3 Años después

La mañana había llegado el sol me daba directamente a los ojos. Era sábado, no quería levantarme tan temprano. Bajé la persiana hasta que la habitación volvía estar a oscuras. Di media vuelta en la cama y me agarré a la cintura del chico que dormía a mi lado. Escondí el rostro tras su pelo y oliendo su aroma y notando su calidez me volvía quedar profundamente dormida.

Me desperté de nuevo, pero a mi lado ya no estaba él. Me levanté perezosa, eran las 10 de la mañana mis oídos escucharon jaleo en la cocina así que, aún con legañas, caminé hasta allí. Natsume estaba haciendo café y tortitas, su habitual desayuno cuando yo dormía con él.

-Buenos días –dijo con una enorme sonrisa.

-¿No quedamos en qué este fin de semana, el desayuno corría de mi cuenta?- le dije apoyada en el marco de la puerta mientras observaba su torso desnudo.

-No quería despertarte –me acerqué a él y le abracé por la espalda notando su piel desnuda. Por encima de du hombro me llegó el dulce aroma de las tortitas y del café haciéndose lentamente.

-¡Huelen que alimentan!

Junté mis labios con su piel y comencé a darle pequeños besos bordeando sus músculos con mis labios. Mis manos se movían juguetonas por su torso acariciándole de arriba abajo, notaba como se le erizaba la piel con cada pasada de mis yemas. Sus músculos se iban tensando a medida que mordisqueaba por la espalda. No podía evitar seguir provocándole. Aproveché que había terminado de cocinar le di media vuelta y lo besé lentamente, provocándole más. Mis manos comenzaron a bajar lentamente hasta notar el comienzo de su pantalón posado en la cadera. Pero no pude detenerme ahí, su cuerpo quería más. Sabía cómo iba a reaccionar, mis manos danzaban por su masculinidad, poco a poco comenzaba a crecer. El chico se apoyó en la encimera dejándome hacer. Notaba que se iba acomodando a mis manos y a mi forma de hacer las cosas. No podía dejar de mirarle y sentirse, su mirada me decía que le gustaba, que no quería que parase.

Natsume tomó el control de la situación me cogió de las muñecas y me elevo hasta ponerme de pie, elevó mi barbilla con sus dedos y me besó apasionadamente. Sus manos rodearon mi cintura bajando un poco más hasta que noté un tirón y me subió sobre él

Debajo de mí lo notaba, estaba my excitado. Mientras sus manos me sujetaban los muslos con firmeza para no caer, mis dedos se enredaban en su pelo. Noté que se movía. Salió de la cocina y entró en la habitación. Suabemente me dejó en la cama quedando él sobre mí. Mis piernas rodearon su cuerpo. Sus labios pasaron a mi cuello provocándome varíos espasmos y agarrones de sábanas. Pero no quería que el tomara todo el control, mis manos se dirigieron sabíamente hasta su miembro el cual ya había tomado su forma completa.

Sus manos tampoco perdían el tiempo se habían desecho de mi salto de cama con mucha facilidad, estaba a su entera disposición, mis pechos eran su siguiente tramo de mi cuerpo, su cálida boca delineó cada uno de ellos con decisión.

Él también estaba desnudo, por mi culpa, se estaba excitando mucho más por el movimiento continuo de mi mano. Parecía una pelea, pero de la mejor manera. El siguiente escenario fue rápido, de la cintura a las caderas. Mi mano se separó de su cuerpo mientras él bajaba por mi cuerpo con delicados besos y lamidos por las zonas que pasaban. Los labios del chico se iban acercando delicadamente a los míos, primero los besó con dulzura, pero su beso se intensificó más y más notando la calidez de su lengua. La calidez era tal que las sabanas salieron de su sitio. Al notar que me gustaba y que estaba preparada se abrió paso. La excitación nos juntó. Nuestras respiraciones eran rápidas al igual que los latidos del corazón. Sus movimientos eran lentos pero precisos, sabía que lo que gustaba y lo que me provocaba. Pero no se quedó ahí, cuando notaba que llegábamos al clímax aceleró el ritmo lo justo para que los gemidos se pudieran escuchar por toda la casa y los muelles sonaran débilmente.

-Te quiero- susurró en mi oído.

Uno junto al otro, sudados y cansados. El café se nos había quedado frío y nos daba igual. Tras el día no cambió mucho.

-Me iré un par de días -me dijo Natsume mientras veíamos la tele-, hay un problema con una de las empresas y debo ir a mediar con ellos.

Bueno, no es que quiera tenerte lejos, pero me viene bien para acabar el juego antes de las vacaciones.

-Vale, pero este verano eres mía, nada de hermanos ni antiguas compañeros -me reprochó.

-Me dijiste que no te importaba -dije en tono tristón y culpable.

-Y no me importa. Pero es mi turno, -me dio un beso en la frente y nos marchamos a dormir.

El mismo lunes me despedí de él en el tren, e allí marché a casa directamente, Pensando que no había nadie, me sorprendí al ver a Juvia en la cocina.

- ¡Juvia! ¿Qué haces aquí? Pensé que te habías marchado a Osaka con Tsubaki.

-Tuvimos que volver ayer. Ha fallado algo en la última grabación y la tiene que repetir.

-Pues que putada.

-Bueno, ya haremos algo por aquí -dijo mientras recogía un poco la casa.

- ¿Y tú? ¿Qué tal el fin de semana?

-Muy bien, sin novedad la verdad. Deseando tener ya vacaciones y poder ponerme morena en la playa.

-¿Qué vais a hacer Natsume y tú? -me quedé pensando.

-Pues no lo sé. No lo hemos hablado…

-Ya me contaras, este verano hacéis 4 años, quien sabe, puede que te tenga una enorme sorpresa -dijo Juvia

-¿Te ha dicho algo? -pregunte curiosa.

-No, para nada. Pero a lo mejor prepara algo.

Durante ese día me quedé pensando, pero no valía de nada ya que esa semana él estaría fuera por trabajo, y apenas le gustaba coger el móvil.

Aún era pronto, así que deshice la maleta y me metí en el estudio para adelantar todo lo que podía el juego. Pero al encenderlo recibí un mensaje de llamada. Coloqué la cámara y me conecté.

-¡Raisa! -Dijo una enana loca.

-Hola Paige ¿que tal? ¿Dónde esta tu hermano?

-Aquí, jugando. ¡Kirt, Raisa está aquí! -escuché algún quejido por parte del pequeño, pero igualmente se acercó al ordenador.

-Hola Kirt, ¿ya estás de nuevo con el juego?

-Si, es que mola mucho -dijo emocionado aún con el mando en la mano. Se mordía la lengua mientras miraba la pantalla de la tele y apretaba rápidamente los botones del pango.

-Raisa sabes que, -dijo emocionada-. Mamá nos va a llevar de compras para nuestro cumple - ¿Te vienes? -dijo con una enorme sonrisa.

-No creo que pueda, tengo mucho trabajo.

-¡Jooo! -se quejó y enredó sus pequeños brazos entorno a su cuerpo- ¿Por qué? Nunca vienes a nuestro cumple, ¿Ya no nos quieres? -dijo con pucheros.

-Claro que os quiero, pero… pensé en Hei, en la relación tan escasa que habíamos tenido y en que él era el problema de que nunca pudiera ir a ningún cumpleaños con mis hermanos.

- ¡Raisa, Raisa! ¿Cuándo sale el próximo juego? -dijo Kirt cambiando completamente de tema.

-No lo sé Kirt, yo no decido esas cosas.

-Quita pesado -le empujó su hermana -Jope Raisa, vente, que será una gran fiesta, ya tenemos 10 años. Anda porfi -dijo juntando las manos y suplicando que fuese.

-Dejadme a mí -dijo una voz fuera de la pantalla - Kirt, deja ya la consola y vete a lavar los dientes... despedíos de vuestra hermana.

-Adiós hermanita, vente por fi -dijo Paige despidiéndose con la mano. Kirt hizo lo mismo, pero con mucho menos entusiasmado mientras dejaba el juego -delante de la pantalla apareció una mujer de largo pelo plateado, igual al de los gemelos, y los ojos rojos como los mios.

-Hola Rai -dijo cariñosamente con una enorme sonrisa.

-Hola madre -dije no muy animada y sin cariño -no te preocupes, no iré -dije intentando terminar cuanto antes con la conversación.

-A los gemelos les haría ilusión que vinieras como a mí -sonrió dulcemente.

-En el cumpleaños de hace tres años dijiste lo mismo, y o que yo recuerdo es felicitando a los enanos por una pantalla de ordenador.

-Lo sé -dijo culpable-, Hei impidió que entraras.

-Si, no me sorprende. Al igual que no me sorprende que tú accedieras a eso -dijo cansada de tener siempre la misma conversación-. Voy a colgar, ambas sabemos cómo acabará esta conversación.

- ¡ESPERA! -dijo antes de que yo pudiera pulsar el botón-, hija po favor, te lo pido por ellos.

-¿Para qué? Para hacer lo mismo que la última vez, dejar todos los planes a un lado y al llegar tener que dar la vuelta por que él no me deja entrar. Lo siento, pero no estoy dispuesta a pasar por aquello otra vez.

-No, no. Ya no será igual, nadie te echará.

-¿Qué ha cambíado?

-Después de la fiesta de hace tres años empecé a estar cansada de sus tonterías. Quería hacer más cosas que yo quería. Incluso intenté ir a verte, pero él me lo impidió. Así que tras mucho luchar con él, le pedí el divorcio. Me costó mucho, pero lo conseguí. Y desde ese día he hecho lo que yo he querido.

-Vaya, no tenía ni idea -dije sorprendía, no sabía como sentirme, pero sí que estaba sorprendida.

-Mira, sé que hice mal todos estos años y quisiera conpensarte, si quieres claro -La verdad es que echaba de menos tener una madre, aunque no sabía como era, al fin y al cabo, me había criado sola-. Podríamos quedar a tomar un café. Y no sé intentar convencerte de venir con nosotros de compras -me lo pensé un instante.

-Bien, es una buena idea. Elije el día y la hora y me acoplo a ti, ahora no tengo mucho trabajo.

-Vale, ¿mañana por la tarde? Llevaré a los gemelos a casa de la abuela.

-Bien, sin problemas. Tengo que trabajar, adiós madre.

-Adiós cariño.

No me quedaba mucho para trabajar, pero no avancé lo bastante, solo podía pensar en la conversación. Necesitaba hablar con Natsume de lo que había pasado, pero no conseguía localizarlo. Tras intentar trabajar un poco y no conseguir nada me marché a la ducha, me metí en el agua calentita y me quedé dormida. Toc, toc llamaron a la puerta.

-¿Estás bien raisa? -desperté.

-Si, estoy bien.

-Menos mal, pensaba que te había pasado algo. Llevas más de una hora ahí dentro.

Miré el reloj del móvil, y eran las 23.49. Me quité el jabón y salñi de la bañera. Al salir vi a Juvia sentada en el sofá con un vaso de leche y unas galletas.

-Me quedé dormida -dije quitándome las legañas que aún me quedaban en los ojos.

Me uní a su cena y vimos un poco la tele antes de volver al cuarto. Natsume no me había mandado ningún mensaje, estaría muy ocupado desde que llegó. "Buenas noches, descansa 3 3" le escribí, apagué la luz, di media vuelta y a dormir.

Era jueves por la mañana, el juego estaba casi terminado a falta de enviarlo y después las correcciones necesarias.

Quedaba poco para quedar con mi madre, después de tanto tiempo… Llegué a la cafetería que estaba cerca de casa, llegué y me pedí un café. Mientras esperaba miraba el móvil esperando que Natsume me mandara algún mensaje, al menos para saber que esta bien… pero nada, no había nada.

Al verla aparecer por la puerta me levanté para que me reconociera, se acercó lentamente a mí.

-Hola Rai -dijo con voz temblorosa, pero sonriendo.

-Hola madre -Dije intentando no parecer muy seca.

-Gracias por quedar conmigo -estiró las manos para darme un abrazo. No quise ser maleducada y acepté el abrazo, fue muy fuerte. Apretando me a su cuerpo, no recordaba que hubiera hecho algo parecido antes. Se pidió un café.

-¿Qué tal los gemelos?

-Bien, querían venir, al saber que iba a verte, los he dejado con su abuela -No contesté-. Me ha dicho que la llamas todos los días.

-Si, es la única manera que tenía de saber cómo están los gemelos. También fue la única que no me apartó de su vida.

-Entiendo -agachó la cabeza-. En cuanto a eso, ya te dije la razón por la que lo hice… -dijo ella.

-Eso no justifica nada, eres mi madre y elegiste a ese hombre antes que a mi y dejaste que me hiciera lo que quería.

-Lo sé, pero no podía hacer otra cosa, yo estaba embarazada y él era el sustento de la familia.

-¿Y ahora?

-Nos ayudaron los abuelos y yo he conseguido un trabajo en un bar cerca de casa y estoy intentando arreglar las cosas con tu padre -me sorprendí-. Nos encontramos hace unos meses y parece que no ha cambiado mucho. Nos estamos conociendo de nuevo.

-Esa es una gran noticia de verdad que sí -dije contenta por su nueva vida y la de mi padre, que sufrió mucho tras el divorcio-. ¿y que es de tu vida? Sigues con ese chico… Rayuk ¿no? Vives con él según lo que me dijo tu abuela -dijo más animada.

-Bueno… -pensé si contárselo o no, al final ella se había confesado conmigo y la había costado venir hasta aquí sabiendo que no tenía ninguna simpatía

-¿Os ha ocurrido algo? -preguntó preocupada, estiró sus manos y las junto con las mías en torno a mi café.

-Ocho años es lo que ha pasado -comencé. Le conté toda la historia adornándola un poco evitando contar los maltratos y que me llevó directamente al hospital tras esa pelea.

Tras toda la historia, sin dudarlo se levantó de su silla y me abrazó con mucha más fuerza que al principio. Noté que mi hombro se estaba mojando.

-Lo siento, siento no haber estado en esos momentos, de verdad -Su voz sonaba casi tan sincera y culpable que mi corazón se derrumbó y mis brazos subieron hasta su cuerpo y la abracé tan fuerte como ella me permitió.

-No importa mama -empecé-, todo eso ya ha acabado. Gracias a Juvia y Akane, y a Natsume -ella se separó de mí al escuchar el nombre de mi chico. Me miró con cara curiosa, pero antes de decir nada se secó las lágrimas y me secó las mias que también habían empezado a caer.

-¿Quién es ese Natsume?

Le conté todo lo relacionado con él. Y notaba que su cara se iluminaba de felicidad mientras yo me ruborizaba. Tras 3 horas de charla y 3 cafés era hora de despedirse.

Quedamos para el sábado después de comer, para ir de compras con los gemelos y poder hablar algo más. Me hizo prometer que iría a la fiesta de cumpleaños de los gemelos y que llevaría a Natsume, lo quería conocer, y también lo querría mi padre.

Se me hacia raro la sensación de tener una madre o algo parecido. Esa misma noche hablé con Natsume y le conté lo que había pasado desde que él se fue. Había estado de reuniones los 4 días seguidos y cuando llegaba a la habitación del hotel se quedaba profundamente dormido. Pero por mala suerte no podrá volver hasta el lunes por la tarde., Tenía una comida que era muy importante y debía asistir, sería posible un nuevo acuerdo de la empresa, querían extenderse y Natsume podría dirigirla desde allí.

Era sábado a medio día, habíamos adelantado la hora de las compras para comer los 4 juntos. Los gemelos no sospecharon nada de la vida de mi madre y la mía, pero gracias a aquella conversación las cosas estaban más relajadas, tampoco parecía que les hubiera afectado mucho el divorcio de sus padres. Al final él tampoco se había portado como un padre.

Las compras iban bien. Cada uno de los gemelos se inclinaba por una cosa. Paige las tiendas de ropa, complementos y demás, todo para el gran día. Y Kirt por los videojuegos. Tiraban de mí, parecía que me iban a partir en dos. Al final se salieron con la suya, Paige tenía un nuevo conjunto y Kirt un videojuego nuevo. Engulleron las hamburguesas y rápidamente se fueron a jugar al parque de bolas.

-Son dos terremotos -dije viendo como subían y bajaban sin cansarme.

-Si, hay momentos en los que desearía agarrarles y que se quedasen quietos, pero es imposible.

-Si, y tienen 10 años, prepárate para la adolescencia, eso es peor.

-Si, temo que eso llegue pronto. nunca tuve que preocuparme antes -me miró y me cogió la mano. Me sonrió y se le devolví la sonrisa.

-Pues espérate, porque son como yo, pero en dos -las dos nos echamos a reír.

Me hubiera gustado estar más con ellos, pero teníamos que separarnos, pero no por mucho tiempo. Su fiesta era el viernes siguiente y podría ir sin problemas, al igual que Natsume, que ya me había prometido que iría conmigo.

El lunes por la mañana recibí un informe con los cambios y arreglos que debía hacerle al videojuego. Me puse a ello de inmediato. Esa misma tarde llegaba Natsume de su viaje y prometí que iría a recogerle.

Su tren venía con unos minutos de retraso, así que le esperé mientras pensaba que regalarles a mis hermanos.

-¿Me permite? -delante de mi apareció un enorme oso de peluche de color amarillo, seguí la manos hasta detrás del peluche y vi a Natsume con una enorme sonrisa. Le sonreí y cogí el peluche antes de que él dijera nada. Me acerqué a sus labios con muchas ganas de besarle de nuevo. Él me lo devolvió gustoso y nos fundimos en un enorme abrazo.

-Te he echado de menos.

-Y yo a ti.

Nos fuimos en coche hasta su casa, los gatos le recibieron con muchas caricias y ronroneos. Se le notaba muy cansado así que hablamos un poco y le dejé durmiendo en el sofá ya que no había manera de que fuera a la cama. Preferí dejarle descansar. Así que di de comer a los gatos y me marché tras darle un beso de buenas noches.

La semana pasó tranquilamente. Trabajo, videojuegos, Juvia con su anime, su manga, de los cuales sacarían otra temporada. Pero ahora estaba trabajando en otro proyecto y había que estar pendiente de que no enfermara de nuevo. Ahora que Akane no estaba y me ocupaba yo de eso.

Y llegó el viernes por la noche, la fiesta de cumpleaños de mis hermanos. Estaba realmente asustada u nerviosa, no sabía a quienes me iba a encontrar allí. Hacía muchos años que no hablaba con nadie ni los veía, aparte de lo que mi abuela me había ido contando durante todos estos años.

Llegué al porche de la casa de mi madre. Me paré frente a ella. Ya había mucha gente dentro y más que iban llegando. Me temblaban las manos. Pero sentí calidez en solo un apretón de manos.

-Todo saldrá bien -me cogió de la mano, tiró de mí hacía él, me miró a los ojos tiernamente. Apretó mis manos contra su pecho-. yo estoy contigo. Te quiero.

-Te quiero, gracias por estar hoy aquí.

-Y siempre -dijo él dándome un tierno beso en las manos.

-¿Cómo estás tan tranquilo? -dije curiosa.

-Alguno tiene que estarlo, aunque es la primera vez que conoceré a los padres de mi chica -el tono de su voz era de preocupación y nerviosismo. Respiró hondo y tiró de mí, me hizo caminar hacía el interior.

Intentaba relajarme, pero no lo conseguía, respiré hondo y miré a Natsume, Estaba muy guapo. Se había puesto traje, con una corbata morada a juego con sus ojos. Me llevaba de una mano, mientras que con la otra llevaba la bolsa de los regalos de los gemelos.

La puerta estaba abierta. Había mucha gente, algunos los conocía y a otros no, pero por suerte todos estaban hablando y nadie prestaba atención a la puerta.

-¡RAISA! -gritaron los gemelos al unísono mientras corrían a nosotros. Saltaron y me alcanzaron. No me tiraron al suelo, pero estuvieron a punto.

Al escuchar mi nombre muchos se giraron y me miraron, pero me hicieron poco caso y volvieron a sus conversaciones, lo cual agradecí. Por la cocina apareció mi madre con una enorme sonrisa y un enorme abrazo.

-Como me alegro que hayáis venido.

-Mamá este es Natsume, Natsume, mi madre Lucy.

-Encantada de conocerla -dijo él con respeto, dándola la mano.

-Encantada Natsume -contentó ella de la misma manera.

-Eso es… -dijo Kirt señalando la bolsa que llevaba Natsume en la mano.

-Toma -Natsume abrió la bolsa y le dio a Kirt uno de los regalos. Y a Paige el suyo.

-A ver si os gusta -dije yo.

Los dos pequeños salieron corriendo y se reunieron con sus amigos que formaron un corrillo para ver cuales eran los regalos. A ella se le iluminó la cara al ver el vestido que ella misma había visto en la tienda, pero que su madre no quiso comprárselo. Según parecía era la sensación del momento, el traje de una famosa cantante. A sus amigas se las notaba muy celosas, pero ella estaba tan ilusionada que salió corriendo a su habitación para ponérselo.

-¡HALA! -gritaron los chicos al unísono, cuando Kirt desenvolvió su regalo.

-¡PERO SI NO SALE HASTA NAVIDADES! -dijo uno de ellos.

Al pequeño se le hacían los ojos estrellitas.

-No es justo, es el pack de juegos de Daddy Dan. Yo también lo quiero – desde el sofá, la mayoría de los niños gatearon de un lado del sofá y nos miraron a los dos -¿Dónde lo habéis comprado? ¿Dónde, dónde? -gritaron.

Pero Kirt se había quedado sentado en el sofá mirando el juego.

-Mi hermana es la creadora del juego -dijo él sacando la lengua a sus amigos.

-¡Eso no es justo! ¡A por él! -Kirt empezó a correr por la casa mientras que sus amigos empezaban a perseguirle.

Los padres se echaron a reír.

-Hija, no sabes lo que has hecho. Ese juego les tiene a todos locos, es imposible separarles de la tele.

-Bueno, en este juego hemos puesto un control parental para que podáis elegir las horas de juego de los niños.

-Bien, ya me enseñaras como se pone eso -sonrió.

-¡RAISA! -gritó una persona desde la puerta del jardín. Apareció un hombre mayor que yo, de pelo canoso y moreno con los ojos verdes. Vestía con traje oscuro sin corbata.

-Hola papá -dije. Al verle acercándose hacía mi. Me quedé quieta, hacía muchos años que no le veía, desde que se marchó después del divorcio, pero nunca le tuve rencor, simplemente dejamos de tener contacto. Natsume al notar mi indecisión me dio un pequeño empujón hacía él. Al finar nos fundimos en un gran abrazo.

A partir de ahí la fiesta fue a mejor. Los niños estaban jugando con el videojuego. Las niñas en el karaoke. Los mayores nos marchamos al jardín. Yo me puse a hablar con mi abuela y mis tías mientras que mi madre atendía a los invitados.

-Me ha sorprendido mucho que Rayuk y tú lo hayáis dejado -dijo mi abuela.

-No empieces abuela, eso se acabó hace mucho tiempo.

-No, no, si lo digo porque me alegro mucho. Cuando lo conocí parecía muy atento -suspiró-. Pero los ojos con los que te mira Natsume no tienen nada que ver con los del otro -me sonrojé-. Se nota que está enamorado de ti y que tú lo estás de él. Pocas veces te vi sonreír como no has dejado de hacerlo esta noche-siguió diciendo mi abuela.

Si, la verdad es que lo quiero much. Es honrado, amable, es un hombre. Nada que ver con Rayuk, él me cuida y yo a él.

-¿Cómo es que aún no vives con él?

-Abuela, no empieces con eso.

-Mamá, déjala, Raisa aún es joven solo tiene 23 años y acaba de volver a nuestra vida, ya habrá tiempo de agobiarla.

-¿De qué creéis que están hablando? -dije al ver a mi padre y Natsume hablando muy serios desde hacía bastante tiempo.

-Tu padre le estará leyendo la cartilla -dijo mi tía.

-¡TIA! -todas empezamos a reír.

Tras un rato hablando marché a la cocina a ayudar a mi madre. Hablamos un poco hasta que apareció mi padre.

-¿De que habéis hablado Natsume y tú durante tanto tiempo?

-Le he leído la cartilla, para que sepa lo que le espera si te hace daño o te hace llorar.

-¡Papá! Él no haría eso, es un caballero.

- Bueno, avisado está.

Cogí un par de bandejas y las dejé en el jardín. Natsume estaba pensativo al otro lado del jardín. Me acerqué con una copa de vino y unas golosinas. Aceptó las dos cosas.

-¿Estás bien? Pareces pensativo.

-Estoy bien, no te preocupes -me dio un beso en la frente y me abrazó con dulzura. Pero noté que su corazón iba a mil.

Tras la fiesta nos marchamos a su casa, apenas hablamos en el camino y en la casa simplemente se cambió de ropa y se metió en la cama sin decir nada. No sabía que hacer, así que simplemente salí por la puerta. Cogí un taxi y me marché a casa. Todo estaba en silencio, y la puerta estaba cerrada, por lo que Juvia no estaría en casa. Abrí la nevera, cogí el helado y junto con una cuchara me senté en el sillón. Encendí la tele y dejé lo que había en ese momento. Ni siquiera la escuchaba solo la miraba mientras que mi cabeza estaba en otra.