– No.
Esa simple palabra se clavó como un cuchillo en el estómago del pobre chico, deteniendo su respiración por unos segundos.
Todo el valor que había reunido durante tanto tiempo se había ido al traste.
"No."
Ni un solo amago de duda en sus palabras.
Ni un solo sentimiento escondido tras ellas.
Todo había sido producto de su imaginación. Más bien de sus ilusiones.
– Com...prendo. ¡Ya decía yo que era una idea descabellada! Al fin y al cabo, ¿cómo podría alguien sentir algo por un desecho humano como yo? – Finalizó sus palabras con una risa nerviosa pero maníaca, sintiendo el dolor crecer por todo su pecho.
La verdad dolía mucho.
Kamukura ni se molestó en contestar, bajando de nuevo la mirada a su libro.
Komaeda solo esbozó una sonrisa falsa, por mucho que el otro no pudiera verla, retrocediendo unos pasos antes de girarse hacia la puerta.
– Espero que disfrutes de la lectura. – Así se despidió, abriendo la puerta y cerrándola tras él, tragando con fuerza para así tratar de eliminar el nudo que se había alojado en su garganta.
Pero tenía que ser optimista.
¡Después de esta desgracia la buena suerte le sonreiría!