¡HOLA! Miren a quién se le dio por aparecer...

Quería dejarles algo por el QUINTO aniversario de esta historia, que fue el lunes pasado, pero no llegué.

Hacía tiempo tenía este OUTTAKE empezado pero no sabía realmente para dónde llevarlo y tanto tiempo sin escribir, tengo que admitir que estoy bastante oxidada, así que esto es lo que finalmente salió. Espero que les guste. Y perdón por ser tan desaparecida pero como sabrán, la vida de adulta apesta y los tiempos libres son pocos. Ya me gustaría poder escribir más seguido y terminar mis otras historias.

En fin. Dejo de parlotear y las dejo leer.

¡QUE TENGAN UN FELIZ FIN DEL 2018 Y UN GRAN COMIENZO DEL 2019!

-Sharin-


"You shouldn't play with fire".

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—Quédate tranquilo, Edward—, pidió con voz suave, tomando mi rostro entre sus manos. —Puedes hacer esto. Volveré tan pronto como pueda.

Prometió intentando suprimir una sonrisa. Ella realmente disfruta mi miseria.

Por primera vez me quedaría al completo cuidado de Elizabeth, y estaba aterrorizado. Isabella siempre sabe exactamente qué hacer, yo soy el que entra en pánico y camina de un lado al otro sin aportar nada útil. Probablemente en pocos años no me quedará nada de cabello, con todos los tirones que recibe en mis momentos de nerviosismo.

—No te preocupes, Rose te necesita, estaremos bien—. Le aseguré intentando sonar convincente, aunque sé que no puedo engañarla. No hay una gota de seguridad en mi voz, puro temor.

Bella estaba a punto de comentar algo, pero su teléfono sonó dándome la razón. Alerta de novia neurótica. Gracias por salvarme, Rose. Claramente nunca diría eso en voz alta porque valoro mi vida.

Desde que mi cuñado y la mejor amiga de Bella decidieron- sorprendiendo a todo el mundo - casarse, Rose está intratable e Isabella, al ser su dama de honor, la ayuda con los preparativos. Sólo faltan unos días para el gran evento y la rubia ha literalmente perdido la cabeza. Emmett ha pasado algunas noches en nuestra casa, desesperado por unos minutos de paz sin su futura esposa preguntándole cosas que para él no tenían sentido alguno. Quería que la boda fuera todo lo que Rose había soñado, realmente no le importaba si las servilletas eran color blanco o hueso. Y de todas formas, para Emm eran colores idénticos pero sabiamente no lo dijo.

—Rose—, responde rápidamente. Bella valora su vida también. —Sí, lo sé... Estoy en camino... No... Sí, lo recuerdo... Nos ve... Me colgó—, comentó estupefacta. Me limité a encogerme de hombros y no hacer ningún comentario. —Será mejor que me apresure.

—Ve con cuidado—, pedí antes de besarla. Ella asintió.

—Puedes llamar por cualquier cosa, ¿bien?

—Lo sé, Bella. Ve antes de que Rose tenga un brote psicótico.

—Sí, suena como algo probable—. Comentó entre risas. —Te amo.

—También te amo.

Antes de irse, se inclinó hacia Lizzie y besó su regordeta mejilla.

—Sé buena con tu papi—, le susurró dulcemente.

—Bien—, murmuré cuando oí la puerta cerrarse, llamando la atención de la pequeña, que fijó sus enormes ojos azules en mí. —Sólo seremos tú y yo durante unas horas. Creo que puedo hacer esto.

No pude evitar sonreír ante la cara perpleja de Lizzie, que me devolvió el gesto desarmándome por completo... Idéntica a su madre.

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—Vamos, Lizzie—. Rogué acercando una vez más la cuchara a la boca de la pequeña. Esta mantuvo su boca cerrada, negó con su cabeza e intentó tomar por sí misma la cuchara. — ¿Quieres hacerlo por ti misma?— estiró una de sus manos en mi dirección. No parece ser una buena idea. —Lizzie, no—. traté de sonar severo y al parecer funcionó… pero entonces sus ojos se llenaron de lágrimas y di esta batalla por perdida.

Desde el segundo en que su mirada se posó por primera vez en mí, supe que me tendría comiendo de la palma de su pequeña y adorable mano. Es, junto con Bella, mi máxima debilidad. No puedo negarle nada, aun sabiendo que eso se convertirá en un problema más adelante y ha provocado, y seguramente provocará, algunos desacuerdos con mi esposa. ¿Pero qué otra cosa puedo hacer? Les daría el mundo a ambas si pudiera, lo único que quiero es que no conozcan nada más que la felicidad, incluso a sabiendas que no es posible.

—Está bien—, murmuré resignado y le entregué la cuchara.

Elizabeth sin dudarlo la tomó y antes de que me diera cuenta, estaba riendo y agitando sus manos por su triunfo... Y el contenido de la cuchara impactó directamente en mi rostro.

¿Por qué la comida de bebé es tan asquerosa?

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¿Todo está bien?
B.

Perfectamente.
E.

Respondí adjuntando una foto de ambos sonriendo.

El día no podría ir mejor. Lizzie ha estado jugando luego de un necesario baño post-almuerzo donde fue más la comida que cayó en el piso y sobre ambos que la que entró en su boca.

Estaba risueña balbuceando incoherencias mientras golpeaba sus juguetes. Yo la observaba atontado y sacaba cuanta foto podía. La gente no bromea cuando dice que el tiempo vuela cuando tienes hijos, no puedo creer lo rápido que ha crecido y ser consciente de eso me aterrorizaba. Cuando menos lo esperara, ella estaría teniendo citas, dejaría nuestra casa para ir a la Universidad, conocería alguien y formaría su propia familia. Me estremecí con el pensamiento. No, es una bebé todavía faltan muchísimos años para eso. Piensa en el aquí y ahora, Masen. Otro texto de mi esposa me distrae de mis perturbadores pensamientos.

¡Te dije que todo estaría bien!
Desearía estar allí.
Estoy exhausta,
B.

Desearía que estés aquí.
Puede que necesites un masaje más tarde...
E.

Definitivamente voy a necesitarlo. ;)
B.

No puedo esperar a poner mis manos en ti.
Te amo.
E.

Rose va a matarme si no dejo el teléfono.
Estaré pensando en tus manos sobre mí. Tampoco puedo esperar.
Sólo unos minutos más.
Los amo.
B.

Definitivamente no podía esperar su regreso. Con el correr de los meses nuestro deseo lejos de disminuir, se había incrementado. Mucho. Durante el embarazo, Bella parecía no poder estar lejos de mi polla -no iban a escuchar ninguna queja de mi parte- pero necesité pedirle un respiro en algunas ocasiones, ya no tenía 20. Y, a pesar de las inseguridades que surgieron en ella luego del parto, poco a poco estas fueron desapareciendo y todo volvió ser como antes. Nada me hacía más feliz que demostrarle una y otra vez que era la mujer más hermosa del mundo, más aún desde que Lizzie comenzó a dormir durante toda la noche sin interrupciones.

Los primeros meses habían sido algo complicados para ambos pero logramos adaptarnos a la vida de padres sin morir o enloquecer en el intento y nada podía ser mejor. Sí, teníamos días malos pero los momentos felices superaban cualquier cosa. La falta de sueño no importaba cuando veíamos a nuestra hija sonreír.

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Un momento balbuceando felizmente con sus bloques y al siguiente no paraba de llorar. No sabía qué le sucedía, había intentado todo para calmarla y nada parecía funcionar. No debí haber cantado victoria antes de tiempo. Mientras terminaba de leer un mensaje de Alice, Lizzie simplemente comenzó a llorar de forma desconsolada.

Inmediatamente revisé si se había golpeado con algo en el corto lapso que aparte mis ojos de ella, pero no hallé nada que me indicara que ese era el problema. Estaba justo a mi lado, me hubiese dado cuenta, ¿no?

Bella sabría inmediatamente qué es lo que le sucede y qué hacer.A diferencia de mí, que estaba a punto de ponerme a llorar junto a ella. Sí, para Bella esa sería una escena interesante de ver al entrar a la sala. Un hombre de casi cuarenta, un respetado profesor, llorando a la par de una bebé de 7 meses.

— ¿Qué es lo que sucede princesa?

Sus gritos eran casi atronadores, su rostro estaba rojo por completo.

Debería llamar a Bella.

Revisé su pañal, una vez más la observé por completo en busca de algún golpe, intenté darle su biberón, mecerla mientras le tarareaba una nana.

Nada.

Tal vez podría llamar a Renée.

No, me delataría con Bella y pensará que su hija se casó con un inútil. Aunque no es que yo piense diferente de mí mismo o no lo sea.

Tal vez extraña a Bella. Rara vez están separadas.

Tal vez esté enferma y necesite un médico.

Ante ese pensamiento, detuve mi movimiento en seco.

¿Y si es grave?

Nunca ha llorado de esa forma por tanto tiempo, no luego de esas aterradoras primeras semanas. Si no fuera por Bella hubiese enloquecido.

¡Joder, no!

Caminé con Lizzie retorciéndose en mis brazos hacia el patio trasero con la esperanza de que un poco de aire fresco haga que se calme.

No funcionó.

Voy a llamar a Bella.

Tomo mi teléfono, y antes de que pueda presionar llamar, comienza a sonar.

BELLA.

Va a oír los llantos así que, ¿por qué no ir al grano?

—No sé qué sucede. Ella estaba bien y ahora no para de llorar. No sé qué hacer—. Es lo primero que dije.

Al menos ella no suena alterada al responder.

¿Has intentado darle su mordillo?

— ¿Su qué?

Hablamos sobre ello esta mañana, Edward.

Joder. Su primer diente. ¿Cómo pude haberlo olvidado? Tal vez si no hubiese entrado en pánico lo hubiera recordado...

Rápidamente me dirigí hacia el refrigerador y tomé el bendito mordillo. El llanto de Lizzie disminuyó y solté un exagerado suspiro. Sabía que ella encontraría la solución en un instante, incluso estando lejos. Definitivamente tenía la mejor esposa del mundo.

—Soy un imbécil. Lo olvidé por completo—. Bella rió.

Estoy en camino.

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Para cuando mi esposa llegó a casa, había logrado que Elizabeth se durmiera.

—Lo siento, cariño, soy un pésimo padre—. Susurró acariciando su suave mejilla luego de dejarla en su cuna.

—No lo eres, sólo un poco paranoico y exagerado tal vez, pero eres un gran padre y ella te ama.

La voz amorosa de Bella me sobresaltó.

—Lloró por horas desconsoladamente, Bella. Y no sabía qué hacer—. Ella enarcó una ceja en mi dirección, incrédula. —Bien, tal vez fueron unos minutos pero se sintieron como horas.

Bella río suavemente y luego tendió una mano hacia mí.

—Ven, no queremos interrumpir su siesta—. ¡Diablos, no! Nos volveríamos locos. Cuando su sueño era irrumpido se volvía completamente irritable y quejosa. —Además—, añadió pícaramente cuando mis dedos se enredaron con los suyos y salimos de la habitación, —creo que me prometió un masaje, Sr. Masen.

— ¿Sí, Sra. Masen?— Bromeé acorralándola contra la pared del pasillo.

—Sí, he estado pensando en tus manos sobre mí—, dijo enredando sus manos en mi cuello, luego se estiró y llevó su boca a mi oído antes de añadir con voz ronca: —todo el día.

Me estremecí. Si teníamos suerte, nuestra hija permanecería dormida alrededor de media hora pero nunca se sabe, así que me apresuré a tomarla entre mis brazos para llevarla a nuestra habitación. Porque yo siempre cumplo mis promesas.

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15 AÑOS DESPUÉS

—Quédate tranquilo—, pidió con voz suave, tomando mi rostro entre sus manos.

— ¿Cómo quieres que lo esté? No se supone que esto esté pasando, ella es demasiado joven para tener una cita.

—No, no lo es. Tiene 16, Edward, es normal.

—Exactamente, Isabella. Tiene solo 16, ese bastardo es un año mayor.

Tan rápido como las palabras salen de mi boca, me doy cuenta de que le dejé en bandeja de plata la oportunidad de volverlas en mi contra. Y eso es lo que hizo. Se alejó de mí con el ceño fruncido y las manos en su cadera.

— ¿De verdad, Profesor Masen? Necesito recordarte nuestra diferencia de edad.

—Sabes lo que quise decir—, respondí entre dientes.

—No, no lo sé.

Mierda. Escucho a mi hijo menor reírse en voz baja mientras intenta aparentar que está entretenido en su celular y no disfrutando del espectáculo que soy mientras mi esposa me regaña. Traidor.

—No seas obtusa, Bella—. Levanto mis manos hacia el techo, exasperado. —Sabes cómo son a esa edad, no pueden mantener las manos para sí mismos y definitivamente no quiero las suyas sobre mi hija.

—He hablado con ella, sabe que nadie debe hacer nada sin su consentimiento, y también Charlie le enseñó bien a defenderse si lo necesita.

— ¿Así que si ella quiere, ese bastardo tendrá vía libre?— mi voz se eleva a la par de mi pánico… y a la risa de mi hijo. Voy a recordar esto cuando me pida dinero. — ¿Realmente estás tratando de tranquilizarme? Porque no está funcionando y pienso seriamente en pedirle su arma a Charlie.

Sí, en verdad lo pensé incluso si no sé cómo disparar porque solo la necesito para asustar a ese imbécil. Aunque seguro él me la negará y se burlará de mí, porque yo fui el viejo bastardo que se metió con su hija y la embaracé cuando aún era mi alumna, verá esto como el karma viniendo por mí o alguna mierda similar. Ahora te entiendo, Charlie, no sabes cuánto.

— ¿Estarías tan alterado si fuera la primera cita de Ethan?

—No es lo mismo.

— ¿Quién está siendo obtuso ahora?

—Tú—, respondí y rápidamente me arrepentí al ver su rostro desencajado. Esto no va a terminar bien. —Bella, no quiero pelear por esto. — agregué en todo conciliador.

—No estamos peleando. Tú estás siendo irrazonable.

—Estoy preocupándome por el bienestar de mi hija.

— ¿No quieres que esté feliz?

—Por supuesto que sí.

— ¿No harías cualquier cosa para que eso suceda?

—Sabes que sí. Por cualquiera de ustedes.

— A ella realmente le gusta este chico, y la haría muy feliz salir con él. No lo conoces, pero podrás hacerlo cuando la recoja, dale una oportunidad. Por ella.

Cerré los ojos y conté hasta diez mientras asumía mi derrota.

—Bien. Ella puede ir, pero ese chiquillo y yo vamos a tener unas palabras antes de que salgan.

Mi esposa trató de esconder una sonrisa. Ella sabía que iba a ceder si jugaba esa carta. ¿Por qué demonios no puedo negarle nada a mi esposa o hijos? Porque los amo y quiero que tengan todo lo que los haga felices.

—Bien.

¿Bien? ¿Solo "bien"? Bella giró sobre sus talones y comenzó a alejarse antes de que ya no pudiera contener durante más tiempo su felicidad por haber ganado esta pequeña disputa. La alcancé en la cocina, ya no intentaba –o no podía- ocultar su sonrisa de oreja a oreja y mi corazón golpea enloquecido contra mi pecho. Mi amor por ella intacto y en constante crecimiento.

Me acerqué y la atraje contra mí, abrazándola fuertemente. Sus brazos se envuelven a mi alrededor devolviéndome el gesto, mi cabeza cae sobre su hombro.

—Te amo, Bella—. Dije suavemente en su oído. —Pero no eres mi persona favorita en este momento—. Añadí, lo que provocó un bufido de su parte.

—Te amo—. Respondió, raspando sus uñas en mi cabello. Amo eso, y ella lo sabe. Definitivamente todo su esfuerzo estaba puesto en calmar a la bestia. —Gracias por ceder en esto, sé lo difícil que es para ti aceptarlo pero es así como las cosas deben ser.

—Lo sé, solo que irracionalmente desearía tenerlos siempre aquí para que nadie les haga daño.

—También querría eso, pero no podemos hacerlo. Tienen que crecer y para eso necesitan libertad, van a equivocarse y van a ser heridos pero no podemos hacer más que estar allí para contenerlos cuando nos necesiten.

Ella una vez más sabe qué decir y tiene toda la razón. ¿Cómo tuve tanta suerte de que me quiera a su lado? No lo sé, pero con seguridad nunca daré su amor por sentado.

— ¿Te he dicho ya que te amo?

—Hace como un minuto, Sr. Masen. ¿La edad está afectando tu memoria?

Isabella…—amonesté antes de morder ese lugar debajo de su oreja que la vuelve loca. —Estaré complacido de demostrarle que la edad no está afectándome en absoluto.

Bella soltó un gemido y sentí su cuerpo estremecerse contra el mío.

—Estaré esperando, Profesor. Además, tengo que recompensarlo por haber cedido.

Llevó una de sus manos sin preámbulo a mi entrepierna y comenzó a acariciarme sobre mis pantalones. Mi boca inmediatamente buscó la suya y mis manos bajaron hasta apretar su trasero y pegarla más a mí.

Cuando comencé a pensar seriamente y llevarla arriba para un rápido adelanto de lo que recibiría más tarde, sonó el timbre y oí los pasos apresurados de mi hija bajando las escaleras.

Mierda. Si algo serviría para bajar mi excitación sería la idea de mi hija saliendo en una cita.

Gemí de frustración y me alejé de mi esposa.

—Ya no me agrada—. Comenté haciéndola reír.

—Si quieres terminar lo que empezamos, compórtate—, advirtió antes de arrastrarme hacia la sala.

Aquí vamos…