Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes son de S. Meyer y la autora es kyla713, yo sólo traduzco.

Disclaimer: This story doesn't belong to me, the characters are property of S. Meyer and the author is kyla713, I just translate.


Como siempre, muchas gracias a Isa por revisar y corregir este capítulo.


Todo lo que quiero en Navidad

Capítulo 1

—Buenos días, bebé. ¿Qué le vas a pedir este año a Santa? —preguntó Bella cuando entró a la cocina y encontró a su hijo Mikey haciendo su lista de Navidad.

—Es un secreto —respondió él de manera rápida y escondió la hoja de papel con sus brazos cuando ella se inclinó para besar su cabeza—. ¡No veas!

Ella se rió suavemente y se dirigió a la cafetera para comenzar de buena manera su mañana.

—Perdón, no lo volveré a hacer.

—Bueno —suspiró él y torció el rostro con gesto contemplativo—, supongo que puedo decirte viendo que también es para ti el regalo.

Bella reflexionó las palabras de su hijo, eran incluso más sospechosas que el contenido de la lista.

—Michael Evan, te he dicho cientos de veces que no vamos a comprar un perro. No tenemos espacio en el apartamento —lo regañó con voz firme, sacudió la cabeza y esperó a que comenzaran las súplicas.

—Mamá —gimió echando la cabeza atrás de manera dramática y haciendo que su melena rubia se sacudiera ligeramente con el movimiento—. Lo sé. No pediré un perro.

—Oh, ya veo —respondió ella sorprendida—. Entonces, ¿qué es?

Mikey se giró en su asiento para mirarla con una expresión que ella nunca antes había visto.

—Un papá.

Se le resbaló la taza de las manos a Bella y cayó al piso, asustándolos tanto a ella como a su niñito. Ella cerró los ojos para detener las lágrimas que comenzaban a formarse, luchando contra el nudo que se cernía en su garganta y en su pecho.

—¿Mamá? —preguntó él con el ceño fruncido y mirándola preocupado.

Los ojos de Bella regresaron a él y se concentró en respirar, se obligó a calmarse con la táctica que la terapeuta le había enseñado para estos momentos de ansiedad severa. Forzó una sonrisa y pasó sobre la cerámica rota y el charco de café para acercarse a Mikey y arrodillarse frente a él.

—¿U-un papá?

Él asintió, de repente sus ojos azules se agacharon de manera tímida.

—Sí, como el que tienen los otros niños.

Bella tomó sus manos con gentileza y pasó los pulgares por el dorso.

—Bebé, tú ya tienes un papá, incluso si él ya no está aquí.

—Mi papá está muerto, mamá —espetó, sacando sus manos de las de ella y tomándola por sorpresa por la ferocidad que tenía la voz del pequeño de cinco años.

—Mikey —balbuceó Bella poniendo las manos en los costados de él—. No hablamos de esa manera aquí. ¿Dónde escuchaste eso?

Alzó los hombros y bajó la vista al piso.

—En la escuela. Se rieron de mí porque ya no tengo papá.

El corazón de Bella se rompió al ver que su labio inferior temblaba y comenzaban a salir lágrimas por debajo de sus parpados que caían por sus mejillas. Lo jaló a sus brazos y se puso de pie con él aferrado a su cuello, lo levantó de piso y lo sentó en su regazo. Lo meció gentilmente y pasó las manos por su cabello mientras los sollozos sacudían su cuerpecito.

—Papi siempre está aquí, cariño. Incluso si no podemos verlo o tocarlo, él sigue cuidándote. Y te ama muchísimo.

—No puedo recordarlo, mami —respondió de manera suave aún llorando con la cabeza apoyada en su hombro.

—Oh corazón —murmuró ella tristemente contra su cabello cuando dejó un beso allí—. ¿Por qué no vamos al parque? ¿Te gustaría?

Él se encontró con los ojos de ella y asintió lentamente, se acurrucó en su pecho mientras ella se sacaba el celular de bolsillo para llamar a su trabajo.

x-x-x

—Me dijo que quería un papá para Navidad —dijo ella de manera silenciosa, mirando el café de Starbucks que Edward le había comprado cuando iba de camino a verla. El calor de la taza le calentó las manos mientras miraba las nubes de vapor escapar de sus labios—. No sé qué decirle. ¿Qué puedo decirle?

Edward, que estaba sentado en una banca junto a ella, recargó los codos en las rodillas y miró a Mikey agarrar un montón de nieve entre las manos para lanzarla al árbol que tenía enfrente. Desde el día que el esposo de ella —y mejor amigo de él— murió en combate en Iraq, él se había convertido en una figura casi constante en la vida de ella y de su hijo. Cuando ambos estaban instalados al otro lado del mundo, hicieron un pacto, justo antes de que Bella diera a luz; que si algo le pasaba a él, Edward cuidaría lo mejor posible a Bella y a Mikey.

—Pues —comenzó él girando la cabeza hacia ella—, ¿qué quieres decirle?

—No sé —respondió Bella con un encogimiento de hombros mirándose los pies—. La verdad me gustaría decirle que existe la posibilidad, que hay un poco de esperanza. Pero nunca le he mentido a mi hijo y no comenzaré con algo tan importante como esto.

—¿Por qué tiene que ser una mentira? ¿De verdad sientes que no hay esperanza para nada? ¿Jamás? —preguntó él de manera gentil y paciente, como era Edward siempre.

—Todavía lo amo —dijo ella de manera llorosa mirándolo a los ojos—. Han pasado tres años desde que Michael murió y todavía no lo olvidó. No sé si algún día podré hacerlo.

Edward se enderezó a su lado y la envolvió en sus brazos, jalándola hacia él para que recargara la cabeza en su hombro mientras lloraba. Él pasó su mano de manera lenta desde su hombro hasta su codo, consolándola mientras los sollozos sacudían su cuerpo.

—Nadie espera que lo hagas, Bella. Él era tu esposo y el padre de tu hijo, sin mencionar tu primer amor. Pero si hay una cosa que sé sobre Mike Newton, es que él no hubiera querido que tú o su hijo estuvieran solos. Y definitivamente no hubiera querido que su hermosa esposa dejara de lado su vida por él.

Bella se acurrucó en su costado, aceptando con brazos abiertos la calidez y el consuelo que siempre traía consigo la presencia de Edward; seguía con la cabeza recargada en su hombro mientras veía a su hijo.

—Sé que no lo hubiera querido. Es que es muy difícil dejarlo ir. Especialmente ahora con las festividades acercándose cada vez más. Es la peor época para estar sola.

—No estarás sola —dijo él suavemente y los ojos de ella se movieron de repente a los suyos—. Mi partida ha sido pospuesta mínimo hasta después de Año Nuevo por mi rodilla. Tú y Mikey pueden contar conmigo.

Finalmente una sonrisa iluminó la cara de Bella y deslizó los brazos alrededor del cuello de él.

—Es la mejor noticia que he escuchado en todo el día.

Edward la abrazó por un momento y besó su frente con gentileza antes de separarse.

—Y hablando de eso… —dijo alzando la voz un poco para llamar la atención del niño rubio que estaba sentado junto al árbol—. Creo que conozco cierta casa a la que le hace falta un árbol y unas cuantas lucecitas. ¿Qué estamos esperando? ¿A que llegue Navidad?

Mikey se rió y aplaudió al ponerse de pie, corrió hacia Edward y saltó a sus brazos. Siempre había sido un consuelo para Bella que, aunque Michael no estaba y ella parecía incapaz de seguir adelante, su hijo tenía a alguien como Edward. Él amaba de verdad a ese pequeñito, y no sólo por ser su padrino, lo cuidaba con su vida como si fuera su propio hijo. Y siendo completamente honesta, se sentía sumamente agradecida por su amistad y su apoyo.

x-x-x

—¡Tarán! —exclamó Mikey con orgullo agitando la mano hacia el árbol que estaba en la sala de Edward—. ¿Qué opinas?

Edward giró la cabeza para verlo sobre su hombro desde el banquito en el que se había subido para colgar las luces en el techo.

—Vaya. Es... increíble, pequeño.

—Esos son los riesgos de permitir que un niño de cinco años se acerque a menos de una milla de distancia a la escarcha —le susurró Bella cuando pasó con un tazón grande de palomitas, se metió una a la boca con una ligera sonrisa antes de sentarse en el sofá.

El árbol era un enredado desastre de color plata con adornos esparcidos que rodeaban la mitad inferior de las ramas. Mientras Bella comenzaba a coser palomitas blancas con una aguja e hilo, miró como una sonrisa divertida se extendía en los labios de Edward la bajarse del banquito para cruzar la habitación hacia el pequeño niño.

—Mikey, amigo mío. ¿Qué te parece si ahora decoramos la parte de arriba del árbol?

—No puedo alcanzar hasta allá, tonto —respondió con las manos en las caderas y rodándole los ojos a Edward.

—¿Yo soy tonto? Tú eres tonto —gruñó de manera juguetona, agachándose para hacerle cosquillas antes de cargarlo en sus brazos y acomodarlo en su cadera.

Bella intentó evitar que las lágrimas se derramaran mientras los veía terminar el árbol. En ese momento fue demasiado obvio para ella lo que su hijo sentía que hacía falta en sus vidas: una familia. El pasar horas de esta manera decorando el árbol, el sentarse juntos en el sofá para ver las luces hasta que Mikey se dormía en lugar de empacar e ir a casa luego de terminar, la forma en que eran las cosas cuando su papá todavía estaba vivo, todo eso que él no podía recordar porque era demasiado pequeño.

—¡Ow! —exclamó cuando la aguja que tenía en las manos perforó la piel de su pulgar, sus pensamientos la habían distraído de la tarea que tenía entre manos.

Edward y Mikey se giraron a verla, sus expresiones faciales eran inquietantemente similares con la ceja alzada y las frentes fruncidas. Ella se sacó el pulgar de la boca y volvió a concentrarse en la larga tira de palomitas que se amontonaba en su regazo. Al escucharlos cantar junto con la televisión, que estaba pasando un sin fin de programas Navideños, levantó la vista de nuevo y tomó una decisión en ese mismo momento.

Al llegar el nuevo año haría un esfuerzo verdadero por recomponerse y volver a vivir su vida. Edward tenía razón; nadie esperaba que olvidara a Michael, ni él quería que ella desperdiciara su vida. No podía seguir excluyéndose de todo, negándole no sólo a su hijo, sino también a sí misma, una vida plena.

Mientras ayudaba a Mikey a ponerse su chaqueta al terminar la velada, sus ojos se movieron hacia Edward y sonrió.

—Entonces, ¿siguen en pie los planes de mañana en la noche?

—Claro que sí. Estaré ahí a las 1700 horas en punto —respondió, correspondiendo su sonrisa mientras le ponía el gorro al pequeño.

—Esas son las cinco, mami —anunció Mikey a su madre de manera orgullosa con una enorme sonrisa

Bella y Edward se miraron, ambos intentando contener la risa, antes de que ella volviera la vista a su hijo.

—Sí, lo sé, bebé. Gracias —dijo poniendo una mano en su hombro y guiándolo a la puerta. Miró una última vez a Edward antes de que él se despidiera con un beso en su mejilla—. Nos vemos mañana.

De camino a casa Mikey estuvo extrañamente silencioso en el asiento trasero y se pasó todo el viaje viéndose el regazo. Mantuvo su actitud silenciosa mientras lo preparaba para dormir, ella comenzó a preocuparse cuando él suspiró profundamente, al final alzó la vista para verla a los ojos cuando lo estaba arropando.

—Mami, ¿puedo preguntarte algo?

—Claro, cariño. Sabes que puedes preguntarme lo que quieras —respondió de manera suave viéndolo morderse el labio a causa de los nervios; muchas veces ella hacía lo mismo. Se sentó en la orilla de su cama y pasó la mano gentilmente por su cabello—. ¿Qué pasa?

—¿El tío Edward puede ser mi papá? —preguntó.

La mano de Bella se detuvo a causa de la sorpresa e inhaló temblorosamente. Se reflejó en su inocente mirada al verlo y comenzó a sacudir la cabeza.

—Mikey, así no funciona. Primero mami tiene que salir con alguien en una cita...

—¡Pero lo van a hacer! Vas a salir con él en una cita mañana en la noche. Mi abue me lo dijo —respondió Mikey con un asentimiento.

Bella se rió nerviosamente.

—No, bebé. Tío Edward va a ser mi cita para la cena a la que tengo que ir mañana, no va a salir en una cita conmigo.

Mikey arrugó la frente y se sentó abrazándose las rodillas al pecho.

—¿Cuál es la diferencia?

—Bueno… —comenzó Bella de manera nerviosa y aclarándose la garganta mientras intentaba decidir cómo explicarle esto a un niño de cinco años—. De acuerdo, cuando sales en una cita con alguien, al terminar usualmente se dan un beso de buenas noches.

—Pero Edward siempre te da besos de buenas noches, mami —contestó, la arruga de su frente se profundizó con confusión.

—Edward es mi amigo, Mikey. Y los amigos se besan aquí —dijo ella poniendo un dedo en su mejilla antes de moverlo a sus labios—, y las citas aquí.

Los ojos de Mikey se iluminaron cuando asintió al entender.

—¿Como papi en la foto?

La visión de Bella se puso ligeramente borrosa cuando sus ojos se humedecieron, una sonrisa triste tocó sus labios al pensar en la foto de la que estaba hablando. Era la foto de su boda donde se estaban besando, se miraban a los ojos mientras compartían su primer baile. Aunque a veces era doloroso mirarlas, después de que Michael murió no tuvo la fuerza para quitar sus fotos de la sala. La casa se sentiría demasiado vacía sin ningún rastro de él en ella.

—Sí, como papi en la foto.

Mikey asintió y después volvió a suspirar, se acostó de nuevo y jaló las cobijas hasta debajo de su barbilla.

—Desearía que él pudiera ser mi papá. Sería tan genial.

Bella se inclinó para besar su frente y luego se levantó para salir de la habitación, apagando la luz en su camino.

—Buenas noches, corazón.

Aun después de que Mikey se durmiera, ella siguió repitiendo su conversación una y otra vez. Hubiera sido tan fácil para ella crear una relación con Edward; se conocían bien, se preocupaban el uno por el otro, y ambos amaban a Mikey más que a nada en el mundo. Pero aparte de ser sólo amigos, había un pequeño detalle que ella simplemente no podía ignorar...

Él era un militar. No se trataba sólo de que para él, el ejército siempre sería primero, sino que Bella no podía volver a arriesgarse. Se arriesgó una vez y pagó un precio caro: se convirtió en viuda a los veintidós con un hijo de dos años. Y cuando pensaba en qué le depararía el futuro, sólo podía estar segura de una cosa.

Nunca jamás volvería a involucrarse con un soldado.

x-x-x

Se estaba poniendo los aretes cuando escuchó un golpe en la puerta del apartamento. El taconeo de sus zapatos en el duro suelo de madera hizo eco en la pequeña área cuando se apresuró a cruzar la sala, abrió la puerta y se le atoró el aliento en la garganta.

Edward estaba parado en su entrada, muy pulcro en su traje azul con el sombrero bajo un brazo, una imagen que ella no había querido ver de manera voluntaria desde el funeral de Michael. Él le sonrió, tomó su mano y se la llevó a los labios:

—Teniente principal Edward Cullen a su servicio, madame.

Ella se rió entre dientes y rodó los ojos cuando él le guiño.

—Puedes vestirte diferente, pero en el fondo sigues siendo el mismo, ¿eh?

Los labios de él temblaron a causa de una sonrisa contenida mientras ella buscaba su bolso, y cuando volvió a quedar de frente a él, todo rastro de ésta había desaparecido, sólo quedaba él ofreciéndole su codo para que lo tomara.

—¿Nos vamos?

Bella asintió con una sonrisa y él la guió fuera del edificio hacia su carro, abriéndole la puerta cuando llegaron a éste. Estaba segura de que no era la primera vez que lo hacía, pero las palabras que le dijo Mikey la noche anterior sonaron de manera fuerte en su cabeza nublando sus pensamientos. Aunque Edward siempre había sido un perfecto caballero desde que lo conocía, todo lo que había ocurrido hasta ahora activó una señal de alerta con luces neón en su cabeza.

Ella paso casi dos horas vistiéndose y arreglando su cabello y maquillaje.

Él llegó a su puerta vestido de manera inmaculada para recogerla.

La escoltó hacia el carro de su brazo y le abrió la puerta...

Para cualquiera que viera esto de fuera, sabía que no daba la casual impresión de ser amigos. La noche rápidamente se había convertido en una "cita".

Esos pensamientos siguieron repletando su mente durante la cena en el banquete Navideño al que habían atendido; era de una fundación para las familias de los soldados caídos. Podía sentir los vasos de vino nadando en su cabeza cuando alguien le tocó el hombro, al levantar la vista encontró a Edward de pie junto a ella y ofreciéndole su mano.

—¿Te gustaría bailar? —le preguntó con una sonrisa, los ojos de ella se movieron a la pista de baile, viendo a varias parejas avanzando hacia allí.

—¿Y tu rodilla? —respondió ella con una sonrisa y de manera vacilante depositó su mano en la de él.

—El Ejército dice que no está lo suficientemente curada para ir a combate, pero creo que puedo arreglármelas con un baile —dijo él mientras caminaban hacia la pista de baile, la rodeó con su brazo antes de jalarla hacia sí—. Además, sería una pena desperdiciar esa falda de caniche y esos zapatos de baile.

Bella se rió y rodó los ojos cuando el sonido de "Rockin' Robin" llenó el aire y la habitación volvió a la vida. Cuando sugirió el tema de los 50's para la cena anual de la fundación, no había imaginado que tendría tanto éxito. Pero al mirar las faldas que daban vueltas de las mujeres y el cabello peinado hacia atrás en los hombres, junto con la emoción que la rodeaba, se dio cuenta de lo equivocada que había estado al dudar.

Su atención volvió a Edward cuando la hizo girar de regreso hacia él y comenzó a moverse por la pista con ella. La primera risa de corazón que había soltado en años salió de ella al sorprenderse ligeramente de lo bueno que era su compañero de baile. Había algo muy liberador en dejarse ir y bailar de esta manera, y se permitió hundirse en la sensación.

Al final de la canción el ritmo fue haciéndose más lento y "The Wonder of You" comenzó a sonar. Aunque, en lugar de abandonar la pista, él la jaló de regresó a sí y pasó el brazo por su cintura. Ella no había bailado canciones lentas con ningún hombre desde su boda, pero no sentía ganas de alejarse, así que en lugar de eso, puso una mano en su hombro mientras que doblaba los dedos de la otra alrededor de la mano de él.

—¿Dónde rayos aprendiste a bailar así? —preguntó Bella viéndolo y mirando que una sonrisa tocaba sus labios—. Dudo mucho que eso fuera el entrenamiento regular del ejército.

Edward se rió y sacudió la cabeza, las arrugas se profundizaron alrededor de sus ojos con su sonrisa.

—No, mi madre amaba esto; la música, el baile, el ritmo. Ella y mi papá solían dejar vacía la sala para escuchar viejos discos y bailar por horas. Ella nos enseñó a mi hermana y a mí a bailar cuando apenas empezábamos a caminar. Pero si esto sale de aquí, estarás en graves problemas.

—Fuiste tú quien me invitó a mí a bailar, sólo recuerda eso —bromeó ella cuando él la miró con los ojos entrecerrados de manera juguetona, y luego sólo recostó la cabeza en su hombro. Ella sintió que él apoyaba la mejilla en su cabello y se llevó al pecho la mano que sostenía la suya mientras se mecían al ritmo de la música, un tironeo nervoso comenzó a crearse en su estómago. Aun así no sintió el pánico o la tensión de siempre que normalmente acompañaba dicha sensación. Se sentía casi inquieta por la comodidad de estar en sus brazos, sostenida así de cerca de él.

Bella levantó la cabeza de nuevo y lo vio, ignorando la música que había a su alrededor cuando sus ojos se encontraron con los de él. Antes de que ella se diera cuenta de lo que estaba haciendo, se acercó más y presionó sus labios con los de él. Los dedos de él apretaron ligeramente la mano de ella a causa de la sorpresa, pero no se apartó. En lugar de eso sus labios se movieron de manera tierna con los de ella siguiendo el ritmo lento de sus cuerpos al mecerse con la música.

Cuando finalmente se separaron se miraron el uno al otro en un silencio sorprendente, ninguno hizo ademán de hablar. Los labios de ella cosquilleaban por el contacto que había perdido y tenía la respiración atorada en el pecho. Aparte de sus breves reflexiones de anoche, nunca antes había pensado en Edward de esa manera. Nunca había imaginado cómo sería besarlo o cómo se sentiría después. Él era sólo Edward, el mejor amigo de su marido, y más recientemente, la persona más cercana a ella también; su roca. A pesar de admitir que era atractivo, nunca pensó en él de manera romántica o sexual.

Y la asustó el hecho de que después de un breve momento de vulnerabilidad él se veía completamente diferente para ella. Se alejó de sus brazos y sus ojos bajaron al piso, finalmente respiró antes de apurarse a salir de la pista y del lugar. Salió al gran patio y respiró profundamente, el helado aire invernal escoció en sus pulmones.

Bella envolvió los brazos en su cintura y cerró los ojos en un intento de componerse. Tenía que ser el alcohol, pensó, intentando encontrarle una razón a sus acciones. Eran las festividades, se sentía sola y el vino la envalentó en maneras en las que de estar sobria nunca habría actuado, y también mejoró su nivel de comodidad con él.

—¿Bella?

Escuchó su suave voz detrás de ella y sus hombros se tensaron cuando sintió que ponía gentilmente una mano en ellos.

—Tengo que irme a casa. Mikey regresará mañana temprano para terminar con nuestras compras —balbuceó de manera temblorosa y sacudió la cabeza cuando él repitió su nombre con suavidad—. Edward, ¿por favor? Sólo llévame a casa.

Sin esperar por su respuesta, ella se dio la vuelta y se movió alrededor de él para agarrar su bolso de la mesa y recoger su abrigo que estaba junto a la puerta. El viaje de regreso a su apartamento se pasó en un ensordecedor silencio hasta que él estacionó en la banqueta y respiró profundamente.

—¿Todavía quieres que venga el viernes?

Los ojos de Bella se movieron rápidamente hacia él, lo encontró aferrándose con fuerza al volante y con el cuerpo tenso. Ella suspiró pesadamente por su propia estupidez y asintió.

—Por supuesto que quiero. Mikey lo espera con ansias y no sería Nochebuena sin ti.

Él la miró a los ojos lentamente y se recargó en su asiento.

—Bella...

Ella llevó sus dedos a los labios de él y sacudió la cabeza, viendo como lentamente caían éstos de sus labios.

—No. Sólo olvidemos lo que pasó y sigamos como si nada, ¿de acuerdo?

Edward exhaló pesadamente y asintió.

—De acuerdo. Buenas noches, Bella.

Ella se acercó para besar su mejilla como de costumbre pero se detuvo y en lugar de eso buscó la manija de la puerta.

—Buenas noches.

Bella apenas había llegado a la puerta cuando escuchó que el carro arrancaba, y vio las luces traseras desaparecer por la carretera.

Mañana las cosas estarán mejor.

x-x-x

Al siguiente día, mientras paseaba por la sección de artículos deportivos con Mikey, los pensamientos de Bella seguían en la noche anterior, como habían estado desde el momento en que Edward se había ido. Ella no pudo entender al instante qué la había llevado a besarlo, y lo que le sorprendía más era el hecho de que lo había disfrutado. Pero, mientras estaba acostada en su cama la noche anterior, trazando sus labios con los dedos de manera distraída durante horas y reviviendo la sensación que llevaba mucho tiempo olvidada, sentía como si le hubieran quitado la venda que le prohibía ver el mundo de verdad. Siempre había habido algo especial entre ella y Edward, una cercanía que compartían e iba más allá de lo normal en una amistad. Y en lugar de sentirse culpable por besar al mejor amigo de su fallecido esposo, se sentía culpable por no sentirse culpable de nada, exceptuando por la forma en que había dejado las cosas con Edward.

En muchas formas sabía que él sería el candidato perfecto para llenar el vacío que había dejado Michael detrás de sí, pero en realidad no podía ver qué otras opciones le quedaban. Todo sobre la situación le gritaba que estaba mal. Empezando por la amistad que compartió con Mike, al aspecto militar de Edward y la confusión que eso eventualmente causaría en Mikey.

Entonces, ¿por qué le dolía esto, por qué anhelaba algo que nunca podría ser? Quizá de verdad estaba así de solitaria, y era tiempo de que siguiera con su vida. Había pasado mucho desde la última vez que había sentido el toque más ligero de un hombre, y sus acciones de la noche pasada sólo amplificaban el deseo que sentía.

—¡Mami! ¡Al tío Edward le encantará esto! —exclamó Mikey de manera ruidosa tirando de la mano que le estaba sosteniendo y trayendo su atención de regreso a él.

Señaló una navaja para cazar de adorno que estaba en un estuche de vidrio junto a ellos. Saltaba emocionado a su lado y hablaba tan rápido que apenas podía entenderle. Aunque, cuando Bella lo vio, tuvo que admitir que podía imaginarla expuesta entre la enorme colección que tenía colgada en una de las paredes, a pesar del precio.

—¡Por favor, mami! —pidió, sus enormes ojos azules la veían.

Asintió con un suspiro y le hizo un gesto al joven que estaba detrás del mostrador para que se la guardara junto a la caja.

—Ahora vayamos a encontrar el regalo del abuelo para salir de aquí, ¿de acuerdo?

Mikey rodó los ojos y sacudió la cabeza.

—Eres toda una niña, mamá.

x-x-x

Los siguientes días pasaron de manera lenta y, aparte de las veces que recogió a Mikey de casa de Edward al haber tenido que quedarse horas extras en el trabajo, no habían hablado desde la noche de la cena. Cuando llegó el viernes Bella miró a su hijo comenzar a ver por la ventana hacia el estacionamiento a las tres en punto. Entre más nieve caía con cada minuto que pasaba, más se incrementaba su ansiedad y no podía mantenerse quieto.

—¿Y si no viene? —finalmente preguntó Mikey mirándola sobre su hombro cuando la hora en que debía llegar Edward se dio y pasó.

—Sí vendrá, bebé. probablemente sólo se le hizo un poco tarde —respondió desde la estufa, donde estaba cocinando la cena.

—Lo dudo, mamá. Se está poniendo muy feo afuera —suspiró cuando volvió a ver hacia afuera recargando la barbilla en sus brazos cruzados que tenía sobre el alféizar de la ventana.

Ella se acercó a la ventana luego de apagar la mecha de la estufa y se quedó de pie tras de él, mirando la gruesa cortina de nieve que bloqueaba casi por completo su vista del estacionamiento. Pasó los dedos por el cabello de Mikey y se agachó junto a él, girándolo para poder verlo.

—Mikey, ¿alguna vez Edward te ha mentido?

El pequeño sacudió la cabeza de manera lenta y bajó la vista al piso, ella lo obligó a levantar los ojos agarrándole la cara de manera gentil con las manos.

—Si hubiera pasado algo, nos habría llamado. El teléfono no ha sonado así que estará aquí. ¿De acuerdo?

Un pesado golpe en la puerta de abajo hizo que Mikey saltara y se pusiera de puntillas para ver sobre el hombro de su mamá. Gritó emocionado cuando la puerta del apartamento se abrió revelando a Edward que se quitaba la nieve de las botas. Los ojos de Bella se encontraron brevemente con los de él cuando la vio a través de la habitación antes de que su atención fuera llevada al pequeño que había colisionado con sus piernas y lo abrazaba con fuerza.

Ella respiró profundamente cuando se paró del piso y se dirigió a la cocina mientras Mikey lo mantenía entretenido. Luego de que terminó la cena los escuchó en la sala; estaban armando la pista de trencito que Edward le había regalado por Navidad. Justo cuando estaba poniendo el jamón en la mesa, Mikey entró corriendo a la cocina y la jaló de la cintura de sus pantalones.

—¡Mami, tienes que ver esto! —exclamó con una gran sonrisa, saltando ligeramente en su lugar hasta que ella lo siguió a la habitación contigua. El pequeño tren eléctrico avanzaba en círculos por la pista y Mikey corrió por el piso para sentarse en el regazo de Edward y tomar los controles. Sus mejillas se hincharon y frunció los labios cuando empezó a imitar los sonidos del tren, haciendo reír a ambos adultos.

—Pues yo solía tener una sala —bromeó Bella suavemente, haciendo que Edward levantara la vista, y su risa desapareciera de manera lenta, dejando atrás una sonrisa incómoda—. Um, ya está lista la cena. Vayan a lavarse.

La comida pasó en un inquietante silencio con excepción de la animada plática de Mikey sobre la mañana siguiente y su anticipación por saber qué pasaría. Bella tenía la tonta esperanza de que ella y Edward pudieran dejar atrás rápidamente esta etapa de incomodidad y regresar las cosas a la normalidad, pero hasta ahora se demostraba que ése no era el caso.

En cuanto acabaron de comer Mikey arrastró a Edward de regreso a la sala para jugar un poco más con el tren antes de irse a dormir, dejando a Bella sola con sus pensamientos para limpiar la mesa. Se comenzaba a preguntar si algo volvería a ser lo mismo entre ella y Edward, o si ella había cambiado irreversiblemente toda la dinámica de su amistad. Ella sabía que él nunca le daría la espalda a Mikey y eso era lo importante. Aunque intentar imaginar su vida sin su apoyo y comprensión, lo cual había sido lo único aparte de su hijo que la mantuvo en pie los últimos tres años, era insoportable.

—Oye, Bella. —Escuchó su suave voz desde la entrada cuando estaba de pie frente al fregadero lavando los trastes, sacándola de sus pensamientos. Lo miró sobre su hombro y vio que tenía una pequeña sonrisa en el rostro, le hizo un gesto con los dedos para que lo siguiera. Ella dejó la esponja en el fregadero y se acercó a él, deteniéndose de golpe en el marco de la puerta.

Mikey estaba profundamente dormido frente a la televisión con la cabeza descansando junto a la caja de control del tren, completamente rodeado por la pista. No pudo evitar sonreí ante esa visión y se acercó a él para cargarlo con cuidado en sus brazos y llevarlo a su habitación.

Los acostó en su cama, él se sobó los ojos con las manos y murmuró adormilado:

—¿Ya es navidad?

—Todavía no, cariño. Sólo duerme —susurró ella quitándole el cabello de la frente para dejar un gentil beso allí. Se puso de pie y él se dio la vuelta, abrazó su león de peluche y rápidamente se volvió a dormir.

Cerrando en silencio la puerta detrás de sí, ella regresó a la sala para encontrar a Edward de pie frente al librero mirando algo con mucha atención. Cuando llegó junto a él sus ojos cayeron en el objeto que había captado la atención del hombre y su pecho se oprimió.

Era una foto de él y su esposo justo después de que Bella dio a luz a Mikey, cuando ambos estaban instalados en Afganistán. Michael estaba ilusionado de saber que era padre de un bebito hermoso y saludable y, naturalmente, tenía que compartir las noticias lo más pronto posible con su mejor amigo. Ambos estaban de pie, tenían cigarros sin encender colgando entre sus dientes, sonreían como idiotas y estaban abrazados por los hombros.

Bella escuchó a Edward inhalar lentamente; trasladando de nuevo su atención a él encontró una expresión de dolor en su rostro, su mirada no se apartaba de la foto. Puso una mano en su hombro un poco vacilante.

—Él los amaba tanto a ti y a Mikey —dijo de repente, su mirada se veía tan distante como la sonrisa triste que apareció en su rostro—. Solíamos burlarnos tanto de él por eso. Siempre estaba viendo tu foto cuando no estábamos patrullando o algo más. Metiéndose en la fila del teléfono sólo para escuchar tu voz por dos minutos. Y cuando se enteró de que tuviste un niño, creí que nunca podría bajarse de esa nube de felicidad. Dijo que de lo único que se arrepentía era de no estar aquí para cargar a su hijo y besar a su hermosa esposa.

Bella asintió y bajo la vista, cruzando los brazos para protegerse de los recuerdos que la bombardearon.

—Lo sé, me lo dijo. Sólo repetía: "Déjalos burlarse. Están celosos de lo que yo tengo esperándome en casa".

Edward se rió de manera entrecortada y asintió.

—Pues tenía razón. —Los ojos de ella se alzaron de nuevo y se sorprendió ante lo que encontró. Todo el humor había abandonado las facciones de él y sus ojos brillaban con lágrimas contenidas, la tensión que ocasionaba ese esfuerzo se mostraba en su firme mandíbula—. Debí haber sido yo, no él. Él tenía todo esperándole aquí contigo y con Mikey. ¿Qué tenía yo? Ni siquiera tengo un perro esperándome, y aun así se lo llevaron a él.

Se le atoró la respiración en la garganta a Bella al mirar como el exterior de acero de Edward se deshacía pieza por pieza al salir a la superficie esa culpa que llevaba años cargando desde la muerte de Michael.

—No es tu culpa, Edward. Michael era un soldado e hizo lo que tenía que hacer. Tú no podías controlarlo.

—Ya habría terminado para estas fechas —respondió de manera tensa, mirándola de nuevo—. Demonios, él no se hubiera enlistado si no fuera por mí. Yo quería ser soldado. Él nunca quiso dejar su hogar. Todo lo que quería desde la preparatoria era casarse contigo, tener un montón de bebés y vivir felices para siempre.

En ese punto ella tenía que admitir que él tenía razón. Michael jamás mencionó nada de unirse al ejército hasta un año después de que Edward se enlistó, justo antes de la graduación. Al ser un año menor siempre admiró a Edward, aunque nunca lo hizo más que en esos meses que siguieron a su partida al entrenamiento básico, que fue cuando decidió que también se enlistaría luego de su propia graduación. Y estaba en su último tour por Iraq antes de que terminaran sus años de deber cuando murió al instante a causa de un disparo al estar patrullando.

—Confiaba en mí, Bella —habló de nuevo, sacudiendo la cabeza y mirando el techo—. Confiaba en mí para cuidar de ti y de Mikey, y lo defraudé.

—No, no es cierto —dijo ella con firmeza metiéndose entre él y el librero y sacudiendo la cabeza—. No sé dónde estaría ahora si no te hubiera tenido cerca cuando Michael murió. Y Mikey te ama muchísimo.

—Pero crucé una línea. La línea que no debes cruzar con la esposa de tu mejor amigo —respondió, mirándola por un momento antes de alejarse de ella—. Debí detenerte cuando me besaste, no regresarte el beso. No creo que eso fuera lo que Mike tenía en mente cuando dijo que esperaba que siguieras con tu vida si algo le pasaba.

Bella lo miró en silencio absorbiendo todo lo que había dicho en los últimos minutos. No sólo se sentía responsable por la muerte e Michael, sino que ahora sentía que había cometido la peor de las traiciones hacia el recuerdo de su amigo. Ella se acercó a él de nuevo y puso una mano en su mejilla de la cual él se apartó inmediatamente. Pero ella le agarró el brazo para mantenerlo en su lugar.

—Edward, extraño a Michael más de lo que podría explicar. Y no creo que haya otra persona fuera de su familia que pueda entenderme más que tú. Nada de lo que has hecho en los últimos tres años a demostrado menos que un gran respeto. Has dejado todo atrás, siempre que te ha sido posible, en el momento en que Mikey y yo te necesitábamos. Dejaste de lado tu propia vida para asegurarte de que estuviéramos bien cuidados —hizo una pausa para respirar profundamente antes de verlo de nuevo—. La verdad no sé qué pasaba por mi mente cuando te besé la otra noche, pero por primera vez desde que perdí a Michael, sentí algo aparte de dolor y soledad. Y he estado pensando mucho desde que eso pasó.

Edward sacudió la cabeza y cerró los ojos, frunciendo más la frente.

—Bella...

—No, tenías razón. Michael hubiera querido que siguiera con mi vida, no que me abandonara a mi propia miseria como en los últimos tres años. No ha sido justo para Mikey o para mí. —Su mano bajó por su brazo hasta que sus dedos se deslizaron entre los de él, haciéndolo abrir los ojos de manera rápida para mirarla—. Si hay una cosa que yo sé sobre Mike Newton, es que confiaba en ti más que en nadie en este mundo. Me refiero a que eran amigos desde antes de aprender a caminar. Y si hay una persona en la que él hubiera confiado para que estuviera conmigo y con su hijo, eres tú.

Edward se tensó ligeramente y tragó con dificultad, bajando la vista a sus manos unidas. Su pecho comenzó a subir y bajar de manera rápida al sentir los dedos de la otra mano de ella trazar su mandíbula.

—Bella, no puedo —dijo, sacudiendo la cabeza y mirándola—. Soy un soldado y planeo serlo por mucho tiempo más. Esto es lo que hago y lo que amo hacer. No renunciaré y no puedo hacerte eso.

—No te estoy pidiendo que renuncies. Nunca pensé que me pondría voluntariamente en esa situación de nuevo, pero es un riesgo que estoy dispuesta a tomar. Creo que una vez has sido una esposa del Ejército, se convierte en una parte de quien eres. El riesgo y el peligro, el estilo de vida. Todo lo demás parece nunca encajar —respondió de manera seria viéndolo a los ojos. Luego sus labios se curvaron con los indicios de una sonrisa y sus mejillas comenzaron a llenarse de color mientras se mordía el labio inferior de manera tímida—. Además, no hay nada como un hombre guapo en uniforme para complacer a una mujer.

Edward soltó una risita inestable, sus ojos se apartaron de los de ella cuando la orilla de su boca se torció de manera nerviosa.

—Me voy en un mes, Bella.

Los dedos de ella giraron su rostro para volver a verlo a los ojos.

—Y yo estaré aquí esperando tu regreso.

Se miraron a los ojos durante un largo momento hasta que, al igual que en la noche de la cena, fueron acercándose hasta unir sus labios de manera tentativa. Soltándose las manos, se fundieron lentamente en el beso mientras que deslizaban los brazos el uno al rededor del otro. Cuando la lengua de ella acarició ligeramente la de él, ambos soltaron suaves suspiros de felicidad mientras él la acercaba más a su cuerpo. Ella sintió el brazo de él presionado sobre la piel que quedaba expuesta en su espalda donde su suéter se había salido de la cintura de sus jeans, y apretó el abrazo alrededor de sus hombros.

Ella se alejó de manera lenta y abrió los ojos, viendo las largas pestañas de él moverse brevemente antes de regresarle la mirada.

—¿Desde cuándo?

Era una pregunta vaga, pero las manos de él moviéndose por sus costados mientras respiraba profundamente le dijeron que él entendía exactamente a qué se refería ella.

—Desde el picnic del cuatro de julio. Pasé todo el día contigo y con Mikey después de que regresé. Se sintió tan bien poder relajarme de verdad y divertirme. No estaba pensando en ir a casa o no estar allá con mis hombres, o en el doloroso entrenamiento al que iba a estar sometido. Y en todos los años que llevo de conocerte, nunca te habías visto tan hermosa como en ese día.

—Creo que fueron los nueve meses en el calor del desierto y en la arena lo que nubló tu cerebro —bromeó Bella y luego todo se quedó en silencio entre ellos. Ella respiró profundamente y pasó las manos por sus hombros hasta que llegó a sus antebrazos mientras que las manos de él descansaban en sus caderas—. Probablemente debería empezar a sacar los regalos de mañana.

—Sí, y yo debería irme a casa antes de que se ponga más feo allá afuera —respondió Edward con un asentimiento, alejándose ligeramente de ella.

—Edward, ha estado "más feo" por horas. Así que ponte cómodo porque no te irás a ninguna parte —dijo Bella señalando el sillón cuando salía de la sala para ir al armario que estaba en el pasillo a sacar los regalos.

Una hora después Bella y Edward estaban sentados en el sofá bebiendo vino. El brazo de él estaba alrededor de sus hombros mientras ella recargaba la cabeza en él, ambos miraban en silencio las luces que iluminaban la habitación a oscuras. Los dedos de ella se unieron a los de él en su hombro y su pulgar delineó la orilla de su mano antes de llevársela a los labios y dejar un suave beso en el dorso. Ella se sentía increíblemente tranquila y relajada ahí en su abrazo, más de lo que alguna vez imaginó que sería posible volver a sentir. Por primera vez en años, recordó lo que se sentía ser feliz.

x-x-x

Bella se removió y se estiró, frunció el ceño aún en su estado medio dormido al sentir un cuerpo junto al suyo. Abrió los ojos lentamente para encontrarse todavía en la sala, sentada en el sofá con su cabeza recargada en el pecho de Edward. Un suave suspiro escapó de sus labios cuando apretó el brazo que rodeaba la cintura de él, haciendo que él también se removiera y separara la cabeza de la de ella.

Él abrió los ojos para verla y la sonrisa perezosa que apareció sus labios combinaba con la de ella, él se inclinó para besarla suavemente.

—Buenos días.

Ella murmuró contra sus labios de manera contenta, besándolo una vez más.

—Feliz navidad.

—¡Feliz navidad! ¡Feliz navidad! ¡Feliz navidad! —gritaba Mikey al entrar de golpe a la sala, despertando por completo a Edward y Bella y haciéndolos separarse. Se miraron entre ellos inseguros, los dos con las caras ligeramente sonrojadas mientras el pequeño saltaba al sofá entre ellos. Él los abrazó a ambos por la cintura antes de subirse al regazo de Edward y recostarse contra su pecho. Mikey movió la cabeza hacia él y se rió al hablar.

—Besaste a mi mami.

Edward tartamudeó y miró a Bella sacudiendo la cabeza. Habían discutido anoche que iban a llevarse las cosas con calma y ver cómo progresaba todo antes de despertar las esperanzas de Mikey. Esto definitivamente no era parte del plan.

—Campeón... uh...

—Los vi —Mikey sonrió mirando a su hombre también—. Igual anoche.

El rostro de Bella se sonrojó más cuando bajó brevemente la vista a su regazo antes de componerse y mirar a Mikey.

—Se suponía que debías estar dormido, jovencito —medio lo regañó alzando una ceja.

Mikey se rió de nuevo con un encogimiento de hombros.

—Ya sé.

Su desvergonzada respuesta los hizo reír.

—¿No quieres abrir tus regalos? —le preguntó Bella señalando el árbol.

Se detuvo, levantó la barbilla para mirar a Edward y luego la volvió a bajar, acurrucándose de nuevo contra él.

—En un minuto. Aunque tengo algo para ti, mami.

—¿En serio? ¿Qué es?

Mikey le entregó una hoja de papel doblada con una sonrisa.

—Es la lista para mi cumpleaños.

Bella se rió entre dientes sacudiendo la cabeza.

—Bebé, tu cumpleaños es hasta verano.

—Ya sé —respondió él encogiéndose de hombros de manera despreocupada—, pero no pude volver a dormirme anoche después de que te vi besando al tío Edward, así que hice mi lista.

Bella desdobló lentamente el papel, inhalando lentamente cuando sus ojos cayeron en los ilegibles garabatos hechos con un lápiz de color azul en la hoja. Se giró para ver a Edward, cuya frente se arrugó ligeramente cuando intentó descifrar las letras garabateadas también.

Mikey suspiró dramáticamente y rodó los ojos, se bajó del regazo de Edward y se paró en el piso.

—Bien, se las leeré yo.

Ambos contuvieron las risas por su tono de irritación cuando le quitó la carta a Bella y se paró frente a ellos. Frunciendo los labios ligeramente se aclaró la garganta con una expresión de seriedad en el rostro.

—Querida mami —comenzó, pausando para hacer un efecto y mirar directamente a Bella con un asentimiento—. Para mi cumpleaños quiero un hermanito o una hermanita. Con amor, Mikey.

Bella jadeó al escuchar las palabras de Mikey. Su mirada se movió rápidamente a Edward y lo encontró removiéndose de manera incómoda con los ojos abiertos como platos, ambos soltaron risas nerviosas.

Mikey los miró.

—¿Qué pasa?


Originalmente éste era sólo un OS, pero la autora lo expandió en nueve capítulos. Todavía no sé muy bien cómo irán llegando las actualizaciones, pero mínimo será una por semana.

Y bien... ¿qué les pareció?

Espero que les haya gustado :)