Ser Padre

Capítulo 13

El regalo de tu recuerdo

Sakura pego un respingo involuntario y se apego a su hermana cuando el viento helado choco contra su rostro. La ropa gruesa y los guantes no servían demasiado cuando las temperaturas bajaban más allá de los 0 grados y aunque en su memoria, la voz lejana de uno de sus tíos mencionándoles el clima revotaba en su cabeza, reconocía no haber puesto mucha atención a la prudente información que les había sido revelada.

Pero era algo natural.

Aquel día era especial. Su día especial. Y era por esto que el clima pasaba a ser una variable a despreciar. El contexto en momentos como ese no era importante, era el tiempo el sí aquello que consideraban valioso, aquel instante que se inmortalizaría, junto a los demás, en el fondo del alma.

Cogiendo mejor la mano de su hermana y entrelazando sus dedos algodonados con los suyos, la menor de las gemelas Hamato dejo escapar un pequeño halo de vapor. Aquella extraña demostración de vida la dejo por segundos pensativa en aquel mundo lleno de silencios, porque, ¿No es increíble lo poco que se necesitaba para demostrar que sigues aquí?

Apartadas de la ciudad y su bullicio, ambas hermanas miran el enorme portalón de fierro que les bloquea el paso con la serenidad de un condenado. Podrían tomarse todo el tiempo del mundo, pero bien saben que sus cuerpos también tienen límites y que si quieren regresar deberán darse prisa, o correrán el riesgo de quedarse y eso es algo que aún no debe pasar, o al menos eso es lo que les gusta pensar.

Dando un paso hacia adelante, Rose entierra los pies en la nieve, compactándola. Dudando entre seguir avanzando o quedarse ahí para siempre, Sakura deja que su hermana jale de ella y juntas cruzan la puerta que divide dos mundos. Como es de esperarse, dentro de aquel extraño lugar sin techo, no hay nadie. Por lo que sintiendo la presión de aquel silencio que se impone, ambas niñas cierran la boca, casi temiendo siquiera suspirar, y comienzan su eterna caminata por los vacíos patios del viejo cementerio de New york.

Lejos de sentirse asustadas, las albinas muchachas caminan a paso lento, siendo conscientes de cada ruta y recoveco de aquel laberinto de almas dormidas. Reconocen de reojo y a la distancia las estatuas que adornan las lápidas de mármol, saben cuáles han sido víctimas del tiempo y el abandono, y cuales han sido cuidadosamente restauradas para que sigan teniendo aquella fría belleza que tanto hipnotiza a los turistas en épocas más cálidas.

Encerradas en medio de aquel paramo de recuerdos y monolitos, las niñas imprimen sus huellas en la nieve y avanzan en búsqueda de aquella que no han podido conocer, pero a quien saben deben la vida. Fue hace mucho tiempo, cuando aún eran demasiado pequeñas como para escabullirse lejos de casa sin que su padre se alarmara, que descubrieron parte de su origen.

No había que ser un genio, pero con el tiempo, es imposible no notar las diferencias entre los que vivían arriba y su alocada familia. La razón de porqué ellos eran tan diferentes y ellas tan iguales físicamente a los humanos llego de forma lenta, casi amortiguada por la suave voz de su propio padre. La palabra adoptadas a Rose no le gustaba, así que de alguna forma su hermana se las había ingeniado para encontrar aquella que les calzara mejor y no hiciera arrugar la nariz a su gemela. Ellas más bien habían sido enviadas.

"Hemos de cuidar y hemos de ser cuidadas", había dicho la menor de las Hamato. Y con esa resolución, Rose se había quedado conforme.

Siendo sinceras, no podían decir que habían extrañado la figura de una madre en sus vidas. Su padre había velado tanto por ellas, las había protegido y mimado con tanto cuidado que, en sí, aquella figura de mamá no era una necesidad para sus corazones, sino más bien una curiosidad.

Mas de una vez, mientras hacían travesuras, o comían responsablemente sus verduras, ambas chicas se preguntaban si aquella mujer se habría sentido orgullosas al mirarlas.

¿Qué dirías ahora si nos vieras?, ¿Te gustaría el resultado?, ¿Querrías cambiarnos algo?

Las preguntas mas grandes eran cosa de Sakura. Rose al verla de reojo, ensimismada en ese mundo de cuestionamientos, solía apretar su mano o chocar su cabeza con la suya. De alguna forma, la mayor quería detener sus dudas y cavilaciones, quería que ella se sintiera segura de que estaban bien y de que eran las niñas que debían ser. Entre ambas, la brecha de sus personalidades era casi una muralla, pero lejos de separarse, ambas niñas habían hecho de aquellos ladrillos un fuerte de contención, uno que en todo momento alertaba de cualquier cambio en su estructura.

Y era por esto que Rose no se molestaba en tocar la puerta, ella simplemente pasaba y jalaba de su hermana hasta que esta le sonreía con esa tranquilidad que parecía habérsele pegado de su padre. En el fondo la mayor muchas veces se pregunto lo mismo, pero sus preguntas siempre tomaban otra dirección. Ella lo que quería saber era si se parecían en algo más haya de lo físico.

¿Arrugaría ella la nariz al enfadarse como ella? ¿Le asustarían las arañas como a Sakura? ¿Le habría gustado estar horas mirando la lluvia caer?

Quizá, y tan solo quizá, era por esas pequeñas preguntas que cada 24 de diciembre y en medio de aquel fulgor estruendoso de personas y papeles de colores, ambas, aprovechándose del desastre, se escapan sutilmente de la guarida y pasaban al único vestigio que había quedado de su madre, rodeadas de las preguntas que siempre flotaban de manera subconsciente. Las calles están atestadas de gente, y el olor a dulces y caramelos barniza el aire como una risa suave y vibrante que se va perdiendo a medida que se avanza por los callejones. Pero ellas están lejos de todo eso. Perdidas en el silencio de sus propias pisadas y preguntas.

Los pasos suaves se vuelven más firmes a medida que se aproximan a su destino, y aunque la caminata se les hace deliciosa aún bajo el frío invernal, la sensación de contención vuelve al pecho de las niñas en cuanto consiguen pisar aquel campo santo. Aguantan el aire y aprietan sus dedos contra los ajenos para darse fuerza y calor cuando sus ojos, tan azules como el océano leen la inscripción tallada en la mustia piedra blanca.

"Elín Rossi Leone 1980-2003"

Y eso es todo. No hay epitafio, no hay recuerdos, ni flores, no hay "con amor de…", ni tampoco, "con nuestros más sinceros cariños…", ni nada que se le parezca. Como una huella borrada por el mar, Elín se había marchado, casi como si nunca hubiese existido en realidad.

Pero estaban ellas. La prueba inequívoca de que alguna vez respiro, la marca en carne de que antes de irse había dado todo de lo que tenía para enviar a sus hijas a un mejor lugar, aunque no pudiese ir con ellas.

-"Hola mamá…"-Rose siempre es la primera en romper el silencio, que sintiéndose perturbado huye hacia el fondo de aquel misterioso y helado lugar de secretos. Su hermana ahoga un suspiro, casi agradeciendo que su la mayor prefiera hablar antes que pensar-"Vinimos a visitarte…"-Lo hacen porque es bueno, porque de seguro ella lo habría aprobado y por sobre todo porque a pesar de las preguntas sin respuesta ellas siempre tendrán algo que decirle-"Ya sabes… para darte las gracias otra vez…"-Quizá aquella mujer no había podido criarlas, no les había cantado por la noche ni enseñado a usar el baño como lo hacen las niñas, pero les había dado algo más grande, algo invaluable.

Una oportunidad para vivir.

Para ambas, jamás fue problema aceptar que no provenían biológicamente de los Hamato, sino comprender, que sus vidas daban inicio con el sacrificio de su madre.

- "Se que deberíamos venir más seguido, pero no es tan sencillo ¿sabes?"-Sakura siempre sonreía al ver a Rose cruzarse de brazos para quejarse a gusto sobre el excesivo cuidado de los demás para con ellas. Ya tenían 15 años y para Rose ese número validaba muchas más cosas de las que se les permitía hacer.

- "Escogiste al papá más responsable de la galaxia"-

- "No te hagas, ¡Del universo!"-La menor de las gemelas olvida el aire contenido al escuchar a su hermana y suelta una risa floja que hace eco contra la nieve. La replica es aceptada pero aún así ella tiene que objetarle lo evidente

- "Pero es un buen papá…él es muy bueno, nuestros tíos también lo son…"- Una sonrisa se dibuja en ambos rostros tras sus palabras. Aquello era innegable, peor aun así…aun así…-"Yo…. Aún quiero saber muchas cosas mamá…"-Rose aprieta su mano y suspira, sintiendo su corazón acoplarse al ritmo de su gemela- "Nos parecemos mucho a papá ¿sabes?, Rose tan disciplinada y terca…"-menciona con tono de burla

- "Y Sakura tan Tranquila y sabelotodo"-contrataca la otra sin dejarse picar

- "Pero…hay tantas cosas que nos gustaría saber si son parte de ti…"-No es una recriminación, no es un acto de pena o rabia, solo es curiosidad, simple curiosidad-"Así qué…vale, aquí te van algunas, ¿Esta bien?"- Nadie puede responder, y eso para ambas niñas es la mejor afirmación que puede existir.

Es aquí donde cada año sus preguntas mudas se escuchan con ternura y curiosidad, es aquí donde siempre se cogen de las manos con fuerza a la espera de una respuesta que no llegará y que con algo de suerte lograrán imaginar. Es aquí, porque la muerte es muda y el silencio su único regalo. Y para ellas está bien. Porque tienen a su Padre esperándoles en casa, con chocolate caliente y caricias en el cabello, esta bien porque tío Donny de seguro sacará algún menjunje nuevo y perverso que nadie querrá probar, esta bien porque tío Rapha las cubrirá diciendo que estuvieron con él cuando cuestionen su repentina desaparición, está bien porque tío Mike tendrá todo listo para la maratón de películas de navidad y los tres podrán hundirse hasta el cuello en palomitas mientras su sensei de manera contrabandista y como quien entrega un paquete de cocaína les dará con anticipo sus regalos de navidad. Estaba bien porque de seguro sus tíos Abril y Case traerían un gran pavo para cenar y juntos cantarían las desafinadas baladas del peleonero. Estaba bien, era perfecto…

¿No es así?

No saben cuantos minutos pasan en medio de la nieve y de sus interrogantes, y tampoco se dan prisa en despedirse cuando ya no quedan palabras en sus bocas. La sensación endulzante de un nuevo recuerdo sirve para aplacar cualquier duda que quiera germinar en sus cabezas, al menos, hasta que deban regresar.

- "Mamá…"- No la conocen, no tuvieron ese beneficio- "Ya nos vamos…"-Pero deciden quedarse con su regalo y con sus dudas que jamás podrán contestar como la consecuencia de continuar atadas a este mundo. Tomándose de las manos se inclinan en son de respeto - "¡Gracias por otro año increíble!"- y renovadas vuelven sobre sus pasos antes de que alguien pueda extrañarlas.

Después de todo, es víspera de navidad, y gracias a su madre, hay alguien esperándoles en casa

Desde las sombras una figura encapuchada las ve partir. Ha tomado más tiempo que el año pasado, pero su paciencia da los frutos necesarios como para que sus dos hijas se alejen sin notar su presencia. Bajo el brazo hay un ramo de flores y en su cara una sonrisa de tranquilidad

-"Han crecido mucho…¿No crees?"-La muerte no contesta. Pero el no necesita de sus oídos para escuchar. Ella siempre ah estado ahí para oír sus quejas, sus dudas y preocupaciones. Ser padre es un regalo hecho reto, uno que jamás podrá pagar- "Elín…gracias…"-y la sombra se retira tan rápidamente como ah llegado, ahora sin su blanco cargamento bajo el brazo, pues el de vez en cuando también hace trampas y es por eso que debe llegar antes que las dos pequeñas niñas que ahora, sin preguntas, se deslizan nuevamente en ese mundo de ruido y gente.

Victima de su estado poco convencional, la culpable de tantas dudas observa a los tres dueños de sus preocupaciones marcharse una vez más como cada año. Sus pasos livianos no se sienten en la nieve y las rosas blancas son retiradas con alegría y cuidado del frío invernal tras un segundo de curiosidad. Una sonrisa curva sus labios y una pequeña arruga cubre su nariz cuando se retira

Tras de si un epitafio escrito con nervios y tiza azul queda impreso sobre su nombre y sus memorias.

"Elín Rossi Leone 1980-2003"

"Respetada y amada madre. Siempre te recordaremos"

"CON AMOR, TUS HIJAS"


Hey!... se que muchos tienen preguntas por mi paradero y de verdad quiero contestarles con la verdad. Pero hay casos donde la verdad duele un poco. Este es uno de eso.

Estuve muy enferma, física y emocionalmente. Estuve algún tiempo en el hospital intentando recuperarme y aunque me encuentro bastante mejor, aún me queda mucho camino por recorrer. Sinceramente, la única culpable de todo soy yo misma. Yo me herí a mi misma y permití que me hicieran daño. Pido disculpas por no haber actualizado en tanto tiempo, pero me era imposible hasta levantarme de la cama y en el hospital también me lo prohibieron, por eso, lo lamento.

Quise subir esto hace unos días pero no tenía el valor de hacerlo. Siento que soy un despojo de lo que alguna vez fui, y no quería que eso se notara, pero hasta mis letras me abandonaron en su momento.

Quiero decirles, de corazón, que hoy estoy aquí (aterrada y nerviosa) intentandolo de nuevo. Gracias a todos. Les deseo lo mejor y si pasan por aquí, les dejo un abrazo.

Feliz 2018

PD: estoy en proceso de actualizar todo cuanto esta pendiente. Iré paso a paso. Empece por aquí porque aún me mata la inseguridad. Pero aquí vamos chicos! Es una nueva oportunidad.