14/02/14 Editado

18/12/13 Editado

Título Original : A Cure for Boredom

Autora : emmagrant01

Disclaimer: Nada es de mi autoría. Esta es una traducción autorizada, los personajes originales pertenecen al universo de Sir Arthur Conan Doyle y a la adaptación de Sherlock de la BBC. La imagen de la portada pertenece al artista Reapersun, es maravilloso, así que visiten su tumblr.

Advertencias: Lenguaje fuerte, escenas de sexo explícitas, relaciones homosexuales, heterosexuales, voyeurismo, relaciones de sumisión y dominación.

N/T.1: Lean las advertencias, es un Sherlock H./John W. , habrán muchas escenas de sexo, no necesariamente entre ellos, sin embargo, observarán la química entre estos dos, en lo personal, casi todo lo que leo es slash, así que no se preocupen, por más que se describan relaciones heterosexuales, no terminarán odiando a algunos de los personajes, ninguno engañará al otro, y aunque existe un poco de drama, es en esencia una relación de dominación/sumisión. Sé por experiencia que cuando se lee Hetero y Sexo , dan ganas de abandonar el fic, pero denle una oportunidad, no van a arrepentirse.

N/T.2: 14/02/2014 BETEADO! por Gudea que adoro y me amenaza con latigos :D

N/T.3: Este fanfic esta dedicado a AnLy Drew , realmente lo terminé leyendo porque estaba muy ansiosa esperando la actualización de su fic, uno que recomiendo mucho. Así que si lees esto, primero, ¡Hola! , segundo, ya viste lo que provocaste.


CAPITULO 1 : THE SET-UP


—Decisiones, decisiones.

John Watson frunció el ceño mientras miraba atrás y adelante entre los envases plásticos de yogur que tenía en cada mano. Sólo tenía que escoger uno al azar, probablemente Sherlock se quejaría de cualquier manera.

—Toma del tipo griego —dijo una voz a su izquierda.

Volvió la cabeza al tiempo que una cascada de pelo castaño se deslizaba a su lado para coger un pote de yogur del estante frente a él. Ella sonrió mientras lo ponía en su canasta, las pequeñas arrugas alrededor de sus ojos azules se fruncieron de la manera que siempre lo hacía detenerse y mirar de nuevo.

—¿Tú lo prefieres así entonces? —contestó, deslizándose en el modo de coqueteo con soltura.

—Deberías probarlo con miel. —Ella deslizó su cabello sobre su hombro con la mano izquierda, sus ojos captaron el destello de una banda de oro con más que un poco de decepción.

—¿Miel?

—Es celestial. —Se humedeció los labios y sonrió, sus esperanzas brillaron de nuevo. Casada, pero sigue interesada. Estaba casi tan desesperado como para considerar ser el otro hombre. Casi.

—Gracias, lo haré —dijo, y miró hacia otro lado cuando regresaba el envase de Danone al aparador. Su teléfono sonó en el instante en que puso el yogur griego en la cesta y metió la mano en el bolsillo para recuperarlo.

Equivocado - SH

—Qué dem…

Sus ojos se dispararon hacia arriba, explorando el límite máximo de las cámaras de seguridad. Sherlock no podría haber visto eso, no era posible.

Su posible aventura se había trasladado a unos metros de distancia y observaba la selección de crema. Incluso John podría decir que ella estaba tratando de ganar tiempo, esperando a que él la siguiera. Echó un vistazo a su mano de nuevo al ver que ella se había quitado su anillo de bodas en el intermedio. Definitivamente interesada, entonces. Suspiró y tecleó rápidamente su teléfono con su pulgar libre.

¿El yogur griego o la mujer casada?

No, tú. Estabas equivocado. - SH

John puso los ojos en blanco. Como si eso fuera una nueva pieza de información. Se detuvo un momento más, la mirada fija en su teléfono.

Ella sólo deseaba echar un polvo, probablemente nada más. Podría saber de algún lugar donde ir y sería rápido y sucio y no tendrían que verse de nuevo. Podía comprar condones allí mismo, estaban dos pasillos más allá. Se arriesgó a mirar hacia ella para atraparla mirándolo. Ella sonrió, inclinando la cabeza un poco. No era su tipo habitual: era elegante y segura de sí misma, más alta que él, y probablemente cerca de su edad. No había nada aniñado o tímido en las miradas que le estaba dando, ni rastro de inocencia allí. Lo que ella quería estaba muy claro. Fue sorprendentemente caliente.

El teléfono en su mano vibró.

Ven a casa ahora. Importante. - SH

Empujó la parte posterior del teléfono en su bolsillo y suspiró. Follada-bloqueada por Sherlock, como siempre. Tal vez fuera lo mejor.

Sonrió cortésmente hacia ella y se encogió de hombros antes de volverse y caminar en dirección opuesta. No lo siguió. Él medio deseó que lo hiciera, que lo tomara del brazo y lo condujera fuera de la tienda, luego lo llevara a algún rincón oscuro, lo empujara contra la pared y…

Pulsó los botones de la máquina de pago automático un poco más fuerte de lo estrictamente necesario. ¿Por qué no se tomaba un descanso, sólo por esta vez? Miró hacia atrás una vez más antes de salir de la tienda, pero ella ya no estaba a la vista. Camino hasta la puerta, solo.

En retrospectiva, no tendría que haberse sorprendido de encontrar a Sherlock tendido en el sofá y mirando al techo, la bata bien envuelta alrededor de él. En la misma posición en la que había estado desde que John saliera, de hecho.

John dejó la bolsa de compras en la mesa de la desordenada cocina y suspiró.

—¿Y bien?

—Te equivocaste.

La aburrida voz de Sherlock empezaba a irritar los últimos nervios de John. Habían pasado semanas desde el último caso apropiado y Sherlock había rechazado todo lo que se había cruzado en su camino desde entonces. No había dejado el piso en tres días. Probablemente ni siquiera el sofá.

John se obligó a ser paciente mientras se paraba delante de Sherlock. Cruzó los brazos sobre su pecho.

—Me doy cuenta de que me equivoco con frecuencia, pero sería muy útil si pudieras ser un poco más específico.

La expresión de Sherlock era una mirada ligeramente indignada.

—Te dije que no iba a funcionar y no lo hizo.

John frunció el ceño, confundido del todo.

—No tengo idea de lo que me estás hablando.

Sherlock puso los ojos en blanco y dejó caer su brazo dramáticamente detrás del sofá.

—Te dije que estaba aburrido y me dijiste que sólo debería callarme y hacerme una paja como una persona normal.

John sintió que sus cejas se alzaban por voluntad propia. Él de hecho lo había dicho antes de lanzarse por las escaleras para conseguir un poco de aire fresco y una hora lejos del parloteo-rabieta de Sherlock sobre su aburrimiento.

—¿De eso se trata? —Miró un pañuelo arrugado en el suelo junto al sofá—. Realmente… ¿En el sofá, Sherlock?

—Sí. Estaba en el sofá. ¿Dónde más debería haberlo hecho?

—¿En tu habitación? ¿En algún lugar donde no me siente, tal vez?

Sherlock le lanzó una mirada fulminante.

—Tú te masturbas en la ducha que compartimos, todas las mañanas.

—¿Cómo…? —John comenzó y luego levantó una mano—. No, no importa. No quiero saber cómo lo sabes.

—Es completamente obvio que…

—¡Te dije que no quiero saber! —John se dejó caer en el sillón y se llevó una mano a la frente. El silencio se extendió entre ellos durante un largo rato.

—En cualquier caso, te has equivocado.

John se mordió el interior de la mejilla para contenerse a sí mismo de responder. Miró a Sherlock, que miraba hacia el techo con una expresión extrañamente desconcertada.

—Está bien, ¿en qué exactamente estaba equivocado?

—Dijiste que ayudaría y no funcionó.

John hizo una pausa.

—Cuando dices que no funcionó, quieres decir que no pudiste… —Él hizo un gesto vago con la mano.

—No seas ridículo. Soy perfectamente capaz de masturbarme, aunque no lo práctico con tanta frecuencia como tú lo haces.

John sonrió, ataques personales significaban que se estaba acercando a la cuestión real.

—Así que fuiste capaz de… —Hizo una pausa, eligiendo cuidadosamente sus palabras—. ¿Llegar al orgasmo?

Una mano se dejó caer sobre el rostro de Sherlock.

—Por supuesto, aunque no supuso ninguna diferencia. Sigo completamente aburrido. De hecho, me siento peor de lo que estaba antes, por lo general no me molesta.

Esto descendía rápidamente en el campo del exceso de información, pero la curiosidad de John despertó.

—Pensaba que no te masturbabas en lo absoluto. ¿Qué tan seguido lo haces? Lo pregunto como tu doctor, no como tu… amigo.

Sherlock se quedó en silencio durante unos segundos, y John se preguntó si había cruzado la línea. Nunca habían hablado de sexo en el año que llevaban conociéndose. Bueno, eso no era del todo cierto: Sherlock nunca había dicho una palabra sobre el sexo, John había lamentado su carencia personal en muchas ocasiones.

—Cada mes o algo así —dijo Sherlock, por fin, su voz inusualmente fuerte—. Cada vez que me levanto con una erección que no desaparece.

—¿Y eso sólo ocurre una vez al mes o algo así? —John trató de contener el tono de sorpresa en su voz.

—Como ya te he dicho en varias ocasiones… —Hizo un gesto con la mano sobre su abdomen— sólo es transporte.

—Un transporte que descuidas demasiado. —John se sentó en la silla y se inclinó hacia adelante, los codos sobre las rodillas. Lanzar una conferencia sobre los riesgos para la salud sobre la abstinencia total era probablemente inútil, pero estaba claro que algo acerca de este tema estaba molestando a Sherlock. Eso por sí solo era lo suficientemente raro como para alentar a John a seguir empujando—. ¿Es que no te interesa o no te es satisfactorio?

El brazo de Sherlock se dejó caer a su lado otra vez.

—Es tedioso.

—Tedioso —repitió John. Entonces no lo estás haciendo bien.

—Sinceramente, John, si mantener mi mente ocupada fuera tan sencillo, ¿no crees que ya me habría masturbado hasta el olvido antes de ahora?

—Sólo estaba tratando de ayudar. Me ayuda a aclarar mi cabeza, así que pensé… No importa lo que estuviera pensando. —John se levantó, listo para volver a subir a su habitación por un rato.

—¿Crees que lo estoy haciendo mal.

—¿Me estás pidiendo que te ayude?

—Oh, querido, me remito a tu experiencia en el tema, ¿de acuerdo? Por favor, John, enséñame como frotarme en la ducha tan hábilmente como tú.

—¿Había un 'sí' entre todo ese sarcasmo, o fue simplemente un 'jódete' ? No podría decirlo.

Sherlock se quedó en silencio por un momento.

—Si estás de acuerdo, sí. Supongo que no dolerá.

John respiró hondo y exhaló de nuevo, tratando de decidir si realmente estaba teniendo esta conversación. No era su problema, después de todo. Si él no podía hacer comer a Sherlock a diario, era poco probable que fuera capaz de ayudarle con esto. Pero eso había sido lo más cerca que Sherlock había estado de pedirle ayuda, jamás. John se sentó en la silla de nuevo.

—Muy bien. ¿En qué piensas cuando te masturbas? —Hizo una mueca y rápidamente añadió— No tienes que dar detalles, sólo generaliza.

Sherlock se giró, quedando de cara a John, al parecer después de haber decidido tomar esta conversación en serio.

—Lo que normalmente pienso. Todo.

—¿De verdad piensas en casos mientras te masturbas?

—Experimentos, libros que estoy leyendo, chismes de celebridades, reacciones redox en… —John se rio antes de que pudiera detenerse y el rostro de Sherlock se oscureció—. ¿Qué otra cosa podría pensar?

—La mayoría de la gente piensa en sexo. Fantasean sobre alguien que les gusta, ese tipo de cosas. O ven porno.

Los ojos de Sherlock se estrecharon.

—¿Eso ayuda?

—Oh, Dios mío. —John apretó los labios en una sonrisa tensa—. Por supuesto.

—¿En qué piensas tú?

El rostro de John se calentó y su mirada cayó el suelo.

—Me imagino que estoy con otra persona, que es la mano de esa persona sobre mí… o su boca. —Se aclaró la garganta y miró a Sherlock, que lo observaba con el mismo tipo de interés objetivo que reservaba para los cadáveres frescos.

—¿Quién?

—Varía. Hoy había una mujer en el Tesco que probablemente hará acto de presencia.

—¿La casada?

John asintió con la cabeza y miró hacia la ventana para ver las luces empezar a desvanecerse.

—¿Qué vas a pensar sobre ella? —La voz de Sherlock era tranquila, prudente.

John respiró despacio. Este era territorio desconocido para ellos, pero era un paso hacia algo parecido a una conversación normal entre compañeros. Bueno, tal vez no para hombres de su edad, pero en esta área en particular Sherlock parecía estar atrapado en la adolescencia. Y después de los años de John en el ejército, no estaba realmente seguro de lo que constituía una conversación normal entre hombres sobre sexo de todos modos.

—Bueno, empezaría por pensar en cómo lucía: pelo largo color marrón rojizo y ojos azules, cuerpo ejercitado, como si fuera al gimnasio todos los días y, probablemente, fuera mucho más fuerte de lo que esperara. —La fantasía comenzó a dar vueltas en su cabeza y sonrió—. Dios, la forma en que me miró. Como si ella quisiera sacarme de allí y llevarme a un callejón oscuro; me empujaría contra la pared y me besaría, duro. Luego caería de rodillas y me la chuparía, pero se detendría cuando empezara a acercarme. —Sus ojos perdieron la concentración por un momento—. Yo la pondría de pie y le alzaría la falda —estaría sin ropa interior— presionaría su espalda contra la pared, con las piernas alrededor de mi cintura, y… —Se detuvo y respiró con voz temblorosa, los pantalones apretándolo cada vez más fuerte—. Ya tienes la idea.

Oyó a Sherlock exhalar lentamente, como un largo, intenso suspiro.

—Sí.

John no se atrevía a mirarlo.

—Bueno. En ese caso, voy a… —Se puso de pie y trató de ajustar su entrepierna dentro de sus pantalones tan sutilmente como fuera posible—. …subir y cambiarme.

No tuvo que mirar hacia atrás para saber que había una sonrisa en el rostro de Sherlock cuando salió de la habitación. Subió los escalones de dos en dos y cerró la puerta de su habitación detrás de él. Cuando se desabrochó los pantalones y cayó de espaldas sobre la cama, trató de no pensar en el hecho de que Sherlock sabía exactamente lo que estaba haciendo en ese momento, y probablemente sería incapaz de frenarse y no hacer un comentario cuando John finalmente decidiera bajar.

-.-.-

Estaba lo suficiente borracho como para tener problemas al abrir la puerta del 221B, pero lo logró después de un momento de torpeza. Era bastante tarde así que trató de entrar en silencio por el bien de la señora Hudson, subió de puntillas por las escaleras y se detuvo con la mano en el pomo de la puerta para escuchar a Sherlock.

La habitación estaba a oscuras, pero un débil resplandor provenía del sofá. A pesar de lo tarde, John no estaba sorprendido de ver Sherlock sentado en un extremo, piernas dobladas bajo su cuerpo, bata cubriéndolo flojamente y un ordenador portátil en equilibrio sobre su rodilla, iluminando su rostro. Él estaba completamente concentrado en la pantalla y ni siquiera levantó la vista cuando John se detuvo frente a él.

John miró la gran cantidad de pañuelos de papel arrugados en el suelo e inmediatamente trató de pensar en algo —cualquier otra cosa— más.

—Stamford envía saludos.

Sherlock no respondió, y después de un momento John se dio cuenta de los ruidos provenientes de la computadora portátil. Ruidos muy distintivos, de hecho. Y ahora que pensaba en ello, ésa era su laptop.

Se sentó en el sofá junto a Sherlock y quedó asombrado con la pantalla. Dos mujeres jóvenes con pechos absurdamente enormes y falsos se acariciaban y besaban entre sí desordenadamente, haciendo ruidos que John nunca había logrado sacar de una amante. Paso un momento antes de que lograra hablar.

—¿Por qué estás viendo porno en mi portátil ?

—No quería correr el riesgo de infectar el mío con un virus.

—¿Pero estás dispuesto a arriesgar el mío? —Había querido sonar más mordaz, pero una de las mujeres que aparecía en la pantalla empujó sus muslos contra los de su pareja mientras tocaba su coño depilado, y se encontró así mismo un poco distraído.

—Teniendo en cuenta los sitios que estaban en tu historial de navegación, no creo que haya ningún daño nuevo.

Se sentaron en silencio por un momento, ambos paralizados por un muy gráfico primer plano de una lengua rosada lamiendo con entusiasmo un clítoris hinchado.

—Correcto —logró decir John por fin—. ¿Cuánto tiempo has estado viendo porno, exactamente?

—¿Qué hora es?

—Cerca de medianoche.

—Ocho horas. Más o menos.

Le tomó 3 segundos a las palabras ser procesadas en el cerebro de John, después de un momento pudo finalmente arrastrar los ojos fuera de la pantalla y fijarlos en Sherlock.

—Ocho horas, ¿seguidas? —Eso explicaba los pañuelos en el suelo—. Deberías usar lubricante. Vas a irritarte.

La mano de Sherlock rebuscó a su lado y levantó un pequeño tubo.

John se la arrebató de la mano con el ceño fruncido.

—¿De dónde sacaste esto?

—Tu habitación, mesita de noche. ¿Esto es todo lo que hace por ti? Me resulta un poco aburrido, para ser honesto.

—Te he pedido que no entres en mi habitación, Sherlock —murmuró John, a pesar de que no tenía sentido.

—Hmmm. —Sherlock sacó su propio ordenador, que se encontraba escondido junto a él en el sofá, abrió la pantalla, y equilibró la máquina en su otra rodilla. La pantalla parpadeó volviendo a la vida y mostró una extensa hoja de archivo en Excel.

—¿Qué es eso? —John preguntó, entrecerrando los ojos en la pantalla—. Oh, Dios, no me digas que esto es un experimento.

—Por supuesto. —Los dedos de Sherlock bailaron sobre el teclado de una manera que John sólo podía envidiar—. Estoy llevando un registro de veinte diferentes variables que estimulan una respuesta sexual. —Hizo una pausa y miró brevemente a John—. Veintiuno, realmente. Esto… —indicó con un movimiento de cabeza la pantalla del ordenador portátil de John— ocupa un puesto justo al final.

—Después de ocho horas deberías estar bastante insensible, ya sabes. ¿Estás tomando eso en cuenta?

Sherlock frunció el ceño frente a la pantalla.

—Interesante. Un factor más. —Cerró la tapa y guardo su computadora de nuevo antes de volver su atención a la laptop de John. Pauso el video e hizo clic en otra pestaña del navegador. Otro video comenzó a reproducirse, esta vez mostrando un sorprendentemente largo consolador púrpura entrando y saliendo de un culo de género indeterminado.

John sintió un tirón familiar en su ingle.

—Eso… parece incómodo.

Los gemidos provenientes de la banda sonora eran claramente femeninos, una conclusión que fue confirmada cuando cambio el ángulo de la cámara. El consolador se retiró y después de un momento una enorme polla erecta quedó a la vista, hundiéndose con facilidad en el culo de la actriz. El rítmico gruñir y el sonido de una palmada sobre la piel fue bastante hipnotizante.

Sherlock cerró la pestaña unos minutos más tarde y abrió otra más, esta vez mostrando una doble penetración, después de un minuto abrió otra mostrando a una mujer tragando una polla enorme. Era como hacer zapping con el porno, sólo capturando fragmentos de actos sexuales gráficos sin sentido, casi sin rostro… partes del cuerpo aislado, puro sexo carnal.

Era increíblemente sucio. John ya estaba empalmado.

Sherlock hizo clic a través de algunos videos de personas esposadas, amordazadas, azotadas, y John se preguntó si pensaba en Irene Adler cuando veía eso. Demonios, John se preguntaba si Sherlock pensaba en algo más allá de los datos que estaba recogiendo.

Ahora, un hombre vestido de cuero apareció en pantalla mientras su polla era engullida por una chica más bien andrógina y apenas legal, John no pudo soportarlo más. Buscó la bragueta de sus vaqueros y metió la mano en su pantalón

—¿Te importa? —preguntó con una mirada rápida a Sherlock. Su voz mucho más grave de lo que esperaba.

—Por supuesto que no —dijo Sherlock, la mirada fija en la pantalla.

John levantó sus caderas y bajo sus pantalones y calzoncillos lo suficiente como para tomar su pene y empuñarlo bajo su camisa. No iba a tomar mucho tiempo.

—¿Así que te gusta esto? —Preguntó Sherlock. El tono era causal, pero había un inconfundible tono de interés en medio de la última palabra.

—Impresionante deducción, eso. —Tendría que explicarle la regla de no hablar durante el círculo de masturbación más tarde. Dios, la chica en el video tenía una lengua talentosa.

—Y tú…

—Cállate —dijo John—. Analízalo más tarde.

Dios, esa boca. Había pasado una cantidad de tiempo ridícula desde la última vez que su polla había estado en la boca de alguien. Buscó a tientas el lubricante, sus dedos rozaron el muslo de Sherlock, esparció un poco en su mano antes de comenzar a acariciarse a sí mismo en serio. Oh, eso estaba mejor.

Vio al hombre del video agarrar un puñado del cabello corto y empezar a coger rudamente la boca de la chica. En realidad, él estaba empezando a sospechar que era un chico, un momento después, el hecho fue confirmado más gráficamente. No le importaba; cuando una jodida mamada era caliente, era caliente, Dios.

Un poco de movimiento llamó su atención y arrastro los ojos fuera de la pantalla lo suficiente para ver la mano de Sherlock moviéndose rítmicamente dentro de su bata, que ahora cubría su regazo. El cerebro de John casi dejó de funcionar… sabía que en teoría Sherlock tenía un pene funcional, pero fue capturado por el impulso repentino de dar un tirón a la tela y ver por sí mismo. La sola idea de Sherlock sentado a su lado en el sofá, tocándose mientras ambos miraban porno… porno gay… era suficiente para fundir su cerebro.

Se acarició con rapidez y dejó caer su cabeza contra los cojines del sofá. Su camisa ya no cubría su polla pero no pudo estar menos preocupado al respecto. Podía oír la respiración de Sherlock junto a él y tuvo que cerrar los ojos para contenerse a sí mismo de mirar. Eso no impidió que su cerebro lo imaginara, sin embargo, ya no estaba tan consternado.

El hombre de la pantalla se vino en medio de gruñidos fuertes. John mordió el dorso de su mano y retorció sus dedos hacia abajo por última vez y… allí, Jesús, joder, oh. Gimió alrededor de su puño mientras se venía, haciendo todo lo posible para no sonar como un completo idiota. Un gemido ahogado a su izquierda le indicó que no estaba solo. Se hundió en los cojines y exhaló mientras se recuperaba. Su cabeza se sentía confusa y su cuerpo ligero, sonrió hacia el techo.

La caja de pañuelos fue puesta junto a él.

—Gracias —dijo mientras sacaba uno y comenzaba a frotar su camisa. Era un caso perdido, por lo que finalmente sólo se limpió la mano y tiró el papel usado al suelo junto con los demás—. ¿Estuvo bien para ti? —Se volvió sonriéndole a Sherlock, quien rápidamente desvió la mirada. John tiró de su camisa hasta cubrir su pene, luego se estiró y bostezó, en un intento de volver a la normalidad—. No sé tú, pero creo que yo voy a dormir bien esta noche.

Sherlock estaba ocupado en la computadora de nuevo y no respondió.

John reprimió un suspiro. Eso era probablemente, lo más cerca que había estado de cruzar definitivamente unas ocho líneas de las que nunca se había aventurado a estar cerca. Él no tenía ni idea de si Sherlock tenía mucha experiencia con el sexo o nada en lo absoluto… demonios, ni siquiera sabía si el hombre era gay o heterosexual o algo completamente distinto. Y para ser honesto, ése no había sido precisamente el momento más heterosexual en la vida de John, y eso era mucho decir, teniéndolo en cuenta.

A pesar de que esa había sido la mejor paja que había tenido en años. Era un pensamiento aterrador, sin duda.

—Me voy a la cama. —Se puso de pie y se estiró, deseó que Sherlock lo mirara.

Él no lo hizo, sólo le ofreció un superficial "Buenas noches". Como si no hubiera pasado nada en absoluto.

—Muy bien —dijo John. Probablemente deberían hablar de esto, pero no ahora—. Buenas noches.

Estaba agradecido por el leve zumbido del alcohol mientras se hundía en su cama. Esto iba a ser bastante raro cuando estuviera sobrio. No había necesidad de arruinar una buena noche de sueño primero.

-.-.-

—¿Sherlock? —El piso parecía vacío, para sorpresa y alivio de John. El hecho de que Sherlock hubiera salido era una buena señal.

Se quitó la chaqueta y la colgó sobre una silla, vio su ordenador portátil en el sofá. Finalmente… no había actualizado su blog en días. No es que tuviera mucho que contar. Sherlock y yo vimos porno gay la última noche y nos hicimos una paja juntos en el sofá. Bien.

Siempre estaba el correo electrónico. Se instaló en el escritorio y encendió la máquina abriéndola, gruñendo al ver la batería baja. Por supuesto que Sherlock utilizaría toda la batería y no la recargaría. Buscó a tientas el cable de alimentación, enchufándolo, y finalmente mirando la pantalla.

Todavía quedaban varias ventanas abiertas mostrando videos porno. Trató de cerrarlas, pero fue en vano… la maldita cosa estaba congelada. Presiono ctrl+alt+del, maldiciendo entre dientes. No funcionó, mantuvo presionado el botón de encendido hasta que se apagó, esperó diez segundos y luego lo encendió de nuevo. Había un zumbido y chirrido fuera de lo normal, luego la pantalla se quedó en un horrible azul.

—¡Mierda, cabrón, joder! —Tuvo que cerrar los ojos y respirar profundo. Realmente necesitaba cambiar su contraseña, de preferencia a algo completamente al azar que Sherlock no pudiera deducir. Apagó la máquina otra vez, sacudiendo la cabeza.

Miró hacia el sofá, observando la laptop de Sherlock encima, conectada y abierta. Se puso de pie y se acercó a ella para ver el protector de pantalla (campo de estrellas, por supuesto) activado. Tocó una tecla y la pantalla cobro vida. Estaba desbloqueada. Sonrió con alegría: Sherlock tenía que haberse ido hace poco.

Se acomodó en el sofá con el portátil, sólo con la intención de revisar su correo electrónico, pero no contaba con el archivo de Excel en la parte superior, pidiendo a gritos que lo mirase. No era del tipo de cosas que normalmente le habrían interesado, pero las columnas tenían encabezados curiosos como "sexo oral" y "mordaza de bola", las celdas rellenas con números en la parte inferior. Los encabezados de las filas eran más difíciles de descifrar, pero había diez variantes que se dividían cada columna. Sherlock se había tomado en serio la evaluación de sus propias reacciones a la pornografía.

John se arrastró entre las celdas hacia abajo, pudo notar que no había mucho patrón en los números, aunque varios actos sexuales se clasificaban por género, definitivamente había una tendencia hacia el género masculino. Interesante, aunque no sorprendente. Se desplazó a la derecha, encontrando más columnas. La última de ellas titulada simplemente John.

—Oh, Dios mío —susurró, sintiendo sus mejillas arder. Él no debería estar mirando esto. Realmente no debía. Era una increíble invasión a su privacidad, y wow, los números de la columna de John estaban bastante fuera de la escala. Se desplazó hasta el principio, y luego se fijó en las pestañas en la parte inferior. La hoja que estaba viendo actualmente denominada "Principal", la segunda etiquetada como "John". Hizo clic con un poco de temor.

Los títulos de las columnas eran todos iguales, aunque estaba escasamente llena. Estaba claro lo que estaba pasando: Sherlock estaba catalogando sus reacciones ante diferentes escenarios sexuales. Una típica respuesta sherlockiana a un problema que John había planteado, por lo que no debería estar realmente sorprendido.

Excepto que era sobre él, y estaba un poco más que intrigado.

—Quiero salir.

John levantó la vista del periódico para ver a Sherlock saliendo de su dormitorio, impecablemente vestido

—¿A dónde quieres ir? Son las diez y media.

—Justo a tiempo para el lugar a donde vamos.

—¿Vamos? —preguntó John, aunque ya estaba doblando el periódico.

—Deberías cambiarte a algo un poco más elegante. Los colores oscuros van mejor.

Fue sólo después de encontrarse en el taxi que a John se le ocurrió que ni siquiera se había molestado en preguntar a dónde iban. Como si eso hubiera supuesto alguna diferencia.

El taxi los dejó en la Shaftesbury Avenue y Sherlock acompañó a John hasta la acera llena de gente. Luego se giró hacia Greek Street y examinó los números sobre las puertas de cada establecimiento que pasaron hasta que se detuvo en uno, al parecer luego de haber encontrado lo que estaba buscando.

—Espera aquí —dijo Sherlock antes de empujar la puerta y entrar, dejando solo a John parado en la acera.

John puso los ojos en blanco y metió las manos en los bolsillos de su chaqueta. Todavía no tenía idea de lo que estaban haciendo allí. El comportamiento de Sherlock sugería que había un caso, no era raro que él de manera descuidada no mencionara los detalles a John hasta el último momento.

Sherlock reapareció un minuto más tarde, tomando del brazo a John y entrando con él por la puerta. El vestíbulo interior estaba en penumbras y un bajo ruido sordo parecía inundar el aire. El portero le dio un guiño superficial a Sherlock mientras pasaban y no escatimó ni una mirada en John. Sherlock lo condujo por una puerta en el extremo opuesto del vestíbulo hasta una habitación llena de personas: gente bebiendo, gente bailando, gente conversando a gritos unos con otros por encima del estruendo de la música bailable. Se dirigieron a la barra y Sherlock se inclinó sobre ella para charlar con el camarero mientras John se volvía y escaneaba a la multitud.

—Sería realmente útil si me dijeras que estamos haciendo aquí —dijo cuando Sherlock finalmente se volvió hacia él.

—Estamos tomándonos una copa. —Los ojos de Sherlock también recorrieron a la multitud.

—No, lo que realmente estamos haciendo.

—Anímate —dijo Sherlock, entregándole una copa de Martini.

John tomó la copa, olisqueándola con suspicacia

—¿Qué es esto?

—No tengo ni idea. Le dije que lo hiciera fuerte.

—¿No tomas uno?

—No esta noche. —Los ojos de Sherlock escrutaban la multitud de nuevo.

John suspiró. Las probabilidades de que él lamentara esta excursión crecían cada minuto. Tomó un sorbo de la bebida experimental e hizo una mueca. Efecto fuerte

—Así que estas tratando de emborrarme. ¿Te importaría decirme por qué?

Las comisuras de la boca de Sherlock se torcieron hacia arriba…

—Todo a su tiempo, John. Bebe; ya he pedido otra.

Veinte minutos más tarde, John sentía un zumbido bastante agradable. Sherlock seguía mirando a la multitud, aunque su atención también se centraba claramente en el progreso de John hacia la embriaguez. Mientras Sherlock fuera el que pagara, John decidió no quejarse. Después de los acontecimientos de la noche anterior, esto era una fantástica alternativa a la conversación incómoda.

Estaba a punto de terminar con su tercera copa cuando Sherlock se le acercó

—Vuelvo enseguida. No te muevas de aquí.

—Claro —dijo John en respuesta, la palabra sonando extraña en su lengua. Se apoyó en la barra y miró a Sherlock cruzar la multitud mientras se dirigía a un pequeño grupo de mujeres jóvenes que permanecían de pie. Su actitud cambió por completo cuando las alcanzó, y John no pudo evitar sonreír. La capacidad de Sherlock para cambiar completamente de apariencia con nada más que una expresión facial era siempre impresionante.

Sherlock parecía estar teniendo una conversación animada con una de las mujeres jóvenes, luego se dio la vuelta y señaló a John. La mujer miró a John y sonrió, luego asintió. Sherlock agitó la mano de ella y se echó a reír, como si estuviera avergonzado, y hablaron un rato más. Finalmente parecieron llegar a un acuerdo y Sherlock cruzó de nuevo hacia la barra.

—¿Quién era esa…? —comenzó John, pero se congeló cuando el brazo de Sherlock se enrolló alrededor de su cintura y lo atrajo hacia sí—. ¿Qué estás haciendo?

—Confía en mí. —Sherlock sonrió de la manera que John sabía era falsa, pero que era claramente en beneficio de algo más.

—Muy bien. ¿Qué quieres que haga?

—Termina tu bebida. Ya casi es hora de bajar las escaleras.

—¿Qué escaleras?

—Ya lo verás.

John apretó los dientes e hizo su mejor esfuerzo para tragarse la frustración. Ya habría tiempo para hablar de eso más tarde… por lo menos, si Sherlock no hacía que los dos terminaran muertos.

—Vamos. —El brazo de Sherlock a su alrededor se apretó y le dio un pequeño empujón hacia adelante, John le permitió dirigirlo a través de la multitud hacia la parte posterior del club. El mismo portero que habían visto antes estaba de pie junto a una puerta curiosamente adornada con una cuerda de terciopelo rojo que se extendía a través de ella. Él asintió con la cabeza a Sherlock y retiró la cuerda para que pudieran pasar.

Bajaron por una profunda y oscura escalera, al parecer descendiendo varios niveles por debajo de la calle. En la parte inferior de la escalera había otra puerta, Sherlock la abrió para revelar un largo pasillo, con poca luz.

—¿Qué demonios es este lugar? —-Preguntó John—. ¿Qué estamos buscando?

—La puerta número 8. —Entró por la puerta y caminó rápidamente por el pasillo.

John lo siguió, sus sentidos alerta a pesar de los zumbidos provocados por el alcohol en su cerebro.

—Puedes decirme en cualquier momento que es lo qué estás… —sonidos amortiguados vinieron de la puerta que pasaron y él se detuvo—. ¿Sherlock?

—No es de nuestra incumbencia. Llegamos. —Se había detenido ante una puerta marcada con un gran número 8 plateado. Giró el picaporte y la abrió.

John lo siguió, sus ojos finalmente adaptándose a la oscuridad. La pequeña habitación estaba profusamente decorada con terciopelo rojo en las paredes y lazos delgados envolvían el techo en patrones psicodélicos. Había un sofá de cuero negro en la pared lo suficientemente grande como para que varias personas pudieran sentarse. John se acercó a él, luego se volvió cuando Sherlock cerró la puerta.

—¿Qué está pasando?

—¿Confías en mí? —Preguntó Sherlock. Su voz tranquila y clara, su expresión totalmente seria.

—El hecho de que me lo estés preguntando me está poniendo nervioso.

—No creo que tengas ningún problema en estar de acuerdo con esto, pero si cambias de opinión y deseas salir, creo que deberíamos tener algún tipo de señal.

El estómago de John se hizo un nudo

—¿Qué, como una palabra en código?

—Exactamente. La deberías de elegir tú. Eso te ayudará a recordarlo.

—Me ayudaría enormemente si me dijeras…

Alguien llamó a la puerta y Sherlock tomó la manija

—Elije una palabra, John.

—Bueno, está bien… canela.

Sherlock asintió con la cabeza y abrió la puerta. De pie al otro lado había dos mujeres jóvenes, John reconoció a una como la mujer con la que Sherlock había estado hablando antes.

—Clara, ¿no?

Ella sonrió a Sherlock en señal de saludo y asintió con la cabeza a la mujer que estaba a su lado.

—Esta es Abby. Ella quería jugar también.

—Fantástico —contestó Sherlock y John no podía dejar de sorprenderse con la rapidez con la que todo su semblante había cambiado—. Encantado de conocerte, Abby.

Abby cruzó la habitación hasta donde estaba John, sonriéndole. Era bonita, probablemente de unos veinte años. Tenía el pelo largo, castaño rojizo, enmarcando su rostro, inclino hacia atrás sus hombros cuando ladeó la cabeza.

—Tú debes de ser John.

John logró apartar los ojos de ella el tiempo suficiente para lanzarle una mirada inquisitiva a Sherlock. Sherlock estaba susurrándole algo a Clara y ambos miraron a John con atención. Clara dijo algo que hizo a Sherlock reír de manera totalmente insólita y él le susurró al oído en respuesta. Ella arqueó una ceja hacia John.

Abby tomó la mejilla de John, desviando su atención de nuevo a su cara.

—No te preocupes, querido. Tu novio nos explicó todo. Esto va a ser divertido.

Canela, pensó John, pero nada salió de su boca, ella se había inclinado hacia delante, presionando sus labios contra los suyos. Su cerebro debía de haber explotado en pequeños pedazos, o algo así, porque perdió rápidamente la capacidad de pensar. Había estado preparado para casi cualquier cosa, pero esto… Dios mío, esto… no era algo donde él supiera exactamente qué hacer.

Habían manos sobre sus hombros tirándolo hacia atrás, la parte posterior de sus rodillas golpearon el sofá. Él casi se cae sobre él, de pronto fue consciente de dos pares de manos vagando a través de su pecho, debajo de su camisa, hurgando en la bragueta de sus vaqueros.

Abrió los ojos para ver que Abby se había instalado a sí misma en el suelo delante de él, separando sus muslos. Clara estaba ahora a su lado en el sofá. Ella giró el rostro John hacia el suyo y le dio un beso. Una de sus manos fue desabrochando su camisa y la otra se posó en la parte posterior de su cráneo, hundiendo su boca contra la suya.

Sus manos estaban aún varadas a sus costados y no estaba seguro de lo que debía hacer con ellas. ¿Tenía permitido tocar o hacer algo para influir en la dirección en la que esto iba? Abrió los ojos y giró la cabeza lo suficiente para ver Sherlock apoyado en la puerta, mirando. Ahora que las chicas estaban ocupadas se le había caído el acto de novio gay y la expresión en su rostro le era completamente familiar.

Él no estaba mirando, estaba observando. Algo hizo clic en el cerebro de John y entonces él supo que era lo que Sherlock quería que hiciera. Había algo entre estar con estas dos mujeres, algo en lo que ellos estaban involucrados, y el tema principal de esta excursión era recoger información. El trabajo de John era distraerlas o ser una distracción, de esa manera Sherlock podía conseguir la información que necesitaba.

Bien. Podía hacer esto. A diferencia de todas… las jodidas… situaciones… en las que Sherlock… con frecuencia… lo colocaba, esta estaba resultando ser bastante agradable.

Abby había desabrochado sus pantalones y ahora se encontraba tirando de ellos hacia afuera, levantó las caderas para zafarse de ellos y los pantalones cayeron hasta sus rodillas. Él ya estaba medio duro, pero la visión de ella sentada entre sus piernas fue suficiente para terminar de hacer el trabajo. La boca de Clara estaba ocupada en su cuello ahora, sus manos acariciando su pecho desnudo, el cabello de Abby rozó sus muslos justo antes de sentir su polla envuelta en el calor húmedo.

No pudo evitar el gemido que escapó de sus labios… realmente había pasado bastante tiempo. Cerró los ojos y dejó caer la cabeza, los dedos luchando para sostenerse del cuero suave del sofá. Trató de mantener el control de sus sentidos, trató de mantener su mente en la tarea de durar el tiempo suficiente para que Sherlock consiguiera lo que necesitaba. No que fuera muy difícil, particularmente, la idea de parecer un eyaculador precoz frente a su mejor amigo no era muy atractiva.

La boca de Clara se trasladó a su pecho y se las arregló para abrir los ojos. Le tomó un momento poder enfocarse en Sherlock nuevamente, pero necesitaba anclarse a tierra de alguna manera. Había fuego en la mirada de Sherlock, un calor de la clase que John nunca le había visto dirigir a otra persona. Fue sorprendente, pero no tanto como la chispa que se encendió en alguna parte del vientre de John, cuando los ojos de Sherlock se movieron ligeramente hacia arriba hasta encontrarse con él.

Abby hizo algo con su lengua, luego sus ojos se volvieron hacia atrás en su cabeza y jadeó. Había una mano en la base de su pene y otra acunando sus testículos, otra pellizco uno de sus pezones, ¡¿Cómo diablos había logrado Sherlock todo esto cuando John ni siquiera podía encontrar a alguien que le hiciera una maldita paja de la forma regular?!

Concentración, concentración, concentración. Abrió los ojos y encontró la mirada de Sherlock de nuevo. Las sensaciones arrancadas de su cuerpo eran intensas, pero había algo increíblemente caliente en ser visto de esta manera. Se preguntó si Sherlock había hecho esto antes, si se habría puesto a sí mismo en esta situación, sin tener el control de su propio cuerpo.

Las bocas de ambas chicas estaban ahora sobre su pene, y eso era algo para tachar de su lista de deseos, porque en serio. Pasó sus dedos entre las dos cabelleras, tratando de aguantar un poco más. Sherlock cambió de postura y John levantó la vista para ver que sus ojos se habían estrechado. John dejó caer sus manos hacia los lados otra vez y Sherlock sonrió ligeramente. Así que esa era una regla. No tocar. Sólo sentir.

Y joder, las sensaciones. Ya no se trataba de permanecer tranquilo, ya no estaba tratando de contenerse. Una boca estaba tragando hábilmente la cabeza de su polla y la otra estaba chupando uno de sus bolas, luego un dedo resbaladizo presiono justo detrás y sintió la presión en sus testículos alcanzar el punto de no retorno.

Gruñó en advertencia, luego lo estaban besando mientras su alma absorbían su alma a través de su polla. Dios, la última chica con la que había estado ni siquiera había querido que se viniera en su boca, y Abby no estaba dejándolo ir, siguió chupándosela, incluso después de que terminara.

Clara dejo su boca y se lanzó por la de ella.

—Eso fue tremendamente caliente —susurró, sosteniendo el rostro de Abby en sus manos—. Eres tan jodidamente hermosa.

Comenzaron a besarse justo en el regazo de John.

Se comenzó a sentir débil estando junto a ellas, preguntándose si podría levantársele de nuevo. Oh, demonios, incluso si no podía, ¿tal vez lo dejarían ver? Eso podría alimentar sus fantasías durante años.

No pudo evitar sonreírle a Sherlock, cuyo rostro estaba en modo observación una vez más. Todo lo que hubiera estado buscando, John esperaba que lo hubiera encontrado. Por otro lado, si tuvieran que volver mañana por la noche para hacer un poco más de "investigación", John pensó que probablemente podría someterse a las penurias.

Sherlock se apartó de la pared y se acercó al sofá, volviendo en el personaje mientras pasaba un brazo por los hombros de John y plantándole un beso en la mejilla. En medio de la bruma provocada por el alcohol y el orgasmo inducido, John no logró reaccionar en lo absoluto.

—¿Feliz, cariño? —dijo Sherlock, sus labios rozando el oído de John de una manera que era decididamente agradable—. ¿Es esto lo que querías?

—Sí. Dios, sí. —Las chicas rompieron su beso y le sonrieron. Sherlock rio y John empezó a preguntarse cuando había aterrizado en esa especie de realidad alternativa. Porque, ¿esto? No pudo haberle pasado a él.

—Eso fue muy divertido —dijo Clara mientras se ponía de pie y tiraba de Abby hacia ella. Ambas entrelazaron sus brazos alrededor de la otra.

—Él tiene una polla preciosa —dijo Abby—. Gracias por compartirlo.

John no estaba seguro de si estaba sonrojando por el elogio o era porque los dedos de Sherlock estaban acariciando la curva de su oreja.

—De nada.

—Cuando quieran —agregó John, eso le valió una pequeña bofetada en la mejilla por parte de Sherlock.

Abby y Clara rieron y enderezaron su ropa antes de salir. En cuanto la puerta se cerró, Sherlock se apartó, poniendo un poco de espacio entre ellos en el sofá.

John parpadeó ante la repentina pérdida de calor y luego se dio cuenta de que sus vaqueros aún estaban alrededor de sus tobillos. Se los subió lo más rápido que pudo, consciente de que Sherlock le estaba mirando.

—Supongo que, ¿hemos terminado aquí? —dijo mientras se ponía de pie, un poco tambaleante.

—Mmmm —respondió Sherlock, al parecer, ahora en modo de procesamiento.

John se recostó en el sofá y cerró los ojos. La habitación girando un poco, pero de buena manera. Lo distraía del caos dentro de su cabeza.

—Tenemos que conseguir un taxi.

John se sentó y parpadeó; Sherlock ya estaba de pie junto a la puerta, enrollándose la bufanda alrededor de su cuello

—Claro, por supuesto.

El aire frío de afuera le aclaró un poco la cabeza. En el momento en que se deslizó en el asiento trasero del taxi, la curiosidad de John estaba a punto de matarlo.

—Espero que hayas encontrado lo que estaba buscando al ir allí.

La sonrisa de Sherlock era enigmática

—Tengo un poco más de investigación por hacer, pero fue muy esclarecedor, sí.

El silencio se extendió entre ellos y John suspiró. A veces era como una piedra

—Así que, ¿Cuál es el caso?

—¿Qué caso?

John frunció el ceño

—Este caso, en el que estás trabajando. ¿Cuándo vas a decirme al respecto? ¿Qué estamos buscando?

—No tengo idea de lo que estás hablando, John.

—Pero… ¿Entonces qué fue todo eso? —En cuanto las palabras salieron de sus labios, todo encajo por sí mismo en su mente. La ira que lo invadió fue sorprendentemente intensa—. Oh, Dios mío. ¿Esto era parte de tú experimento? ¡¿Me estás hablando en serio?!

Sherlock lo miró, aparentemente sorprendido por su reacción.

—Miraste mis datos esta tarde. Asumí que habías atado cabos.

—Por supuesto que no lo he hecho, ¡soy un idiota!, ¿recuerdas? —Apretó las manos contra su cara—. No puedo creer que me pusieras en esa situación, yo sólo… —Su voz descendió hasta ser un susurro—. ¡Ellas no utilizaron preservativo!

—Sí, me sorprendió que no hicieras un escándalo por eso, sobre todo teniendo en cuenta que había un cajón lleno de suministros en la mesa.

—¿Cómo iba a saber eso?

—Era un club de sexo, John. ¿Qué otra cosa iban a tener los cajones de las habitaciones privadas?

La furia corriendo por las venas de John fue atemperada con la vergüenza, porque él realmente debería haberse dado cuenta de dónde estaban. Él simplemente había seguido ciegamente a Sherlock como un perrito obediente, como siempre hacía

—¿Cómo puedo ser tan estúpido? —gimió. Oyó una toma de aliento a su izquierda y levantó una mano—. Fue retórico.

Retomaron el resto del camino hasta su departamento en silencio. John saltó del taxi y corrió hasta la puerta de 221B… Maldita sea si dejaba que Sherlock le hiciera pagar la tarifa. Subió por las escaleras, atravesando la puerta y entrando en la cocina. Buscó a tientas entre el contenido de la nevera, algo seguro y bebible, tomando finalmente un pequeño contenedor de jugo que sabía que había comprado él mismo. Se apoyó en la mesa resoplando, y esperó.

Sherlock apenas había tenido la oportunidad de colgar su abrigo antes de que John se le echara encima.

—Me llevaste a un club de sexo sin decírmelo, me emborrachaste, y luego me condujiste hasta un escenario sexual sin mi consentimiento.

El rostro de Sherlock cayó un poco antes de que la plácida máscara de indiferencia se instalara en su lugar otra vez.

—Fue consentido. Hablamos de ello.

—Sherlock, me emborrachaste, por lo que, por definición, hacia a mi consentimiento algo dudoso en el mejor de los casos.

—Pero había una palabra de seguridad, y no la usamos.

—Oh, ¿eso era lo que hicimos justo en el último minuto? Joder, Sherlock.

John vació la caja de cartón del jugo y la desechó antes de avanzar hacia él. Sherlock retrocedió un paso, un destello de miedo en su rostro que John encontró con gran satisfacción. Sintió el impulso de pegarle, empujarle, hacerle ver cuán enojado estaba John.

Pero, maldita sea, era Sherlock, y a pesar de ser un genio, también podía ser un completo idiota. John frotó su frente con una mano y suspiró.

—Siéntate. Tenemos que hablar de esto.

Sherlock asintió con la cabeza, no del todo tranquilo con el contacto visual. Se movió hasta sentarse en un sillón, metiendo las piernas debajo de él. Parecía un chico que acababa de ser atrapado y John tuvo que reprimir una sonrisa. Se sentó en la silla frente a Sherlock y se inclinó hacia delante, los codos sobre las rodillas.

—Lo que hiciste esta noche fue por lo menos poco ético. ¿Lo entiendes?

—Pero lo disfrutaste.

—Eso no viene al caso. Mira, no me opongo a participar en este loco experimento tuyo, pero no me puedes mantener en la oscuridad con algo así. Tienes que ser honesto conmigo, ¿de acuerdo?

Sherlock miró sus manos por un momento antes de levantar la vista al final

—De acuerdo.

—¿Entiendes lo que digo?

Sherlock hizo un sonido de frustración

—Por supuesto que lo entiendo. No volverá a suceder.

Los labios de John se torcieron ligeramente

—No lo entiendes para nada, ¿verdad?

Sherlock frunció el ceño

—Entonces ilumíname, por favor.

—Me gustaría que ocurriera de nuevo. De hecho, estaría decepcionado si no pasara. —No pudo evitar sonreír al ver la expresión de total confusión en el rostro de Sherlock—. Entiendo que esto es un experimento. Estoy bien con eso. Quieres entender cómo funciona el sexo, cómo la gente responde a los estímulos sexuales.

—No la gente, John. Tú.

John sintió sus mejillas enrojecer, pero se obligó a sostenerle la mirada a Sherlock.

—Sólo yo. Está bien. Y en contra de mi mejor juicio, de alguna manera todavía estoy muy bien con eso. Incluso voy a ser un participante entusiasta. Pero sólo si eres honesto conmigo.

Había algo extraño en los ojos de Sherlock otra vez, algo que John sólo pudo identificar como calor. Un escalofrío recorrió su espalda y se instaló de manera incómoda cerca de otra parte de su anatomía.

—De acuerdo. —La expresión de Sherlock era casi depredadora ahora—. ¿Continuamos mañana por la noche?

John asintió con la cabeza.

—Mañana por la noche.

Sherlock sonrió y se dejó caer en la silla, juntando los dedos. Empezando a planear.

John tragó. ¿En qué se estaba metiendo exactamente?


¡TADA! Espero sinceramente que si leyeron esto, les haya gustado. Mi ortografía es un asco, así que espero no haberlo arruinado – y si lo hice, espero que no mucho- , porque este fic, así todo sexoso, es de mis favoritos, y me encanta el final :D así que espérenlo con ansias, son ocho capítulos, y es probable que actualice entre semana (aprovechando los huecos laborales), por ser una traducción, no sé si es correcto que solicite reviews, pero consideren que esto me animaría mucho, son capítulos largos y las ganas menguan si a nadie parece gustarle ;_; así que, ¿Comentarios?

18/12/13 Editado

N.T.: Un buen amigo-novio-casi esposo, acepto leerse todo y corregir la ortografía y etc etc, me ha hecho llorar con todos los errores que encontró XD, espero que ahora este mejor, sigue estar sin betear propiamente dicho.