cuando al fin pudo convencer al más bajo de subir, hizo andar el motor, lo que le produjo a éste un pequeño sobresalto. Kevin rió una vez más ante lo adorable y suspiró, haciendo rugir el motor con el acelerador.

— Ahora sujétate fuerte a mi si no quieres morir.

— ¡K-Kevin! —Edd se quejó por aquella broma, pero suspiró y, luego de ver por un momento la cintura del otro con su rostro muy rojo, lo abrazó y lo sostuvo con fuerza, cerrando sus ojos de igual forma, su corazón a mil por segundo. Un pequeño sonrojo se asomó también por las mejillas del más alto, pero procuró alejarlo, sacudiendo su rostro, y dirigiéndose a su casa.

El viaje no tuvo mayores complicaciones (salvo algunas jugarretas que le hacía Kevin a Edd con respecto a la velocidad del vehículo y que hacían al otro abrazarse más aún a él si fuera posible) y, luego de estacionar la motocicleta en su lugar, ambos fueron hasta la entrada.

Los ojos de Edd se iluminaron. Jamás había visto una casa tan grande como ella, pero seguramente era exagerar, porque no es como si hubiese visto muchas casas distintas a las del cul-de-sac.

De todas formas ¿cómo es que el padre del pelirrojo había ganado tanto dinero como para poder moverse de su antiguo barrio a aquella casa que estaba en la periferia de la ciudad? Y con gran tamaño... La última vez que Kevin habló de su padre, estaba seguro haber escuchado que vendía aquellos caramelos que tanto le gustaban a él y a sus amigos, pero vendiendo no se podía ganar mucho ¿o sí?

Entraron al lugar y el pelirrojo dejó su mochila en el suelo de forma desordenada para luego ir a la cocina por algo. Mientras, Eddward se dispuso a levantar lo que al otro no le había importado y lo dejó sobre el sofá pulcramente. A un lado de ésta, dejó su propio bolso escolar y luego siguió a Kevin quien había abierto una lata de cerveza y ahora bebía de ella.

— ¿Quieres una? —Preguntó, mirando al chico.

— N-no bebo, Kevin. Y tú tampoco d-deberías... —Comentó—. Eres un atleta, después de todo.

— Tch. —Chasqueó la lengua y suspiró, prefiriendo no responderle — ¿Quieres algo?

— ¿Podría beber algo de jugo?

Luego de que Doble D obtuviese su jugo, salieron ambos al jardín trasero, donde había una amplia piscina y unas cuantas sillas de playa en la orilla. Se sentaron en ellas y se quedaron en silencio. Kevin observaba las nubes con un suspiro y su mirada como perdida. El otro lo veía a él. Delineaba con sus ojos el perfil por completo del chico. De pies a cabeza. Cada rincón y minúsculo detalle que alcanzara a captar desde su posición.

Sacudió su rostro de forma suave y suspiró, levantándose y entrando al hogar del más alto, que lo miró con curiosidad y el ceño fruncido, habiendo despertado de su ensoñación. Se preguntaba dónde había ido, pero no tuvo que esperar mucho, pues el otro volvió casi de inmediato con un estuche en su mano.

— ¿Qué se supone que es eso? —Preguntó, impaciente. El más bajo, sin embargo, le ignoró, sentándose en la silla con una sonrisa y abriendo la dichosa funda y sacando de él un aparato de color negro— ¿Acaso es una...?

— Nintendo 3DS. —Contestó Eddward casi de inmediato, interrumpiendo al dueño de casa.

— Oye, eso es genial ¿sí? pero se supone que tú venías a ayudarme con mi problema.

— Es lo que haré —Le sonrió y tendió la pequeña consola al chico, quien la tomó con curiosidad, sin comprender nada—. Por favor, adelante. Juega.

Kevin, un tanto frustrado por no sentir la ayuda del otro, abrió el aparato y lo encendió, haciendo lo que el otro le indicaba y comenzando a jugar. Edd lo vio un momento en silencio, esperando a que el otro estuviera completamente concentrado y sonrió un poco más, acomodándose en la silla.

— ¿Recuerdas cuando éramos más pequeños y nos insultabas a mis amigos y a mí? Nos tratabas muy mal.

— Ngh —Fue la única reacción que tuvo el otro, pues ahora que estaba enfrascado en el juego, no quería perder. Edd, sabiendo esto, debía intentar sacarle de ahí, pero sin que el otro dejara de jugar y avanzar en ello.

— Deberías recordarlo, Kevin. Incluso recuerdo una vez en que te imitamos para que nos dieras de los caramelos que tu padre te había regalado —Soltó una risita y miró al pelirrojo, que seguía igual— ¿Kevin? —No hubo respuesta— ¿Kevin? —Seguía igual— ¿¡Kevin, lo recuerdas!? —Ésta vez alzó un poco más la voz, sin querer ser grosero y el otro frunció el ceño.

— ¡Que sí, que sí! —Se quejó, pero en cuanto terminó de hablar, del juego se escuchó una musiquita que anunciaba la pérdida de la partida. Esto enojó mucho al de gorra roja—. Maldición.

Así estuvieron mucho tiempo. Hasta llegada la noche, de hecho. Kevin se había frustrado al no haberle salido bien. Eso no iba a funcionar. De seguro lo quitarían del equipo... Se levantó en mitad del intento, dejó a un lado la consola y comenzó a quitarse la ropa y dejarla en el suelo mientras caminaba hacia la piscina y se daba un chapuzón nocturno en ropa interior. Eddward se sonrojó bastante al ver al otro en 'paños menores', pero se apresuró a levantarse de la silla y recoger su ropa, dejándola doblada sobre el asiento del otro, viéndole luego nadar bajo el agua. Definitivamente su cuerpo era... perfecto.

Sacudió su rostro una vez más y suspiró, acercándose a la orilla.

— Ven. Sumérgete, tonto.

— P-pero no tengo bañador.. Sería algo vergonzoso que me vieras semi-desnudo —Negó de inmediato el de pelo negro. El otro rió con suavidad dentro del agua, nadando hacia la orilla y viéndole hacia arriba.

— Al menos podrías meter los pies ¿no crees? —El de pelo negro lo pensó un momento, mirando hacia abajo, mordiéndose el labio.

— E-está bien... supongo que no pasa nada —Aceptó y se sentó en el borde de la piscina, quitándose con cuidado los zapatos y las largas calcetas rojas que llegaban hasta sus rodillas, dejándolas ordenadamente juntos y a un lado, cuidando que no se mojaran. Adentró sus pies al agua y sonrió ante la calidez. Siendo de noche, el agua estaba tibia. Kevin sonrió y salió del agua, sentándose junto al de gorra negra, mientras éste veía hacia el cielo, las estrellas que se veían perfectamente desde ese lugar.

— Te gusta todo esto ¿no, Doble tonto?

— Ciertamente, Kevin —Respondió casi como embobado, siendo observado por el pelirrojo.

Estuvieron entonces un largo rato hablando de cosas realmente sin importancia, compartiendo anécdotas e incluso recordando los tiempos donde Kevin vivía en el cul-de-sac junto con él y todos los demás chicos del vecindario. Fue muy divertido... al menos hasta que el de gorra roja miró a Edd y dijo:

— Nunca te he visto con alguien en la secundaria... ¿Por qué es eso?

— B-bueno... —El genio bajó la mirada—. No logro ser muy sociable aquí... todos son bastante intimidantes. Prefiero no meterme con nadie y así, quizás, nadie se meta conmigo. —Suspiró.

— Ya veo... entonces ¿nunca has dado un beso? —Soltó una pequeña risa, viéndole, subiendo un pie al borde de la piscina, apoyando así su brazo en su rodilla.

— ¡K-Kevin! —Exclamó Edd muy rojo— ¡E-esas cosas son personales y no s-se preguntan!

— Vamos, estamos los dos solos. Solamente yo lo sabré— Hubo un momento de silencio. Eddward observaba el agua que apenas se movía con pequeñas ondas por los leves movimientos que hacía con sus pies. Suspiró ligeramente y negó.

— Jamás he b-besado a nadie.

— ¿Acaso no te gusta nadie en toda la escuela?

— Y-yo... —Suspiró de nueva cuenta— Sí, me gusta alguien. Pero lo nuestro es imposible. Improbable. Impensable —Lo miró con suma curiosidad—. Tú, en cambio, ya debes haber besado a muchas chicas ¿no? —Sonrió de forma un tanto divertida, aunque en el fondo, saber aquello le dolía más de lo que podría haber imaginado. El pensar que los labios de Kevin ya habían pasado por quién sabe cuánta chica le provocaba una presión bastante molesta en el pecho que no sabía cómo quitar.

— ¿Soy tan obvio? —Comentó con una sonrisa y volvió al agua, abriéndose paso por ésta con sus manos como si nada, aunque caminando.

— Bueno... c-con alguien tan popular como tú, no había duda —Soltó una risita, pero no se veía ni un poco de alegría en su rostro. Se preguntó a sí mismo por qué ¿Qué le molestaba tanto? El pelirrojo y él no eran nada. Ni siquiera amigos. Con suerte... pero el simple hecho de imaginárselo con otra persona que no fuera él, le era simplemente... irritante. No lo iba a demostrar, claro. Eso significaría tener que decirle al otro que le gustaba.

Ambos en silencio, que solo era interrumpido por movimientos momentáneos del agua por estar el pelirrojo dentro, que volvió a salir y sentarse junto a su invitado, quien lo miró curioso. Éste infló su pecho para tomar valor y hablar.

— Estamos a un año y algo de graduarnos, y no has dado un beso antes.

— E-es que... le tomo m-más importancia a los e-estudios, Kevin. No e-es gran cosa.

— Yo puedo ayudarte —Soltó de pronto—. Mi política es que no puedes salir de la secundaria sin haber dado un beso —Edd se sorprendió por el ofrecimiento y le vio, no pudiendo evitar que sus pómulos enrojecieran con furia... ¿Acaso Kevin le estaba ofreciendo su... ayuda? No. Era imposible. Al menos no en eso. Rió un tanto nervioso, sin dejar de verle— ¿Qué? Si lo que piensas es que soy gay o algo por el estilo, retráctate, porque no es cierto. Solo te ofrezco mi ayuda como tú lo hiciste.

— Este... bueno, yo...

— Nadie lo sabrá. Además, ¿acaso no soy lo suficientemente guapo? —Soltó una risa ante su propia broma y siguió esperando la respuesta del otro, expectante.

— Eh... —Un tanto indeciso bajó su mirada y lo pensó. Tal vez sería la única vez que tuviese la oportunidad de besar a la única persona que había amado, al menos desde que tenía memoria ¿Cómo rechazar una oportunidad así? Lo vio y asintió— S-supongo que no pasa nada si es para 'pagarme' e-en cierta forma.

Su propia respuesta le sorprendió y logró ponerle más tímido de lo que ya estaba. Desvió su mirada, pero no por mucho tiempo, pues cuando menos se dio cuenta, el pelirrojo había cogido sus mejillas y lo había hecho volver a mirar hacia él, acercándose y cerrando sus ojos hasta juntar ambos labios en un suave y simple beso, que dejó a Eddward helado. Apenas pudo darse cuenta cuando el otro se había separado y había soltado una risa.

— ¿Qué te pareció tu primer beso?

El más bajo demoró un poco en procesar todo y poder responder.

— N-no... no estuvo.. tan mal.

— ¿No tan mal? —Alzó una ceja —. Seguro que es el mejor beso que recibirás alguna vez.

— Bueno —Eddward soltó una pequeña y tímida risa—, t-tampoco tengo algún referente para poder compararlo. Así que no puedo opinar mu-

Sus palabras fueron interrumpidas por los mismos labios besándole de la misma forma, al menos por unos segundos. Entonces la lengua de Kevin comenzó a hacerse paso en la ajena, para comenzar a acariciar la otra con lentitud y cuidado, a veces presionando el labio inferior de Edd entre los suyos y hacer el beso algo más intenso y placentero. Al parecer lo logró, pues el más bajo cerró lentamente sus ojos y comenzó a corresponder un tanto torpe aquel beso, incluso soltando un pequeño jadeo ante las mordidas que daba de vez en cuando.

No podía creerlo. Le encantaba Kevin, y ahora le estaba besando ¡Debía ser un sueño! pero... se sentía tan real ¡Tan real y hermoso! No quería que aquello acabara. Podría estar así toda la noche. Con un simple beso como ese, se sentía más allá del paraíso. Era impresionante.

Sin embargo, de un momento a otro, se sintió en el fondo de la piscina, entreabriendo sus ojos y sorprendiéndose, nadando hasta la superficie y sacudiendo su cabeza, demasiado extrañado por ello, su ropa y gorra estaban empapados... ¿qué demonios era lo que había pasado?

Se acercó a la escalera y se quedó de pie ahí, buscando con su mirada al pelirrojo. Lo encontró un tanto más allá, conversando con un grupo de amigos que había llegado de sorpresa a casa del otro, a alentarle pues lo querían como mariscal. Entre ellos también había una chica. La amiga de Eddward, quien notó que el más bajo estaba dentro de la piscina y su nariz sangraba ligeramente.

— ¡Doble D! —Se acercó a él rápidamente, poniéndose de cuclillas en la orilla y acarició su mejilla— ¿Te encuentras bien? ¿Qué fue lo que pasó? —El empapado Eddward negó, intentando quitarse la sangre que había aparecido por un pequeño golpe accidental que el otro le había propiciado ante la rapidez de sus actos al levantarse y empujarle sin querer a la piscina.

— No es... nada —Dijo con un suspiro—. Solo me.. caí.

— Deberías secarte esa ropa e ir a tu casa a descansar. Quizás Kevin pueda...

— No —Le cortó—. Estoy bien. Me iré ahora a casa. —Dijo simplemente, quedándose ahí un momento.

Los amigos del dueño de casa reían mientras entraban a la casa para hablar todos juntos. La chica se levantó, suspirando con pesadez y sonrió luego, siguiendo a los demás del equipo, entrando al lugar.

Eddward frotó sus ojos y suspiró, viendo como el último en entrar a casa se detenía, viéndole. Era Kevin, quien simplemente le dedicaba una sonrisa y se retiraba, cerrando la puerta que daba al jardín.

Una sonrisa. Solo en eso había quedado aquel pequeño secreto que nunca sería conocido por nadie, solo por ellos dos. Eddward solo tendría que fingir que nada había pasado aunque hubiese estado tan emocionado de besar a la persona que amaba. Y claro. Es que nunca pasaría algo con él. A Kevin no le gustaban los hombres. No. Solo tendría que seguir con ese amor platónico...

Tendría que seguir amando a alguien en secreto.


Si llegaste hasta acá, te agradezco por leer.

¿Merece review~?

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