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Disclaimer:

LAS TORTUGAS NINJA

no me pertenecen,

más bien mi corazón le pertenece a Leo.

Tampoco obtengo ningún beneficio lucrativo por escribir este fanfiction.

Mi única ganancia es la satisfacción de hacerte pasar un rato agradable, estimado lector.

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AQUÍ ABAJO

Era la mañana de Navidad, y una familia, como muchas otras estarían haciendo, estaba reunida alrededor del árbol de Navidad (aunque no era muy alto estaba bonitamente adornado); sólo que esta familia no vivía en ningún departamento de algún alto edificio en el centro de la ciudad, ni en una bonita casa a las afueras de la ciudad, sino que vivía bajo la ciudad.

Splinter observaba con una gran sonrisa a sus tres pequeños de 9 años jugar alegremente con sus juguetes.

Un audaz Rafael pedaleaba con todas sus fuerzas su triciclo de color rojo, yendo de aquí para allá, buscando romper todos los records de velocidad.

Un emocionado Miguel Ángel era testigo de la más feroz pelea entre el superhéroe más poderoso de todos, Centinela de Plata, contra el supervillano más temido de todos, el Doctor Malignus (lucha que se desataba entre los muñecos de acción de estos dos personajes).

Un callado Donatelo prefería jugar a algo más tranquilo aunque igualmente tan intenso como lo que jugaban sus hermanos: estaba muy concentrado armando, con coloridos bloques de Lego, un enorme barco Transatlántico con el que navegaría por las bravas aguas del alcantarillado.

Splinter parecía cansado, como si no hubiera podido conciliar el sueño en toda la noche, pero estaba muy contento al ver que sus niños eran felices, y aunque no estaba a la vista su otro hijo, sabía que también estaría muy feliz disfrutando de su regalo.

El otro niño estaba en el cuarto que compartía con sus hermanos leyendo en voz alta su regalo de Navidad, un libro titulado: "El Origen de los Guardianes".

En la portada del libro había cinco personajes, de los cuales la pequeña tortuguita reconoció a el Hada de los Dientes, el Conejo de Pascua, Sandman y a Santa Claus. El quinto personaje era un chico de cabello blanco que sostenía entre sus manos un largo bastón, que conforme el joven lector seguía la historia, iba conociendo.

Todos ellos eran Los Guardianes.

¿Y qué es lo que cuidaban?

Se eso se estaba enterando el pequeño y ávido lector.

Por momentos, la tortuguita de la pañoleta azul abría enormemente sus ojos, totalmente sorprendido; en otros, parecía que estuviese a punto de gritar absolutamente asustado; y en otros, hacía una pausa y contenía la respiración; sin embargo, cuando llegó a una parte muy especial del libro, sus claros ojitos café brillaron como una estrella fugaz.

El brillo de la estrella fugaz es breve, pero no así la luz de esa tierna mirada.

"Compañeros Guardianes,"

- Dijo Santa Claus a el Hada de los Dientes, al Conejo de Pascua y a Sandman, una vez que estaban todos reunidos. -

"es nuestro deber vigilar a los niños del mundo y mantenerlos a salvo, llevándoles Asombro, Esperanza y Sueños."

El pequeño Leonardo leyó casi en un susurro, y sintió una agradable calidez en su pecho.

Esa calidez era la Esperanza que cobraba fuerzas después de un tiempo en el que no era más grande que la llama de una vela, debido a un enorme miedo que oprimía su corazón, un miedo que sentía, no por él, sino por sus hermanos.

En esa página que leía había una ilustración de una enorme habitación donde había una inmensa maqueta de la Tierra, y sobre esa Tierra había millones de lucecitas que titilaban. Cada lucecita representa a un niño que cree en los Guardianes.

"Cada una de esas luces es un niño, un niño que cree, y cruel o bueno, grosero o cortés, los protegemos a todos."

Esas últimas palabras que leyó avivaron más la calidez en su pecho porque por fin tenía la prueba que demostraba que existían los Guardianes, de quienes ya había oído hablar.

Rápidamente Leonardo se puso de pie y salió corriendo, con el libro entre sus brazos.

- ¡Papá! – lo llamó a gritos.

Splinter giró la cabeza todavía con la sonrisa en sus labios, esperando ver a su otro hijo igualmente feliz, y sí, estaba animado, pero no como sus hermanos. Era un ánimo de urgencia.

- ¿Sucede algo, hijo? – tuvo que reprimir su alegría para atender a su pequeño inquieto.

- ¡Ya sé por qué Santa no viene a dejarnos él mismo los regalos de Navidad! –

- ¿Qué? – dijo Splinter en verdad desconcertado.

Miguel Ángel, Donatelo y Rafael, aunque estaban muy entretenidos jugando, escucharon las extrañas palabras de Leonardo, y dejaron sus juegos.

- ¿Qué has dicho, Leo? – preguntó Donatelo

- Es papá quien nos trae los regalos y no Santa. –

- ¿Qué? – dijeron las tres tortuguitas tan desconcertados como Splinter.

- Leonardo… - Splinter dijo con un claro tono de advertencia, pero Leonardo ignoró la advertencia.

- En cada Navidad, Papá es quien nos ha traído los regalos, no Santa. – dijo Leonardo más despacio y con demasiada tranquilidad como para haber dicho lo que había dicho.

- Hijo… -

Intentó decir Splinter, pero el pequeño Leonardo estaba tan entusiasmado por el gran descubrimiento que había hecho gracias al libro, que estaba decidido a hablar, y más aún por aquella vez que su padre no le creyó cuando le dijo que había visto un horrible monstruo bajo la cama de Donatelo.

- El libro que me regalaste lo explica todo. – Leonardo le mostró a Splinter el libro con la bonita ilustración en la portada – Ellos son Los Guardianes que llevan Asombro, Esperanza y Sueños a todos los niños que creen en ellos, pero ellos no saben que nosotros… -

No pudo terminar de decir su idea por una interrupción.

- ¿Es verdad, Sensei, lo que ha dicho Leo, - preguntó Donatelo controlando la ansiedad lo mejor que pudo; tenía la esperanza de que no fuera cierto - que tú eres quien trae los regalos? –

Splinter parecía que se había convertido en piedra porque se quedó mirando firmemente a sus tres hijos, pero de repente, parpadeó y jaló una profunda bocanada de aire antes de responder.

- Mi único deseo era hacerlos felices. -

Entonces se desató una torrencial tormenta de preguntas.

- ¿Por qué nos dijiste eso? – preguntó Rafael con mucha tristeza.

- ¿Por qué nos dijiste que Santa traía los regalos? – finalmente la tristeza también embargó a Donatelo.

- ¿Por qué nos dijiste que Santa quería a todos los niños aunque no fueran humanos? -

- ¿Por qué nos mentiste? –

- ¡¿Por qué?! – Rafael ya estaba desesperándose por el silencio de su padre.

Miguel Ángel sencillamente no pudo hacer ninguna pregunta. Sus ojitos brillaban intensamente pero por las lágrimas que estaban a punto de desbordarse.

Leonardo se dio cuenta de lo que había hecho, y enseguida trató de reparar el daño.

- Yo ya había visto a papá que nos traía los regalos, y me dijo que los traía él y no Santa porque Santa no puede bajar a las alcantarillas con su enorme trineo, y me pidió que no les dijera nada, pero yo creo que no es por eso que Santa no ha venido. Leí en el libro, - mostró el libro a sus hermanos con inmenso orgullo – que Santa puede llegar a donde sea, y si él nunca ha venido, creo que debe ser porque no sabe que nosotros vivimos aquí bajo. Además, Santa, junto con el Hada de los Dientes, el Conejo de Pascua y Sandman, y también Jack Frost, cuidan a todos los… -

De repente, se oyó un fuerte trueno.

- ¡Leonardo! –

La voz enfadada hizo dar un salto al niño.

- Leonardo - dijo Splinter con una recia voz - te había pedido que no revelaras a tus hermanos lo que habías visto... -

Leonardo sostuvo con fuerza su libro porque sabía que iba a recibir una fuerte reprimenda, pero no sucedió, no de momento.

- ¡Eres un ayudante de Santa! – de repente dijo Miguel Ángel muy contento y corrió a abrazar a su padre - ¡Eres un ayudante de Santa igual que los señores que están vestidos como él y tocan una campana! –

- ¡Eso explica todo! – dijo Donatelo contagiado por la alegría de su hermano más pequeño, y también corrió a abrazar a su padre.

- ¡Wiiii! – gritó Rafael y también abrazó al ayudante de Santa.

Splinter se dejó abrazar por sus tres pequeños, pero la alegría que lo embargaba se desintegró sin remedio.

Leonardo notó la extraña mirada de su padre.

Ya no se veía molesto, pero jamás había visto en él unos ojos tan… apagados.

Aún sosteniendo el libro con fuerza, y su corazoncito golpeando fuertemente su pecho, retrocedió paso a paso.

- Niños... –

Splinter habló con una voz profunda, y se arrodilló para estar a la altura de las pequeñas tortugas.

Leonardo giró sobre sus talones y regresó pronto al dormitorito (lamentándose en lo más profundo de su alma no haber podido llevarse consigo a sus hermanos), se tumbó en la cama, tomó la almohada, y cubrió su cabeza. No quería escuchar lo que su padre estaba a punto de decirles a Rafael, Donatelo y a Miguel Ángel.

- Papá va a decirle a mis hermanos lo que los adultos y los chicos mayores les dicen a los niños pequeños sobre Santa y los demás, justo como dice el libro que pasa. –

Habló en voz alta a pesar de encontrarse solo… o no tan solo porque a su lado retozaba un suave oso de peluche de piel amarillo marfil.

Leonardo prefirió concentrarse en su más reciente descubrimiento.

- Debe haber pasado algo muy malo para que Santa no sepa de mis hermanos y de mí, y menos sabrá de nosotros si no creemos en él y en los demás Guardianes, y si no creemos en ellos... –

Aún con la almohada sobre su cabeza, Leonardo jaló su libro y lo hojeó hasta hallar una página que mostraba a un hombre alto, vestido de negro y de mirada siniestra.

Ese hombre era el responsable de las pesadillas que todos los niños tenían en una horrible noche, y sus hermanos tampoco se escapan de padecerlas.

Su nombre es Pitch Black.

El lúgubre aspecto del hombre no atemorizó a la tortuguita, porque ya lo había antes.

Leonardo ya había visto a Pitch Black rondar la puerta de su cuarto y a sus monstruos bajo la cama de sus hermanos.

Era el hombre contra el que luchan los Guardianes y de quien protegen a los niños, o al menos a los niños humanos, porque los Guardianes jamás les habían dejado a sus hermanos y a él ninguna moneda por un diente caído, ni huevos coloridos para celebrar la llegada de la Primavera, ni tampoco habían ido a esparcir un poquito de arena mágica para que tuvieran los más hermosos sueños, mucho menos habían ido a dejarles regalos que premiaran el haberse portado bien todo el año.

Y qué decir de protegerlos de las temibles pesadillas.

Entonces... surgió una pregunta más.

Si los Guardianes ignoraban que había niños tortuga viviendo en las alcantarillas, ¿cómo lo sabía Pitch Black?

Leonardo apartó la almohada, dejó el libro a un lado, se recostó sobre un costado, tomó al oso de peluche, y lo abrazó.

- Tú me proteges, Ogima, - le dijo al oso de peluche - pero… si los Guardianes no vienen, y papá no ha creído lo que le conté que he visto, y mis hermanos tampoco me creerán, no después de lo que papá les está diciendo… ¿quién va a protegerlos de El Coco? -

El niño guardó silencio como esperando a que alguien respondiera su angustiosa pregunta, pero lo único que escuchó fue el golpeteo constante de su corazón.

Era un golpeteo fuerte pero sereno, algo muy diferente a lo que llegó a sentir tiempo atrás, cuando subía a un lugar no muy alto pero le parecía que había subido a una altísima montaña y que, al mirar hacia abajo, iba a caer a un profundo y oscuro abismo.

Eso era antes.

Ahora, el tranquilo latir de su corazón le dijo que, después de que superó ese horrible miedo a las alturas que lo acosó en la absoluta soledad (sus hermanos nunca supieron de ese miedo), era capaz de lograr cualquier cosa, incluso de enfrentarse a las horrendas pesadillas.

- Yo voy a proteger a mis hermanos. – dijo el pequeño niño de la pañoleta azul con decisión.

Se sentó sobre la cama y cruzó sus piernas para poner el libro sobre éstas, y junto con el oso de peluche, continuó leyendo para averiguar el modo de vencer a las Pesadillas y a su Amo.

Pero a Leonardo le tomó seis años poder elaborar un plan para destruir a las Pesadillas, plan que va a llevar a cabo en la noche más feliz de todo el año: Navidad.

Y Navidad es esta misma noche.

-69-

(Iba a subir este fic el día 24 pero como no voy a poder lo subí un día antes)

N/A:

"El Origen de los Guardianes" es una película que salió en Diciembre de 2012.

Me gustó mucho porque Santa, el Hada de los Dientes, el Conejo de Pascua y Sandman están juntos como equipo (una crítica decía que eran como los superhéroes llamados Los Vengadores), y cuidan a los niños de que el malvado Bogyman no les cause pesadillas.

En México, Bogyman es mejor conocido como El Coco.

(de los otros creo que no hay versión mexicana)

Y como ya leíste, mi fic no va a tratar de ninguna linda historia de Navidad.

:)

¡Gracias Dioses!

Hasta que pude escribir algo.

No he escrito nada por el trabajo, y parece que así va a ser por varias semanas más, y por eso no iba a subir nada, porque no quería dejarte esperando a ver cuándo me decidía a actualizar, pero subí este fic por una razón, y es para decirte…

¡FELIZ NAVIDAD Y FELIZ AÑO NUEVO 2014!

8D

Deseo que esta Navidad recibas muchos regalos llenos de amor, y que el próximo año esté lleno de prodigas bendiciones, de sueños por hacer realidad, de nuevos caminos por recorrer, de salud para brindar, de amor para llenar el alma y de canciones que enriquezcan el sonido de la vida, para ti y para tus seres queridos.

8D

(Me piratee esa frase porque me pareció apropiada)

Y también deseo que me tengas paciencia con mis actualizaciones c:

¡Nos leemos en el 2014!

8)