Capítulo 24: Nuevo comienzo

Otro día más había pasado y es que la joven que dormía placenteramente desnuda en la cama de su novio, sentía que por primera vez en su vida estaba realmente feliz, sin ninguna preocupación. Iba despertando poco a poco gracias a la luz del sol que entraba imponentemente entre las cortinas blancas y finas de la ventana. Cuando sus ojos ya se acostumbraron a la claridad, giró levemente su cuerpo para ver a Sesshomaru aún dormido y de la misma forma como lo estaba ella: desnudo. Habían pasado una de esas noches apasionadas y cargadas de amor que la hacían verse al día siguiente muy radiante.

5 meses habían pasado desde la muerte de Onigumo y su hermano. Estuvo un poco más de dos semanas con la angustia aún en su cuerpo ya que el comisario estaba realmente delicado. Había perdido mucha sangre y la bala se le incrustó más cerca del corazón de lo que pensaban. Cuando él salió del hospital y se aseguró de que ya estaba bien, decidió aclarar y cerrar los temas que habían quedado pendientes. Valientemente fue a visitar a sus padres para darles la noticia de que su hijo estaba muerto. Hana lloró a más no poder y aquello enrabió mucho más a Rin. Lloraba por él como si lo quisiera, porque de haberlo hecho, hacía mucho tiempo hubiese ido a la policía a demandar a su marido. Cerró los puños fuertemente para contener la rabia pero algo la dejó petrificada en el sofá donde estaba sentada: su madre se levantó y le dio una buena y sonora bofetada a Ryu exigiéndole que dijera o hiciera algo por la muerte de su hijo, ya que se había quedado tranquilo e indiferente ante la noticia. El hombre solo se levantó quedando muy cerca de su mujer y la penetraba duramente con la mirada. Después de un incómodo y tenso silencio, él le respondió de la misma forma pero con la diferencia de que con mucha más fuerza que la mujer, dejándola en el suelo. Rin rápida e inconscientemente fue a socorrerla, ayudándola a incorporarse. Ambas levantaron la mirada para encontrarse solas en la sala.

Después de aquello no volvió a saber más de su familia hasta dos meses más tarde donde su madre picó a su puerta con una maleta a cuestas y los ojos muy hinchados y rojos de haber llorado. Ryu había muerto de un infarto y el muy cretino dejó toda la herencia, incluida la casa, a su amante. La acogió en su casa y a pesar de que la mujer no quería causarle problemas a su hija que sabía que la actitud entre ellas era algo hosca y con razón, Rin insistió en que se quedara. En realidad era una excusa para poder mudarse a casa de su vecino a vivir.

Luego de la visita a sus padres, fue a hablar con Ayame, la ex novia de Koga. Vivía en un cómodo piso con su nueva pareja y la verdad, se les veía sumamente feliz, algo que de alguna forma la entristeció en demasía. Había visto a su hermano y a Ayame juntos muchas veces y apostaba por esa pareja. Se les veía tan bien juntos… hasta pensó que estaban destinados a estar el uno con el otro.

Flashback

- ¡Rin! – gritó Ayame sorprendida y alegre por volver a verla. Su perfecto cabello pelirrojo estaba más largo de lo que recordaba, al igual que su esbelta figura. Ambas tenían la misma edad y fue Rin quien los presentó a pesar de que no eran amigas íntimas. Koga se fijó en ella y al saber que su hermanita menor la conocía y se hablaban, aprovechó el momento y le pidió el favor de que la presentara. Rin sonriente aceptó.

- Cuanto tiempo, ¿cómo estás? – le respondió entrando a la casa.

- Fenomenal. ¿Y tú? ¿Dónde has estado todo este tiempo, desaparecida? – acababan de sentarse en el sofá color café que era bastante cómodo.

- Tengo que contarte una cosa Ayame – prefirió ir al grano antes que darse rodeos o verse acorralada en contarle todo lo que había sucedido en esos 2 meses. La pelirroja se puso seria al ver el semblante de su amiga.

- ¿Qué ocurre? – preguntó en voz baja acercándose un poco al rostro de Rin como si lo que le iba a decir fuese un secreto y nadie, que estuviese cerca, lo podía escuchar.

- Es sobre Koga.

- ¿Ha vuelto? – se abalanzó a decir inmediatamente sin dejarla explicarse. La joven vio un brillo especial en los ojos de la ex novia de su hermano y tuvo la esperanza de saber que aún podría quererlo, aunque fuese un poco.

- No ha vuelto, pero lo encontré.

- ¿Y dónde está ahora? – sus ojos estaban tan abiertos que daba miedo y todo.

- Está muerto Ayame – el rostro de la joven se desfiguró a uno de horror y tristeza. Sus orbes se llenaron de agua y en un momento varias lágrimas gruesas salieron de ellos. El llanto se lo contagió a Rin pero ella prefirió mantenerse lo más serena posible para contarle – se metió en cosas que no debía. Pero no pienses mal de él, lo hizo para poder sacarme de casa, lejos de mi padre – Ayame sabía perfectamente la situación que tenía aquella familia, Koga se lo contó un día que había tenido un fuerte confrontamiento con Ryu.

- Tu hermano te quería muchísimo. Eras lo más preciado para él – escuchar decir a su amiga aquello en pasado, la hizo entristecerse más aún de lo que estaba y es ahí cuando no pudo retener su llanto por mucho más rato.

- Antes de morir me pidió un favor – Ayame, sollozando igual que la chica, la cuestionó con la mirada – me pidió que te dijera que siempre te amó y que a pesar de todo este tiempo separados, te seguía amando – la mirada de la joven parecía que se había perdido en algún punto del suelo, recordando los momentos bonitos con Koga. Luego agachó la cabeza y con una sonrisa sincera en sus labios le dijo algo que reafirmó lo que tanto deseaba Rin.

- Yo también lo amé y lo sigo amando – volvió a mirar a la chica que tenía enfrente – pero debía y debo pasar página. No puedo anclarme en este amor que ya es imposible – era verdad lo que había dicho. Ella se merecía ser feliz y por supuesto que tenía que pasar página, pero siempre tendrá ese pedacito que le dejó incrustado, su hermano, en su corazón para siempre y nadie lo iba a reemplazar. Aquello le confortaba en demasía a Rin.

Fin del Flashback

Entre esos recuerdos, se había duchado y ya estaba en la cocina preparando un suculento desayuno. De repente le vino a la cabeza lo que pasó con todos aquellos que trabajaron junto con Onigumo y que aún quedaban vivos. El doctor Byakuya, quien a parte de encubrir al traficante y asesino, también se dedicó durante varios años a extraer órganos y venderlos en el mercado negro, lo encerraron en la cárcel. Akago, el hermano de Hakudoshi, murió al intentar escapar de la policía una vez lo detuvieron y su hermano mayor junto con Entei, aún seguían desaparecidos. Sospechaban que se escondían en algún lugar de América del Sud, pero aunque estuviesen allí, ellos ya no podrían hacer nada, sino que estaban en manos de los agentes americanos que ya tenían la orden de búsqueda y captura.

El tiempo pasaba y ahora estaban en pleno agosto con un calor sofocante. A Rin le quedaba poco para terminar de preparar el desayuno. Unos ricos gofres con chocolate, un poco de macedonia y café con leche para Sesshomaru y zumo de piña para Rin, su preferido. De repente escuchó el crujir suave del parqué. Al girarse se encontró con su nuevo novio, que ya era formal, solo con un pantalón largo. Cada vez que lo veía con el torso desnudo, no podía evitar quedarse embobada. Se deleitaba todas las mañanas con aquellas perfectas vistas del cuerpo musculoso del chico.

Él la miraba igual de embelesado, recargado en el marco de la puerta con los brazos cruzados sobre su pecho. Adoraba las reconciliaciones con Rin. En realidad era la primera vez que discutían tan acaloradamente pero desde ese momento supo que deseaba tener alguna discusión más para poder reconciliarse con ella de la manera en que lo hicieron la noche anterior.

Reconoció que fue por su culpa cuando se pelearon. Él había estado todo un mes metido de lleno en un caso nuevo: se trataba de un hombre que era un hacker profesional y que guardaba pornografía infantil. Tuvo a Rin abandonada sin hacerle caso y prometiéndole salidas románticas que al final nunca se cumplían, pero él, en aquel entonces no se dio cuenta de lo que estaba provocando. Cuando pudieron encontrar al hombre y lo encerraron, hizo vida normal como si nada hubiese pasado. Eso a Rin le enfureció de sobre manera y no se quedó callada, si no todo lo contrario, se le encaró como solo ella podía hacer y durante tres días estuvieron enfadados el uno con el otro hasta que la joven volvió a explotar al no recibir ninguna disculpa por parte de su "novio".

Flashback

Rin estaba sentada en el sofá de casa con un helado de vainilla a punto de acabarse entre las manos. Estaba sumida en una película dramática que ya había visto más de dos veces, pero le gustaba tanto que no le importaba verla de nuevo otra vez. De pronto escuchó la puerta abrirse e inmediatamente se fijó en la hora. Eran casi las diez de la noche. Ese día se había quedado más tarde en la comisaria.

Sesshomaru entraba agotado, tenía que hacer muchos informes y enviárselos al ministerio a uno de sus superiores. Cuando entró en su casa, escuchó la televisión de fondo y al acercarse a la sala, pudo ver desde la puerta a Rin sentada en el sofá de espaldas a él. De nuevo no lo había saludado. Echaba mucho de menos esos recibimientos donde ella se colgaba de su cuello y lo besaba apasionadamente para después alejarse un poco y así poder ver la sonrisa que le brindaba solo a él. Quiso acabar con eso y nada más dejar sus cosas en el cuarto se encaminó para sentarse junto al lado de la chica. Ella lo miró de reojo y luego volvió su vista al frente. Pensaba que iría a pedirle perdón de una buena vez pero no fue así.

- Pareces una niña pequeña Rin, quieres parar de comportarte así y hablarme – la joven lo fulminó con la mirada. Le estaba reclamando, él a ella. Eso sí que no lo toleraría.

- ¿Qué me estoy comportando como una niña pequeña dices? – se levantó bruscamente muy enfadada – Me estoy comportando como debería comportarme. ¿Es que acaso, después del desplanté que me hiciste durante un mes entero, ahora debería abalanzarme a tus brazos? – Sesshomaru también se levantó de su sitio poniéndose enfrente de ella.

- Rin tienes que entenderlo, no puedo dejar de lado un caso como ese tipo para satisfacer tus caprichos.

- ¿Mis caprichos? – gritó encolerizada - ¿Es tanto pedir que tu NOVIO te haga un poco de caso? Por dios Sesshomaru, no hemos hecho el amor desde hace mucho tiempo – ese comentario le hizo gracia pero intentó serenarse porque si se reía podría ser peor. Él también había notado la falta de satisfacción hacia sus necesidades pero la verdad era que estaba muy concentrado en el caso. Como siempre, una vez que su trabajo le robaba casi todos sus pensamientos, por no decir todos, le era muy difícil concentrarse en otra cosa. Vio a Rin ir hacia la cocina llevando el helado en sus manos aún. Quizás sí que la había abandonado pero debía entenderlo, ¿no? Vale… ahora que lo pensaba a fondo y detenidamente, igual la chica tenía razón y se había pasado con su distanciamiento hacia ella.

Cuando Rin volvió al comedor, vio que ya había dado por terminada la conversación y que aún no le seguiría hablando ya que estaba igual de enfadada o más que antes. En un impulso, la cogió del antebrazo haciéndola girar para que lo mirara a los ojos. Dios, como le encantaban aquellas orbes verdes. Ambos se habían perdido en la mirada del otro.

- Quizás tengas razón…

- ¿Quizás? – le interrumpió Rin enarcando una ceja y soltándose del agarre para cruzar sus brazos sobre su pecho.

- Tienes razón – corrigió. Tensó sus facciones y se irguió un poco. Le estaba costando lo que iba a decir, pero debía hacerlo para poder estar bien de nuevo con su preciada chica – Mm… - Rin estaba impaciente. Veía venir una disculpa y sabiendo lo que le estaba costando, ya lo había perdonado pero tenía que tener un poco de orgullo y dejar que dijera las palabras mágicas – Lo siento – dijo al fin después de unos segundos llenos de tensión. Ella relajó todo su cuerpo mientras sonreía. Se acercó a él pasando sus brazos por el cuello del chico, donde este automáticamente se aferró a la estrecha cintura de su ex vecina.

- Lo ves como no es tan difícil decirlo.

- Hmp – dijo nada más apretando ligeramente sus labios. Estaba decepcionado consigo mismo por tener que pedir perdón, pero la verdad es que merecía la pena. Rin rió entre dientes como le gustaba tanto a Sesshomaru ya que parecía una niña pequeña y eso lo fascinaba - ¿Ya no estás enfadada? – le preguntó fríamente pero eso a la chica no le importó porque así era él y así es como se había enamorado de él.

- No… ya no – le susurró acercando sus labios a los del joven comisario. Se fundieron en un beso que empezó tierno y dulce, para luego volverse apasionado y muy candente hasta el punto de tener una maravillosa noche.

Fin del Flashback

Le había despertado el olor a gofres. Pensó que despertaría contemplando la dulzura del sueño de su chica pero no fue así y se desilusionó. Se puso su pantalón de pijama y se encaminó a la cocina donde vio a Rin con su camiseta de tirantes y sus shorts demasiado cortos pero que le encantaban, eso sí, mientras solo fuera él quien la viese. Ella se giró al notarlo ahí y vio una vez más esas sonrisas que lo volvían loco. Se acercó a la chica una vez se volvió para seguir con lo que estaba haciendo y le besó en hombro. Luego se fue hacia la mesa del comedor donde poco después vino Rin cargando con ambos platos. El resto de las cosas ya estaban allí.

- Recuerda que hoy vamos a comer a casa de tu padre – le dijo sin mencionar a Izayoi como su madre ya que sabía que no la consideraba como tal a pesar de lo buena mujer que era. Ella por suerte se recuperó de su enfermedad. Aunque aún estaba algo débil, ya se le veía mejor cara y estado de ánimo – Me dijo Kagome que ella e Inuyasha nos tenían que decir algo importante, ¿tú qué crees que nos dirán?

- Seguramente que por fin ya están juntos – le dijo mientras devoraba elegantemente su gofre.

- ¿De verdad? – dijo contenta dejando el tenedor en el plato y entrelazando sus dedos – Espero que sea eso porque hacen una pareja divina. Ya se veía venir, por eso – dijo eso último retomando el cubierto para seguir comiendo. Sesshomaru solo se encogió ligeramente de hombros. No era un tema que le interesaba mucho la verdad, pero si era eso lo que iban a tratar, no le disgustaba en lo más mínimo. Kagome era una de las pocas personas que toleraba, pero no tanto como su Rin.

Después de un rato, donde los gofres ya habían desaparecido y las bebidas estaban a medias, Sesshomaru comentó algo que hacía un tiempo se preguntaba, pero tal y como estaba con la situación del enfado de Rin, prefirió no decir nada hasta ahora.

- Por cierto, ¿y tu madre? Hace bastante tiempo que no la veo – le preguntó mientras daba un sorbo a su café bien cargado.

- Hace dos semanas que se fue de vacaciones a Cuba – Hana no tenía tanto dinero para irse unas largas vacaciones pero Rin se lo prestó. Una de las partes de la herencia de su padre que le dejó a su amante, era la empresa. A la mujer no le interesaba en lo más mínimo así que lo que hizo fue hablar con Rin y al final llegaron a un acuerdo de que cambiaría los papeles dándole la empresa a ella. Ahora Rin era la jefa, pero dejaba gran parte del trabajo a un buen amigo de la familia que tenía más o menos la edad de Sesshomaru. Goryomaru era un chico muy responsable y bueno en lo que se dedicaba pero sobretodo era una persona encantadora a quien le gustaba mucho los niños y por eso, entre otras cosas, se llevaba tan bien con Rin, así que confiaba plenamente en él y no dudaba ni un momento en las decisiones que tomaba para el bienestar de la empresa.

- Supongo que le has dado tú el dinero, ¿no? – dedujo el chico de lo más tranquilo. Su novia solo asintió mientras se acababa el zumo de piña y lo dejaba encima de su plato para llevarlo a la cocina. Al volver vio a Sesshomaru levantado y recargado en la mesa – Eres demasiado buena Rin – ella sonrió mientras se acercaba a él.

- Lo sé – dijo divertida – Al fin y al cabo es mi madre – comentó esto último con sinceridad. Se abrazó al chico y él le respondió con gusto. Se besaron con mucho amor para luego acabar haciendo lo mismo que habían hecho la noche anterior.

A pesar de que la vida le había arrebatado a su hermano, a quien estaba muy unida, después de estar separado de él durante 5 largos años, ganó otras cosas: consiguió a la madre que nunca tuvo. Aunque aún no tenían una relación tan estrecha como la de una madre y una hija, ambas, y sobretodo Rin, hacían el esfuerzo por llevarse cada vez mejor e ir aumentando la confianza entre ellas. Y también ganó algo muy preciado para ella. El amor, el amor incondicional de Sesshomaru, un hombre que lo amaba con locura y que sabía con seguridad que él también la amaba por encima de todas las cosas. Con eso ya estaba más que feliz y satisfecha. Pero no os equivoquéis, nunca olvidará el amor que le brindó su hermano mayor, el único que lo apoyó y estuvo realmente a su lado durante su infancia y la adolescencia.