HABEMUS CAP

PERDON por la tardanza pero ya trabajo y a parte la escuela... Apenas y tengo tiempo de respirar, espero les guste la actualización y ya ando trabajando en el siguiente que espero no tardar en terminar. Les mando mil saludos, gracias por la paciencia, recuerden dejar su opinión del cap en los reviews y nos leemos en el siguiente cap.

Paciencia plis u.u


The dark souls estuvo en junta con los directivos del estudio para hacer la protocolaria presentación por casi dos horas, los cuellos blancos de la música habían quedado bastante convencidos con el nuevo material, de tal manera que pasaron por alto desde la primer canción el retraso de casi tres meses en la conclusión de aquél trabajo y empezaron los preparativos para una cena de gala dónde se presentaría a los medios. Por supuesto Marceline no era seguidora de ese tipo de fiestas, pero no tenía opción. Salió del estudio y se dirigió directamente al asilo, necesitaba contar a Simon todo y además se encontraría con Bonnibel quién a una semana de la mudanza al apartamento de su abuelo, aún no había podido verla. Al llegar, estaba Marshall para su pesar, tras registrarse lo más rápido posible, se adentró en el asilo. En ningún momento vio a Bonnibel, sin embargo Simon ya estaba en el jardín habitual.

– ¡Gunny! ¿Cómo está mi princesa?

–Ya te extrañaba –Contesto dándole un gran abrazo –Yo estoy muy bien, ¿Y tú? ¿Te cuidas bien?

–Aquí tratan a este pobre viejo como si fuera niño.

–Es por tu bien, abuelo… Y eso hace que yo también lo esté.

– ¿A caso hay algo que quieras contarme? Te veo demasiado feliz.

–Es que ya acabe el nuevo álbum, le gustó mucho a los de la disquera…

– ¡Felicidades hermosa! Sabía que podías llegar lejos, siempre has tocado el piano de maravilla… ¿Recuerdas a tu maestra de piano? Era muy bonita… lástima que tu madre me hizo contratar a otro profesor.

–Siempre has sido un coqueto de lo peor ¿Eh?

–Bah, sólo soy un viejo que no puede comer tarta de zarzamora. Pero dime, ¿Hay algo más? Porque ese brillo en tus hermosos ojos no es sólo por el disco… –Marceline se sonrojo, era increíble cómo, a pesar de confundirla con su madre, la conocía a la perfección – Ajá… ¿Cómo se llama el afortunado?

Marceline, confundida no supo qué contestar, afortunadamente y ganando tiempo para pensar su respuesta, la conversación fue interrumpida por Bonnibel.

–Buenas tardes, espero no ser inoportuna –Saludó y de inmediato vio a Marceline.

–Por supuesto que no, preciosa… ¿Ya te presente a mi hija?

–Si ya tenemos el gusto… –Dijo Bonnibel con una sonrisa.

–Por supuesto, ella conoce a todo el personal.

–Le traje la continuación del documental del ártico…

–Oh muchas gracias, eres mi favorita de todo este hospital –Le dijo con una sonrisa – Lástima, que soy demasiado viejo y tú demasiado pequeña, jovencita –Completo levantando las cejas.

– ¡Hey Simon basta! –Protesto Marceline con clara molestia, a lo que ambos la miraron y su abuelo le sonrió de una forma suspicaz.

–No te enceles mi princesa, es sólo un juego.

–Está bien Marcy, bueno, debo irme… Estaré en recep…

–Recepción, si, me imagino –Completo ahora más molesta interrumpiendo también la replica que la chica iba a darle– Me da igual, ahora si nos permites… – Terminó por ahuyentar a aquella chica de los cabellos rosados quien orgullosa decidió emprender retirada.

–Eso fue muy descortés Gunny,

La hora de visita había terminado y al vibrar el móvil de la chica ojiazul, la plática con el apuesto recepcionista se vio interrumpida, Estoy en el auto, ¿Te espero? tras contestarle, terminó la plática con Marshall quién aunque de forma menos insistente, aún intentaba tener alguna oportunidad con Bonnibel. La chica camino hacía "Gunter", pudo ver a Marceline en él distrayéndose con su celular. Subió a su lugar de copiloto, la pelinegra dejó aquél aparato para emprender marcha al coche sin decir una palabra.

– ¿Es en serio Marceline?

– ¿De qué hablas?

–Que te sigas molestando cada que hablo con Marshall, es mi amigo.

–Pero él no quiere ser "tu amigo" y ni siquiera has sido para decirle que estás en una relación, o eso se supone ¿No? – Argumentó aumentando un poco la velocidad y la chica de la melena rosa empezó a reír – ¡No es gracioso Bonnibel!

–Sí lo es, te comportas como una niña Marceline… –La piloto sólo resopló y desvió la mirada y cuando preparo su respuesta la dulce voz de su compañera se manifestó primero – Pero me gusta verte celosa…

– Ay por favor, ¿De qué demonios hablas? – Gritó, prácticamente, la pelinegra al tiempo que frenaba en seco.

– ¡Marceline! ¿Estás loca? ¡Pudiste ocasionar un accidente! –Dijo aún con las manos extendidas sosteniéndose.

En cierta forma tenía razón, definitivamente Marceline debía dejar esa costumbre de frenar así.

– NO, son celos…

– Si lo son y de hecho, me gusta… significa que me quieres al menos un poco de lo que yo te amo…

Ante esas últimas palabras, la blanca piel de Marceline se ruborizó, Bonnibel sonrió y le dio un lindo beso en los labios el cuál aumento el rojo en el bello rostro de la piloto.

–Creo que es mejor volver a andar el auto ¿No crees, amor? –Sugirió bastante divertida.

Y dicho esto, la pelinegra reacciono de su pequeño trance y continuaron el camino hacía "La montaña de hielo" como había apodado Lumpy el piso de Simon. Al llegar tomaron el ascensor hasta el último piso y entraron al departamento. Tras preparar algunos snakcs, las chicas se trasladaron a la sala para decidir qué película verían.

–Mira, traje "PD. Te amo", "Lo que el viento se llevó" y "The notebook" ¿Cuál quieres ver?

La masacre de Texas

–Se supone que debes elegir entre las tres que mencione, Marcy.

–No, esas son aburridísimas, bobas y… –Se detuvo al ver molesta a Bonnibel.

– Ok, ¿Cuál dura menos? –Dijo resignada.

PD. Te amo – Dijo emocionada y sacándola de su bolso color rosa.

–Vale, pero después vemos "La masacre de Texas".

–Ok, ok…

Así pues, empezó la película, Marceline se recostó un poco en el sillón y Bonnibel recargó la cabeza en el pecho de ella, sosteniendo un tazón con palomitas. La película apenas llevaba 20 minutos y Marceline estaba ya más que aburrida, sin embargo, Bonnibel aún contenía algunas lágrimas, le pareció algo muy divertido pero si se reía moriría en manos de su novia y además arruinaría el momento y siendo que no la había visto en cinco tortuosos días por los finales, dio uso de su autocontrol. Sin embargo, aquella empalagosa historia no ayudaba.

–Yo que el chico, si sabía que ya se iba a morir, le hubiera comprado una casa, un coche o joyas a crédito antes de que eso pasara y no sólo planear como torturarla psicológicamente después de muerto… ¡Eso no es nada romántico!

– ¡Marceline! –Dijo con fastidio, dando un pequeño manotazo en la pierna de la impertinente novia.

– Ok ya, sólo decía…

La película continuó, afortunadamente para Bonnibel no hubo más comentarios o travesuras impertinentes por parte de Marceline quien por fin estaba quieta y la dejaba disfrutar la cinta. Con el feliz final, comenzaron los créditos y entonces saco el CD de aquél aparato. Al incorporarse, pudo ver a su acompañante completamente dormida.

– ¿ES EN SERIO? –Levantó la voz haciendo que la pelinegra se incorporara con sobresalto – ¡Estabas dormida!

– ¿Qué? No, claro que no, sólo estaba recargando la cabeza…

– ¿En qué terminó?

–Pues… en que… Supera la muerte, del chico y… es feliz, ¿No?

–Ok sí, pero sabes que te dormiste.

–Bueno, bueno, ya… Ahora toca la mía –Dijo sonriente y tras preparar otro paquete de palomitas regreso a la sala, pero frenó su paso en seco cuando vio a Bonnibel agachada a una altura media, poniendo la película en el reproductor. Una pequeña corriente eléctrica en su vientre se hizo presente al ver tal perspectiva de Bonnie, quien al sentir la mirada se incorporó rápidamente.

–Porque no mejor pones tú la película, pervertida – Dijo sonrojada, haciendo que la "pervertida" se ruborizara aún más que ella.

–Bueno, soy tu novia ¿No? –Repuso poniendo la película, mientras lo hacía, Bonnibel regresaba la travesura hecha por Marceline, con mucha más discreción por supuesto. Ambas retomaron sus lugares en el comodísimo sillón, sin embargo, al aparecer en pantalla el menú de ajustes la chica del cabello chicle se incorporó de forma abrupta. Marceline pensó que tal vez había olvidado algo.

– Se supone que pondrías "La masacre de Texas"… – Dijo un tanto ansiosa y mirándola como solía hacerlo en sus regaños.

– Bueno, al final me decidí por It… Pero si te da miedo ponemos otra.

– ¿Miedo? NO… Por supuesto que no me da miedo, es sólo una novela… completamente irreal.

–Entonces, no hay problema, ven –Mediante señas, indicó el lugar correspondiente de Bonnibel, quien tras dudar unos instantes, retorno su cuerpo al sillón y de nuevo puso su cabeza en el pecho de Marceline, quien tras esperar que se amoldara, la envolvió en brazos y puso play por el mando al reproductor. Conforme empezó la película, Bonnie lucía ecuánime, sin embargo, con la aparición de aquél tétrico payaso, no pudo evitar tomar la mano de Marceline, quien la entrelazó a sus dedos.

– ¿Segura que no te da miedo? – Con voz burlona preguntó a su novia, quien no hablo y sólo negó con un movimiento de cabeza. Marceline sabía que Peebles estaba asustándose, sin embargo, eso era parte de las películas de terror, además era divertido ver a su siempre racional novia, despegándose de su papel. La historia seguía su curso, sin darse cuenta, la chica del cabello rosa estaba resguardada en el regazo de Marcy, quién tranquila comía palomitas, al menos cada que la chica dejaba libre su pálida y fría mano.

– ¡Wuo! La escena de la regadera es buena…

–E-este, voy al baño –Se excuso Bonnibel quien intentaba incorporarse, pero seguía en el refugio de su novia. El día se había ido y aquél piso que en el día parecía construido en hielo, ahora estaba completa y tenebrosamente oscuro, sin embargo necesitaba eludir esa escena a menos que quisiera quedar en ridículo con Marcy.

– Ok, vale –Prendió la luz estirando la mano al interruptor, cosa que Bonnibel agradeció e hizo amar más a su novia. Tras regresar del baño, no vio a su novia y peor aún, Marceline tuvo la genial idea de ponerle pausa. Sintió un pequeño déjà vu y entonces recordó aquél sobresalto en el bosque.

– ¡NI SIQUIERA LO PIENSES MARCELINE!

– ¡Diablos! –Se quejó al ver que no pudo hacer aquella pequeña travesura mientras salía de un costado del sillón – ¿Segura que no tienes miedo?

–NO, Marceline… Como dije, es sólo un filme, no porque los libros hablen de vampiros quiere decir que existan – Dijo más para ella que para Marceline, quien entonces se acomodó, ahora del otro lado del sofá, apagó la luz y tras esperar a Bonnibel, reanudo la reproducción. Marceline la abrazó de nuevo y tomó su mano, estaba sudando. En la escena las regaderas comenzaron a encenderse por sí mismas y a moverse, Marceline devoraba las palomitas y el ritmo cardiaco de la dulce chica estaba por las nubes.

–Ok, ya pausa, pausa, pausa… –Sobresaltada, prendió la luz e inmediatamente Marceline apagó la televisión – ¿P-por qué la quitas?

–Porque te estás muriendo de miedo, sólo quería ver qué tanto aguantabas – De nuevo, burlona, tomó la mano de Bonnie – Hasta sudando estás…

–Por qué hace cal…

–Suficiente terror por hoy, no quiero que tengas pesadillas por mi culpa.

–No tenía miedo… ¡MARCELINE! –Gritó cuando la chica apagó la luz de forma traviesa, –Tras encenderla de nuevo, pudo verla carcajeándose en el sillón.

– ¿Sabes qué? NO es gracioso, Siempre tienes que arruinar las citas, ¡ASH! A veces eres tan desagradable... – Indignada, tomó su bolso y emprendió firme paso hacia la puerta.

–Bonnie, espera… sólo fue una broma –Interponiéndose entre la pelirrosa y su camino agrego –Perdón, no creí que estuvieras así de asustada –La tomo por la cintura y le dio un cálido beso a lo que su novia correspondió.

–Siempre he tenido fobia a los payasos –Explicó

–Bueno, todos tenemos miedos Bonnie, no siempre debes ser perfecta… Al menos no le tienes miedo a las aves como Jake, eso sí es muy extraño.

– ¿Aves?

–Una vez lo picoteo el pato de su abuela… O creo que era un loro. El punto es que fue atacado por un ave –Ella rió, una de las tantas cosas que amaba Marceline, hacerla sonreír.

Después de deshacer el drama acontecido, ambas se quedaron platicando en la sala, Marceline sentada en el piso dejándose peinar pacientemente por Bonnibel quien experimentaba algunos peinados en su maniquí real. La pelinegra con unas lindas trenzas, se ponían al día de todo lo acontecido en el tiempo sin verse, que si bien cinco días no parecen mucho, el estar un minuto una lejos de la otra parecía una tortuosa eternidad. Tras la breve historia de cómo la aplicada chica fue la única en hacer de manera perfecta un experimento, Marceline habló sobre el álbum, la junta y la fiesta de conclusión.

– Significaría mucho para mí que fueras.

–Por supuesto que estaré ahí –Y tras un segundo, se incorporó un tanto más emocionada – Oh por Glob!... Significa que necesitamos ir de compras.

– ¿Necesitamos?

– Sí, debes lucir espectacular. Me administraré en la semana –Volteó a ver a su novia quien se estaba rascando la cabeza, al parecer había apretado un botón en Bonnibel que no hubiera querido –Y a ti también, así vamos juntas a comprar nuestros vestidos, zapatos… etc –Concluyo un una gran sonrisa en el rostro.

–Te acompaño, yo ya tengo un vestido… –Tras esas palabras la chica de la melena rosa, pidió ver aquél mencionado vestido, tras insistir tanto, la pelinegra tuvo que acceder a ponérselo y hacer una "pequeña humillante pasarela" a su novia por el pasillo que conduce al living. Bonnibel la miro con su cara de aplomo forzado, era más que obvio que quería reírse – Ya, suéltalo…

– Es muy de tú estilo, pero… –La risa ganó la batalla – Pareces Lily Munster –Terminó por dejarse vencer ante el torbellino de carcajadas.

– Eso te convierte en Herman, ¿Sabes? –Dijo algo molesta quitándoselo, pero una dulce voz, sin dejo de risas interrumpió.

–No, espera… déjatelo puesto –Desconcertada, Marcy levantó la vista y al comprender las intenciones de su novia tras ver aquella mirada lasciva, su rostro se sintió completamente caliente, su corazón latió a mil por hora y una rodilla comenzó a flaquear. Bonnibel se acerco y comenzó a besarla, de alguna manera aquél gótico vestido la hacía ver como la vampiresa más sexy jamás vista, eso le gustaba demasiado. El ambiente en la habitación gritaba lo que ambas chicas esperaban desde aquella primera mirada en Ooo.

– ¿El vestido? ¿De verdad? –Y tras ver que su novia asentía con una sonrisa traviesa completo – A veces tú eres más creepy que yo, ¿Sabes? Dijo reanudando aquél acto.

Tras ese beso, una corriente eléctrica corrió por el cuerpo de ambas chicas, no había marcha atrás y por supuesto, no tenían intención de que eso pasase. Marcy tomo por la cintura a Bonnie, estrechándola hacía ella y aumentando el nivel del contacto entre sus labios, piel y manos… Sus respiraciones eran cada vez más profundas y hundidas en el cabello azabache de su novia, Bonnibel perdía placenteramente todo control. Descuidadamente y tirando algunas decoraciones a su paso, ambas chicas se abrieron camino entre besos y caricias hasta la habitación de Marcy, quien tropezó con uno de sus múltiples pares de zapatos en el piso, haciendo que ambas cayeran en la suave y cómoda cama.

Después del pequeño traspié, Peebles quedo arriba de la pelinegra y ahora era ella quien tomaba el control de la situación, besó los finos labios de la chica del cabello oscuro como la noche misma, bajó a su cuello lentamente y no dudó en besar aquellos dos lunares en línea que tanto le gustaban, sintió las frías manos de Marcy en la piel de su cintura y en un delicado movimiento, la blusa amarilla que portaba cayó al piso, en un meneo firme pero cuidadoso, la vampiresa decidió tomar ahora el control del a situación, Bonnibel retiró aquél vestido gris, ambas pudieron contemplarse desnudas, haciendo que la sangre corriera aún más rápido por su cuerpo.

Marceline comenzó a besarla cada vez con más pasión, la respiración de ambas chicas era cada vez más profunda e intensa, el delgado cuello de Bonnibel conoció los caninos de su amante y esa sensación la hizo estremecerse y soltar un gemido, metiendo sus manos en la vasta cabellera de su novia, quien abriéndose paso eróticamente hasta su pecho, hacía que la sangre en su cuerpo hirviera, aumentando cada vez más la pasión y el placer. El calor en la entrepierna de la pelirrosa imploraba la acción de Marceline, las manos en sus piernas incrementaban la humedad y el deseo. Bonnibel bajo la mano hacía esa zona, pero Marceline en un movimiento firme, llevó su brazo a un extremo.

–Todavía no, linda –Dijo regresando a la exploración que emprendía en el perfecto cuerpo de la mujer que la volvía loca.

Tras juguetear con el placer de Bonnibel y acariciar cada centímetro de su cuerpo, Marceline se inclinó hasta que sus cuerpos se unieron de cintura para abajo. Sus caderas encajaron sobre los firmes muslos de Bonnie de manera instintiva y sus manos se cerraron sobre sus hombros para dar comienzo a una rítmica danza. Marcy, levanto la rodilla de Bonnibel, tras esto hundió el rostro en el hueco entre el cuello y el hombro de Bonnie y alzó una mano para acariciarla en el pecho, frotándole el pezón con delicadeza entre el pulgar y el índice. Los gemidos de la dulce chica aumentaban.

–Por favor, tócame –suplicó con desesperación Peebles.

La determinación de Marcy por hacer las cosas despacio se vino abajo en cuanto introdujo los dedos en la cálida humedad que su linda pelirrosa tenía entre las piernas. El cuerpo que tanto había querido tocar, comenzó a ponerse rígido y quieto. Bonnibel nunca antes había sentido algo igual, sabía en teoría absolutamente todo pero nunca había imaginado la magnitud de la teoría, hasta ahora que Marceline le daba ese regalo, notó que se tensaba y palpitaba en torno a los movimientos manuales. Levantó la vista y pudo ver como ella la miraba, le clavaba los ojos en el fondo del alma mientras llegaba al clímax y, antes de tener oportunidad de bajar de la nube estaba arriba de nuevo. Aferrada de sus fríos hombros, puso su muslo entre las piernas, asombrada de lo húmeda y caliente que estaba. Bonnibel exploto en placer y no fue ninguna sorpresa que la pálida chica lo hiciera a continuación.

Recuperaron el aliento, mientras sus cuerpos seguían estremeciéndose por el alivio. De pronto, Marceline se dio cuenta de que todo su peso estaba encima de Bonnibel, se apartó con delicadeza pero la chica que estaba debajo le tomó suavemente el brazo.

–No, quédate un momento más –suplicó Bonnie susurrando. El cuerpo que la cubría le proporcionaba más que una simple sensación física, se sentía protegida, completa… feliz.

Marceline le mordió juguetonamente el cuello de nuevo, vio las marcas de la travesura de sus caninos y entonces la besó tiernamente en aquellos labios perfectos y aún rojos por la sangre circulante –Podría quedarme así para siempre – dijo en un aliento al tiempo que escuchaba el corazón de Bonnibel, sus latidos y su aroma eran la perfecta manera de recordar esto para siempre y de recordarse a sí misma lo mucho que debía cuidar aquél dulce corazón.