¡Estoy de vuelta! No voy a dejar esta historia, así que tengan fe en mi.

Por cierto, antes de nada quiero agradecer a Nanny PGranger por la magnífica foto de portada que probablemente ya estará puesta cuando leáis esto. So... allá vamos!


Descargo de responsabilidad: No soy dueña de Harry Potter Rodando los ojos * Suspiro* ¿En serio tengo que decir eso? Es que no ha quedado suficientemente claro? Woah para los que no les haya quedado claro deben pensar que de verdad soy JK Rowling jaja


Título: Una segunda oportunidad

Parejas: Harry/ Hermione (Posteriormente)

Rating: T

Advertencias: Nada para los primeros capítulos.

Tipo de letra:Normal. Pensamientos.-"Conversaciones"- "Parsel"


Era por la mañana temprano. Pequeños rayos de sol entraban por la ventana mientras Hermione parpadeaba poco a poco para despertar.

El día anterior, ella y Sirius habían ido a recoger a Harry y le habían contado gran cantidad de cosas, por lo menos las cosas adecuadas para un niño de su edad. Harry había mostrado interés en todo lo relacionado con el mundo de la magia, pero sobretodo había sentido curiosidad por sus padres, era más bien una necesidad. Como eran, que les gustaba hacer...Sirius no tubo problema en responder a estas preguntas mientras Hermione se había quedado en silencio, escuchando algunas de las historias que contaba; algunas eran simples anécdotas, otras historias realmente fantásticas de los años que pasaron en Hogwarts e incluso varas proezas que en la opinión de Hermione estaban muy exageradas, aunque a un niño pequeño e impresionable como Harry, le parecieron mágicas.

Esta mañana, Hermione no podía quedarse en la cama tumbada, tenía cosas que hacer y no debía perder el tiempo. El plan de hoy era ir a Hogwarts, necesitaba saber en que condiciones estaba, gracias a su buena memoria, obviamente conocía ya la disposición de las aulas y recordaba como si fuera la palma de su mano todos y cada uno de los pasadizos que allí había. Pero no podía estar segura de nada, el Hogwarts que conocía era un Hogwarts de dentro de unos años, y cabía la posibilidad de que algo hubiese cambiado. De todas formas ella tenía que asegurarse.

(Narra Hermione)

Me paseaba por los pasillos del viejo colegio de magia y hechicería arrastrando los pasos, casi de puntillas, manteniendo un perfil bajo, no tenía ganas de toparme con Albus y en cuantos menos problemas me metiera, mejor.

Todo el mundo sabe que aparecerse en Hogwarts es algo imposible, yo misma pensé eso durante gran parte de mi vida. ¿Y como no hacerlo? En la página 742 de "Hogwarts, una historia" comenta detalladamente todas y cada una de las razones por las que aparecerse en el colegio no es más que una ilusión. Pero está equivocado, es posible que sea un libro muy completo y que de importantes

datos que sirven mucho en algunas situaciones, pero no obstante, no todo lo que eso libro cuenta es real, faltan un gran número de datos curiosos que yo fui averiguando gracias a mi curiosidad y a todos los años pasados aquí. Uno de esos datos que al libro se le había "olvidado" mencionar es que Hogwarts, el colegio de magia y hechicería como todos lo conocemos no es solo un edificio, ni siquiera se podría clasificar como "algo", porque está vivo, es una entidad propia, siente y es capaz de oír y ver todo lo que pasa dentro de él.

Normalmente, los estudiantes, alumnos, profesores o incluso el director están siempre muy atareados para darse cuenta de lo que pasa a su alrededor. Incluso el gran Albus Dumbledore lo pasó por alto, pero si alguno de ellos se hubiera parado y hubiera dejado su mente en blanco aunque solo fuera por un instante, se habrían dado cuenta de una leve voz, casi no se le podía llamar voz, era mejor dicho un susurro. Ese susurro era el alma del colegio, el signo más notable de que esto no era solo un edificio, era algo más, algo que estaba en todas partes y en todos los momentos del tiempo, algo tan viejo que era capaz de saberlo todo, lo pasado, lo presente y lo futuro.

Las escaleras empezaron a cambiar reorganizándose para mostrarme el camino más rápido hacia el lugar donde yo quería llegar, se acordaba de mi y me estaba ayudando.

-¿Quien es usted?- Hermione oyó una voz que venía de cerca.- Nosotros no permitir intrusos aquí. Usted tampoco ser un alumno las clases aún no han comenzado ¿Quien? ¿Quien?- Dándose la vuelta confirmó sus sospechas, era un elfo doméstico, parecía joven, de un color marrón claro, casi amarillento con esas orejas puntiagudas tan características de los de su especie. Aunque yo no contaba con mi estatura real, seguía siendo unos centímetros más alta que él, vestía con un trapo que le llegaba por debajo de las rodillas y estaba un poco oscurecido, tal vez por el polvo y la suciedad. Sonreí, recordando la PEDDO y me acerqué un poco. El elfo, asustado, retrocedió un par de pasos.

-Tranquilo, no voy a hacerte daño.- Susurré sin levantar mucho el tono de voz.

-¡No! Dígame ahora mismo por que está aquí.

-Está bien, relájate. Mi nombre es Hermione y no estoy aquí para hacer nada malo, de verdad.

-¿Her Hermione? ¿Es usted la señorita Hermione?.- Yo miré confundida por un momento y luego asentí.- ¡Eso es genial! Ella nos ha hablado tanto de usted...

-¿Ella?

-¡Hogwarts! El palacio se comunica con nosotros, los elfos. Nos contó todo lo que hizo la señorita Hermy por nosotros, usted es la única que defendernos y tratarnos como... como a un igual. Todas las cosas increíbles que ha hecho o que hará da igual y yo tengo la posibilidad de conocerla...¡Estoy tan feliz que la señorita Hermione esté aquí! Los demás no se lo van a creer. ¡Señorita Hermy tiene que conocer a Marius y a Fey y a Bizzus y...y... a los chicos.- Gritó, me di cuenta en ese momento por su voz aguda que se trataba de una elfina y no de un elfo como había pensado en un primer momento. No parecía querer dejar de hablar, así que la interrumpí:

-Está bien, está bien, creo que lo he entendido.- Le di una sonrisa para que se tranquilizase.- Antes de nada... ¿Como te llamas?

Ella abrió los ojos, haciéndolos parecer más grandes de lo que eran, si es que eso era posible.- ¡Oh, yo no me haber presentado a la señorita Hermy! Mi nombre es Mippy, señorita Hermy.- Yo asentí sin saber que más decir, tenía que tener cuidado, Albus podía estar en cualquier parte y no tenía especialmente ganas de verle.- Parece cansada, señorita Hermy. Mippy la llevará a las cocinas, así podrá conocer al resto.

-¿El resto?- Pregunté confusa, pero antes de que pudiera darme cuenta, me había cogido de la mano y sin hacer un solo ruido habíamos aparecido en otro lugar.

Las cocinas de Hogwarts eran exactamente como las recordaba, habían cientos de cacharros esparcidos por todas partes; cucharas, cucharones, ollas, cazuelas... los elfos se movían de aquí para allá con rapidez y coordinación, sin chocarse los unos con los otros. A pesar de esto, no había tanto barullo y ajetreo como recordaba, probablemente la razón sería que no estamos en medio del ciclo escolar sino en las vacaciones, y por tanto, no hay alumnos a los que alimentar en el castillo. Normalmente, solo unos pocos profesores y el director permanecen en Hogwarts; hace años que a ningún alumno se le permite quedarse en la escuela durante el verano, cosa que realmente no llego a comprender, porque si se les está permitido quedarse en vacaciones de pascua o en navidad.

Los pocos elfos que andaban pululando de aquí para allá parecieron haberse dado cuenta de mi presencia y se quedaron observándonos curiosos a mi y a Mippy.

-Esta es la señorita Hermy.

-Es Hermione.- Dije divertida.

-¿Hermy?- Preguntó uno de los elfos ignorando mi comentario.

-Si.- Asintió Mippy orgullosa.- La única.- Los elfos nos miraron extrañamente y luego, todos al mismo tiempo sonrieron. Está bien, eso fue un poco espeluznante.

-¡Siéntese señorita Hermy! Macco le preparará algo de comer.- Dijo uno bajito con dientes afilados.

-¡No! Yo le prepararé algo a la señora Hermy, mi comida es mucho mejor.- Dijo una elfina de piel clara y nariz puntiaguda.

-¡No es justo, yo he traído a la señorita Hermy!- Protestó Mippy.

-¡Ya basta, silencio todo el mundo!- El resto de los elfos se callaron al instante. De entre ellos apareció un elfo muy pequeño, pero más alto que los demás, era casi tan alto como yo. Su piel no era ni demasiado clara ni demasiado oscura, su nariz ni demasiado gorda ni demasiado delgada, nada en él sugería que tuviera algo fuera de lo normal, pero la experiencia y mi intuición me gritaban que este elfo era especial. El silencio permaneció durante varios segundos más, los demás elfos no parecían temerlo, pero le reconocían como autoridad, por tanto no le tenían miedo, sino más bien respeto.- Creo...- Comenzó a decir mientras se rascaba la punta de la barbilla con cara pensativa.- Que la señorita no necesita nada en este momento, ¿Me equivoco?.- Yo negué con la cabeza. Este elfo no era como ninguno que hubiera conocido antes, normalmente la única preocupación de estas criaturas es servir pero al parecer, no era una prioridad en este individuo.- El resto de vosotros puede continuar haciendo sus tareas, la comida se servirá pronto y ya sabemos que a nuestro director no le gusta esperar.- Se quedaron mirando expectantes, mirando al viejo elfo.- ¡Vamos!- Y entonces todos comenzaron a moverse hasta que finalmente nos quedamos solos él y yo.

Me intrigaba, tenía que reconocerlo. Yo era experta en elfos, había dedicado varios años de mi vida a investigarlos, a averiguar por que hacen lo que hacen, la capacidad de su magia, las similitudes que tienen con magos o muggles, los tipos de emociones que tenían, sus reacciones más frecuentes... Pero este no parecía seguir ningún pretexto. Vestía con una especie de túnica, pero mucho más blanca y limpia que la del resto, sus ojos se dirigían hacia los míos impacientes y algo esperanzados y su extraña sonrisa parecía reconfortarme.- No nos han presentado. Mi nombre es Julius.

No sabía muy bien que hacer, así que decidí presentarme.- Yo soy...- Pero antes de que pudiera terminar la frase, o mejor dicho empezarla, él me interrumpió.

-Ya se quien eres.- Dijo con aire de suficiencia.- Todos aquí lo sabemos. Ella nos habla a todas horas, nos cuida, nos protege y nos ayuda.- Supuse que con "ella" se refería al castillo.- Si, el castillo. También está en tu cabeza.- Miré confusa, la verdad es que no quería a nadie hurgando en mi cabeza.- Ella nos dice cosas: secretos, historias, rumores... pero es solo un susurro en una noche sin estrellas.- Yo miré aún más confundida, pero para mi sorpresa, la comisura del lado derecho de la boca del elfo se torció hacia arriba dejando ver una siniestra sonrisa.- Pronto, viajera. Pronto todas tus dudas serán resueltas, pero antes tienes que asegurarte de que todos ellos se salven.

-¿Ellos? ¿Quienes son ellos? ¿Y quien se supone que eres tu?

-Calma. Se quien eres de verdad y se por que estás aquí. Tienes que salvar a los que debieron vivir, pero la naturaleza es sabia y equilibrada, todo capricho requiere un sacrificio.

-Eso ya lo se. Estoy aquí para salvarlos, para no dejar que vuelvan a morir.

-No, no lo entiendes. Eso es solo una excusa, la verdadera razón está oculta, oculta desde el inicio, escondida en vuestras almas, estáis unidos y lo que la naturaleza ha unido no se puede separar, ni siquiera la muerte puede. El tiempo será reescrito para que los fallos sean corregidos. Una vida de dolor será recompensada y una vida de soledad será reparada desde el inicio.

-¡¿Que se supone que quiere decir esto?!- Dios, por que todo tenía que ser tan complicado en mi vida. ¿Es que se suponía que eso era una especie de profecía? ¿Una leyenda tal vez?

-¡Shh! Ellas trabajan para él. Algunas pinturas son espías del director. Si te escuchan no tardarán en avisarle. Tienes que tener cuidado viajera.

-Por favor, cuéntame que está pasando, necesito saberlo.- Supliqué.

-No, todavía es demasiado pronto, tu misma tienes que darte cuenta, sino no habrá funcionado.- ¿Es que a caso siempre habla con enigmas?

-¿Que es lo que no habrá funcionado?- Intenté sonsacarle.

-Veo que esa curiosidad y ese afán de conocimientos de los que me habían informado no eran descabellados.- No pude evitar que se me escapara una sonrisa orgullosa.- Pero cuidado, Hermione Granger, cuidado Hermione Black, cuidado rebelde, cuidado viajera, la curiosidad mató al narggle. - Sinceramente, seriedad de los hechos a parte, no me puedo creer que haya dicho eso.

-No puedes pensar realmente que voy a dejar que te vayas así como así después de aparecer en mi camino y hacerte el misterioso conmigo. ¿Verdad?- Pregunté levantando una ceja.

-Aun no te has dado cuenta, yo estoy aquí para ayudarte, estoy de tu parte, no en contra tuya.- Yo no dije nada, invitándolo a continuar.- Te daré un consejo, viajera; busca aliados, los necesitarás contra las fuerzas del mal que se acercan. Ahora vete. Vete y termina de vivir tu anterior vida, tienes que cerrar ese capitulo para poder empezar otro y comenzar por fin la nueva vida que te espera, y no podrás hacerlo hasta que cumplas tu misión derrotando a tos enemigos y salvando a tus amigos. Y recuerda, como tu bien sabes, hasta la criatura más pequeña puede ser un aliado en los peores momentos.- Con un suave "Ploff" se había ido y me había dejado sola en las cocinas del castillo Hogwarts de magia y hechicería.

Me quedé en trance, pensando en todo lo que el elfo me había dicho.

Era tan extraño, probablemente yo fuera una especie de imán para las cosas extrañas.

DING-DONG

El gran reloj de las cocinas me avisaba de que debía irme.


(Narrador omnisciente)

Mientras tanto, en el corazón de Hogwarts, concretamente en el despacho del director, el viejo Albus Dumbledore vagaba sin rumbo concreto de un lado para otro con aspecto pensativo. A pesar de que la guerra mágica había llegado a su fin años atrás, todavía seguía teniendo una gran influencia en el mundo de los magos. Toda bruja o hechicero sabía quién era él, era respetado. Albus Dumbledore el gran director del mejor colegio de magia y hechicería, el responsable de la caída del mago tenebroso Grinderwald allá por los años cuarenta. Sin él, su mundo habría caído hace casi medio siglo. Harry Potter pudo haber sido el que derrotó a Voldemort, pero eso fue solo una coincidencia, pura suerte, y lo cierto es que debería haber muerto esa noche, pero ahí estaba el magnífico mago Albus Dumbledore para cuidar del pequeño Harry. Él era un héroe y todos debían verlo como tal.

O por lo menos eso es lo que pensaba él.

Pero entonces ¿Por que parecía perdido, moviéndose de un lado para el otro, con la más absoluta impotencia reinando en su cara?

-¿Como es posible que haya conseguido salir de Azcabán? Se supone que es la mejor prisión de todo el mundo. ¿Y quien ha sido el idiota que le ha dejado libre?- Si, se estaba refiriendo al ex-preso recientemente puesto en libertad. Sirius Black.- No entiendo como ha podido pasar. Me aseguré personalmente de que se quedara ahí durante al menos unos años más. ¡Esto no tenía que pasar!- Llevándose los dedos índice y pulgar al puente de la nariz comenzó a frotar círculos suaves intentando calmar su furia. Tomó un par de respiraciones ondas para contemplar sus posibilidades, y entonces, caminó dando abiertas zancadas hasta un gran armario casi tan alto como él mismo, de madera de roble de un color marrón oscuro cobrizo, envejecida posiblemente por los años. Dumbledore abrió las puertas de golpe y se encontró cara a cara con quien quería ver.

Un bostezo proveniente de uno de los estantes sonó seguido por unos fuertes parpadeos y un par de murmullos silenciosos.- ¿Albus? ¿Comienza ya el nuevo curso?- Preguntó la voz de forma somnolienta forzando los ojos para que se mantuvieran abiertos.

-No mi querido amigo, todavía falta un tiempo hasta que vuelvan a aparecer alumnos por aquí.

-¿Me quieres decir entonces para que me despiertas? Sabes perfectamente que necesito mi sueño reparador de belleza.

-Lo se, lo se, pero necesito tu ayuda.

-Albus, sabes que soy un sombrero seleccionador, no puedo ayudarte en nada más que seleccionar, y como tu mismo has dicho, no veo nadie aquí que necesite ser seleccionado, los alumnos todavía no han llegado.- Respondió el sombrero.

-Pero Hat, es de vital importancia, Sirius Black ha salido de Azcabán.-

-¿Sirius? ¿Un Black, dices?- El sombrero pareció pensarlo unos segundos.- ¡Ah! Lo recuerdo, puro de corazón, mucho más que alguno de tus leones.- Hat frunció el ceño recordando alguna que otra oveja (o rata) descarriada.- ¿Y que pasa con él? Yo creía que era inocente, así que su libertad es algo bueno. ¿No es así?- Dijo el sombrero desplazando su mirada arriba a la derecha.

-No te hagas el loco, sombrero. Esto no tenía que pasar, se ha llevado a Harry. Se suponía que Harry debía crecer con su família, para así aprender los valores de la humildad y la empatía.

-¿Los valores de la humildad y la empatía?- El sombrero seleccionador soltó una carcajada.- No me hagas reír, por favor Albus, lo único que querías era forjar a una criatura más dócil para poder manejar al chico mejor.

-¡Sabes que eso no es así!- Dijo indignado el director.- Y en cualquier caso, esto no es beneficiario para el mundo mágico.

-¿Sigues con esas? ¿No querrás decir que no es beneficiario para tu propio bien?- Recriminó con una sonrisa irónica el sombrero a Dumbledore. Este parecía querer hablar, y estuvo a punto de hacerlo antes de ser silenciado por la potente voz del sombrero.- ¿Sabes que es lo que creo, Albus? ¡Creo que esto te molesta porque interfiere en tus planes!

-¡Yo solo quiero lo mejor para el mundo mágico!

-No, tu solo quieres lo mejor para ti mismo. Es posible que antes si te preocuparas por el prójimo, pero ahora, tus ansias de poder y tu gran dedicación a lo que tu llamas "el bien común" se ha vuelto en contra tuyo.

-¿Vas a ayudarme o no?-Preguntó impaciente el mago ignorando por completo a Hat.

El sombrero seleccionador rodó los ojos indiferente. Este hombre ya no cambiaría.- ¿Y como crees que podría ayudarte yo, un simple sombrero en esta tarea tuya, señor director?- Preguntó con un punto de ironía que Dumbledore pareció no notar.

-Tu eres un punto de apoyo entre los mundos, eres la conexión entre los universos y los distintos planos, puedes ponerme en contacto con el Destino, necesito hablar con él.

-No es tan sencillo, Albus.

-¡Exijo hablar con él!- Pidió el director subiendo el tono de voz.

-¡Hay normas que deben cumplirse! El universo se rige según un gran número de estrictas leyes que no pueden saltarse solo porque a ti te apetezca.- Replicó el sombrero.

-No es simplemente porque a mi me apetezca, Hat. ¡Tengo que hablar con él! Las cosas aquí no van bien, nada está saliendo como debería, él es el destino, tiene derecho a saber, tiene el deber de arreglarlo.

-Oh Albus, Albus, Albus... debes abandonar ese pensamiento tan cerrado.

-¿Que quieres decir con eso?- El sombrero no respondió.- ¡Exijo que me lo digas!- Siguió sin decir nada.- Soy Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore, director de Hogwarts y quiero que me respondas.- Pero el sombrero continuó ignorándolo sin decir nada, es más, se permitió que una sonrisa excéntrica se le escapara, con lo cual Dumbledore enfureció.- ¡Exijo respuestas!- El sombrero, ya harto de esos gritos, le sacó la lengua haciendo una pedorreta sonora, el director, sabiendo que no podía hacerle ningún daño, salió por la puerta cerrando con un portazo.

Una vez estaba comprobado que se había alejado lo suficiente, una voz se oyó resonando en la habitación.

-Gracias Hat, te debo una.

-Me debes más de una, Tino, pero ya sabes que me encanta hacer enfadar a este viejales.- Dijo riendo el sombrero. - Me he enterado de lo que has hecho. ¿Estás seguro de que es lo correcto? Es muy arriesgado, ¿Sabes? Muchas cosas podrían cambiar.

-Lo se. Supongo que tendremos que confiar en Suerte.

-¿Hablando de eso...?- Comenzó a preguntar con tono picarón el sobrero seleccionador.

-No, Hat. ¿Es que no recuerdas lo que pasó la última vez que saliste con una de mis hermanas?- La sonrisa del sombrero desapareció por completo haciendo reír a Tino ante el recuerdo.


Y eso es todo amigos. Ando un poco falta de inspiración aunque espero recuperarla pronto (Ahora que viene el verano ¿Quien no se inspira?